Foto: Reidrac, Flickr, Creative Commons. Elecciones españolas y su impacto en el mercado de renta fija: ¿cuál sería el peor escenario?
La consulta en junio en torno al Brexit es sin duda el factor de más incidencia en los mercados periféricos en las próximas semanas. Sin embargo, también las elecciones en España constituyen un factor importante, sobre todo para España. Al término de las elecciones del 26 de junio pueden darse varias hipótesis, con distinta repercusión en el mercado.
Existe un riesgo concreto de que las elecciones en España terminen en un callejón sin salida, puesto que las encuestas preliminares apuntan hacia resultados como los de diciembre de 2015. El acuerdo electoral alcanzado recientemente entre Podemos e Izquierda Unida no hará sino debilitar aún más la posición del PSOE. Existe un riesgo real de que los resultados de las elecciones no sean definitorios, lo que volvería a generar una incertidumbre política que pesaría sobre los rendimientos de los bonos españoles. La formación de un gobierno con un programa radical, y la marcha atrás de las reformas estructurales, también desencadenaría una importante reacción negativa del mercado.
Por otra parte, una clara mayoría, con un programa que no revirtiese las reformas estructurales iniciadas, significaría un gran apoyo para los diferenciales de la deuda española. España ha hecho ya esfuerzos económicos y fiscales importantes; un gobierno que continuara por esa vía sería visto con buenos ojos por los mercados. Por el momento, la falta de gobierno en España no ha repercutido mayormente en los mercados, gracias al programa de flexibilización cuantitativa del BCE que, probablemente, contendrá cualquier movimiento de importancia en las rentabilidades de los bonos. Sin embargo, un riesgo político a medio plazo tendrá cada vez más relevancia en los mercados españoles de renta fija, sobre todo cuando el BCE comience a plantear una estrategia de retirada de su programa de compra de activos.
El peor escenario
El supuesto que más presión ejercería en el rendimiento español es el de la formación de un gobierno con un programa radical que revirtiera las reformas estructurales. Los mercados financieros tienen una evidente preferencia por una situación que limite el riesgo de mayor desequilibrio fiscal, así como el riesgo de que el gobierno español desmantele algunas de las reformas estructurales (reformas del mercado laboral) decididas en los últimos años.
También supondría una reacción negativa del mercado el caso de un nuevo estancamiento político. No obstante, tal situación forzaría a los partidos principales a que formaran gobierno o no votaran en contra del gobierno que se formase (incluso en minoría), ya que los partidos principales carecerían de alicientes políticos para dirigirse a las urnas por tercera vez. Si se juntan unos resultados electorales negativos con una salida del Reino Unido de la Unión Europea, el nerviosismo en torno a los activos españoles sería aún mayor.
¿Comprar o vender deuda española?
Desde febrero estamos tomando una postura más prudente en mercados soberanos periféricos en general. Estamos siendo ahora más defensivos también en España, porque creemos que tanto el Brexit como las elecciones españolas podrían traer consigo a corto plazo volatilidad y presión sobre la deuda soberana española, debido a la incertidumbre relacionada con ambos acontecimientos.
Podríamos aumentar nuestra exposición en caso de tendencia alcista en los rendimientos españoles, ya sea antes o después de estos acontecimientos, si bien tal decisión dependerá del resultado de estos hechos políticos. Si, por ejemplo, se produjera un Brexit, los inversores en general adoptarían una actitud más prudente hacia países periféricos, mientras que los inversores extranjeros podrían cuestionar sus inversiones en deuda soberana periférica denominada en euros, lo que incidiría claramente sobre los rendimientos españoles. En un entorno así, sería fundamental la reacción del BCE para reevaluar nuestra posición.
A corto plazo, el resultado electoral en España impulsará sin duda la volatilidad en los diferenciales españoles. Por otra parte, el programa de flexibilización cuantitativa seguirá siendo un amortiguador potente en 2016 y comienzos de 2017, pero dejará de ser suficiente a medio plazo si España no resuelve sus cuestiones estructurales: importante desempleo, especialmente entre jóvenes, y un déficit fiscal aún considerable. No creemos, de hecho, que España sea inmune a una prolongada incertidumbre política, aún más si se combina en 2017 con un menor respaldo del BCE.
Columna de Nicolas Forest, responsable global de Gestión de Renta Fija en Candriam.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Jonathan Kos-Read. ¡Bienvenidos a la parte final del ciclo!
Durante el primer semestre del año, las bolsas se han movido al son del sentimiento inversor durante gran parte del periodo y los factores exógenos no permitieron que los fundamentales de los valores fueran los protagonistas.
Desde el punto de vista de la inversión, este hecho me sugiere que el entorno está cambiando y que debemos estar aún más atentos a los acontecimientos. En tiempos de cambio hay menos personas actuando con convicción, ya que nadie parece capaz de reconocer el patrón de comportamiento del mercado.
Así pues, cabría preguntarse qué está cambiando. Los mercados han ganado un respetable 1% en el primer trimestre de 2016. Sin embargo, si nos fijamos en la dinámica de fondo, el cuadro no está tan claro y me van a permitir que destaque una serie de hechos que han captado mi atención:
Durante los últimos doce meses se ha producido el mayor número de movimientos de la desviación típica (tres) desde 1986 (menos en 2008/2009), y esta afirmación es válida para las acciones, la deuda pública, las divisas y las materias primas.
