MFS Investment Management sigue expandiendo su negocio en Europa con el nombramiento de Reyes Brañas Pampillón como directora de ventas para la Península Ibérica. La incorporación de Reyes Brañas al equipo liderado por Carlos Aparicio permite a la firma seguir aumentando su capacidad para prestar servicio a inversores profesionales en España y Portugal.
Brañas se centrará en reforzar y desarrollar las relaciones con redes de distribución de banca privada y agentes, atendiendo las necesidades de estos clientes para garantizar que MFS mantiene y fortalece sus relaciones a largo plazo.
Reyes Brañas Pampillón se incorpora desde Edmond De Rothschild Asset Management, donde fue responsable de ventas para redes de distribución de agentes y EAFs. Con anterioridad, trabajó durante más de siete años en Franklin Templeton Investments, firma en la que desempeñó distintos cargos en el seno del departamento de ventas.
Reportará a Carlos Aparicio, director general de MFS para España y Portugal, y trabajará junto a Alejandro Sánchez Toledo, Gonzalo Alonso y Oliver Arévalo-Bacon. Con esta incorporación, MFS cuenta ahora con un equipo compuesto por cinco integrantes radicados en Madrid.
«España es un mercado estratégico para MFS en Europa y en los últimos años hemos reforzado nuestra presencia comercial y nuestra visibilidad en el país para poder brindar el mejor servicio posible a nuestra creciente base de clientes. Estamos encantados de contar con Reyes en el equipo. Sus conocimientos y su experiencia a la hora de desarrollar y atender las relaciones con los clientes, la convierten en una incorporación clave para el equipo y para MFS», comenta Aparicio.
«Estoy muy ilusionada por unirme a MFS y por qué se me haya dado la oportunidad de representar a una gestora de renombre mundial que cuenta con una posición arraigada y de gran solidez en toda la región ibérica. Espero con interés trabajar con el equipo de cara a afianzar el mercado de compradores profesionales, ampliar la base de clientes y desarrollar estrechas relaciones con clientes potenciales que buscan soluciones de inversión a largo plazo», añade Brañas Pampillón.
MFS Investment Management actualmente atiende a clientes mayoristas en toda Europa, y tiene sus oficinas centrales de ventas europeas en Londres, así como oficinas regionales en Fráncfort, Zúrich, París, Madrid y Milán
Pixabay CC0 Public Domain. El darwinismo digital está en un punto de inflexión disruptivo para los inversores
La conectividad a Internet y las herramientas digitales han transformado todo, desde el comercio minorista hasta la forma en que vemos películas, aprendemos, pedimos comida y experimentamos la asistencia sanitaria, obligando a innumerables empresas de todas las industrias y sectores a evolucionar hacia nuevas realidades digitales o a arriesgarse a la extinción en un proceso continuo que ha llegado a conocerse como darwinismo digital.
Ahora, esta tendencia se encuentra en un punto de inflexión que hará que la disrupción de las últimas dos décadas parezca una apuesta sobre la mesa, con innumerables implicaciones para los inversores.
En la actualidad, los avances en software y hardware, junto con la inteligencia artificial (IA), se han acelerado hasta tal punto que la tecnología está creando oportunidades de innovación, impacto y disrupción sin precedentes en todos los países y sectores económicos. Este fenómeno global barrerá del mapa a algunas empresas, permitirá a otras ganar una cuota de mercado dominante y tendrá un impacto en el orden geopolítico mundial. También es una oportunidad para que los inversores se beneficien de la disrupción y contribuyan a un cambio positivo en el mundo real.
Esta supervivencia basada en el que sea «más apto digitalmente» pone de manifiesto los puntos débiles de las empresas que carecen de destreza tecnológica, al tiempo que permite a otras -a veces pequeñas compañías- dominar. Aunque el darwinismo digital ha sido hasta ahora más prominente en el sector del consumo, ahora lo está impregnando todo en un momento de crecimiento exponencial, acercando cada vez más a la sociedad a lo que Ray Kurzweil denomina “singularidad: el momento en que el poder del hombre y de la máquina convergen”.
La evolución se evidencia en el acortamiento del ciclo de vida de las empresas: la longevidad de una empresa cotizada en el S&P500 era de 30-35 años en los años 70, pero se espera que se reduzca a 15-20 años durante esta década, según Huron Consulting.
En medio de este cambio de paradigma, destacan tres tendencias a las que los inversores deberían prestar especial atención:
Los datos y la conectividad. Hace tres décadas, pocas personas tenían acceso a Internet, ahora el 60% de las personas viven online, lo que acelera la disrupción al generar 2,5 quintillones de bytes de datos diarios. Esos datos se están utilizando para mejorar los bienes y servicios. El Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) pone de manifiesto el ritmo del cambio, ya que solo en 2021 crecerá un 9% hasta alcanzar los 12.300 millones de conexiones. Además, cada vez más la economía mundial es digital: dentro del índice MSCI All Country World, las empresas digitales generarán unos 7,4 billones de dólares de ingresos en 2020, frente a 2,2 billones en 2001. Se prevé que esta cifra alcance los 30 billones de dólares en 2040, creando oportunidades en todos los ámbitos, desde el metaverso hasta las redes, la infraestructura de conectividad, los semiconductores, el almacenamiento en la nube y la ciberseguridad.
Hombre y máquina. Este concepto parte de la noción de que el cuerpo humano es el hardware y el ADN su código de software. Por ejemplo, la velocidad, la innovación y la colaboración que llevaron al rápido desarrollo de las vacunas frente al COVID-19 sugieren que los científicos y los tecnólogos pueden avanzar significativamente en la forma de tratar todo tipo de enfermedades. Los científicos de la nanotecnología están instalando microelectrodos para ayudar a los ciegos a ver. Más allá de la salud, la era del hombre y la máquina también tiene un gran potencial. A medida que el metaverso difumina las líneas entre las experiencias físicas y las digitales (impulsadas por la conectividad a Internet, la realidad virtual y el blockchain), las compras, el entretenimiento, la cultura y los pagos se verán revolucionados. Imagínese estar en su cocina renovada antes de empezar la construcción o probar un coche en casa. En la educación, los estudiantes pueden sumergirse en una cultura o lugar. Imagine que aprende sobre las pirámides de Egipto «visitando» una en el metaverso. Los medios de comunicación también cambiarán inexorablemente. Hoy en día, en Estados Unidos, los consumidores consumen 11.000 millones de días de contenido digital al año y ven otros 14.000 millones de días de televisión al año, lo que sugiere que el mercado de las experiencias inmersivas es enorme.
