ASG: equilibrio entre dos extremos en un contexto de energía cara
| Por Cecilia Prieto | 0 Comentarios

Hace un año, ASG acaparó la agenda y los líderes mundiales terminaron por comprometerse firmemente a abordar el cambio climático en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2021 (COP26). Adentrados ya en 2022, el conflicto entre Rusia y Ucrania ha creado un entorno más arduo. La combinación de restricciones en el suministro y las sanciones ha encarecido la energía y se han lanzado acusaciones despectivas contra los ASG al dispararse los precios energéticos.
«El culpable es la escasa inversión en combustibles fósiles». Eslóganes como este se han convertido recientemente en algo común e ignoran la hipótesis de que si se hubiera gastado más en energías renovables y en capacidad de almacenamiento de energía, ahora quizás no dependeríamos tanto de los combustibles fósiles.
Además, olvidan la verdadera razón de los altos precios del gas: la interrupción del suministro de gas procedente de Rusia.
Las consecuencias de este sentimiento se reflejan en las acciones de algunos estados de EE. UU que están legislando activamente contra los ASG, y en algunas gestoras de activos que han lanzado fondos claramente alejados de los aspectos ASG.
Sin embargo, la subida de los precios energéticos no debería implicar que abandonemos los ASG como algunos propugnan, y menos aún correr a toda velocidad hacia la inversión en combustibles fósiles.
Conviene recordar que los precios de las materias primas pueden ser muy volátiles y que el sector de la energía es uno de los que exige un análisis crediticio minucioso.
En Estados Unidos, la energía viene representando un tercio de los impagos desde 2000, cifra que se eleva hasta el 45 % desde 2010, un periodo que incluye el brusco desplome del precio del petróleo en 2014/15. Esto nos recuerda que los precios de la energía pueden bajar al igual que subir, aunque no se perciba así en estos momentos.
Figura 1: Mira antes de saltar. Ponderación del sector de impagos en EE.UU desde 2000
Fuente: Bloomberg, Barclays Research, del 2000 al 2022, julio de 2022.
También debemos observar que las energías renovables suelen ser más baratas cada año. La principal área de costes reside en el coste total instalado (equipos e instalaciones), que ha tendido a la baja. La Agencia Internacional de Energías Renovables, un organismo intergubernamental con sede en Emiratos Árabes Unidos, rico en petróleo, informó que el coste de la electricidad mundial procedente de parques eólicos terrestres en 2021 cayó un 15 % comparado con el año anterior y se redujo un 13 % en parques eólicos marinos y un 13 % en paneles fotovoltaicos.
Además, casi dos tercios de la generación de energía renovable añadida en 2021 resultó menos costosa que las opciones de carbón más baratas en los países G20.
Las cifras son importantes.
La inversión en energía verde no es solo una cuestión medioambiental, sino que tiene un sentido financiero a largo plazo. Por eso es importante distinguir entre los shocks momentáneos y los fundamentos de inversión a medio y largo plazo.
Actualmente, la lucha por el gas en Europa reside en la inquietud por la energía y la seguridad nacional provocada por la repentina reducción de los suministros de gas de Rusia, que había representado alrededor del 40 % de las importaciones de gas de la Unión Europea antes del conflicto Rusia-Ucrania.
La sustitución de ese suministro llevará tiempo, pero ya está en marcha. A muy corto plazo, eso significa encontrar fuentes alternativas de energía; sin embargo, a largo plazo, la solución a la dependencia del gas extranjero pasa por las nuevas tecnologías y por disponer de un mix energético nacional variado. Las energías renovables ofrecen el doble premio de la independencia energética con combustible gratuito (viento, sol y lluvia) y una economía más ecológica.