La única forma de batir al mercado en el primer trimestre era estar largos en Turquía/Brasil/metales y minería. Lamentablemente, la mayoría de gestores que estaban largos en alguna de estas áreas durante los últimos tres años ya se habían retirado “magullados”.
El año pasado, los protagonistas indiscutibles fueron los valores de crecimiento y biotecnológicos. Este año, las empresas biotecnológicas y los valores de crecimiento están siendo los más castigados. Por el contrario, los metales preciosos (que mostraban unas cifras terribles en los últimos tres años), el acero, el consumo básico y los servicios públicos han sido las mejores áreas.
Las acciones de gran capitalización de perfil ‘value’ y la renta variable con reparto de dividendo han sido las estrategias con mejores resultados hasta ahora, aunque vivieron un año difícil en 2015.
Los mercados están nerviosos y la incertidumbre política está elevando la inquietud conforme se acerca el referéndum sobre la pertenencia del Reino Unido a la UE; además, EE. UU. y Alemania van a celebrar elecciones este año. Ahora que la Reserva Federal estadounidense está normalizando su política monetaria y que los ciclos empresarial y de crédito están madurando, se espera más volatilidad en 2016. Considero que este entorno es más una oportunidad que un reto. Un entorno difícil como este ayuda a poner de relieve los atractivos de los modelos y negocios sólidos que busco. Sigo estando convencido de que una cartera que se centre principalmente en empresas con un poder de fijación de precios duradero y valoraciones atractivas seguirá triunfando a largo plazo.
A pesar de la incertidumbre macroeconómica imperante y la volatilidad de las bolsas, la cartera no ha sufrido grandes cambios. Sigo confiando en los fundamentales específicos de mis posiciones. Aplico un enfoque sistemático y riguroso que me ha permitido dirigir con éxito la cartera durante un periodo de turbulencias marcado por la incertidumbre económica, la agitación de los mercados financieros, la desaceleración del crecimiento económico y los problemas geopolíticos. Esta estrategia ha servido bien a los inversores y no veo ninguna razón para cambiarla.
Una moneda al aire con cuatro caras
Ante todo, soy un analista de valores. No obstante, para gestionar un fondo de renta variable mundial hay que estar al tanto de los acontecimientos macroeconómicos. En mi opinión, en lo que resta de 2016 la macroeconomía estará dominada por cuatro factores: el dólar, la Fed, el petróleo y China.
El dólar: Janet Yellen ha indicado a las claras que no subirá los tipos de interés hasta que la economía se recaliente de verdad. El índice ISM manufacturero está en 58 y los salarios y el empleo están creciendo, por lo que el entorno actual no está en absoluto en consonancia con nuestra política actual de tipos de interés. Sin embargo, nos mantenemos en niveles bajos, ya que el mercado ha conseguido doblegar a la Sra. Yellen.
Tras este giro de 180 grados de la Fed, los mercados de divisas han registrado una volatilidad superior a la media. Parece que el G20 hizo un pacto en su última reunión para no comenzar una guerra de devaluaciones cambiarias. No obstante, el hecho de que el euro y el yen se hayan revalorizado (a pesar de los tipos de interés negativos) me hace pensar que si el dólar estadounidense vuelve a mudar de aspecto y (a pesar de la postura de cautela de Yellen) decide avanzar más, muchas cosas podrían cambiar completamente y de repente.
La Fed: La trayectoria alcista de tres años del dólar parece estar tocando a su fin. En parte, ello es debido a que ahora parece que la Fed subirá tipos únicamente un par de veces este año, en lugar de las cuatro veces que se barajaban a comienzos de 2016. Sin embargo, siempre que los tipos estadounidenses no se muevan, el dólar estadounidense tiene argumentos fundamentales para mostrar debilidad.
A la vista de la debilidad del dólar, los mercados emergentes vivieron uno de sus mejores trimestres en alrededor de tres años; además, los metales preciosos y el acero fueron las mejores clases de activos en el primer trimestre de 2016 (y biotecnología y bancos fueron las peores). Si se produce un giro en la evolución del dólar, algunas de estas tendencias probablemente se inviertan. El mercado estadounidense de bonos requiere una vigilancia continua, ya que en el último ciclo fue el mercado de bonos el que se impuso a la Fed cuando comenzó a descontar inflación.
Petróleo: Nuestros analistas viajaron recientemente a Houston para saber de primera mano cómo está la situación del fracking en Estados Unidos. Regresaron con la convicción de que la actividad estaba descendiendo claramente, lo que significa que la producción de petróleo de esquisto de EE.UU. se contraerá y el mercado probablemente se equilibre en la segunda mitad de 2016 o la primera mitad de 2017. Este hecho debería llevar el barril hasta los 50-60 dólares, tal vez más (cuanto más tiempo esté en niveles bajos, más alto será el eventual pico de los precios). Obviamente, parte de ello está ya reflejado en los precios, que han subido alrededor de un 40% desde sus mínimos por debajo de 30 dólares. Sin embargo, los precios todavía tienen recorrido por la debilidad del dólar y el leve recalentamiento de la economía estadounidense.
Aunque sigo manteniendo una postura favorable a la energía a corto-medio plazo, mi visión no está tan clara a largo plazo. Creo que podríamos presenciar un fuerte movimiento al alza de la energía y después, la era del petróleo se habrá acabado. Tenemos que ser muy rigurosos vendiendo nuestras acciones del sector energético en este movimiento al alza, que por su naturaleza será muy difícil de abordar.
