¿Son las acciones tecnológicas los nuevos servicios públicos para los inversores?

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¿Son las acciones tecnológicas los nuevos servicios públicos para los inversores?
Pixabay CC0 Public Domain. ¿Son las acciones tecnológicas los nuevos servicios públicos para los inversores?

Las acciones de tecnología no se consideraban inversiones defensivas en el pasado. Pero, como la crisis del coronavirus refuerza el papel fundamental de la tecnología en nuestras vidas, AllianceBernstein cree que los inversores pueden encontrar fuentes de reducción de riesgos y de potencial de crecimiento en empresas que se han convertido en servicios públicos digitales que articulan redes globales.

Las acciones de tecnología global han tenido una sólida trayectoria en un año difícil: el MSCI World Technology Index avanzó un 10,3% este año hasta el 5 de junio, mientras que el MSCI All Country World Index cayó un 3,9%. “Los escépticos podrían atribuir el rendimiento del sector principalmente a gigantes como Facebook y Netflix, pero creemos que las tendencias y oportunidades de la industria se extienden más allá de las famosas acciones FAANG”, dice la gestora en un artículo publicado en su página web.

El crecimiento supera al mercado

Los ingresos han sido resistentes en todo el sector: las acciones de tecnología global registraron un crecimiento de las ganancias y los ingresos mucho más fuerte que el del mercado general en el primer trimestre antes de la crisis del coronavirus. Y desde que la pandemia golpeó, esa brecha se ha ampliado.

Según AllianceBernstein, se espera que las empresas de tecnología global logren un crecimiento de los ingresos del 2% este año, similar al de sectores defensivos como el del sector salud y los productos de primera necesidad. Las estimaciones plantean que los beneficios de la tecnología avanzarán un 3,9%, mientras que la mayoría de los sectores pueden sufrir descensos de dos dígitos. “Incluso cuando suavicemos parte del dramático golpe de la pandemia, se prevé que las ganancias y el crecimiento de los ingresos del sector tecnológico superen el ritmo del resto del mercado en un 9,5% y un 3,8% respectivamente”.

Tech stocks - AllianceBernstein

El atractivo de los servicios públicos

¿Qué ha estado impulsando al sector en un entorno tan difícil? A su juicio, mucho tiene que ver con el nuevo papel de la tecnología como una “utility” sin la cual los consumidores y las empresas no pueden vivir. La banda ancha, la movilidad, las entregas por Internet y la transmisión de vídeo son ahora servicios esenciales. Estas necesidades se han incrementado aún más a medida que la pandemia aumentó la necesidad de comprar, aprender y trabajar a distancia.

“Para las empresas y otras entidades, la tecnología es más indispensable que nunca”, asegura. Sin una infraestructura digital robusta, las empresas no pueden operar de forma eficiente desde casa y los estudiantes no tienen acceso a las clases online. El gobierno y las organizaciones de atención de la salud dependen de plataformas tecnológicas para comunicar masivamente información actualizada. Los empleados y los clientes esperan una ciberseguridad hermética. Los sistemas de facturación y pago deben funcionar sin problemas en un mundo de operaciones comerciales remotas.

La fiabilidad impulsa el crecimiento sostenible

Hoy en día, la gente espera que la tecnología ofrezca la misma fiabilidad que un proveedor de agua o un generador de energía. “Las expectativas de estabilidad operacional apuntalan los flujos de ingresos recurrentes que ayudan a sostener los retornos en las difíciles condiciones del mercado. Estas son las mismas dinámicas que las acciones de las empresas de servicios públicos han proporcionado a los inversores en las buenas y en las malas”, destaca la gestora.

Al mismo tiempo, dado que muchos usos de la tecnología son nuevos, los inversores también pueden beneficiarse de las tendencias de crecimiento sostenible. Sin embargo, no todas las empresas de tecnología son iguales, por lo que, para captar el potencial de rendimiento a largo plazo en el sector, los inversores deben buscar empresas que permitan la revolución tecnológica o que potencien la transformación digital. En su opinión, hay tres áreas clave: las infraestructuras en la nube (donde se encuentran empresas como Twilio, proveedora de software para plataformas en la nube), las tecnologías de automatización (impulsada por empresas como Keyence o IPG Photonics) y los sistemas de pago (donde destacan Paypal o Adyen).

Estabilidad y crecimiento

Según AllianceBernstein, los líderes tecnológicos como estos no son necesariamente baratos. Las acciones de tecnología global se negocian con una relación precio/beneficio de 21,9x, una prima del 26% frente al MSCI ACWI. “Sin embargo, creemos que vale la pena pagar más por compañías selectas que ofrecen tecnologías innovadoras para fomentar el crecimiento sostenible, especialmente en el entorno actual de bajo crecimiento y en medio de una gran incertidumbre sobre el camino hacia la recuperación”, señala.

A su juicio, invertir en tecnología requiere conocimientos especializados. A medida que la innovación tecnológica reduce las barreras de entrada y el ritmo de la disrupción se acelera, los inversores necesitan una comprensión profunda de las tendencias de transformación para seleccionar a los ganadores. “Los inversores que se suben al carro de la tecnología debido a su reciente desempeño podrían no tener la experiencia necesaria para distinguir a los pioneros con modelos de negocios duraderos de las empresas que se mueven en una euforia a corto plazo”, advierte.

Descubrir las acciones de tecnología para un mundo post-coronavirus requiere un enfoque estratégico en la dinámica empresarial en evolución que está alimentando la demanda de los servicios del mañana. Con el enfoque adecuado, la gestora cree que los inversores pueden encontrar empresas tecnológicas que se asemejan a los servicios públicos defensivos -que apoyan el rendimiento en los mercados a la baja, pero que también están arraigadas en la innovación para impulsar el crecimiento de cara a tiempos mejores.

La pandemia coloca el criterio social en el centro de la inversión sostenible y pone en valor a los fondos ESG

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Pixabay CC0 Public Domain. La pandemia coloca el criterio social en el centro de la inversión sostenible y pone en valor la protección que ofrecen los fondos ESG

El buen comportamiento de la inversión responsable y con criterios ESG durante la pandemia ha noqueado el debate que cuestiona su capacidad para lidiar con momentos de mercado más volátiles y para atraer la atención real de los inversores. Sus ventajas, su evolución y su potencial son algunos de los aspectos que han salido a relucir durante la conferencia “ESG en tiempos de coronavirus: ¿sigue vigente?”, correspondiente al tercer foro dentro del ciclo de encuentros digitales organizado por Funds Society y el diario ABC, y en el que han participado Schroders y ODDO BHF Asset Management, junto a Tressis como ponente invitado.

Ambas gestoras, con una trayectoria de casi 20 años en este campo, coincidieron en que la inversión sostenible ha pasado de ser un nicho o una moda a transformar la industria de la inversión y la gestión de activos, que está integrando los criterios ESG en sus procesos de análisis, productos y cultura empresarial. En opinión de Jorge González, director de análisis de Tressis y encargado de moderar este encuentro, la pandemia ha acelerado la revolución de la inversión sostenible.

