Trillones de reales en el extranjero, en busca de una asignación patrimonial a través de canales tecnológicos sofisticados; Avenueprevé una gran transformación en las inversiones offshore por parte de los brasileños en un futuro próximo.
El tema fue el eje de la segunda edición del Avenue Connection, que comenzó el miércoles 16, en São Paulo, con un enfoque en el avance de la internacionalización de las inversiones en Brasil, impulsada por la transición generacional del patrimonio.
El tema central del evento fue la “Diáspora Patrimonial”, un concepto que guió los debates sobre asignación global, cambio en el perfil del inversor y nuevas estructuras de asesoría financiera.
En la conferencia de apertura, Daniel Haddad, Chief Investment Officer de Avenue, destacó la urgencia de la diversificación. “Estamos ante una diáspora patrimonial real. Este capital necesita ser planificado con una visión a largo plazo y diversificación geográfica”, afirmó. Según él, “invertir en el extranjero ya no es una elección entre alternativas, sino una composición necesaria para preservar el patrimonio frente a la pérdida de poder adquisitivo de la moneda local”.
La evaluación parte de un dato de UBS, que estima que 124 billones de dólares cambiarán de manos hasta 2048, en el mayor movimiento de transferencia de riqueza de la historia. Brasil aparece como el segundo mayor mercado en este proceso, con 9 billones de dólares en transición.
Roberto Lee, CEO de Avenue, afirmó: “Estamos viviendo solo el inicio de lo que llamo una gran diáspora patrimonial brasileña. Queremos liderar este movimiento, transformar el mercado y construir aquí, finalmente, una asignación estructural en el extranjero. Es algo que tendrá impacto durante décadas”. Según él, el cambio será impulsado por las nuevas generaciones. “Para ellos, los asesores de inversión que no pueden ofrecer productos en el extranjero son irrelevantes”.
Lee también compartió datos sobre el perfil de los inversores de la plataforma. Hasta 2023, más del 80% tenía menos de 45 años, siendo aproximadamente un tercio de entre 18 y 30 años. “Estos jóvenes inversores están haciendo sus primeras aportaciones directamente en empresas cotizadas en Estados Unidos. En lugar de acumular sus ahorros en acciones de Petrobras, están invirtiendo en compañías como Nvidia, Tesla, Google y Coinbase”, afirmó.
Otro punto destacado del evento fue la defensa del modelo de asesoría fee-based, en el que el profesional es remunerado con un porcentaje del volumen invertido. “No sé si será el próximo año o dentro de dos, pero el fee-based será dominante aquí. Para nosotros, esto ya es estratégico en el día a día, y estamos construyendo toda la infraestructura para ser el mejor socio de quien quiera liderar este cambio”, dijo Lee.
La inversión en activos relacionados con la transición energética se ha acelerado significativamente desde 2020, al pasar de unos 1,2 billones de dólares a más de 2 billones en 2024. Pero se calcula que se necesitan invertir casi tres veces más cada año en la segunda mitad de esta década para cumplir los objetivos del Acuerdo de París, según los datos de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) recogidas en el estudio «Energy transition investment outlook: 2025 and beyond» de KPMG. «Aunque seguramente tardaremos más de lo que nos gustaría en alcanzar esos niveles, sigue habiendo razones para esperar una rápida expansión de la inversión en transición energética en los próximos años», recoge el informe.
Los inversores desempeñan un papel crucial en la transición energética, ya que pueden identificar y aprovechar las oportunidades para impulsar el progreso. Las inversiones estratégicas en descarbonización, eficiencia, energías renovables e infraestructuras son esenciales para afrontar los retos que plantea el calentamiento global, admite el análisis de KPMG. Los inversores financieros y operativos siguen estrategias diferentes a la hora de invertir en activos de transición energética. Los primeros utilizan una amplia gama de estrategias, siendo las más populares las asociaciones público-privadas (APPs), el capital riesgo y los fondos de infraestructuras.
Los inversores operativos suelen recurrir a asociaciones con inversores financieros, pero también son populares los acuerdos de compra de energía, los bonos verdes, los préstamos vinculados a la sostenibilidad y las APPs.
También existe una importante diferencia estratégica dentro del grupo de inversores financieros: los fondos de pensiones -y otros fondos con responsabilidades similares- suelen ser inversores a más largo plazo. Esto es así a pesar de que los fondos de pensiones pueden invertir, y de hecho invierten, en capital riesgo, fondos de infraestructuras y otros fondos especializados.
Aunque esto les da acceso a activos potencialmente de mayor crecimiento, suele hacerse con asignaciones limitadas de carteras ampliamente diversificadas, con controles de riesgo diseñados para equilibrar la seguridad y el crecimiento a largo plazo, refleja el informe.
Los inversores buscan socios con los que compartir riesgos, ganar influencia y acceder a las capacidades: la transición energética -y la nueva industria relacionada que está surgiendo- va más allá de los sectores energéticos tradicionales, como el petróleo, el gas y la generación de electricidad, para abarcar una amplia gama de industrias. «Este cambio no sólo afecta a la producción de energía, sino también a su consumo y a las infraestructuras y tecnologías que lo sustentan».
En este contexto, «los fondos de capital riesgo tienen periodos de tenencia más cortos, mientras que los fondos de pensiones se centran más en la creación de valor a largo plazo. Una perspectiva a largo plazo es importante en el contexto de las inversiones en transición energética, donde los beneficios pueden tardar años en materializarse», asegura Geri McMahon, responsable de ESG Global para la Gestión de Activos de KPMG International.
