Back to basics, clave para los mercados actuales

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Back to basics, clave para los mercados actuales
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoo: Kanegen. Back to basics, clave para los mercados actuales

En los últimos años, los mercados de renta variable han reflejado las buenas noticias, como la desregulación en EE.UU., el mayor crecimiento del empleo y los salarios y la reciente rebaja fiscal. Sin embargo, el otro lado de la ecuación es que los inversores han cambiado actualmente su atención hacia las malas noticias, como el déficit fiscal de EE.UU., que es el principal catalizador de la reciente venta masiva.

Con el nuevo proyecto de ley fiscal, la administración Trump aumenta el ya insostenible déficit fiscal, y además, se espera que el reciente gran acuerdo presupuestario lo amplíe aún más. El mercado también está intentando digerir la posibilidad –aunque la probabilidad es baja- de añadir estímulos a las infraestructuras, que podrían conducir a un déficit incluso mayor, a menos que los recortes de costes lo compensen.

No obstante, creemos que se pueden encontrar oportunidades en EE.UU. En nuestra opinión, la mejor manera de invertir en renta variable americana es adoptar un enfoque fundamental, bottom-up e invertir en compañías de calidad que cuenten con negocios estables y en crecimiento y que tengan elevados rendimientos del capital, balances sólidos, generación de flujo de caja y ventajas competitivas duraderas.

En resumen, la receta para un crecimiento de los beneficios consistente y sólido. Por este motivo, seleccionamos compañías que creemos que serán resistentes en diversas condiciones de mercado y que permitan que nuestras carteras puedan aislarse del incremento de la inflación debido al poder de fijación de precios y la rentabilidad de los negocios de las empresas en las que invertimos. En este entorno de aumento de la volatilidad, confiamos en el posicionamiento de nuestra cartera.

Una mirada atrás

Actualmente hay en el mercado bastantes participantes que carecen de experiencia o que han olvidado los vaivenes de los ciclos, ya sea como resultado de la rotación de los traders en las firmas, porque los ordenadores se han apoderado de los mercados durante la última década, o debido a un cambio generalizado hacia inversores con una formación más sólida en programación que en historia financiera.

En nuestra opinión, esto algo que sucede durante una crisis. Retrocedamos a la burbuja tecnológica del año 2000 cuando las valoraciones aumentaron y anteriormente a la burbuja de las nifty fifty, o a la crisis financiera global de 2008, cuando los inversores no prestaron atención a los préstamos bancarios o la necesidad de estándares de crédito de buena calidad. En el entorno actual, por muy eficientes que sean los mercados, los inversores necesitarán renovar su enfoque sobre qué significan los déficits para los tipos de interés si los bancos centrales ya no son grandes compradores, o también teniendo en cuenta el impacto de unos tipos de interés ligeramente más altos en un entorno inflacionista.

Los inversores pueden intentar gestionar la inflación con instrumentos macroeconómicos, como las rotaciones en la asignación de activos. Sin embargo, creemos que lo que importa en un entorno de inflación es la calidad de las empresas en la cartera  – cómo se ven afectadas por los salarios, la contribución de las materias primas, etc. – y cuánto poder de fijación de precios tienen, el cual procede de la estructura del mercado y de sus ventajas competitivas.

Y en última instancia, los fundamentales son importantes y hemos estado en un entorno donde los fundamentales no han sido tan importantes. La verdadera clave para gestionar los mercados actuales es regresar tanto a los fundamentales de las compañías como a los fundamentos básicos de la inversión.

Matthew Benkendorf es CIO de Quality Growth, boutique de Vontobel AM.

¿Está el mundo más cerca de una guerra comercial?

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¿Está el mundo más cerca de una guerra comercial?
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Kheel Center. ¿Está el mundo más cerca de una guerra comercial?

Finalmente Trump ha hecho lo que temían los mercados: firmar una proclamación que impone un arancel del 25% sobre el acero y el 10% sobre el aluminio. Ha accedido a excluir Canadá (el mayor proveedor de acero y aluminio de Estados Unidos) y México (el cuarto), así como a aliados regionales y otros socios de cara a las negociaciones del NAFTA.

La UE advirtió que respondería con su propio arancelde 25% sobre alrededor de 3.500 millones de dólares de productos estadounidenses, apuntando a marcas emblemáticas (producidas en estados republicanos clave) de productos de consumo, agrícolas y del acero, según una lista elaborada por la Comisión Europea.

La mayoría de los analistas considera esta medida no solo inútil sino también contraproducente, por tres motivos. El primero es que Estados Unidos es predominantemente una economía de servicios y alta tecnología. La industria pesada fue bastante importante hasta hace unos 40 años, pero ahora es periférica.

Además, su industria siderúrgica ya es bastante rentable gracias también a los aranceles antidumping impuestos a las importaciones al acero de China por el gobierno de Obama hace dos años. Y por último casi la mitad de las necesidades de aluminio de EE.UU. son suministradas por Canadá. Por tanto los nuevos aranceles harían poco para revertir la tendencia negativa en la producción de aluminio de EE.UU. (que ha disminuido en dos tercios desde 2012).

