Costos y desafíos de la transición climática para emisores soberanos

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Pixabay CC0 Public DomainTransición ecológica . Transición ecológica

A medida que las temperaturas globales promedio continúan aumentando a un ritmo acelerado, el consenso científico es que la actividad humana es la principal causa de los cambios a largo plazo en las temperaturas y los patrones climáticos, en gran parte debido a las emisiones de gases de efecto invernadero. Ahora se reconoce ampliamente que la transición climática no es solo un imperativo ambiental, sino también cada vez más económico.

Como inversores en bonos soberanos, debemos ser conscientes de estos riesgos y tratar de incorporarlos en nuestro análisis, reconociendo que los riesgos relacionados con el clima son significativos, al igual que los costos de la transición a un futuro más sostenible y con bajas emisiones de carbono. Además, creemos que la etapa de desarrollo económico de un país, la calidad de sus estándares de gobernanza y su voluntad y capacidad para mitigar los eventos del cambio climático son particularmente importantes al evaluar la estabilidad financiera. En Colchester, evaluamos principalmente la vulnerabilidad de un país al cambio climático a través de dos canales, a saber, el riesgo físico y el riesgo de transición. Mientras que el riesgo físico tiene en cuenta la vulnerabilidad de un país a los cambios en el tiempo, el clima y los desastres naturales, el riesgo de transición es una evaluación estimativa asociada con el camino de transición de un país hacia una economía con menos carbono.

La reciente conferencia climática de las Naciones Unidas (ONU) en 2021, COP26, centró la atención del mundo en la necesidad urgente de abordar el cambio climático. El acuerdo final, el Pacto Climático de Glasgow, insta a los países a reducir el uso de carbón y los subsidios a los combustibles fósiles e insta a los gobiernos a presentar objetivos de reducción de emisiones más ambiciosos para fines de 2022 a fin de mantener vivo el objetivo de 1,5 °C.

Una implicación clara es que, dada la disminución esperada en la demanda de combustibles fósiles en las próximas décadas, los principales productores de recursos de combustibles fósiles pueden eventualmente enfrentar una pérdida de ingresos de estos productos básicos y deberán diversificarse en otros sectores económicos. En el gráfico se muestran algunas de las economías más expuestas a los combustibles fósiles dentro de nuestro universo de inversión. Sin embargo, vale la pena destacar que los riesgos que rodean la fuerte dependencia de los combustibles fósiles pueden mitigarse a través de una gobernanza sólida y políticas acertadas.

Por ejemplo, el enfoque disciplinado de Noruega para gestionar los ingresos del petróleo (que se invierte en su fondo de riqueza soberana de 1,36 billones de dólares, según datos de final de 2021, y se rige por un marco fiscal sólido) amortigua su posición fiscal y proporciona recursos para apoyar la transición del país hacia una vía económica más sostenible a largo plazo. término. Además, los avances tecnológicos están reduciendo el costo de las fuentes alternativas de energía donde, por ejemplo, la electricidad y la calefacción de Noruega ahora están cubiertas en gran parte por la energía hidroeléctrica.

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Fuente: Indicadores del Banco Mundial, Colchester, 2019. Nota: “Las rentas de petróleo, carbón o gas natural son la diferencia entre el valor de la producción de petróleo crudo, carbón o gas natural a precios regionales y los costos totales de producción”, según lo definido por el Banco Mundial para los fines de esta fuente de datos.

 

La exposición a riesgos relacionados con el clima varía mucho entre países, y observamos que muchos países de bajos ingresos y productores de combustibles fósiles son más vulnerables. Por ejemplo, el primer ministro de la India, Narendra Modi, ha argumentado que los países más pobres deberían tener un período de transición más largo, incluido un período de aumento de las emisiones a medida que se desarrollan y ascienden en la curva de ingresos.

Sin embargo, el anuncio de India de que pretende alcanzar cero emisiones netas para 2070, y abastecer el cincuenta por ciento de sus requisitos de electricidad a partir de fuentes de energía renovables para 2030, es muy ambicioso. El carbón y el petróleo han apoyado el crecimiento económico de India hasta la fecha y el rápido crecimiento en el consumo de energía fósil ha significado que India es ahora el cuarto mayor emisor de CO2 del mundo. Sin embargo, en el futuro, India tiene la oportunidad de ser pionera en un modelo de mayor desarrollo económico que evite los enfoques intensivos en carbono. Según la AIE, la electricidad renovable está creciendo a un ritmo más rápido en la India que cualquier otra economía importante, con nuevas adiciones de capacidad en camino de duplicarse para 2026. A pesar del objetivo de la India, persisten los desafíos, sobre todo en términos del costo de financiamiento. India ha pedido un billón de dólares en financiamiento climático de los países desarrollados para ayudar a acelerar el cambio a la energía limpia, argumentando que los países en desarrollo históricamente han contribuido menos que las economías avanzadas a las emisiones y, sin embargo, se les pide que asuman una carga mayor en la transición neta cero.

La evaluación de Colchester de los riesgos relacionados con el clima es un trabajo en progreso. Nuestro análisis se afinará a medida que se desarrollen más fuentes de datos, medidas aplicables, herramientas y análisis que sean directamente relevantes para una evaluación de la deuda soberana. También somos un participante activo en los esfuerzos de la industria para diseñar marcos apropiados dentro de los cuales evaluar a los emisores gubernamentales. Un ejemplo de ello es la iniciativa de colaboración conjunta de ‘Evaluación de los riesgos y oportunidades asociados al cambio climático para soberanos”, conocida como «ASCOR» por sus siglas en ingles (Assessing Sovereign Climate-related Opportunities and Risk Project). Colchester se unió como miembro del Comité Asesor y la iniciativa tiene como objetivo proporcionar una visión y un marco común para comprender la exposición soberana al riesgo climático y cómo los gobiernos planean hacer la transición a una economía baja en carbono.

 

 

 

Este artículo no se debe considerar como una recomendación de inversión. Colchester Global Investors Limited está regulada por la Autoridad de Conducta Financiera del Reino Unido (UK Financial Conduct Authority) y solo trata con clientes profesionales. https://www.colchesterglobal.com para obtener más información y descargos de responsabilidad.

La guerra en Ucrania provoca un cambio radical en las perspectivas económicas y energéticas

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Pixabay CC0 Public Domain. La guerra en Ucrania provoca un cambio radical en las perspectivas económicas y energéticas

La guerra en Ucrania está cambiando el panorama geopolítico y económico, con profundas consecuencias para el crecimiento y los mercados mundiales. Veintitrés años después de tomar el poder en el Kremlin, el presidente Vladimir Putin parece dispuesto a paralizar la economía rusa para obtener beneficios geopolíticos. En pocos días, la UE ha dado un vuelco a décadas de políticas de defensa y energía para responder con sanciones sin precedentes. La invasión llevará a Rusia a la recesión, socavando sus perspectivas a corto y largo plazo.

Tras semanas de desmentir los informes de los servicios de inteligencia occidentales, el presidente Putin ha iniciado la mayor guerra convencional en Europa desde 1945, ha amenazado con desplegar armas nucleares y ha utilizado Bielorrusia como base desde la que lanzar el brazo norte de la invasión de Ucrania. El presidente ruso ha descrito la invasión como una «operación militar especial» para «desmilitarizar» Ucrania. Las fuerzas ucranianas siguen contraatacando, movilizando a los reservistas para resistir y frenar la invasión.

Ucrania se independizó tras el colapso de la Unión Soviética hace treinta años. Con la atención del mundo puesta en la lucha contra el COVID-19, Putin comenzó a concentrar las fuerzas rusas en las fronteras de Ucrania en la primavera de 2021. Argumentó que Ucrania es inseparable de Rusia, con una identidad e historia comunes, y se opuso a que Ucrania se centrara en estrechar lazos con la Unión Europea y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). 

Las sanciones muerden 

La UE, EE.UU. y sus aliados han aumentado constantemente las sanciones, aislando gradualmente a los dirigentes e instituciones de Rusia. Antes de la invasión del 24 de febrero de 2022, la Unión Europea empezó a imponer sanciones a particulares rusos y Alemania suspendió su proceso de aprobación del gasoducto Nord Stream 2 a través del Mar Báltico. Desde el ataque, la UE y EE.UU. han congelado los activos de más individuos y han prohibido la negociación de deuda soberana emitida por el banco central. La UE también ha congelado los activos de Putin, del ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, y de todos los miembros de la Duma rusa, su consejo de seguridad, así como de funcionarios bielorrusos vinculados a la guerra. Además, los 26 países de la UE han prohibido la entrada de todos los aviones rusos en su espacio aéreo.

