China es el principal motor de riesgos para los emergentes, no Estados Unidos

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China es el principal motor de riesgos para los emergentes, no Estados Unidos
Pixabay CC0 Public DomainTillahrens. China es el principal motor de riesgos para los emergentes, no Estados Unidos

En su última reunión, la Reserva Federal elevó los tipos de interés a corto plazo por tercera vez este año, lo que muestra el buen estado de la economía estadounidense, y probablemente los situará por encima del 3% este ejercicio. Desafortunadamente, el camino de los mercados emergentes no se escribe en América.

El ciclo de ajuste de los tipos en Estados Unidos ejerció una presión al alza sobre el dólar. Algunos países emergentes, que necesitan préstamos en dólares estadounidenses, podrían experimentar grandes desequilibrios externos con mayores costos de financiación. Turquía, Argentina y Sudáfrica son ejemplos. Las economías emergentes, que más han sufrido, son aquellas con fundamentales débiles, con déficits internos y externos, alta inflación y una fuerte dependencia de los préstamos externos.

Pero hay algo distinto en esta ocasión en comparación con otros ciclos de subidas de tipos, como en 1994: la correlación entre la tasa de fondos de la Reserva Federal y los riesgos de los mercados emergentes no es tan estricta. La trayectoria actual de aumento de tipos de la Fed para 2018 y 2019 no ha variado significativamente con respecto a lo previsto en marzo de 2017 (0.25% más que lo proyectado anteriormente) y, de todos modos, los mercados han tenido tiempo de digerir este problema. Además, las economías emergentes están fundamentalmente en mejor forma que antes: han adoptado divisas de libre flotación, tienen mayores niveles de reservas, menor inflación y mejores ratios de deuda, en muchos casos.

Sin embargo, es China el país que se ha convertido en el motor de riesgos más importante para los mercados emergentes. Dado su papel de mayor comprador de Asia, el comportamiento de China con respecto a las importaciones de otros mercados emergentes puede influir significativamente en el comercio mundial. Las tensiones comerciales son, sin duda, otro factor de riesgo para los activos de mercados emergentes. La idea de que el crecimiento en China podría ser más lento en los próximos años es simplemente problemática para estos países en general.

La combinación de varios riesgos sumados a la incertidumbre/preocupación política ha desencadenado volatilidad en estos mercados, así como la aversión al riesgo de los emergentes este año.

Tribuna de George Farré, director de Mercados Emergentes de La Française AM.

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Stranger things

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Stranger things
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¿Qué nos están diciendo los mercados? En las últimas semanas, hemos visto algunos desplazamientos masivos y hemos observado corrientes de fondo que, a veces, son difíciles de encajar entre sí. En efecto, los mercados han caído de forma mucho más sustancial que los datos económicos, que los giros en las condiciones de oferta y demanda en el mercado del petróleo y que los cambios en las perspectivas estratégicas en zonas importantes para el comercio global.

Pese a que los datos económicos han ido suavizándose y los miedos iniciales en torno a las futuras restricciones de oferta en el mercado petrolífero no se han materializado, resulta complicado explicar una corrección del 10% en los mercados de acciones y una del 20% en los precios del petróleo tras los máximos de septiembre y principios de octubre. Obviamente, todos los que llevamos más tiempo en los mercados hemos visto incluso “stranger things” que lo que ha ocurrido en el último mes, pero parece justo preguntarse qué está en juego en este momento.

Primero, probablemente resulte útil dar un paso atrás y evaluar dónde estamos en el panorama fundamental y qué ha cambiado este año. Desde mediados de 2016, ha habido una recuperación extraordinariamente intensa y cada vez más sincronizada. Pero esto cambió a principios de 2018: la dinámica cíclica global comenzó a repuntar y emergieron las divergencias en el ritmo de crecimiento entre las distintas regiones y sectores. En concreto, las regiones europeas, japonesas y emergentes se desvincularon de la fortaleza de la economía estadounidense.

Asimismo, nuestro “Global Cycle Indicator”, que registra la dinámica de más de 70 encuestas realizadas empresas y hogares, se suavizó en los últimos siete meses. 

Esto supuso la retirada de un sólido soporte para los mercados financieros internacionales y, de esta forma, se abrió la puerta a la incertidumbre de los inversores y se permitió que los factores políticos y normativos tuviesen más influencia en el sentimiento del mercado.

Al mismo tiempo, la evolución de los indicadores no justifica del todo la tendencia negativa que se ha observado en los mercados desde el pasado febrero. De hecho, el crecimiento global, los beneficios corporativos y la confianza de empresas y hogares se han mantenido bastante bien este año y parece que van a consolidarse.

Los indicadores no dan motive para anticiparse a un escenario de recesión para 2019. Además, hay que hacer hincapié en que los ciclos económicos no mueren de viejos. Los parámetros históricos apuntan a comportamientos muy irregulares a lo largo del tiempo. Hay ciclos muy cortos, como a principios de los años 80 en Estados Unidos y Europa, y ciclos muy largos, como las últimas tres décadas en Australia o actualmente en EEUU.

Asimismo, aquellos indicadores que tradicionalmente suelen aparecer en el periodo previo a una recesión –la aceleración de las dinámicas salariales e inflacionarias, el excesivo apalancamiento del sector privado o las “sobreinversiones”- continúan ausentes.

Evidentemente, siempre existe la posibilidad de que haya un “shock negativo” en los mercados y, como consecuencia, un endurecimiento de las condiciones financieras, pero esta agria sensación no es tan severa ni duradera como para esperar una recesión.

Asimismo, las corrientes que se entrecruzan entre los distintos tipos de activos no son necesariamente compatibles si se miran desde una perspectiva “fundamental”. Por ejemplo, si la corrección en el petróleo estuviese provocada por una caída en el crecimiento de la demanda global, ¿por qué los precios del gas natural y un gran número de productos agrícolas están subiendo y no cayendo?

Esto no quiere decir que los miedos no estén jugando papel alguno en el panorama actual, dado que los sectores cíclicos están claramente retrasando a los defensivos, pero existe un matiz importante que explica el grado de volatilidad observado. También es interesante apuntar que, pese a la incertidumbre política en torno a Italia y las señales de una ralentización económica en ese país, sus activos están resistiendo.

Con todo, algunas “strange things” están ocurriendo en los mercados, pero no son lo suficientemente raras para que perdamos la fe en la relativa salud de nuestro sistema económico. Lo que sí podemos decir es que los riesgos son más altos de lo normal y que algo de cautela a corto plazo está justificada a la hora de invertir. Al mismo tiempo, todavía no hay motivos para alarmarse por la futura dirección de la economía internacional. De hecho, cuando se calme la agitación actual, podrían surgir oportunidades en nuevos mercados. No olvidemos que vimos “stranger things” en el pasado.

Tribuna de Valentijn van Nieuwenhuijzen, jefe de inversiones en NN Investment Partners

Un octubre para recordar

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Un octubre para recordar
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: bambel1964. Un octubre para recordar

El mes de octubre tiene mala fama por la volatilidad que registran los mercados y este año ha quedado constatado claramente. De hecho, se le ha denominado el “octubre rojo”. Lo más sorprendente fue la incapacidad de las rentabilidades del Tesoro estadounidense de evolucionar positivamente (a la baja) a pesar de los desajustes en los mercados bursátiles.

Aunque los mercados de crédito no se vieron afectados tan negativamente como la renta variable, también registraron ventas masivas. A pesar de la marcada debilidad de los mercados y los alarmantes titulares acerca del inminente final de ciclo, nos mostramos más optimistas. No pensamos que éste vaya a ser el inicio de una tendencia bajista generalizada de los mercados de renta fija y prevemos que éstos mejorarán, aunque paulatinamente. Las rentabilidades del Tesoro estadounidense se están aproximando a su máximo probable, puede que los datos económicos de Estados Unidos sigan siendo robustos —si bien en menor medida que en los frenéticos dos últimos trimestres—, la Reserva Federal seguirá subiendo los tipos de interés, aunque es posible que deje de hacerlo en 2019, los estímulos de China incidirán en la economía global y es de esperar que las economías emergentes se estabilicen. El dólar parece haber alcanzado un máximo en términos locales (si bien subrayamos, por ahora, la expresión “en términos locales”), lo cual también es una buena señal para los mercados emergentes y el conjunto de la economía global.