China: China introdujo un importante paquete de medidas de relajación monetaria el año pasado que finalmente han comenzado a sentirse en la economía. Los datos de los índices de directores de compras (PMI) han mejorado y varias empresas de acero/cemento están anunciando aumentos de la producción después de dos años. La consecuencia es que los mercados están menos preocupados por China que hace tres meses, lo que también explica gran parte de los avances desde mínimos. Sin embargo, la economía china no ha salido completamente del túnel, ya que todavía tenemos que ver más reformas para afrontar el problema de los préstamos improductivos.
Las últimas fases de los ciclos son difíciles de gestionar
Las divergencias entre EE.UU. y el resto del mundo siguen siendo un factor clave y están fomentando la volatilidad del mercado. El deterioro de las condiciones del ciclo empresarial mundial también está haciendo que los inversores sean más cautos.
La acusada corrección de los mercados desde comienzos de año ha provocado que los inversores se preocupen por las perspectivas de crecimiento mundial y cuestionen la capacidad de las autoridades chinas para manejar la transición de su economía. Estos problemas, sumados a otros retos estructurales, dificultan la tarea de determinar la asignación de las inversiones en el entorno actual.
Las últimas fases del ciclo son entornos siempre difíciles de transitar. Sigo creyendo que este es el año de la protección del capital, más que de la revalorización del capital. La relación entre valores bancarios y del sector del oro me preocupa, ya que es un buen termómetro de la confianza en los bancos centrales. El hecho de que los valores bancarios no encuentren demanda y estén cayendo hasta nuevos mínimos sugiere que algo no va bien y que tenemos que mantener alta la guardia.
Estoy atento a los sectores de energía y banca, pues son dos indicadores que tienen que marchar bien para que el mercado pueda seguir subiendo. El punto de máximo peligro para los mercados será cuando la subida de los precios del petróleo se acerque a su punto álgido. Los múltiplos y los beneficios descenderán en ese escenario. También hay que estar atentos a la inflación, un fantasma que nadie cree que pueda volver a acechar en algún momento.
Incluso si todo lo anterior no capta su atención, piense que en estos momentos las valoraciones ofrecen poco apoyo (excluyendo las posibles sorpresas positivas en los beneficios en EE.UU. motivadas por los tipos de cambio) y que de aquí a finales de año tenemos el referéndum sobre la UE en el Reino Unido, las elecciones alemanas y las elecciones estadounidenses.
¡Bienvenidos a la parte final del ciclo! ¡Todo es diferente ahora!
Amit Lodha es portfolio manager del FF Global Focus Fund de Fidelity.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: jacinta lluch valero
. De-carbonización, tendencia clara de inversión institucional
Es momento para que el inversor, especialmente tras la cumbre de París de diciembre, sea consciente de que con el cambio climático va a haber a medio y largo plazo empresas perdedoras y ganadoras. En el escenario dominante habrá una transición hacia una economía baja en emisión de CO2. Ello va a requerir de medidas para reducir estas significativamente, pues el precio de las emisiones puede llegar a ser relativamente alto. A largo plazo incluso los grandes fondos de pensiones exigirán emisiones netas cero de CO2, lo que para una compañía eléctrica o de gas implicará compra de derechos de emisión y compensación por lo que emite.
Al respecto la de-carbonización de las carteras es ya una tendencia clara de inversión institucional. Algunos, en función del beneficio bruto de explotación relacionado, optan por reducir exposición a sectores intensivos en carbono como minas, sistemas no convencionales de extracción y generación de energía. Otros pueden preferir excluir totalmente combustibles fósiles, como el fondo soberano de Noruega, que ha tomado la decisión de no invertir en empresas relacionadas con petróleo. El caso es que las industrias más afectadas por esta tendencia probablemente sean las eléctricas, que representan 50% de las emisiones globales relacionadas con energía, así como sectores de petróleo y carbón y de uso más intensivo de combustibles fósiles en transporte, construcción y determinadas industrias pesadas. Sólo las empresas que tengan la capacidad de renovarse a largo plazo mantendrán el interés de la comunidad inversora y serán ganadoras.
Ahora bien, los inversores institucionales precisan una respuesta sobre cuánto y hasta qué punto las empresas en que invierten emiten CO2 en relación con el conjunto de la economía e índice de referencia. Al respecto la regulación, cada vez más estricta, ayudará a estandarizar métricas y que los resultados sean comparables en el tiempo y entre diferentes estrategias de inversión. De hecho en Francia los inversores institucionales deben revelar la huella de carbono de su cartera. Esto genera demanda de sistemas de medición de la huella de carbono, que compañías como Trucost, InRate, MSCI ESG, Trucost y South Pole Carbon han desarrollado. A ello se añade que las agencias de calificación crediticia, como Standard&Poors, están empezando a explorar los impactos del cambio climático en el riesgo de deuda soberana.
Al respecto algunas de nuestras propuestas están diseñadas para minimizar la huella de carbón. Para ello contamos con metodología propia. Frente a índices «verdes» llevamos a cabo análisis financiero y no financiero propio -incluyendo factores de sostenibilidad como estabilidad del crecimiento, bajo nivel de endeudamiento y escaso riesgo de mercado-, con la correspondiente calificación. Por ejemplo, en nuestro fondo de sostenibilidad Pictet European Sustainable Equities, el conjunto de empresas emite 40% menos emisiones de CO2 que el índice MSCI Europe. De gestión cuantitativa, evalúa factores por sector y excluye empresas que no alcanzan mínimos, así como las involucradas en actividades controvertidas.