“La inversión sostenible tiene un enfoque a largo plazo, pero también nos puede ayudar en la toma de decisiones en el corto plazo. En estos momentos de caída del mercado, provocados por un elemento no financiero, nos vemos obligados a analizar las cosas de forma diferente. Creo que eso ha puesto en valor la necesidad de analizar otros factores, como los socialmente responsables”, apunta González.

Para Leonardo López, director para Iberia y Latam de ODDO BHF AM, el principal impacto que ha tenido el COVID-19 sobre la inversión sostenible ha sido una rotación dentro de los criterios ESG. “Antes de la pandemia, el foco estaba puesto en la E, en el medio ambiente. Pero creo que la crisis ha hecho que el factor S, que afecta a la parte social, tome más peso porque esta crisis ha golpeado a las personas, a los trabajadores, a los mayores. Después de esta crisis, estamos viendo cómo la relación entre los tres factores, E, S y G, ha cambiado. Las compañías van a necesitar apostar por el criterio social, sobre todo de cara a sus empleados, dentro de un entorno responsable y desde el enfoque de la gobernanza. Las firmas que pongan estos tres criterios en relación tendrán más valor añadido para el inversor”, apunta.

A esta conclusión, López suma una más, que ya ha sido respaldada por algunas investigaciones: “Las compañías con criterios ESG lo están haciendo mejor durante esta crisis y evitan ciertos riesgos. Hemos visto que las empresas con mejor nota en la S (sostenibilidad) y la G (gobernanza) tuvieron más resiliencia y mejor recuperación”.

Aunque este tipo de inversión protege al inversor, el director para Iberia y Latam de ODDO BHF AM reconoce que existe un riesgo. “El principal que veo está relacionado con el horizonte de inversión. Invertir a tres o seis meses con estos criterios puede provocar que no participemos de las subidas de ciertos sectores en los que, por estos principios, las carteras van a tener una menor exposición”, matiza.

Por su parte, Inés del Molino, directora de cuentas de Schroders para España y Portugal, considera que la crisis COVID-19 ha puesto en valor que las inversiones sean sostenibles y ha recordado que “satisfacer las necesidades de hoy no puede ser a costa de que las generaciones futuras no puedan satisfacer las suyas”. “Nosotros lo entendemos como una responsabilidad con el futuro. La inversión no puede hacerse a toda costa. Nosotros como gestora y como sociedad tenemos la obligación de aplicar unos criterios de sostenibilidad y buenas prácticas, con empleados, clientes, accionistas, proveedores, deudores… De forma que el impacto de la sostenibilidad va más allá de los activos de la cartera, porque se trata de un cambio en la actitud de cada uno de nosotros como miembros de una sociedad”, argumenta. 

Según su experiencia, durante esta crisis, se han puesto de manifiesto algunas tendencias que los fondos ya habían identificado y por las que estaban apostando. Del Molino pone dos ejemplos claros: “La crisis ha puesto de manifiesto que seguirá aumentando el gasto sanitario, tanto en el ámbito público como en el privado, así como innovando en terapias y servicios. También ha mostrado cómo la reducción de las emisiones de CO2 es posible y, en nuestra opinión, se va a intentar que ese descenso perdure, ya que el objetivo de la UE es que en 2050 haya cero emisiones”.  

Impulsando la demanda, construyendo la oferta

Desde un punto de vista de gestión patrimonial y selección de fondos, González señala que los inversores institucionales, tanto en Europa como en España, y la creciente regulación han abierto camino a la inversión sostenible. La pregunta clave es: ¿qué seguirá impulsando ahora esa demanda? “En España, hemos visto que los planes de empleo tienen en cuenta criterios sostenibles, lo que ha impulsado la demanda. En segundo lugar, la presión regulatoria también generará más demanda, sobre todo en el momento en el que se introducen preguntas en el test de idoneidad sobre el interés del inversor en invertir de forma sostenible”, destaca González.

En opinión de López, parte de la clave está en las nuevas generaciones. “La regulación sin duda es necesaria y es un catalizador, pero también lo serán los millennials. Esa nueva generación va a ser determinante en la aceleración de la inversión sostenible”, señala y explica que para estos nuevos inversores, la sostenibilidad y conocer el impacto de la inversión en el entorno forma parte de su forma de invertir. 

Frente a esta creciente demanda, Del Molino explica que el mercado ofrece un amplío abanico de soluciones de inversión que va desde gamas de fondos de impacto hasta estrategias activas y pasivas centradas en un único aspecto de la ESG, pasando por fondos temáticos basados en estos criterios. “El origen de todo estuvo en la exclusión como forma de atajar la inversión responsable. Excluir o evitar ciertos sectores, como por ejemplo el alcohol o el juego. Pero, en nuestra opinión, eso se quedaba muy corto porque no ayuda a cambiar nada, es dejar al margen al sector pero nada cambia. Por eso consideramos que participar activamente en las juntas de las compañías es una forma para aportar y lograr ese impacto. Que cada céntimo que invertimos esté relacionado con algo concreto, ese es el objetivo que tenemos. Cada vez nos dirigimos hacia un impacto que sea medible y obvio para el inversor”, explica. 

Otro de los cambios que ha percibido la directora de cuentas de Schroders para España y Portugal es que las carteras son más completas. “En este periodo de tiempo hemos visto más ahorro hacia productos ESG y, como tendencia, que las carteras van teniendo más las tres letras de la ESG y que muchos inversores han buscado refugio en estas tendencias. Creemos que de aquí a la próxima década, la sostenibilidad va a ser el ADN porque vamos a empezar a trabajar basándonos en la sostenibilidad”, añade Del Molino. 

Ambas gestoras concretan su visión y enfoque de la inversión sostenible en sus productos. Por ejemplo, Schroders ha logrado este año que todas sus estrategias integren los criterios ESG. “Si tuviera que elegir una para las próximas década, seleccionaría nuestro fondo de cambio climático. Se trata de una estrategia que lanzamos en 2007 con la idea de aprovechar las oportunidades que brinda este cambio que estamos viviendo y que aborda de forma amplia, desde una cartera de renta variable global, todos los sectores que toman parte en la lucha contra cambio climático”, apunta. 

Por su parte, desde ODDO BHF AM López reconoce que se queda con su fondo estrella: Oddo Avenir Europe. Según explica, es un fondo que incluye los criterios ESG e invierte en las “empresas del mañana”, y por lo tanto es una estrategia para tener en cartera a largo plazo. 