Tecnología climática. Abordar el cambio climático es nuestro mayor reto actual, pero tenemos que crea oportunidades para que los inversores apoyen un cambio positivo. Hasta junio de 2021, se invirtieron 87.500 millones de dólares en empresas que combaten la crisis climática, frente a los 24.800 millones del año anterior, según PwC. A medida que se gasta más capital en la transición, una inversión significativa fluirá hacia los innovadores tecnológicos. El enviado de EE.UU. para el cambio climático, John Kerry, prevé que la mitad de los recortes necesarios para lograr emisiones netas cero «provendrán de tecnologías que aún no tenemos». Los inversores pueden apoyar todo tipo de tecnologías, desde los mercados de compensación de carbono impulsados por la inteligencia artificial hasta la mejora de la infraestructura energética.
Todo esto podría sacudir el orden geopolítico mundial a medida que las principales economías, como Estados Unidos y China utilicen la tecnología para competir por el dominio de las industrias vitales del futuro, desde la fabricación de paneles solares hasta los semiconductores y la robótica. Según todo esto se desarrolle, habrá volatilidad a medida que ciertos países ganen poder marginal y ventajas en sectores particulares. Sin embargo, en general, espero que se formen con el tiempo alianzas mundiales estables que faciliten la disrupción sin una volatilidad onerosa.
Estas tendencias suponen un reto para los enfoques tradicionales de inversión en renta variable, ya que, al fin y al cabo, tampoco son inmunes al darwinismo digital. En este sentido, el enfoque evolutivo para la compra de acciones parece que será de naturaleza temática, donde los inversores pueden asignar el capital a través de temas como la inteligencia artificial, el metaverso, la tecnología limpia, la vida sana, la seguridad alimentaria o el agua, en lugar de basarse estrictamente en industrias, sectores o regiones. Este proceso también podría ayudar a asignar el capital de manera más eficiente durante la transición a un mundo más sostenible, permitiendo que las carteras inviertan para lograr un impacto, contribuyendo a la vez a las soluciones y beneficiándose potencialmente de la volatilidad causada por la inevitable disrupción.
Tribuna elaborada por Virginie Maisonneuve, directora global de inversiones en renta variable de Allianz Global Investors.
Pixabay CC0 Public Domain. 52 días marcados por política monetaria, fiscal y la inflación: ¿hacia dónde van las grandes economías en 2022?
2022 promete ser un año de transición. Ahora que pasamos el ecuador del primer trimestre, las gestoras apuran para presentar sus perspectivas más actualizadas para los próximos meses. En todos sus documentos hay tres palabras clave que se repiten: inflación, política monetaria y China. Y lo más significativo es que estos factores, que marcarán los mercados este año, tienen en común que transitan hacia una nueva realidad llevando a las principales economías a nuevos retos.
“Es probable que 2022 se caracterice por ser un año de normalización muy parecido a lo que ocurrió en 2004 y 2010, en el que las políticas monetarias y fiscales empiezan a ser menos favorables al crecimiento mundial. Se espera que los responsables de las políticas se endurezcan tras dos años de medidas de apoyo muy laxas, pero es probable que la pérdida de impulso del crecimiento en medio de las crecientes presiones inflacionistas limite a los bancos centrales. La posibilidad de que se produzcan errores en la política y los cambios en la percepción del mercado son aspectos que hay que vigilar”, apuntan desde Eastspring Investments.
Según explica Fernando Fernández-Bravo, responsable de Ventas Institucional de Invesco, volveremos a tener ciclos más normalizados y de crecimiento, gracias a que el efecto de las política monetarias sigue ejerciendo un viento a favor. Para la gestora el punto de partida es claro: “Tras una drástica evolución de las políticas monetaria y fiscal en 2021 y 2021, se dan las condiciones para que 2022 sea un año de transición según las políticas y las economías avancen hacia una situación de mayor normalidad. Sin embargo, persisten problemas que quizá definan el entorno económico y del mercado, como la continuidad de la disrupción en la cadena de suministro y un aumento de la demanda que amenaza con mantener la inflación alta en las diferentes economías. Para 2022, nuestra perspectiva se centra en la inflación y cómo los mercados y los responsables de política podrían reaccionar a ella”.
Pero, ¿en qué punto del ciclo estamos? En opinión de Fernández-Bravo, aunque su hipótesis de referencia no es negativa, cree que la economía mundial podría parecerse a una ralentización de mediados de ciclo. “Creemos que la disrupción ocasionada por la pandemia ha alterado significativamente el análisis tradicional del ciclo económico. Vemos que la senda que encaramos es de transición, caracterizada por un periodo de crecimiento continuado, pero con una tasa de variación en retroceso según las economías digieran las extraordinarias medidas de política tomadas por la pandemia. 2022 parece que será un año de transición en que las economías regresarán a tasas de crecimiento estructurales”.
“Creemos que 2022 será un año en el que el crecimiento mundial volverá a ser sólido, aunque es probable que a principios de año se experimente cierta debilidad debido a la variante ómicron. La inflación debería alcanzar su punto álgido a mediados de año, pero en nuestra opinión es probable que se mantenga por encima de los objetivos de los bancos centrales durante todo el año, con lo que los precios seguirán centrando las preocupaciones de inversores y autoridades. También será un año de endurecimiento sincronizado de la política monetaria y de nuevos y rápidos avances en la transición energética”, añade Ben Way, jefe de Grupo de Macquarie Asset Management.
Perspectivas de crecimiento
Sin embargo, desde Carmignac hablan de una ralentización que no será excesiva y según sus estimaciones, el ritmo de crecimiento de la economía mundial debería desacelerarse del 5,5% en 2021 al 4,2% este año. A corto plazo, el primer semestre del año debería ser testigo de una brusca desaceleración impulsada por la variante ómicron, los elevados precios de la energía y el impacto del endurecimiento monetario en los mercados emergentes y las economías anglosajonas. Por lo que la gestora espera que la economía mundial se recupere a partir de la segunda mitad del año gracias a las políticas de estímulo adoptadas por China.
