El private equity español ante la ESG: menos idealista y con necesidad de regulación flexible
| Por Rocío Martínez | 0 Comentarios

El sector del private equity español experimenta este año un punto de inflexión en materia ESG. Esta es una de las conclusiones del informe “Panorama ESG 2025 en el Private Equity en España”, elaborado por Beyond Sustainable Growth, que recuerda que después de años de crecimiento del discurso sostenible, “ahora toca separar la sustancia de la espuma”, con la finalidad de reforzar las prácticas ESG que aportan resiliencia y valor a la vez que se recalibran -o descartan- las que no convencen.
Las gestoras nacionales operan bajo la influencia de la potente regulación europea, pero también enfrentan retos locales al aplicar estos criterios en empresas medianas no cotizadas, según desvela el informe. Las pymes no cotizadas, foco principal del private equity español, suelen tener menor divulgación y madurez relacionadas con la ESG que las grandes empresas. Muchas de ellas perciben los estándares de reporte europeo como “complejos, costosos y de utilidad dudosa”, por lo que proporcionan poca información pública sobre sostenibilidad. Esta situación dificulta la labor de los general partners (GPs) para evaluar riesgos, o bien oportunidades, vinculados con la ESG en sus inversiones.
Además, el informe recoge que persisten diferentes posturas entre las propias participadas: algunas empresas consideran que la sostenibilidad “no aporta valor” a su negocio y se limitan a lo mínimo exigido, mientras que otras, más conscientes de riesgos y oportunidades, sí la están incorporando estratégicamente.
Las gestoras reconocen que haría falta un historial más extenso de casos de éxito para convencer del vínculo entre ESG y rentabilidad. En paralelo, “el marco regulatorio tampoco lo pone fácil a ciertas estrategias”, a juicio del estudio, que cita como ejemplo de ello la complejidad para lanzar fondos de impacto social bajo la etiqueta artículo 9 debido a la falta de taxonomía social y a los exigentes requisitos de divulgación. “Este contexto ha frenado en parte el desarrollo de vehículos de impacto locales, a la espera de reglas más flexibles en el futuro”, asegura.
El informe también aflora un cambio notable en el discurso y las prioridades de las gestoras españolas de private equity en 2025. En la encuesta de este año, la gran mayoría de las firmas ahora se encuadra entre “pragmática” y “estratégica”. Es decir, abordan la sostenibilidad bien como un cumplimiento necesario impuesto por inversores/reguladores, o bien como parte de su estrategia de valor a largo plazo.
Queda atrás la misión cuasi-filantrópica que suponía la ESG en el pasado. De hecho, según el sondeo, cerca del 40% de los participantes percibe que en el último año el tono general en la industria se ha vuelto “más defensivo o escéptico respecto al ESG”, mientras que otro 40% opina que el discurso evolucionó a un “enfoque más estratégico de creación de valor”. Solo un 10% cree que no ha habido cambios en absoluto. En definitiva, el entusiasmo idealista ha menguado para dar paso a un enfoque más pragmático.