El resultado es una selección de los mejores de su clase (best in class) por sector. El voto es ejercido en las mayores posiciones, según recomendaciones internacionales y códigos de buenas prácticas, con mandato a Hermes Equity Ownership Services y cumple el código europeo de transparencia de inversiones sostenibles y responsables de Eurosif, organización europea sin ánimo de lucro que promueve la sostenibilidad en fondos. Esta estrategia, en contraste con el análisis financiero convencional y de corto plazo puede contribuir a la estabilidad de los mercados y que la economía esté mejor capacitada para resistir choques.
Además a medio y largo plazo habrá ganadores entre empresas que desarrollan productos y tecnologías que facilitan una menor emisión de CO2, industrias de eficiencia energética y tecnologías relacionadas con la des-materalización de la economía.
El grupo Pictet en 2007 empezó un registro de emisiones de carbono propio y desde 2014 es neutral en emisiones mediante financiación de proyectos de energía limpia. Ha creado un consejo de inversión sostenible y lanzado una guía de soluciones de inversión que recomienda a los inversores reducir exposición a actividades más intensivas en emisiones de carbono o propietarios de reservas de combustibles fósiles, con mayor exposición a activos resistentes al clima e infraestructuras de adaptación. Está representado en Institutional Investors Group on Climate Change de gestores de activos europeos comprometidos contra el cambio climático. Cuenta con carteras diversificadas en inversiones socialmente responsables desde 1997, habiendo suscrito los Principios de Inversión Responsable de Naciones Unidas, marco para inversores con criterios ASG y código de transparencia Europea de Inversión Socialmente Responsable.
Columna de opinión de Gonzalo Rengifo, director general de Pictet AM en Iberia y Latam.
CC-BY-SA-2.0, FlickrPhoto: Pictures of Money. Let the World’s Leading Companies Work for You
Las franquicias globales de calidad a menudo tienen fuertes y disciplinados modelos de negocio que pueden proporcionar cierto grado de certeza en un contexto de mercados plagado de incertidumbre. Tienden a crear ventajas competitivas duraderas, tales como marcas fuertes, patentes, licencias y derechos de autor y las altas barreras a la entrada. Esto significa que tienden a crear cierto grado de certeza en torno a su rentabilidad y flujo de efectivo.
Dada la reciente incertidumbre en los mercados, muchos inversores están buscando inversiones que puedan tener buenos resultados en un mundo de rentabilidades bajas, pero que tengan buenas características defensivas.
Creemos que el fondo Investec Global Franchise cumple perfectamente con ese requisito. Los tipos de empresas en las que invierte han demostrado cómo sus ventajas competitivas han ayudado a asegurar la rentabilidad e ingresos estables a largo plazo.
Como muestra el siguiente gráfico, la estrategia ha participado de manera significativa en la fuerte subida de los mercados, desplegando excelentes características defensivas en las caídas y, sobre todo, proporcionado un fuerte exceso de rentabilidad a largo plazo. El fondo ha logrado esto con niveles relativamente bajos de volatilidad desde el inicio.
El G-7 se empieza a parecer más a una agrupación anacrónica. Hubo un tiempo en el que estaba formado por las siete economías más grandes del mundo. Sólo cinco de los siete países se pueden clasificar todavía entre los primeros. Economías del tamaño de China e India no son miembros. Pero concentrarse en el tamaño de la economía es perder el punto del G-7: un club de economías con ideas afines e influyentes. Tomados en conjunto, los derechos de voto que el G-7 tiene en organizaciones como el FMI, el Banco Mundial, la ONU y la OMC es enorme. Cualquier acuerdo que el G-7 presente en conjunto tiene una buena oportunidad de llegar a ser la política oficial de cualquiera de estas organizaciones.
La semana pasada le tocaba al primer ministro japonés, Shinzo Abe, organizar la reunión y aprovechó la oportunidad para decir que la actual situación económica es tan mala como tras la crisis de Lehman Brothers. Recalcó que los precios de las materias primas habían caído más de un 50% y que el crecimiento de la inversión en los mercados emergentes registra su ritmo más lento desde 2009.
Ningún indicador económico apoya esta afirmación, así que ¿por qué planteó estos temas el primer ministro japonés? ¿Cuál era el motivo? Sencillamente porque parece que quiere cobertura política a una mayor flexibilización fiscal en Japón. Abe se había comprometido a elevar el impuesto sobre las ventas en marzo del próximo año (un ajuste fiscal) a menos que hubiera un terremoto o una crisis económica. De ahí sus esfuerzos para acordar en el seno del G-7 que las cosas están tan mal hoy en día como en el periodo post-Lehman Brothers.
En cualquier caso, el aplazamiento del impuesto sobre las ventas se ve como una solución obvia. Basta con mirar el comportamiento de la economía japonesa durante la última década más o menos. En primer lugar, la crisis financiera sacó el PIB real fuera de la tendencia que tenía antes de la crisis (gráfico 2), al igual que ocurrió en la mayoría de economías. La recuperación fue muy rápida, pero luego se produjo el terremoto de Tohoku, y una vez más el PIB real salió fuera de su trayectoria. Después del terremoto, la recuperación se reanudó a un ritmo más lento. Y tras eso, llegó el impuesto sobre las ventas, y el crecimiento descarriló una vez más.