Los retos de la ESG

El encuentro de esta creciente demanda con una oferta cada vez más específica y variada plantea numerosos retos, pero principalmente uno: evitar el greenwashing. Según explica González, “con el gran aumento de la demanda, algunas gestoras que tradicionalmente no estaban incorporando estos criterios, se han visto obligadas a lanzar productos ESG. Cuando lo analizas bien, descubres que no tienen equipos dedicados a ello, lo que genera cierto ruido en el sector. Lo mismo ocurre con la emisión de bonos, que te dicen que es verde y luego la actividad no tiene nada que ver”.

Según la experiencia de López, la clave es hacer las cosas despacio, pero bien. “Nosotros intentamos ser muy prudente y queremos evitar el greenwashing en la construcción de carteras. El 25% de los activos que gestionamos siguen criterios ESG, porque nos gusta ir despacio y ver que realmente hay impacto. Creemos que la existencia de unos estándares europeos puede ayudar mucho a que exista esa integración real y se evite el greenwashing”, apunta. 

Del Molino identifica el acceso a la información veraz como una herramienta fundamental a la hora de evitar el greenwashing. “Según nuestros estudios, un 36% de los inversores está convencido de que querría invertir, pero solo lo hace un 14% y el motivo es porque les falta información. Aquí el papel del asesoramiento es fundamental para conocer y acceder a la información”, advierte.

El segundo reto que observa González, y en el que coinciden los participantes a este debate es la expansión de la inversión sostenible a más tipos de activos y estilos de inversión, como por ejemplo la renta fija (también en la gestión pasiva, están los ETFs con criterios ESG, donde se está viendo un crecimiento relevante).  

López va un paso más allá y destaca que la inversión está ganando peso también en fondos ilíquidos, ya que en los fondos más líquidos es complicado ver el impacto final de la inversión. “Donde vemos más posibilidad de ver ese impacto es en el private equity, espacio en el que lanzamos el mes pasado un fondo innovador que se centra en buscar oportunidad en la energía sostenible. Creemos que los productos ilíquidos pueden ser atractivos porque se ve el impacto”, explica. 

Puede encontrar aquí el test de EFPA España cuya superación será válida por una hora de recertificación de los títulos EIA, EIP, EFA y EFP.

El vídeo del debate está disponible en este enlace.

Amundi amplía su gama de inversión responsable con tres ETFs relacionados con el cambio climático

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Pixabay CC0 Public Domain. Robeco se fija como objetivo alcanzar cero emisiones netas con sus inversiones en 2050

Amundi ha anunciado la ampliación de su gama de inversión responsable con el lanzamiento de tres nuevos ETFs que replican los futuros Índices de Referencia Alineados con el Acuerdo de París de la UE (PAB, por sus siglas en inglés ), diseñados para tratar de alcanzar los objetivos del Acuerdo de París limitando el calentamiento global por debajo de los 2ºC sobre los niveles preindustriales.

Según explica la gestora, desde su creación en 2010, la inversión responsable ha sido uno de los pilares fundacionales de la compañía. En 2018, con su ambicioso plan a tres años, Amundi reafirmó su compromiso de alinear sus responsabilidades fiduciarias y sociales y cumplir con las expectativas de sus clientes. Además, como defensor a largo plazo de la inversión sostenible, y pionero de la inversión indexada low carbon desde 2014, la gestora reconoce el papel fundamental de la industria de inversión en el desarrollo de los objetivos del Acuerdo de París de 2015.

Es en este contexto, Amundi ha anunciado que amplía su gama de ETFs relacionados con el cambio climático, con tres fondos alineados con el Acuerdo de París (futura etiqueta PAB de la UE) ofreciendo a los inversores indexados más opciones de inversión positiva en el clima. En concreto se trata de los fondos: Amundi Euro iSTOXX Climate Paris Aligned PAB UCITS ETF; Amundi MSCI Europe Climate Paris Aligned PAB UCITS ETF, y Amundi MSCI World Climate Paris Aligned PAB UCITS ETF.

La gestora explica que estos ETFs están diseñados para satisfacer las necesidades de los inversores que buscan responder a la emergencia climática. Esta familia de fondos incorpora una reducción del 50% de la intensidad de carbono junto con otras exclusiones de actividad adicionales. Según añade, los ETFs tendrán unos gastos corrientes desde 0,18% y están listados en EURONEXT París, y registrados en varios países europeos.

“Es completamente complementaria con los existentes ETFs de cambio climático de Amundi, que se esperan cumplan los criterios de los Índices de Referencia de Transición Climática de la UE (CTB por sus siglas en inglés) y diseñados para aquellos inversores que deseen una transición hacia una economía baja en carbono manteniendo al mismo tiempo una amplia exposición al mercado”, apunta la gestora en su comunicado. La gama de inversión responsable de Amundi ETF ha sido desarrollada con el objetivo de hacer que la inversión sostenible sea accesible para los inversores, independientemente de sus requisitos en términos de integración ESG y tracking error aceptado frente a los índices de referencia matriz.

“La creación de etiquetas de índices de referencia por parte de la Unión Europea respalda nuestra creencia de que la gestión indexada desempeña un papel fundamental en la aceleración de la adopción de la inversión responsable y el cumplimiento de los objetivos climáticos; colocando poder en manos de los inversores indexados. Creemos que ofrecer a los inversores herramientas simples y listas para ser usadas les ayudarán a implementar su estrategia ESG y climática, según sus objetivos y limitaciones. Ampliar nuestras herramientas con ETFs a costes competitivos y positivos para el clima ofrece a los inversores oportunidades adicionales para traducir sus objetivos y creencias en una estrategia de inversión «, señala Fannie Wurtz, directora de Amundi ETF, Indexing and Smart Beta.

Por su parte, Juan San Pío, director comercial de Amundi ETF, Indexing & Smart Beta para Iberia y Latinoamérica, apunta que “con la ampliación de nuestra gama, ponemos a disposición de los inversores nuevos instrumentos que les ayuden a construir y diversificar sus estrategias ESG con un impacto positivo en clima; la inversión indexada también debe jugar un papel clave en la transición hacia una economía baja en carbono”.

inbestMe democratiza su modelo de inversión socialmente responsable a partir de 1.000 euros

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Jordi Mercader CEO inbestMe 2020
Foto cedidaJordi Mercader, CEO inbestMe. Jordi Mercader, CEO inbestMe

Siguiendo con su estrategia de democratizar la inversión, inbestMe aplicará a sus carteras de fondos indexados de los clientes que lo deseen criterios de inversión socialmente responsable (ISR), a partir de 1.000 euros.

Con esta medida, desde la entidad pretenden dar respuesta a un perfil de inversor cada vez más inclinado hacia un modelo socioeconómico más sostenible, además de permitir el traspaso de fondos con diferimiento fiscal. La entidad ya fue pionera en Europa en 2018 al ofrecer carteras temáticas ISR mediante ETFs, a partir de 15.000 euros.

inbestMe ha demostrado que invertir con valores sociales no significa renunciar a rendimientos futuros, al contrario, la rentabilidad de este tipo de carteras ha resultado mejor durante los últimos años. Incluso durante la crisis derivada del COVID-19, este modelo de inversión ha demostrado ser algo más resiliente, con una rentabilidad en el último año hasta junio de 1,9% para un perfil medio (6), cuatro puntos porcentuales por encima de las carteras sin sesgo ISR. A largo plazo, la rentabilidad anualizada asciende a 3,9% desde el comienzo del backtest en enero de 2015, con un riesgo más bajo (medido por la volatilidad).

