Autonomía estratégica: la inversión que gana tracción en Europa según Amundi
| Por Elsa Martin | 0 Comentarios

La autonomía estratégica europea se ha convertido en un eje central de la inversión temática, según explica Damien Mariette, gestor y miembro del equipo de Renta Variable Temática de CPRAM, parte de Amundi. Mariette subraya que Europa avanza con pasos medibles hacia la reconstrucción industrial, el refuerzo de las capacidades de defensa y la consolidación de cadenas de suministro resilientes, apoyada por políticas públicas, financiación y una agenda tecnológica que pretende reducir vulnerabilidades estructurales, temáticas todas que recoge el fondo CPR Invest – European Strategic Autonomy.
¿Cómo definiría el concepto de autonomía estratégica europea?
La autonomía estratégica europea puede definirse como el esfuerzo por garantizar que Europa sea capaz de cubrir sus necesidades esenciales y actuar de forma independiente en un contexto global tenso, reduciendo su dependencia de potencias extranjeras para bienes, tecnologías y servicios críticos. Implica restaurar o asegurar la capacidad doméstica para bienes y capacidades estratégicas, desde semiconductores y energía hasta medicamentos, alimentos y sistemas de defensa, de modo que los shocks en las cadenas de suministro o la presión geopolítica no comprometan la economía del continente ni sus decisiones políticas.
El concepto abarca las políticas industriales, tecnológicas y de seguridad, tanto la reconstrucción de los ecosistemas de producción e innovación como el refuerzo de la resiliencia, la protección de la estabilidad económica y la preservación de la soberanía en la toma de decisiones a escala continental. Por ello, CPRAM ha definido cinco dimensiones estratégicas para abordar el tema de la autonomía estratégica europea: la industria, que incluye manufactura, digital y energía, así como la defensa, las finanzas, la alimentación y la sanidad.
¿Cuáles han sido los hitos más importantes para esta temática en lo que va de año? ¿qué otras temáticas estructurales están presentes en el fondo?
Este año la autonomía estratégica ha pasado de ser una aspiración a una política medible. Los hitos decisivos han sido el programa ReArm Europe / Readiness 2030, un programa de Bruselas para movilizar hasta 800.000 millones de euros en defensa y capacidad industrial, junto con fuertes y sostenidos aumentos de los presupuestos de defensa en los principales Estados miembros, que han creado calendarios de aprovisionamiento claros y una demanda a corto plazo.
Al mismo tiempo, la política de semiconductores sigue siendo central en los debates en curso. La primera Ley de Chips fijó objetivos y financiación, pero las discusiones sobre una ‘Ley de Chips 2’ subrayan que será necesaria una inversión mucho mayor para reconstruir la capacidad local. Estas iniciativas se complementan con continuos impulsos regulatorios, como la Ley de Ciberresiliencia, el Pacto Verde y REPowerEU, que integran objetivos de soberanía en el conjunto de las políticas.
Por lo tanto, el tema de la autonomía estratégica abarca múltiples factores transversales que influyen en los resultados de la inversión y cubren tendencias económicas profundas que se refuerzan mutuamente. El fondo, en consecuencia, capta la renovación industrial, y esa renovación implica desarrollar una innovación rápida (IA, ciberseguridad, espacio) para elevar la productividad y crear tecnologías de uso dual. Esta dinámica también respalda el tema de las transiciones energética y ecológica, asociado a la oportunidad de construir cadenas de suministro resilientes. En esta perspectiva, la autonomía estratégica es más que desarrollar sectores clave, abarca tendencias estructurales de inversión que están estrechamente interconectadas.
¿Cómo se traduce en oportunidades de inversión en la renta variable de la región?
La autonomía estratégica genera oportunidades de inversión a través de mecanismos interrelacionados: la política y la contratación pública, la financiación y las garantías estatales, los mandatos regulatorios y una adopción más rápida de nuevas tecnologías por parte del sector privado. En conjunto, estas fuerzas crean carteras de pedidos visibles y reducen el riesgo del capex intensivo, haciendo que los ingresos y los márgenes futuros resulten más creíbles para las compañías cotizadas.