“A corto plazo, la zona euro seguirá acusando los elevados precios de la energía vinculados al enfrentamiento entre Rusia y la OTAN, así como su dependencia de las cadenas de suministro mundiales. Pero una vez que estos obstáculos desaparezcan, Europa debería poder beneficiarse de una posible y total recuperación de su mercado laboral gracias a un impulso presupuestario positivo”, señala Raphaël Gallardo, economista jefe de Carmignac.
Según Invesco, tras unos programas fiscales ingentes y una política monetaria muy acomodaticia, las economías se ralentizarán desde sus elevadas tasas de crecimiento posteriores a la pandemia para registrar un ritmo más normal.
“Creemos que tanto Estados Unidos como la zona euro podrían crecer a un 5%, mientras que China tendrá un comportamiento opuesto a los países desarrollados, es decir: el país se centrará en proporcionar estímulos y apoyos a la economía, mientras el resto de países tienden a retirarlo. Para China, auguramos que el crecimiento se moderará iniciado el primer semestre de 2022, a lo que seguirá un repunte impulsado en parte por el respaldo oficial”, añade Fernández-Bravo.
Sobre Estados Unidos, Carmignac considera que está entrando de lleno en modo de sobrecalentamiento en el primer trimestre, incluso antes de lo que estimaban, debido a que la ola por la variante ómicron del coronavirus está deprimiendo todavía más la oferta de trabajo. “El crecimiento trimestral debería quedar reducido a la mitad, hasta el 2,4%, a finales de año, debido a las restricciones laborales y a la moderación de la demanda final (inflación elevada, orientación presupuestaria negativa y exceso de existencias de bienes duraderos). Ante el riesgo de que las expectativas de inflación queden desmontadas, la Fed no tiene más remedio que indicar un ciclo de endurecimiento monetario rápido en una economía en desaceleración”, señaló la gestora durante la presentación de sus perspectivas a finales de enero.
Por último, el equipo de expertos de Lombard Odier, analiza China y advierte de que es probable que este año se lleven a cabo ajustes pragmáticos en la política macroeconómica. Según apuntan, el reto del gigante asiático es que la economía no se desvíe en exceso del objetivo declarado de duplicar la renta per cápita de aquí a 2035.
“Mientras el crecimiento repunta después de un tercer trimestre excepcionalmente desfavorable, la agitación que rodea a los promotores inmobiliarios sigue lastrando la confianza de los compradores de viviendas y la inversión inmobiliaria. Prevemos que las autoridades, conscientes de la amenaza, relajen ligeramente la regulación del sector y lo apoyen a través de la política fiscal y monetaria”, afirman en su documento de previsiones.
La firma ha rebajado moderadamente la expectativa de crecimiento de China para 2022 al 5% para reflejar la incertidumbre reinante en el cuatro trimestre de 2021. Según indican, “estimamos que el crecimiento trimestral se acelerará con respecto al tercer trimestre del año y alcanzará un ritmo más respetable hasta mediados de 2022, respaldado por una mejor visibilidad de las políticas y una mayor normalización de la movilidad interna. Aunque la inflación de los precios de producción ha sido bastante elevada, no creemos que se produzca una aceleración paralela de los precios al consumo. Esta combinación relativamente benigna de crecimiento e inflación debería crear un margen significativo para que los responsables políticos consideren la posibilidad de introducir medidas de apoyo anticíclicas intermitentes”.
Gobiernos y bancos centrales
Tal y como destacan desde JP Morgan AM, desde el inicio de esta pandemia los gobiernos han puesto en marcha planes de gasto que mantendrán el apoyo a sus economías, mientras los bancos centrales retiran sus estímulos. “Mientras se eliminan los subsidios de desempleo y otras formas de estímulo a corto plazo, se incrementa el gasto en infraestructuras, sobre todo para facilitar la transición a las tecnologías de baja emisión de carbono. Esta perspectiva de apoyo a la política gubernamental puede verse cuestionada por una serie de acontecimientos políticos en 2022”, advierten.
Quiénes sí retirarán su apoyo serán los bancos centrales. Sobre ello, el documento de perspectivas de JP Morgan AM explica que el principal riesgo para los mercados es que los bancos centrales empiecen a preocuparse por la creciente presión inflacionista y pisen el freno. Sin embargo, la gestora lo ve poco probable.
“A lo largo de 2021, los bancos centrales han dejado muy claro que no están dispuestos a correr ningún riesgo con la recuperación. Estratégicamente, preferirían equivocarse por haber apretado demasiado tarde, que demasiado pronto. Ya en 2013, la Fed creó un brote de volatilidad en los mercados en lo que se conoció como el taper tantrum. La cuestión ahora es si los mercados se enfrentan a una situación similar cuando las compras de activos cesen en 2022. Nuestra principal expectativa es que los mercados lo evitarán”, señalan.
En este sentido, desde Eastspring Investments no creen que el tapering tenga un impacto tan grande en los inversores de bonos. “Se han estado preparando para la normalización de la política desde finales de 2020, en contraste con 2013, cuando el anuncio inesperado dio lugar al taper tantrum. Pero lo más importante es que los mercados emergentes se encuentran hoy en una posición más fuerte. Países como la India e Indonesia presentan superávits en su balanza de pagos en lugar de déficits, y los bonos de los mercados emergentes en su conjunto ofrecen un mayor rendimiento frente a los bonos del Tesoro de EE.UU. en comparación con 2013”, destacan en sus reflexiones para este año.
A vueltas con la inflación
Por último, lo que hagan las economías mundiales los próximos diez meses no se puede entender sin tener presente la inflación y su evolución. Los mercados empezaron con nerviosismo en 2022, reflejando la postura cada vez más restrictiva de la Reserva Federal con respecto a la inflación. En este contexto, la inflación se convierte en la variable clave. En nuestro escenario base, a partir de la primavera la inflación empezará a bajar y la Fed podrá suavizar su postura”, reconoce Eurizon en sus perspectivas mensuales.
Ahora bien, las gestoras advierten ciertas divergencias. Mientras los primeros datos de inflación sorprenden a la alza en Europa, Estados Unidos o Reino Unido, lo hacen a la baja en algunos mercados emergentes. “La inflación está empezando a sorprender a la baja en varios mercados emergentes, sobre todo en China e India. La inflación en China se ha desplomado hasta el +1,5% interanual, frente al 2,3% interanual del mes anterior, y ha sorprendido negativamente en dos décimas. El índice de precios al productor (IPP) chino sigue siendo elevado, con un 10,3% interanual, pero también en este caso se situó un porcentaje completo por debajo de las expectativas, mientras que el IPP estadounidense y el índice de precios de importación también se situaron ligeramente por debajo de las expectativas. Esto podría marcar el comienzo de tiempos mejores por fin, si la onda Omicron no conspira contra la normalización una vez más”, explica Geraldine Sundstrom, gestora de carteras de PIMCO.