China se sumará también

En términos de consecuencias negativas, el daño económico de primer orden creado por estos aranceles sería pequeño, con una inflación modesta. El hierro y el acero representan alrededor del 1,5% de la factura de importaciones de Estados Unidos y el aluminio la mitad.

El verdadero problema son los efectos de segundo orden, ya sea que no se trate de una acción aislada de EE.UU. (lo cual parecen confirmar las declaraciones de Trump), o porque otros países reaccionen comenzando una guerra comercial.

Recientemente, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, dijo que nadie gana en una batalla comercial y advirtió que los aranceles propuestos podrían tener un impacto económico negativo, y China ya ha dicho que adoptará fuertes medidas.

Kasia Kiladis, es directora de inversiones en Estados Unidos de Fidelity International.

Argentina dos meses después del “error no forzado” del 28/12

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Argentina dos meses después del “error no forzado” del 28/12
Wikimedia CommonsCasa Rosada, Buenos Aires. Argentina dos meses después del “error no forzado” del 28/12

Durante los dos primeros años del gobierno de Cambiemos, la crítica constante al equipo económico que la mayor parte de los economistas hacían (entre lo que me incluyo) era la desincronización existente entre la política monetaria y la política fiscal.

Mientras que el Banco Central de la República Argentina (BCRA) ensayaba una política contractiva, al menos desde el impulso de una tasa de interés real positiva de entre 5% a 7%, el Tesoro no acompañaba desde la evolución del gasto público. El desequilibrio fiscal no solo que no se mantuvo respecto la situación heredada sino que tendió a agrandarse, haciendo truncos los esfuerzos de la autoridad monetaria por controlar la inflación.

De esta manera, los datos inflacionarios alcanzados no deberían sorprender a nadie: tanto la meta de 2016 como la de 2017 fue sobrepasada con creces.

El 28 de diciembre último, cuando vimos sentados a Luis Caputo, Nicolás Dujovne, Marcos Peña y Federico Sturzenegger en la misma mesa, uno podría haber tenido la esperanza de que eventualmente las partes se reunían para ahondar los esfuerzos de esa “sincronización” tan esperada. Sin embargo, la señal resultante fue, hasta ahora, más dañina para los problemas que veníamos arrastrando desde antes.

La decisión de aumentar la meta inflacionaria de 2018 al 15% e invitar amigablemente al Banco Central a disminuir su tasa de interés de referencia para no ahogar la recuperación económica ha traído más costos que beneficios.

Por un lado, no solamente el gobierno reconoció la inflación más alta a su meta, sino también que fogoneó un aumento de una de los insumos que más contribuyen a la suba generalizada del nivel de precios: las expectativas. Todos los estudios privados, incluido el Relevamiento de Expectativa de Mercado (REM) del propio BCRA, ajustan sus proyecciones hacia la zona del 20%, es decir un 33% por encima de lo esperado por el gobierno.

En segundo lugar, se produjo una aceleración de la devaluación nominal del peso contra el dólar. Desde esa fecha hasta ahora, la divisa subió un 7,7%, pero si consideramos el valor al 1 de diciembre, el dólar trepó un 16,5%. Todos podemos coincidir que una suba del billete norteamericano era necesaria para una economía terriblemente cara en términos de dólares, pero la magnitud de la velocidad de ajuste no hace otra cosa más que adicionar presión alcista para la inflación. La historia indica eso y es muy difícil que esta vez sea la excepción.

En tercer lugar, creció la desconfianza del mundo con Argentina, principalmente de quienes son los encargados de financiar el tan promocionado régimen de gradualismo que adoptó el Gobierno para alcanzar el equilibrio en 2021. Muchos podrán aludir que el mundo es más desafiante para todos los países del globo por el reciente incremento de la tasa de interés en Estados Unidos, algo donde la Argentina no tiene poder de fuego ni capacidad de acción.

Sin embargo, las decisiones internas propias del Gobierno tendieron a ahondar ese problema. La prima de riesgo país, que muestra el sobrecosto de tasa de interés respecto el bono del Tesoro estadounidense que debe pagar un país por financiarse en los mercados globales de deuda, está determinada por dos factores fundamentales: las expectativas de devaluación y la capacidad de repago de la deuda por parte del emisor.

El contenido de la conferencia de prensa del 28 de diciembre contribuyó a aumentar las expectativas de devaluación, al tanto que tuvo un impacto en la percepción del respeto a la independencia de las instituciones por parte del Poder Ejecutivo.

Como consecuencia, el riesgo país de Argentina pasó de 349 puntos básicos el 28 de diciembre a 397 puntos en la actualidad. Esos casi 48 puntos básicos adicionales que parecen imperceptibles, son terriblemente costosos en términos financieros, sobre todo si consideramos la necesidad de financiamiento de US$ 30.000 millones prevista para este año y otros US$ 25.000 millones para el 2019 por parte del Tesoro.