El resultado son oportunidades en grandes industrias con contratos asegurados, en empresas de mediana capitalización que amplían fábricas y relocalizan cadenas de suministro, y en pequeñas especialistas que proporcionan componentes, servicios o software y que pueden crecer, ser adquiridas o salir a bolsa a medida que los ecosistemas se consolidan. En última instancia, el compromiso político solo se convierte en valor comercializable cuando la financiación, la contratación pública, la regulación, la adopción tecnológica y la consolidación industrial se combinan para producir flujos de caja medibles.
Industria, defensa, alimentación, finanzas y salud son los cinco ejes del fondo. ¿Cómo apoyan estos sectores a esa “autonomía europea”? ¿Cuál puede cobrar más protagonismo en 2026?
La industria aporta la columna vertebral manufacturera y tecnológica necesaria para la soberanía. Las inversiones en semiconductores, automatización e infraestructuras energéticas buscan reconstruir la capacidad que se perdió o externalizó durante décadas de globalización; esta reconstrucción es esencial si Europa quiere reducir su dependencia de proveedores externos y desplegar programas a gran escala en defensa y energía. La defensa aporta la capacidad operativa y la cartera de pedidos que hacen que la autonomía sea efectiva. Los aumentos de los presupuestos nacionales y la iniciativa ReArm Europe / Readiness 2030 están creando carteras de pedidos plurianuales para municiones, equipos de ciclo corto y sistemas de mando, al tiempo que aceleran la innovación en drones, ciberseguridad y tecnologías de propulsión. La alimentación y la agricultura aseguran un pilar básico de resiliencia al acortar las cadenas de suministro y apoyar la producción doméstica sostenible, una prioridad reforzada por las recientes disrupciones en los flujos de grano y fertilizantes. Las finanzas son el habilitador: bancos, aseguradoras y mercados de capitales deben financiar fábricas, I+D y asociaciones público-privadas que conviertan los compromisos políticos en realidad industrial. La sanidad ancla la soberanía en el bienestar público promoviendo la producción doméstica de medicamentos, vacunas y dispositivos médicos críticos.
De cara a 2026, la industria y la defensa son las que con más probabilidad ocuparán un papel central. La inversión industrial, especialmente en chips, automatización y fábricas conectadas, se evaluará por su capacidad de ejecución y de escalado industrial, lo que podría convertirla en un tema dominante a medida que entre en funcionamiento nueva capacidad. La defensa también seguirá siendo protagonista a medida que aumente la contratación y persistan las necesidades de ciclo corto; subsegmentos tecnológicos como ciberseguridad e inteligencia artificial, que conectan defensa e industria, también podrían ganar importancia a medida que los gobiernos busquen soluciones de uso dual.
¿Cómo determina el peso de cada una de estas áreas en la cartera?
Nuestra selección de valores está guiada por un análisis fundamental de las compañías. El proceso de selección comienza con una definición granular, cuantitativa y cualitativa del universo de inversión. Nos centramos exclusivamente en empresas que operan en sectores estratégicos identificados a nivel europeo como críticos para reducir las vulnerabilidades del continente, e incorporamos filtros extra financieros. Dentro de cada sector, afinamos la selección hacia los segmentos más esenciales, excluyendo áreas no estratégicas, como el segmento de lujo.
Este primer paso va seguido de un riguroso análisis cuantitativo dual para generar y clasificar ideas de inversión y, finalmente, de un análisis fundamental valor por valor para identificar las compañías con mayor potencial. No existe una exposición objetivo-predeterminada para cada dimensión; nuestras ponderaciones sectoriales se determinan en función de nuestra visión y del potencial de crecimiento de las empresas en cada ámbito.