Esto está dando lugar a muchas relaciones y proyectos nuevos que unen a organizaciones que nunca antes habían tenido motivos para colaborar. En la encuesta realizada por KPMG y recogida en el estudio -a 1.400 altos ejecutivos de 36 países y 11 sectores que trabajan en organizaciones que están invirtiendo activamente en la transición energética-, las empresas energéticas se consideran los socios más importantes para la mayoría de los inversores (de todo tipo), seguidas de consultores, organizaciones financieras y proveedores de tecnología.
¿Qué quieren los inversores de sus socios? Casi todos los participantes en nuestra encuesta -el 94% de media- dan prioridad a encontrar socios que les ayuden en tres cosas: a compartir el riesgo de las inversiones en transición energética, a aportar las competencias o la experiencia adecuadas y a aportar las relaciones o la influencia necesarias para el éxito de la inversión.
«La transición energética es un tema de inversión horizontal, no sólo vertical: no se limita a los sectores de la energía y los recursos naturales», afirma Grant Hill, director general de Fusiones y Adquisiciones, Clima y Descarbonización de KPMG Reino Unido, que observa que los fondos de private equity, por ejemplo, «buscan ahora en múltiples verticales tradicionales la forma de hacer funcionar este sistema de transición energética, incluidos los sectores industrial, de servicios empresariales, de consultoría y tecnológico, además de los sectores clásicos de la red eléctrica y la generación de energía».
El experto también ha notado cambios en la cadena de suministro de los sectores eólico y solar, que ha estado históricamente muy fragmentada, a menudo formada por pequeñas empresas específicas de cada país, pero ahora «vemos inversores interesados en consolidar y hacer crecer estas empresas para crear cadenas de suministro internacionales más eficientes».
Según los últimos datos publicados por ETFGI, los activos en ETFs en todo el mundo alcanzaron un nuevo récord al situarse en los 16,99 billones de dólares al cierre del primer semestre de 2025, superando el máximo anterior de 16,27 billones logrado en mayo de 2025. Esto supone que los activos crecieron un 14,5% en lo que va del año, subiendo desde los 14,85 billones de dólares a finales de 2024.
De hecho, las cifras muestran que, durante el mes de junio, la industria registró entradas netas de 158.780 millones de dólares, lo que llevó las entradas netas acumuladas en lo que va del año a un récord de 897.650 millones. Según el informe mensual de ETFGI, estas cifras demuestran el momento consiste que vive esta industria, ya que junio de 2025 marca el 73º mes consecutivo de entradas netas en los ETFs a nivel global.
“El S&P 500 subió un 5,09% en junio, llevando su ganancia en el primer semestre de 2025 a un 6,20%. Los mercados desarrollados (excluido EE. UU.) aumentaron un 3,24% en junio y subieron un fuerte 20,29% en lo que va del año. Principales ganadores en junio: Corea: 16,12% e Israel: 11,60%. Los mercados emergentes ganaron un 4,80% en junio, con un aumento acumulado en lo que va del año del 11,41%. Principales ganadores en junio: Taiwán: 8,53% y Turquía: 8,49%”, apunta Deborah Fuhr, socia gerente, fundadora y propietaria de ETFGI, sobre cómo evolucionó el mercado.
El movimiento de los flujos
Durante junio, los ETFs de renta variable recibieron entradas netas de 58.680 millones de dólares, lo que lleva las entradas netas acumuladas en lo que va del año a 388.380 millones, cifra inferior a los 408.030 millones de dólares en entradas netas acumuladas en lo que va de 2024.
En el caso de los ETFs de renta fija, estos vehículos reportaron entradas netas de 39.600 millones de dólares durante junio, lo que lleva las entradas netas acumuladas en lo que va del año a 180.710 millones de dólares, cifra superior a los 140.530 millones en entradas netas acumuladas en 2024.
También destaca que los ETFs de materias primas reportaron entradas netas de 10.690 millones de dólares durante junio, llevando las entradas netas acumuladas en lo que va del año a 41.850 mil millones de dólares, mucho más altas que los 5.960 millones de dólares en salidas netas acumuladas en lo que va del año en 2024. Por último, los ETFs activos atrajeron entradas netas de 46.770 millones de dólares durante el mes, reuniendo entradas netas para el año de 267.020 millones de dólares, mucho más que los 153,46 mil millones de dólares en entradas netas acumuladas en 2024.
“Un porcentaje sustancial de las entradas se puede atribuir a los 20 ETFs principales por activos netos nuevos, que en conjunto reunieron 62.440 millones de dólares durante junio. El iShares Core S\&P 500 ETF (IVV US) reunió 13.810 millones de dólares, la mayor entrada neta individual”, destacan desde ETFGI.
Lanzamientos y cierre
Otro dato que ha llamado la atención de los expertos de ETFGI durante este primer semestres es el número de productos lanzados, en total se han puesto en el mercado 1.308 nuevos ETFs a nivel mundial. «Tras contabilizar 266 cierres, esto representa un aumento neto de 1.042 ETFs, superando el récord anterior de 878 nuevas cotizaciones alcanzado a esta misma altura en 2024», destacan.
Además, el mercado global de ETFs mostró una distribución regional diversa en cuanto al lanzamiento de nuevos productos: Estados Unidos lideró con 481 nuevos ETFs seguido por la región de Asia-Pacífico (excluyendo Japón) con 399, y Europa con 198 En cuanto a los cierres, Asia-Pacífico (excluyendo Japón) registró el mayor número con 115, mientras que Estados Unidos*y Europa tuvieron 82 y 26 cierres, respectivamente.
