El pasado 12 de junio se cumplieron 40 años de la adhesión de España a la UE y, actualmente, se están produciendo otros movimientos integradores, dirigidos a la potenciación de los mercados de valores y al impulso de la inversión minorista a nivel europeo. En el marco del 42º seminario de la APIE, que se está celebrando esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander, la CNMV defendió el potencial de la SIU (la propuesta sobre la unión de ahorro e inversiones a nivel europeo).
«Tenemos buenas expectativas con el nuevo proyecto de la SIU: se trata de darle otra vuelta a la unión bancaria, y creemos que hay algún elemento que puede ayudar a obtener ahora resultados más positivos que en estos últimos años, como el nuevo objetivo de simplificación que, si se aplica en el área bancaria y de los mercados de valores, podría tener recorrido para favorecer la armonización regulatoria y una mayor integración de los mercados», defendió su presidente, Carlos San Basilio.
El presidente habló de dos planos: por un lado, el de los sectores que ya están integrados, como el de la inversión colectiva, aunque hay margen para ir más allá. Por otro lado, explicó que donde hay mayor reto es en los mercados bursátiles, donde «existen polos de concentración -en España con SIX, en Suiza con acuerdos con Reino Unido, los países nórdicos por su lado…». Tenemos que ver cómo se avanza en una mayor interoperabilidad y más realista más que en pensar en soluciones corporativas», dijo.
El presidente recordó, en este sentido, el contraste existente entre la consolidación de la inversión colectiva y los mercados privados, y los retos en los mercados bursátiles. «La gestión colectiva está muy consolidada en Europa: en España el volumen de las IICs supera los 415.000 millones de euros en manos de las gestoras nacionales, que suponen el 60% de la inversión colectiva, mientras el otro 40% está en manos de entidades extranjeras, lo que muestra que el nivel de integración es considerable. En private equity también hemos visto un considerable dinamismo en Europa, con un buen nivel de crecimiento en España, de en torno al 20% anual, de forma que el patrimonio gestionado está cerca de 50.000 millones de euros, una buena noticia. Por eso cuando se habla de falta de integración de los mercados en Europa, hay que diferenciar: es clara en el sistema bancario y en las bolsas pero no tanto en otros segmentos como la inversión colectiva o el capital privado», explicó, añadiendo el peso descendente que tienen las bolsas nacionales en la economía.
Sobre la posible cuenta individual que recoge la SIU, afirmó que puede ser un elemento que puede reforzar los mercados en los países donde no existe y, en este sentido, reconoció que «un elemento fundamental para el éxito y extensión para millones de personas son los incentivos fiscales. Tenemos que ver cómo se gestionan para que no supongan una merma de recaudación, sino un aumento al atraer inversiones a productos donde no están hasta ahora. Se puede ser creativo y ver cómo se generan estos incentivos sin que haya una pérdida de recaudación para los sectores públicos en una Europa que afronta esfuerzos fiscales», dijo.
Pasado y futuro
San Basilio hizo balance de los últimos 40 años en los mercados, desde la ley que potenció su expansión, facilitada también por la inversión extranjera, hasta los retos actuales, pasando por el desarrollo de la presencia de los los inversores minoristas españoles, la intensificación de la liquidez en los mercados, su consolidación hasta la década de los 2000 y las crisis posteriores, derivadas de los excesos de un crecimiento insostenible de innovaciones financieras y las malas prácticas de comercialización, reflejadas en las crisis de 2007-2008 y posteriores, que afectaron a los mercados pero también a las entidades y a la economía real. «En estos 40 años hemos comprobado el lado bueno (cómo unos mercados financiero dinámicos facilitan el crecimiento de la economía) pero también el malo (cómo los excesos pueden costar mucho al conjunto del sistema). Las consecuencias de los excesos fueron en términos de rentabilidad, crecimiento y empleo pero también regulatoria: el tsunami regulatorio, con su epicentro en Bruselas, llegó más tarde», recordó el presidente.
A la hora de valorar la situación actual destacó tres elementos clave: la resiliencia de los mercados, el exceso regulatorio, y el dinamismo en algunos segmentos de los mercados, como la inversión colectiva y el capital privado, en contraste con otros, como las bolsas. «Desde la superación de la crisis de 2011-12, entramos en un periodo en el que los mercados financieros -incluyendo el sistema bancario- han tenido un comportamiento sólido y mostrado la capacidad de hacer frente a diferentes coyunturas, con una volatilidad creciente ante tensiones geopolíticas como las actuales, pero mostrando que los mercados pueden digerir estas situaciones, que ofrecen resiliencia en situaciones de extrema tensión».
Pero también reconoció una situación «de rigidez» regulatoria, en la que las cargas para los participantes son altas, «un entorno más seguro pero excesivamente rígido. Viene reclamándose en Europa un esfuerzo de simplificación para un marco regulatorio que, sin perder objetivos, favorezca un mayor dinamismo y menores cargas y una mayor competitividad».
Sobre el futuro, habló de su plan estratégico con nueve prioridades, entre las que destacó la protección del inversor, pero en áreas como los criptoactivos. «Los productos regulados por UCITS cuentan con un nivel protección elevado y hasta de sobreprotección, que desincentiva que el minorista tome esas decisiones a veces. Por eso no nos preocupan los productos tradicionales, sino los nuevos productos, basados en criptoactivos y criptomonedas. Es complicado control del fraude financiero, cuentan con una regulación reciente -MiCA- y poco detallada en sus obligaciones».
Otra prioridad destacada, el impulso de las bolsas, para pasar a una estructura de mercado más basada en bilateralidad: «Para que crezcan hay que actuar sobre la oferta, y es fundamental potenciar el papel del minorista en renta variable», dijo. Una tercera prioridad, la simplificación marco supervisor: «Estamos intentando influir en el poder legislativo y actuar por nuestra parte en lo que esté en nuestra mano». Y, por último destacó el reto tecnológico, con la llegada de la inteligencia artificial que se une a la dinámica de digitalización.
Preguntado por los finfluencers, y las advertencias de la CNMV en este sentido, aseguró que trabajan en una colaboración internacional, en distintos países y afirmó que «se necesitan herramientas para la identificación de compañías que emiten recomendaciones de inversión fraudulentas. En el marco de IOSCO hemos conseguido ir más allá de la UE pero estamos en etapas muy preliminares y eso requiere también un refuerzo de la capacidad tecnológica».
En resumen, dibujó un momento de cambios: «Cuatro décadas nos han llevado a un nuevo punto transformacional: los mercados de valores van a cambiar mucho en los próximos años y el reto es estar a la altura para el beneficio de los mercados, de la economía y la sociedad», apostilló.