Occidente ha bloqueado el acceso de varios bancos rusos al sistema de mensajería SWIFT que las instituciones financieras utilizan para realizar operaciones, confirmar pagos, cambiar divisas y transferir órdenes. Esto significa que los pagos de petróleo y gas de las empresas occidentales a los proveedores rusos siguen siendo posibles, aunque enrutados a través de un número más limitado de canales. Por ahora, el sector energético no se ha visto implicado en las sanciones, y el petróleo y el gas rusos siguen fluyendo, como lo hicieron durante toda la Guerra Fría

Cualquier conflicto requiere dinero en efectivo. Los países occidentales han congelado el acceso del banco central ruso a las reservas de divisas, socavando la capacidad de Rusia para financiar la guerra, así como para apoyar su propia economía y comprar rublos para apuntalar su moneda. Desde la anexión de Crimea en 2014, Putin duplicó las reservas de Rusia, con un valor de 630.000 millones de dólares en divisas antes de la invasión de la semana pasada. Estas reservas existen como activos en manos de bancos centrales extranjeros, incluidos el Banco Central Europeo y la Reserva Federal de Estados Unidos.

Desde 2014, Rusia y China han reducido su dependencia del dólar estadounidense en el comercio internacional hasta un 40% de las transacciones, pasando a utilizar el euro. El banco central de Rusia ha seguido una política de desdolarización desde al menos 2018. En junio de 2021, Rusia anunció que su Fondo Nacional de Riqueza, que gestiona más de 170.000 millones de dólares, vendería todas sus inversiones denominadas en dólares, dejando el 40% de sus activos en euros, el 30% en renminbi chino y el 20% en oro. La congelación del acceso a las reservas de divisas coloca a Rusia en una lista negra con sólo otros tres países: Irán, Venezuela y Corea del Norte.

El crecimiento de Rusia, una amenaza nuclear 

Las sanciones occidentales minarán gravemente las perspectivas de crecimiento e inflación de Rusia a corto plazo. El Banco Central de Rusia ha introducido controles de capital para impedir la salida de divisas del país, y el 28 de febrero aumentó los tipos de interés del 9,5% al 20%. La moneda rusa se ha hundido, cayendo más de un 45% en lo que va de año frente al dólar, y un 35% desde la invasión. Junto con el aumento de la inflación, la política monetaria tendrá que seguir siendo restrictiva, ahogando el crecimiento.

La magnitud de las sanciones ha cambiado drásticamente el sentimiento empresarial. El fondo soberano de Noruega, el mayor del mundo ha declarado que se desprenderá de todos sus activos rusos, mientras que BP Plc, la empresa energética con sede en Londres, ha declarado que dejará de hacer negocios con la empresa rusa Rosneft PJSC, en la que tiene una quinta parte.

A largo plazo, el ya bajo crecimiento potencial del país puede disminuir aún más. El modelo económico altamente centralizado de Rusia, con su dependencia de las exportaciones de energía, los escasos indicios de reformas, un entorno empresarial débil y el envejecimiento de la población son retos estructurales.

En respuesta, Rusia ha movilizado su fuerza de disuasión nuclear «a un modo especial de combate», dijo Putin en declaraciones televisadas el 26 de febrero: «Los países occidentales no sólo están emprendiendo acciones inamistosas contra nuestro país en el ámbito económico, sino que altos funcionarios de los principales miembros de la OTAN hicieron declaraciones agresivas con respecto a nuestro país». 

En lugar de responder con una alerta máxima, Estados Unidos parece estar tratando de desescalar la situación dejando su estatus de respuesta nuclear sin cambios.

Un giro político

La guerra ya ha cambiado rápidamente décadas de política y ha provocado respuestas coordinadas y duras de la UE. Por primera vez en su historia, la UE tiene previsto financiar la compra y entrega de armas de defensa aérea y antitanques, así como otros equipos militares y combustible para Ucrania.

«Es un momento decisivo», dijo la presidenta del bloque, Ursula Von Der Leyen. En un movimiento igualmente sin precedentes, el gobierno alemán ha anunciado que creará un fondo de 100.000 millones de euros para impulsar su gasto militar, superando el umbral del 2% del producto interior bruto.

La guerra está aumentando la determinación política en Europa de ser menos dependiente, o incluso independiente, de las fuentes de energía rusas, acelerando el cambio a las energías renovables y alejándose de los combustibles fósiles. Esto sólo puede debilitar aún más la economía rusa. Alemania, que actualmente importa alrededor de un tercio de su petróleo y la mitad de su gas natural de Rusia, anunció que planea acelerar su transición a las energías renovables. «Occidente se alejará de Rusia… Diversificaremos nuestro sistema energético», dijo el vicecanciller alemán Robert Habeck. «No compraremos carbón y gas ruso en tal cantidad en el futuro», añadió

Probando los límites, la dependencia energética 

Mientras Putin parece estar dispuesto a sacrificar la economía rusa para obtener beneficios geopolíticos, el país puede llegar a depender aún más de China desde el punto de vista estratégico. El 4 de febrero, tras una reunión entre el presidente chino Xi Jinping y Putin, emitieron una declaración conjunta en la que afirmaban que la amistad de ambas naciones «no tiene límites». Tras el ataque, China declaró que sigue abierta a las exportaciones de trigo ruso, como parte de una serie de acuerdos alcanzados en la reunión. China, uno de los principales clientes de las exportaciones rusas, ha manifestado desde entonces que desea que se ponga fin al conflicto. El Ministerio de Asuntos Exteriores chino declaró el 26 de febrero que apoya los intereses de los «países pequeños y medianos», y pidió una solución negociada. Sorprendiendo a algunos diplomáticos occidentales, China, junto con los Emiratos Árabes Unidos y la India, se abstuvieron de una resolución de condena a Rusia en las Naciones Unidas la semana pasada.

Rusia depende de las materias primas, sobre todo del petróleo y el gas, para obtener divisas, y la guerra llega en un momento en que los inventarios energéticos de Europa son bajos, lo que amplifica la volatilidad del mercado. Rusia exporta 4 millones de barriles de crudo al día a Europa Occidental, alrededor del 30% de las necesidades de la región. La mitad se suministra a través de dos oleoductos que atraviesan Bielorrusia y Ucrania, y el resto por vía marítima. Con el alto riesgo de interrupción del suministro por parte de Rusia y la limitada capacidad de reserva de la Organización para la Exportación de Petróleo (OPEP), es probable que el precio del crudo siga subiendo, pudiendo alcanzar los 120 dólares/barril, desde los 102 dólares/barril actuales.

Irán y EE. UU. pueden, sobre el papel, suministrar más petróleo a Europa, aunque eso depende en parte de un acuerdo para permitir que los suministros iraníes vuelvan al mercado internacional. Dado que EE.UU. se enfrenta a niveles récord de inflación, la probabilidad de un acuerdo entre EE.UU. e Irán ha aumentado. Creemos que eso podría anclar los precios del crudo Brent en torno a los 110 dólares por barril.

Además, Rusia proporciona alrededor del 40% del gas natural de Europa. Con los bajos inventarios de 2022 y la paralización de la apertura del gasoducto Nord Stream 2, el suministro de gas natural ya era precario. Un invierno suave ha evitado que los precios suban aún más, sin embargo, los inventarios suelen rellenarse durante el verano y cualquier interrupción en las entregas rusas amenazaría esta acumulación. Por tanto, es poco probable que los precios bajen este año, lo que obligaría a la demanda europea a desplazarse gradualmente hacia el gas natural licuado estadounidense.

Impacto económico mundial

Vemos tres sectores económicos globalmente afectados por la guerra: la energía, los vínculos comerciales/financieros con Rusia y la menor confianza de los consumidores e inversores. Esperamos que parte del impacto negativo sea contrarrestado por los gobiernos que intervienen con nuevas ayudas fiscales. Por el momento, estimamos de forma conservadora que estos efectos recortarán el crecimiento mundial en torno al -0,4% en 2022, hasta situarlo entre el 3% y el 3,5%.

