Esperábamos cierta volatilidad de cara a las elecciones del pasado agosto, aunque ni tan pronto, ni tan violentamente como ha sucedido. Pensábamos que cualquier venta, debido al ruido de la campaña o al aumento de las posibilidades de una victoria de la oposición, podría ser una oportunidad de compra.
Después de la primera crisis de confianza, la devaluación y el rescate del FMI el año pasado, los activos argentinos ya habían sido descontados sustancialmente y presentaban valoraciones atractivas en el contexto de una cierta continuidad de las políticas y de un mayor apoyo del FMI. El único impedimento para tener una mayor exposición fue el hecho de que, a pesar de esta corrección, Argentina seguía siendo una de las mayores posiciones en la mayoría de los fondos de deuda emergente.
Sin embargo, seguimos pensando que la presidencia de Alberto Fernández no tendrá nada que ver con el último mandato de Cristina Kirchner, marcado por políticas dogmáticas e intervencionistas, unidas a un aislacionismo. Alberto Fernández mostró en el pasado más pragmatismo hacia las políticas económicas. De hecho, fue una de las razones por las que tuvo que dejar su puesto de jefe de gabinete durante la primera administración de Kirchner después de que las políticas económicas comenzaron a radicalizarse.
Es de esperar que Cristina Kirchner, como vicepresidenta, desempeñe un papel mucho más pasivo. Una de sus principales motivaciones es mantenerse fuera de la cárcel gracias a una inmunidad contra los diversos procedimientos judiciales por corrupción en los que ella y su familia se han visto envueltos en los últimos años.
En este sentido, creemos que existe una probabilidad muy alta de que las nuevas administraciones se mantengan en el marco de un programa renegociado del FMI.
El FMI, por su parte, tiene todos los incentivos para hacer que esto funcione, ya que es su mayor programa pendiente y han invertido demasiados esfuerzos políticos como para dejarlo fracasar.
Jean Jaques Durand, Gestor del Fondo de Deuda Emergente de Edmond de Rothschild
Pixabay CC0 Public Domain. ¡Cambiemos el reglamento!
Muchos países acudieron a respaldar a sus bancos comerciales locales durante la crisis de 2008. Después de estos “rescates”, Estados Unidos y Europa decidieron revisar la legislación bancaria y buscaron eliminar los excesos del pasado, al considerar que estaban en la raíz de este declive financiero.
Se frenaron determinadas actividades y otras se redujeron, bajo la atenta mirada de los reguladores a cargo de la implementación de estas nuevas normas. Además, se pidió a la industria bancaria que fortaleciera la huella de su capital. El claro objetivo era evitar que se solicitase el dinero de los contribuyentes en la siguiente crisis.
El coste general de estas intervenciones fue muy alto. Los gobiernos vieron con preocupación cómo su deuda nacional aumentaba de forma significativa e, incluso, en algunos casos, tuvieron que implementar políticas de austeridad. Los bancos comerciales intentaron de forma desesperada cumplir con las nuevas reglas que se les impusieron y algunos incluso huyeron de los préstamos al sector privado y se inclinaron por financiar al sector público (ahora muy endeudado).
La deuda pública soberana es considerada menos arriesgada para los bancos bajo su regulación de inversiones. El resultado ha sido una débil actividad económica en algunas zonas (crecimiento por debajo del potencial), mientras que en otras ha sido anémica. Ante la ralentización del crecimiento, los bancos centrales globales han recurrido a mecanismos monetarios acomodaticios poco convencionales con la esperanza de activar estas economías debilitadas.
Con una actividad económica frágil, una política de tipos bajos y mayores requisitos para los nuevos capitales, en ocasiones, los márgenes de la actividad tradicional han sido insuficientes para cubrir las necesidades financieras de la banca. Hasta cierto punto, la tecnología a contrarrestado este fenómeno.
Muchos de los grandes jugadores han invertido de forma considerable y han mejorado su eficiencia operacional, apuntalando su rentabilidad y compensando el débil crecimiento de sus ingresos. Pese a ello, la situación financiera de los bancos sigue siendo precaria y su actividad depende de la economía subyacente en la que operan.
En este contexto, los bancos estadounidenses buscan impulsar algunos cambios para la nueva regulación. Han centrado su atención en la ‘regla Volcker’, considerada demasiado restrictiva para su actividad en el mercado financiero. Como alguien que entiende el valor de impulsar estos mercados, el señor Trump se ha mostrado abierto a escuchar sus propuestas. A su juicio, unos bancos más fuertes y rentables, combinados con mercados alcistas, solo podría contribuir a las perspectivas de crecimiento del país.
El debate político está abierto ahora al ajuste de estas normas. Una vez en funcionamiento, los bancos estadounidenses serán capaces de presumir de una ventaja competitiva triple: Operar en una economía resistente (Estados Unidos lo está haciendo relativamente mejor que Europa o Japón), márgenes de financiación saludables apoyados por tipos de interés positivos (todavía), y normas potencialmente rebajadas en comparación a las de sus competidores extranjeros.