Algunos podrían argumentar que un impuesto sobre las ventas es necesario para contar con solvencia fiscal. Pero el mercado no está de acuerdo: está tan poco preocupado por el panorama fiscal japonés que están dispuestos a pagar por el privilegio de prestar dinero al gobierno nipón durante 10 años. Sin embargo, el gobierno no ha tenido mucho interés en el uso de la política fiscal, lo que le ha hecho depender de la política monetaria. Pero las cada vez más inusuales políticas monetarias puede ser molesto para algunos de los colegas del G-7.
La reacción en cadena de los efectos de las políticas monetarias a nivel global tienden a ser más importantes que las de las políticas fiscales. Los tipos de cambio están ligados a las tasas relativas de interés a corto plazo, es decir, a las expectativas de la política monetaria de los bancos centrales de cada país. La política monetaria más flexible presionará a la baja su tasa de cambio, que por necesidad significa un tipo de cambio más alto para otros países. Esta es la razón por la que los grandes movimientos de política monetaria a menudo conducen a acusaciones de manipulación de los tipos de cambio y a las guerras de divisas. También es por eso que en los últimos años, hay veces en la que los bancos centrales han coordinado su flexibilización.
También explica por qué hay tantos rumores de que el G-20 (un grupo más amplio que el G-7, que incluye países de los mercados emergentes) ejerce presión sobre Japón para que detenga la bajada de los tipos de interés. Dada la estructura de tipos negativos introducida por el Banco de Japón podría decirse que tiene poco efecto sobre la economía (ya que no afecta a todas las tasas), pero tiene un gran impacto en el tipo de cambio y no sería sorprendente que otros países puedan estar molestos.
La política fiscal tiene un efecto mucho menos directo sobre el resto de países, por lo que debería ser más aceptable desde una perspectiva internacional. Sin embargo, no es necesariamente así de aceptable desde un punto de vista interno. En los últimos años el sinónimo ha sido la austeridad. Para el crecimiento económico lo que cuenta no es tanto el nivel del déficit presupuestario, como la variación en el déficit. Este año se prevé que sea el primer año en el que este impulso fiscal es positivo desde 2010 (gráfico 3). La previsión es que se ponga fin a la austeridad adicional, pero sin que haya ningún estímulo. Al parecer, Abe espera cambiar eso. Para Japón, simplemente el endurecimiento no sería un primer paso positivo.
CC-BY-SA-2.0, FlickrPhoto: Scott Beal. Least-Loved Cycle Looks Less Lovely
Ya hace más de seis años que estamos inmersos en uno de los ciclos económicos más largos de la historia, aunque el menos querido. Los mercados han mostrado una capacidad mucho mayor que el público de sacudirse los efectos de la crisis financiera global. ¿A qué se debe esto? Escuchando a los expertos, se podría pensar que la razón no es más que una combinación de aire caliente y liquidez del banco central. Pero esto no podría estar más lejos de la verdad. Han sido los beneficios, no las opiniones de los expertos, las que han llevado a los mercados a nuevos máximos. Desde los mínimos marcados a principios de 2009, el valor del S&P 500 se ha triplicado, e igualmente los beneficios de las empresas que cotizan en el índice se han triplicado también.
Los beneficios empresariales en las grandes multinacionales –como las que cotizan en el S&P 500– se han visto favorecidos por el uso productivo de la mano de obra y el capital, la rotación rápida de activos, los bajos costes de energía y, sí, el históricamente bajo coste de capital, gracias a las políticas acomodaticias de los bancos centrales.
En los últimos meses, sin embargo, los beneficios han comenzado a decaer, y con ellos mi confianza en la trayectoria ascendente del mercado. La caída de los beneficios y las ganancias puede deberse a dos factores. El primero es el exceso de capacidad de producción mundial, especialmente en China. En los mercados desarrollados, la producción responde rápidamente a los cambios en la demanda, pero en China esto no es así. La demanda no responde de forma rápida. Esto supone un exceso de capacidad en la economía mundial, que tiende a deprimir la capacidad de fijar precios, no sólo de las empresas chinas, sino a nivel global.
El segundo factor que ha debilitado los beneficios empresariales es la tibia demanda de los consumidores. Habría esperado que el ‘dividendo de la energía’ por el menor gasto en gas y calefacción se tradujese en una mayor demanda de los consumidores en los mercados desarrollados. Pero lo que hemos visto en realidad es que un porcentaje significativo del ‘dividendo de la energía’ ha sido ahorrado en vez de volver a la economía. Al mismo equipo, los costes de la energía han comenzado a aumentar, lo que sugiere que de cara al futuro habrá una mayor presión a la baja sobre la demanda del consumidor. Eso podría dañar aún más el crecimiento general de muchas empresas.
Esta falta de crecimiento se ha traducido en debilidad de los gastos de capital en las grandes compañías y es una señal preocupante, ya que en mi opinión, el gasto de capital es el principal impulsor de la creación de puestos de trabajo y de los beneficios.
Estas son las condiciones que necesitaría ver mejorar antes de aventurarnos en activos de mayor riesgo:
Mientras esperamos a ver si esto ocurre, mi consejo a los inversores es el de ser cauteloso. Mi preocupación no es que la recesión sea inminente en este año, sino que estemos frente a una prolongada sequía en los beneficios que podría dañar los márgenes y la rentabilidad. Esto podría convertirse en el nuevo tema para los años finales de este ciclo de mercado, y hacer que sea aún menos querido.
James Swanson, estratega jefe de MFS Investment Management.