Esperamos que el crecimiento de la eurozona de 19 países disminuya un -1% en 2022, lo que dejaría la expansión económica -ajustada por cualquier apoyo fiscal de los gobiernos- en torno al 3,3%. Las perspectivas de los precios al consumo en la zona del euro se complican por la perspectiva de un aumento de los precios de la energía, que representan alrededor del 11% de la cesta de bienes de la zona del euro utilizada para calcular la inflación. Si el petróleo sube hasta 120 dólares/barril, esperamos que la inflación de la eurozona aumente un 3,6% a finales de 2022, y un 7% en Estados Unidos. EE.UU. y China podrían sufrir un descenso del 0,3% en el crecimiento de su PIB en 2022, hasta el 3,8% y el 4,7% respectivamente.

La política monetaria de la Fed y del Banco Central Europeo compensará algunos de los peores efectos. Sin embargo, con los tipos de interés de referencia ya en mínimos históricos y niveles récord de inflación, los responsables políticos tienen poco margen para flexibilizar más las condiciones de préstamo. La guerra puede retrasar la normalización monetaria de los bancos centrales, reduciendo el riesgo de subir los tipos de interés demasiado rápido. Sin embargo, los responsables políticos parecen seguir centrados en hacer frente a la amenaza económica de la inflación.

En este entorno incierto, conviene recordar que los mercados han demostrado históricamente su capacidad de resistencia frente a las perturbaciones geopolíticas, incluidos los conflictos militares. Aunque la recuperación mundial tras la pandemia del coronavirus aún no ha concluido y las cadenas de suministro siguen teniendo problemas, los fundamentos económicos siguen siendo sólidos, como los fuertes beneficios empresariales y la mejora de las valoraciones de las acciones. Los activos refugio, como el dólar estadounidense, el franco suizo y el yen japonés, junto con el oro, se comportan inevitablemente bien, ya que los inversores buscan calidad y seguridad.

Ante una volatilidad sin precedentes, estamos gestionando activamente y con cuidado los riesgos de la cartera. Hemos reducido las asignaciones a la renta variable europea y a los bonos convertibles, y hemos aumentado la exposición a una amplia gama de materias primas, como el oro, el petróleo y los metales industriales. En cuanto a los metales industriales, vemos que la demanda está bien respaldada, en el caso del cobre debido al repunte de la actividad en China, y en el resto por el aumento de la demanda en infraestructuras y tecnologías de transición, y como cobertura contra la inflación. La exposición a las materias primas también nos ayudaría a añadir una cobertura directa en caso de escalada.

La elevada incertidumbre de las próximas semanas aumentará inevitablemente la volatilidad de los mercados. Los inversores más reacios al riesgo pueden aplicar estrategias de opciones para amortiguar parte de su riesgo de renta variable, en forma de diferenciales de venta. Cualquier estrategia de este tipo deberá llevarse a cabo de forma táctica y cuidadosa dados estos elevados niveles de volatilidad.

 

Analisis de Stéphane Monier, Chief Investment Officer de Lombard Odier.

Cuatro contrapuntos a los críticos de la inversión ESG

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Foto cedida. Cuatro contrapuntos a los críticos de la inversión ESG

Los fondos de inversión sostenibles se multiplican. Los activos gestionados en el universo global de fondos sostenibles de Morningstar aumentaron hasta los 2,75 billones de dólares a 31 de diciembre de 2021, casi tres veces el nivel anterior a la pandemia, según Morningstar. Las entradas netas aumentaron un 12%, hasta 142.000 millones de dólares, en el cuarto trimestre de 2021 con respecto al tercero, mientras que las entradas de todos los fondos cayeron un 6%. Los gestores de activos se han apresurado a satisfacer la creciente demanda y a contrarrestar los flujos más débiles de los fondos no sostenibles. Solo en el último trimestre de 2021 se lanzaron 266 nuevos fondos sostenibles, lo que eleva el total a la asombrosa cifra de 5.932.

El espectacular crecimiento ha atraído un mayor escrutinio. Recientes artículos en los medios financieros han argumentado que la inversión ESG es una burbuja y no funciona. Aunque los inversores merecen más transparencia, y algunos fondos sin duda no están a la altura, muchas afirmaciones sobre carteras sostenibles son engañosas, en nuestra opinión. He aquí nuestra opinión sobre cuatro críticas comunes.

Afirmación: Todos los fondos ESG tienen objetivos similares. No es cierto. Muchos artículos y estudios críticos asumen incorrectamente que todos los fondos ASG tienen los mismos objetivos y siguen procesos similares. En realidad, hay un amplio espectro de enfoques, desde los pasivos hasta los activos, y desde las estrategias diversificadas hasta las de un solo tema. Algunos tratan de poseer únicamente «buenos actores» con un impacto social positivo, mientras que otros se dirigen a los «malos actores» para fomentar un cambio positivo mediante un compromiso activo. Para algunos, las consideraciones ASG se integran con la única intención de reducir el riesgo, mientras que otros pretenden aprovechar las atractivas oportunidades de crecimiento a largo plazo. La inversión ASG no es un enfoque único y agrupar todas las estrategias es engañoso. 

Afirmación: La inversión ASG es una burbuja. ¿La avalancha de dinero en fondos ASG en los últimos años ha creado una burbuja que está destinada a explotar? No creemos que los datos apoyen esa opinión. Aunque algunos valores sostenibles (y no sostenibles) cotizan a valoraciones excesivas, son una pequeña minoría de todos los valores ASG. Dentro de nuestro universo de inversión global de más de 2.000 valores alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, sólo el 7% se negocia actualmente con una relación precio/beneficios futuros (para el próximo año fiscal) superior a 50 veces, mientras que el 22% tiene un PER de un solo dígito. Independientemente de cómo se definan las valoraciones de la burbuja, describir la inversión en ASG en general como una burbuja es una exageración, en nuestra opinión. El Wall Street Journal escribió recientemente: «Los populares líderes ESG de MSCI en EE.UU. terminaron el año 2021 con una relación precio-beneficio a futuro alrededor de un 6% más alta que el índice general», tal vez un poco caro, pero difícilmente una burbuja ESG por cualquier definición.   

Afirmación: El bajo rendimiento reciente demuestra que la inversión ASG no funciona. A diferencia de la caída inicial en 2020, la mayoría de las estrategias ESG no proporcionaron protección durante la venta de enero de 2022. La mediana de los fondos globales del grupo de pares definidos por Morningstar como grupo de pares sostenibles cayó más de un 9% y tuvo un rendimiento inferior al del índice de referencia más amplio en aproximadamente un 4,5%. Pero creemos que las preocupaciones sobre la eficacia continua de la inversión ESG son erróneas. Los recientes malos resultados se han debido más a los cambios en el estilo de inversión que a que las cuestiones ASG hayan dejado de estar de moda. Muchas carteras sostenibles se inclinan hacia los factores de crecimiento y calidad, que obtuvieron un rendimiento inferior en enero. Según Bernstein Research, la fuerte rotación hacia las acciones de valor en enero se situó en el percentil 99 de todas las observaciones desde 1978. Centrarse en períodos de tiempo muy cortos puede dar una imagen errónea de la eficacia de cualquier enfoque de inversión, incluidas las estrategias sostenibles.

Afirmación: La inversión ASG no puede impulsar el cambio en el mundo real. Varios artículos recientes concluyen que la inversión ASG fracasa porque la asignación de capital a los «buenos actores» y el alejamiento de los «malos actores», como hacen muchas estrategias ASG, no cambia el coste del capital lo suficiente como para influir en las decisiones empresariales del mundo real. Estamos de acuerdo en que los datos no son concluyentes y admitimos que la asignación de capital en el mercado secundario de acciones es, en el mejor de los casos, una forma indirecta de impacto. Pero no todas las estrategias ASG son estrategias de impacto. Y en el caso de las que lo son, la modificación del coste del capital no suele ser un elemento central de su estrategia.

Ejercer influencia a través del compromiso de la dirección es una forma eficaz de lograr un impacto. De hecho, la exitosa lucha de Motor nº 1 contra ExxonMobil en 2021 dio lugar al nombramiento de tres nuevos directores respetuosos con el clima. En términos más generales, el apoyo medio de los accionistas a las propuestas medioambientales en las empresas estadounidenses aumentó al 42% en el primer semestre de 2021, frente al 31% del año anterior, según Glass Lewis. El apoyo a las propuestas sociales aumentó 3 puntos porcentuales, hasta el 31%. Los inversores se centran cada vez más en las cuestiones sociales y alzan su voz para ejercer influencia, y las empresas están respondiendo. Entre las empresas de la lista Fortune 100, el 57% reveló objetivos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en sus declaraciones de intenciones para 2021, frente a sólo el 35% en 2020. Y el 23% reveló objetivos de diversidad de la plantilla, frente al 10%.