A la hora de “retocar” la legislación, el desafío de las autoridades será evitar el regreso a los excesos del pasado. Desde 2008, la política de autorregulación impulsada por el señor Greenspan y el señor Bernanke ha sido desmantelada. Hoy en día, el regulador estadounidense tiene la capacidad de encontrar un equilibrio apropiado para implementar estas reformas. Cuenta con un amplio rango de herramientas legales a su disposición, lo que no era el caso hace 10 años.
Tribuna de Ygal Cohen, presidente, director ejecutivo y fundador de ASG Capital
Pixabay CC0 Public Domain. Infraestructuras sociales: invertir en activos esenciales para la sociedad
Las infraestructuras sociales resultan cruciales para la actividad económica, la productividad y el bienestar social. Podríamos definirlas como las estructuras necesarias para que una sociedad funcione adecuadamente, desde colegios, hospitales y cárceles hasta redes de transporte como carreteras o líneas ferroviarias. En 2006, estos activos se convirtieron en una clase invertible, con el lanzamiento en Reino Unido del primer fondo de infraestructura (HICL).
Históricamente, la construcción y el mantenimiento de este tipo de instalaciones corría a cargo del sector público (administración local o nacional). Los cambios demográficos han convertido las infraestructuras en una prioridad aún más importante para los gobiernos de todo el mundo. Teniendo en cuenta que los recursos públicos son limitados, las empresas de infraestructuras sociales proponen mejorar los servicios gracias a eficiencias operativas y permiten transferir el riesgo al sector privado.
Un poco de historia
En el Reino Unido, las asociaciones público-privadas (PPP, por sus siglas en inglés) y las iniciativas de financiación privada (PFI) usan capital privado para desarrollar infraestructuras sociales básicas. Surgidas a principios de los años noventa, ganaron popularidad en 1997, coincidiendo con la victoria electoral del laborista Tony Blair, y pronto se convirtieron en la forma de financiación preferida para los grandes proyectos de infraestructuras.
A lo largo de los últimos 20 años, más de 700 proyectos se han financiado con unos 60.000 millones de libras de capital privado. Este modelo ha sido adoptado por muchos otros países que también se enfrentan a limitaciones presupuestarias y de endeudamiento público. El mercado de las PPP y las PFI ha crecido de forma significativa tanto en los países desarrollados como emergentes.
A los inversores les atrae el hecho de que los proyectos de infraestructura social suelen estar sujetos a mecanismos de pago basados en la disponibilidad (availability-based, en inglés). Es decir, el dueño de la infraestructura recibe pagos regulares a cambio de asegurarse de que el activo esté operativo y disponible. Los pagos corren a cargo de un organismo público, normalmente gubernamental, por lo que los riesgos relativos a la demanda o al precio son limitados. Las concesiones suelen mantenerse durante décadas y, con frecuencia, las cantidades pagadas se ajustan por la inflación.
El horizonte a largo plazo, unos flujos de caja respaldados por el Gobierno y unas rentabilidades mucho más atractivas que las de los bonos gubernamentales han facilitado que esta clase de activo capte importantes volúmenes de capital.
Cómo funciona
Normalmente, cada proyecto de infraestructura se canaliza a través de una entidad instrumental (SPV) que es “inmune a la quiebra” de la empresa matriz, ya que es independiente desde el punto de vista legal y financiero. Los proyectos se financian mediante una combinación de deuda a largo plazo y capital. Quienes invierten en deuda valoran la seguridad de estos proyectos, que ofrecen flujos de ingresos constantes y estables a largo plazo.
Los inversores que aportan capital participan en proyectos de explotación y desarrollo con empresas promotoras y de gestión de instalaciones que se responsabilizan de la calidad del proyecto y de la gestión diaria. Por eso, el riesgo de contraparte es un factor importante para estos inversores, que deberán asumir los costes incurridos por el cliente en caso de que el activo no esté disponible para su uso. A cambio de asumir este riesgo, suelen percibir una rentabilidad cercana al 7% de los proyectos operativos.
Nosotros invertimos en la clase de activo a través de sociedades de inversión cotizadas de tipo cerrado (closed-end) que aportan el capital para proyectos de infraestructuras. Los vehículos de “capital permanente” se adaptan bien a activos con ciclos de vida tan largos. Estas empresas se negocian en mercados cotizados y facilitan que los inversores puedan acceder a una amplia gama de proyectos de infraestructuras tanto en el Reino Unido como en Europa, Norteamérica y Australia.
Fuente de diversificación
Las concesiones de infraestructuras sociales suelen ser a largo plazo, lo que les permite generar flujos de caja predecibles sujetos a la disponibilidad del activo, en vez de a su uso. Las inversiones se ven respaldadas por el gobierno o la regulación. Además, en muchos casos, los ingresos de las concesiones se ajustan por la inflación. Por todos estos motivos, creemos que las infraestructuras sociales representan una fuente de diversificación particularmente interesante.
Tribuna de Mike Brooks, responsable de multiactivos diversificados en Aberdeen Standard Investments
Pixabay CC0 Public Domain. ¿Volverá a ponerse de moda el ‘value’?