Un total de 326 proveedores participaron en las nuevas emisiones, que se distribuyeron en 36 bolsas de todo el mundo. Por otro lado, 98 proveedores fueron responsables de los 266 cierres, que se produjeron en 24 bolsas. Los ETFs lanzados recientemente abarcaron diversas clases de activos, incluyendo 654 ETFs activos, 425 ETFs de renta variable y 80 ETFs de renta fija, lo que refleja la continua diversificación e innovación dentro de la industria.
Foto cedidaJohn Butler y Eoin O'Callaghan, Macro Strategists de Wellington Management.
En opinión de John Butler y Eoin O’Callaghan, Macro Strategists de Wellington Management, el aumento del proteccionismo en Estados Unidos está intensificando muchos de los rasgos que definen la nueva era económica, al acelerar el proceso de desglobalización, agravar la disyuntiva entre crecimiento e inflación y elevar las primas de riesgo y los rendimientos en todo el mundo. “Es de esperar que, con el tiempo, la agenda del America First provoque una reasignación estructural que aleje los flujos de capital internacionales del país que la promueve”, afirman.
Según su análisis, la respuesta de los responsables políticos a esta nueva situación está incrementando la presión estructural sobre la inflación. Es cierto que el año comenzó con una coyuntura macroeconómica muy favorable, y desde entonces, la reacción política al impacto de los aranceles se ha materializado en forma de estímulos adicionales.
“Si se estabilizara la incertidumbre comercial, desaparecería un riesgo de cola negativo y daría paso a una importante reaceleración de la inflación mundial. Esto favorecería el crecimiento nominal a corto plazo, pero podría dejar desfasadas las políticas monetarias excesivamente laxas de los bancos centrales. Tal escenario reforzaría una inflación ya de por sí estructuralmente más elevada y, en última instancia, aumentaría la probabilidad de que se produjera un ciclo de expansión rápido seguido de una contracción”, apuntan.
En cambio, consideran que si la incertidumbre actual motivara un aumento sostenido del ahorro de los consumidores, aumentaría el riesgo a una recesión global y un mayor escrutinio sobre la sostenibilidad de la deuda soberana.
La respuesta política
Para Butler y O’Callaghan, la respuesta de los responsables políticos a esta nueva situación está incrementando la presión estructural sobre la inflación. “En primer lugar, los gobiernos están relajando su política fiscal. Quizá la cuestión macroeconómica más relevante de los últimos cinco años haya sido la reticencia de casi todos los gobiernos —sobre todo, de países desarrollados— a reducir sus déficits fiscales, a pesar de registrar sólidos crecimientos nominales y datos de desempleo históricamente bajos. Las tasas de desempleo bajas —y el crecimiento nominal alto— suelen coincidir con la reducción de los déficits fiscales en la medida que suben los ingresos. Sin embargo, esto no ha llegado a suceder en los últimos años porque los países no lo han permitido y, al contrario, gobiernos de todo el mundo han gastado sus ganancias cíclicas”, explican ambos expertos.
Según su análisis, en la actualidad, las administraciones están reaccionando otra vez a la “negativa” conmoción geopolítica y de la oferta con una política fiscal más acomodaticia que, según las previsiones, dará lugar a la relajación fiscal más importante desde 2010, con el paréntesis obvio de la pandemia de COVID-19.
Ahora bien, reconocen que, en el plano positivo, los estímulos en países como Alemania, Japón y China deberían impulsar la demanda interna y contribuir a la reducción de los desequilibrios mundiales, si bien podrían traer consigo un incremento estructural de la inflación. Sostienen que, a diferencia de 2010, cuando había un importante exceso de capacidad en la economía global y un elevado nivel de sufrimiento (con altas tasas de desempleo), la relajación fiscal actual se produce en un contexto de datos de desempleo internacional próximos a sus mínimos de cuarenta años y con la inflación subyacente global muy por encima de su objetivo.
En segundo lugar, destacan que la política monetaria global también se está relajando. “Mientras que la Fed se muestra reacia a recortar los tipos, por las posibles repercusiones de los aranceles en la inflación y de los estímulos de la agenda America First, el resto del mundo ha reaccionado bajando los tipos y, en particular, Japón ha suspendido su ciclo de alzas. Todo ello se ha traducido en unos tipos oficiales muy por debajo de la tasa de crecimiento nominal del PIB mundial. A pesar de las afirmaciones de los bancos centrales en sentido contrario, antes del choque de los aranceles no era tan evidente que la política global fuera restrictiva. Ahora lo es aún menos”, añaden Butler y O’Callaghan en su último análisis.
La clave: el comportamiento del ahorro
Según su explicación, el comportamiento del ahorro es clave para comprender las posibles consecuencias. “Esta reacción política está allanando el camino para una mayor inflación estructural. La agilidad con que abordemos esta situación dependerá de la magnitud del impacto comercial y de incertidumbre en Estados Unidos. Es lícito preguntarse si la Administración Trump hará tal mella en la confianza que el sector privado aumentará el ahorro de forma preventiva en el futuro. O bien si los esfuerzos para lograr acuerdos comerciales y la reducción de los aranceles restablecerán la confianza lo suficiente como para liberar el gasto retenido”, afirman.
A su parecer, pueden pasar dos cosas: si los consumidores y las empresas responden ahorrando más, cualquier intento de relajación fiscal y monetaria probablemente no sea eficaz; Y, por otro lado, si, en cambio, la incertidumbre empieza a disiparse en los próximos meses, habrá que prestar atención a los estímulos públicos y a sus consecuencias.