Los reguladores intensifican los esfuerzos de transparencia

Sin duda, el auge de la inversión sostenible no está exento de riesgos. Los reguladores han expresado su preocupación por el rápido crecimiento de los activos ASG sin definiciones claras ni normas de información. El «lavado verde», o la tergiversación de los procesos y objetivos de inversión ante los clientes, es un riesgo real.

En la UE, el Reglamento sobre Taxonomía pretende ofrecer una definición única y clara de las actividades empresariales y las carteras de inversión que se consideran «ambientalmente sostenibles». Se trata de una de las iniciativas normativas más destacadas, y pretende ayudar a los clientes a comprender mejor las credenciales de sostenibilidad de una cartera. Se están llevando a cabo esfuerzos similares en Estados Unidos, Reino Unido y Asia. Ha habido cierta controversia; recientemente se ha cuestionado la inclusión de algunos proyectos nucleares y de gas como fuentes de energía sostenibles. La regulación nunca es perfecta. Pero celebramos los esfuerzos por mejorar la transparencia y la responsabilidad de los fondos sostenibles.

La inversión sostenible se ha hecho tan popular porque responde a necesidades reales que ganaron protagonismo durante la COVID-19. Durante la pandemia, los inversores tuvieron que hacer frente a la convergencia de las crisis sanitaria, económica, social y climática. La atención se ha trasladado, con razón, al enorme impacto social del sector privado y a los riesgos y oportunidades a los que se enfrentan las empresas al abordar estas crisis. 

Los inversores se han dado cuenta de que las cuestiones ASG son importantes desde el punto de vista financiero para las empresas y han mostrado una clara preferencia por las estrategias que las tienen explícitamente en cuenta de alguna manera. El mercado nos ha dicho que ceder la responsabilidad del cambio social únicamente a los gobiernos, como sugieren algunos críticos, sería un error y una enorme oportunidad perdida. Las carteras que puedan demostrar realmente su capacidad para cumplir los objetivos ASG y las expectativas de rentabilidad ayudarán a desmentir a los detractores y a ganar la confianza de los inversores. 

Tribuna de Daniel C. Roarty, director de Inversiones del equipo de Renta Variable Temática Sostenible de AllianceBernstein.

La renta variable emergente presenta una oportunidad atractiva de inversión en 2022

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Pixabay CC0 Public DomainChina . China

Después del fuerte rally junto con la renta variable desarrollada visto en 2020, 2021 fue un periodo difícil para los inversores en mercados emergentes. El año pasado, el índice MSCI Emerging Markets se rezagó con respecto a su equivalente desarrollado, el MSCI World, cerca de un 25%; es el mayor diferencial entre ambos índices en cerca de una década. Lastradas por la falta de vacunas a disposición de la población, muchas economías emergentes reabrieron con vacilación, yendo con frecuencia con retraso frente al ritmo de reapertura en los mercados desarrollados. Las implicaciones de la inflación, y las expectativas excesivas de normalización monetaria fueron puntos de preocupación. En China y Brasil, respectivamente la primera y la tercera economía emergente de mayor tamaño, la incertidumbre regulatoria y las tensiones geopolíticas agitaron sus mercados bursátiles.   

A pesar de estos desafíos, creemos que hay mucha energía positiva almacenada actualmente en los mercados emergentes, y que los inversores podrían estar pasando por alto una potencial oportunidad de inversión en 2022.  

Las valoraciones son alentadoras

Desde un punto de vista de proyección de beneficios a futuro, el MSCI EM está cotizando con un descuento del 42% frente al S&P 500. Esto supone un incremento significativo del diferencial pre-covid entre ambos mercados, ya que las valoraciones estadounidenses se expandieron un 17% en los últimos dos años, mientras que las emergentes se contrajeron un 3%.

La diferencia entre valoraciones es todavía más extrema en términos históricos. Durante la última década, las valoraciones a futuro del S&P 500 se comprimieron cerca de un 75%, mientras que las de mercados emergentes se expandieron cerca de un 25%. A medida que anticipamos un entorno de mercado post pandemia más normalizados, en el que los elevados niveles de incertidumbre económica se disiparán, la perspectiva de una revalorización supone una oportunidad en términos relativos para la rentabilidad de los emergentes.

Gráfico 1

El potencial de crecimiento relative de los emergentes tiene un precio atractivo

Aunque las expectativas de crecimiento en 2022 están por encima de la tendencia en el largo plazo tanto para mercados desarrollados como para los emergentes, el FMI pronostica que las economías emergentes continuarán por ver un fuerte crecimiento post covid en los próximos cinco años. Por otro lado, espera que las economías desarrolladas vuelvan a un crecimiento real inferior al 2% después de 2022. Aunque la ampliación de diferenciales entre las estimaciones de valoración podría inclinarse más por un estrechamiento en la parte emergente frente a los desarrollados, los mercados están anticipando una aceleración en la brecha de crecimiento relativo entre economías desarrolladas y emergentes.  

Al emparejar las estimaciones de valoración relativa con las previsiones de crecimiento, parece que la renta variable emergente ha puesto en precio un saludable nivel de precaución, y reflejan una apuesta de valor relativo atractiva en el largo plazo.

Gráfico 2

Los emergentes van por delante de la curva

Las presiones inflacionarias se acumularon a nivel global, debido a los desequilibrios entre oferta y demanda que produjo la disrupción del covid y que se vieron exacerbadas por la aplicación de estímulos gubernamentales récord para evitar una recesión global. Aunque se espera que empiece un ciclo de endurecimiento monetario en muchos países desarrollados, con la Reserva Federal señalizando una primera subida de tipos en marzo, cerca de la mitad de los bancos centrales representados en el MSCI EM, incluyendo Corea del Sur, México y Brasil, ya han empezado a subir los tipos en un intento de contener la escalada de precios.

Con ventaja para combatir la inflación y, por lo general, menos endeudados por la aplicación de paquetes agresivos de estímulos respecto a países desarrollados como Estados Unidos o Europa, los bancos centrales emergentes pueden ser capaces de volverse dovish antes que muchas economías avanzadas.

Los emergentes rezagados pueden estar posicionados para recuperase en 2022

Brasil vio un deterioro significativo de su entorno macro durante la segunda mitad de 2021, al acelerarse tanto las tensiones políticas relacionadas con las próximas elecciones como la incertidumbre económica por el covid. Para gestionar el repunte de la inflación (un 11% en términos interanuales), el banco central de Brasil tuvo que subir los tipos hasta el 10,75% (desde tan solo el 2,75% de marzo de 2021). La probabilidad creciente de que salga elegido un presidente más centrista, junto con las subidas agresivas de tipos para estabilizar a la divisa y la inflación, podrían actuar como catalizadores positivos en 2022.  

Como resultado de estos problemas, el índice MSCI Brasil está cotizando con un PER adelantado a 12 meses de 7 veces. Para dar contexto, Brasil estaba cotizando a 14 veces según este parámetro al principio de 2020. Aunque no exenta de problemas, esta rebaja sustancial de la valoración parece estar compensando el incremento de la incertidumbre y puede presentar una fuerte oportunidad de compra de 2022 en adelante.

De manera similar a Brasil, China fue un gran lastre a la rentabilidad emergente en la segunda mitad de 2021. Las medidas regulatorias más restrictivas, especialmente en los sectores inmobiliario y tecnológico, causaron mucho malestar. Desde la perspectiva económica, los últimos 20 años de crecimiento sin precedentes en China debería conseguir el beneficio de la duda por parte de los inversores. Además, hemos visto algunos signos políticos positivos recientemente, que deberían proporcionar más confianza al inversor. Durante la Conferencia Central de Trabajo Económico de diciembre – una reunión anual en la que el Partido Comunista Chino fijó su agenda económica para 2022-, los políticos enfatizaron la importancia de estabilizar el crecimiento y la posibilidad de relajar la regulación para sujetar el sector inmobiliario. A pesar de los obstáculos de 2021, China todavía está buscando un crecimiento del PIB del 5% en 2022, y los esfuerzos reflacionarios mejores de lo esperado procedentes de Pekín podrían llevar a superar ese objetivo.