Después de muchos años de bajo rendimiento, ¿es el momento para que el estilo value prepare su regreso? El posicionamiento por factores y el análisis de las valoraciones demuestran que los inversores están “comprando lo que funciona” de una forma más agresiva de lo habitual.
Rara vez los factores ‘momentum’ y ‘crecimiento’ han estado más caros que ahora. Lo mismo puede decirse del de baja volatilidad, ya que los inversores acudieron en masa a estrategias y segmentos del mercado defensivos ante el incremento de la incertidumbre y la aversión al riesgo causadas por la crisis financiera de 2008.
Los inversores se amontonaron en torno a las FANG, compañías de crecimiento de calidad, en un intento por estar bien posicionados ante una economía en desaceleración. Entonces, ¿podemos decir que la valoración ya no importa? ¿Qué podemos esperar para los activos ‘value’ de ahora en adelante?
Aunque el estilo ‘value’ pocas veces ha estado tan barato, sí necesita apoyo de los fundamentales desde la economía, una incertidumbre sobre las políticas más baja y el aumento de los rendimientos de los bonos para obtener un momentum sostenible.
Durante los últimos 10 años, los factores cíclicos, ‘value’ y de menor calidad (es decir, una rentabilidad más baja que la de la renta variable) han estado altamente correlacionados con la caída de rentabilidad de los bonos, el aplanamiento de las curvas de rendimiento y el aumento de la incertidumbre.
Hoy, las curvas de rendimiento son planas e incluso invertidas en numerosos países de todo el mundo, mientras que los bancos centrales parecen listos para relajar todavía más las condiciones monetarias y emprender un nuevo ciclo de recortes de tipos sincronizado globalmente.
Indudablemente, los tipos a corto plazo seguirán cayendo, pero también podría materializarse un escenario de curvas pronunciadas si los mercados finalmente creen que los estímulos monetarios (quizás seguidos después por estímulos fiscales adicionales) van a ser capaces de reavivar el motor del crecimiento.
Sí, algunas cifras macroeconómicas como los índices de gestores de compras del sector manufacturero (PMI) están cayendo rápidamente, pero el consenso es tan pesimista que las sorpresas posiblemente sean positivas. ¡Las caídas no ocurren cuando todo el mundo las espera!
También pueden esperarse avances en la guerra comercial, ya que nos acercamos a las elecciones presidenciales de Estados Unidos y la nueva Comisión Europea podría implementar reformas ambiciosas y planes de estímulo a través de Europa.
En pocas palabras, la incertidumbre política podría relajarse, mientras que los datos macroeconómicos podrían sorprender de forma positiva y las curvas de rendimiento ser más pronunciadas (incluso solo marginalmente) de ahora en adelante.
La valoración del estilo ‘valor’ ha ido alcanzando niveles poco habituales en los últimos 10 años. Esta alta dispersión de valoraciones entre los activos más baratos y los más caros ofrece un buen amortiguador para los meses que vienen y crean oportunidades para el value y los activos de mayor volatilidad.
Por el contrario, los factores momentum, calidad y crecimiento, que se han beneficiado del aumento de la incertidumbre y la aversión al riesgo, ahora parecen muy caros.
Como muestra el gráfico inferior, la brecha de valoración entre las acciones con baja volatilidad y las acciones valor nunca había sido tan amplia en la historia moderna. Si los datos macroeconómicos no cumplen las expectativas y ocurre lo peor, estos ganadores del pasado podrían recibir el impacto de la corrección, ya que los inversores recaudarían rápidamente sus beneficios. Sin embargo, también registrarían rendimientos inferiores si las condiciones macroeconómicas mejorasen mucho más rápido de lo anticipado.
Dicho de otra forma, el estilo ‘valor’ necesita o bien una re-aceleración global del crecimiento sostenida o, en el otro extremo, una verdadera recesión que fuerce una prima de revaloración y la caída del rendimiento del momentum del factor calidad.
No creemos que la tendencia alcista de las acciones de calidad, que están pasando a ser más caras debido a la caída constante de los rendimientos, vaya a terminar pronto. Pero existen catalizadores potenciales que podrían provocar un giro a favor del estilo ‘valor’ hacia final de año: la divergencia extrema en las valoraciones, el posicionamiento a favor de los sectores defensivos y los factores y estilos de calidad, el potencial infravalorado de sorpresas positivas en los frentes macroeconómicos y geopolíticos, así como la corrección táctica y el pronunciamiento de las curvas de rendimiento.
Como apuntó recientemente Exane, hay que recordar lo que ocurrió en los 70 con los denominados activos “Nifty Fifty”, los preferidos del mercado, que eran valores de crecimiento de calidad y buen momentum pero caros, con ingresos estables y baja volatilidad. Finalmente, registraron rendimientos inferiores una vez que el entusiasmo menguó y la burbuja estalló, aunque continuaron registrando lo que prometieron. Al final, la valoración relativa sí importó.
Tribuna de Philippe Denef, CIO de renta variable cuantitativa de DPAM
Pixabay CC0 Public Domain. El papel de la minería y la inteligencia artificial en la sostenibilidad
La industria minera tiene un problema: la disminución de los recursos ha conducido a una disminución de la productividad, mientras que, por otro lado, el creciente clamor por una menor huella ambiental significa que las operaciones deben centrarse en la sostenibilidad.
