La interacción humana con el medio ambiente tiene unos costes, que cada vez se hacen más visibles. Ante el avance del cambio climático provocado por el ser humano, la sociedad, las empresas e instituciones públicas comparten el objetivo de evitar que la temperatura siga ascendiendo sin control. Un objetivo para cuya consecución debemos cambiar el modelo económico.
“No podemos negar que vivimos en un mundo finito en el que queremos crecer de forma infinita, algo imposible si no tenemos una mentalidad circular y global, también en la inversión. Además, esta preocupación ya se está reflejando en los inversores y la demanda de los ciudadanos”, ha explicado Francisco Vidal, economista jefe de Intermoney, en un evento organizado por la entidad.
Sin embargo, aunque el plan medioambiental acapare todas las miradas, el experto insiste en que desde el punto de vista social las empresas también tienen un importante papel, así como en la gobernanza. Dos criterios que entran dentro de las famosas siglas ESG.
Las entidades pueden ser más o menos conscientes de los retos ESG, pero Vidal advierte de que el regulador acabará llevando a las empresas por el camino sostenible. “Estamos en un momento en el que se piden acciones. Cada vez se pide más que las empresas sean activas en las juntas de accionistas, y que se vea si el modelo de negocio es bueno en el medio-largo plazo”, señala.
“Esto ya está aquí y ha llegado para quedarse. La situación será cada vez más compleja y llevará más esfuerzo. Si miramos al medio plazo y echamos cuentas sale rentable ser responsable. En un mundo finito no puedes aspirar a un crecimiento infinito y para maximizar ese crecimiento tienes que apostar por empresas que potencien la economía circular”, insiste.
El crecimiento de la inversión sostenible: gestión activa y pasiva
El crecimiento de la inversión sostenible se ha dado tanto en la gestión activa como en la pasiva. Según ha explicado Juan Ros, analista de Intermoney Valores, de los casi 6.000 ETFs de acciones a nivel global unos 350 tienen una estrategia enfocada exclusivamente a compañías bien gestionadas bajo los criterios ESG. Estos ETFs tienen un patrimonio conjunto de más de 200.000 millones de dólares, han doblado su patrimonio en el último año y ya explican un 3% de los 7 billones de valor de mercado combinado de todos los ETFs de acciones a nivel global.
Respecto a la gestión activa, Ros explica cómo ya se ve que la mayoría de las gestoras han incorporado criterios ESG en sus sistemas de toma de decisiones, e incluso las gestoras más grandes han lanzado vehículos específicos de inversión sostenible.
Para el experto, “las compañías que se preocupan por la ESG son compañías que se preocupan por el largo plazo y tienden a obtener mejores resultados».
Sin embargo, donde sí ven más retraso es en las pequeñas y medianas compañías. “Las grandes y líquidas son muy transparentes y cumplidoras, pero las medianas y pequeñas, como hacen falta recursos, van más retrasadas y tendrán que hacer un ejercicio de transparencia y reportar datos para alcanzar el nivel deseado”, explica.
Después de la transparencia vendrá intentar mejorar los pilares de sostenibilidad. “Hay un gap grande entre ambas y esto se traduce en la dirección de los flujos. El grueso de la inversión se lo llevan las grandes”, advierte.
El mercado de los derechos de emisiones
La descarbonización es un eje fundamental de la evolución y desarrollo económico en todo el mundo, y en particular en Europa. La Unión Europea (UE) estableció el esquema de comercio de emisiones de gases de efecto invernadero (EU ETS) en 2005 como una de sus líneas maestras para la consecución de la descarbonización, con un objetivo en 2030 de una reducción del 45% sobre las emisiones de 2005 y un objetivo de emisiones netas cero en el año 2050. El EU ETS es un sistema de cap and trade que afecta a la Europa de los 27 y que debe permitir realizar las reducciones emisiones de gases de efecto invernadero allí donde sea más eficiente.
Según explica José Salmerón, director General de Wind to Market y AEQ energía, este sistema no afecta a todas las industrias, solo el 55% de las emisiones se subastan y el resto se da gratuitamente a aquellos sectores que tienen riesgo de deslocalización porque compiten con empresas que no tienen esos límites de carbón, se llaman sectores de fuga de carbono. Se les dan los derechos de manera gratuita.
Sin embargo, no se le da a cualquier precio. Se hace una estandarización de los productos y emisiones, cogiendo el 10% de las empresas más eficientes, por lo que se les obliga a ser más eficientes en cuanto a las emisiones.
Según explica, después de la crisis financiera, el precio de los derechos no aumentaba en la manera que indujera a la reducción de emisiones efectiva, había un excedente de derechos por la caída de la actividad. Por ello, se creó una reserva de estabilidad del mercado para retirar derechos y sostener el precio e incentivar las reducciones y cuando se produjeran tensiones volver a sacar esos derechos para estabilizar el precio.
Todo esto tiene un efecto importante en el día a día de las personas, cómo se paga y cómo se distribuye.