Antes de 2021, el último periodo anual en el que China se portó peor que la media emergente, con un margen de doble dígito, fue en 2016. Hay algunas similitudes entre 2016 y lo que vimos en 2021. La más notable, la falta de claridad en torno a la política regulatoria, que empujó la salida de inversores. Cuando se disipó la incertidumbre para invertir, China lideró la fuerte recuperación de los mercados emergentes de 2017, generando retornos del 54% y superando al MSCI World en más de un 30% de rentabilidad. De hecho, el índice MSCI EM batió en cerca de un 15% la rentabilidad del MSCI World.

Aunque no estamos prediciendo necesariamente que en 2022 se produzca una repetición de 2016, es importante recordar que los periodos que han seguido a una caída del sentimiento hacia los emergentes suelen ser con frecuencia un gran punto de entrada para invertir en renta variable emergente.

 

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Por qué las mujeres suelen obtener mejores resultados a la hora de invertir

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Pixabay CC0 Public Domain. trade

Cuando hablamos de grandes inversores, a todos nos vienen a la cabeza nombres como Benjamin Graham, Peter Lynch o Warren Buffett, entre otros. Esto podría inducir a pensar que los hombres son mejores inversores que las mujeres. Nada más lejos de la realidad. Muchos estudios muestran que las mujeres obtienen de media mejores resultados que los hombres.

El último en ponerlo de manifiesto ha sido Fidelity Investments en su estudio “2021 Women and Investing”. La firma ha realizado un análisis sobre más de 5 millones de clientes en los últimos 10 años y ha demostrado que, de media, la rentabilidad que obtuvieron las mujeres superó a la de los hombres en un 0,4% anual. Uno puede tener la tentación de pensar que un 0,4% no es una diferencia a considerar, pero, lo cierto es que, en periodos de tiempo largos marcará diferencias notables, por el efecto de la capitalización compuesta. No obstante, esto viene de lejos. En 2001, los profesores Brad M. Barber y Terrance Odean, de la universidad de California, en su artículo “Boys will be boys: Gender, overconfidence and common stock investment” ya extrajeron conclusiones similares.

Invertir implica tomar decisiones. En ese campo, las emociones e incluso las hormonas toman protagonismo. Así pues, las mujeres tienden a ser más pacientes que los hombres, aspecto que les otorga cierta ventaja. Mientras que los hombres modifican la composición de la cartera de manera más frecuente, las mujeres no realizan tantas operaciones. Está demostrado académicamente que un exceso de operaciones repercute negativamente en los resultados obtenidos debido a los mayores costes asumidos. A mayor número de operaciones, más probabilidad de error.

Otro aspecto a recalcar cuando uno se dispone a invertir es la gestión de riesgos. En líneas generales, los hombres se muestran más confiados a la hora de realizar inversiones que las mujeres, que son más cautas. Ese exceso de confianza se traduce, habitualmente, en no priorizar la gestión de riesgos. Adicionalmente, ellas establecen objetivos más claros, invirtiendo en base a los mismos. Es decir, van mucho más allá de la mera rentabilidad en el corto plazo. Quizá, porque no buscan demostrar su buen hacer, ni recibir el reconocimiento del entorno.

En línea con lo anterior, las mujeres son más propensas a apoyarse en profesionales que les puedan ayudar en el proceso inversor para lograr sus objetivos. En cambio, los hombres se consideran más autosuficientes, independientemente de sus conocimientos y capacidades.

Todo lo anterior explica, en gran medida, el motivo por el que las mujeres obtienen de media mejores resultados. No se trata de aspectos puramente técnicos, sino de factores asociados al comportamiento humano. El hecho de conocerlo debería invitar a realizar una reflexión sobre el proceso de toma de decisiones.  A continuación, detallamos algunas sugerencias que pueden favorecer una mejor toma de decisiones:

Invertir a largo plazo y en base a una política de inversión que recoja los objetivos y necesidades que se pretenden satisfacer. Así se evitan los impulsos de corto plazo, la influencia de factores externos y los sesgos que todos padecemos en mayor o menor medida.

Ser honestos y, si no se dispone de las capacidades ni el tiempo suficientes para la gestión de las inversiones, buscar asistencia, como lo haríamos con los asuntos médicos o fiscales.

No dejarse llevar por el corto plazo, las modas o tendencias vigentes en cada momento. Eso sólo se traduce en ir decorando la cartera sin estrategia alguna.

No operar sin criterio tratando de especular. La especulación es lo contrario a la inversión.  Cada vez que se rota la cartera, el inversor deberá hacer frente a costes, efectos fiscales y pérdida de días de estar invertido asumiendo riesgos adicionales y perjudicando la magia del interés compuesto. Por otro lado, es indudable que, a mayor número de decisiones, mayor posibilidad de errores en las mismas.

El ánimo de estas reflexiones no es promulgar una competición de género o incurrir en estereotipos, que no ayudan “per se” a ser mejores inversores. El principal objetivo es poner de manifiesto aquellos sesgos o comportamientos que alejan al inversor de cumplir sus metas, con la finalidad no solo de conocerlos, sino de actuar en consecuencia.

 

Tribuna de Borja Durán, fundador y CEO de Wealth Solutions.

El camino de la mujer en el sector financiero

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Pixabay CC0 Public Domain. jinete

Ante retos complejos no hay respuestas sencillas: desde nuestro punto de vista no hay una razón única, sino un conjunto de factores biológicos, socioculturales, históricos y de tendencias que hacen que la presencia de la mujer en el mundo de la inversión haya sido tradicionalmente escasa y que, pese a haber aumentado, todavía presente grandes retos.

Quizá podríamos englobar en tres las grandes tendencias que influyen en esta situación: en primer lugar, desde un punto de vista biológico hombre y mujeres somos diferentes y nuestros niveles de cortisol y testosterona son diferentes… y., aunque a simple vista parezca increíble, esto tiene su importancia a la hora de elegir carrera el mundo de la inversión. La testosterona, hormona que está generalmente más presente en los hombres, está relacionada con la competitividad, la asunción de riesgos y reduce el miedo. Según diversos estudios, las mujeres son más aversas al riesgo entre otras cosas por una menor presencia de testosterona y puede ser un condicionante a la hora de elegir carrera. El cortisol, hormona comúnmente denominada como la hormona del estrés, también está relacionada con una mayor asunción de riesgos y con un incremento del optimismo en la toma de decisiones, sesgando la información recibida, minimizando las noticias negativas y dando más importancia a las positivas.

Durante los últimos años hemos visto cómo la industria financiera ha hecho un gran esfuerzo en fomentar la diversidad e inclusión de sus equipos, en términos de género, raza, creencias, etc. Este esfuerzo se ha hecho principalmente en los dos extremos de la pirámide: en la base, fomentado la igualdad de oportunidades de entrada tras la carrera universitaria, y en la cúspide, a nivel de consejo de administración.

Sin embargo, todavía queda mucho por hacer en mandos intermedios, lugar donde se gestan los futuros máximos directivos de la entidad, y consejeros, y personas más cercanas a los recién licenciados, que les pueden servir como modelo a seguir e inspiración. Y aquí la presencia de mujeres todavía es escasa, por regla general, sobre todo en puestos relacionados con negocio.

Por último, nos gustaría destacar el nuevo modelo de trabajadores, comúnmente identificado con la generación Millennial (aquellos nacidos entre la década de los años 80 y finales de los 90 del siglo pasado/comienzos del 2000). Según un estudio elaborado por PWC, las mujeres de esta generación valoran, entre otras cosas las oportunidades de progresión profesional, el trabajo flexible, el feedback continuo y la reputación de su empresa: quieren que su trabajo tenga un sentido, que contribuya al entorno, tener sentimiento de pertenencia y sentirse orgullosos de su empleador.

En este sentido, la industria financiera ha de hacer un serio ejercicio de reflexión, ya que el sector más citado como uno de los que no les gustaría trabajar por su imagen es el de servicios financieros, seguido por defensa, petróleo y gas, servicios públicos y administración y sectores químico y de metales.

