El arte de invertir: estrategias para optimizar rendimientos
| Por Antonio Sandoval | 0 Comentarios

Para la gran mayoría de las personas, invertir significa obtener rendimientos, pero la concepción puede ser mucho más amplia; es una actividad que requiere determinación, recurrencia, involucra emociones y comprensión del contexto financiero. No obstante, es algo que casi todas las personas pueden hacer sin importar su nivel de ingresos o conocimiento sobre el tema; para demostrarlo quiero poner el ejemplo de dos casos citados por Morgan Housel en el libro La Psicología del Dinero.
Housel relata la historia de un conserje llamado Ronald James Read que, aunque no tenía grandes ingresos, decidió invertir una parte de su sueldo en acciones durante décadas, y cuando falleció heredó 2 millones de dólares a su familia y 6 millones al hospital y librería de su comunidad. En contraste, compara el caso de Richard Fuscone, un ejecutivo de Merrill Lynch, que incluso figuró en la revista Forbes, pero que su estrategia especulativa de inversión lo llevó a perderlo todo en la crisis financiera de 2008.
Con este ejemplo queda claro que la creencia de que necesitas mucho capital para invertir no es para nada una regla. Las inversiones pueden hacer sentido casi para cualquier persona si detrás hay una perspectiva estratégica a largo plazo y recurrente; por ello es tan importante hablar de estrategias de inversión.
Una estrategia que impulso constantemente es la inversión con propósito, la cual tiene como eje central entender que el dinero es un medio para un fin, es decir, lo importante al invertir es saber para qué, porque ello le da sentido a la inversión dentro de un marco temporal y ayuda a definir en qué instrumentos invertir.
Por ejemplo, si se desea invertir con la intención de disponer del dinero y los rendimientos en poco tiempo, no se puede apostar por algo de mucho riesgo, en su lugar lo ideal sería tenerlo en un portafolio mayoritariamente de renta fija, de bonos gubernamentales. El dinero no tendrá grandes rendimientos, pero estará muy seguro y disponible en el corto plazo.
Pero si la meta es de 30 años de inversión para planificar el momento de la jubilación o retiro, ahí sí se puede apostar por un portafolio compuesto por acciones donde, aunque se presenten bajas, el horizonte de inversión a largo plazo hace muy probable que las minusvalías se diluyan en el tiempo.
Para invertir con propósito es esencial definir objetivos que hagan sentido a tu perfil de riesgo, a la realidad familiar e incluso al contexto laboral, etc. Hay que recordar que el plan financiero diseñado bajo la metodología de invertir con propósito no es estático, las personas cambiamos y los objetivos también pueden cambiar, por ello los portafolios de inversión se pueden ajustar de la mano de un asesor financiero.
No obstante, en todo caso la clave será la recurrencia. Insistir en una inversión a largo plazo nunca es ocioso, ya que la evidencia estadística habla por sí sola: Fidelity, una empresa estadounidense especializada en gestión de activos realizó un análisis en 2023 para entender las circunstancias de sus clientes con los mejores rendimientos y encontró lo siguiente: Los mejores rendimientos provenían de cuentas que no se habían movido en mucho tiempo, y eran de personas que habían olvidado que tenían la cuenta y de personas que habían fallecido. Así, de manera no planeada, dejar el dinero trabajar en un periodo de tiempo largo resultó la mejor estrategia para tener éxito.
Ahora bien, en muchos casos es necesario tener una estrategia activa, y para ilustrar esto el mejor referente es Warren Buffett, director ejecutivo de Berkshire Hathaway, quien lleva muchas décadas invirtiendo bajo una filosofía conocida como inversión en valor, que busca apostar por acciones cuando se encuentran en un precio bajo en comparación con su valor intrínseco.
Básicamente, la estrategia de Buffett se basa en encontrar empresas subvaluadas, no muy riesgosas y apuesta por ellas por largo tiempo. Siguiendo estos principios, Buffett ha logrado mantener márgenes superiores a los del índice S&P 500 en Estados Unidos.
Finalmente, una recomendación general para los inversionistas sería tener un portafolio en función de sus diferentes propósitos. Por ejemplo, un portafolio para necesidades inmediatas, uno para un fondo de emergencia, otro que se componga de una estrategia balanceada entre deuda y acciones, uno más enfocado solo en acciones con una visión a largo plazo y uno que atienda objetivos de acuerdo con diferentes temporalidades.
Columna de Samuel Montañez, experto en finanzas personales de GBM