Perspectiva para la renta fija

Una novedad importante en octubre fue la enorme incapacidad de los valores del Tesoro estadounidense de avanzar positivamente (es decir, no descendieron las rentabilidades), a pesar de las ventas masivas en los mercados bursátiles y de crédito. A pesar de las ventas masivas (aproximadamente, del 10%) que se produjeron en índices de renta variable, las rentabilidades de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años apenas descendieron 10 puntos básicos (pb), si bien desde entonces han repuntado. Otra sorpresa es que las rentabilidades reales estadounidenses a 10 años (medidas por los títulos del Tesoro protegidos frente a la inflación, TIPS) habían subido por encima del 1,00% al cierre de octubre, batiendo al alza su rango de rentabilidades posterior a la crisis. La repercusión es que la economía estadounidense podría crecer con mayor solidez durante más tiempo, por lo que la Reserva Federal se verá obligada a subir los tipos a corto plazo para frenar la economía lo suficiente a fin de evitar que la inflación suba en demasía. Resulta interesante que la deuda pública de las principales potencias europeas, a pesar de que las rentabilidades han descendido sustancialmente, lograra avanzar de forma favorable ante el descenso de la renta variable y la ampliación de los diferenciales de crédito.

Los mercados de crédito siguieron la evolución a la baja de la renta variable y en octubre se produjo una ampliación notable de los diferenciales. Esta ampliación parece algo exagerada teniendo en cuenta la solidez de la economía y los fundamentales económicos. Así pues, prevemos una recuperación/estabilización de la percepción de riesgo hacia final de año y puede que un estrechamiento de los diferenciales. Los bonos de alta rentabilidad habían superado en rentabilidad a otros sectores de renta fija este año, por lo que no resultó sorprendente que el mercado se encontrara con dificultades hasta los últimos días del mes. De nuevo, las ventas masivas parecen exageradas y esperamos percibir cierto repunte (estrechamiento de los diferenciales).

Aunque resulta difícil saber con exactitud hasta dónde se elevará el tipo de interés de los fondos de la Reserva Federal, consideramos razonable pensar que el nivel que descuenta actualmente el mercado no se encuentra demasiado alejado (por ejemplo, entre el 3,25% y el 3,5%). Dicho extremo genera un centro de gravedad en torno al que pueden orbitar los mercados de tipos estadounidenses. Podría suponerse que las rentabilidades de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años podrían alcanzar el entorno del 3,5%. Solo podría elevarlas muy por encima de dicha cota que la inflación evolucionara de forma sorprendentemente negativa, lo cual no prevemos, al menos, en este momento.

Desde el punto de vista de la inversión, mantenemos un sesgo hacia posiciones a las que puede contribuir positivamente que el crecimiento económico siga siendo sólido y que existan escasas probabilidades de impago. Ante la ampliación de los diferenciales este año, creemos que la probabilidad de obtener rentabilidades relativas positivas ha aumentado y que, dado que la renta variable se encuentra muy alejada de sus máximos, es improbable que la volatilidad que de ello se derive resulte negativa. Los activos por los que nos decantamos en Estados Unidos y Europa son hipotecas no de agencia, alta rentabilidad y un segmento del crédito con grado de inversión (sector financiero).

Más allá de Estados Unidos y Europa, percibimos mejores oportunidades en los mercados emergentes. Las valoraciones han mejorado sustancialmente este año y las actuaciones llevadas a cabo en la mayoría de los países han ido en la dirección adecuada. Consideramos que solo será necesario que no haya malas noticias —no necesariamente que haya buenas noticias— para que esta clase de activos registre buenos resultados en el cuarto trimestre y durante el próximo año. Las pequeñas mejoras de la perspectiva para China y la estabilización de los tipos estadounidenses y el USD probablemente generarán un panorama internacional considerablemente más favorable. Los mercados emergentes podrían ser uno de los sectores de renta fija con mejores resultados en lo que resta de año.

Los mercados europeos todavía deberán bregar con la incertidumbre política en Italia. Creemos que la disputa entre la Unión Europea (UE) e Italia se resolverá de forma racional y ambas partes llegarán a un acuerdo en torno a la política fiscal, si bien todavía falta la voluntad política necesaria. Puede que se precise de un entorno más de “crisis” para que las partes lleguen a un acuerdo de compromiso. Mientras tanto, será complicado que los mercados europeos de crédito se comporten positivamente.

En general, no prevemos que en los próximos meses vaya a prolongarse la rentabilidad de octubre. A excepción de las rentabilidades del Tesoro estadounidense, la mayoría de los sectores de renta fija parecen haber registrado ventas excesivas. Dicho esto, la incertidumbre en torno a la disputa comercial entre Estados Unidos y China, las cuestiones fiscales de Italia, la salida del Reino Unido de la UE, los estímulos de China y el rumbo que podría trazar el USD mantendrán las ganancias deslucidas por el momento. Sin embargo, dado que las rentabilidades del Tesoro estadounidense se aproximan cada vez más a su máximo, confiamos en que la rentabilidad de la renta fija mejore en los próximos meses.

1.-Tipos y divisas de mercados desarrollados

Análisis mensual

En octubre, los activos de riesgo volvieron a registrar ventas masivas impulsadas, principalmente, por los mercados bursátiles de las economías desarrolladas. Como resultado, cayeron las rentabilidades de Alemania y de otras de las principales economías  del euro. Las rentabilidades de los bonos alemanes cayeron entre 5 pb y 10 pb y los bonos británicos hicieron lo propio, entre 5 pb y 15 pb, en toda la curva. Sin embargo, las rentabilidades estadounidenses prosiguieron su aparentemente inexorable alza: los rendimientos de los valores del Tesoro estadounidense a 10 años subieron 8 pb y los de sus homólogos a 30 años, 19 pb, pronunciando la curva de rentabilidades. La deuda pública italiana registró ventas masivas y su rentabilidad subió otros 28 pb en el extremo largo de la curva, pues siguieron aumentando las tensiones en torno a la negociación de los presupuestos. El efecto sobre otros emisores periféricos fue heterogéneo: la rentabilidad de la deuda española subió entre 5 pb y 10 pb a lo largo de la curva y el extremo corto de la curva de Portugal subió en torno a 5 pb, mientras el extremo largo de su curva registró alzas meramente insignificantes (1).

Perspectiva

Consideramos que la Reserva Federal seguirá adelante con su estrategia de subida paulatina de los tipos en 2019, lo cual permitirá un alza moderada de la inflación. Las reuniones recientes demostraron que el organismo reafirmó su plan de aumentar tres veces los tipos en 2019 y el mercado está preparándose para esta posibilidad, tal y como ilustra el aumento reciente de las presiones sobre los salarios y la confianza empresarial. En lo relativo a las rentabilidades de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años, consideramos que se enmarcarán en una banda de entre el 3% y el 3,5%. Según indicamos anteriormente, la deuda pública japonesa ha contribuido a anclar las rentabilidades en todo el mundo (al igual que la expansión cuantitativa del Banco Central Europeo [BCE]). Que la banda de negociación de la deuda pública nipona se amplíe según el Banco de Japón ajuste su política de control de la curva de rentabilidades podría introducir más volatilidad y elevar los rendimientos de los tipos carentes de riesgo, si bien, por ahora, no parece que el Banco de Japón tenga prisa. En la zona euro, el BCE posiblemente continuará aplicando una política monetaria diferente con respecto a la Reserva Federal, aunque puede que concluya su programa de expansión cuantitativa este año, contribuyendo de este modo a la minoración de la liquidez global. No cabe duda de que el entorno de liquidez global resulta cada vez menos favorable.