Para cambiar algo tan arraigado históricamente se necesita involucración de todas las partes: sociedad, empresas, trabajadores, y las propias mujeres, haciendo todos un esfuerzo y pensar cómo cada uno, dentro de su área de influencia, puede ayudar a cambiar esta tendencia. Pero sobre todo se necesita educación a todos los niveles, tratando de eliminar los sesgos inconscientes, poniendo en valor la riqueza de los equipos diversos, permitiendo integrar los estilos de liderazgo tradicionalmente masculinos con los estilos tradicionalmente femeninos y sobre todo, no trabajar la mayor presencia femenina en silos, sino desde la educación en el hogar y colegios, hasta la empresa.

 

Tribuna de Ana Guzmán, directora de impacto en Portocolom AV.

Ahora más que nunca: la verdadera inversión sostenible

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Geran Klerk. Geran Klerk

En Robeco siempre hemos tenido una misión muy definida: permitir a nuestros clientes alcanzar sus objetivos de sostenibilidad proporcionando a la vez unos retornos de inversión superiores. En resumen, nuestro propósito es crear riqueza y bienestar para nuestros clientes y la sociedad, y hacerlo de una forma sostenible con el planeta.

Por eso fuimos una de las gestoras de activos pioneras en la inversión en mercados emergentes, la primera en tomarse en serio la inversión en sostenibilidad, y una de las primeras en adoptar la inversión cuantitativa utilizando técnicas de investigación avanzadas. Actualmente integramos la sostenibilidad dentro de nuestros procesos de inversión, ya que nos ayuda a tomar decisiones de inversión mejor fundamentadas.

Para nosotros resulta obvio abordar la inversión desde la sostenibilidad. Tenemos una visión muy clara que es la protección de los activos económicos, ambientales y sociales para permitir una economía saludable que genere retornos atractivos en el futuro.

Es cierto que en estos momentos la progresiva concienciación de la ciudadanía en general, y del inversor en particular, ha convertido lo que fuera un nicho de negocio, la inversión sostenible, en una corriente de mercado donde prácticamente el total de las gestoras de inversión tratan de obtener negocio.

Pero no nos engañemos, invertir realmente en sostenibilidad no es tan sencillo. Una gestora no se convierte en un inversor sostenible porque excluya directamente de su universo de inversión ciertas actividades que transcurren en contra del hombre o su entorno; eso no significa ser sostenible.

No se es sostenible, si hablamos en serio de lo que supone considerar realmente la sostenibilidad en una inversión, simplemente por no comprar acciones de una tabacalera, de un fabricante de armas, o de una energética todavía en transición al bajo carbono.

La exclusión debería ser sólo el primer paso. Sin embargo, ya bien entrados en el siglo XXI debemos exigir que una gestora se comprometa aún más, considerando como primer nivel la integración de la sostenibilidad en su decisión de selección de las empresas de la cartera. Esto consigue que, empresas como Robeco, superen con sus carteras en al menos un 20% la referencia de mercado en cuanto a la reducción de la huella ambiental de gases de efecto invernadero, empleo de agua y consumo energético.

Pero no es sólo este siguiente paso el que convierte a una gestora en sostenible, también, para poder calificar a una gestora como sostenible ésta debe ejercer bajo unas ciertas políticas el derecho a voto de los accionistas a quienes representa, así como la interacción oengagement como aproximación a las empresas que conforman el fondo para, desde una línea constructiva, sin exigencias pero con firmeza, tratar con los responsables de dichas empresas para que observen la sostenibilidad tanto en su gestión como en su operación.

Robeco

Para terminar de definir las estrategias de una gestora sostenible, el último escalón, y al que deberían prestar mayor atención los inversores es, como hemos señalado en otras ocasiones, la inversión de impacto. Como sabemos, todas las inversiones tienen un impacto social, económico y ambiental, positivo o negativo, pretendido o no, y únicamente desde la pasada década parece que la atención prestada a los factores ESG está en aumento, alcanzando a comienzos de 2020 los 35.3 billones de dólares (Global Sustainable Investment Review, 2020). La inversión de impacto va un poco más allá, no limitándose al “no hacer daño”, sino a buscar intencionadamente un impacto social positivo, medible y que continúe siendo rentable financieramente.

Una vez aclaradas las estrategias de inversión que debe cumplir una gestora que actúe en el mundo de la inversión sostenible, ahora vayamos al siguiente desafío que se plantea Robeco, al hacerse una serie de preguntas del tipo ¿Será más seguro el mundo si excluimos de nuestra cartera una empresa que fabrique armas “controvertidas”? Si no lo excluimos todos, otro inversor aparecerá con menos escrúpulos e invertirá lo que retiramos nosotros, continuando el problema inicial. La exclusión es un primer paso necesario, pero no suficiente.

Una gestora que de verdad entienda de inversión sostenible, investigará lo que sea necesario y usará su experiencia acumulada para no dejarse engañar fácilmente y, por ejemplo, invertirá en aceite de palma si así lo considera con aquellas empresas que, cumpliendo unos mínimos estrictos de desforestación controlados, estén certificadas por el Roundtable on Sustainable Palm Oil y sea verificado vía satélite el cambio de uso que dan a la tierra. En vez de que se prohíba el aceite de palma, Robeco trabaja para mejorar esa industria y hacerla más sostenible.

Eso sí será una gestora que sabe lo que significa una inversión sostenible.

 

Tribuna de Ana Claver, CFA, Directora Gerente de Robeco para Iberia, US Offshore & Latam, y Presidenta del Comité de Sostenibilidad de CFA Society Spain.

 

 

 

 

 

 

La búsqueda de resultados mejores

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Pixabay CC0 Public DomainBruno Martins. Bruno Martins

¿Qué es un buen resultado? Como inversores a largo plazo, aspiramos a lograr resultados mejores para nuestros clientes consiguiendo rentabilidades atractivas. Para lograrlo, debemos invertir prestando atención a si las compañías pueden obtener mejores resultados no solo hoy, sino también dentro de cinco, diez e incluso veinte años. Respaldamos compañías que presentan las características necesarias para ser líderes a largo plazo, como ingresos recurrentes, capacidad de fijación de precios y equipos directivos competentes y que, lo cual resulta importante, sean conscientes de que deben invertir en gestionar y mejorar su impacto ESG.

Este fundamento va en línea con la evolución del ser humano: si creemos los últimos avances de la neurociencia (1), los seres humanos aspiran a lograr “resultados mejores” y, quizá en contraposición con la creencia habitual, no son los logros los que nos satisfacen, sino el camino hacia ellos. Procedemos de este modo porque un «sistema de búsqueda» nos brinda un sentimiento de recompensa y placer cuando exploramos nuestro entorno y buscamos información nueva para sobrevivir. De manera similar, las compañías que tratan de lograr resultados mejores y que se enfrentan a un mundo en cambio constante deben explorar su entorno y buscar información nueva para salir adelante.

Si echamos la vista atrás a 2021, las compañías se enfrentaron a numerosos cambios ante los que maniobrar. En lugar de un periodo de «regreso a la normalidad» en el sentido estricto, 2021 fue un año de obstáculos constantes. Aunque percibimos señales de rebote tras el levantamiento de los cierres y los confinamientos impuestos por la COVID-19 en primavera, así como un marcado crecimiento de los beneficios, persisten numerosos retos económicos: desde los problemas de suministro y la escasez de mano de obra hasta la escalada de las tensiones comerciales y políticas entre China y Estados Unidos.

A pesar de estas dificultades, los mercados bursátiles siguieron en auge, impulsados por las buenas noticias sobre la vacunación; las acciones growth y las value, más cíclicas, se alternaron haciendo avanzar al mercado, aparentemente ajenas a los máximos de beneficios y de márgenes o la persistente inflación. Crecieron los peligros sobre una corrección de los beneficios y los múltiplos, pero siempre parecieron lejanos. Los inversores comenzaron el año inclinándose hacia la subida cíclica, pero lo terminaron buscando un posicionamiento más defensivo, lo cual podría ser positivo para los inversores en calidad.
También percibimos que siguió aumentando el momentum en clave ESG en 2021, pues se destinaron 141.500 millones de dólares (2) a fondos ESG a escala global.

En Europa, el mercado de inversión sostenible más maduro, este giro hacia fondos ESG se ha producido a través de la gestión activa, lo cual no es una sorpresa. Resulta complicado mantener un enfoque pasivo ante retos como el cambio climático; si considera que el mundo va a cambiar significativamente, ya que comienzan a descontarse factores externos tocantes a la sostenibilidad, habrá ganadores y perdedores, lo cual creará riesgos y oportunidades de inversión. Es clave situarse en el lado correcto de ese cambio.
En la base del giro hacia cuestiones ESG se encuentra la evidencia de que cada vez más países están dando pasos para crear una sociedad y una economía más sostenible.