CC-BY-SA-2.0, FlickrPhoto: Donkey Hotey. US Market Watch: The Fed’s New Policy Tool
Los mercados han sido demasiado optimistas sobre las posibilidades de que se produzcan nuevas subidas de tipos de interés este año. Durante los últimos tres meses, el mercado de futuros ha descontado solamente una ocasión de cada cinco de que haya una segunda subida de tipos en junio. En respuesta, la Reserva Federal parece haber intensificado su retórica para cambiar esas expectativas. Las actas de la reunión de abril dejaron muy claro que la mayoría de los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) cree oportuno elevar los tipos de interés otra vez de nuevo en junio. Lo que podría cambiar esto ligeramente es el referéndum de Reino Unido, «Brexit», sobre su pertenencia a la Unión Europea sólo una semana después de la reunión del FOMC que tendrá lugar mañana. Aunque las probabilidades de una subida de tipos en junio se han mantenido constantes, la probabilidad de que haya un cambio en julio se ha disparado por encima del 50% desde finales de mayo, lo que sugiere que el mercado está empezando a hacer más caso a la Fed.
Esto no quiere decir que sea ahora probable que vayamos a ver una reacción típica del mercado a un ciclo de subidas de tipos de la Fed. El uso de los tipos de interés a futuro como orientación –en forma de «diagrama de puntos» con las previsiones de la política de tipos de los miembros del FOMC– ha dado a la Fed un segundo grupo de tipos de interés para manipular, una opción política que no existía en el pasado. Cuando el comité elevó los tipos reales en diciembre, también recortó los tipos de interés futuros mediante la reducción del número de aumentos de los tipos esperados en 50 puntos básicos. El mercado reaccionó de igual forma; el dólar cayó y las bolsas subieron.
Esperamos que la Fed eleve los tipos de interés reales en junio o julio, dependiendo del riesgo de un ‘Brexit’. Pero también esperamos que la Fed recorte las tasas de nuevo en la segunda mitad del año. En este momento, el gráfico de puntos todavía señala cuatro aumentos de tipos en 2017 y cinco en 2018. Así que hay un montón de espacio para recortar los tipos de interés a futuros para compensar la volatilidad macro o, potencialmente, un excesivo endurecimiento de las condiciones financieras.
Los movimientos del mercado han sido positivos
Las bolsas estadounidenses continuaron presionando al alza en mayo a pesar de la creciente convicción de que la Fed endurecerá la política monetaria en el verano, y de que persiste el riesgo de Brexit. El flujo de noticias económicas de Estados Unidos podría no ser todavía convincentemente alcista. Sin embargo, la imagen que está emergiendo en estos dos primeros meses del segundo trimestre respalda nuestra tesis de que se va a producir una reaceleración del crecimiento después de un largo periodo de seis meses con una tendencia de crecimiento del PIB muy por debajo de la media de la anterior de recuperación, situada en 2,1%. El índice S&P 500 ganó cerca de un 2%, impulsado por los sectores de la energía, materiales y el financiero. La rentabilidad de los bonos fue esencialmente plana. El índice Barclays Aggregate se mantuvo sin cambios durante el mes, aunque en lo que va de año, todavía está por delante del S&P 500.
La rentabilidad del bono de referencia a 10 años operaron estables. Sin embargo, los rendimientos de los bonos con vencimientos más cortos aumentaron notablemente, lo que refleja la posibilidad de una nueva subida de tipos de la Fed. El precio del barril de petróleo West Texas Intermediate continuó subiendo, aunque a una velocidad mucho más lenta en comparación con la de abril y marzo.
La economía está bien, ¿no?
Las bolsas de Estados Unidos parecen cautelosamente optimistas sobre las perspectivas, y el flujo de noticias económicas está comenzando a inclinarse en esa dirección. Sin embargo, no podemos eliminar los signos de interrogación. La estacionalidad ha jugado un papel importante en los últimos años, dando lugar a un crecimiento más lento.
La pregunta que surge de las encuestas a empresarios y consumidores es : Si las perspectivas económicas se ven bien, entonces ¿por qué son más consistentes con un crecimiento económico lento? La media de los dos principales índices de confianza del consumidor de Estados Unidos revocó la repentina caída de abril, pero esto no es señal de una mejora material sobre los seis meses anteriores. La media de los dos principales índices PMI mejoró marginalmente, pero su cifra de 51 está solo ligeramente por encima del umbral que entre la expansión y la contracción del sector. La actividad empresarial débil fue en parte el resultado de una caída en los beneficios del año pasado. Los beneficios reportados cayeron más del 3%, la primera caída en siete años.
La economía está en camino de registrar una reaceleración del crecimiento en el segundo trimestre, algo que ha estado en nuestras previsiones desde hace un tiempo. Sin embargo, también hay una pregunta en esto: ¿Puede ese ritmo más fuerte mantenerse en la segunda mitad de este año? La actividad empresarial de Estados Unidos necesita recuperarse de forma más convincente para que la tendencia de crecimiento sea más fuerte. Sí, la actividad inmobiliaria se está recuperando de nuevo, pero el sector es demasiado pequeño para marcar una diferencia significativa. Los PMI muestran poca evidencia de un rebote del crecimiento mundial, por lo que el comercio seguirá siendo un viento en contra. El aumento de la inflación podría ser el siguiente problema si los salarios e ingresos no mantienen el ritmo. Ya hemos visto un notable desaceleración en el crecimiento de la renta real disponible en abril. La Fed debería tener cuidado con lo que desea.