En contraste, los beneficios de la decisión del 28/12 son apenas perceptibles. Por un lado, la autoridad monetaria sólo pudo rebajar 150 puntos básicos su tasa de referencia, algo que no tiene impacto sobre el nivel de actividad en lo inmediato (incluso esa herramienta se agotó por la ascendente presión inflacionaria). Y por el otro, la suba del dólar para descomprimir la falta de competitividad, amenaza con verse evaporada rápidamente por la dinámica actual de la inflación.

Si se trató de un nuevo error no forzado del gobierno, éste puede haber sido uno de los más costosos por su impacto en lo económico y su costo en lo social (caen las expectativas económicas de los individuos sobre una mejoría a futuro como consecuencia de la aceleración inflacionaria).

La lección de lo anterior debe ratificar algo que es difícil de entender para la clase dirigente: la solución de los problemas estructurales de la Argentina no se alcanzan mediante atajos, sino que el camino es el respeto de la institucionalidad, la disciplina económica y la coherencia a lo largo del tiempo.

Diego Martínez Burzaco es economista y director de MB Inversiones

 

 

Project Bonds, la palanca que transformará el mundo

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Project Bonds, la palanca que transformará el mundo
Foto: Unsplash, Flickr, Creative Commons. Project Bonds, la palanca que transformará el mundo

A pesar de las muchas incertidumbres presentes, tanto de índole puramente económica, como también, geopolítica, el hecho es que la economía mundial avanza a pleno pulmón. Así, todas las grandes economías mundiales están creciendo de forma sincronizada, una onda positiva a la que también se suman las economías emergentes. Y esta reactivación de la economía mundial conduce necesariamente a nuevas necesidades de infraestructuras, que movilizan cuantiosas inversiones.

Buena muestra de ello es China, que ya ha dado el pistoletazo de salida al nuevo corredor del comercio mundial que integrará Europa, Asia y África, la Nueva Ruta de la Seda, que movilizará más de 160.000 millones de euros para su puesta en marcha. No es solo un asunto de economías emergentes; en Europa, el conocido como Plan Juncker quiere movilizar al menos 260.000 millones de euros, mientras que el plan de infraestructuras que el presidente Trump ambiciona para EE.UU. contempla inversiones en infraestructuras equivalentes a 1,2 billones de euros. Este proceso de transformación del mundo requiere, pues, una ingente financiación y ahí es donde jugarán un papel de palanca los Project Finance Bonds, bonos destinados a proyectos concretos, cuya retribución está soportada por el flujo de ingresos esperado por estos mismos proyectos.

Y en este ámbito destacan especialmente los llamados Green Bonds, para infraestructuras verdes, que según el Banco Mundial (el primer emisor de la historia de este tipo de activos) han pasado en 10 años de cero a más de 150.000 millones de dólares (unos 122.350 millones de euros) a nivel mundial. Entre 2016 y 2017, las cifras del Banco Mundial arrojan un crecimiento en volumen de emisión del orden del 80% y la expectativa es que en 2018 se marque un nuevo récord, ya que los proyectos de energías renovables están creciendo en todo el mundo. En definitiva, por todos los rincones crecen las oportunidades de inversión; también en España, por supuesto.

No en vano, una compañía que es referente mundial en energía eólica, como es Iberdrola, ha admitido públicamente que su objetivo para 2018 es superar los 2.000 millones de euros en emisiones de bonos verdes. Y es que las economías maduras también ofrecen oportunidades de inversión cuando el ciclo es claramente alcista, como ocurre en la actualidad.

En España, por ejemplo, este será el quinto año consecutivo de crecimiento, nuestro pronóstico es que el PIB se expandirá a una tasa del 2,5% y no es descartable que supere esta cifra si se mantienen la mejora del empleo (esperamos que la tasa de paro se sitúe en el 15,1%, la mejor cifra en 10 años) y el dinamismo exportador. Esta reactivación, unida al regreso del sector renovable, tras unos años de duro ajuste, favorece la aparición de nuevas oportunidades.

Por una parte, muchos de los proyectos gestados antes de la crisis van ahora justos para cumplir con sus obligaciones de deuda estructurada diseñada bajo escenarios pre-crisis y buscarán refinanciación a más largo plazo, para acomodar su deuda al nuevo escenario de ingresos. Por otra parte, creemos que el Plan Extraordinario de Carreteras, que se licitará de aquí a 2020, será un gran driver para la emisión de Project Bonds. Lo mismo ocurre con el objetivo 20/20/20 de la Unión Europea, por el que en el año 2020 las energías renovables deberían representar al menos el 20% del total de las fuentes energéticas comunitarias, mientras que la eficiencia energética debería mejorar un 20% y la emisión de gases de efecto invernadero, reducirse un 20% en comparación con los niveles de 2005. El cumplimiento de estas metas ecológicas requiere la construcción y adecuación de instalaciones e infraestructuras, parte de cuya financiación se articulará a través de Project Bonds y en este sentido esperamos nuevas emisiones de bonos en el mercado español a partir del segundo semestre de este año.