Una solución ha llegado en forma de inteligencia artificial y su capacidad de hacer que la minería funcione de una manera mucho más inteligente con el resultado final de ayudar al medio ambiente.
La tierra se está quedando rápidamente sin recursos naturales. El fósforo, un elemento esencial para el crecimiento de las plantas, corre el riesgo de agotarse en 50 a 100 años a menos que se encuentren nuevos depósitos.
Los metales denominados ‘raros’, utilizados para fabricar dispositivos de alta tecnología, tienen una demanda cada vez mayor. Las previsiones apuntan a que el mercado superará los 20.000 millones de dólares en 2024. Para satisfacer parte de ese apetito, la industria está examinando la minería en aguas profundas como fuente de muchos de esos elementos, como el manganeso y el cobalto, que se utilizan en una variedad de aplicaciones, desde teléfonos hasta baterías eléctricas para automóviles. Los defensores argumentan que la explotación minera del fondo marino, donde hay depósitos sustanciales, sería mucho más eficiente que perseguir las últimas dragas de mineral en la superficie de la tierra siguiendo la ley de los rendimientos decrecientes.
La demanda mundial de tierras y minerales raros no es el único desafío relacionado con los recursos que enfrenta la industria. La minería también es intensiva en agua y esto presenta un problema en un mundo donde, según la Asociación Meteorológica Mundial, al menos una de cada cuatro personas vivirá con escasez crónica o recurrente de agua para el año 2050. Por lo tanto, los actores de la industria minera no sólo deben encontrar y extraer cantidades cada vez menores de recursos, sino que deben hacerlo todo de manera sostenible, tanto en tierra como bajo el mar. El uso del agua en la minería está siendo abordado por las soluciones de reciclaje de aguas residuales. En Chile por ejemplo, los paneles solares flotantes se asientan sobre las aguas residuales recuperadas de la minería y se espera que las protejan de la evaporación. Una mayor proporción puede ser recuperada y reutilizada, disminuyendo así la dependencia del agua dulce.
El aumento del reciclaje de nuestros recursos y la delimitación de áreas de alto impacto ambiental para minimizar el efecto sobre la vida silvestre son modos de abordar la ecuación de la sostenibilidad.
En este punto cabe mencionar que la industria minera es especialmente adecuada para la implementación de la nueva tecnología. Así, una de las mayores ventajas de utilizar la inteligencia artificial a través de sensores integrados u otros medios es el acceso a la información en tiempo real. Incluso en la minería de aguas profundas, su uso para ver dónde se encuentran los depósitos reales conduce a un menor dragado y a una extracción más eficiente.
La minería subterránea se considera más sostenible que la minería de superficie porque tiene una huella menor que una mina a cielo abierto y también extrae selectivamente sólo el mineral. Tradicionalmente, la industria se ha alejado de la minería subterránea debido a las dificultades de acceso, pero la inteligencia artificial está cambiando esta situación.
A medida que la minería entra en la próxima era, en la que la competencia por los recursos se hace cada vez más intensa, se enfrenta a una creciente demanda de prácticas sostenibles y duraderas que incorporen un enfoque respetuoso con el medio ambiente en su propio ADN. La inteligencia artificial ayuda a la minería y a la sostenibilidad a trabajar codo con codo, y eso es una victoria para todas las partes interesadas.
Tribuna de José Couret, director general de Lombard Odier.
Foto cedidaOlivier de Berranger, director de gestión de activos de La Financière de l'Echiquier. Buscando proyectos innovadores en inteligencia artificial: bienvenido Good Doctor
Ya estamos en el mundo del año 2054 que describía Philip K. Dick en Minority Report: coches autónomos, algoritmos predictivos, interfaces entre hombres y máquinas… Las transformaciones se suceden. Por primera vez en la historia, la realidad tecnológica va más rápido que nuestra imaginación. Bienvenidos a la era de la inteligencia artificial, una revolución tecnológica emocionante que hace realidad tantas esperanzas como miedos, ¡pero que no deja indiferente a nadie!
De la medicina a la agricultura, del automóvil al arte, los algoritmos se vuelven imprescindibles. La inteligencia artificial se ha inmiscuido incluso en el mundo creativo (una agencia de comunicación japonesa ha hecho de la inteligencia artificial su orientación artística), compone obras musicales y escribe guiones. Los futuros posibles de la inteligencia artificial son infinitos y su auge irresistible no hace más que comenzar. Esperamos seguir participando en esta aventura extraordinaria, por supuesto con prudencia, pero también con buenas dosis de optimismo.
Aunque algunos temen que la inteligencia artificial tome el control de la humanidad, de momento contribuye a sanarla. Así sucede, por ejemplo, en China, donde la medicina generalista tal como la conocemos no existe. En efecto, los chinos acuden directamente a urgencias, preferentemente las de los mejores hospitales, los ‘Clase III’. Suponen casi del 8% del total de hospitales, pero tratan al 50% de los pacientes. Estos deben esperar tres horas de media a una consulta que apenas supera los 8 minutos.