Para Peter van der Welle, estratega de Robeco, el problema de la inflación ha repuntado por la escasez de suministros que siguió al fin de los confinamientos por el COVID-19 y al dispararse el precio de la energía, provocando una considerable merma en el poder adquisitivo de empresas y consumidores.
“La primera amenaza es que pensamos que los riesgos de inflación seguirán sesgados al alza algunos meses más, aunque prevemos que después se reduzcan significativamente. Los mercados financieros se están dando cuenta de que la Fed ha decido combatir la inflación, y descuentan cinco subidas de tipos en 2022 para afrontar esos riesgos inflacionistas”, explica Van der Welle.
En su opinión, aunque ello podría generar turbulencias, piensa que los mercados asumirán después que la inflación se desacelera, al menos en las partes cíclicas de la economía. “La prima de riesgo de la inflación, la compensación que los inversores exigen para protegerse de una inflación imprevista, ha remitido últimamente. La inflación ha acaparado la atención durante el último año, pero esa señal de los mercados de bonos nos indica que el mercado puede sobreponerse”, concluye el experto.
Si la inflación que estamos experimentando es realmente una reflación, es decir, un repunte de la actividad económica que también eleva algunos precios, probablemente no sea demasiado exagerado decir que esto es inequívocamente bueno para los mercados emergentes.
Podríamos entonces esperar que las pequeñas capitalizaciones superen a las grandes y que las empresas cíclicas, como las de energía, materias primas, bancos e industria, superen a las empresas de crecimiento secular, como las de consumo. En términos más generales, la reflación suele permitir que los valores de valor superen a los de crecimiento, lo que podemos caricaturizar como empresas con una baja relación precio-beneficio (PER) que superan a las de alto PER.
Sin embargo, si las subidas de precios que estamos viendo no están relacionadas con la recuperación económica y son simplemente un aumento de los precios medios, eso es más preocupante para los mercados. La verdadera inflación debería preocupar a los bancos centrales en la medida en que sea excesiva y/o persistente y, por tanto, pueda provocar una respuesta, como la subida de los tipos de interés y el posible fortalecimiento del dólar y la reducción de la liquidez. Las subidas actuales de los precios son ciertamente excesivas en gran parte del mundo; la inflación subyacente está muy por encima del objetivo del 2% de la Fed e incluso Europa ha experimentado una rápida subida de los precios.
Así que la pregunta clave es: ¿estas subidas de precios son permanentes o transitorias? Hay muchos indicios que sugieren que una gran parte es efectivamente transitoria y se debe a los cuellos de botella de la cadena de suministro. Si ese es el caso, la cura para estas subidas de precios son los propios precios en alza, ya que indicarán a las empresas que aumenten la producción. Esta sigue siendo la opinión de los mercados de bonos. Sin embargo, como hemos visto, los mercados intentan tener en cuenta una reacción de la Fed. Y ese es el núcleo del problema.
Para resumirlo, hay cuatro escenarios posibles para la evolución de la inflación y la reacción de la Fed en 2022. Podemos tener una inflación persistente y una Fed relajada, que avive los problemas y un mayor endurecimiento más adelante. O podemos tener una inflación persistente y una Reserva Federal estricta, que apriete los mercados. Peor aún sería una inflación transitoria y una Fed agresiva, lo que supondría un endurecimiento excesivo.
Sólo la inflación transitoria correctamente diagnosticada por una Fed dovish apoya a los mercados. Es un trabajo imposible. Añádase a esto que la economía estadounidense puede ser mucho menos sensible a las subidas de tipos que en el pasado, de modo que, incluso con las mayores expectativas de subidas de tipos, los inversores pueden estar subestimando la magnitud de las subidas necesarias si la inflación resulta ser realmente más persistente que transitoria.
Lo que ha llamado la atención del actual periodo inflacionista es el comportamiento del oro frente a otras materias primas. El petróleo y el cobre han subido mucho últimamente, mientras que el oro está mucho más apagado. El petróleo y el cobre son materias primas con un vínculo mucho más fuerte con el crecimiento económico y la producción; el oro es en realidad una cobertura contra los tipos de interés reales, y suele tener mejores resultados cuando la inflación sube más rápido que los rendimientos de los bonos. Así que esto también me sugiere que hay más reflación en esta subida de precios que una verdadera inflación persistente. Tengo la esperanza de que la Fed no tenga que ser demasiado agresiva. Estaré atento a las variaciones trimestrales de las tasas de inflación con la esperanza de que muestren una tendencia a la baja del Índice de Precios al Consumo (IPC) subyacente.
También hay un aspecto positivo: la baja inflación en Asia. Las tasas de inflación subyacente pueden haber aumentado drásticamente en Estados Unidos, Europa y América Latina, pero en gran parte de Asia apenas se han movido. Es cierto que Corea del Sur ha subido los tipos de interés, sobre todo para enfriar el mercado inmobiliario. Sin embargo, China se encuentra en un ciclo de relajación, Japón necesita más inflación e incluso la India, para la que la inflación ha sido un límite de velocidad inoportuno para la economía en años pasados, se ha dado un poco más de espacio para crecer manteniendo la inflación baja. Así pues, Asia es mucho menos vulnerable al endurecimiento de lo que ha sido históricamente y puede que incluso esté aplicando una política monetaria contraria a la de Estados Unidos.
En general, los efectos de la subida de precios en los mercados emergentes dependen fundamentalmente de la persistencia de las subidas y de la respuesta de la Reserva Federal y otros bancos centrales. Son cosas difíciles de saber. Aunque puede haber oportunidades de inversión dentro de los productores de materias primas, la mejor manera de abordar estos ciclos más bien opacos en el contexto de una cartera es mirar más allá de las cuestiones macroeconómicas y centrarse en aquellas empresas que son lo suficientemente fuertes como para navegar por el entorno. Así es como siempre hemos enfocado la inversión en los mercados emergentes.