2.- Tipos y divisas de mercados emergentes

Análisis mensual

Los activos de renta fija de mercados emergentes comenzaron el cuarto trimestre debilitados al desvanecerse el optimismo acerca del crecimiento global, lo cual se vio agravado por las ventas masivas registradas en los mercados bursátiles. Aunque no aventuramos que vaya a producirse una recesión en el futuro próximo, redujimos las estimaciones de crecimiento global, pues la realidad ha resultado más cruda que el optimismo inicial. Aunque persisten las dificultades para el comercio global, las perspectivas para el comercio en América del Norte mejoraron al anunciarse el Acuerdo Estados Unidos, México y Canadá que sustituirá al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Durante el mes, las materias primas agrícolas se encarecieron, mientras que los mercados de energía se debilitaron y los metales trazaron evoluciones heterogéneas. Las materias primas relacionadas con el ámbito de las infraestructuras, como el aluminio y el cobre, se debilitaron, mientras que los precios de los metales preciosos, como el oro, la plata, el platino y el paladio, se elevaron durante el mes. En el ámbito de los activos de mercados emergentes denominados en USD, la deuda corporativa superó en rentabilidad a su homóloga soberana, mientras que, en el de deuda local, la debilidad de las divisas frente al USD pesó sobre el resultado. Los inversores retiraron 1.100 millones de USD de esta clase de activos, principalmente, de estrategias de moneda local, pues la deuda denominada en moneda local siguió impulsando la volatilidad durante el mes (2).

Perspectiva

Aunque creemos que la debilidad de las valoraciones en los mercados emergentes en el segundo y el tercer trimestres ha creado oportunidades para añadir riesgo, nos hemos vuelto más selectivos, ya que las perspectivas para los fundamentales de los mercados emergentes dan señales de que a escala estructural, el mundo parece estar dejando atrás la sincronía del crecimiento global y entrando en una nueva fase de crecimiento divergente, como lo demuestran el crecimiento todavía saludable en Estados Unidos, la estabilización en Europa y Japón y, más recientemente, la desaceleración de la actividad en los mercados emergentes. Los conflictos comerciales encabezan la lista de inquietudes: Estados Unidos y China están inmersos en una batalla aparentemente larga que podría socavar las expectativas de crecimiento más en general. Las amenazas de Estados Unidos sobre la posible expansión de los aranceles a los 267.000 millones de USD restantes de importaciones procedentes de China podrían desencadenar otra ronda de represalias del país asiático, lo cual pesaría sobre el crecimiento y la confianza de los mercados a escala global. Sin embargo, el anuncio de un TLCAN renovado (Acuerdo Estados Unidos, México y Canadá) pone de manifiesto la propensión de Estados Unidos a llegar a acuerdos; se trata de un paso hacia la eliminación de una importante fuente de incertidumbre comercial, que culminará una vez los congresos nacionales aprueben el acuerdo provisional.

3.- Crédito

Análisis mensual

Los diferenciales de los activos globales con grado de inversión se ampliaron en octubre, cerrando el mes en niveles inauditos desde mediados de verano. El diferencial del índice Bloomberg Barclays U.S. Corporate con respecto a la deuda pública se amplió 12 pb en octubre para cerrar el mes en 118 pb; fueron los emisores no financieros los que más propiciaron la ampliación del diferencial con respecto al mercado (3). Los diferenciales estadounidenses ya han cedido las ganancias que se anotaron en el tercer trimestre. En el conjunto del año, la deuda corporativa estadounidense con grado de inversión se ha ampliado 25 pb de media. En Europa, el diferencial del índice Bloomberg Barclays Euro-Aggregate Corporate se amplió 14 pb y cerró el mes 128 pb por encima de la deuda pública (4). La rentabilidad de los bonos corporativos europeos ya se encuentra muy por debajo de sus homólogos estadounidenses, tras avanzar el diferencial de los bonos corporativos europeos con grado de inversión 42 pb en el año (5).

Perspectiva

De cara al futuro, lo que se preguntan fundamentalmente los mercados es si estamos ante una corrección saludable o una señal de una ralentización inminente. Nuestra hipótesis fundamental es que la volatilidad actual de los mercados responde a una corrección positiva de mitad de ciclo. Los valores corporativos se enfrentan a incertidumbre en lo referente a demanda interna y los costes de algunos factores de producción están incrementándose por el encarecimiento del petróleo, si bien, en general, los resultados empresariales siguen siendo sólidos. Pensamos que el crecimiento de los beneficios será probablemente lento, si bien no prevemos que aumente el apalancamiento. El apalancamiento sigue siendo alto en Estados Unidos, pero el coste de la deuda resulta perfectamente manejable; numerosas compañías han reducido los plazos de su deuda a tipos bajos y cuentan con modelos de negocio flexibles por si se necesitaran medidas adicionales para reducir su apalancamiento. En Europa, el apalancamiento tiende a ser menor, lo cual ilustra una menor confianza en el conjunto del mercado (pues las compañías europeas tienden a encontrarse en una parte anterior del ciclo económico). Persiste la incertidumbre en torno a Italia, lo cual continuará resultando negativo para los emisores financieros europeos y un factor impulsor clave de los diferenciales; por su parte, es posible que las disputas comerciales en curso lastren al crédito a escala global.

4.- Activos titulizados

Análisis mensual

El aumento de los tipos de interés y de la volatilidad fueron los principales temas en octubre y, como consecuencia, los diferenciales de prácticamente todos los sectores de titulización se ampliaron. Los bonos de titulización sensibles al crédito siguieron superando en rentabilidad a los valores más sensibles a los tipos, pues la situación del crédito inmobiliario y al consumo siguió siendo positiva en general y el aumento del carry de flujos de caja en valores orientados al crédito hizo las veces de protección frente a los efectos del aumento de los tipos y la ampliación de los diferenciales. La subida sustancial de los tipos en 2018, que ha supuesto una mayor volatilidad en los mercados, ha incidido en las clases de activos de renta variable y de renta fija. Los activos titulizados han rendido, por lo general, de manera adecuada en 2018, si bien en este momento parecen sentir cierta presión por el alza de los tipos y la mayor volatilidad.

Perspectiva

Nuestra tesis de inversión apenas ha variado en noviembre: En general, mantenemos el optimismo con respecto a las oportunidades que ofrece las titulizaciones de crédito y la cautela en torno a los bonos de titulización hipotecaria de agencia de Estados Unidos Consideramos que la economía estadounidense sigue gozando de solidez debido, en parte, a la mejora de los fundamentales del crédito de los sectores inmobiliario y de consumo. Seguimos infraponderados en bonos de titulización hipotecaria de agencia debido a las inquietudes en torno a la subida de tipos, la posibilidad de que aumente la volatilidad de los tipos de interés y el deterioro de la dinámica de oferta y demanda ante la minoración por parte de la Reserva Federal de sus compras de bonos de titulización hipotecaria y el potencial de que los grandes bancos también reduzcan sus posiciones. Aunque los diferenciales nominales se ampliaron significativamente en octubre y ya han aumentado más de 25 pb en lo que llevamos de año, los bonos de titulización hipotecaria de agencia siguen mostrándose ligeramente caros desde el punto de vista histórico de los diferenciales, que en nuestra opinión tendrán que ampliarse para atraer a nuevos inversores y así compensar la reducción de las compras de la Reserva Federal y el posible debilitamiento de la demanda de bancos. Puede que comencemos a reducir nuestra infraponderación en bonos de titulización hipotecaria de agencia en los próximos meses si el sector continúa abaratándose. Consideramos que la mayor parte de la ampliación de la duración derivada del aumento de los tipos de interés y de la ralentización de las amortizaciones anticipadas ya se ha materializado.