Sin la ayuda de la tecnología, el acceso a la medicina sería un desafío imposible de afrontar en este país que cuenta con 4.800 médicos por millón de habitantes (comparado con los 12.000 de Estados Unidos). Así, la empresa china Ping An Healthcare & Technology ha lanzado una aplicación de teleconsultas, Good Doctor. En esta plataforma de servicios médicos, del paciente se ocupa inicialmente una inteligencia artificial que detalla toda la información, desde su identidad a sus síntomas, para identificar la patología, antes de pasar el testigo a un médico de carne y hueso. Con las 500.000 consultas diarias que registra la plataforma, la inteligencia artificial puede ya hasta ofrecer un diagnóstico, confirmado después por un profesional humano. La receta digital que se expide puede utilizarse en esta misma plataforma para pedir con un solo clic los medicamentos que se entregarán durante el día.
Cada mes, más de 265 millones de usuarios recurren a esta solución, que se integra en el desarrollo de un nuevo ecosistema, siendo el objetivo de Ping An Good Doctor crear una oferta que integre seguros de salud y oferta de atención para todas las situaciones médicas. La telemedicina (sanidad electrónica) ya no es, por tanto, ficción, sino una realidad en este país, uno de los que ha invertido de forma más masiva en inteligencia artificial y en el que abundan este tipo de aventuras empresariales origen de los grandes éxitos del futuro.
Saber detectarlos es un ejercicio apasionante en este mundo que avanza a toda velocidad y en el que es necesario ir varios pasos por delante. Se trata de identificar a las empresas capaces de crear estrategias que permitan desde ya beneficiarse del crecimiento formidable de estos nuevos mercados. Esta es la hoja de ruta de L’Echiquier Artificial Intelligence, cuyo equipo de gestión recorre el mundo en busca de proyectos innovadores. Con una rentabilidad del 11,3% desde que se creó el 20 de junio de 2018 (frente al 6,7% de su índice de referencia, el MSCI WORLD NR EUR) y del 29,5% desde el inicio del año (índice: 17,4% al 30 de junio de 2019), confirma su objetivo: ¡pionero y con éxito!
Tribuna de Olivier de Berranger, director de gestión de activos de La Financière de l’Echiquier.
Pixabay CC0 Public Domain. Sector inmobiliario cotizado: ventajas y desventajas
El sector inmobiliario cotizado ofrece un acceso sencillo, líquido y diversificado a la inversión inmobiliaria: empresas que gestionan carteras de centros comerciales, oficinas, residencias de la tercera edad, almacenes e inmuebles residenciales. Un sector que, en nuestra opinión, ofrece una buena visibilidad gracias a su estructura de ingresos (alquileres que son relativamente estables).
Los beneficios de los REITs (Real Estate Investment Trust) vs. las inversiones directas son tres:
Agrega valor al proporcionar liquidez a una clase de activos ilíquidos y, por lo tanto, ofrece unas transacciones más baratas; el rendimiento de los REITs está más correlacionado con las acciones a corto plazo y con los bienes inmuebles a largo plazo. No hay impuesto sobre actos jurídicos documentados.
Son vehículos diversificados, con alto rendimiento de dividendos y transparentes desde el punto de vista fiscal, con un requisito de distribución de ingresos del 80-95%, y diversificación del riesgo de la propiedad.
Estas empresas pueden potencialmente crear valor arbitrando activos y/o carteras a través de ciclos de acuerdo con nuestros análisis y ser propietarios de activos únicos (no replicables a través de la inversión directa).
Las desventajas de las sociedades inmobiliarias cotizadas son la volatilidad y la pérdida de capital. A la vez que se adquiere mayor liquidez, esta va acompañada de cierta volatilidad. La volatilidad a corto plazo es la de las inversiones en renta variable (con riesgo de pérdida de capital), que es una desventaja menor para los inversores a corto plazo.
Oportunidades en Europa
Según nuestro análisis, los fundamentos inmobiliarios europeos son sólidos y participan de varias tendencias positivas, como el aumento global de las rentas y la valoración, combinada con unos mercados de inversión competitivos en la zona euro.
Este año, el crecimiento de los ingresos es uno de los principales impulsores del valor de los activos y el nivel de los dividendos sigue siendo potencialmente sostenible. Hemos analizado el potencial de rentabilidad total de las empresas inmobiliarias, que debería ser de una media del 10%, con una rentabilidad de los dividendos del 4,5% y un incremento del activo neto revalorizado (valor de la cartera de inmuebles de la empresa inmobiliaria) del 5,5% (ODDO BHF AM SAS, datos a enero de 2019). Creemos que el rendimiento de los mercados bursátiles podría estar cerca de este rendimiento total y el rendimiento actual del sector inmobiliario cotizado del 11,70% en lo que va de año no es más que una puesta al día del rendimiento negativo de 2018 (datos de Bloomberg a partir del 26 de julio de 2019).