En resumidas cuentas, el tema central, tanto en España como en el resto del mundo, es la transformación de los modelos productivos hacia una economía más verde. En este sentido, la Comisión Europea estima que serán necesarios 180.000 millones de euros anuales en el ámbito comunitario para cumplir con los objetivos globales de lucha contra el cambio climático. Unas inversiones que se deben centrar en energía e infraestructuras, los dos sectores cuya financiación más encaja con los Project Bonds, por su tamaño y su capacidad para estructurar cash-flows predecibles.

El movimiento es global. El camino hacia la transformación del mundo está claro y para que esa senda desemboque en una nueva realidad, la financiación a través de Project Bonds jugará un papel determinante. Desde un punto de vista de inversión, la oportunidad está servida.

Adolfo Estévez, Managing Director de Axesor Rating

El auge de Europa Central y del Este

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El auge de Europa Central y del Este
Foto: OneEighteen, Flickr, Creative Commons. El auge de Europa Central y del Este

La aceleración del crecimiento en la economía europea fue la sorpresa de 2017. La recuperación se extiende a todos los países de la región, aunque ha sido particularmente impresionante en los países del Centro, Este y Sudeste de Europa. Durante el tercer trimestre de 2017, la economía de Eslovaquia creció un 3,5%, Bulgaria un 3,9%, Hungría un 4%, Polonia y la República Checa un 5% y Rumanía sorprendió con un 8,6%.

El fuerte crecimiento ha estado apoyado por una recuperación en las economías de Europa Occidental, en el contexto de una mejora cíclica del comercio global. El empleo también está en una trayectoria positiva, en la que destaca la fortaleza del mercado laboral checo, con una tasa de desempleo del 2,5%. La actual mejora es la excepción más que la norma y, por ello, el crecimiento está listo para cierta normalización en los próximos trimestres.

La recuperación ha cerrado el gap de producción para la mayoría de los países de la región. La brecha de producción positiva que se espera es una medida del estado actual del ciclo de negocio: si es positiva, significa que el crecimiento actual es más elevado que el crecimiento potencial, lo que puede provocar presiones inflacionarias. Aunque estas presiones parecen más fuertes que en Europa Occidental, siguen siendo moderadas y el temor a un periodo prolongado de deflación ha desaparecido en gran medida. Además, la evolución del desempleo y la inflación básica demuestra que la curva de Phillips sigue siendo válida en Europa, aunque los temores de recalentamiento parecen demasiado prematuros. Por ahora, los niveles de inflación continúan cerca del objetivo y la tendencia alcista de la inflación está causada por una mejor utilización de la capacidad y por el aumento de los precios de la energía y los alimentos.

Además del riesgo de sobrecalentamiento, hay otros motivos de preocupación. En primer lugar, está el factor político. El sentimiento hacia la UE y la migración parece particularmente preocupante. La reelección del euroescéptico Zeman como presidente checo subraya este riesgo. Además, la disputa entre Polonia y la UE sobre las reformas del sistema judicial es interminable. La política europea sobre la cuota de inmigrantes es muy impopular en la región y alimenta el resentimiento hacia la UE. Este será un tema importante durante las próximas elecciones húngaras en abril.

La región también se enfrenta a un factor negativo fiscal tras el impacto del Brexit en el presupuesto de la UE. Es probable que estos países tengan una influencia sustancial en la agenda europea durante los próximos meses, ya que Bulgaria, Austria y Rumanía asumirán la presidencia rotativa del consejo de la UE, el polaco Donald Tusk seguirá siendo el presidente del Consejo Europeo hasta finales de 2019, los países de los Balcanes hacen cola para formar parte de la UE y Bulgaria y Croacia están en camino de adoptar el euro antes de 2020.

El segundo gran riesgo es el demográfico, ya que la región se enfrenta a una sociedad cada vez más envejecida. Además, la fuerza laboral se reducirá drásticamente por la emigración. Esto hace que la actitud hacia los inmigrantes sea particularmente problemática. También significa que el débil crecimiento de la productividad tendrá que ser atajado urgentemente. La actual mejora cíclica está proporcionando una excelente oportunidad para implementar las reformas estructurales necesarias. Asimismo, hay un riesgo de que los salarios aumenten demasiado rápido, amenazando la competitividad. En caso de que estos riesgos sean gestionados satisfactoriamente, la convergencia económica con Europa Occidental puede continuar.

Tribuna de Michiel Verstrepen, economista de Bank Degroof Petercam

¿Qué gana Trump con las tarifas al acero y aluminio?

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¿Qué gana Trump con las tarifas al acero y aluminio?
Foto: Gage Skidmore. ¿Qué gana Trump con las tarifas al acero y aluminio?

Es difícil saber que busca ganar Trump imponiendo las tarifas al acero y al aluminio. La imposición de esas tarifas reducirá las importaciones, incrementará el precio, así como su producción interna y afectará negativamente a todas las industrias que consumen acero, incrementando sus costos y disminuyendo su competitividad.