Columna de Jim Caron, portfolio manager y miembro senior del equipo de Renta Fija Global de Morgan Stanley Investment Management.

 

(1) Fuente: Bloomberg. Datos a 31 de octubre de 2018.

(2) Fuente: JP Morgan. Datos a 31 de octubre de 2018.

(3) Fuente: Bloomberg Barclays. Datos a 31 de octubre de 2018.

(4) Fuente: Bloomberg Barclays. Datos a 31 de octubre de 2018.

(5) Fuente: Bloomberg Barclays. Datos a 31 de octubre de 2018.

 

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Estas son las cinco razones por las que está aumentando la volatilidad

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Estas son las cinco razones por las que está aumentando la volatilidad
Pixabay CC0 Public DomainBlickpixel. Estas son las cinco razones por las que está aumentando la volatilidad

Alentada por el aumento de los rendimientos de los bonos del Tesoro, la volatilidad ha regresado a los mercados bursátiles mundiales justo en un momento en el que los inversores se enfrentan a nuevas preocupaciones. Por un lado, han de lidiar con las pesiones sobre una política monetaria estadounidense más estricta, con una guerra comercial en ciernes y también con una desaceleración del crecimiento económico en China.

En las últimas semanas los índices de volatilidad han aumentado y la renta variable lo ha acusado con caídas. Una reacción que se ha debido sobre todo a los descensos de las compañías de tecnología, entre las que se incluyen muchas de esas empresas que llevaron a los índices a nuevos máximos durante un mercado alcista que dura ya casi una década.

«El retroceso del mercado de valores no es tan sorprendente si se tiene en cuenta que los tipos están aumentando, el mercado laboral está ajustado y la Reserva Federal está eliminando algo de liquidez del sistema», apunta el economista de Capital Group Darrell Spence. “Las valoraciones de acciones también han crecido, y el mercado ha estado subestimando lo que la Reserva Federal dijo que iba a hacer en lo que se refiere al aumento de los tipos a corto plazo. Además, hay una disputa comercial con China que podría presionar más a la economía».

En este sentido, los inversores deberían esperar periodos de mayor volatilidad en el medio plazo, a medida que se van registrando eventos que potencialmente podrían mover el mercado: las elecciones de mitad de legislatura en Estados Unidos, un mayor ajuste monetario de la Reserva Federal, y la retirada de medidas de estímulo de la era de la crisis por parte del Banco Central Europeo. A continuación, explicamos cinco de ellos:

  1. Los tipos de interés están aumentando y la Reserva Federal está eliminando su política monetaria acomodaticia. Es posible que la renta variable necesite una corrección, pero parte de la respuesta a las caídas está en el mercado de bonos. El rápido aumento de los tipos en las últimas semanas fue el desencadenante principal. Al mercado no le ha sorprendido tanto la dirección de los tipos, sino el ritmo de reacción del mercado, ya que el rendimiento del bono estadounidense a 10 años alcanzó un máximo de siete años en 3,23% y el rendimiento del bono a 30 años se colocó en máximos de cuatro años, en 3,4%. Eso está provocando la volatilidad del mercado debido a una combinación de tipos en aumento y el fin de la flexibilización cuantitativa. El endurecimiento de la política monetaria continuará mientras el ritmo de la actividad económica siga siendo elevado y las expectativas de inflación aumenten. «A medida que la Fed pasa de la flexibilización cuantitativa a una política de ajuste, sus decisiones dependerán más de los datos», señala Mike Gitlin, jefe de renta fija de Capital Group. Nuestro equipo de renta fija espera otro aumento del precio del dinero en diciembre hasta 2.5%, así como dos o tres aumentos adicionales en 2019.
  2. El retroceso en la tecnología no debería ser una sorpresa. El peso de la tecnología se ha elevado hasta acumular un 26% del índice S&P 500 y si se añaden Netflix y Amazon, su peso estaría cercano al 30%. Estas compañías han tenido un gran efecto en los mercados, en ambas direcciones. El trading automático probablemente ha contribuido a movimientos más agudos en los mercados, generando una mayor volatilidad. Por otro lado, también es necesario tener en cuenta que el sector se ha disparado más de un 600% desde la última fase de mercado bajista.  Además, las acciones de las tecnológicas normalmente se negocian con una primaen el mercado, debido a su potencial de crecimiento desmedido. Teniendo esto en cuenta, acciones como Facebook, Microsoft o Alphabet tienen ratios de precio-ganancias de alrededor de 20 veces según las ganancias estimadas por los datos de FactSet. Siendo esto así, incluso acciones con valoraciones muy altas como Amazon, parecen tener un valor mucho más razonable si se utiliza una métrica basada en los ingresos. En este sentido, en una relación precio/ventas, Amazon tiene la proporción más baja de todas las acciones de las FAANG (Facebook, Apple, Amazon, Netflix y Alphabet de Google), y que va más en línea con el mercado en general.
  3. Podríamos estar viendo algunas consecuencias tempranas de las escaramuzas comerciales. La temporada de resultados trimestrales ya ha evidenciado algunas decepciones para los mercados, aunque todavía no hay datos demasiado severos. Por citar un ejemplo, dos compañías industriales como PPG Industries y Fastenal, han hecho referencia a la desaceleración de la demanda en China. Si nos fijamos en la empresa francesa de artículos de lujo LVMH, la tendencia no cambia demasiado, ya que señalan que han notado más controles fronterizos, así como un consumidor chino más débil.
  4. Las comparaciones de ganancias serán más difíciles. De acuerdo con el economista Jared Franz, la rebaja fiscal en Estados Unidos provocó un crecimiento en el de las ganancias por extraordinarios que se irá desvaneciendo en 2019 a medida que este estímulo desaparezca. En este sentido, Franz señala que “según algunas estimaciones, los recortes de impuestos han aumentado el crecimiento de las ganancias por acción hasta en un 50% en 2018″, cuya consecuencia más directa es que “las ganancias podrían desacelerarse en 2019, y el mercado está comenzando a descontarlo”. Por otro lado, “la apreciación del dólar también ha sorprendido a muchos” señala Franz, y eso “puede ser otro obstáculo potencial para el próximo año, ya que las compañías S&P 500 obtienen una parte significativa de sus ventas de los mercados extranjeros».
  5. El crecimiento se está desacelerando más de lo esperado en China y Europa. La economía de China creció en el segundo trimestre al 6,7%, el ritmo más lento desde 2016, lo que llevó a nuevas medidas de estímulo de las autoridades chinas. Por su parte, la tasa de crecimiento económico de Europa se ha desacelerado por tercer trimestre consecutivo. A pesar de un ciclo económico tardío, persisten algunos factores positivos. China está inyectando nuevos estímulos monetarios en la economía a través de una flexibilización de las condiciones crediticias. En los últimos años, EE. UU. ha vivido un aumento constante de los márgenes de beneficios, unos tipos de interés relativamente bajos que conducen a un bajo coste del endeudamiento, una inflación muda en los salarios o materias primas y una reducción de los impuestos sobre la renta. Estos factores han creado un viento de cola positivo que disminuirá hacia 2019, pero es poco probable que se revierta. Sin embargo, sí apunta a expectativas de retorno más modestas. Todo indica que este entorno será propicio para la renta variable, pero habrá que acostumbrarse a un incremento de la volatilidad y preparar las carteras para ello.

Tribuna de Richard Carlyle, director de inversiones de renta variable de Capital Group.

¿De qué deben preocuparse los mercados?

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¿De qué deben preocuparse los mercados?
Foto: Jeanne Menjoulet . ¿De qué deben preocuparse los mercados?

Desde principios de año se respira en los mercados financieros un ambiente que recuerda al periodo entre septiembre de 1939 y mayo de 1940, que tan bien conocen los soldados franceses, denominado como «la extraña guerra» (drôle de guerre): el conflicto ya había estallado y la sensación de peligro empezaba a calar, pero la guerra solo se materializaba, en aquel entonces, en forma de escaramuzas aisladas, a la espera de la primera gran ofensiva.