Participar de las megatendencias
Creemos que los inversores inmobiliarios que cotizan en bolsa pueden participar de las megatendencias a largo plazo y están bien posicionados para aprovechar la transformación urbana y el desarrollo de las ciudades del mañana.
Algunas de estas empresas están a la vanguardia de temas como la creciente polarización de los centros urbanos, las tendencias demográficas seculares como el envejecimiento de la población o las perturbaciones relacionadas con el auge de lo digital.
Se puede invertir a través de los bienes inmuebles en megatendencias: cambios estructurales que tienen consecuencias irreversibles para el mundo que nos rodea, proporcionan un enfoque a más largo plazo y menos cíclico. Las consecuencias concretas y visibles sobre el paisaje urbano se descuidan con demasiada frecuencia. Las empresas inmobiliarias pueden ser una buena manera de beneficiarse indirectamente de esas megatendencias.
Por ejemplo, el mercado de la logística se beneficia del crecimiento del mercado online (crecimiento del 9,8% CAGR desde 2015 según Colliers Int.) y de la tendencia de urbanización. Según Prologis, una tienda online necesita tres veces más espacio de almacenamiento que un negocio físico. Además, la oferta de almacenes logísticos sigue siendo limitada, especialmente en las zonas urbanas, en comparación con una demanda muy fuerte.
Algunas empresas inmobiliarias de nicho se han especializado en bienes raíces industriales y logísticas. Nosotros nos centramos en los líderes del mercado, beneficiándonos de ser propietarios y promotores de grandes superficies modernas -big box- y almacenes urbanos. La economía de escala y la diversificación entre países les permite participar desde el dinamismo del mercado logístico europeo, al tiempo que diversifican sus riesgos.
Otro buen ejemplo es el sector de las residencias de la tercera edad, donde también tenemos un fuerte crecimiento estructural con el envejecimiento de la población en Europa y nos gusta el perfil defensivo de las empresas de este sector con arrendamientos a largo plazo y altos rendimientos y con cierto potencial de diversificación, además del desarrollo de ofertas de servicios in situ.
Además, estamos siguiendo de cerca a algunas compañías de alojamiento estudiantil. Hay una falta de oferta adaptada en Europa continental -en comparación a EE.UU. o Reino Unido- y una demanda creciente vinculada a la democratización y al alargamiento de los estudios.
Estas inversiones alternativas frente a las clases de activos tradicionales (oficinas, activos minoristas, residenciales) representan alrededor del 19% de la cartera.
Los riesgos
La futura subida de los tipos de interés, ¿se considera generalmente negativa para la historia de la inversión inmobiliaria? Sí, lo es. En igualdad de condiciones, los tipos de interés más altos tienden a disminuir el valor de las propiedades y a aumentar los costes de los préstamos de los operadores.
Pero, ¿es realmente una clase de activo a evitar dentro del sector? Depende. Hay tanto el momento como la velocidad de la subida, lo que nos parece bien, ya que una rápida normalización de la política monetaria europea es muy improbable con la comunicación del BCE sobre una subida en 2022.
Además, el análisis histórico del rendimiento muestra que el rendimiento inferior relativo a corto plazo se ve atenuado posteriormente por el rendimiento superior de los bienes inmuebles en tiempos de subida de los tipos: el crecimiento económico y la inflación benefician al sector (indexación positiva, aumento de los alquileres, etc).
Otro riesgo es una sobreoferta en un mercado. Este es probablemente el caso de los centros comerciales. Seguimos siendo muy cautelosos con respecto a esta clase de activos.
Tribuna de Véronique Gomez, gestora de fondos de renta variable de ODDO BHF Asset Management SAS
Pixabay CC0 Public Domain. Un nuevo marco regulatorio para la sostenibilidad
Tanto los inversores institucionales como los minoristas apuestan cada vez más por la inversión sostenible. A medida que los reguladores estudian cambios para promover empresas que crezcan de manera sostenible, los inversores y sus asesores deberían calcular cómo la nueva regulación afectará a sus opciones de inversión. Este es un ámbito en el que los inversores buscan cada vez más orientación.
El año pasado, la Comisión Europea publicó un plan de acción de diez puntos para financiar el crecimiento sostenible que complementaba la agenda climática y de desarrollo sostenible de la Unión Europea. El plan de acción tiene por objeto servir de hoja de ruta para abordar los compromisos del Acuerdo de París adquiridos por la UE, además de otros objetivos de sostenibilidad medioambientales y sociales. Se estima que serán necesarias inversiones adicionales por un valor superior a los 180.000 millones de euros para cumplir los objetivos climáticos y energéticos fijados en el Acuerdo de París.
La UE busca dirigir capital hacia la financiación sostenible; garantizar que los riesgos de sostenibilidad se integren en la toma de decisiones financieras; y hacer que la inversión sostenible sea más accesible y transparente.