La escasez de suministro de gas de Rusia produce un resultado equivalente a un impuesto al carbono que excedería con creces lo que habría exigido el acérrimo grupo de presión ecologista. A decir verdad, el clima general de endurecimiento monetario aplicado por los bancos centrales (el Banco Central Europeo (BCE) subió los tipos ese mismo día) contribuyó a este aumento, pero es probable que también se deba, en parte, a la preocupación por la mayor carga de la deuda, tras estimar el Instituto de Estudios Fiscales que podría costarle al gobierno 100.000 millones de libras solo en el primer año.
Los ASG están a la vanguardia de la eficiencia
Una de las formas más rápidas de poner en equilibrio la demanda y la oferta cuando esta última es limitada es simplemente reducir la demanda. En casos extremos, esto podría implicar un racionamiento, algo que no es inconcebible en Europa en los próximos meses si un invierno frío ejerce presión sobre el gas.
Ahora bien, la demanda también puede reducirse siendo más eficiente. Entre los ejemplos destacan un mejor aislamiento o electrodomésticos más eficientes en los hogares o en la industria a través de la robótica, y el software como servicio.
Lo bueno de la eficiencia es que ayuda a reducir los costes al tiempo que beneficia al medio ambiente, lo que aporta ventajas tanto a las empresas como a los consumidores.
Los ASG pueden ayudar a limitar el riesgo reputacional
Esto se ha vuelto cada vez más importante en la era de las redes sociales, donde las noticias se amplifican, y una reputación dañada puede salir muy caro. Para los bonistas, la reducción del riesgo es fundamental para captar la prima del diferencial que los prestatarios ofrecen como compensación de un posible impago. Una empresa que se preocupa o ayuda a mitigar su impacto en el medio ambiente probablemente se enfrente a menos deudas.
Puede decirse que el BCE está siendo pionero en reconocer el riesgo financiero relacionado con el clima, al expresar el temor de que el cambio climático pueda conducir a trastornos que afecten a los bancos, y que los bancos puedan terminar prestando con cargo a activos bloqueados.
Para dar ejemplo, a partir de octubre, el BCE tiene previsto variar gradualmente su cartera de bonos corporativos de 343.000 millones de euros para desprenderse de activos con uso intensivo de carbono.Algunos podrían ver esto como una extralimitación de poderes, pero está mostrando liderazgo en impulsar el cambio.
La intervención normativa por sí sola no es una solución.
Los gobiernos del mundo entero están aceptando las evidencias científicas del cambio climático, ya que el aumento de las temperaturas globales está relacionado con el uso de la energía intensiva en carbono por los seres humanos. Esto lo vemos en los compromisos de cero carbono neto que se han convertido en ley.
Los gobiernos son decisivos para ayudar a redactar leyes que puedan eliminar el problema del «free-rider» (aprovechado), reforzando la normativa y llevando a las economías por caminos que sean más beneficiosos para la sociedad en su conjunto.
Aquí cabe mencionar la Ley de Reducción de la Inflación (Inflation Reduction Act ) de 2022 en EE. UU, que propone ofrecer 375.000 millones de USD para atajar el cambio climático, y el paquete de la UE de Próxima Generación de 806.000 millones de EUR que está estructurado para promover una recuperación ecológica.
Estas iniciativas, por sí solas, representan una enorme oportunidad de inversión y son solo una parte de la inversión anual global que se precisa para la transformación energética hacia cero emisiones netas.
Fundamentales y pragmatismo
Los factores ASG hace tiempo que se tienen en cuenta a la hora de tomar decisiones de inversión. En renta fija, en particular, donde la mitigación del riesgo de pérdida es el eje central de la inversión, es esencial identificar y comprender los riesgos ASG elevados.
También permite encontrar mejores historias de ASG, que, con el tiempo, deberían traducirse en un menor coste del capital y la posibilidad de lograr mejores rentabilidades ajustadas al riesgo.
Probablemente siempre habrá ocasiones en las que la adopción de un enfoque táctico a corto plazo pueda salir a cuenta, pero los ASG revelan sus verdaderos resultados en el medio y largo plazo.
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