Hoy, la declaración de guerra para los mercados es de índole monetaria y se remonta a tiempo atrás. Hace ya tiempo que los grandes bancos centrales anunciaron su intención de poner fin a las medidas extraordinarias de apoyo a los mercados y a  las economías occidentales, que implementaron durante los diez últimos años para atajar los efectos directos e indirectos de la gran crisis financiera de 2008. Por tanto, la guerra ya se ha declarado, especialmente por parte de la Reserva Federal estadounidense (Fed).

Sin embargo, sus efectos siguen siendo intermitentes. Cierto es que los principales mercados bursátiles no presentan un balance demasiado satisfactorio en la recta final de este año, aunque siguen evolucionando en línea con las tendencias observadas durante la última década. Durante este periodo, el índice de renta variable europea Eurostoxx se anota un incremento del 20%, el índice bursátil estadounidense S&P 500 se revaloriza un 167%, por no mencionar el índice del sector tecnológico estadounidense Nasdaq, que registra una progresión del 464% durante el periodo. Sin embargo, han empezado a producirse acontecimientos insólitos que indican que ya no estamos en tiempos de paz.

Si bien el índice de renta variable estadounidense registra una subida del 2% desde principios de año, el índice de los mercados bursátiles emergentes retrocede un 17% durante el mismo periodo y el de las acciones chinas cae un 20%. No podemos obviar, y con razón, que las amenazas de la Administración Trump contra las exportaciones chinas han contribuido a esta espectacular divergencia. Con todo, centrarse en ese aspecto sería ignorar el motivo fundamental: el cambio de contexto de liquidez para los mercados en 2018 ya ha comenzado. La Fed, en lugar de inyectar liquidez en los mercados como viene haciendo desde 2009, ha empezado a reducirla desde principios de año a través de la subida de los tipos de interés y la reducción del tamaño de su balance. Cabría entonces preguntarse por qué la retirada de liquidez, que por ahora solo está teniendo lugar en Estados Unidos, ha perjudicado a los mercados emergentes en lugar de al mercado estadounidense. La respuesta es tan sencilla como un tuit: la política presupuestaria de la Administración Trump no solo ha apuntalado el crecimiento económico estadounidense sino que, sobre todo al fomentar la repatriación de capitales hacia EE. UU. a través de atractivas ventajas fiscales, ha aspirado literalmente los dólares del universo emergente offshore (sobre todo en Latinoamérica y Asia). Esta política ha tenido tanto éxito que, paradójicamente, el ajuste monetario de la Fed no ha penalizado ni a la economía ni al mercado bursátil estadounidense, sino que, por el contrario, ha asfixiado a la esfera emergente. Esta última región ha proporcionado al mercado estadounidense el empuje necesario para su progresión. ¿Perdurará esta dicotomía?

A corto plazo, es posible que así sea, mientras resulte más atractivo invertir la liquidez en EE.UU. que en cualquier otra región. Pero no debemos olvidar que la ofensiva principal está aún por llegar. En diciembre, el Banco Central Europeo pondrá fin a su política de compra de activos de renta fija europeos, mientras que el Banco de Japón acaba de empezar a reducir el ritmo de compra. Y lo que es más importante, la solidez de la economía estadounidense empieza a adquirir un cariz inflacionista, lo que alienta a la Fed a proseguir alegremente su propia ofensiva a través del incremento periódico de sus tipos de referencia. Entretanto, la financiación de este crecimiento estadounidense, que se cimienta sobre un drástico incremento del déficit presupuestario (probablemente cerca de un 6% del PIB este año, es decir, el doble del objetivo de la UE), obliga al Gobierno de Washington a impulsar al alza los tipos de interés de la renta fija para atraer a unos prestamistas que cada vez brillan más por su ausencia.

El problema de este enfoque para los mercados de renta variable es que la reversión del estímulo monetario se produce de forma simultánea a una ralentización económica en todo el mundo. Esta es ya patente en Europa, Japón y China, y empieza a tomar forma en Estados Unidos. Si bien el ritmo de crecimiento de este último país sigue siendo constante, este aspecto constituye, irónicamente, el principal quebradero de cabeza para el mercado estadounidense: un crecimiento que decae — y, por tanto, unos analistas que revisan a la baja sus previsiones de resultados empresariales— pero que sigue haciendo gala del vigor suficiente (por encima de su «potencial de crecimiento», afirman los economistas) como para justificar que la Fed prosiga con su endurecimiento monetario.

A más corto plazo, existen algunos acontecimientos que podrían proporcionar un cierto balón de oxígeno a los mercados: un alto el fuego estratégico negociado en el marco de la disputa comercial entre China y EE. UU., un acuerdo definitivo sobre las condiciones del brexit o, incluso, una tregua en la escaramuza entre el Gobierno italiano y la Comisión Europea. A más largo plazo, llegará un día, como siempre sucede, en el que los bancos centrales ondearán la bandera blanca y pondrán fin al endurecimiento de la política monetaria. Sin embargo, este proceso de ajuste monetario apenas acaba de dar comienzo. Una leve ralentización económica o una ligera corrección en los mercados no bastarán para intimidarlos. Así, entre el más corto plazo y el largo plazo, se perfila en el horizonte un periodo muy desagradable durante el que los inversores en renta variable harían bien en no abandonar sus refugios excepto de forma breve y con una gran prudencia.

Columna de Carmignac por Didier Saint Georges

Por qué no nos seduce la renta variable estadounidense

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Por qué no nos seduce la renta variable estadounidense
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: John Sonderman. Por qué no nos seduce la renta variable estadounidense

Nos encontramos en un momento óptimo para hablar sobre los mercados estadounidenses dados los recientes retrocesos. A comienzos del 2018, la visión de consenso era que la expansión estadounidense seguía adelante, pero avanzaba hacia el final del ciclo, mientras que los mercados emergentes, Japón y Europa todavía se encontraban al inicio de una expansión y recuperación.

Se esperaba que las rebajas fiscales introducidas por el presidente Trump a finales del pasado año ampliaran el déficit en los Estados Unidos, si bien este estímulo también resultaría beneficioso para la expansión global, concretamente, en la esfera de los emergentes y en los sectores de energía y materiales.

Se preveía un pronunciamiento de las curvas de rentabilidad, lo cual favorecería que otros bancos centrales refrenaran su relajación monetaria. Por su parte, se esperaba que el dólar estadounidense se debilitara y el aumento de tasas de interés implicara que las acciones de value, financieras y emergentes se anotaran rentabilidades relativamente positivas, mientras que las acciones de tecnología y crecimiento ofrecerían rendimientos relativamente negativos.

Como de costumbre, las expectativas no siempre terminan por materializarse. En realidad, la retórica en torno a la guerra comercial de la administración Trump se recrudeció rápidamente y se tradujo en tácticas agresivas contra el resto del mundo, no solamente para China. Dicha evolución se tradujo en una depreciación significativa del renminbi en julio, terminando en la práctica con la visión de consenso que se describe anteriormente.

Durante buena parte del periodo transcurrido desde agosto del 2016, los mercados globales han evolucionado de forma coordinada. Sin embargo, en el 2018, comenzaron a experimentar una correlación más negativa: los mercados estadounidenses han continuado ascendiendo, mientras que buena parte del resto del mundo se ha mantenido en terreno negativo. Consideramos que esta situación es extraña dada la dinámica subyacente del mercado estadounidense.

Creemos que existen diversas cuestiones clave relativas a las valoraciones en el mercado estadounidense y los estímulos que se están aplicando. En primer lugar, el índice Citi Economic Surprise parece haberse desconectado completamente de las tendencias de la renta variable estadounidense; se han ignorado las señales de empeoramiento de los datos y el mercado bursátil ha seguido delante de todas formas. En nuestra opinión, esta tendencia no es sostenible.