La implantación del plan de acción se lleva a cabo con medidas legislativas y no legislativas. Se están impulsando cuatro medidas legislativas destinadas a facilitar el cumplimiento de los objetivos: aplicar una taxonomía estándar para las acciones medioambientalmente sostenibles; introducir requisitos para integrar los factores de sostenibilidad en el proceso de toma de decisiones y mejorar la información relacionada con la inversión sostenible y los riesgos para la sostenibilidad; crear nuevos índices que ayuden a mostrar el impacto carbónico de las inversiones; y exigir a los asesores y los gestores de activos que tengan en cuenta las preferencias de los inversores en cuanto a sostenibilidad (Directiva sobre Mercados de Instrumentos financieros, MiFID II; y Directiva sobre la Distribución de Seguros, IDD).
Consecuencias para los inversores
El principal cambio para los inversores institucionales tiene que ver con una definición más clara y una ampliación de las obligaciones fiduciarias en relación con las inversiones. Conforme al plan de acción, las políticas de diligencia debida y gestión del riesgo de sostenibilidad, así como los directivos que sean responsables de gestionar los riesgos de sostenibilidad, deberían considerarse parte de la obligación fiduciaria del propietario de los activos. Además, está previsto que pronto se exija una información específica de los productos que promuevan la sostenibilidad o tengan como objetivo la inversión sostenible.
La gestión del riesgo es otra parte importante del plan de acción de la Comisión Europea y respalda el objetivo de integrar las consideraciones de sostenibilidad en la gestión del riesgo. Las pensiones reguladas por fondos de pensiones de empleo (Directiva IORP II) y las compañías de seguros y gestores de activos regulados por Solvencia II deberían apostar por una mayor integración de los riesgos de sostenibilidad en sus marcos de gestión del riesgo financiero. El plan de acción también aboga por hacer mayor hincapié en los factores de sostenibilidad de importancia significativa incorporando evaluaciones prospectivas del riesgo de sostenibilidad.
Otras orientaciones de la Comisión Europea se refieren a las ventas institucionales y minoristas. A este respecto, propone que las preferencias de sostenibilidad de los inversores institucionales y minoristas deberían discutirse en las evaluaciones de idoneidad de los productos financieros. También aboga por documentar las preferencias de los clientes minoristas.
Tribuna de Steffen Hörter, responsable global de estrategia ASG de Allianz Global Investors y miembro del grupo de expertos técnicos sobre finanzas sostenibles de la Unión Europea.
Pixabay CC0 Public Domain. La subida del mercurio calienta a los precios del carbono
El mercado bajista de los futuros sobre carbono culminó en 2017. Entre julio de 2017 y julio de 2019, los precios de estos contratos han acumulado una subida del 375%. Además, durante los últimos dos años, el carbono ha sido la materia prima de mejor rentabilidad. Ha sido superior a la de los incrementos del paladio, el crudo y el oro, los cuales últimamente han acaparado todos los titulares.
Como un futuro sobre materia prima menos conocido, el carbono ha estado por fuera del radar de la mayoría de los inversores. A medida que aumenten las temperaturas globales, es probable que la Unión Europea, firmante del Acuerdo de París, redoble los esfuerzos para evitar el incremento de las emisiones de los gases del efecto invernadero.
Los precios del carbono se han recuperado de un suelo bajo. Desde que se lanzó el Sistema de Comercio de Emisiones de la Unión Europea (EU ETS) en 2005, ha sido difícil determinar la cantidad justa de licencias para la práctica de las actividades contaminantes. Un desplome en los precios del carbono de más de 30 euros por tonelada en 2008, a menos de cinco euros por tonelada en 2013, puso en marcha un mercado bajista que ha durado cerca de ocho años.
Si bien la Gran Crisis Financiera pudo haber iniciado el colapso, lo cierto es que la economía europea ya venía acumulando años de recuperación y los precios del carbono, años de languidez debido a un exceso de oferta de los derechos de emisión. Esto explica por qué la UE ha redoblado los esfuerzos para ajustar la disponibilidad de los permisos. En este sentido, el bloque ha estado reduciendo el suministro de licencias de emisión en un 1,74% anual desde que comenzó la fase 3 del programa en 2013. A medida que el ETS de la UE entre en la fase 4 del programa en 2021, los derechos de emisión se reducirán en un 2,2% hasta 2030.
A medida que ha avanzado la recuperación económica, la actividad contaminante ha ido en aumento. Tal como destacan los datos de BP, las emisiones de carbono aumentaron en la región entre 2013 y 2017. Es así que el progreso en la reducción de gases nocivos en la atmósfera, ha sido, en dicho período, decepcionante. Para garantizar la continua disminución de las emisiones, es vital que las reducciones sean más agresivas en la fase 4 de los permisos.
Tras la firma de la UE del Acuerdo de París –en donde se establece un compromiso a limitar los aumentos de las temperaturas globales a no más de 2 grados centígrados-, la UE está bajo presión para hacer más. En este sentido, la Comisión Europea (CE) es similar al Banco Central Europeo, ya que en lugar de gestionar la oferta monetaria para alcanzar un nivel de inflación determinado, es responsable de ajustar las emisiones de carbono bajo el ETS de la UE, para alcanzar el nivel apropiado de carbono y otras emisiones de modo tal de acotar los incrementos de temperatura. Sin embargo, vemos una clara diferencia entre ambas entidades: mientras que la CE no aflojará su política a corto plazo, ya que es probable que se fije un objetivo más agresivo aún, el BCE, en cambio, prosigue con su objetivo inflacionario fijado desde un principio. En un futuro predecible, contemplamos que se endurezcan las políticas en el EU ETS.