Las nuevas carteras de fondos ISR están formadas por clases de activos descorrelacionados combinando hasta 10 fondos para obtener una máxima diversificación, seleccionados entre la oferta de fondos ISR de algunas de las gestoras más reconocidas como Vanguard, iShares y Amundi, con un promedio de exposición a criterios socialmente responsables muy elevada, del 63%.

“Tanto desde un punto de vista personal como de empresa, impulsar y hacer accesible la inversión socialmente responsable es una de nuestras prioridades. Nuestro compromiso es seguir trabajando para que estas carteras sean lo más sostenibles posible a medida que se vaya ampliando la oferta de fondos indexados ISR”, explica el CEO de la compañía, Jordi Mercader.

“Porque creemos que en el futuro la inversión será sostenible o no será. Este lanzamiento forma parte de nuestra misión como empresa y es nuestra modesta aportación para contribuir a una sociedad mejor y más sostenible. Hoy en día ya es posible una inversión ética sin renunciar a la rentabilidad a partir de 1.000 Euros”, concluye. 

Un ETF global de bonos convertibles: es el momento, según SPDR

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Un ETF global de bonos convertibles: es el momento, según SPDR
Foto cedidaEl gestor sénior de renta fija de State Street Global Advisors, Jonathan Camissar. Un ETF global de bonos convertibles: es el momento, según SPDR

A finales de junio, la emisión de bonos convertibles superó los 90.000 millones de dólares, el crecimiento neto más alto desde 2008, según los cálculos de BofA Global Research. Gracias a su naturaleza híbrida de bono-acción, ofrecen un equilibrio entre el crecimiento y la protección muy atractivo en un contexto de incertidumbre como el actual.

En un universo protagonizado por los gestores activos, el gestor sénior de renta fija de State Street Global Advisors, Jonathan Camissar, defiende las oportunidades que puede proporcionar un ETF global “único” como el de SPDR, que, con más de 1.200 millones de dólares de patrimonio, ha conseguido superar en términos absolutos y de rentabilidades ajustadas al riesgo a los índices de renta variable global, así como a los de crédito investment grade y high yield.

SPDR bonos convertibles emisiones

En esta entrevista con Funds Society, Camissar, que acumula una década de experiencia en el sector y 6 años en State Street, destaca que uno de los motivos de este incremento en las emisiones es el menor coste de la deuda. “Los spreads de crédito se ampliaron considerablemente en marzo, por lo que las empresas tuvieron que buscar formas más creativas de emitir deuda a menores costes de financiación”, asegura. Los convertibles incorporan en su estructura una opción de conversión a acciones, mientras sus cupones tienden a ser más bajos que los de otros activos tradicionales de renta fija como los bonos high yield. Por ello, siguen ofreciendo una oportunidad atractiva para inversores de renta variable y renta fija.

Asimismo, señala que, con el incremento de la volatilidad en los mercados por la crisis sanitaria, muchos inversores tradicionales en renta variable se inclinaron por los bonos convertibles para mantener esa exposición, pero de una forma “más cautelosa”. Esto les permitía “monitorizar la volatilidad” y seguir recibiendo ingresos vía los cupones y vencimientos finales de los bonos, lo que debería ser bienvenido especialmente ante los crecientes recortes en los pagos de dividendos de numerosas acciones. “Con los bonos convertibles, en periodos con alta incertidumbre en los mercados, los inversores se ven protegidos frente a una caída gracias al ‘suelo’ del bono. En periodos alcistas, toman ventaja de las mejoras en el recorrido de la renta variable, algo que no pueden hacer en los mercados tradicionales de renta fija”, dice Camissar.

Irrumpen nuevos sectores

Tal y como refleja su artículo “Bonos Convertibles Globales – ¿Por qué ahora? ¿Por qué globales?”, la mayoría de las emisiones provienen de sectores de crecimiento, como la tecnología y la salud, con 12.617 millones de dólares y 6.875 millones, respectivamente (a 22 de mayo de 2020). Sin embargo, otros sectores menos comunes se han ido incorporando al índice y también han presentado oportunidades, como es el caso del consumo discrecional, con emisiones por valor de 9.158 millones de dólares.

SPDR - bonos convertibles

Por regiones (a 30 de junio), Estados Unidos se ha mantenido a la cabeza (63.000 millones de dólares en nuevas emisiones), seguida de Europa (12.000 millones), Asia (12.000 millones) y Japón (400 millones), ofreciendo una muestra bien diversificada. Basándose en las tendencias actuales, la gestora pronostica que en el conjunto del 2020 las emisiones superarán los 125.000 millones de dólares, la cifra más alta desde 2007.

Camissar hace hincapié en que, utilizando la exposición al Refinitiv Qualified Global Convertible Index, el índice de referencia del SPR ETF, este ha registrado los mejores rendimientos en lo que va de año: un 11,2% frente al -3,75% en renta variable global, -3,56% en high yield global y 4% bonos con grado de inversión globales (a 9 de julio). Lo ha hecho poniendo el énfasis en tres claves: bajos costes, elevada liquidez y la estabilidad que proporciona una estrategia global mediante el acceso a distintas regiones.

En ese sentido, asegura que el SPDR Refinitiv Global Convertible Bond UCITS ETF (EUR) – ETF (Ticker: ZPRC) permite al inversor europeo diversificar su exposición mitigando sus sesgos regionales. Lo hace con un enfoque que abarca cuatro aristas: Estados Unidos, Asia, Japón y Europa, regiones con claras diferencias que permiten equilibrar la cartera. La exposición más amplia a Estados Unidos ofrece oportunidades en renta variable a través de empresas de sólido crecimiento, como Tesla o ServiceNow. Mientras, Europa y Japón proporcionan convexidad y diversificación a la ecuación con exposiciones defensivas menos sensibles a la renta variable y más sesgadas hacia la calidad y los emisores con grado de inversión. Finalmente, los bonos asiáticos aportan el elemento de bajos precios al conjunto.

Aun así, advierte de que el riesgo divisa no debe ser subestimado y utilizar exposiciones con cobertura puede ser una “manera elegante” de manejar el crecimiento en un entorno todavía incierto. El ETF de Bonos Convertibles Globales de SPDR también se encuentra disponible con una clase de cobertura a euros dentro del mismo vehículo, incorporando igualmente acumulación de ingresos (Ticker: SPF1).