El índice de US CAPE, que muestra un PER a partir de los beneficios ajustados por la inflación de los 10 últimos años, se encuentra actualmente por encima del nivel de “advertencia”; de 25, por cuarta vez desde comienzos del último siglo, lo cual indica que el mercado se encuentra sobrevalorado. El índice de CAPE invertido, que compara los beneficios con los tipos libres de riesgo de los bonos del Tesoro, sugiere que nos encontramos en una situación en que la rentabilidad de los bonos del Tesoro es más atractiva, otra señal de que la renta variable estadounidense no es asequible.

El múltiplo del EBITDA correspondiente al índice de S&P 500 es otro parámetro adecuado a tener en cuenta. En la actualidad, se encuentra en máximos, aproximadamente, de 12. Al tomar en consideración el aumento de los costos de las importaciones que se derivan inevitablemente de la imposición de aranceles, la ralentización de la demanda china en general de bienes estadounidenses, la solidez del dólar estadounidense, que reducen las ventas en el extranjero, y el alza de los tipos de interés apuntan a que el potencial de beneficios estadounidenses ha llegado a su máximo, algo que consideramos que el mercado ya ha descontado.

Las recompras de acciones estadounidenses también se encuentran en máximos, otra posible advertencia de que el mercado se aproxima a su punto más alto. Para abordar una dinámica incluso más a largo plazo, es importante fijarse en el patrimonio de los hogares estadounidenses, que han crecido en gran medida desde la gran crisis financiera, y en comparación con el PIB. Se ha producido una divergencia significativa entre ambos durante las dos últimas décadas; en este momento, nos encontramos en una posición en que, según nuestra opinión, prácticamente todo se encuentra sobrevalorado. Pensamos que esta importante desconexión resulta preocupante, pues la caída resultante puede resultar incluso más traumática. Las estimaciones de esta sobrevaloración se encuentran en el entorno de los 30 billones de dólares. Una vez más, no resulta sostenible.

El déficit sigue siendo otro tema de conversación importante. Los ingresos previstos no cubrirán el gasto que Trump ha trazado y es probable que el déficit aumente como consecuencia de las rebajas fiscales previstas por Trump. Los aumentos del déficit de esta magnitud sólo suelen darse en periodos de recesión, por lo que, dado que Estados Unidos todavía se encuentra en un periodo de crecimiento, esta escalada de la deuda resulta inquietante.

Además, no puede decirse que se trate de un buen momento para comprar acciones al encontrarse la tasa de desempleo en un mínimo cíclico, como sucede en la actualidad. También podría ser un mal momento para comprar acciones al hallarse la curva de rentabilidades plana, a punto de invertirse.

Además, los resultados de las elecciones legislativas también podrían ser el origen de más turbulencias. Con los republicanos manteniendo el Senado, pero perdiendo la Cámara, un posible bloqueo político podría ralentizar el crecimiento, si bien la política comercial probablemente seguiría siendo agresiva.  Pensamos que la reacción del mercado será moderada, pero tanto el dólar estadounidense como la renta variable registrarán cierta presión vendedora. La tensión para el mercado de bonos probablemente se contendría, pues serían menos probables nuevos estímulos fiscales.

En última instancia, no nos sorprenden en demasía las recientes ventas masivas dado la variedad de factores que sugieren que la renta variable estadounidense tiene poco recorrido al alza tras la gran subida de este año. Creemos que otros factores catalizadores que podrían desencadenar nuevas ventas son, entre otros, que la inflación estadounidense aumente significativamente, que la Reserva Federal cometa un error en su política y suba las tasas de interés demasiado rápido y que los bonos suban con rapidez al descontar el pleno empleo y la inflación importada con motivo de los aranceles. Consideramos que han existido mejores puntos de entrada en el mercado estadounidense que en el actual y que pueden encontrarse más valores en otros ámbitos.

Columna de Charles Hepworth, director de inversiones, miembro del equipo de carteras gestionadas de GAM Investments.

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¿Pasó la tempestad? ¿Cuánto durará la recuperación?

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¿Pasó la tempestad? ¿Cuánto durará la recuperación?
Foto: xPhere CC0. ¿Pasó la tempestad? ¿Cuánto durará la recuperación?

Las bajas en 2011 y 2012 del Dow Jones (DJ), S&P 500 (S&P) y Nasdaq Compuesto (NASDAQ), de 17%, y 18%, en promedio, respectivamente, sin incluir a Russell 2000 (RUT) porque cayó mucho más, se entendieron como baches en la trayectoria de recuperación de la gran crisis. Alineado al proceso, el índice principal de la BMV (IPC) declinó 10% y 14% en uno y otro año. Se asume que a partir de 2014 las bajas de las bolsas se derivaron de la nueva realidad política y económica global. Así, a mediados de 2015, los índices perdieron hasta 14% en promedio (RUT, 24%) desde sus nuevos máximos. Durante 2018, Wall Street ya había dejado 10,5% en promedio en el camino, con un proceso de recuperación de DJI y S&P que se dilató por nueve meses. El IPC, que en 2015 estaba por culminar su alineación a la dinámica alcista generalizada, produjo entonces bajas de 12%; en el primer semestre de este año, perdió también 12%.

Retroceso similar al de otras ocasiones, pero…

El ajuste actual de Wall Street hasta el punto mínimo (semana del 20 al 26 de noviembre), promedia 11% (si agrupamos a RUT, que es más sensible, la media se eleva a 12,5%). El IPC, que se desligó de DJI y S&P a partir de octubre de 2016 (factor Trump), y que hacia julio de este año parecía tender a emularlos (factor electoral), se desplomó 22%. En proporción, cayó lo doble de lo que cabría esperarse.

Por su magnitud, el retroceso global se consideraría “normal”, similar a los que ha habido en este largo proceso de alza (bull market), si no fuera por diversos elementos que mencioné en la colaboración pasada y que, entremezclados con los excesos de créditos apalancados y la incertidumbre que supone el endeudamiento internacional (gobiernos, empresas, hogares), con dólar y réditos más altos (el FMI hizo sonar las alarmas), las posibilidades de “rebote” accionario no lucen inminentes como en las veces pasadas.

Un par de indicios positivos es 1) que DJI, S&P e NASDAQ, como previmos, parecieran sostenidos por las líneas de los promedios móviles (PM) de 200 y 300 días y 2) la formación técnica que dibujan a partir del 24 de octubre, parece ser alentadora. La tesis se mantiene: ahí puede estar por ahora el soporte duro.

¿Cuánto para volver a máximos?

En medio de contextos difíciles, en las ocasiones posteriores a 2009, las bolsas han tardado al menos seis meses, en una de ellas más de un año, en tornar a sus techos previos. Ahora, aun con el entorno externo más complicado, que incluye diversas emisoras de peso oscilando en zona bajista (bear market), se advierten visos de solución. Sobre todo, porque los problemas no son del tamaño ni entrañan la dificultad extrema que los de hace diez años. Si los responsables atienden como es debido los aspectos cruciales, la escalada podría conformarse entre diciembre y mayo. Desde luego, dada la reconfiguración geopolítica mundial, persiste la otra posibilidad prevista: que sobrevenga estancamiento.

¿Cuánto menos habría perdido el IPC por el mero efecto dominó?

A simple vista y con base en lo que se ha visto desde la crisis, alrededor de la mitad de su caída brusca. ¿Su recuperación irá correlacionada a la de Wall Street? Es probable, e incluso es factible que salga antes de su hundimiento excesivo (subida a 45 mil puntos) si el nuevo gobierno presenta cifras presupuestales y plan de desarrollo coherentes y el congreso evita pronunciamientos o ideas vagas y grandilocuentes. Pese a todo, aunque el riesgo de agudización de la hondonada sigue latente, la situación interna no equivale a la de 1995, cuando el índice se desbarrancó 47%, ni el contexto internacional se equipara al de 1998, 2000 o 2008, cuando se difuminó el 45%, 37% y 47% de su valor, respectivamente. Por eso, a pesar de las formas erráticas del nuevo ejecutivo, el 22% de la baja actual parece en parte desmedido. 