Puede estar buscando generar más empleos en la industria siderúrgica, pero la magnitud sería muy pequeña. La industria del acero de EUA emplea a menos de 100 mil trabajadores, en todo el mundo cada vez se produce con menos personal.  En cambio, el incremento de los costos va a reducir competitividad en todas las industrias que utilizan acero, quienes emplean a más de 6,5 millones de personas.  El efecto al final sobre el empleo pude ser perjudicial, perder más empleos que los que se generen. Los impactos sobre el empleo, tanto en el acero como en las demás industrias no van a ser inmediatos y podrían no afectar a las elecciones de noviembre.

Otra posibilidad es que desea cumplir con promesas de campaña.  En ese caso debe estar esperando que el aumento en el precio de los bienes finales, como coches, electrodomésticos, etc, provocado por costos de acero más elevados se va a tardar en aparecer y que llegará a las elecciones de noviembre sin que los consumidores resientan los impactos negativos de su decisión.  En ese caso su medida tendría solamente un beneficio político sin ningún costo.

Una tercera posibilidad es que busque presionar las negociaciones del TLCAN.  Del total de importaciones de acero de Estados Unidos (34,5 millones de toneladas métricas en 2017), 16% provinieron de Canadá, 14% de Brasil, 10% de Corea del Sur, 9% de México y 5% tanto de Turquía como de Japón.  Estos 6 países suministran el 60% de las importaciones y son los más afectados con la medida.  Canadá particularmente resulta más afectado porque le exporta como el 40% de su producción, en tanto que México le vende a Estados Unidos el 15,5% de su producción.  Pero también Estados Unidos le vende a Canadá el 50% de sus exportaciones y a México el 38%.  Canadá y México se opondrán a la medida, pero difícilmente se rompería las negociaciones y poco probable que cedieran en los puntos que más le interesan a Trump.

Lo que sí es un hecho es que ha generado un ambiente de guerra comercial.  Canadá ya anunció que instrumentará medidas de represalia, la Unión Europea, a pesar de que le exporta muy poco acero a Estados Unidos, declaró que impondría limitaciones a las exportaciones de Estados Unidos, incluso en otros productos.  Por los momentos políticos que vive México es muy probable que también instrumentaría medidas de ese estilo, de lo contrario la gente percibiría al gobierno como temeroso y débil y afectaría el resultado de las elecciones. Una guerra comercial solamente provocará una reducción del comercio internacional, aumento en los costos y menor actividad económica.  Con la gran integración mundial de las cadenas productivas, los productos ya no son totalmente oriundos de un solo país, diferentes componentes provienen de otros países, por lo que más tarifas implicarían mayores costos y más inflación.  El mundo no termina de recuperarse de la crisis financiera de 2009, reducir el comercio vía tarifas provocará que dicha recuperación se retrase, afectando negativamente a todos, incluyendo a los Estados Unidos.

Columna de Francisco Padilla Catalán

El aumento de volatilidad en los mercados favorece las estrategias alternativas

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La confianza empresarial en máximos de cinco años... ¿excesiva complacencia?
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Bambe1964. El aumento de volatilidad en los mercados favorece las estrategias alternativas

Tras haber pasado dos años con niveles de volatilidad decrecientes en la mayoría de los activos, cerramos el mes de febrero con un recordatorio de que la volatilidad y el riesgo, ¡existen!. Utilizando como argumento el temor a una mayor presión por parte de los precios, que pueda llevar a la reserva federal a acelerar el ciclo de subidas; la volatilidad medida a través del índice VIX, supero niveles no vistos desde verano del 2015.

Esta volatilidad se reflejó en los principales índices tanto de renta fija como de renta variable que cerraron el mes en negativo. Liderando nuestra tabla de rentabilidad, se encuentran las materias primas agrícolas, el dólar actuando como moneda refugio y la estrella del mes (y del año) continúa siendo Brasil, con el índice Bovespa desligándose de la mayoría de índices de renta variable cerrando febrero en positivo y acumulando más de un 11% durante el 2018. En el lado contrario tenemos a México, China y Europa siendo los peores mercados durante el mes.

Durante el comité de inversiones del mes de febrero de Andbank Advisory Miami revisamos a la alza nuestras estimaciones de crecimiento para el mercado americano, ya que el impacto económico de la reforma fiscal y el aumento en el presupuesto gubernamental, traerá una mejora en los datos de crecimiento. Sin embargo el impacto en los precios (inflación) está aún por verse.

Desde la Fed, las opiniones no son unánimes pero algunos miembros ya han sugerido que la tasa natural de tipos está subiendo y esperamos un desplazamiento a la alza de las previsiones, tanto de tipos como macroeconómicas en la próxima reunión del 21 de Marzo. Nuestro escenario se mantiene en 3 subidas para el 2017 y un bono a 10 años que alcance el 3,25%. Este escenario de mercado favorece a la renta variable, frente a la renta fija.

Mantenemos un posicionamiento neutral en el mercado americano, favoreciendo las pequeñas y medianas compañías así como los sectores industriales y financiero.

Nuestra sobreponderacion en el mercado europeo nos ha restado durante el último trimestre. En febrero desde el frente macroeconómico tuvimos lecturas de datos tanto de mercados (ZEW), de encuestas manufactureras (IFO, PMIs) y de servicios (PMIs) por debajo de las lecturas anteriores.