Según State Street, los tres motores de rendimiento para los bonos convertibles son el acceso a oportunidades de crédito atractivas a través de cupones y spreads, la sensibilidad a la renta variable, y la protección ante la volatilidad. Conforme estos factores adquieran mayor relevancia en las carteras de inversión, será un buen momento para incorporar una perspectiva a medio plazo y tomar ventaja de los bonos convertibles como cobertura conforme los mercados comienzan a recuperarse, aunque con altibajos en el camino.

State Street gestiona un patrimonio superior a 5.000 millones de dólares en ETFs sobre bonos convertibles a nivel global. ¿Por qué acceder a este mercado vía ETFs? Porque ofrecen un vehículo líquido y de bajo coste, pero, ante todo, hacen accesible esta estrategia a todo tipo de inversores. “El ETF se ha posicionado firmemente en el top quartile de su categoría desde su lanzamiento en 2014”, asegura el experto.

Recuperación o un respiro en la crisis: ¿en qué punto estamos?

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Pixabay CC0 Public Domain. Atraer empresas y profesionales con talento: una fórmula para hacer frente a la disminución de las inversiones extranjeras en Europa

Los principales riesgos no han desaparecido aún. Las gestoras coinciden en que el control de la pandemia y los puntuales rebrotes conviven con las estrategias de reapertura de las economías, que se van desarrollando con cierta satisfacción. Los mercados parecen haber tomado ritmo y comenzado a recuperarse, incluso algunas firmas de inversión hablan de un rebrote “espectacular”. La pregunta ahora es si puede durar y qué forma está empezando a tomar esa recuperación. 

“Sin prejuzgar el futuro curso de la epidemia, la segunda parte del 2020 no parece ni optimista ni preocupante. La abundante liquidez debería compensar un escenario fundamentalmente gris. En este contexto, tiene sentido que las carteras mantengan perfiles de riesgo equilibrados. La liquidez de los bancos centrales ha sido un poderoso motor del mercado durante los dos últimos años, pero sus efectos no han sido debidamente aprovechados, ni siquiera por los propios bancos centrales. Y, sin embargo, esta liquidez ha sostenido los precios de los activos hoy en día”, señalan desde Edmond de Rothschild. 

En opinión de Bruno Cavalier, economista jefe de ODDO BHF, el ciclo económico nunca ha invertido su curso dos veces, hacia abajo primero y luego hacia arriba, en el espacio de unas semanas. Sin embargo, considera que esto es lo que ha sucedido durante la «crisis del coronavirus», que realmente debería llamarse ahora la «crisis del cierre». Según su valoración, la peor recesión en la memoria reciente de los economistas se ha desarrollado en este corto espacio de tiempo.

“La brevedad de esta crisis puede crear confusión al evaluar los datos económicos. Los indicadores cíclicos habituales, disponibles con una frecuencia mensual o trimestral, proporcionan una imagen de la economía real con algo de retraso. Todavía muestran el desplome sin precedentes de la actividad, el consumo, la inversión y el comercio internacional. La severidad del shock implica que sus efectos adversos en la actividad económica no son totalmente reversibles. La pandemia del coronavirus no ha terminado y no se han levantado todas las medidas de confinamiento, pero podemos aventurarnos a decir que la causa inicial de la recesión casi ha desaparecido. No obstante, el sistema económico no volverá a su posición inicial (efecto de histéresis), ya que el choque tiene efectos retrasados y persistentes”, argumenta Cavlier. 

¿Una mejora sostenible?

A corto plazo, algunas gestoras como Natixis IM consideran que aún es pronto para pensar que todo ha pasado. Según Esty Dwek, jefa de estrategia global de mercados de Natixis IM, analizando los recientes reportes de datos económico, pareciera que lo peor de la crisis ha quedado atrás. “La actividad se reinició en mayo y se ha recuperado desde entonces con la reapertura gradual de las economías. Sin embargo, la recuperación será escalonada y lenta, y llevará un largo tiempo retornar a los niveles pre-crisis. El repunte inicial a partir de los confinamientos es sólido, pero los datos siguen siendo por debajo de los niveles de principios del 2020 y todavía necesitamos confirmación de que no disminuirá después de la «emoción posterior al parto» inicial”, explica Dwek. 

Desde Capital Group se muestran optimistas y señalan que “se ve la recuperación en el horizonte”. Según sus perspectivas de mitad de año, los mercados y la economía mundial comienzan a recuperarse. “Aunque se prevén retos importantes a corto plazo, hay motivos para el optimismo en lo que se refiere a la recuperación económica. No obstante el camino hacia la recuperación no estará exento de altibajos”, advierte en el documento. 

En este sentido, puede que las expectativas sean más o menos positivas, pero desde Allianz GI lanza una reflexión relevante: ¿hasta qué punto la recuperación que vemos ahora es sostenible? “Los nuevos casos de COVID-19 durante el pasado fin de semana volvieron a aumentar de nuevo a escala mundial, sobre todo en Estados Unidos, mientras que se volvieron a ordenar algunos confinamientos locales. No obstante, el arranque de la semana en los mercados de capitales internacionales estuvo lleno de esperanza: el índice de valores tecnológicos estadounidense, el Nasdaq, alcanzó un nuevo máximo histórico, mientras que en Asia, el mercado bursátil chino ascendió a un nivel récord desde febrero de 2018. China es, además, el primer gran mercado de renta variable que cotiza en positivo desde principios de año”, advierte Stefan Scheurer, director global de mercado de capitales y análisis temático de Allianz Global Investors.

Centros de datos: ¿el villano oculto en la lucha contra el cambio climático?

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Centros de datos: ¿el villano oculto en la lucha contra el cambio climático?
Pixabay CC0 Public Domain. Centros de datos: ¿el villano oculto en la lucha contra el cambio climático?

¿Ver Netflix durante media hora es tan malo para el planeta como conducir un coche durante 6 kilómetros? Eso es lo que afirmaba el blog «Big Think» en octubre de 2019 en una historia que rápidamente alcanzó los titulares. La mayoría de los consumidores no son conscientes de que sus hábitos de consumo de vídeo en streaming y el uso de la nube necesitan el funcionamiento de centros de datos en todo el mundo que exigen mucha energía. Las estimaciones varían, pero en 2018 a nivel global los centros de datos podrían haber consumido hasta 400 teravatios/hora de electricidad, una cantidad que equivale aproximadamente a la demanda de toda Francia.

Ya que dos tercios de la producción mundial de electricidad siguen procediendo de combustibles fósiles, existe el peligro de que nuestra insaciable demanda de datos se vuelva incompatible con los esfuerzos por mitigar el cambio climático. ¿Teniendo en cuenta que los bonos de las empresas de centros de datos están valorados en unos 47.000 millones de dólares, es este un factor que debe preocupar a los inversores?