El panorama se está calentando para el verano
Ahora que ya hemos atravesado las malas noticias del trimestre de invierno, el crecimiento del PIB de Estados Unidos está listo para recuperarse de nuevo. Nuestro pronóstico de una media de 3% entre abril y diciembre está muy por encima del 2,3% de consenso de los economistas encuestados por Bloomberg. La inflación en Estados Unidos ha subido y es probable que se mantenga la tendencia entre el 1% y el 1,5% durante gran parte del resto del año. Tradicionalmente, el aumento de los tipos de interés también hace subir la rentabilidad de los bonos. Sin embargo, vemos una dicotomía entre el aumento de los tipos reales y el tirón de los rendimientos extremadamente bajos de la deuda pública en la zona euro y Japón. Esto significa que es probable que los rendimientos del Tesoro a 10 años permanezcan en rango entre el 1,75% y el 2,25% para el resto del año.
Markus Schomer, CFA, es economista jefe de PineBridge Investments.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Mathias Pastwa
. La red social: una nueva era de gestión patrimonial
Para la mayoría de nosotros, las redes sociales se han convertido en una parte esencial en la forma que nos comunicamos. Publicamos, damos ‘like’, deslizamos, y etiquetamos a nuestro placer, llenando nuestros perfiles en línea con una cantidad masiva de información. Imagínate si esa información pudiera ser utilizada para ayudarnos a planificar nuestro retiro o a construir carteras de inversión.
¿Parece una locura? Pues no lo es. Un jugador líder de las redes sociales ya está apostando en esto. Snapchat, la aplicación en redes sociales conocida por su desaparición de mensajes (y por embobar a cualquier persona mayor de los 40 años), quiere convertirse en un roboadvisor mediante el uso de tus datos en línea y sus algoritmos sofisticados para gestionar el dinero de sus usuarios a través de inversiones diversificadas de bajo costo, tal como los fondos que cotizan en la Bolsa (ETFs, por sus siglas en inglés). En México esto también está ganando terreno. Finnovista recientemente reportó que 140 empresas mexicanas ‘startup’ de Fintech, incluyendo Kuspit y Albo/Credify, están penetrando más y más una parte del mercado tradicional de banca e inversiones.
Aunque algunos profesionales de gestión de patrimonios podrían burlarse de esta estrategia de inversión tipo “Walmart”, deberían prestar atención. No es inconcebible que los ‘likes’ de Facebook o incluso Amazon podrían asociarse con, digamos, Vanguard y convertirse en ser un enorme disruptivo con una plataforma integrada y utilizada por encima de mil millones de consumidores.
La gente siempre va a necesitar asesoramiento financiero, pero las vías que utilizan para obtenerlo pueden, y seguramente cambiarán. Al fin y al cabo, a todos nos gusta ver películas, pero es más fácil y eficiente verlas a través de Netflix de lo que era subirse al auto e ir a Blockbuster.
Se ha documentado muy bien que los profesionales de la industria pueden resistir al cambio. Pero cada vez más en todas las industrias, los avances tecnológicos, las regulaciones más estrictas y los cambios en los hábitos de los consumidores, está obligando a los ejecutivos a adaptarse.
De un lado estarán los asesores de clientes de inversiones privadas de alta renta, ofreciendo productos y servicios complejos que son personalizados para cumplir con los resultados deseados por el cliente, obligaciones para el futuro, y necesidades de flujo de efectivo. La asesoría de inversiones continuará ofreciéndose como soluciones completas tipo family office para asegurar que se mantenga un asesoramiento integral de por vida.
Del otro lado, estarán los asesores de bajo costo y básicos que atienden de manera eficiente a los inversores minoristas y a la población sub-minorista general. Nuevos jugadores están entrando a este espacio a medida que el modelo habilitado por la tecnología de roboadvisors continúa ganando credibilidad y ayuda a eliminar las barreras para organizaciones como Facebook y Amazon. Soluciones contractuales y por hora de asesoría de patrimonio de alta renta también están ganando terreno. Los oponentes alarmados por el deber fiduciario simplemente subestiman la energía innovadora que la industria financiera tiene al respecto.
Entonces, ¿dónde dejaría esta división a los de mayor poder adquisitivo, generalmente definidos como aquellos con un poder de inversión de 100.000 a 1 millón de dólares? Estos inversores presentan la mayor oportunidad para los asesores financieros: Para el 2020, se prevé que el patrimonio de los de mayor poder adquisitivo crecerá hasta un 50% más rápido que los bienes en manos de inversores de alto poder de inversión (aquellos con más de 1 millón de dólares estadounidenses).
El modelo actual de mayor poder adquisitivo, sin embargo, está plagado por conflictos que a menudo lleva a la mala asesoría, la disparidad de intereses, y la falta de transparencia. En algunos casos, esta situación es peor que simplemente no tener ningún asesoramiento. Si las empresas quieren ganarse este segmento de mercado en crecimiento, tendrán que ofrecerles a los clientes el asesoramiento personalizado necesario para cubrir los objetivos de los clientes.
Este proceso debe de comenzar por justificar plenamente el valor de los servicios proporcionados y revelar cualquier tipo de compensación al recomendar plataformas o productos específicos. Un precedente en particular espanta a los asesores generales. En enero del 2013, los reguladores financieros en el Reino Unido prohibieron las comisiones y cualquier pago de los proveedores a los asesores. Los reguladores también requirieron transparencia en cuanto al uso de cualquier pago. La apertura de los libros del modelo de servicio resultó en un enorme cambio en la industria, y el número de asesores en el Reino Unido se redujo en un 25%. Esos asesores que sobrevivieron se vieron obligados a articular y demostrar a los clientes que estaban recibiendo valor por su dinero.