Si bien los niveles siguen siendo cómodamente expansivos y compatibles con las previsiones de crecimiento en la zona euro, estaremos atentos por ver si se trata de un “descanso” o de algo estructural; así como, el impacto de factores externos como lo son la política y la divisa.

En el frente político y ya entrados en marzo, parece que la incertidumbre disminuye una vez formada una coalición en Alemania y pasadas las elecciones italianas, que relajan las probabilidades (de momento) de una crisis a nivel del euro. Mirando en adelante, aunque hemos rebajado nuestra sobreponderacion al mercado europeo, creemos que en relativo frente al mercado americano ofrece un mayor potencial, sobre todo por las estrechas valoraciones en Estados Unidos.

En cuanto a los mercados emergentes a pesar de liderar las tasas de crecimiento, no estuvieron exentos de volatilidad. Y no solo fue el contagio del modo risk-off sino factores internos que incrementaron el impacto en los mercados.

Comenzando con China, donde el “año nuevo (del perro)” traía reformas estructurales con el fin de controlar riesgos financieros y mejorar la calidad del crecimiento chino, que en el corto plazo impacto a los mercados. En India una vez pasada la incertidumbre tras el proceso de desmonetización las perspectivas continúan siendo positivas, con un consumo que goza de buenos fundamentales, un gasto en infraestructura que se mantiene y la continuidad de las reformas estructurales. La más reciente, el ambicioso programa de capitalización bancaria con la finalidad de aumentar la estabilidad financiera.

La renta variable asiática, continua siendo nuestra principal apuesta para el año y aprovechamos la reciente volatilidad en los mercados para incrementar nuestra exposición.

Investment grade y deuda high yield

En cuanto a la renta fija y nuestro prudente posicionamiento desde finales del año pasado, continuamos a la espera de un mejor punto de entrada. En investment grade, con las valoraciones ajustadas y poco margen de estrechamiento de spreads, nos mantenemos cautelosos con la duración. En deuda high yield, si bien hemos visto una ligera ampliación de los diferenciales, el binomio rentabilidad riesgo aun no nos marca un punto de entrada y seguimos prefiriendo la renta variable frente al high yield.

Este aumento de volatilidad en los mercados favorece a estrategias alternativas, que nos permitan diversificar nuestras carteras. Nos gusta principalmente las estrategias long/short, que manteniendo una exposición larga al mercado, tengan la flexibilidad de reducir su nivel de exposición a riesgo. Y estrategias market neutral, que con independencia de la volatilidad del mercado, gracias a la selección de valores consigan generar retornos estables con independencia de la dirección de los mercados.

Eduardo Anton es portfolio manager de Andbank Advisory en Miami.

 

Bonos convertibles, una inversión atractiva en mercados volátiles

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Bonos convertibles, una inversión atractiva en mercados volátiles
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Alejandro. Bonos convertibles, una inversión atractiva en mercados volátiles

Los bonos convertibles permiten invertir en acciones atractivas y volátiles limitando los riesgos gracias a que tienen una sensibilidad a la volatilidad cercana al 35%, y cuanto mayor es la volatilidad de la acción subyacente, mayor es el valor del bono convertible. Además, debido a su principal virtud, la convexidad, los bonos convertibles aumentan su exposición a renta variable con una subida del subyacente, y disminuyen la exposición a bolsa con la caída del subyacente.

Esperamos que los mercados de renta variable de países desarrollados sigan subiendo en 2018, especialmente en Europa y en menor grado en EE.UU. Para nosotros, la corrección actual es normal dentro de un mercado alcista vigente y representa un excelente punto de entrada. Además, gracias a la subida de las bolsas, el nivel de conversión de los bonos convertibles debe ser alto, lo que nos permite tomar beneficios.

A pesar de que confiamos en que los mercados bursátiles lo hagan bien en 2018, como gestores de fondos de bonos convertibles de largo plazo, tenemos que capturar el rendimiento de la renta variable e intentar proteger la cartera contra una recesión imprevista. Una forma de llevar a cabo esto es cambiar los bonos convertibles de alta exposición a acciones, sin un componente de protección contra la caída de la renta variable, por aquellos con una menor exposición a las acciones, pero una mejor oportunidad de protección.

La exposición promedio del mercado de bonos convertibles a las acciones de nuestro fondo Lazard Convertible Global es cercana al 50%, lo que permite capturar una gran parte de la subida de las bolsas. Esto contribuyó a que en enero la rentabilidad del fondo lograra ser positiva (+0,88%), frente al -0,09% de su índice de referencia Thomson Reuters Global Focus Convertible en euros.

Es probable que los crecientes tipos de interés mundiales desencadenen más problemas en el mercado primario, ya que los emisores bloquearán algunas tasas de refinanciación de manera oportunista. Comprar nuevas emisiones debería permitirnos aumentar la ponderación de la cartera a bonos con una exposición más equilibrada a la renta variable. También vale la pena señalar que los bonos convertibles tienen una vida media corta, de 2,5 años y, en consecuencia, queda limitado el impacto negativo del aumento de los tipos de interés.

