Yielco Investments AG, la gestora alemana especializada en mercados privados con 11.300 millones de euros bajo gestión y oficina en Madrid desde 2023, ha registrado en España un fondo de coinversiones de private equity, con un tamaño objetivo de entre 40 y 50 millones de euros. La firma con sede central en Munich continúa reforzando su presencia en el mercado nacional a través de YIELCO Defensive Investments II FCR, ya inscrito en la CNMV. El nuevo vehículo sigue una estrategia de value private equity, centrada en operaciones con un mayor grado de complejidad, como carve-outs o reestructuraciones, y caracterizadas por múltiplos de entrada y niveles de apalancamiento bajos.
Peter Laib, socio fundador de Yielco Investments y presidente del Consejo de Supervisión, subraya: “El lanzamiento de YIELCO Defensive Investments II FCR representa un nuevo hito desde la apertura de nuestra oficina en Madrid en abril de 2023. Este vehículo forma parte de nuestra estrategia de coinversiones en private equity, que cuenta con este fondo en España y otro en Luxemburgo para inversores europeos. España es un mercado clave dentro de nuestra estrategia de crecimiento e internacionalización. En cuanto a nuestras cifras, hemos más que duplicado nuestros activos bajo gestión y plantilla en los últimos cinco años: en 2020 contábamos con 20 empleados y 4.500 millones de euros gestionados; actualmente superamos los 50 empleados y gestionamos 11.300 millones de euros”.
Por su parte, María Sanz, socia y codirectora del área de Private Equity, destaca: “La fuerte demanda y los buenos resultados respaldan nuestra estrategia diferenciada de private equity basada en el value investing. En un entorno de mercado complejo, los inversores valoran cada vez más las estrategias enfocadas en la creación de valor a través de mejoras operativas y estructuras financieras conservadoras. Con este nuevo fondo reforzamos nuestra presencia en España y seguimos ampliando nuestra base de inversores locales”.
Más allá del private equity, la firma observa un creciente interés por parte de los inversores españoles en el sector de infraestructuras, así como un aumento de las oportunidades de coinversión. En este ámbito, la firma ha lanzado un fondo de infraestructuras de 200 millones de euros, cuyo primer cierre también se ha realizado en España el pasado mes de abril.
Uwe Fleischhauer, socio y codirector del área de Infraestructuras, señala: “En un entorno macroeconómico y geopolítico volátil, los inversores institucionales españoles siguen considerando las infraestructuras como una opción sólida y atractiva para sus carteras. Por ello, proponemos invertir de forma diversificada en este sector, que ofrece una importante protección frente a riesgos como la inflación, las crisis económicas o la volatilidad de los mercados”.
Compartir es la clave de las finanzas en pareja. O esto piensa la gran mayoría (81%) de los españoles, según desvela un estudio de bunq, el segundo mayor neobanco de Europa. El sondeo recoge las respuestas de 4.000 personas en España, Reino Unido, Países Bajos y Francia para comprender cómo organizan su economía en pareja. Así, 8 de cada 10 españoles apuestan por compartir su dinero, desde los gastos básicos hasta gestionarlo todo desde una única cuenta conjunta. Este porcentaje es el más elevado de los países encuestados (Francia, con un 75%; Países Bajos, 74%, y Reino Unido, 71%).
Juntos, pero no revueltos: el modelo híbrido es el favorito para el 42%
Los españoles elegimos principalmente un modelo híbrido (42%), en el que caben costes compartidos pero, al mismo tiempo, cada uno mantiene una cuenta separada para sus gastos personales. Por otro lado, 3 de cada 10 apuestan por las finanzas íntegramente compartidas y un minoritario 22% prefiere mantener su dinero completamente al margen de su pareja.
¿Cuándo empieza la aventura de las finanzas en pareja? Cuatro de cada 10 piensa que el mejor momento para empezar a hablar de dinero es al iniciar la convivencia, mientras que un 30% cree que es después de unos meses de relación. Curiosamente, hay un 7% que considera que no hace falta esperar tanto y que esta cuestión se puede abordar ya desde la primera cita.
En cualquier caso, para gestionar el dinero en común, la comunicación es insuficiente: sólo un 1,33% se organiza con su pareja simplemente hablando del tema. La mayoría de los españoles cuenta con herramientas alternativas, como las apps para presupuestar. Las hojas de cálculo son la segunda opción (31%), aunque en otros países encuestados, Francia y Reino Unido, son la alternativa favorita.
La cuenta conjunta completa el podio, elegida por 1 de cada 4 entrevistados. Lo que más valoran los españoles de esta alternativa es la transparencia (elegida por un 55%) y se usa principalmente para pagar gastos comunes (40%), invertir en el futuro (26%) y planificar vacaciones (18%).
El 60% discute con su pareja por dinero
Hasta seis de cada 10 españoles admite discutir con su pareja por dinero, por encima de la media europea (56%). Las principales causas de estos enfrentamientos son los ahorros (44%), las diferencias entre ingresos (30%) y las contribuciones económicas desiguales a la pareja (12%). Por otro lado, un 38% asegura haber ocultado en alguna ocasión un desembolso o compra a su pareja. Este porcentaje está por debajo de Francia (44%), pero por encima de Reino Unido (35%), y de Países Bajos (23%).