Para ellos, la hipótesis más probable es la segunda. “En este escenario, cabría esperar una reaceleración del crecimiento nominal y un repunte de la inflación, desde los ya elevados niveles actuales, que dejarían desfasadas las políticas monetarias excesivamente laxas de los bancos centrales. Más avanzado el año, el debate sobre los tipos de interés se centraría en intentar predecir cuándo empezarían a revertir los bancos centrales los últimos recortes”, comentan.
Las políticas de estímulo y un crecimiento nominal sorprendentemente alto pueden parecer positivos. Sin embargo, matizan que en última instancia pueden llevarnos a un entorno macroeconómico mucho menos estable, caracterizado por ciclos de expansión y contracción más cortos. “Por tanto, es necesario abandonar las medidas actuales. Desde un punto de vista político, no parece probable que esto vaya a suceder en el ámbito fiscal, por lo que les correspondería intervenir a los bancos centrales. De no hacerlo, la inflación alta echaría raíces, los tipos a largo plazo se elevarían y, en definitiva, el ciclo económico se haría mucho más inestable. En los próximos seis meses tendremos una idea más clara sobre hacia dónde evolucionará la situación. Mientras tanto, creemos que los inversores deben mantener una actitud abierta y estar preparados para cambiar de rumbo y mitigar la incertidumbre”, concluyen Butler y O’Callaghan.
En opinión de Fang Liu, economista Asia en Edmond de Rothschild AM, el gigante asiático se centra en combatir la deflación reformando el sistema de seguridad social, aumentando los ingresos de los hogares, impulsando el proceso de urbanización y fomentando la natalidad para estimular la demanda y aumentar la confianza de los consumidores.
Según su visión, los cambios estructurales necesarios en la distribución de la renta pretenden crear un círculo virtuoso entre expectativas y demanda, estabilizando los precios con el tiempo. A pesar de que estos cambios requieren tiempo, la experiencia de China con la planificación a largo plazo, como sus planes quinquenales, proporciona una base sólida.
“A diferencia de la mayoría de los países, incluso con una política monetaria flexible y recuperándose de la sombra de la covid, China se enfrenta al riesgo de deflación desde 2023. En mayo de 2025, los precios al consumo (IPC) cayeron un 0,1% interanual, marcando el cuarto mes consecutivo de descenso. Los precios de producción (IPP) cayeron un 3,3% interanual, la mayor caída desde mediados de 2023. El deflactor ha sido negativo durante varios trimestres consecutivos, lo que indica que la economía china se encuentra al borde de la deflación. Para entender el proceso de deflación y evaluar la trayectoria de los precios, es importante analizar los principales factores y la dinámica”, explica Liu.
En este contexto, la experta se pregunta si China podría convertirse en el próximo Japón y si se enfrentará a sus propias «décadas perdidas». Según su visión, el factor crucial reside en la rapidez de la intervención política. “La experiencia de Japón demuestra que, una vez que la deflación se instala, resulta extremadamente difícil revertirla, y cuanto más tiempo persiste, más graves son las consecuencias. En comparación con Japón, China ha mantenido un crecimiento económico relativamente alto incluso durante periodos de deflación, lo que le ha proporcionado más flexibilidad para impulsar los precios. Además, China se beneficia de factores como un proceso de urbanización aún en curso, un mercado laboral más flexible y una base industrial orientada al mercado interno, lo que hace menos probable una deflación prolongada y más profunda”, añade.
La acción del gobierno chino
Según destaca Liu, la realidad es que China se dedica a aplicar medidas a corto plazo junto con la reforma estructural para estimular la demanda e impulsar la confianza de los consumidores. “Desde el significativo cambio de orientación de la política en septiembre de 2024, que se centró en el estímulo económico y se reiteró durante las Dos Sesiones de este año, el Gobierno ha hecho de la expansión de la demanda interna en todos los aspectos su máxima prioridad”, argumenta.
En este sentido, considera que los responsables políticos están abordando activamente los riesgos de deflación. A corto plazo, las políticas incluyen una continua relajación monetaria (recorte de tipos, inyección de liquidez), subsidios al consumo (0.5 billones de yuanes -70.000 millones de dólares de emisión de bonos especiales ultralargos- para la política de Trade-In), “esfuerzos centrados en estabilizar el mercado inmobiliario (reducción de los pagos iniciales, bajada de los tipos hipotecarios, eliminación de restricciones y apoyo a la reducción de existencias por parte de los equipos nacionales) y resolución de la deuda de los gobiernos locales”, indica. Mientras, en el mercado internacional, las recientes conversaciones de Londres, que incluyen avances en las normas de exportación de la retaguardia y el ajuste arancelario (EE.UU. +30%, China +10%), reflejan un deshielo de las tensiones comerciales.
Aunque puede que todas las medidas aún no sean suficientes en escala, Liu señala que la determinación de aplicar reformas estructurales a largo plazo es clara: “China se centra en combatir la deflación reformando el sistema de seguridad social, aumentando los ingresos de los hogares, impulsando el proceso de urbanización y fomentando la natalidad para estimular la demanda y aumentar la confianza de los consumidores. Los cambios estructurales necesarios en la distribución de la renta pretenden crear un círculo virtuoso entre expectativas y demanda, estabilizando los precios con el tiempo. A pesar de que estos cambios requieren tiempo, la experiencia de China con la planificación a largo plazo, como sus planes quinquenales, proporciona una base sólida”.
Según su análisis, las recientes medidas están aliviando la presión a la baja sobre M1, lo que indica un potencial de aumento gradual de los precios. En su opinión, el Gobierno debe dar prioridad al aumento de los ingresos de los hogares para impulsar la demanda interna, mientras que una comunicación clara de la aplicación de las políticas es esencial para gestionar las expectativas del mercado y aumentar la confianza.
