“Los aranceles crean una divergencia entre los bancos centrales, son inflacionarios en EE.UU. y desinflacionarios en el resto del mundo”
| Por Beatriz Zúñiga | 0 Comentarios

Julio y agosto serán dos meses determinantes para la situación del comercio internacional, ya que se acaba la prórroga marcada por la Administración Trump para negociar los aranceles con su país. En opinión de Sebastian Vismara, economista de BNY Investments, si no se alcanza un acuerdo, la volatilidad del mercado aumentará de forma notable y podría producirse una posible desaceleración de las economías globales.
Antes de iniciar nuestra entrevista, Vismara nos sitúa en el panorama arancelario actual, que considera que aún es relativamente benigno: “Socios comerciales importantes como la UE, China y Japón están operando con aranceles considerablemente más bajos de lo inicialmente previsto, y EE.UU. aún no ha enfrentado una respuesta significativa. Esa dinámica cambiaría rápidamente si no se logra una resolución. A nivel global, es probable que la desaceleración persista, impulsada por la incertidumbre y la disrupción de las cadenas de suministro”. Sobre ello hemos ahondado.
¿Qué nuevo marco global tendremos si no se logran acuerdos que rebajen el nivel de aranceles para la EU y China? ¿Qué términos sería un buen acuerdo para EU y China?
Un resultado positivo, en nuestra opinión, lograría un equilibrio entre la protección estratégica y la estabilidad económica. Para la UE, eso podría significar un techo arancelario con exclusiones sectoriales que protejan industrias clave. Para China, implicaría un marco más sólido con excepciones claras y mecanismos de cumplimiento. Dicho esto, las probabilidades de lograr resultados tan equilibrados siguen siendo escasas.
¿Qué implicaciones tendrían estos acuerdos para los activos de riesgo? ¿De qué otros activos se pueden suponer en un driver?
Si no se alcanzan acuerdos, probablemente veremos una repetición de la dinámica del mercado de abril: ventas generalizadas de activos de riesgo, depreciación del dólar estadounidense y mayor volatilidad en los mercados de bonos nacionales. La falta de claridad en la política comercial reforzaría la cautela de los inversores. En ese contexto, los inversores podrían buscar protección en bonos soberanos internacionales como, por ejemplo, bonos japoneses a largo plazo sin cobertura cambiaria, ya que los rendimientos caerían y la moneda se fortalecería; en el oro y en los mercados bursátiles de países que ya tienen acuerdos comerciales con EE.UU., como Reino Unido. Por el contrario, si se alcanzara un acuerdo, esperaríamos una reversión de esas tendencias: un dólar más fuerte, una recuperación de las acciones estadounidenses y una rotación fuera de los activos defensivos.
¿Qué daños ha provocado ya la política arancelaria de Trump y cuándo comenzaremos a verlos?
El aumento de la incertidumbre en la política puede haber provocado demoras en decisiones de inversión y una mayor cautela entre los consumidores. Aunque las presiones inflacionarias en EE.UU. han sido relativamente contenidas hasta ahora, principalmente porque los precios no han subido tanto como se temía, esto podría cambiar rápidamente si no se logran acuerdos comerciales importantes. Un aumento de la inflación erosionaría el crecimiento del ingreso real y afectaría negativamente al consumo. De cara al futuro, es probable que los meses de verano sean desafiantes desde una perspectiva de datos. Los volúmenes comerciales están disminuyendo, el mercado inmobiliario estadounidense comienza a mostrar signos de desequilibrio y las ventas minoristas se están debilitando. Estas tendencias deberían volverse más evidentes en los próximos meses. También esperamos que el mercado laboral comience a aflojar hacia finales del verano, lo que podría afectar aún más la confianza y el gasto del consumidor.
Además, se espera un aumento de la inflación. ¿Puede provocar esto que los bancos centrales alarguen su política de recorte de tipos?
Creemos que los aranceles crean una divergencia entre los bancos centrales, ya que son inflacionarios en EE. UU.—al aumentar los precios de las importaciones para los consumidores—y desinflacionarios en el resto del mundo, donde los bienes originalmente destinados a EE. UU. deben encontrar compradores alternativos, ya sea localmente o en otros mercados. En cierta medida, esta divergencia ya se ha manifestado: los principales bancos centrales globales continuaron recortando tipos en la primera mitad del año, mientras que la Fed se mantuvo en pausa. Esperamos que este patrón persista hasta el cuarto trimestre, posiblemente hasta diciembre, cuando anticipamos que la Fed comenzará a recortar tipos.
¿Cuál es su previsión sobre la política monetaria del BCE y la Fed? ¿Qué impacto puede tener esto también sobre la política monetaria de los principales mercados emergentes?