“Cada pareja es un mundo, y no hay una única forma de administrar el dinero en una relación. Las parejas de hoy quieren compartir y también separar, pero, sobre todo, quieren mucha flexibilidad, según lo que mejor se adapte a su relación” dice Bianca Zwart, Chief Strategy Officer de bunq.
BNY Investments ha anunciado el lanzamiento del BNY Adaptive Risk Overlay Fund, disponible para inversores europeos. Según explican, el fondo está gestionado por BNY Investments Newton (Newton), firma especializada en multiactivos y renta variable, y filial de BNY Investments. «El vheículo está concebido como una cobertura diversificadora, complementaria a las posiciones principales de la cartera del inversor», señalan desde la gestora.
El fondo busca generar rentabilidad positiva durante periodos de elevada volatilidad en los mercados bursátiles globales, ofreciendo una solución de cobertura frente a riesgos extremos (tail-risk) a través de un vehículo colectivo, una propuesta innovadora dentro del marco UCITS. Estará gestionado por Lars Middleton, quien aprovechará la amplia de Newton experiencia en estrategias multiactivo y en el desarrollo de la gestión de soluciones de cobertura tanto tácticas como sistemáticas, adquirida a lo largo de más de tres décadas.
Este lanzamiento se suma a la colaboración de Newton con Bank of America en la creación del Newton Adaptive Risk Overlay Index, un índice personalizado y susceptible de inversión directa. “Cada vez detectamos una mayor demanda de soluciones líquidas de cobertura frente a riesgos extremos, que permitan gestionar mejor el riesgo de cartera en momentos de mayor incertidumbre. Con este fondo, los clientes tendrán acceso a liquidez diaria y podrán beneficiarse del historial de más de dos décadas de Newton en la gestión de fondos de rentabilidad absoluta durante periodos de alta volatilidad en los mercados», señala Gerald Rehn, director de Distribución para EMEA en BNY Investments.
El fondo forma parte de la gama BNY Mellon Global Funds (MGF), dirigida a inversores institucionales e intermediarios asesorados en Europa, y está registrado para su comercialización en varios países europeos, incluidos Dinamarca, Francia, Alemania, Italia, España, Suecia y Países Bajos
La renta variable estadounidense nos dejó otro comportamiento estelar en junio. El S&P 500 y el Nasdaq avanzaron un 5,0% y un 6,6%, respectivamente, y se anotaron nuevos máximos históricos. Se trata de un vuelco impresionante desde el mes de abril, cuando la renta variable se acercaba a territorio de mercado bajista. Sin embargo, los inversores deben ser conscientes de que nos encontramos en un periodo de incertidumbre estructural elevada, algo que la prima de riesgo de la renta variable parece no estar descontando plenamente.
En primer lugar, la amenaza de los aranceles persiste. Una mayor incertidumbre en la política comercial podría crear estanflación durante el resto del año, lo que impactaría en los precios, los costes y las cadenas de suministro y tendría efectos variables por región, sector y empresa.
Otra novedad importante es la aprobación de la ley de presupuestos en EE.UU., que consagra nuevos recortes de impuestos y paquetes de gasto público. Con este gasto público la economía recibe un impulso adicional, pero también se incrementa el riesgo a largo plazo, ya que la deuda sigue aumentando y dejará unos déficits presupuestarios persistentemente elevados en el periodo 2026-2029.
Las estadísticas económicas han sido dispares. Se ha observado un adelanto del consumo para esquivar los aranceles, lo que ha enturbiado los datos. Las recientes cifras de empleo correspondientes al mes de junio fueron buenas, pero la confianza de los consumidores sigue siendo endeble. Estas inciertas perspectivas económicas no parecen estar recogidas en los índices bursátiles.
Las acciones estadounidenses cotizan actualmente a alrededor de 23 veces los beneficios anuales. Son múltiplos elevados y los resultados del primer trimestre ciertamente cumplieron las expectativas, pero el mercado ha ido recortando discretamente las previsiones de beneficios. Para que las bolsas sigan escalando desde los niveles actuales, necesitaríamos un giro en la trayectoria de las expectativas de beneficios y eso requeriría, a su vez, unas condiciones económicas favorables, es decir, un escenario ideal en el que el impulso de las políticas públicas no da lugar a presiones importantes en la inflación, lo que permite a la Fed retomar el ciclo de recortes de los tipos de interés. Aunque no se puede descartar este resultado, cuesta creer que se pueda materializar.
Otra posible evolución es que el sector tecnológico, sostenido por la demanda de la IA, provoque una aceleración limitada de las revisiones al alza de los beneficios. Nuestro equipo para el sector tecnológico regresó recientemente de una gira de reuniones con executivos de Silicon Valley; aunque es evidente que el discurso en torno a la IA sigue siendo alcista, existen dudas sobre si la demanda es cíclica o estructural y si eso está recogido adecuadamente en las tasas de crecimiento que llevan implícitas las valoraciones.
