Diversificación, ahora más que nunca
| Por Elsa Martin | 0 Comentarios

Durante la última década, y posiblemente durante la mayor parte del siglo XXI hasta ahora, los activos de riesgo han repuntado, y cualquier retroceso ha supuesto una oportunidad para acumular más compras (“comprar en las caídas”), aprovechando eficazmente la opción de venta de los bancos centrales. Al mismo tiempo, la diversificación mediante una cartera mixta de renta variable y renta fija se ha beneficiado de la correlación baja o negativa entre estas dos clases de activos. Esto ha dado lugar a una racha alcista larga y duradera tanto en los mercados de renta variable como en los de renta fija.
La época de “comprar en las caídas” y el poder de la renta fija y la renta variable, con fuertes rentabilidades y bajas correlaciones, fueron el reflejo del entorno de tipos de interés cada vez más bajos, presiones inflacionistas mínimas y la política fiscal laxa tras la crisis financiera mundial. Sin embargo, si nos remontamos más atrás, hasta el período que abarca desde finales de la década de 1960 hasta principios del siglo XXI, esta correlación negativa se invirtió, es decir, la correlación entre renta variable y renta fija resultó muy positiva.
Desde nuestro punto de vista, parece que ahora estamos moviéndonos a un mundo muy diferente, en el que prevalecen la relocalización, el interés propio y un tipo de interés r* (r-estrella) más alto. Esto está generando preocupación por el riesgo de inflación, la evolución de los tipos de interés y el crecimiento mundial, con las consiguientes repercusiones en las decisiones empresariales, desde la congelación de la contratación hasta la pausa en la inversión en activo fijo.
La antigua tendencia a “comprar en las caídas” y las correlaciones bajas o negativas favorables entre la renta variable y la renta fija se están viendo cuestionadas, en un momento de creciente incertidumbre geopolítica y nacionalismo comercial.
Basta con fijarse en las declaraciones sobre las perspectivas de resultados del cuarto trimestre realizadas por los altos directivos, en las que muchas empresas han eliminado totalmente sus previsiones. Las referencias a los aranceles se dispararon. Los consejeros delegados han hablado cada vez más sobre la incertidumbre.
Además, vemos inquietud sobre la capacidad de los gobiernos para financiar sus alarmantes obligaciones de deuda a largo plazo, con un reciente repunte de los rendimientos de los bonos a más largo plazo. El dólar estadounidense ya no se considera el activo refugio que solía ser.
A pesar de los recientes máximos históricos alcanzados por las bolsas mundiales, las empresas se están adaptando a las nuevas incertidumbres, lo que está afectando a las decisiones sobre contratación, gasto de capital, endeudamiento y previsiones.
Al mismo tiempo, se está intensificando la tendencia hacia mercados privados y más opacos, justo cuando los pioneros de esta tendencia están vendiendo sus posiciones. Ante tal indecisión e incertidumbre, parece oportuno analizar la futura evolución de los activos de riesgo, especialmente en un momento en el que el MSCI All Country World Index está marcando máximos históricos.
Sin embargo, el comportamiento tarda tiempo en adaptarse. “Comprar en las caídas” ha sido el pilar fundamental de toda la carrera profesional de algunos inversores. Ahora es urgente que los inversores dejen de lado esta adicción a redoblar sus apuestas, ya que el intervalo de confianza en torno a cualquier indicador económico prospectivo o perspectiva de mercado es mayor que nunca.
La necesidad de que el sector de la gestión de inversiones promueva la diversificación de las carteras de sus clientes es fundamental para ayudarles a garantizar su futuro financiero. Podría decirse que los inversores han ganado demasiado durante este período glorioso para los activos de riesgo. La necesidad de reinvertir esos excesos de rentabilidad en clases de activos que demuestren una rentabilidad sólida y con una baja correlación es más importante que nunca.
A medida que cambia la dinámica tradicional del mercado, el sector de la inversión está haciendo hincapié en la diversificación mediante diversas estrategias alternativas que pueden ofrecer excelente rentabilidad en condiciones de mercado variables.
Este reciente período de volatilidad del mercado e incertidumbre de los inversores ha sido positivo en general para las estrategias alternativas líquidas, y la situación sigue mejorando. Aunque la volatilidad implícita se disparó en el “día de la liberación”, algo positivo para los inversores diversificados, el coste de la protección contra los picos de volatilidad del mercado se ha reducido.
Al ofrecer liquidez a los mercados bursátiles, los descuentos han aumentado, dando lugar a la posibilidad de que las estrategias de presión sobre los precios generen mayores rentabilidades. El mercado de ofertas públicas de venta (OPV) parece estar recuperando su orden, mientras que las nuevas emisiones convertibles crecen y la normativa sobre fusiones y adquisiciones se relaja.
El término alternativos engloba un amplio abanico de activos no tradicionales, con factores diferenciados de rentabilidad que pueden prosperar en diversas condiciones de mercado. Las estrategias de seguimiento de tendencias y de materias primas, por ejemplo, han demostrado históricamente buenos resultados en entornos de alta inflación.
Las inversiones alternativas ofrecen a los inversores un entorno fértil de herramientas capaces de añadir diversificación a una estrategia equilibrada, algo esencial en un momento en el que las dinámicas tradicionales del mercado se desmoronan y las relaciones entre clases de activos están cambiando.