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Pixabay CC0 Public Domain“Solo cuando baja la marea se sabe quién nadaba desnudo”, Warren Buffett. . Bañistas
Puede que los bonos estén a punto de volver a ser interesantes. Las preocupaciones continuadas en torno al COVID-19 y a la inflación han supuesto un recordatorio para los inversores en crédito de lo frágiles que pueden llegar a ser los mercados. Los diferenciales de crédito han sido volátiles, dando un potencial anticipo de lo que puede traer 2022.
Durante noviembre, los temblores de los mercados llevaron a los diferenciales – la prima que los inversores demandan para comprar bonos corporativos en vez de ‘treasuries’ de EE.UU.- a máximos que no se veían desde el inicio de la pandemia. Entre los factores que estaban impulsando la volatilidad estaban los miedos a que una variante del virus resistente a la vacuna volviera a llevar al mundo a un confinamiento económico. Pero lo que también está alimentando una posible caída en picado es la percepción de que la Fed tenga que normalizar su política monetaria más rápido de lo que espera el mercado. Esta potencial reversión a la media podría tener consecuencias negativas para aquellos inversores en bonos corporativos de baja calidad.
¿El final de una era?
Durante mucho tiempo, los inversores en crédito han estado vertiendo dinero sobre las áreas de alto riesgo del mercado de deuda corporativa, contando con que la Fed actuaría como una red salvavidas. Pero la volatilidad reciente puede estar augurando lo que está por venir. Después de todo, nada dura para siempre, incluyendo un ‘quantitative easing’ sostenido y contundente.
Al final, la Fed y otros bancos centrales tendrán que quitar la ponchera de la mesa y, entonces, las compañías con alto endeudamiento y sin flujos de caja estarán a merced de los mercados y las fuerzas inflacionarias. Los casos de inversión construidos sobre la base insostenible del dinero fácil se volverán decididamente endebles. Si se seca el mercado de crédito todo esto parecerá obvio, pero siempre lo parece a posteriori.
Por todos estos motivos nosotros elegimos ignorar el contexto macro y resistir el impulso de reaccionar a las exigencias de corto plazo. Nuestro trabajo es proteger el principal y los intereses de nuestros inversores con independencia de las condiciones del mercado.
No basamos nuestras decisiones de inversión ni en los tipos actuales ni en los proyectados a futuros, o en tendencias de los diferenciales de crédito, aunque la volatilidad de los últimos puede proporcionar puntos de entrada atractivos para invertir en crédito de calidad. No es que ignoremos la fotografía en su conjunto – monitorizamos de cerca la evolución económica y monetaria-, pero no influye sobre la tesis central de nuestro proceso de inversión.
En vez de eso, tenemos un enfoque quirúrgico sobre el crédito de calidad, los flujos de caja y las características del balance de emisores individuales, y sobre los precios que debemos pagar por cada título. La evaluación de la calidad del crédito y el precio relativo que le asigna el mercado está en el centro de nuestra estrategia de inversión. Desde la creación de nuestra firma en 1997, hemos estado buscando lo mismo para nuestros inversores: bonos seguros que cotizan a precios relativamente baratos. Para nosotros, el valor reside en la intersección entre seguridad y precio, sin importar las condiciones del mercado.
La historia se repite
Ha sido más difícil de encontrar crédito de calidad atractivo desde el punto de vista de las valoraciones desde hace algún tiempo. Sin embargo, nos mantenemos firmes en nuestro proceso y determinados para evitar dar el paso en falso de buscar rentabilidad en emisores inestables. Cuando se produzca la inevitable reversión a la media, creemos que estaremos bien posicionados para reasignar nuestro capital en bonos con valoraciones más convincentes.
Una caída en el rating medio de los emisores de crédito indica un potencial más elevado de impago, al tiempo que los inversores en crédito están empezando a sentir el aliento frío del deterioro de ‘covenants’ y de las estructuras de capital apalancadas. Entre las preocupaciones crecientes sobre la caída del crédito y unos ‘covenants’ más laxos, muchos podrían empezar a pagar por sus errores.
También fuimos así de conservadores en nuestra construcción de cartera durante la pandemia. Esto nos llevó la oportunidad de comprar bonos de nuestro universo a diferenciales muy amplios durante la primavera de 2020. Tenemos la esperanza de que el mercado presentará oportunidades similares en 2022 y creemos estar bien posicionados para capitalizarlas.
Margen amplio
Una de las métricas que demuestra la seguridad de nuestras posiciones es la cobertura con flujos de caja del pago de intereses. Insistimos en usar márgenes amplios de seguridad cuando evaluamos crédito, usando el tipo de escenario en el que los flujos podrían recortarse a la mitad una y otra vez y aun así tendríamos mucho margen de actuación.
Este nivel de comodidad, combinado con nuestra duración intermedia y la calidad del crédito, nos permite dar la bienvenida a cualquier reversión a la media debido al nuevo entorno de tipos de interés, a los problemas continuados que está causando el covid-19 a nivel mundial, o cualquier otra cosa. Mientras que otros asset allocators ávidos de rentabilidad han estado rotando activos de renta fija hacia otras áreas más arriesgadas del mercado, nosotros queremos ofrecer algo que, en nuestra opinión, se está volviendo un activo cada vez más raro: una estrategia de bonos que permita dormir por las noches, con un proceso repetible que busca generar retornos fiables en el largo plazo.
Puede que la historia no se repita, pero sí es cierto que rima. La situación actual nos recuerda mucho a 2007, pero la realidad es que no están escuchando los suficientes inversores: los cantos de sirena de un retorno libre de riesgo están empujando a los inversores cada vez más cerca del acantilado.
“Solo cuando baja la marea se sabe quién nadaba desnudo”. Es una cita de un legendario inversor en acciones y una persona de gran influencia sobre nuestra estrategia de inversión, Warren Buffett. Por supuesto que los factores macroeconómicos pueden alcanzar a los bañistas de renta fija. Nos sentimos muy cómodos con nuestros bañadores y damos la bienvenida al cambio de marea.
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Pixabay CC0 Public Domain. Cómo reposicionar las carteras frente al incremento de la inflación usando las infraestructuras cotizadas
La recuperación de la pandemia de coronavirus ha coincidido con un drástico repunte de la inflación en todo el mundo. En gran parte, esta subida de precios a nivel global es consecuencia de una disrupción temporal en las cadenas de suministro, por lo que debería ser transitoria. Sin embargo, en un sentido más profundo, obedece a un cambio estructural que traerá consigo una mayor inflación, puesto que se están revirtiendo algunos de los principales factores que han atenuado las subidas de los precios durante los últimos 30 años, tales como la globalización, los datos demográficos favorables y los costes de la energía.