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MSIM

La mayoría de las acciones que se emprendieron en 2021 tenían que ver con la COP26 (26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), que se celebró en Glasgow en noviembre. La apremiante urgencia del reto climático trae consigo una serie de compromisos nuevos para reducir los objetivos de carbono, reducir paulatinamente el carbón, retirar las subvenciones a los combustibles fósiles, abordar las emisiones de metano y detener la deforestación.

Los países que representan el 70% de las emisiones y del PIB globales se han comprometido a alcanzar la neutralidad para 2050 o 2060, lo cual supone ingentes repercusiones para numerosas corporaciones (Gráfico 2). Los reguladores también han actuado y algunos, considerablemente. En Europa, entraron en vigor nuevos reglamentos sobre sostenibilidad (3) que tienen como objetivo brindar a los clientes más transparencia en torno a la inversión sostenible y el Banco Central Europeo presento un plan de acción para incluir cuestiones relativas al cambio climático en su estrategia de política monetaria (4). La Comisión de Valores y Mercados de Estados Unidos ha pasado de rechazar propuestas de los inversores destinadas a empujar a compañías como Exxon en el ámbito del cambio climático en 2019 a obligarlas a someter a votación entre los inversores sus objetivos de emisiones en 2021 (5). Con independencia de que el ritmo de cambio se considere demasiado rápido o demasiado lento, su rumbo está claro.

Para el año que tenemos por delante, el panorama sigue siendo incierto desde los puntos de vista económico, sanitario, político y de la sostenibilidad, se mire por donde se mire; sin embargo, consideramos que existen tres tendencias que perfilarán los resultados que obtendrán las compañías, las economías y las sociedades.

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En primer lugar, tras una pandemia que hasta ahora ha causado 230 millones de infecciones y cerca de 5 millones de muertes, auguramos un impulso más fuerte a los retos sociales, desde la diversidad hasta la desigualdad, según las economías se reactiven. La COVID-19 no solo ha afectado a compañías y economías, sino que ha tirado del mundo dos décadas hacia atrás en la lucha contra la pobreza, pues son los países y los grupos vulnerables los que se han llevado la peor parte (6). Es probable que continúe la presión para que las compañías hagan su parte en la lucha contra la desigualdad, desde la erradicación de las desigualdades por razón de etnia y género hasta la protección de los derechos humanos de los trabajadores de las cadenas de suministro. Este año ya hemos asistido a la introducción de nuevas normas del Nasdaq (7) que exigen a las compañías facilitar información estadística sobre la diversidad de sus consejos y tener —o explicar por qué no tienen— al menos dos miembros del consejo de bagajes diversos. La bolsa de Hong Kong también anunció medidas sobre diversidad similares que dejan claro que “un consejo con un único género no se considera diverso” y llaman a las compañías a nombrar a un miembro del consejo de un género diferente.

También estamos asistiendo a más acciones de los responsables de política y de los inversores. Al respecto de los derechos humanos, la UE se está planteando normas para hacer obligatorios los procedimientos de due diligene relativos a derechos humanos, mientras que la organización dedicada a la inversión responsable a escala global, la UNPRI, ha anunciado una nueva plataforma colaborativa global destinada a respaldar que los inversores actúen sobre problemáticas sociales (8). Es probable que estas medidas de presión se traduzcan en más medidas de índole social, en el marco de las cuestiones ESG.

En segundo lugar, los compromisos sobre el clima pasarán a ser políticas reales, por lo que deberemos estar atentos a la aprobación de más leyes e incentivos fiscales, a la presión de los inversores y a un aumento continuado de los litigios en materia de clima según continúe la transición a una economía baja en emisiones de carbono.

Esta evolución no solo incidirá en el sector de los combustibles fósiles: por ejemplo, en el caso de la industria del automóvil —ya sea por medio de propuestas orientadas a prohibir efectivamente los vehículos nuevos de combustibles fósiles ya en 2035 como en la UE, bien sugiriendo nuevos incentivos a los vehículos eléctricos como en Estados Unidos—, las reglas económicas del juego están cambiando. Todos los sectores tendrán que cambiar y las compañías que deseen permanecer en cabeza deberán adaptarse ahora o arriesgarán su existencia.

En tercer lugar, 2022 podría resultar el año de la «naturaleza», pues los países se reunirán para la COP15 (la 15ª Conferencia de Biodiversidad de la ONU), de la que no se habla tanto, para abordar el agotamiento de los recursos del planeta (9). En Kunming (China), se fijarán objetivos para la próxima década y ya se conocen diversos compromisos tanto de los gobiernos como del sector privado. Una coalición de más de 50 países se ha comprometido a proteger casi una tercera parte del planeta para 2030 (10). También asistimos a la aparición de marcos voluntarios de información para compañías (como los elaborados por el Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con la Naturaleza) y a casos de inversores que prometen eliminar los riesgos de deforestación relativos a materias primas agrícolas de sus carteras e invertir en soluciones centradas en la naturaleza.

Si bien es improbable que la fijación de objetivos nuevos se traduzca inmediatamente en la aplicación de precios a recursos gratuitos como el agua, el aire, los bosques y el océano, es de esperar que acelere la acción de los gobiernos, las decisiones de las compañías y las asignaciones de inversiones. Las compañías interesadas en proteger de cara al futuro sus negocios deberán comprender lo dependientes que son de los recursos del planeta y cómo sus productos y sus servicios inciden en la naturaleza, de modo que puedan actuar con el fin de gestionar los riesgos y analizar las oportunidades.

Sea cual fuere el ritmo de cambio en 2022, las iniciativas orientadas a crear un futuro sostenible es un juego que dura décadas, no meses. Como con cualquier proceso, habrá obstáculos en el camino, pero creemos que, según avance la transición, las compañías que cuenten con un «sistema de búsqueda» sólido que las ayude a estar alerta del mundo que las rodea estarán en mejor posición para rendir al máximo de sus posibilidades y ofrecer a sus clientes rentabilidades a largo plazo.

Como especialistas en la selección bottom-up de acciones, y con mi función como responsable de Resultados Sostenibles del equipo International Equity, tenemos la firme determinación de seguir aspirando a obtener resultados mejores, aprender y mejorar la oferta que ponemos a su disposición, así como a seguir presionando en aras del progreso de las mejores compañías del mundo.

 

Tribuna de Marte Borhaug, gestora de carteras y responsable de resultados sostenibles del equipo de renta variable internacional en Morgan Stanley Investment Management

 

Anotaciones:

(1) https://qz.com/684940/neuroscience-confirms-that-to-be-truly-happy-you-will-always-need-something-more/
(2) Fuente: Morningstar, datos globales combinados sobre flujos hacia fondos sostenibles correspondientes al tercer trimestre de 2021
(3) Paquete legislativo que forma parte del plan de acción para unas finanzas sostenibles en la UE, donde se incluyen el Reglamento sobre la divulgación de información relativa a la sostenibilidad en el sector de los servicios financieros (SFDR) y modificaciones de la II Directiva relativa a los mercados de instrumentos financieros (MiFID II) y la Directiva relativa a los organismos de inversión colectiva en valores mobiliarios (OICVM).
(4) https://www.ecb.europa.eu/press/pr/date/2021/html/ecb.pr210708_1~f104919225.en.html
(5) https://www.ft.com/content/50b52600-dd43-427c-88a6-149cf790cb70
(6) https://news.un.org/en/story/2021/12/1107752
(7) https://listingcenter.nasdaq.com/assets/Board%20Diversity%20Disclosure%20Five%20Things.pdf
(8) https://www.unpri.org/investment-tools/stewardship/collaborative-stewardship-initiative-on-social-issues-and-human-rights
(9) https://www.stockholmresilience.org/research/planetary-boundaries.html
(10) https://www.theguardian.com/environment/2021/jan/11/50-countries-commit-to-protection-of-30-of-earths-land-and-oceans

 

 

INFORMACIÓN IMPORTANTE

Los puntos de vista y las opiniones y/o los análisis expresados pertenecen al autor o al equipo de inversión en la fecha de elaboración de este documento, podrán variar en cualquier momento sin previo aviso debido a las condiciones del mercado o económicas y podrían no llegar a materializarse. Además, tales puntos de vista no se actualizarán o revisarán de otro modo con el fin de recoger la información disponible o las circunstancias existentes y los cambios que se produzcan después de la fecha de publicación. Los puntos de vista expresados no reflejan los de todo el personal de inversión de Morgan Stanley Investment Management (MSIM) ni los de sus sociedades dependientes o filiales (en conjunto «la firma») y podrían no plasmarse en todos los productos y las estrategias que esta ofrece.

