El proceso de selección de estrategias en activos alternativos difiere entre las distintas firmas. Todas tienen sus filias y sus fobias a la hora de elegir el mejor producto para las carteras de sus clientes fundamentadas en su propia experiencia y formación continua. Desde poner el foco en la transparencia y el historial de los gestores y el fondo, hasta evitar personalismos en los equipos de gestión. Todo, en aras de dar a las carteras una mayor diversificación y retornos adicionales con respecto a los activos tradicionales.
Dice el refrán que cada maestrillo tiene su librillo. Y, en gestión de activos alternativos, cada profesional también echa mano de particularidades personales a la hora de elegir las inversiones en mercados privados que considera más adecuadas para maximizar el rendimiento de las carteras de sus clientes. Hay que tener en cuenta que los fondos alternativos ofrecen aportaciones diferenciales a las carteras, como son la diversificación y la descorrelación respecto a los activos tradicionales como la renta fija o variable, además de ayudar a construir carteras más eficientes.
En ese proceso, no todos los profesionales de la inversión siguen los mismos pasos ni tienen en cuenta los mismos factores a la hora de elegir o descartar los vehículos que conformarán la cartera de sus clientes. Funds Society ha consultado con cuatro firmas de inversión para determinar si existe una rutina o guía de buenas prácticas para una selección exitosa de gestores de alternativos para armar carteras auténticamente diversificadas.
Atl Capital
Antonio Pérez-Labarta, socio director de Mercados Privados de Atl Capital, explica que cuando él y su equipo analizan un fondo de inversión alternativa, lo hacen siempre con un objetivo claro en mente: encontrar aquellos vehículos que encajen con el perfil del inversor.
Para conseguirlo, siguen un proceso que combina tanto criterios cuantitativos como cualitativos. “Nos fijamos en la gestora: su trayectoria, la evolución de sus fondos en cuanto a rentabilidad y tamaño, así como su capacidad de adaptación a lo largo del tiempo”.
También es “clave” el equipo gestor, es decir, conocer quiénes lo integran, qué experiencia tienen y “cómo han contribuido al rendimiento del fondo durante distintos ciclos de mercado”.
Otro punto central para Pérez-Labarta es la estrategia de generación de valor. En este sentido, analizan cómo compran, gestionan e implementan mejoras en los activos y el proceso de gestión de las salidas.
“También nos fijamos en la alineación de intereses: ¿coinvierten los gestores en el fondo? ¿Cómo están estructuradas las comisiones y los incentivos?” Adicionalmente, sopesan la estructura operativa y administrativa de la gestora a la hora de seleccionar un fondo, “un aspecto a menudo no tan valorado, pero fundamental para garantizar un seguimiento eficiente de las inversiones”.
Miralta AM
Claudia Casco, gestora de Carteras de Miralta AM, tiene objetivos similares a Pérez-Labarta a la hora de seleccionar una inversión en alternativos para sus clientes, puesto que persigue que el fondo suponga “una fuente de retorno diferenciada” y que esté “justificado su papel dentro del asset allocation”. Asimismo, busca estrategias que “tengan sentido” en términos de diversificación estructural, con un comportamiento no lineal respecto a los mercados tradicionales y que ofrezcan rentabilidades ajustadas al riesgo sostenibles en el tiempo.
En su caso, la transparencia es vital a la hora de decantarse por un determinado fondo. Casco explica que para ella es muy importante la transparencia en el proceso de inversión del fondo, pero también la claridad en la construcción de la cartera de este y un marco sólido de gestión del riesgo. También debe haber claridad en la propuesta de valor y que sea “replicable”, es decir, que no esté fundamentada en “intuiciones o decisiones discrecionales sin un modelo robusto detrás”. En definitiva, busca una estrategia con “una lógica económica definida y que esté diseñada para cumplir una función específica dentro del conjunto de la cartera”.
Su rutina a la hora de seleccionar el fondo es sencilla. Cuando su visión de mercado justifica la incorporación de una estrategia alternativa es entonces cuando activa el proceso de selección. “No empiezo buscando fondos, sino definiendo qué necesito: una fuente de descorrelación, una herramienta defensiva en entornos volátiles, exposición a activos ilíquidos con primas de retorno, o simplemente una forma de diversificar más allá de los activos tradicionales”, explica la experta. A continuación, comienza a evaluar qué tipo de enfoque responde mejor a esa necesidad.
“El primer filtro es la definición clara de la estrategia, que tiene que estar bien estructurada, con una lógica de inversión coherente y un objetivo alineado con la función que quiero cubrir”, prosigue. Le interesa, fundamentalmente, “cómo genera retorno, cómo se comporta en distintos entornos y qué aporta frente a otras exposiciones ya presentes en la cartera”.
A partir de ahí, analiza la ejecución del fondo, poniendo el foco en la consistencia, la calidad del proceso y la integración del control de riesgos. “No busco complejidad innecesaria ni fórmulas opacas”, insiste y añade que da prioridad a estrategias bien diseñadas y bien gestionadas “con un posicionamiento claro, un proceso replicable y una utilidad definida”.