Cómo prepararse para una inflación estructuralmente más alta
Con vistas al posible cambio de régimen inflacionario y a la adopción de políticas monetarias menos acomodaticias, es posible que los inversores necesiten reposicionar sus carteras. Además de utilizar las coberturas tradicionales contra la inflación (como los bonos indexados a la inflación), puede que convenga analizar alternativas para reforzar las carteras frente a subidas persistentes de los precios. La exposición a infraestructuras globales cotizadas es, en nuestra opinión, una de las áreas que merece más atención, ya que la inflación no suele impactar en la rentabilidad de este tipo de negocios. Esto sucede especialmente con lo que nosostros denominamos “activos duraderos” (o enduring assets, en inglés). Se trata de activos físicos de larga duración, como las redes eléctricas, que generan flujos de caja estables y gozan de cierto grado de protección contractual o normativa. Además, las compañías que los poseen suelen beneficiarse de sólidas posiciones competitivas.
Mitigación explícita o implícita de la inflación
En ocasiones, este tipo de compañías cuenta con protección explícita frente a la inflación. Por ejemplo, muchas empresas europeas del sector de los servicios públicos regulados pueden mantener sus rentabilidades por encima de los niveles de inflación regional en virtud de normativas relacionadas con la indexación a la evolución de precios. En otros casos, el vínculo entre la inflación y las tarifas aplicadas por una compañía es implícito: a medida que suben los costes, la empresa puede encarecer sus precios para mantener un nivel de rentabilidad predeterminado. Por ejemplo, el sector estadounidense de los servicios públicos suele generar rentabilidades nominales, pese a que estas compañías pueden repercutir sobre los consumidores cualquier aumento en los costes operativos que sea consecuencia de la inflación. Es más, si la inflación se mantuviera en niveles elevados durante mucho tiempo, los reguladores podrían ajustar las tarifas cuando revisaran los precios, lo cual suele ocurrir cada dos o cinco años.
Cabe preguntarse si lo anterior se aplica a otros activos. Aunque son pocos los aeropuertos con normativas relacionadas con la inflación (si es que alguno las tiene), gran parte de las autopistas de peaje pueden aumentar sus precios para ligarlos en cierto grado a la inflación. Las compañías logísticas de almacenamiento y transporte de petróleo y gas (los denominados activos midstream) suelen mostrar una fuerte correlación con la inflación por su exposición a la energía y otros sectores relacionados. A su vez, los proveedores de infraestructura de cableado y datos tienen ventajas competitivas que les permiten repercutir las subidas de los precios en sus clientes.
En resumen: aunque estos activos duraderos no protegen del mismo modo que las materias primas ante las sorpresas que pueda deparar la inflación, sí que permiten mitigarlas en cierto punto en el medio y largo plazo. Por eso, creemos que son un complemento atractivo en una cartera preparada para la inflación.
Subida de los tipos de interés
La sensibilidad del sector de los servicios públicos y otros activos de infraestructuras cotizadas a las subidas de los tipos de interés es uno de los puntos que suele suscitar dudas. Al igual que la mayoría de los activos de riesgo, estas compañías se verían afectadas ante una subida drástica e imprevista en los tipos de interés. Hasta la fecha, sin embargo, los bancos centrales han adoptado una postura mesurada para alcanzar la normalización gradual. A más largo plazo, estas compañías deberían ser capaces de repercutir los costes asociados sobre los consumidores, o debería concedérseles un diferencial más alto. También es posible que un gestor activo pueda seleccionar compañías con balances sólidos que se centren en el crecimiento y reinviertan los dividendos, en lugar de repartirlos. Por tanto, serían relativamente menos sensibles a las subidas de los tipos de interés. Por último, el débil comportamiento de los valores de servicios públicos en los últimos años implica que es posible que el mercado ya hubiera descontado el impacto potencial de las subidas de tipos, por lo que estos activos estables podrían sorprendernos de forma positiva.
Tribuna de Tom Levering, Fund Manager y Global Industry Analyst, y Ken Baumgartner, Investment Director de Wellington Management.
Pixabay CC0 Public Domain. Los ETFs registrados en Europa arrancan el año con nuevo récord: 26.900 millones de euros en flujos de entradas en enero
En enero, los ETFs registrados en Europa alcanzaron entradas por valor de 26.900 millones de euros, un nuevo máximo histórico. Además, según los datos publicados en el último informe mensual de Amundi, las asignaciones a ETFs globales coincidieron con esta efervescencia y los inversores asignaron 68.200 millones de euros a estas estrategias.
En concreto, los flujos en el mercado europeo fueron casi iguales a los de EE.UU., con esta región captando 30.300 millones de euros y las suscripciones en Asia fueron un poco más de un tercio de estos niveles, con 11.000 millones.
“Aunque los flujos generales se mantuvieron en niveles similares a ambos lados del Atlántico, en EE.UU. los inversores asignaron 32.000 millones de euros a renta variable frente a los 23.000 millones en Europa. Las entradas en renta fija fueron positivas en Europa, con 2.800 millones, mientras que los inversores retiraron 5.700 millones de esta clase de activos en EE.UU.”, indica Amundi en su informe.
Flujos europeos en renta variable
Según Amundi, no solo los ETFs registrados en Europa alcanzaron un nuevo récord, sino también las entradas en ETFs de renta variable, con 23.000 millones. Los datos muestran que los índices mundiales acapararon la mayoría de estas asignaciones y sumaron 10.500 millones de euros. Además, las estrategias de EE.UU. y América del Norte también se comportaron bien añadiendo 5200 millones de euros, mientras que Europa registró entradas de 4000 millones de euros. Por su parte, los sectores y las temáticas tuvieron un mes excepcionalmente fuerte, captando 5.400 millones de euros, mientras que los financieros sumaron 2.600 millones.
En opinión de la gestora, “esto refleja el sólido desempeño del sector a medida que el impacto de la pandemia comienza a desvanecerse de sus balances y los valores financieros deberían beneficiarse de la recuperación y los mayores rendimientos. Los ETF Smart beta captaron 3.600 millones, la mayor parte impulsados por una asignación al value de 2.200 millones de euros, ya que los inversores revirtieron la antipatía por la estrategia observada durante la segunda mitad del año pasado”.
