La transición hacia una economía baja en emisiones es ya un hecho imparable, pero su desarrollo de forma desordenada podría elevar el riesgo de la renta variable y desestabilizar la relación tradicional entre riesgo y rentabilidad. Esta es una de las principales advertencias del estudio Carrera al Net Zero: Implicaciones en el mundo inversor de una transición más desordenada, elaborado por Fidelity International en colaboración con la Fundación de Estudios Financieros del Instituto Español de Analistas, presentado el pasado jueves en la sede de KPMG de Madrid.
El informe advierte de que el escenario más probable es una “transición demorada”, en la que la falta de avances coordinados y el agravamiento de las tensiones geopolíticas dificultan una respuesta climática eficaz. En este contexto, los riesgos climáticos —tanto físicos como de transición— están llamados a modificar de forma estructural la relación tradicional entre riesgo y rentabilidad, obligando a los inversores a rediseñar sus estrategias de asignación de activos. «La frontera eficiente tenderá a aplanarse, y los inversores tendrán que construir carteras más diversificadas, resilientes y preparadas para un entorno de mayor volatilidad climática», explicó Edoardo Cilla, director del equipo Global Macro y Asignación de Activos de Fidelity International.
La gestión activa y la integración climática, claves para afrontar el nuevo escenario
Durante la apertura del acto, Lola Solana, presidenta del Instituto Español de Analistas, destacó: «El cambio climático es uno de los grandes vectores de transformación del mundo inversor. Nuestro compromiso como Instituto es ayudar a los profesionales a integrar estos nuevos riesgos en sus análisis y decisiones, anticipando los retos y aprovechando las oportunidades». Por su parte, Teresa Royo, socia de Sostenibilidad y Buen Gobierno de KPMG España, subrayó que «apostar hoy por la sostenibilidad no es solo una cuestión de responsabilidad, sino una apuesta clara por el crecimiento y la resiliencia futura».
En la mesa redonda posterior, moderada por Raquel Blázquez, directora de inversiones de Ibercaja Banca Privada, los ponentes coincidieron en la urgencia de acelerar las políticas y medidas de transición ante el avance de los riesgos climáticos.
Francisco Uría, socio responsable global de Banca y Mercados de Capitales de KPMG, remarcó que «la integración de los riesgos climáticos en las decisiones económicas no es una opción, sino una necesidad imperiosa». Desde KPMG, explicó, están trabajando en el desarrollo de métricas y modelos específicos para ayudar a empresas y supervisores a medir y mitigar estos riesgos de forma práctica.
Por su parte, Jaime Cifuentes, Head of Corporate Strategy de Moeve, recalcó que “adaptarse a la transición climática no es solo cumplir requisitos regulatorios, es asegurar la competitividad futura”. Moeve ha trazado una hoja de ruta para liderar la producción de energías sostenibles basadas en moléculas verdes, como hidrogeno verde y biocombustibles de segunda generación, para ser uno de los motores de la transición energética en Europa.
Desde su perspectiva, Clara González, Senior Economist de Oficina ASG de Banco de España, subrayó que «la disposición de información es clave en la valoración de proyectos de forma que se puedan canalizar los recursos financieros necesarios para una transición ordenada, así como el desarrollo de métricas retrospectivas y prospectivas, como los escenarios de la Network for Greening the Financial System».
Por su parte, Lucas Arangüena, Global Head Green Finance de Santander, apuntó que «la transición energética ofrece enormes oportunidades de transformación económica y de inversión a largo plazo», y detalló cómo el banco está integrando el riesgo climático en su actividad y desarrollando productos financieros que acompañen a sus clientes en su proceso de descarbonización.
El informe concluye que, pese a los avances regulatorios y tecnológicos, la falta de una coordinación internacional decidida y el aumento de las tensiones geopolíticas están alejando al mundo del objetivo de una transición ordenada. Ante este escenario, Fidelity International recomienda a los inversores apostar por la gestión activa, integrar criterios climáticos en la selección de activos y construir carteras más resistentes al impacto de los riesgos climáticos, tanto físicos como de transición.