Abante Asesores
Por su parte, Alejandra Pérez, asociada del equipo de alternativos de Abante, reconoce que los criterios que sigue su equipo a la hora de elegir un fondo de inversión en mercados privados son tanto cuantitativos como cualitativos.
“En primer lugar, evaluamos al equipo gestor —su experiencia, especialización, alineación con el fondo, los inversores, etcétera—”.
Posteriormente, se centran en la estrategia de inversión, es decir, en entender cuáles son las ventajas competitivas, la diversificación, la capacidad de originación y la desinversión de las compañías.
En tercer lugar, se dedican a analizar los retornos pasados del fondo, teniendo en cuenta la consistencia en distintos ciclos del mercado o la gestión de la cartera en mercados más difíciles, por citar algunos ejemplos.
También son objeto de análisis por parte de Pérez el tamaño y posicionamiento del fondo, en definitiva, conocer qué partícipes institucionales hay detrás, cuánto capital compromete el equipo gestor, el tamaño objetivo del fondo…
Por último, evalúa cómo encaja ese fondo alternativo dentro de la cartera del cliente, “buscando siempre ese equilibrio entre distintos tipos de activos, geografías, sectores y añadas, además de analizar también la estructura del vehículo, comisiones, duración y demás”.
En resumen, se trata de toda una investigación para encontrar fondos de activos alternativos que combinen un equipo gestor sólido y alineado, una estrategia clara y diferenciada, y un track record consistente de rentabilidad ajustada al riesgo.
“También le damos mucha importancia a la diversificación que aporta a las carteras y a la transparencia de información durante la vida del fondo”, argumenta Pérez.
Diaphanum
José Cloquell, director de Inversiones Ilíquidas de Diaphanum, explica que su enfoque es el de la institucionalización del capital privado.
En este punto, Cloquell señala que en cada fondo buscan exposición “pura” a cada una de las clases de activos alternativos que contemplan —private equity, deuda privada, infraestructuras e inmobiliario— y las 11 subclases de activos en las que las dividen.
Y tratan de hacerlo desde un enfoque institucional en el que, apoyados en la tecnología, “nuestros inversores puedan participar en las inversiones en las que aterrizamos nuestro asesoramiento y gestión discrecional de programas de inversión en activos alternativos”.
Su trabajo busca, fundamentalmente, “equipos y casas especializadas en una determinada clase de activo alternativo, con capacidades demostradas a la hora de invertir, generar valor y desinvertir”.
Los factores que aplica a la hora de seleccionar las inversiones alternativas para sus clientes son múltiples e incluyen tanto aspectos cualitativos como cuantitativos. “Un track record consistente y con factores claramente identificados que expliquen la generación de valor en las inversiones, así como un equipo comprometido, cohesionado y estable en el tiempo, son importantes a la hora de decidir”, justifica el experto.
Motivos para descartar una inversión
Si bien los profesionales de la inversión alternativa siguen unas pautas muy marcadas para elegir una determinada inversión para sus clientes, también siguen criterios escrupulosos a la hora de descartar ciertas inversiones.
Así, Cloquell considera motivos para no incluir un determinado fondo en la cartera de un cliente situaciones como una alta dispersión en las rentabilidades entre las diferentes inversiones y/o fondos anteriores, así como una alta rotación de equipos, o un bajo compromiso de inversión del equipo en el fondo. Tampoco considera adecuado que un grupo reducido de miembros sean la única imagen o voz del equipo. “Son factores difíciles de salvar”, apostilla.
Casco, en Miralta AM, descarta una estrategia “cuando no aporta valor diferencial respecto a los activos tradicionales o no encaja con la función de cubrir la cartera”. Tampoco se fija en una estrategia en el caso de que no introduzca “un comportamiento complementario” o que no contribuya a mejorar el perfil de riesgo-retorno global. También evita estrategias que no estén claramente definidas, con procesos poco estructurados o excesivamente dependientes de decisiones discrecionales “sin una lógica clara detrás”. Esto se debe a que la experta necesita “poder entender cómo se genera el retorno y bajo qué condiciones funciona la estrategia”, ya que “la trazabilidad es fundamental”.
Asimismo, Casco admite que es “especialmente cauta” con aquellas propuestas que asumen riesgos difíciles de justificar, como, por ejemplo, por concentración, apalancamiento o exposición a activos opacos sin una gestión del riesgo bien integrada.
No le preocupa, sin embargo, que la rotación dentro de la cartera sea alta si forma parte del diseño. Eso sí, este factor le genera dudas en el caso de que haya cambios “frecuentes e injustificados en la filosofía, el enfoque o el marco operativo del fondo”.
En definitiva, Casco descarta cualquier estrategia que “no esté bien diseñada, que no esté claramente alineada con un objetivo dentro de la cartera o que no demuestre consistencia en su ejecución”.
