Cambio de política en EE.UU: los gestores de carteras evalúan y se adaptan
| Por Silvia Meijon | 0 Comentarios

No se trata de una quimera, ni de ideas lanzadas en un esbozo de think tank destinado al estante trasero de su biblioteca académica local. El Secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, ha identificado tres objetivos clave y un plan de tres vertientes para remodelar la economía de EE.UU. durante la próxima década: Un crecimiento del PIB del 3%, un déficit del 3% y 3 millones de barriles más de producción energética diaria.
La Administración espera recortar el gasto público en 1 billón de dólares. Espera ingresos arancelarios. Y reducir la regulación y los impuestos para lograr un aumento de la producción energética nacional. ¿Funcionará? Ya lo veremos. Pero, como inversores, ¿cómo reaccionamos? Aditya Khowala, Fred Sykes y Dmitry Solomakhin, gestores de carteras de renta variable de Fidelity International, aportan sus reflexiones y decisiones de inversión más recientes.
Exposición al gobierno federal de los Estados Unidos
Según Aditya Khowala, el punto de partida es la precaria situación fiscal estadounidense y un déficit que, superior al 6% del PIB, que califica de «insostenible». Desde 2019, la carga de intereses se ha más que cuadruplicado, pasando de 250.000 millones de dólares a 1,1 billones. Con las tendencias actuales, esto significa que los pagos de intereses alcanzarán los 1,8 billones de dólares en 2030, absorbiendo el 35% de los ingresos del gobierno estadounidense. Así, el experto afirma que «la única razón por la que EE.UU. no se encuentra aún en una crisis financiera es porque posee la moneda de reserva».
Khowala constata que se están llevando a cabo importantes recortes del gasto federal, y avanza que «es probable que entre 15 y 20 millones de contratistas federales vean disminuir sus ingresos a medida que el gobierno intente reducir el gasto».
El gestor, en consecuencia, considera obvio limitar la exposición a las empresas que apoyan los servicios gubernamentales afectados. «En el sector de la atención sanitaria, podría tratarse de las empresas de ciencias de la vida e instrumental, que son más vulnerables a los recortes del gasto público en investigación y a los riesgos arancelarios, a pesar de que normalmente se consideran apuestas defensivas», explica por un lado.
Por otro, constata que el impulso hacia la eficiencia federal puede crear oportunidades para los proveedores de asistencia sanitaria en áreas como Medicare Advantage. «Se trata de negocios defensivos y de calidad que están respaldados por la demografía y pueden ayudar al Gobierno estadounidense a gestionar los costes de la atención sanitaria a largo plazo», explica.
La Casa Blanca prevé que los aranceles aporten entre 300.000 y 600.000 millones de dólares anuales durante la próxima década. A corto plazo, sin embargo, el experto de Fidelity recuerda que «crearán una importante volatilidad en los mercados, perturbarán las cadenas de suministro y provocarán presiones inflacionistas e incertidumbre en las empresas, lo que repercutirá en la inversión y dañará la confianza de los consumidores».
Así, añade que también considera obvio limitar la exposición a los sectores que dependen en gran medida de las importaciones, «como el farmacéutico, el de los semiconductores y el del automóvil, así como a cualquier otro producto que se importe específicamente de China».
Khowala indica que también se debería tener en cuenta el deterioro de las perspectivas de los consumidores y el empleo en EE.UU. «En el sector financiero, las empresas de reaseguros y los corredores de seguros, que son negocios relativamente aislados, tienen mejor aspecto que los bancos o las empresas de tarjetas de crédito, que podrían pasar apuros al debilitarse el empleo», comenta.
Finalmente, el gestor afirma que «todavía puede haber alguna esperanza en las promesas de desregulación hechas por la administración», indicando que «se ha demostrado que las normativas tienen un efecto desproporcionado en las pequeñas y medianas empresas». Las empresas centradas en la economía nacional se beneficiarán de unos impuestos de sociedades más bajos, una menor regulación y el acceso a energía barata. «La reindustrialización de América Central es una historia que los inversores deberían leer con atención», concluye.
Repercusiones de primer, segundo y tercer orden
Uno de los principales elementos que utiliza Fred Sykes para tomar una decisión de inversión es cuantificar cuánto dinero podría perderse en un escenario «malo», considerando que «lo malo» suele ser similar a lo largo del tiempo, pero en ocasiones puede ser diferente. Por ejemplo, explica que durante la pandemia de Covid, las concesiones de autopistas, que suelen ser modelos de negocio defensivos, resultaron ser muy poco defensivos, ya que los cierres paralizaron el tráfico, lo que le obligó a cambiar rápidamente su valoración del negocio.
Sykes ha estado trabajando con el equipo de analistas de Fidelity para comprender qué valores podrían tener un comportamiento más desfavorable en un entorno de aranceles elevados. «Es probable que las repercusiones de primer orden afecten a los valores con una exposición significativa a los ingresos estadounidenses, a los vendedores de bienes más que a los de servicios, y a los que necesitan comprar piezas o materias primas fuera de Estados Unidos», enumera.
Luego están las repercusiones de segundo y tercer orden. Por ejemplo, explica Sykes, si persisten los aranceles estadounidenses, es posible que se exporten más productos chinos a Europa. Europa podría imponer sus propios aranceles, o podría aprovecharse importando productos más baratos, lo que beneficiaría a algunos consumidores pero afectaría negativamente a algunos fabricantes europeos y provocaría un aumento del desempleo. «Esto podría hacer caer la inflación junto con las expectativas del mercado sobre los niveles de los tipos de interés, lo que podría repercutir en las carteras bancarias». indica el gestor.
Los analistas bancarios de Fidelity han estado elaborando escenarios para cuantificar el impacto de unos tipos de interés más bajos frente a las expectativas, y unos mayores niveles de provisiones. Además, han revisado la calidad de los activos de los bancos de la cartera, que son significativamente mejores que durante la crisis financiera de 2008.
«Cuando el entorno cambia, siempre volvemos a los primeros principios, evaluamos la relación riesgo-recompensa y nos aseguramos de que nos gusta la cartera tal como está hoy en relación con los precios que estamos pagando por los valores. Hecho esto, habrá tiempo para buscar buenas empresas que puedan estar cotizando a precios más atractivos que hace unas semanas», concluye el gestor.
Enfoque contrarian
Dmitry Solomakhin ha ido añadiendo paulatinamente a los «perdedores arancelarios»: posiciones en China y valores de Europa continental. «Los valores nacionales chinos siguen siendo atractivos, y algunos de los más importantes parecen baratos y están recomprando acciones. Las valoraciones son muy bajas y bastantes valores cotizan cerca del efectivo neto», indica.
El gestor añade que «Europa se considera una perdedora de aranceles, pero muchos valores siguen en niveles deprimidos». Además, constata que el mercado se entusiasmó con Alemania a principios de año por el estímulo fiscal y las noticias sobre el gasto en defensa, «pero esto se debió en gran medida al sentimiento, he invertido más aquí por la debilidad».
«La volatilidad puede ser mi amiga, como lo fue en anteriores periodos de incertidumbre macroeconómica y política. Pero hay que seguir siendo paciente, concentrarse en la cartera sobre una base ascendente, y luego, con suerte, verse recompensado cuando los mercados vuelvan a centrarse en los fundamentales de las empresas», sentencia el experto.