“La deflación suele producirse tras el pico de capacidad industrial, situación a la que se enfrenta actualmente China. Una política monetaria flexible pierde su eficacia en una trampa de liquidez. Los ejemplos históricos demuestran que la rapidez de la intervención política es crucial para hacer frente a la deflación. El gobierno chino es consciente de la urgencia de estos riesgos y aplica activamente políticas a corto plazo y reformas estructurales para estimular la demanda. China se beneficia de la urbanización en curso, de un mercado laboral flexible y de una base industrial orientada al interior, lo que hace improbable una deflación prolongada y más profunda”, concluye la experta de Edmond de Rothschild AM.
Foto cedidaBertrand Rocher es Co-Head of Fixed Income, Head of Credit Research y gestor de fondos de Mirova (afiliada de Natixis IM).
A finales de 2024, Mirova, gestora afiliada de Natixis IM, ya presentó un escenario base en el que, después de tres años siendo mucho más optimistas con la economía estadounidense que con la europea, insistían en que Europa comenzaría a ser una fuente de sorpresas positivas para los mercados. Hoy día no solo mantiene ese escenario central, sino que consideran que todavía hay potencial de más de estas sorpresas positivas en la renta fija europea y en el crédito en particular.
Según matiza Bertrand Rocher es Co-Head of Fixed Income, Head of Credit Research y gestor de fondos de Mirova, cuando afirman ser muy positivos con el potencial de Europa para generar sorpresas positivas, se refieren a países como España, Italia, y quizás Alemania —después de dos años de recesión—, pero no a Francia, donde consideran que la dinámica es más rezagada. “Básicamente, es una paradoja, pero la demografía francesa ha sido mucho mejor que la del resto de Europa, incluyendo Italia y España. Italia, España o Alemania han tenido tasas de natalidad muy bajas en las últimas décadas, mientras que Francia empieza ahora a sufrir un fenómeno similar, aunque con un retraso considerable. A eso se suma el hecho de que el gobierno francés está muy endeudado y tiene dificultades, desde una perspectiva política, para encontrar márgenes de maniobra con los que abordar el problema. Este será un tema que persistirá durante los próximos años”, explica Rocher.
Además del crecimiento de estos países, el gestor señala que también hay algunos factores técnicos que juegan a favor del crédito como, por ejemplo, la expansión del crédito privado. “Puede que hayamos visto un aluvión de emisiones en los dos últimos meses, pero si observamos todo 2024 y el inicio de 2025, las emisiones corporativas en los mercados primarios estuvieron muy por debajo de las expectativas del mercado, creando un desfase permanente entre la demanda y la oferta”, añade.
Según su argumento, cuando se observan los spreads, solo en grandes crisis —como las de 2001, 2008, 2011 o la del COVID— los diferenciales fueron duraderamente más amplios que los actuales. “En conjunto, tenemos rentabilidad, algunos factores técnicos favorables y una calidad media que se compara bien con la deuda soberana. Por eso seguimos manteniendo una visión positiva sobre los mercados de crédito. Seguimos con una sobreponderación, aunque podemos reducir esta posición para asegurarnos de no comprar crédito en momentos en que el mercado esté sobrecomprado o haya caídas de liquidez”, afirma.
El sector automovilístico
En su repaso por el mercado de crédito, Rocher considera que lo que está ocurriendo en el sector automovilístico merece una mención especial. “En el espacio de crédito, decidimos infraponderar este sector. Lo hemos hecho desde hace más de un año. Empezamos a reducir la exposición a los fabricantes de automóviles alemanes y a los fabricantes de componentes en el primer trimestre de 2024, porque la crisis a la que se enfrentan no es una crisis común. Primero, las ventas están cayendo, pero esto es algo tradicional en la industria del automóvil, que es cíclica, por lo que las empresas del sector saben cómo afrontarlo. Pero al mismo tiempo, están sufriendo en China. Básicamente, lo que los chinos están haciendo ahora a BMW, Volkswagen o Mercedes-Benz es lo que ya hicieron hace unos años a Renault, FCA, PSA (esta última ahora fusionada en Stellantis), o incluso a Ford en Estados Unidos. En cierta medida, están preparando el terreno para que jugadores locales, como BYD o Geely, ganen cuota de mercado y asuman el liderazgo del mercado chino”, explica.
Según su análisis, poco a poco, se está volviendo más difícil para ellos mantener su cuota de mercado en los niveles actuales. Y a eso se suma un tercer desafío, que es, por supuesto, la transición hacia la movilidad eléctrica. “En Mirova mantenemos la opinión de que la movilidad eléctrica seguirá ganando cuota de mercado, pero, evidentemente, no va a reemplazar inmediatamente toda la flota de vehículos con motores de combustión interna; eso tomará tiempo. Por último, aparte de esta combinación de tres desafíos, los tipos de interés más altos significan que ahora los créditos para comprar o alquilar un coche son más caros, después de años en los que era muy fácil financiar la compra o el leasing de un coche”, afirma Rocher.
El debate de los diferenciales estrechos
Una de las reflexiones que más comentan los gestores de crédito es que los spreads están cada vez más ajustados. Para Rocher, esto no es motivo de preocupación. Según explica, las pequeñas empresas que conforman los índices de high yield no han emitido mucho en los últimos años y no lo necesitaban, porque emitieron justo después del COVID, y no tienen un “muro de deuda” ni una necesidad urgente de emitir grandes cantidades de dinero, salvo algunos casos puntuales, por supuesto.