Este menor fervor también se observa en la divulgación y transparencia. Muchas firmas han reducido la visibilidad pública de sus iniciativas ESG, limitándose a cumplir requisitos básicos. Los datos que maneja la firma apuntan a que la comunicación de resultados ESG se hace principalmente de forma interna a los LPs y mediante la web corporativa, con escasa presencia en prensa. Las actividades ESG más frecuentes se centran en el ámbito interno, como fortalecer políticas en la gestora y sus participadas, formar parte de foros sectoriales y publicar informes periódicos para inversores.
En 2025, esta pauta continúa, e incluso se percibe un menor número de informes públicos y adhesiones a iniciativas voluntarias. Hasta tal punto, que el informe reconoce que varias gestoras que antes publicaban informes ESG anuales han optado por “integrarlos discretamente” en informes financieros o han dejado de publicarlos ante el bajo interés percibido. En 2023, un 29% de firmas planeaba adherirse a iniciativas sectoriales, pero en 2025 no se aprecian avances significativos en nuevas adhesiones.
Es decir, el estudio concluye que todo apunta a una fase de “ESG pragmática”: las gestoras siguen integrando la sostenibilidad en su actividad, pero con menos fanfarria, más selectividad y enfocadas en lo obligatorio o claramente rentable.
¿Cómo se presenta el futuro?
De cara al futuro, las expectativas de las firmas de private equity españolas sobre la sostenibilidad son moderadas, pero mayormente estables. Un 90% de los encuestados anticipa que la importancia del ESG en el sector local se mantendrá igual o aumentará ligeramente en los próximos tres años, mientras que solo un 10% cree que perderá relevancia. Ninguno espera ya un “boom” espectacular a corto plazo, pero casi la mitad aún vislumbra cierto crecimiento gradual de la relevancia de ESG conforme maduren las regulaciones y aumente la concienciación en las empresas.
El informe deja claro que las gestoras españolas parecen haber asumido que la sostenibilidad será un componente permanente en la forma de invertir – quizá de bajo perfil en el día a día actual, pero fundamental para acceder a capital internacional, cumplir con las normas y posicionarse de cara a un futuro donde los factores ESG puedan revalorizarse nuevamente.

Tendencias y consejos
Las tendencias de mercado -desde la transición energética hasta las nuevas exigencias de reporting- indican que el ESG no desaparecerá, según recoge el informe, sino que se integrará silenciosamente en la forma de hacer negocios, “como parte de la gestión de riesgos y la creación de valor a largo plazo”.
De tal manera, que “las gestoras que sepan navegar esta etapa con pragmatismo tendrán varias ventajas: cumplir con la normativa, satisfacer a los inversores e identificar oportunidades donde otros solo ven obligaciones”. Con estas premisas, el análisis de la consultora destaca algunas implicaciones y recomendaciones clave para las gestoras, orientadas a navegar esta nueva etapa más pragmática del ESG en el private equity.
1.- Integración pragmática y focalizada
Es crucial priorizar las iniciativas ESG que aporten valor real o mitiguen riesgos concretos en cada empresa. En lugar de perseguir checklists genéricas, las gestoras deberían identificar los pocos factores ESG materiales para la competitividad de cada participada (por ejemplo, eficiencia energética en industrias intensivas, buenas prácticas laborales en empresas de servicios, la privacidad de datos en una empresa tecnológica) e integrarlos en su due diligence, aportando tanto impacto como valor financiero. Se trata de incorporar la sostenibilidad al núcleo del negocio y no como un “añadido cosmético”.
2.- Medición estandarizada y tecnología
Pese a los esfuerzos de los últimos años, aún persisten grandes brechas de datos ESG: más del 50% de las gestoras aún no utiliza indicadores claros para evaluar el impacto de sus inversiones. Por lo tanto, resulta “fundamental” establecer KPIs homogéneos para todo el portfolio y hacer seguimiento año a año. La falta de datos comparables ha sido el principal obstáculo citado por los inversores. Adoptar herramientas digitales (plataformas de data tracking, analytics) facilitará recopilar información de participadas de forma eficiente.
3.- Equilibrio entre cumplimiento y propósito
Las gestoras deberán encontrar su propia postura entre el cumplimiento mínimo y el propósito sostenible. El contexto actual favorece un tono humilde: cumplir con las obligaciones regulatorias y con las expectativas básicas de los limited partners (LPs) es “innegociable”. A partir de ahí, cada firma debe decidir en qué medida quiere distinguirse como líder en sostenibilidad o simplemente seguir la norma. Esto implica adoptar una comunicación ESG equilibrada -ni ocultar por completo ni hacer marketing vacío- y enfocarse en construir un track record sostenible creíble a base de éxitos comprobables en las participadas.