Las características y el sesgo de los convertibles varían según la región geográfica. Los bonos convertibles están actualmente baratos en Europa y a un precio justo en el mercado global. Creemos que tanto el mercado de EE.UU. como el de Europa van a apreciar su valor, aunque es probable que sea más rápido en los EE.UU. debido a algún sesgo sectorial.

Además, esperamos que los precios de los bonos aumenten por encima del promedio histórico, pero no creemos que las valoraciones vayan a situarse significativamente por encima de la media.

Europa

El mercado europeo de bonos convertibles actualmente no está caro, pero sí se ha valorado bastante atractivamente en los últimos meses. Sin embargo, el sector inmobiliario está muy representado en los bonos convertibles europeos, y este sector tiende a verse negativamente afectado por las subidas de tipos de interés. Por el lado positivo, los bonos convertibles de otros sectores europeos que se han emitido en los últimos 18 meses muestran una verdadera asimetría y convexidad.

Estados Unidos

Algunos subsectores del Nasdaq parecen sobrevalorados, pero los sectores de crecimiento, como la tecnología y las telecomunicaciones, siguen presentando atractivo. De hecho, en el mes de enero los sectores que más contribuyeron en el fondo fueron el de tecnología y consumo discrecional.

Estas empresas quieren que el precio de sus acciones aumente, al igual que los tenedores de bonos convertibles, que desean convertirlos en acciones al vencimiento. Esto permite a las compañías devolver sus bonos convertibles en acciones de nueva emisión, en lugar de gastar su valioso efectivo.

Asia

La mayoría de los bonos convertibles en Asia son similares a bonos y no dan un rendimiento a la altura del nivel de riesgo que estamos asumiendo. De hecho, muchos fondos globales están invirtiendo directamente en los propios bonos, lo que hace que este mercado sea relativamente caro. Dentro de la región asiática, el mercado japonés de bonos convertibles es pequeño, sin embargo, los convertibles japoneses son importantes para la diversificación de nuestra cartera.

Arnaud Brillois es director y gestor de convertibles de larga duración de Lazard Asset Management.

El tira y afloja entre alcistas y bajistas

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El tira y afloja entre alcistas y bajistas
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Hans Splinter. El tira y afloja entre alcistas y bajistas

Dadas las recientes y violentas oscilaciones de los mercados, actualmente se requiere incluso de mayor cautela de la habitual en cualquier comentario. De hecho, tuvimos que desechar el primer borrador de este análisis mensual, redactado en los últimos días de enero.

Destaca la posibilidad de que se produzca tanto un repunte, como un desplome y que los riesgos de los absurdamente bajos niveles de volatilidad parecen ya más que irrelevantes. En el momento de la redacción de este artículo (7 de febrero), parece que la corrección ya ha agotado su recorrido, al menos, por el momento. Entonces, ¿qué sucederá ahora?

Las turbulencias de comienzos de febrero probablemente hayan reducido el riesgo de que se produzcan vaivenes significativos en cualquier dirección, incrementándose paradójicamente al mismo tiempo la volatilidad, una favorable combinación. No es probable que la euforia de enero y el delirio minorista conexo regresen con la misma fuerza.

Por otro lado, la amenaza de las posiciones orientadas a una volatilidad baja, que tan rentables fueron para los partícipes en 2017 y tan desastrosas han resultado en 2018, parece haberse desactivado sin daños directos graves para los mercados bursátiles. Es probable que continúe el tira y afloja entre los alcistas, que defienden su postura citando el crecimiento global sincronizado, y los bajistas, que hacen lo propio apuntando a la normalización de la política monetaria y los riesgos de cola, desde la península coreana hasta las elecciones en Italia.

No albergamos una opinión clara sobre cómo evolucionarán los mercados en 2018, pero, más a largo plazo, nos decantamos claramente por la cautela. Uno de nuestros mantras es que solo existen dos maneras de perder dinero con la renta variable: o se esfuman los beneficios o se deterioran los múltiplos. Si nos fijamos en los mercados hoy, nos preocupan ambos riesgos. Los múltiplos permanecen en niveles elevados.

No se han reducido tras la reciente corrección, que se ha limitado a devolvernos a precios de diciembre, y podría decirse que dependen de los bajísimos tipos de los activos libres de riesgo, que muestran signos de normalización, y el supuesto de que los beneficios continúen aumentando.

Preocupación a largo plazo

Sin embargo, puede que los beneficios sean nuestra mayor preocupación, no tanto en 2018, pues el crecimiento y la reforma fiscal en Estados Unidos serán favorables, pero sí más a largo plazo. La recesión, cuando termine por llegar, probablemente con motivo del endurecimiento de la política monetaria, provocará un efecto cíclico severo sobre los beneficios, si bien también existen motivos de preocupación estructurales.

Cuarenta años de políticas proclives a las empresas, desde la época de Reagan y Thatcher, han supuesto un gran impulso para las compañías. En Estados Unidos, la contribución de los beneficios al producto interior bruto se encuentra en máximos y la conclusión natural es que los salarios se encuentran en mínimos. Esta evolución se ha traducido en un aumento de la desigualdad y la consiguiente rabia populista.