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¿Comprar acciones cuando truenan los cañones? ¡No!

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Pixabay CC0 Public DomainStefan Hofrichter, Head of Economics and Strategy en Allianz Global Investors. . Stefan Hofrichter (AllianzGI)

La invasión de Ucrania, preparada desde hace tiempo por Rusia y temida por el mundo democrático, comenzó el 24 de febrero. Para el pueblo ucraniano, se trata de una catástrofe humanitaria; para el mundo, la violación del derecho internacional supone una amenaza real para el orden de seguridad existente.

Pero, ¿qué significa la crisis de Ucrania para los inversores? Aunque sea obvio: los inversores no compran ni guerra ni paz, ni producto social ni inflación, sino activos. ¿Qué es lo que más mueve a los mercados financieros en este momento? ¿Ha llegado ya el momento de comprar? Mi respuesta corta es: no.

Especialmente estos días, se escucha a menudo la supuesta sabiduría bursátil: «Compre acciones cuando los cañones truenen». Esta heurística, como muchas otras, se basa en una observación muy limitada de los acontecimientos históricos. Por lo tanto, vale la pena examinar más de cerca la conexión entre las crisis políticas y los mercados financieros. Por ello, hemos analizado detalladamente más de una docena de acontecimientos del pasado que tienen paralelismos con la situación actual, es decir, cuando al menos una superpotencia política, los Estados Unidos o Rusia o la Unión Soviética, se vio envuelta o a punto de verse envuelta en conflictos armados y/o en los que un aumento significativo del precio del petróleo fue la consecuencia o al menos la amenaza.

En concreto, se consideraron las tensiones entre EE.UU. y Corea del Norte (2017), la crisis de Ucrania (2014), la invasión de Georgia (2008), las dos guerras de Irak en 2003 y 1991, la invasión de la Unión Soviética de la RDA (1953), Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968), la introducción de la ley marcial en Polonia (1981), la crisis de los misiles de Cuba (1962), así como las crisis del petróleo (1973, 1979) y la Primavera Árabe (2011).

El resultado: no se pueden derivar afirmaciones claras sobre la futura evolución de los mercados bursátiles; por cierto, tampoco sobre los bonos, las materias primas o las divisas. Hay que reconocer que, sin duda, hubo algunos acontecimientos en los que la crisis fue seguida por un mercado alcista de la renta variable. Las dos guerras de Irak son los mejores ejemplos. Sin embargo, la guerra no fue la causa, sino el fin inminente de la recesión (1991) o el fin de la burbuja tecnológica (2002/03).

Por otra parte, los mercados bursátiles se vieron masivamente presionados tras la crisis de Georgia de 2008, por supuesto como resultado de la Gran Crisis Financiera y no de la crisis política. En varios casos, el movimiento bursátil no fue llamativo. Al final, la evolución de los mercados financieros siempre ha dependido de la situación concreta del mercado: esta es la importante conclusión que extraemos del pasado. Por lo tanto, la «regla de comercio» citada anteriormente no resiste el escrutinio.

Pero ¿cómo es el entorno actual del mercado? ¿Los mercados financieros muestran signos de pánico? ¿Cuál es el entorno de crecimiento? ¿Debemos suponer el apoyo de los bancos centrales?

No hay señales de pánico, al menos en los principales mercados. El llamado «índice del miedo», el índice de volatilidad VIX, cotiza en torno a 35, muy por encima de la media a largo plazo de alrededor de 20, pero lejos de los valores extremos (muy por encima de 50) que hemos observado en el pasado. Los movimientos de los precios también han sido relativamente moderados hasta la fecha. Por ejemplo, el S&P 500 ha estado en modo de corrección desde sus máximos desde principios de año y ha bajado algo más del 10%. Sin embargo, las valoraciones se mantienen en un nivel muy alto en un contexto histórico. La caída de los mercados de renta variable europeos ha sido menos dramática hasta la fecha. Los mercados emergentes, con la excepción de Rusia, por supuesto, apenas han variado.

La importante subida de los precios de la energía -tanto el petróleo WTI como el Brent cotizan por encima de los 100 dólares y, por tanto, el doble que hace dos años- dejará probablemente su huella en el crecimiento. En el pasado, una duplicación del precio del petróleo en el plazo de dos años ha provocado repetidamente una recesión.

En este contexto, ¿estarán los bancos centrales, especialmente la Fed, dispuestos a aplazar o incluso detener la anunciada normalización de la política monetaria? Lo dudamos. Por un lado, la subida del precio del petróleo provocará tasas de inflación más altas de lo previsto. Incluso si este aumento se debe a un choque exógeno, los bancos centrales no pueden descartar la posibilidad de que las empresas y los hogares eleven aún más sus expectativas de inflación.

Además, desde finales del año pasado, los bancos centrales han señalado cada vez más las presiones inflacionistas subyacentes y la rigidez de los mercados laborales. Nuestros análisis muestran que, aunque se puede suponer un descenso de la variación anual de las tasas de inflación, a medio plazo la inflación podría situarse por encima del objetivo del 2% de los bancos centrales occidentales. La Fed, en particular, también indica regularmente que le gustaría ver un endurecimiento de las condiciones financieras generales, no sólo de los tipos de interés del banco central. Por lo tanto, un descenso gradual de los precios de las acciones o un aumento de los tipos de interés del mercado de préstamos y bonos corporativos difícilmente provocará un cambio de opinión por parte de la Fed. Esto requeriría un movimiento significativo e incontrolado del mercado. En este contexto, seguimos siendo prudentes con la renta variable por el momento.

Tribuna de Stefan Hofrichter, director de Economía y Estrategia de Allianz Global Investors.

La Bolsa de Santiago aumentó sus ingresos en 9,9% en 2021

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Bolsa de Santiago, Santiago de Chile
Wikimedia CommonsBolsa de Santiago, Santiago de Chile. Bolsa de Santiago, Santiago de Chile

La Bolsa de Santiago, principal plaza bursátil de Chile, sacó cuentas alegres en su reporte de resultados financieros a la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) esta semana, después de un 2021 en que los ingresos se vieron impulsados por tres líneas de negocios.

Según informaron a través de un comunicado, los ingresos sumaron 26.926,6 millones de pesos chilenos (alrededor de 33 millones de dólares) el año pasado, lo que representa una subida de 9,9% con respecto a 2020.

Por su parte, las utilidades de la firma llegaron a 7.912,6 millones de pesos (cerca de 10 millones de dólares), un 3,6% por sobre al resultado del año anterior.

El aumento de ingresos, explicó la firma en su nota de prensa, se debe a tres líneas de negocios. La línea de “Servicios Back y Middle Office” registró ingresos por 5.934 millones de pesos (7,4 millones de dólares), tras un aumento interanual de 10,9%, “principalmente por la mayor utilización del sistema de Back Office y de servicios de líneas base que se proveen a corredores de bolsa”.

Por su parte, las ventas de la línea “Sistemas y Servicios de Información” subieron 11,7% hasta 5.025 millones de pesos (6,2 millones de dólares), por una mayor facturación de servicios de distribución de información bursátil, mientras que la línea “Post Trading” anotó una subida de 14% en sus ingresos, debido a “un mayor número de operaciones en los sistemas de compensación y liquidación para instrumentos de renta variable y derivados, instrumentos de renta fija, intermediación financiera y operaciones simultáneas”.

Con todo, la compañía bursátil reportó un aumento de 11,3% interanual en su Ebitda acumulado, alcanzando los 1.271 millones de pesos (1,6 millones de dólares) y un resultado operacional que subió 13,8% respecto a 2020, alcanzando los 9.773 millones de pesos (12,1 millones de dólares).

Así, los indicadores de desempeño operacional presentaron avances, con el margen operacional creciendo desde 35,06% a 36,30% y el margen Ebitda expandiéndose desde 45,80% a 46,38%, para los períodos acumulados a diciembre de 2020 y diciembre de 2021, respectivamente.