En Atl Capital, Pérez-Labarta admite que desecha una inversión cuando su equipo no es capaz de entender la estrategia o el proceso de inversión. Tampoco si la estructura del fondo es inadecuada o puede suponer un problema operativo o de gobernanza.
Rechazan de plano una estrategia de una gestora que no ofrezca un nivel suficiente de transparencia, “ya sea informativa u operativa”. Tampoco entra en su radar un fondo que no se ajuste al perfil de riesgo o a la estrategia que buscan en ese momento. “No se trata de que el fondo sea ‘malo’, simplemente puede no ser adecuado para nuestras necesidades actuales”, justifica.
Tampoco se fija en vehículos sobre los que planean dudas reputacionales sobre el equipo gestor o si se trata de un primer fondo para la gestora: “No solo importa el nivel de selección de gestores, que pueden tener una amplia experiencia previa, sino que también puede representar un problema a nivel operativo”, explica Pérez-Labarta. El tamaño del fondo también puede ser un problema para el experto, “ya sea por exceso de tamaño y falta de visibilidad para acometer los desembolsos necesarios, o por pequeño, ya sea por diversificación o por exceso de costes”.
El experto admite que a veces descartan un fondo no porque no sea bueno, sino porque simplemente no es el momento adecuado para incorporarlo a la cartera. Aquí aclara que la calidad de un fondo no garantiza que encaje en cualquier circunstancia: puede no ajustarse a la estrategia actual, al perfil de riesgo o al horizonte temporal.
Los activos favoritos
Todo este proceso va destinado a encontrar el mejor traje a medida para el cliente en mercados privados. Y también incluye seleccionar y descartar los segmentos en los que buscar oportunidades.
Por ejemplo, Pérez-Labarta admite que focaliza la búsqueda de activos interesantes en tres áreas: private equity, infraestructuras y deuda privada, “ya que cada una de ellas aporta un valor diferencial dentro de la cartera”. De private equity, el experto valora su potencial de rentabilidad superior a largo plazo. “Dentro de esta categoría existen múltiples subestrategias con distintos perfiles de riesgo-retorno”, explica, para adelantar que actualmente están centrados en buyouts primarios y secundarios, donde, dada la coyuntura actual, ven mayor visibilidad y oportunidades de acceso en buenas condiciones.
En infraestructuras, el experto valora su aporte de estabilidad, flujos de caja previsibles y protección frente a la inflación. “Son inversiones que tienden a comportarse bien incluso en entornos económicos adversos, y resultan fundamentales en carteras que buscan equilibrio y resiliencia”, explica. Finalmente, su predilección por la deuda privada responde a que este segmento supone una gran oportunidad en el entorno actual de tipos de interés. “Ofrece diferenciales atractivos y cumple una función muy complementaria para la construcción de una cartera bien construida”, argumenta, para concluir que cada una de estas estrategias “contribuye a mejorar la eficiencia global de la cartera, tanto desde el punto de vista de la diversificación como del equilibrio riesgo-retorno”.
Debido al tipo de servicio que presta Miralta AM, la firma no puede trabajar con estrategias ilíquidas ni con vehículos cerrados. Por tanto, Casco se centra en estrategias alternativas líquidas con valor liquidativo diario, “que puedan incorporarse de forma operativa en las carteras sin comprometer su flexibilidad”.
Dentro de ese universo, considera interesantes las estrategias long/short y market neutral, ya que permiten generar rentabilidad con baja correlación frente a los activos tradicionales y contribuyen a estabilizar el comportamiento global de la cartera, según la experta.
Como complemento, también analiza fondos con exposición a infraestructuras y REITs a través de compañías cotizadas, que permiten acceder a dinámicas vinculadas a tendencias de inversión como la transición energética, la urbanización o la demanda de servicios esenciales, sin necesidad de invertir directamente en activos reales. “Estas estrategias cumplen funciones específicas dentro de la asignación —ya sea reducir volatilidad, diversificar fuentes de retorno o introducir sensibilidad a otros ciclos— y, sobre todo, son compatibles con las condiciones operativas del servicio que prestamos”, argumenta.
Mientras, Alejandra Pérez, desde Abante, se está centrando principalmente en buyouts, coinversiones y secundarios, “que ofrecen un retorno ajustado al riesgo muy interesante y vemos muchas oportunidades en el mercado”. En la parte más defensiva, se inclina por las infraestructuras.
La estrategia de Cloquell en Diaphanum da preferencia al segmento del lower mid market, “pues creemos que es donde históricamente se generan los mayores retornos ajustados por riesgo”. El experto justifica esta elección porque, frente a segmentos de inversión de compañías o activos de mayor tamaño, que emplean mayores cantidades de apalancamiento como palanca de generación de rentabilidad, “en este segmento de compañías o activos de menor tamaño la rentabilidad descansa principalmente en la intervención en las inversiones e influencia en la estrategia de compañías y activos”.
Este artículo fue publicado originalmente en el Especial de Alternativos.