Hasta ahora, esta rabia se ha canalizado principalmente hacia la derecha —Trump en Estados Unidos o el Brexit en el Reino Unido— y ha centrado su objetivo en los inmigrantes y otros grupos “externos”. El riesgo es que la izquierda se haga con la pancarta populista y centre su objetivo en las compañías, bien en el lado de los trabajadores, vía legislación laboral, bien en el lado de los consumidores, minorando el creciente poder monopolístico.

El colapso en la esfera occidental de la centroizquierda es uno de los factores que facilitó la agenda del libre mercado durante los últimos treinta años, lo cual provoca que esta amenaza sea más real.

En un mundo en el que existe escaso margen de seguridad absoluto dadas las elevadas valoraciones y donde parece que continúa la tolerancia al riesgo a pesar del comienzo de febrero, invertir en compañías de alta calidad parece una actitud sensata para nuestro capital.

Estas compañías cuentan con un historial de crecimiento de las ganancias a lo largo del ciclo, lo cual reduce el riesgo de ganancias, y se negocian a valoraciones muy razonables, al menos, en términos relativos; el ratio precio/beneficios a doce meses del sector de consumo básico se encuentra en su nivel más bajo tras la crisis financiera con respecto al conjunto del mercado. Como dijimos antes, es el momento de estar atentos y no relajarnos.

Opinión de William Lock, Bruno Paulson y Dirk Hoffmann-Becking, del equipo de International Equity de Morgan Stanley Investment Management.

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Pidiendo un deseo a 5 Estrellas

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Pidiendo un deseo a 5 Estrellas
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Giulio Bernardi. Pidiendo un deseo a 5 Estrellas

Todavía se siguen contando los votos de las elecciones italianas de este fin de semana, pero el panorama se está aclarando poco a poco, con dos partidos emergiendo más fuertes de las cenizas de una amarga campaña electoral: 5 Estrellas conseguiría el 32% de los votos y la Lega de extrema derecha (alias Northern League) tendría el 18%, pero ninguna coalición puede reclamar una victoria.

La solución que se teorizó en los días previos a las elecciones –una coalición de centroizquierda y centro-derecha– ya no es viable. Las dos personalidades de los últimos años, Renzi y Berlusconi, apenas alcanzaron un tercio de los escaños en conjunto, por lo que no serán las fuerzas principales del próximo ejecutivo.

Por su parte 5 Estrellas ha obtenido el voto de uno de cada tres ciudadanos, dominando casi por completo las regiones del sur. Tal resultado no puede ser ignorado por el presidente, cuyo deber es nominar al primer ministro, cuando elija el próximo gobierno a finales de marzo. El partido anti-sistema tendrá que estar en el centro de cualquier negociación para formar una mayoría.

Los dos escenarios más probables que podemos ver son una coalición entre 5 Estrellas, la extrema izquierda y el partido de Renzi, o una coalición de voto de protesta de 5 Estrellas con Lega. El segundo escenario es quizá el más probable, dado que la coalición de izquierdas tendría que superar una serie de luchas internas. Un tercer escenario vería al ala izquierda junto con la coalición de centro-derecha, pero un matrimonio PD-Lega es muy poco probable.

Reacción de los mercados

Entretanto, la reacción del mercado ha sido tibia. Los futuros del MIB cayeron un 2%, pero se recuperaron tras la apertura del mercado y sólo perdieron alrededor de 75 puntos básicos. En el caso de los bonos del Estado, el BTP a 10 años baja unos 20 céntimos, lo que deja el diferencial BTP-Bund en +135 puntos básicos, mientras que el euro se mantiene estable frente al dólar.

En términos de «¿qué sigue?”, no ocurrirá nada hasta finales de marzo, pero, viendo el aspecto que podría tener el posible nuevo gobierno del país, se debería prestar especial atención al papel del Ministerio de Economía: 5 Estrellas señaló a Andrea Roventini como su candidato, un académico fuertemente en contra de abandonar el euro, pero con una postura que tiende a considerar todas las medidas de austeridad como malas para la economía en su conjunto.

Un escenario aún más oscuro es que la Lega pida esa cartera para formar una coalición; sus candidatos Borghi y Bagnai son los activistas antieuro más fuertes del país. También resultará clave prestar atención a quién tomará las llaves del Tesoro y esperemos que 5 Estrellas haga una elección favorable al mercado como sus socios de coalición.

A medio plazo, el panorama es muy incierto y es difícil predecir el resultado final, pero por el momento nuestra opinión es de una semana relativamente tranquila en los mercados hasta que las partes arrojen algo más de luz sobre cuál será el camino a seguir.

Sin embargo, para los participantes en el mercado que esperaban un resultado electoral que desencadene una nueva calificación de los activos italianos, esto no ha ocurrido y se necesitará tiempo o un nuevo catalizador para activarlo.

Luca Beldi es gestor de TwentyFour, boutique de Vontobel AM.