Luego de la crisis de 2008, y su consecuente impacto sobre el crecimiento económico a nivel global; las cifras de crecimiento de PIB han sido mejores. Mejores sí, pero no tan buenas como deberían haber sido, teniendo en cuenta lo que históricamente era un rebote de la economía norteamericana. Poniéndolo en perspectiva, a principios de la década del 80, en Estados Unidos se registró una contracción económica menor a la registrada en 2009, pero aún así, en los años siguientes, la economía norteamericana lograba crecer a tasas superiores reales del 6%.
En la situación actual, a pesar de haberse contraído un 3.5% en 2009, la economía estadounidense ha logrado un simple crecimiento del 2.2%, según las cifras recientes. Para una economía avaluada en cerca de 16 trillones de dólares, crecer cuatro puntos porcentuales inferiores representa dejar de ganar cerca de 640.000 millones de dólares anuales; lo cual es una cifra altamente significativa.
¿Qué ha cambiado en la economía norteamericana desde hace cerca de 35 años? La respuesta es la composición de la misma. Comparado con los 80, hoy en día el consumo es una proporción más alta de la economía, el gasto del gobierno también, pero la inversión productiva y el sector externo son menores. Incluso, hoy Estados Unidos no es un exportador neto como hace 30 años, hoy es importador, lo cual, según la economía básica, resta al crecimiento económico.
El tema importante de evaluar es el consumo, aunque no deja de ser preocupante que el gobierno haya ganado tanta influencia, en contra del sector productivo. Pero centrándonos en consumo, hay un tema altamente relevante, y es que éste representa cerca del 71% de la economía total, lo que significa un incremento de seis puntos porcentuales frente al consumo, como porcentaje de la economía total, en la década del 80. En plata blanca, estamos hablando de que hoy el consumo le aporta hoy, a la economía norteamericana, cerca de un trillón de dólares mas de lo que le aportaba hace 30 años; lo cual es bastante significativo.
Sin embargo, en ocasiones anteriores, hemos hablado de que, a pesar de la reducción en la tasa de desempleo, el mercado laboral no es lo suficientemente dinámico, porque gran parte de la reducción, se ha dado con un movimiento de personas hacia afuera de la fuerza laboral; y esto, en forma sencilla, significa menor capacidad de compra de ciertos grupos de población. Cruzando una cifra y la otra, de los reportes mensuales de empleo, se encontraría que este movimiento de personas se acerca a los 10 millones de individuos, por lo que estamos hablando que cerca del 9% de la fuerza laboral norteamericana se ha visto afectada.
Así, no es de extrañar que en una economía que vive más del consumo, menor cantidad de gente empleada, tenga un efecto significativo sobre el potencial de crecimiento de la misma. Por eso, aunque los datos han sido buenos, el rebote, con seguridad, no es lo suficientemente bueno como debería ser.