Ultimadamente, los ganadores de este cambio en la industria serán los profesionales de gestión de alto poder adquisitivo quienes vuelven a establecer una propuesta de valor con los clientes y ponen primero las necesidades y los objetivos financieros de los clientes. Al abandonar instrumentos del pasado como puntos de referencia públicos, rankings trimestrales, y grupos aislados de productos – que distraen de cumplir con las necesidades individuales del cliente – es esencial para sobrevivir esta destrucción creativa. Una cosa está clara: El estatus quo no es una opción. Las empresas deben mejorar sus capacidades en los profesionales y volver a enfocar sus servicios para enfocarse en el bien público de sus clientes, comunidades y economías en general.
Aquellos jugadores que siguen escondiendo sus cabezas bajo la arena están ignorando las lecciones de la historia. Solo por tener la bandera de una empresa importante de gestión patrimonial o de banca privada colgando fuera de una oficina, no significa que estarán protegidos. Los roboadvisors ya están aquí, y otra innovación que tenga potencial de cambiar el juego puede estar a la vuelta de la esquina.
Columna de opinión de John L. Bowman, CFA y director general para las Américas del CFA Institute
Foto: Benontherun, Flickr, Creative Commons. Waiting for Mr. Brexit & Ms. Yellen
En los tiempos en que vivimos, los mercados financieros recogen al microsegundo toda la información que les afecta. Miles de analistas comentan en tiempo real cientos de datos, cada suspiro de cada banquero central está perfectamente recogido. La revolución digital realmente se ha apoderado del sector financiero. Con esta dinámica, los mercados descuentan a la perfección su futuro inmediato. Todo está en el precio.
Muy de vez en cuando, hay acontecimientos que rompen este equilibrio. Se me ocurren situaciones como cuando la política monetaria se aparta bruscamente de lo que espera el mercado (un hecho ya muy raro dado la complacencia de las autoridades monetarias). O cuando ocurren eventos totalmente inesperados (el terrorismo ha dejado de tener este efecto), pero el miedo al ébola en octubre de 2014 causó pánico en los mercados. Otras veces, acontecimientos que aunque son esperados, por su incertidumbre, tienen el potencial de poder causar una rotura en esta dinámica de mercado donde todo se descuenta a la perfección en tiempo real.
El referéndum en el Reino Unido el próximo 23 de junio, la subida de tipos de interés por parte de Janet Yellen a mediados de junio o incluso las elecciones generales de España del 26-J podrían sorprender y romper el equilibrio. Un resultado negativo o inesperado tendría un efecto devastador.
Los meses de junio y julio suelen ser propicios para que tengamos un cóctel nada apetecible. No debemos asustarnos, seguro que después de algún que otro susto y movimiento lateral en las bolsas, las aguas no correrán turbias. Los mercados volverán a su perfecto equilibrio yel verano, espero, por fin llegará, aunque tardío a estas latitudes.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Hernan Pinera . Argentina puede convertirse en un país emergente
Tras ochos años de estar fuera del radar de los grandes inversores institucionales del mundo, Argentina puede volver a brillar. Resulta que mañana, 14 de junio, el MSCI decidirá la suerte de la categoría del mercado de capitales argentino en una reunión pautada previamente.
Argentina había sido catalogada como país “de frontera” en mayo de 2008 y esto entró en vigor en enero de 2009. En su momento, la razón principal que motivó la rebaja del estatus fue la no libre movilidad de capitales que había implementado el país.
Por ese entonces, el Banco Central de la República Argentina había establecido un encaje de 30% del capital para inversiones financieras por un plazo de un año, con el fin de desalentar la llegada de inversiones que presionaran sobre el tipo de cambio.
Adicionalmente, Morgan Stanley tomó la decisión por el escaso tamaño del mercado de capitales local, la baja liquidez y la falta de seguridad jurídica en el país por ese entonces. Por ese entonces, Argentina había decidido la estatización de los fondos de jubilaciones y pensiones privados (AFJPs).
Así, Argentina pasó a ocupar un lugar muy poco propicio para el desarrollo del mercado de capitales y la evolución del financiamiento de empresas mediante esta vía.
Sin embargo, 8 años después de haber recibido el “downgrade”, la nación está en camino a retornar a las grandes ligas.
Las razones que apoyarían la vuelta del país a la categoría “emergente” son varias, entre ellas, la normalización de la situación con los holdouts (salida del default), la mayor seguridad jurídica y la reciente salida de dos nuevas empresas a Bolsa después de muchos años sin tener nuevas compañías listadas: Banco Supervielle y Havanna.
Hoy la vacante por ser considerado emergente estaría siendo disputada por la propia Argentina y por Perú, que brega por no salir de esta categoría.
En caso de recibir el upgrade, Argentina podría estar en condiciones de recibir un aluvión de inversiones financieras. Esto se debe a que muchos fondos mutuos globales no pueden invertir n países denominados fronterizos, pero sí están obligados, por sus estatutos, a invertir en países que reciben la categoría de emergentes.
Esto podría ser una gran oportunidad para posicionarse en el equity argentino, al tiempo que ayudaría a seguir rebajando los costos de financiamiento de emisores públicos y privados ya que los spreads todavía se mantienen por encima del promedio de la región.
El 14 de junio es la fecha clave.
Opinión de Diego Martínez Burzaco, economista jefe de Inversor Global, conferencista, administrador de portafolios y creador del sitio www.diegomartinezburzaco.com