Nuestra asignación sectorial también refleja nuestras perspectivas de mercado. Aspiramos a una cartera diversificada, equilibrada en factores y centrada en los subtemas que respaldan el crecimiento estructural a largo plazo de Europa. En cuanto a la exposición específicamente a defensa, se situaba en torno al 15% a finales de octubre, y la mantendríamos aproximadamente en ese nivel en el corto plazo.
En el caso concreto de la Defensa, hemos visto un fuerte rally de las compañías de este segmento en lo que va de año. ¿en qué lugar quedan las valoraciones?
Durante años, el sector ha sufrido una falta de inversión constante: 1.8 billones de euros desde el final de la Guerra Fría (fuente: Datastream y Eurostat). Las tensiones geopolíticas actuales han reactivado la urgencia de invertir en este ámbito, respaldadas por un fuerte compromiso público y anuncios recientes de gran relevancia. En particular, la iniciativa ‘Rearm Europe/Readiness 2030’, anunciada por Ursula von der Leyen a principios de marzo de 2025, pretende movilizar 800.000 millones de euros para el sector de defensa durante la próxima década.
Muchas compañías del sector han tenido un comienzo de año muy sólido, ofreciendo un rendimiento notable. Estas empresas deberían considerarse como “acciones de crecimiento”, si se analizan sus ratios precio-beneficio con un horizonte de tres a cinco años, con perfiles de crecimiento comparables a compañías como Nvidia. En nuestra opinión, la tendencia sigue vigente, ya que siguen llegando nuevas noticias al mercado (la cumbre de la OTAN de junio de 2025 fijó un nuevo objetivo de gasto militar, pasando del 2% al 3,5% del PIB de manera gradual entre 2024 y 2035) y las carteras de pedidos continúan creciendo para las compañías del sector.
Cabe destacar también que, dentro de nuestra estrategia, podemos participar en salidas a bolsa y aumentar nuestra exposición a empresas de pequeña y mediana capitalización del sector, que a menudo ofrecen mayores oportunidades de crecimiento.
Como resultado de su proceso de análisis, ¿Cómo está configurada actualmente la cartera? ¿Cómo se comportó la estrategia durante el shock provocado por el Liberation Day?
El fondo está principalmente expuesto a las cinco dimensiones del tema, con una priorización de los dos grandes subtemas estructurales necesarios para lograr el crecimiento estructural a largo plazo de Europa: la necesidad de reindustrializar y rearmar.
Mantenemos una cartera diversificada y equilibrada en factores, que combina exposición cíclica a través de industriales, crecimiento mediante tecnología de la información y posiciones defensivas en consumo básico y sanidad. Nuestra gestión activa y amplia diversificación permiten que la cartera se adapte a las condiciones geopolíticas y económicas cambiantes.
El Liberation Day tuvo lugar el 2 de abril y desencadenó inmediatamente una fuerte caída del mercado y un repunte de la volatilidad. En ese mes, la diversificación del fondo y su exposición al segmento de defensa, en medio de una mayor tensión geopolítica, ayudaron a superar a los índices globales.
¿Cuáles serían los riesgos para la estrategia para monitorizar en los próximos meses?
Seguimos monitorizando activamente el mercado global de renta variable y el flujo de noticias sobre el subtema de defensa, y mantenemos un enfoque selectivo dentro de esta dimensión.
Dicho esto, seguimos manteniendo una perspectiva positiva para el fondo, ya que invierte en las cinco dimensiones del tema. Esta amplia diversificación ofrece múltiples palancas potenciales de crecimiento, lo que sitúa al fondo en una buena posición para adaptarse a las condiciones geopolíticas y económicas cambiantes.
Además, el impulso hacia la autonomía estratégica europea es una tendencia estructural profunda, respaldada por políticas públicas a largo plazo y una amplia voluntad política. Los contratos en defensa, por ejemplo, y en otras industrias críticas reflejan compromisos continuados y una fuerte cartera de pedidos. Asimismo, la creciente concienciación entre gobiernos, empresas y ciudadanos garantiza que la soberanía siga siendo una prioridad más allá de crisis puntuales.