“Consideramos que esto es bastante positivo para esa parte del mercado. Además, el auge del crédito privado está comprimiendo los diferenciales en el crédito público. Por tanto, el high yield es el primer beneficiado de esto. Dicho esto, creemos que el high yield estadounidense puede parecer algo caro ahora en comparación con lo que estamos viendo en Europa, por lo que somos positivos en cuanto al high yield europeo. La cuestión, sin embargo, es si esto puede durar mucho tiempo, y creemos que haría falta una gran crisis para que los diferenciales se amplíen durante un periodo prolongado. Y, por el momento, no vemos que se repitan eventos anómalos como una pandemia o una guerra en Europa. Por supuesto, no podemos predecir el futuro, pero podemos tratar de evaluar la probabilidad de una nueva serie de eventos extremos, y creemos que es baja”, argumenta Rocher.
A la hora de trasladar esta visión a la asignación de activos, el gestor de Mirova afirma que para los fondos agregados —los que combinan crédito con deuda soberana, supranacionales y agencias— suponer seguir sobreponderados el crédito, aunque en menor medida que hace solo unos meses; tal y como es su caso.
“Seguimos sobreponderados, si el crédito sigue estrechando diferenciales, porque nos beneficiaremos; y si se amplían, las carteras probablemente no sufrirán tanto como se han beneficiado durante la fase de estrechamiento. También estamos reduciendo nuestra exposición a activos de alta beta en las carteras.En cuanto a las estrategias de crédito con grado de inversión —en euros y globales— seguimos con posiciones largas en high yield”, reconoce.
Mapfre Economics, el servicio de estudios de Mapfre, ha publicado el Informe El mercado español de seguros, en el que analiza la estructura y la evolución del sector asegurador, con cifras que reflejan cómo consumen seguros los españoles.
El gasto en seguros per cápita en España, un indicador que Mapfre Economics denomina densidad del seguro, fue en 2024 de 1.531,2 euros, 39,2 euros menos que el año anterior. Esta caída se debe al menor gasto en seguros de vida, que se situó en 586,7 euros, casi 100 menos que en 2023, mientras que en los seguros de no vida el gasto medio fue de 944,4 euros, 60,2 menos que un año antes.
Más gasto en seguros no vida, menos en vida
Este comportamiento se explica, por un lado, en que el crecimiento económico del país impulsó la demanda de los seguros de no vida, una modalidad más ligada a esta variable, además de los ajustes de tarifas derivados de las presiones inflacionarias.
En el lado contrario, los seguros de vida cayeron al venir de un muy buen 2023 (en el que crecieron un 36% en el total de Vida y un 46,3% en Vida Ahorro) porque los elevados tipos de interés permitieron a las aseguradoras ofrecer productos de rentabilidad garantizada con una muy buena acogida por los consumidores españoles. Las bajadas de los tipos de interés en 2024 provocaron un descenso en su demanda.
Madrileños, los que más invierten en seguros
La Comunidad de Madrid registró en 2024 el mayor gasto por habitante en seguros, con 2.017 euros per cápita, seguida por Cataluña, con 1.585 euros per cápita, Castilla y León, con 1.434 euros, y las Islas Baleares, con 1.434 euros por habitante.
Por el contrario, el menor gasto per cápita se dio en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, donde se situó en 723 euros. También entre las comunidades que menos gastaron se encuentran Castilla-La Mancha (902 euros por persona), Canarias (935 euros), la Región de Murcia (943 euros) y Andalucía (975 euros).
España es el decimotercer mayor mercado asegurador a nivel mundial, con un volumen de primas de 81.300 millones de dólares (unos 75.100 millones de euros). En comparación con otros mercados, la demanda de seguros es superior en Reino Unido (5.729 dólares per cápita), Francia (4.262 dólares) o Alemania (3.063 dólares), y en mucha mayor medida en Estados Unidos, donde asciende a 10.273 dólares por habitante, ya que estos niveles se ven influenciados por la provisión de ciertos servicios públicos o su alternativa en el mercado privado. En cambio, aunque sus mercados domésticos sean mayores en volumen, en India el consumo por persona es de 93 dólares, en Brasil, de 413 dólares y en China, de 567 dólares.
El mercado español, menos maduro que sus vecinos
En cuanto al peso de los seguros en el PIB nacional, lo que Mapfre Economics denomina índice de penetración del seguro, en España se situó en el 4,7 %, frente al 5,5 % de Alemania, el 9,2 % de Francia, el 10,9 % en Reino Unido y el 12 % en Estados Unidos. La relación primas/PIB en India, Brasil y China fue del 3,4 %, 4 % y 4,3 %, respectivamente.
Otro de los indicadores que mide Mapfre Economics es la profundización del seguro, el peso de los seguros de vida sobre el total de seguros. Esta cifra es reflejo de la madurez del mercado asegurador de un país, puesto que las coberturas más básicas que realiza un consumidor están relacionadas con la protección de sus bienes, con seguros más tradicionales como los de autos u hogar, mientras que el desarrollo económico y del sector hacen posible el paso a otros productos más sofisticados como son los de Vida.
En 2024, la proporción de los seguros de Vida sobre el total de primas descendió al 38,32%, 5,4 puntos porcentuales menos que el año anterior, debido a la mencionada caída en los productos de vida ahorro. Este nivel «sigue confirmando el insuficiente nivel de desarrollo del segmento de los seguros de Vida en comparación con otras economías europeas», apuntan desde Mapfre Economics.