Columna de Arturo Rueda

No rompamos el espejo

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No rompamos el espejo
Palacio de Versalles. No rompamos el espejo

“El futuro no es lo que va a pasar, sino lo que vamos a hacer”   Jorge Luis  Borges (1899/1986).  

Hace pocas semanas leía en el diario económico “El Cronista” una noticia según la cual Argentina ocupa el último lugar en un ranking que elabora la consultora Mercer, según su Índice Mundial de Pensiones, de acuerdo al nivel de sustentabilidad y sostenibilidad para hacer frente al envejecimiento poblacional.

La pregunta entonces es, ¿qué vamos a hacer de cara al futuro…? Podemos esgrimir cuestiones dogmáticas respecto a lo que debe ser sostener un sistema de reparto solidario, el punto incuestionable es…. ¿cómo se financia?  En Brasil con poco más de 4 aportantes por jubilado, trabajan en una reforma, en nuestro país, con 1.4 aportantes por cada haber previsional, el tema puede esperar….

El filósofo Coreano Buying-Chul Han (1959), en su libro “Hiperculturalidad” cita en su inicio a Carl Schmitt (1888/1985): “Sin embargo, el temor humano ante lo desconocido es, muchas veces, tan grande como su horror ante el vacío, aunque lo nuevo sea superación de ese vacío. Por eso, muchos ven solo desorden sin sentido donde en realidad un nuevo sentido está luchando por lograr un nuevo orden. Es verdad que el viejo nomos se hunde sin duda y con él todo su sistema de medidas, normas y proporciones tradicionales. Pero el venidero no es, sin embargo, ausencia de medida ni pura nada hostil al nomos… Incluso en la más encarnizada lucha de nuevas y antiguas fuerzas nacen medidas justas y se forman proporciones sensatas”.

Creo a esta altura de los acontecimientos, ya no es necesario abundar en detalles respecto a los profundos cambios que derrama sobre nosotros la 4ta revolución industrial tecnológica/digital, y que impactan en el empleo, en las formas tradicionales de empleabilidad, en las finanzas, en la economía y en una sociedad con nuevas formas de relacionarse, además de la familia tradicional, que fuera la manera de mis abuelos, de mis padres, la mía… ¿ y de mis hijos…?

Todo este amplio contexto nos requiere ya no capacidad de adaptación al cambio, sino una necesaria plasticidad para permanecer en el cambio, dado que muchas veces lo flexible, tiende a volver a las formas iniciales.

No se trata de interpretar desde una mirada fatalista todo el enorme entorno de cambios exponenciales, sino desde una mirada que nos permita vislumbrar las mejores oportunidades de cara a los nuevos desafíos.

El filósofo Nicholas Rescher (Alemania 1928) tiene una magnífica cita: “El hombre es una criatura condenada a vivir en una zona crepuscular de riesgo y oportunidad”. Es indudable que convivimos con el riesgo todo el tiempo, lo sensato es en nuestro devenir, en nuestro hacer, no dejar de ver aquellas oportunidades que surgen a partir del fluir de cambios permanentes.

Siempre podemos optar por lo dogmático, por el sostenimiento de sólo una misma respuesta a pesar de las evidencias de los cambios, por ejemplo, respecto al análisis del mejor sistema previsional para una sociedad en su conjunto.

En el mientras tanto el tiempo corre, su rutina es implacable, nunca se detiene y según la tradición que enmarca ciertas etapas de la vida, en un momento muy determinado, sean 60, sean 65 años, nos debemos jubilar. Ese punto de inflexión, ese tipping point, será reflejo, más allá de la cobertura que nos provea entonces el sistema previsional de turno, de nuestra capacidad de ahorro y previsibilidad durante todos los años de plena actividad.

Hay dos muy elementales cuestiones por analizar cuando pensamos en ahorro de largo plazo:

Una es, construir capital, es una muy concreta necesidad de todos y cada uno, desde nuestra juventud. Sea motivados por proyectos y sueños muy concretos, sea por la certeza de ocuparnos a tiempo de nuestra futura jubilación, sea por cuidado de nuestro entorno familiar, de la colaboración de la salud de padres y abuelos, de los estudios de nuestros hijos, necesitamos construir capital mediante una actitud responsable de ahorro como hábito permanente en nuestra vida.

La otra es el resguardo de capital, una vez que lo logramos acumular. En este caso se abren otro tipo de temas. Buscar los instrumentos idóneos a tal fin, asumiendo claramente riesgos, volatilidades, y según pasen los años, con un sesgo hacia posibilidades conservadoras para preservar el capital acumulado. Es menester conocer, de manera casi indispensables, las alternativas de planificación sucesoria. 

Tanto sea que estemos ante una de las alternativas precedentes, sea construir capital, sea conservar capital, incluso sean ambas a la vez, existen instrumentos, entre otros, hoy idóneos, como los seguros de vida con capitalización y seguros de retiro.

El economista Tomás Bulat (1964/2015) que nos dejara de manera muy temprana y se lo extraña mucho, en su libro “La economía de tu vida”, expresa: “Hay básicamente tres razones por las que ahorramos. La primera es el ahorro como consumo diferido, en este caso, es importante definir claramente el objetivo de tu ahorro ya que es indispensable para saber cómo dosificar el esfuerzo (una propiedad, un auto cero kilómetros, viaje de cumple de 15 de hija…). La segunda, es el ahorro como seguro ante la incertidumbre o ante riesgos eventuales. Por ejemplo, ahorrar por si perdemos el trabajo, o por una enfermedad, por ayudar a un familiar. Este ahorro funciona como un seguro ante eventuales incidentes que puedan poner en riesgo nuestro nivel de vida o de personas muy cercanas. El tercero, es el ahorro para el momento de retirarnos de nuestra actividad productiva y jubilarnos. Es decir que ahorramos para la llegada de un suceso que sabemos cierto”.

A manera de cierre, comparto esta cita de Warren Buffett, el oráculo de Omaha: “No ahorres lo que queda después de los gastos, gasta lo que queda después de ahorrar”.

Muchas veces cuando el espejo refleja algo que no nos gusta, podemos sentirnos tentados en culpar al espejo…. Enojarnos por lo que vemos… El día en que nos jubilemos… nos miraremos en un espejo y deberemos hacernos cargo de aquello que nos refleje….

Ernesto R.  Scardigno es experto en pensiones, Magíster en Políticas Públicas, Financial & InsuranceLife Coach, ICF Membership y Miembro de la Cámara Internacional de Conferencistas

 

 

El crecimiento económico de China ante el G20

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El crecimiento económico de China ante el G20
Pixabay CC0 Public DomainJplenio. El crecimiento económico de China ante el G20

Las previsiones sobre el crecimiento económico de China por parte de instituciones multilaterales como el Fondo Monetario Internacional y la OCDE apuntan a una disminución gradual de un crecimiento que, por otra parte, mantendrá cierto vigor. Esta evolución es el resultado, a nivel interno, de la disminución del crédito y, a nivel internacional, de las disputas comerciales con Estados Unidos.

La próxima reunión del G20, que tendrá lugar en Buenos Aires, servirá de escenario para una nueva ronda de negociaciones entre Estados Unidos y China. Ambas potencias económicas se preparan para aproximar sus posturas en pos de la recuperación del comercio internacional. La falta de acuerdo, por el contrario, podría ser la antesala de una tercera ronda de aranceles, medida que podría frenar aún más el crecimiento económico global.