Respecto a las estrategias ESG, los datos muestran que continuaron con su sólido rendimiento y añadieron 4.900 millones de euros. “Las estrategias ESG USA y Norteamérica sumaron 2.000 millones, alrededor del 38% de las asignaciones totales a esta región. ESG globales ganó 915 millones, alrededor del 9% del total de entradas en esta estrategia. Esto representa flujos de entrada más bajos en las estrategias ESG para estas dos regiones que el año pasado. En 2021, las estrategias ESG obtuvieron el 59% y el 37% de las asignaciones de América del Norte y globales, respectivamente. Esto podría reflejar el fuerte apetito por el riesgo de los inversores en enero, anulando la rotación de los índices tradicionales hacia las estrategias ESG”, explica Amundi en su documento.
Comportamiento de los ETFs de renta fija
Respecto a la renta fija, los inversores europeos se decantaron por la deuda pública frente a la deuda corporativa, con 1.200 millones de euros y 883 millones de euros, respectivamente. El informe matiza que, en el ámbito de la deuda pública, los inversores prefirieron los bonos chinos, con 1.100 millones de euros, mientras que redujeron su exposición a los bonos de los mercados emergentes mundiales en 691 millones de euros.
“Las asignaciones a las estrategias sensibles a los precios fueron menores que en meses anteriores, y sólo las ligadas a la inflación mundial ganaron 257 millones de euros. Los inversores retiraron 657 millones de euros de las estrategias ligadas a la inflación en Estados Unidos. Esto parece contrario a la intuición, dada la actual incertidumbre sobre el aumento de la inflación”, afirma la gestora.
La deuda corporativa ganó 883 millones de euros, ya que los inversores destinaron 790 millones de euros a la deuda corporativa de Estados Unidos y 517 millones de euros a la de los mercados emergentes. Además, los inversores retiraron 302 millones de euros del alto rendimiento de la zona euro y 253 millones de euros del alto rendimiento mundial, mientras que asignaron 1.400 millones de euros a la renta fija ESG, y los mercados emergentes corporativos y el mundo corporativo ganaron 437 millones de euros y 320 millones de euros respectivamente.
En último lugar, las asignaciones totales a los mercados emergentes corporativos fueron de 517 millones de euros, mientras que las entradas netas en la renta corporativa global fueron de 293 millones de euros, lo que indica una rotación en esta estrategia.
Pixabay CC0 Public Domain. El equipo de abrdn Core Infrastructure anuncia el primer cierre de su tercer fondo de infraestructuras core/core+
El equipo de abrdn Core Infrastructure ha anunciado el primer cierre de su tercer fondo de infraestructura core/core+, Aberdeen Standard Core Infrastructure Fund III. Según explica la gestora, este fondo está basado en los fondos I y II y está centrado en inversiones directas en oportunidades de infraestructuras core y core+ del mercado medio europeo.
Desde la gestora destacan que para su primer cierre, el fondo, que tiene un objetivo de 1.000 millones de euros, ha recibido un fuerte apoyo tanto de los inversores existentes del fondo I y II como de una serie de nuevos inversores, con compromisos por un total de 325 millones de euros. Según indica, estos compromisos proceden de “una amplia gama de inversores financieros”, incluidos fondos de pensiones de empresas y autoridades locales, fondos de fondos y fundaciones benéficas del Reino Unido, Europa continental, Japón y Norteamérica. El equipo, dirigido por Dominic Helmsley y apoyado por Roger Pim y Graeme Dunbar, tiene previsto realizar nuevos cierres en el transcurso del año, con un cierre final previsto para el cuarto trimestre de 2022.
La estrategia del fondo consiste en crear una cartera diversificada de entre 8 y 12 inversiones directas en oportunidades de infraestructuras europeas de tamaño medio, entre las que se incluyen los segmentos de servicios públicos, energía, transporte y digital. En muchos casos, para generar una sólida cartera de oportunidades de inversión, se aprovechan la experiencia y las redes desarrolladas en transacciones anteriores. El fondo está clasificado como artículo 8 en el SFDR, lo que refleja el enfoque integrado de ESG, y tratará de capitalizar temas clave relacionados con la macroinfraestructura de la transición energética, la descarbonización del transporte y la digitalización.
“Estamos encantados de anunciar el exitoso primer cierre del Fondo III, que nos permite seguir abordando esta sólida cartera de atractivas oportunidades de inversión que hemos desarrollado en el mercado medio. Esta demanda demuestra el continuo apoyo de los inversores a la estrategia de inversión del equipo del Core Infrastructure de abrdn y reconoce el exitoso rendimiento de las versiones del los fondos I y II”, ha señalado Dominic Helmsley, responsable del fondo Core Infrastructure.
Por su parte, Roger Pim, director de Inversiones de abrdn, ha añadido: “Nos complace ver que nuestra estrategia y enfoque siguen atrayendo a clientes que buscan un ángulo diferencial de la inversión en infraestructuras básicas. Estamos muy agradecidos por el fuerte apoyo que hemos recibido de los inversores actuales y de los nuevos, y esperamos trabajar en colaboración con ellos en los próximos años, ya que nuestro objetivo es continuar con esta exitosa estrategia”.
Xavier Pardo Y Lelo de Larrea, Executive Director de Morgan Stanley
Copyright: LinkedIn. Foto cedida
Xavier Pardo Lelo de Larrea se unió este viernes a Morgan Stanley como Executive Director de la firma.
Pardo administra más de 300 millones de dólares en activos de clientes con alrededor de 40 relaciones de patrimonio neto alto y ultra alto, constató Funds Society con fuentes de la industria.
Tiene más de 16 años de experiencia en Citi y más recientemente fue Director de Wealth Management en la firma, según su perfil de LinkedIn.
Pardo llega a Morgan Stanley junto a un equipo de cinco exadvisors que trabajan con clientes de México, Argentina, Chile, Ecuador y América Central. El nuevo equipo revisará cerca de mil millones de dólares en activos.
En las últimas semanas, varios altos cargos de Citi han salido de la compañía luego de que la firma anunciara su salida del negocio de wealth management offshore en Uruguay y Asia.
Los mercados globales de renta variable muestran una volatilidad cada vez mayor al verse afectados por los temores generalizados sobre el aumento de los tipos de interés y de la inflación, el final de los estímulos fiscales en numerosas regiones y las tensiones geopolíticas. Centrarse en las valoraciones y los fundamentales seguramente cobrará más importancia con respecto a años anteriores, cuando los mercados contaban con el respaldo de una abundante y creciente liquidez.