Los centros de datos son edificios que albergan decenas de miles de servidores que contienen grandes cantidades de información y los conectan a Internet. Para acceder y procesar esta información se requiere energía y para evitar que los servidores se sobrecalienten se requiere aún más. Uno de los centros de datos de Equinix en Nueva York tiene ocho generadores de 2,5 megavatios: cada uno sería capaz de alimentar una pequeña ciudad.

Los propietarios de los centros de datos disfrutan de muchas fuentes de crecimiento futuro, o eso es lo que explican a los inversores. Entre los factores que sustentarán esta evolución se encuentran el aumento de la computación en la nube, la mayor calidad y cantidad de transmisión de vídeo, el 5G, el aumento de la adopción de teléfonos inteligentes en todo el mundo, el «Internet de las cosas», los vehículos autónomos y la inteligencia artificial.

Estas previsiones de demanda han llevado a muchos analistas a afirmar que los centros de datos pronto superarán a la industria aeronáutica en emisiones de dióxido de carbono. Esta información llega en un momento en que el mundo está tratando de reducir el consumo de energía y las emisiones. ¿Se considerará cada vez más la inversión en este sector como una contribución imprudente al cambio climático?

Hay razones para el optimismo. En primer lugar, el aumento del consumo de datos no equivale a un aumento del consumo de energía.  «La Ley de Koomey» establece que la intensidad energética de un gigabyte de datos entregado a través de los centros de datos se reduce a la mitad cada dos años. Esto se apoya en la experiencia de Google, cuyos centros de datos tienen hoy en día siete veces más potencia de cálculo usando la misma energía eléctrica que hace cinco años. Entre otras cosas, esto se consigue gracias al aumento de la eficiencia de la computación, mejores sistemas de refrigeración o la inteligencia artificial para dirigir la energía.

Existen incentivos para que esta tendencia continúe, tanto para los fabricantes de equipos como para los operadores de centros de datos, que están acostumbrados a ahorrar energía a fin de reducir los costes y cumplir los objetivos de sostenibilidad de sus clientes. Un artículo publicado en la revista Science en febrero constató que la proporción de electricidad consumida por los centros de datos es la misma hoy que en 2010. Por lo tanto, el consumo de datos puede seguir aumentando sin que aumente el consumo de energía y las emisiones.

Aunque el sector logre evitar un auge en el consumo de electricidad, el funcionamiento de los centros de datos sigue siendo intensivo en energía y se verá sometido a presiones para garantizar que esto no se traduzca en un exceso de emisiones. Tomemos como ejemplo a Digital Realty, la única empresa de centros de datos que ha emitido bonos verdes: en 2018, la energía que compró emitió 720 toneladas de CO2 por cada millón de dólares de ingresos en la empresa. Esto es el doble de la intensidad media de las emisiones de la industria del gas y solo un 20% menos que la de la industria aérea. Sin embargo, a diferencia de otros sectores tradicionalmente «sucios», los centros de datos tienen una ruta clara y viable para reducir sus emisiones a cero: la energía renovable.

Consciente de ello, Digital Realty ha trasladado toda su cartera europea a fuentes de energía renovable y se ha fijado el objetivo de ponerla a disposición de los clientes en sus 275 centros de datos. Tener 324 megavatios de proyectos eólicos y solares bajo contrato en EE.UU. ayudará, pero alrededor del 70% de los centros de datos de la empresa siguen funcionando con combustibles fósiles.

Por su parte, Equinix, que también opera más de 200 centros de datos, tiene un historial ejemplar: a pesar de haber duplicado el tamaño de su cartera en los últimos cinco años, pudo pasar del 33% de energía renovable al 92% actual. Por lo tanto, las huellas de carbono de los centros de datos pueden reducirse con relativa rapidez, en particular porque las energías renovables cada vez son más baratas.

El aumento de la preocupación pública por el cambio climático ha colocado este asunto entre las prioridades de muchos responsables políticos e inversores, y los científicos reiteran que esta debe ser la década del cambio. A los bonos emitidos por las empresas de centros de datos les quedan, de media, más de seis años para su vencimiento y a algunos hasta 30. Durante este período, es inevitable que se intensifique la presión de los clientes, los reguladores y los inversores para que abandonen los combustibles fósiles. La identificación de los emisores que están reduciendo proactivamente sus emisiones hoy en día es vital para los inversores en bonos que evalúan el riesgo de crédito.

Nuestro insaciable apetito por los datos no va a disminuir, pero la eficiencia de la informática y de los centros de datos mantendrá a raya la demanda de energía. El «Data Centre Knowledge» calcula que media hora de transmisión de Netflix es igual, en términos de emisiones, a conducir un coche 140 metros, no 6 kilómetros. Mientras, la creciente adopción de energías renovables por las empresas de centros de datos reducirá esta situación. Esto es algo que los inversores deberían alentar, ya que al final podrán ver Netflix sin sentimiento de culpa.

Tribuna de Thomas Leys, investment manager de renta fija de Aberdeen Standard Investments

La deuda de las empresas se disparó a cifras récord hasta enero de 2020

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Pixabay CC0 Public Domain. La deuda de las empresas se disparó hasta una cifra récord de 8,3 billones de dólares hasta enero de 2020

El endeudamiento de las empresas a nivel mundial se disparó hasta una cifra récord de 8,3 billones de dólares en 2019, lo que supone un aumento interanual del 8,1%, el más rápido en al menos cinco años. Según los datos el Corporate Debt Index de Janus Henderson, incluso antes de que la pandemia empezara a lastrar los balances de las empresas, la deuda empresarial se disparó hasta nuevos máximos

Según las conclusiones de la gestora, las empresas agotaron su liquidez en adquisiciones financiadas mediante deuda, grandes recompras de acciones, dividendos récord y el enorme efecto de las tensiones comerciales y la ralentización de la economía mundial en los beneficios. En conjunto, la deuda neta aumentó en 625.000 millones de dólares el año pasado, la mayor subida con diferencia de los últimos cinco años. En los últimos años, el crecimiento de la deuda se ha visto impulsado por unos tipos de interés muy bajos, que han abaratado el pago de la deuda, resultado de los intentos de los bancos centrales por estimular las economías.

Las empresas incluidas en el Corporate Debt Index -los 900 mayores valores financieros del mundo- deben actualmente casi dos quintas partes (37%) más que en 2014 y el crecimiento de la deuda ha superado considerablemente el de los beneficios. Los beneficios antes de impuestos del mismo grupo de empresas han aumentado un 9,1% en total, hasta los 2,3 billones de dólares. El apalancamiento, que mide la deuda en relación con la financiación de los accionistas, se incrementó hasta un porcentaje récord del 59% en 2019, mientras que la proporción de los beneficios dedicada a pagar intereses subió también hasta un nuevo máximo.