Aumenta la brecha de protección del seguro
El informe del servicio de estudios de Mapfre también calcula el nivel de cobertura de seguros que es económicamente necesario y beneficioso para la sociedad, y la diferencia existente con la cifra de cobertura real, lo que llama Brecha de Protección del Seguro (BPS). Así, mientras que el volumen del mercado asegurador fue en 2024 de 75.100 millones de euros, en Mapfre Economics señalan que el nivel óptimo sería de 116.600 millones, lo que deja una brecha de 41.400 millones como recorrido potencial del sector.
El 91,4% de la BPS correspondió a los seguros de vida, con un aseguramiento efectivo muy por debajo del ideal, mientras que solo el 8,6% restante fue de seguros de la modalidad de no vida. La brecha de protección es mayor que hace un año, pero también lo es en comparación con los niveles de hace una década, lo que muestra un desarrollo de los seguros por debajo de su potencial, según las estimaciones de Mapfre Economics.
La gestora independiente Azvalor ha publicado su segunda Memoria Anual de Actividad, un ejercicio de transparencia y rendición de cuentas dirigido a sus más de 27.000 copartícipes. El documento, que resume los principales hitos del ejercicio 2024, refuerza el compromiso de la firma con una gestión rigurosa, el largo plazo y la creación de valor más allá del ámbito estrictamente financiero.
Tras los máximos históricos registrados por sus fondos en años anteriores, Azvalor destaca 2024 como un ejercicio de “siembra”, en el que ha podido aumentar posiciones en negocios de calidad a precios atractivos. «La cosecha llegará, como suele ocurrir, cuando pocos la esperan», aseguran los socios de la firma. Azvalor cerró 2024 con un volumen de activos bajo gestión de 2.920 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 3 % respecto al año anterior.
Las captaciones netas superaron los 75 millones de euros, convirtiendo a la firma en la gestora independiente con mayor crecimiento en este indicador. La base de copartícipes se incrementó en más de 2.500 nuevos inversores, consolidando su modelo de coinversión.
Más allá de las cifras, se subrayan dos ejes estratégicos para sostener la capacidad de Azvalor para batir al mercado minimizando el riesgo: el fortalecimiento del equipo y la consolidación de una cultura empresarial exigente. En palabras de los socios, el objetivo es “contar con profesionales mejores que los que fundaron la firma”, para lo cual han desarrollado un sistema de selección, evaluación e incentivación propio, parte esencial del Método Azvalor. Este método, fruto de más de 25 años de experiencia, es el sello distintivo de la rentabilidad histórica de la firma.
La cultura corporativa, basada en la búsqueda permanente de la excelencia mediante el esfuerzo y la humildad, impregna todos los departamentos. Desde un área de inversiones que explora oportunidades más allá del consenso, hasta un equipo de relación con inversores centrado en el desarrollo de relaciones de confianza y no en la captación, pasando por una estricta interpretación del cumplimiento normativo. En el plano operativo, Azvalor ha reforzado su infraestructura con la obtención de la certificación internacional ISO 27001, que avala su sistema de gestión de la seguridad de la información conforme a los estándares más exigentes.
En cuanto al compromiso con la sociedad de la firma, Azvalor sigue impulsando Davalor, su iniciativa más solidaria, que ha recaudado y canalizado más de 4,3 millones de euros a 200 proyectos en 16 países desde su creación, promoviendo el desarrollo sostenible de comunidades vulnerables en África. Además, en el área del patrocinio y mecenazgo, la firma se unió en 2024 a la Fundación Amigos del Museo del Prado, institución centrada en el apoyo al principal museo de arte nacional, y se incorporó como benefactor del Teatro Real, máxima institución de las artes escénicas y musicales en España.
Los socios concluyen su carta en esta Memoria Anual, con un mensaje de gratitud a coinversores, empleados y empresas participadas, y renuevan su compromiso con la creación de valor sostenido en el tiempo. A las puertas de su décimo aniversario, Azvalor se prepara para afrontar el futuro con solidez, continuidad y excelencia.
Tras la entrada en vigor de los nuevos aranceles en Estados Unidos, la atención de los inversores se ha concentrado en medir el impacto real de estas medidas sobre la inflación. El último dato del IPC, publicado en junio, generó más dudas que certezas, lo que ha llevado a la Reserva Federal a mantener una postura cautelosa respecto a posibles recortes de los tipos de interés.
Cifras de inflación y tendencias subyacentes
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) general registró un incremento ligeramente superior a lo esperado (+0,3% intermensual y 2,9% interanual), mientras que la inflación subyacente se mantuvo dentro del consenso del mercado (+0,2% mensual y 2,9% anual). Aunque estas cifras, por sí solas, no generan alarma inmediata, la evolución de los precios en sectores directamente afectados por las políticas arancelarias del presidente Trump está siendo observada con especial atención.
Concretamente, bienes como ropa, calzado, electrodomésticos, juguetes y muebles experimentaron un notable incremento del 0,55% en junio. Este aumento apunta al impacto inicial que los aranceles podrían estar teniendo sobre el coste de vida de los consumidores estadounidenses, un efecto que podría hacerse más profundo en los próximos meses y mantener alerta al Comité Federal del Mercado Abierto (FOMC).
Expectativas sobre tasas de interés y el enfoque de la Fed
El mercado ha ajustado sus expectativas sobre los tipos de interés de manera considerable. De prever hasta cuatro rebajas de 0,25% cada una hasta diciembre, ahora contempla aproximadamente 1,7 recortes. Este cambio refleja la cautela creciente dentro del FOMC, sustentada en los indicadores preferidos por Jerome Powell.