Creemos que el BCE recortará los tipos hasta el 1,75% o 1,5% antes de comenzar a subirlos nuevamente en la segunda mitad de 2026, con el objetivo de devolver los tipos a un nivel neutral, el 2%. En nuestra opinión, la debilidad en el crecimiento y la inflación que esperamos en la eurozona durante la segunda mitad del año será temporal, y anticipamos una recuperación respaldada por un mayor estímulo fiscal en la región. En cuanto a la Fed, nuestro escenario base es que recorte los tipos solo una vez, en diciembre, antes de flexibilizar más en 2026, probablemente llevando el tipo de referencia a alrededor del 3,5 %.
Los bancos centrales de mercados emergentes se están beneficiando de un dólar más débil y deberían tener más margen para recortar tipos. Esto también está respaldado por las presiones desinflacionarias globales mencionadas previamente.
Con un contexto de menor crecimiento y mayor inflación, ¿qué activos pueden salir ganando y cuáles perdiendo?
Este escenario probablemente favorecería a los metales preciosos y a los activos de renta fija fuera de EE.UU. Si la inflación elevada se convierte en un tema global, los metales preciosos deberían seguir teniendo buen rendimiento, junto con los bonos indexados a la inflación de corto plazo. Los bonos nominales probablemente se verían perjudicados, al igual que los activos de riesgo en el corto plazo, debido al difícil contexto macroeconómico.
Me gustaría que hiciera un balance sobre los movimientos de flujos que hemos visto en esta primera mitad del año. ¿De verdad considera que se ha producido una gran rotación hacia activos europeos?
Al observar la primera mitad del año, nuestros datos de BNY iFlow presentan una imagen matizada de los flujos de capital, una que cuestiona la idea de una rotación decisiva hacia activos europeos y destaca el atractivo persistente de los mercados estadounidenses. Si bien ha habido algunas señales de mayor interés en Europa (por ejemplo, en divisas como el euro y la libra esterlina—especialmente en abril y mayo), esto no se ha traducido en una rotación sostenida o generalizada hacia los activos europeos. Los datos de flujo sugieren que el entusiasmo de los inversores hacia Europa está presente, pero sigue siendo muy sensible a las señales macroeconómicas y de política.
Mientras tanto, los activos estadounidenses han seguido atrayendo capital, aunque con cierta actividad de cobertura. A pesar de que el dólar ha tenido un desempeño inferior en términos transfronterizos en los últimos meses, esto se debió en gran medida a su uso como divisa de financiación de exposiciones de riesgo en otros lugares, más que a una venta directa. De hecho, el dólar mantuvo su atractivo como refugio seguro en junio en medio de tensiones geopolíticas, y los activos estadounidenses en general recuperaron sus propiedades defensivas. Desde mediados de 2023 hasta principios de 2025, los inversores institucionales aumentaron de forma constante sus tenencias de bonos del Tesoro estadounidense, particularmente en vencimientos largos. Sin embargo, la demanda extranjera se mantuvo plana durante este período más reciente, lo que generó preocupación sobre la capacidad del mercado para absorber futuras emisiones. Afortunadamente, junio mostró una reversión: los inversores extranjeros regresaron al mercado de Treasuries a principios de mes, particularmente en el extremo largo de la curva. Este renovado interés se atribuyó a rendimientos atractivos y a un contexto macroeconómico más estable.
En términos de flujos, para lo que nos queda de año, ¿cuál o cuáles podrían ser los activos más atractivos y que más flujo acaparen para lo que queda de año?
Creemos que los temas de diversificación hacia activos fuera de EE. UU. y cobertura contra el dólar se mantienen intactos durante los próximos 12 meses. Sin embargo, son tendencias de largo plazo, por lo que no nos sorprendería una pausa en el corto plazo.
Por último, me gustaría pedirle: ¿qué mensaje clave daría a los inversores de cara a los seis meses de 2025 que quedan?
Seguimos viviendo tiempos volátiles, en los que la oferta global se ve desafiada por tensiones geopolíticas persistentes y fricciones comerciales. Este entorno requiere alejarse de la asignación tradicional 60-40. Los inversores deberían considerar diversificadores más amplios—como activos reales (metales preciosos, infraestructuras)—y estrategias de retorno real. La inteligencia artificial sigue siendo un tema estructural importante que acompañará a los inversores durante años, y creemos que es esencial mantener exposición. Sin embargo, la diversificación será más crítica que nunca—entre geografías (EE. UU. vs. resto del mundo), temáticas (IA vs. sector financiero) y estilos (acciones de ingreso vs. crecimiento).