En opinión de la gestora, todas estas tendencias se aceleraron en 2020, cuando estalló la pandemia del COVID-19. El análisis de los mercados de renta fija de Janus Henderson muestra que la mitad de la deuda de las empresas de su índice está en bonos cotizados. Entre enero y mayo, se emitieron bonos por un importe de 384.000 millones de dólares adicionales, un 6,6% más que a fin de diciembre. El endeudamiento de los bancos también ha aumentado considerablemente, aunque sigue sin haber cifras exactas. Según las estimaciones de Janus Henderson, el endeudamiento neto aumentará un total de 1 billón de dólares este año, lo que supone un incremento del 12%.

Más de la mitad de las empresas del índice aumentaron su deuda en 2019, pero gran parte del impacto se debió a un número relativamente pequeño de ellas. En concreto, 25 empresas se endeudaron otros 410.000 millones de dólares el año pasado, lo que equivale a un tercio del aumento de la deuda de todas las empresas.

Según muestra el índice, la compañía más endeudada del mundo es Volkswagen: su deuda neta asciende a la increíble cantidad de 192.000 millones de dólares, cifra ligeramente inferior a la deuda pública de países como Sudáfrica o Hungría, si bien se ve impulsada por su actividad de financiación de automóviles. No todas las empresas se están endeudando. Una cuarta parte de las empresas del índice de Janus Henderson no tiene ninguna deuda y algunas tienen importantes reservas de liquidez. Con 104.000 millones de dólares, Alphabet, propietaria de Google, tiene las mayores reservas de liquidez. Sin embargo, lo que parece prudente a menudo resulta impopular para los accionistas, que pueden considerar que existen mejores maneras de utilizar ese capital.

Valoración de los datos

Según explica Tom Ross, gestor de carteras de deuda corporativa de Janus Henderson, “cuando el ciclo económico finalizó repentinamente este año, las empresas encararon la crisis con un récord de deuda. Se han lanzado a emitir nuevos bonos y a obtener préstamos de los bancos para asegurarse de que tienen suficiente liquidez lista para hacer frente a medidas de confinamiento más o menos severas en los distintos países del mundo. Algunas empresas han recurrido a ayudas públicas de emergencia durante los peores momentos de la crisis, cuando su financiación comercial se encareció considerablemente durante un tiempo. Con la mejora de la situación del mercado, gracias al apoyo de los bancos centrales y la reapertura gradual de las economías, las empresas querrán reducir su dependencia de las ayudas estatales, por lo que esperamos que la emisión de bonos siga aumentando”

En opinión de Ross, las adquisiciones, las recompras de acciones y los dividendos financiados mediante deuda a menudo preceden a una crisis económica. “Cuando la recesión global se imponga, los beneficios y los flujos de caja se reducirán considerablemente. Este año, los requisitos de endeudamiento serán enormes, aunque las empresas de nuestro índice van a recortar dividendos en 140.000 millones de dólares, hasta un total de 300.000 millones de dólares este año, están suspendiendo las recompras de acciones, aplazando las adquisiciones y reduciendo el gasto de capital. Mucho dependerá de en qué medida los nuevos préstamos se gasten o se mantengan como reservas de tesorería y de la cantidad de nuevas acciones que emitan las empresas para reforzar sus balances. Sin embargo, está claro que en 2020 la deuda corporativa neta marcará otro récord, aumentando 1 billón de dólares con respecto a 2019”, añade. 

El gestor considera que, siempre que sea adecuado, el endeudamiento no es malo, ya que puede incrementar el retorno al accionista. En este sentido, destaca que desde la óptica del inversor, los bonos también ofrecen oportunidades de inversión interesantes y con una baja probabilidad de incumplimiento de deuda por parte del emisor, ya que las empresas en general pueden pagar sus deudas con unos tipos de interés tan bajos.Siempre y cuando las empresas tengan liquidez suficiente para cerrar la brecha provocada por el confinamiento, considera que las rentabilidades de los bonos corporativos podrían parecer cada vez más atractivas para los inversores.

“Como sucede con todo, algunas empresas hacen las cosas mejor que otras. Como inversores en renta fija, lo que más nos importa es la capacidad de una empresa para hacer frente a sus deudas. Y lo que es más importante, buscaremos indicios de que una empresa está reforzando su posición cuando las condiciones mejoran, utilizando el superávit de flujo de caja para amortizar la deuda en lugar de gastarlo o emitiendo nuevas acciones para reequilibrar la combinación de financiación de capital y deuda. Esto hace que los precios de los bonos suban, generando plusvalías para los inversores”, matiza. 

Por su parte, Martina Álvarez, directora de ventas para Iberia de Janus Henderson, reconoce que el mercado de deuda corporativa ha sufrido un golpe sin precedentes en 2020 debido a la crisis económica provocada por el COVID-19. Sin embargo, considera que la intervención sincronizada de los Bancos Centrales ha dado un apoyo incondicional al activo. 

“Hemos visto un estrechamiento de los diferenciales de crédito y un escenario de tipos de interés muy bajos. Este año, las empresas se han visto obligadas a incrementar sus emisiones de deuda para conseguir la tan necesaria liquidez que les permita aguantar periodos desafiantes debido al cierre económico, la consecuente bajada en el consumo y un sentimiento inversor volátil. En este sentido, en los últimos años, las empresas españolas consiguieron reducir sus niveles de endeudamiento neto y por ello afrontan este periodo desde una posición más sólida. En 2020, las empresas españolas de nuestro índice emitieron deuda por valor de 4.400 millones de dólares en los mercados de renta fija, lo que constituye en torno a una vigésima parte del incremento del endeudamiento de las empresas europeas en lo que va de año”, apunta. 

Álvarez explica que, ahora más que nunca, el equipo de deuda corporativa en Janus Henderson tiene la convicción de que existen oportunidades interesantes en estos mercados si se gestionan los riesgos adecuadamente. “Ser un inversor en bonos corporativos implica balancear correctamente los riesgos de solvencia, los de liquidez y evaluar el potencial de las empresas para salir reforzadas de los momentos más débiles. Gracias al trabajo en equipo de analistas y gestores, hemos conseguido incrementar el volumen gestionado de nuestros fondos de deuda corporativa durante los últimos tres meses. Nos enorgullece comprobar una vez más que, en el largo plazo, la gestión activa marca la diferencia”, concluye la responsable de Iberia de Janus Henderson.

La Comisión Europea publica una hoja de ruta para relanzar el plan de acción sobre la Unión de Mercados de Capitales

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Pixabay CC0 Public Domain. La Comisión Europea publica una hoja de ruta para relanzar el plan de acción sobre la Unión de Mercados de Capitales

La Unión Europea sigue trabajando en la creación de la Unión de Mercado de Capitales. Su último paso ha sido la publicación de una hoja de ruta donde plantea cuáles son los principales retos que afectan a esta iniciativa, como la transformación digital o la transición a una economía sostenible, a los que se añade la crisis generada por el COVID-19.