Con todo, si bien la configuración de los mercados de renta variable podría haber cambiado —y aceptando que estén sujetos a un mayor grado de turbulencias— estamos lejos de encontrarnos en territorio bajista. Por lo general, se entiende que existe un mercado bajista cuando una amplia gama de índices pierde un 20% o más desde sus máximos más recientes. En el momento de redactar estas líneas, el índice FTSE 100, con 7.560 puntos, se sitúa tan solo un 1,5% por debajo de su máximo anterior a la pandemia de 7.674 puntos, registrado en enero de 2020. Por su parte, el S&P 500 estadounidense marca 4.455 puntos, lo que supone un descenso del 6,5% frente a su máximo reciente de finales de diciembre, cuando alcanzó los 4.766 puntos. Por tanto, no estamos inmersos en un mercado bajista.
En calidad de inversores activos, no tememos a la volatilidad, sino que estamos adecuadamente posicionados para sortear perturbaciones a corto plazo en los mercados al tiempo que sacamos partido de las tendencias a más largo plazo. La volatilidad puede ofrecer oportunidades para aprovechar las discrepancias en el plano de las valoraciones, identificar “joyas ocultas” o reforzar posiciones actuales en momentos oportunos.
La adopción de enfoques alternativos no inspira confianza. Moverse al compás del mercado, por ejemplo, rara vez suele dar frutos, y efectuar ventas en mercados volátiles puede ser un error. En términos históricos, algunas de las peores fluctuaciones y pérdidas del mercado a corto plazo han venido seguidas de periodos en los que el mercado ha protagonizado una importante recuperación (gráfico 1).
A lo largo de la historia, se han producido numerosos altibajos muy acusados. Sin embargo, los inversores que se comprometieron a mantener sus inversiones a largo plazo han cosechado unos beneficios generosos. A modo de ejemplo, si bien el S&P 500 ha generado una rentabilidad media de cerca del 10%, su rentabilidad en un año dado puede variar considerablemente (Gráfico 2).
“reparación económica” en el que los mercados y los inversores deben tener en cuenta el impacto de un menor estímulo fiscal. El viento en popa de la expansión cuantitativa mundial de la que se han beneficiado todas las clases de activos de una forma o de otra está empezando a amainar y, en este entorno, cobra sentido diferenciarse dentro de las distintas clases de activos.
Los inversores a más largo plazo saben que lo que puede parecer una emergencia a corto plazo podría no tener mucha importancia dentro de unos años, por lo que centrarse en los valores de inversión tradicionales resulta muy pertinente en un mundo tan volátil.
Dicho esto, nos gustaría que aflorasen algunos factores de estabilidad. A pesar de los últimos comentarios de la Reserva Federal estadounidense y de unos datos de inflación superiores a lo esperado en algunos mercados desarrollados, seguimos pensando que las tendencias estructurales en curso y el regreso a la normalidad —es decir, una cadena de suministro restaurada— frenarán la inflación.
En lo que respecta a la Fed, las futuras subidas de los tipos de interés se dan por sentadas, aunque la gran incógnita es hasta qué punto endurecerá la institución su política monetaria. La Fed dispone de dos posibles hojas de ruta: adoptar un enfoque más comedido o efectuar un endurecimiento más contundente (Gráfico 3). La senda que escoja dependerá en gran medida de su evaluación de los riesgos de inflación y de la solidez de los datos de empleo. Sin embargo, el mercado espera un determinado grado de endurecimiento y, si bien la persistencia de una inflación más elevada ha conllevado que aumenten las expectativas de que tenga lugar un endurecimiento más drástico, la inflación seguramente disminuirá conforme transcurra el año, lo que pondrá en entredicho la percepción que impera actualmente.
La configuración del mercado
Los títulos de valor cíclicos repuntaron una vez que los mercados y las economías iniciaron su reapertura en los intervalos que mediaban entre los confinamientos impuestos con motivo de la pandemia, y los cambios en la forma de la curva de tipos han conllevado desde entonces un escenario más heterogéneo en lo que respecta al estilo de inversión que lidera el mercado. Por lo general, estas acusadas rotaciones hacia firmas de menor calidad se producen cuando cambia el sentimiento inversor, si bien nuestro enfoque implica que no nos dejamos llevar por las rotaciones de estilo a corto plazo. La historia nos indica que, cuando el sentimiento inversor se torna negativo, el estilo de valor suele lograr una ventaja inicial, si bien el estilo de calidad no tarda en recuperar el terreno perdido.
Asimismo, la experiencia reviste importancia. Las rotaciones de estilo no constituyen ninguna novedad. En algún punto de la mayoría de los ciclos de inversión, los valores de calidad, crecimiento o valor se verán favorecidos durante un tiempo, a medida que los inversores busquen apostar por unos estilos determinados o darles la espalda, en función de su rentabilidad relativa o de sus previsiones.
Vaticinamos que la coyuntura de 2022 resultará favorable para el tipo de inversiones por las que suele apostar Columbia Threadneedle Investments: activos de larga duración y compañías de crecimiento duradero capaces de prosperar incluso en la adversidad porque poseen todas las características que buscamos en un negocio: rentabilidad sostenible protegida por un considerable foso, sólidas credenciales ASG (ambientales, sociales y de gobierno corporativo) y una ventaja competitiva sostenible. Deseamos asumir riesgo dentro de las carteras, pero que sea controlado.
Además, incluso si el estilo de valor parece atractivo en un momento dado, como inversores, tenemos que estar totalmente seguros de no caer en trampas de valor. Por consiguiente, si bien el riesgo político ha aumentado —lo que evidentemente responde al pulso que mantienen Rusia y Ucrania— seguimos prefiriendo adoptar un enfoque basado en centrarnos en compañías de gran calidad que puedan ofrecer de forma sostenible una elevada rentabilidad sobre los recursos propios y un buen crecimiento de los beneficios.
Como gestores activos, nos hallamos en una buena posición para abrirnos camino en este mundo cambiante. Nuestra experiencia, nuestra cultura de colaboración y nuestro enfoque en la intensidad investigadora nos permiten seguir ofreciendo rentabilidades sólidas a largo plazo. Mantendremos este enfoque durante 2022.
Tribuna de William Davies, director global de inversiones en Columbia Threadneedle Investments.
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