Con la CE bajo un nuevo liderazgo, el mercado está convencido de que la institución administrativa mantendrá estas políticas para continuar con su programa de ajuste de emisiones. Sin embargo, existen riesgos que no pueden ser ignorados, como por ejemplo:
El Brexit: el ETS de la UE depende actualmente de la participación del Reino Unido. ¿Qué sucede si el Reino Unido abandona el sistema de manera desordenada? ¿Se inundará el mercado de las licencias de las instituciones del Reino Unido?
El creciente populismo – al estilo de los Chalecos Amarillos-: ¿rechazará la base de la gestión climática es pos de obtener una energía menos costosa? ¿Continuarán los gobiernos descuidando a aquellos que se sienten excluidos de los últimos diez años de revalorización de los activos de mercado en general? De ser así: ¿seguirán siendo los objetivos climáticos el chivo expiatorio para el deterioro de los niveles de vida de los menos calificados y económicamente marginados?
Claramente hay factores que mitigan los riesgos precedentes, como por ejemplo:
El plan de contingencia del Brexit ya ha comenzado a trabajarse. El gobierno del Reino Unido afirma que está firmemente comprometido con sus acuerdos internacionales sobre el cambio climático y por lo tanto, es poco probable que salga de una manera que socave el sistema ETS de la UE.
Asimismo es probable que surja un “levantamiento verde”. En las recientes elecciones de la UE, los Verdes han obtenido la mayoría de votos en Berlín, Dublín y Bruselas. Algunos analistas políticos, predicen que los Verdes se convertirán en los “impulsores de las leyes” en el proceso de decisión. Es probable que esto mantenga a las políticas ambientales en la agenda.
Si bien los precios de los futuros sobre carbono siempre han estado sujetos a decisiones políticas -y esperamos que continúe siendo así como en el pasado-, creemos que la inercia política en este punto, es muy favorable para dichos precios, ya que la Unión Europea ha puesto su mirada en la obtención de mejores resultados ambientales.
Quentin Ecrepont / Pexels CC0. El sector de fondo de fondos domina en los CERPIs, mientras que en los CKDs los de bienes raíces
El valor de mercado de los 111 CKDs y 24 CERPIs en circulación terminó julio en 13,369 millones de dólares y se tienen llamadas de capital pendientes por 11.354 millones de dólares (mdd). El 80% de los recursos lo concentran los CKDS y el 20% los CERPIs.
Aunque el auge de los CERPIs tiene poco más de un año, a pesar de su juventud ya se puede observar una especialización y tendencia en cada uno de los instrumentos donde los CKDs se han inclinado por el sector de bienes raíces (29% de participación de mercado en monto comprometido), mientras que los CERPIs por el sector de fondo de fondos (57%). Curiosamente en los CKDs el sector de fondo de fondos la oferta es baja (5%), mientras que en los CERPIs la oferta de alternativas en bienes raíces también es baja (4%).
Se podría decir que el inversionista institucional mexicano hasta el momento ha preferido invertir en bienes raíces en México a través de los CKDs que invertir internacionalmente en bienes raíces vía CERPIs; mientras que le llama más la atención las inversiones internacionales en fondo de fondos que en México. Es importante mencionar que los CKDs son inversiones de capital privado que se realizan exclusivamente en México, mientras que las inversiones de los CERPIs 90% se realizan internacionalmente y solo 10% en México.
En el sector de capital privado también se da una especialización ya que mientras en los CERPIs representa un 26% de participación de mercado en monto comprometido, siendo el segundo sector más importante; en el mercado de CKDs alcanza un 15%, siendo el tercer sector más importante.
En cuanto a los recursos comprometidos por sector en los CKDs, se puede ver una participación de mercado menos concentrada como sucede en los CERPIs. En los CKDs 4 sectores representan el 80% (bienes raíces 29%, infraestructura 21%, capital privado y energía 15%), mientras que en el caso de los CERPIs solo dos sectores (fondo de fondos 57% y capital privado 26%) tienen 83%.
En los 10 años que llevan los CKDs se puede ver como hay años en los que la oferta se sesga hacia un sector en particular. Para el sector de bienes raíces en 2018 se logró la mayor colocación de recursos al comprometer 1.823 (31%) de los 5.911 millones de dólares que vale el sector. Para el sector de infraestructura, se alcanzaron compromisos por 1,222 en 2015 (27%) de los 4.469 mdd que vale el mercado. Para energía fue el 2014 (28% de los recursos comprometidos del sector) y para crédito fue el 2015 (34%).
Entre enero y julio de 2019 se han visto un total de 4 nuevos CKDs y 5 nuevos CERPIs que suman compromisos totales por 1.707 mdd de los cuales 79% de los recursos han sido para CERPIs dominando la captación para fondo de fondos. En cuanto a los CKDs prevalece la preferencia por el sector de bienes raíces e infraestructura.