A lo largo de 2018, la economía china se ha visto afectada por dificultades internas. En particular, una de las medidas domésticas con mayor impacto sobre la economía china ha sido la drástica política de reducción del crédito anunciada tras el Congreso del Partido en octubre de 2017. Este brusco freno de la actividad crediticia ha provocado el debilitamiento de la demanda interna y, consecuentemente, ha profundizado la desaceleración económica.

El plan de las autoridades chinas para contener la expansión del crédito, por muy razonable que fuera en el contexto de una economía con un creciente endeudamiento, no se llevó a cabo en el momento oportuno; se ejecutó en paralelo al aumento de los aranceles estadounidenses.

Esta actuación se compensó al cabo de poco tiempo con una relajación gradual de las condiciones monetarias en la pasada primavera, complementada más tarde por medidas fiscales favorables. A medida que el impacto negativo de los aranceles estadounidenses va repercutiendo en la actividad económica, también lo hacen los estímulos monetarios y fiscales positivos que respaldan la demanda interna.

Últimamente han aparecido signos incipientes de estabilización. El crédito interno se ha recuperado de un mínimo de tres años y la actividad industrial interna parece haberse estabilizado justo por encima del límite entre expansión y contracción. Es demasiado pronto para hablar de un giro de tendencia decisivo, pero es un signo alentador en la economía nacional.

En medio de intensas conversaciones con Estados Unidos, el yuan también ha estado en el punto de mira por acercarse a la importante barrera psicológica de siete yuanes por dólar estadounidense. Los inversores parecen temer que una caída por debajo de este nivel podría provocar más volatilidad y una fuga de capitales, lo que podría tener un efecto de avalancha.

Pero el problema esencial es más complejo. Aunque una caída de la divisa favorece las exportaciones e indirectamente alivia el efecto de los aranceles estadounidenses sobre los bienes chinos, una nueva depreciación no sería nada buena para los dirigentes chinos y las negociaciones comerciales. Los Estados Unidos podrían volver a acusar al gigante asiático de manipular su divisa, una acusación que el secretario del Tesoro, Mnuchin, retiró recientemente, pero que los inversores siguen teniendo en mente.

En cualquier caso, recientemente, el yuan rebotó después de que Trump insinuara la posibilidad de un acuerdo entre Estados Unidos y China, unas negociaciones que tendrán lugar en la próxima Cumbre del G20 en Buenos Aires. Uno de los objetivos de la Cumbre es continuar fortaleciendo la cooperación del G20 en materia de comercio e inversiones, un eje temático que incluye en su agenda la reforma de la OMT. Pero mientras que el gigante asiático se presenta como inesperado defensor del liberalismo económico del comercio mundial con una divisa propensa a la volatilidad, la Administración Trump amenaza con una nueva ronda de aranceles por valor de 275.000 millones de dólares si no se llega a un acuerdo.

Por lo tanto, la Cumbre del G20 se configura como un momento clave que puede tener consecuencias más allá de las fronteras chinas. Aunque no se esperan importantes avances, los resultados de las negociaciones pueden ser determinantes para la evolución de la economía global. Mientras que un acuerdo entre China y EE. UU. puede servir de impulso para fomentar el comercio internacional, el incremento de aranceles y medidas proteccionistas puede frenar aún más las previsiones de crecimiento, lo que repercutiría negativamente sobre el resto de economías del mundo.

Tribuna de Adrien Pichoud, economista jefe de SYZ AM.

El posicionamiento defensivo es decisivo si siguen las tensiones comerciales

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El posicionamiento defensivo es decisivo si siguen las tensiones comerciales
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Miemo Penttinen. El posicionamiento defensivo es decisivo si siguen las tensiones comerciales

La confianza de los consumidores y empresarios podría crear nuevas oportunidades en 2019. En Janus Henderson consideramos que la política de comercio es la mayor amenaza individual que se cierne para ambas clases de activos. En este artículo se destaca la importancia de posicionarse de forma defensiva hasta que se alcance una resolución.

¿Cuáles son los temas clave que podrían definir los mercados en 2019?

La boyante economía de Estados Unidos y la mejora en la confianza de los consumidores y empresarios deberían sustentar la solidez de la Bolsa estadounidense el próximo año. En nuestra opinión, la confianza general que existe entre los consejeros delegados (CEO) y la mayor certeza en el régimen fiscal redundarán en una inversión empresarial continuada y en operaciones de fusión y adquisición. Aunque ya hemos dejado atrás las ventajas inmediatas de la reforma fiscal, el valor de invertir con vistas al crecimiento todavía no se ha materializado del todo. Sin embargo, ahora el problema es que las empresas están sopesando esas ventajas frente a otras inquietudes, incluida la política de comercio. Aunque confiamos en que se alcanzará una resolución positiva, somos conscientes de que las continuas disputas comerciales y el eventual resultado de las políticas podrían influir notablemente en las acciones estadounidenses de gran capitalización, así como en la confianza de consumidores y empresarios y en la economía mundial en su conjunto.

¿Dónde ve las oportunidades y riesgos más significativos en su clase de activos?

En vista de la bonanza económica, la mejoría del mercado laboral y el modesto crecimiento de los salarios, prevemos que los consumidores seguirán gastando en 2019. Nuestro objetivo es aprovechar las sólidas tendencias de los viajes internacionales y el deseo de experimentar momentos únicos. La migración secular hacia una mayor conectividad y el «Internet de las cosas» también deberían crear oportunidades, especialmente para los fabricantes de semiconductores y equipos de semiconductores.

Por otro lado, seguimos centrados en identificar empresas que aprovechen las fuerzas disruptivas para mejorar los modelos de negocio y aumentar los márgenes. Los valores tradicionales asociados al sector industrial y al transporte seguramente seguirán beneficiándose a medida que implantan mejoras tecnológicas para generar crecimiento y eficiencia. No obstante, las fuerzas disruptivas también plantean un riesgo. Somos conscientes de que los servicios de sanidad y financieros probablemente serán los próximos grandes sectores abocados a la disrupción; en este contexto, la capacidad de las empresas para combatir los ciberataques es motivo de preocupación creciente. Aun así, consideramos que la política comercial es la mayor amenaza individual para muchas de las tendencias antedichas y las compañías multinacionales en que participamos. Los onerosos aranceles tendrían efectos inflacionarios en Estados Unidos, y los crecientes costes de las importaciones podrían recortar los márgenes de beneficio, mermando así la capacidad de los exportadores para competir en mercados internacionales.

¿De qué modo sus experiencias en 2018 han variado su enfoque o previsión para 2019?

La escalada de las tensiones comerciales y la respuesta global a los aranceles de Estados Unidos nos han recordado lo que podría avecinarse en 2019. Si la resolución al conflicto comercial no es gravosa, la confianza probablemente se mantenga alta, con la inflación controlada y el mercado de tipos de interés benigno, lo cual ofrecerá un trasfondo positivo para la renta variable. Ahora bien, la Reserva Federal constituye un riesgo en sí mismo, por lo que esteramos atentos a su trayectoria en el caso de que mueva ficha con más contundencia de lo que estaría justificado, frenando con ello la economía estadounidense. Dadas las incertidumbres que se atisban en el horizonte, nos posicionamos de forma más defensiva a medida que entramos en 2019, comparado con nuestra posición en 2018. La dimensión prudente de las posiciones y la disciplina para recoger beneficios en nombres más sensibles a la coyuntura será una parte importante de nuestro enfoque. También supervisaremos periódicamente las exposiciones de nuestra cartera, especialmente en el sector industrial, para identificar empresas expuestas al riesgo asociado al comercio. Si las condiciones se deterioran, trataríamos de reducir aún más nuestra exposición al sector industrial al tiempo que prestamos más atención a compañías de consumo básico que se consideran más defensivas y poseen sólidos fundamentales.

Columna de Marc Pinto, gestor de carteras de renta variable y renta fija estadounidense en Janus Henderson Investors.

Si quiere más información no dude consultar nuestras Perspectivas de Inversión para 2019

 

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