Destacan particularmente medidas como el IPC “supercore” (inflación subyacente de servicios excluyendo vivienda), el promedio de la inflación “media recortada” y la inflación mediana, ambas calculadas por la Reserva Federal de Cleveland, así como la “inflación pegajosa” de la Fed de Atlanta. Estos indicadores revelan un cambio de tendencia, mostrando cierta resistencia a la baja, lo que podría moderar el apetito del comité para aplicar múltiples recortes durante el resto del año.
Por otro lado, el Índice de Precios de Producción (PPI) mostró un panorama mixto en junio. Aunque el crecimiento mensual fue plano (0% frente al 0,2% esperado) y la tasa anual cayó al 2,3% (desde el 2,7% de mayo), el alza mensual del 0,3% en los bienes de demanda final —la mayor desde febrero— coincide con el patrón reflejado por el IPC, añadiendo otra capa de complejidad al análisis.
Trump y Powell: política monetaria en el centro del debate
En medio de este contexto económico, la atención se dirigió hacia la esfera política tras declaraciones controvertidas de Trump sobre Jerome Powell. El presidente calificó nuevamente al jefe de la Fed de “cabeza hueca”, generando una inmediata reacción en los mercados y debilitando al dólar. Aunque Trump se retractó rápidamente, la divisa estadounidense no recuperó plenamente sus niveles previos.
Esta situación encaja claramente en las tácticas conocidas de Trump para ejercer “máxima presión” pública sobre funcionarios clave dentro y fuera del país. Pese a que Trump parece convencido de que Powell no es la mejor opción para dirigir la política monetaria, también reconoce las dificultades legales y políticas para destituirlo antes del fin de su mandato en el próximo mes de mayo. Otros presidentes como Lyndon B. Johnson y Richard Nixon ya fracasaron en el intento de influir directamente sobre la independencia monetaria del banco central estadounidense.
La excusa del coste de los trabajos de renovación en los edificios propiedad de la Reserva Federal en Washington no parece que vaya a ser suficiente. Además, aunque lo fuera, el presidente de la Reserva Federal no establece unilateralmente la política monetaria. A pesar de su influencia, las decisiones son tomadas por 12 miembros votantes del FOMC.
Factores económicos que limitan movimientos en tipos
Powell sigue firmemente comprometido con preservar la independencia de la Fed hasta concluir su mandato. Los datos recientes de inflación, el efecto aún incierto de los aranceles en el IPC y la desaceleración gradual—pero sostenida— del mercado laboral son factores que podrían retrasar nuevos recortes en las tasas de interés. En la misma línea, de acuerdo con la estimación de la Fed de Atlanta, el crecimiento del PIB en el segundo trimestre superará al tendencial, compensando la debilidad mostrada en los primeros tres meses del año.
Otro factor clave es la situación laboral, quesigue mostrando signos de fortaleza relativa. Las restricciones a la inmigración promovidas por la administración Trump han limitado la oferta de trabajadores disponibles, lo que mantiene la tasa de desempleo cerca de mínimos históricos y contribuye, además, a sostener presiones inflacionarias latentes.
Conclusión: compás de espera y vigilancia
En definitiva, los recientes datos económicos ofrecen una imagen compleja y, en cierto modo, contradictoria. Por un lado, la inflación parece contenerse ligeramente; por otro, existen señales de que los efectos secundarios de las políticas arancelarias podrían aflorar con más intensidad en los próximos meses.
En este contexto, la Reserva Federal se ve obligada a mantener una postura de cautela y vigilancia estricta sobre la evolución de los indicadores clave antes de implementar nuevos ajustes en la política monetaria. Los inversores, por su parte, deberían continuar evaluando cuidadosamente el panorama, manteniendo posiciones equilibradas y preparadas para responder con agilidad ante posibles cambios en las expectativas económicas y políticas.
El dólar, como explicamos la semana pasada, podría continuar recuperándose a corto plazo y la rentabilidad del bono del Tesoro moverse hacia la parte alta del rango 4% – 5%. Es razonable mantener una posición de neutralidad en lo que a duración se refiere y aprovechar la oportunidad si, eventualmente, la TIR vuelve a acercarse a ese 5%. Con la aprobación del nuevo techo de la deuda, la cuenta general del Tesoro (TGA) irá normalizándose. La emisión de letras para financiar ese ajuste puede generar cierto “crowd out” en la parte larga.
JPMorgan Asset Management ha ampliado su gama de renta fija activa con el lanzamiento de un ETF de deuda pública mundial, el JPM Global Government Bond Active UCITS ETF (JGOV). Este fondo cotizará en la Bolsa de Londres (LSE), la Deutsche Börse, la Borsa Italiana y la SIX Swiss Exchange, con un ratio total de gastos del 0,23%.
JGOV tendrá como referencia el Bloomberg Global Aggregate Treasuries Index y acoge bonos del Estado y bonos garantizados por el Estado de todo el mundo junto con deuda soberana y de agencias de alta calidad. Estará gestionado por el director de Inversiones Internacionales de Renta Fija Global, Iain Stealey, el director de Tipos Globales, Seamus Mac Gorain, junto al gestor de carteras de Renta Fija, Kim Crawford.
El ETF utiliza un proceso de inversión basado en el análisis de factores fundamentales, cuantitativos y técnicos de países, sectores y emisores, según la descripción del producto. Además, está clasificado como artículo 8 por el del Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR).
Travis Spence, responsable mundial de ETFs de JPMorgan Asset Management, declaró: «Seguimos lanzando ETF activos en toda una gama de sectores de renta fija, incluida ahora la deuda pública mundial, donde la gestión activa es importante y donde creemos que tenemos una ventaja, basada en nuestros procesos de inversión bien establecidos».