Este documento estará abierto a recibir comentarios hasta el 4 de agosto de 2020. “El objetivo  de la Comisión es crear un Mercado Único de Capitales como piedra angular de la integración de Europa y fuente de un crecimiento económico más sostenible”, apuntan desde finReg360.

La publicación del proyecto se preveía en el informe de expertos de alto nivel (denominado Next CMU High-Level Group), con el objetivo de relanzar esta iniciativa tras constatarse que las empresas siguen financiándose mayoritariamente en el canal bancario.

La Comisión Europea destaca que la creación de la Unión de Mercados de Capitales será relevante para mejorar la resiliencia del sistema financiero de la Unión Europea; diversificar las opciones de financiación de las compañías europeas de cualquier tamaño y en cualquier fase de desarrollo de su negocio y mejorar el acceso de los inversores minoristas a productos de inversión más adecuados a su perfil de riesgo e inversión. También destaca su utilidad de cara a promover la inversión transfronteriza y contribuir a una prestación de servicios financieros más competitiva; desarrollar un mercado de capital sostenible, eficiente y operativo que suponga una ventaja competitiva única en el mundo, y movilizar el capital privado para que se dirija a las dos prioridades de la Comisión: una Europa verde y digital.

“Apunta, además, que, con la crisis debida a la COVID-19, la movilización de todos los recursos financieros será esencial para el repunte económico que, unido a los recientes acontecimientos geopolíticos como el Brexit, hacen que el proyecto de la CMU sea más urgente que nunca”, añaden desde finReg360.

En este sentido, los objetivos que se ha marcado la Comisión Europea con esta hoja de ruta son, principalmente, mejorar el ecosistema para la obtención de capital para empresas de la Unión Europea, en especial las pymes; apoyar la creación de una arquitectura de mercados de capitales más paneuropea; promover una mayor participación de los inversores minoristas y una mejor asignación de sus ahorros, y asegurar una mejor integración transfronteriza.

Lombard Odier y WWF lanzan la Guía del Donante Medioambiental

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Pixabay CC0 Public Domain. Lombard Odier y WWF lanzan la Guía del Donante Medioambiental

Lombard Odier y WWF publican una guía de filantropía para personas y fundaciones privadas que deseen contribuir en la lucha contra el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad. Se trata de la Guía del Donante Medioambiental, un documento que pretende ser “un recurso útil para cualquier donante que desee proteger el medio ambiente y ayudar a combatir el cambio climático”, según afirman desde la entidades.

Escrito y publicado en asociación con WWF, la guía tiene como objetivo aumentar la concienciación, así como facilitar el compromiso y la financiación en este campo. Proporciona información y análisis para comprender mejor el alcance de la naturaleza y la dimensión de la emergencia climática e identificar diferentes tipos de soluciones. Aprovechando las experiencias combinadas del Grupo Lombard Odier y WWF, se esbozan proyectos concretos, resultados previstos y oportunidades para los donantes de preservar los océanos, los bosques y los hábitats de agua dulce en todo el mundo. En la guía también se destacan casos de estudio en el ámbito de las inversiones de impacto.

“Un millón de especies están en peligro de extinción y la forma en que actualmente producimos y consumimos está causando daños irreparables a la biodiversidad, la tierra, los bosques, los océanos y los sistemas fluviales. La ciencia es clara: la pérdida de la naturaleza junto con el cambio climático es una emergencia mundial que pone en peligro nuestra prosperidad económica, nuestro bienestar, nuestro desarrollo y nuestra propia supervivencia”, advierte Marco Lambertini, director general de WWF Internacional.

En 2017, tan sólo el 3% de los 410.000 millones de dólares donados por los estadounidenses a la beneficencia se destinaron a causas relacionadas con el medio ambiente, según los datos de NP. No obstante, la cifra ascendió un 7,2% con respecto al año anterior. En Europa, un estudio del Centro de Fundaciones Europeas que examina 87 de las mayores fundaciones europeas encontró que éstas dieron un total de 583 millones de euros en subvenciones relacionadas con el medio ambiente en 2016, menos del 1% de los 60.000 millones de euros que se estima que dichas fundaciones europeas concedieron ese año (EFC).

“A pesar de que la concienciación es mayor que nunca y de que los filántropos de todo el mundo están comprometidos, es necesario un progreso más rápido, junto con la financiación correspondiente, para reequilibrar nuestra relación con la naturaleza. La filantropía puede ayudar hoy y más que nunca en la financiación de acciones que apunten a las causas fundamentales de la pérdida de la naturaleza y el cambio climático y movilicen a los responsables de la toma de decisiones para impulsar el tan necesario cambio sistémico hacia un futuro sostenible para la gente y el planeta”, añade Lambertini.

“La Guía del Donante Medioambiental demuestra con claridad cómo todas las donaciones son importantes para responder a la crisis climática y ambiental actual”, afirman desde la firma. Por ejemplo, unos 35.000 dólares pueden poner en marcha el desarrollo de una industria pesquera local sostenible en el Mediterráneo, mientras que para preparar a un país en desarrollo para el cambio climático se requiere una financiación de cientos de millones o incluso miles de millones de dólares.

“Se estima que los fondos necesarios para proteger nuestro clima y detener la pérdida de la biodiversidad son enormes. Si bien la mayoría de los fondos provendrán de los gobiernos, existen enormes oportunidades para que los donantes filantrópicos también marquen la diferencia”, añade Patrick Odier, socio gestor senior del Grupo Lombard Odier y presidente de la Fundación Lombard Odier. “La filantropía tiene un valor poco común. Es el catalizador que puede provocar un cambio significativo en nuestra cultura. Puede financiar y apoyar visiones, sin importar en qué etapa, ya sea la semilla de una buena idea o una iniciativa totalmente desarrollada. A este respecto, el sector financiero también está asumiendo el reto, con iniciativas financieras innovadoras y sostenibles”, subraya Odier.

Además de las donaciones, la Guía del Donante muestra algunas de las novedades en materia de financiación como, por ejemplo, el Blue Bond de The Nature Conservancy, un instrumento diseñado para recaudar fondos para refinanciar la deuda de los países en desarrollo con la condición de que utilicen el dinero recibido para proteger o preservar sus entornos naturales.

“Tales instrumentos de financiación son valiosos porque movilizan un capital que permite a los países abordar los factores estructurales subyacentes que a menudo atraen menos la atención de los filántropos”, advierte Maximilian Martin, director global de Filantropía del Grupo Lombard Odier. “Los objetivos con un impacto de gran alcance, como la protección de entornos marinos prístinos, el fuerte capital natural y la biodiversidad de los bosques antiguos, o la vida silvestre africana, se consiguen mejor con un conjunto de instrumentos de financiación, que van desde las subvenciones hasta las inversiones de impacto”.

La Guía del Donante Medioambiental ha sido editada por el Grupo Lombard Odier y está disponible en inglés. Puede ser descargada gratuitamente de las páginas web del Grupo Lombard Odier y WWF.