A escala mundial, me quedaría con Europa y los mercados emergentes. En estas regiones existen mercados que han generado mejores rentabilidades que EE.UU. y presentan fundamentales sólidos y flujos de efectivo que podrían sostener el crecimiento de los beneficios, mientras que las valoraciones siguen siendo atractivas: alrededor de 15 veces y 13 veces los beneficios en Europa y en los mercados emergentes, respectivamente. Este año nos está recordando que las acciones estadounidenses no van a ser dominantes en todos los entornos y que la diversificación geográfica da fruto.
Artículo escrito por Niamh Brodie-Machura, CIO del área de Renta Variable en Fidelity International.
La inversión en activos relacionados con la transición energética se ha acelerado significativamente desde 2020, al pasar de unos 1,2 billones de dólares a más de 2 billones en 2024. Pero se calcula que se necesitan invertir casi tres veces más cada año en la segunda mitad de esta década para cumplir los objetivos del Acuerdo de París, según los datos de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) recogidas en el estudio «Energy transition investment outlook: 2025 and beyond» de KPMG. «Aunque seguramente tardaremos más de lo que nos gustaría en alcanzar esos niveles, sigue habiendo razones para esperar una rápida expansión de la inversión en transición energética en los próximos años», recoge el informe.
Los inversores desempeñan un papel crucial en la transición energética, ya que pueden identificar y aprovechar las oportunidades para impulsar el progreso. Las inversiones estratégicas en descarbonización, eficiencia, energías renovables e infraestructuras son esenciales para afrontar los retos que plantea el calentamiento global, admite el análisis de KPMG.
Los inversores financieros y operativos siguen estrategias diferentes a la hora de invertir en activos de transición energética. Los primeros utilizan una amplia gama de estrategias, siendo las más populares las asociaciones público-privadas (APPs), el capital riesgo y los fondos de infraestructuras.
Los inversores operativos suelen recurrir a asociaciones con inversores financieros, pero también son populares los acuerdos de compra de energía, los bonos verdes, los préstamos vinculados a la sostenibilidad y las APPs.
También existe una importante diferencia estratégica dentro del grupo de inversores financieros: los fondos de pensiones -y otros fondos con responsabilidades similares- suelen ser inversores a más largo plazo. Esto es así a pesar de que los fondos de pensiones pueden invertir, y de hecho invierten, en capital riesgo, fondos de infraestructuras y otros fondos especializados.
Aunque esto les da acceso a activos potencialmente de mayor crecimiento, suele hacerse con asignaciones limitadas de carteras ampliamente diversificadas, con controles de riesgo diseñados para equilibrar la seguridad y el crecimiento a largo plazo, refleja el informe.
Los inversores buscan socios con los que compartir riesgos, ganar influencia y acceder a las capacidades: la transición energética -y la nueva industria relacionada que está surgiendo- va más allá de los sectores energéticos tradicionales, como el petróleo, el gas y la generación de electricidad, para abarcar una amplia gama de industrias. «Este cambio no sólo afecta a la producción de energía, sino también a su consumo y a las infraestructuras y tecnologías que lo sustentan».
En este contexto, «los fondos de capital riesgo tienen periodos de tenencia más cortos, mientras que los fondos de pensiones se centran más en la creación de valor a largo plazo. Una perspectiva a largo plazo es importante en el contexto de las inversiones en transición energética, donde los beneficios pueden tardar años en materializarse», asegura Geri McMahon, responsable de ESG Global para la Gestión de Activos de KPMG International.
Esto está dando lugar a muchas relaciones y proyectos nuevos que unen a organizaciones que nunca antes habían tenido motivos para colaborar. En la encuesta realizada por KPMG y recogida en el estudio -a 1.400 altos ejecutivos de 36 países y 11 sectores que trabajan en organizaciones que están invirtiendo activamente en la transición energética-, las empresas energéticas se consideran los socios más importantes para la mayoría de los inversores (de todo tipo), seguidas de consultores, organizaciones financieras y proveedores de tecnología.
¿Qué quieren los inversores de sus socios? Casi todos los participantes en nuestra encuesta -el 94% de media- dan prioridad a encontrar socios que les ayuden en tres cosas: a compartir el riesgo de las inversiones en transición energética, a aportar las competencias o la experiencia adecuadas y a aportar las relaciones o la influencia necesarias para el éxito de la inversión.
«La transición energética es un tema de inversión horizontal, no sólo vertical: no se limita a los sectores de la energía y los recursos naturales», afirma Grant Hill, director general de Fusiones y Adquisiciones, Clima y Descarbonización de KPMG Reino Unido, que observa que los fondos de private equity, por ejemplo, «buscan ahora en múltiples verticales tradicionales la forma de hacer funcionar este sistema de transición energética, incluidos los sectores industrial, de servicios empresariales, de consultoría y tecnológico, además de los sectores clásicos de la red eléctrica y la generación de energía».
El experto también ha notado cambios en la cadena de suministro de los sectores eólico y solar, que ha estado históricamente muy fragmentada, a menudo formada por pequeñas empresas específicas de cada país, pero ahora «vemos inversores interesados en consolidar y hacer crecer estas empresas para crear cadenas de suministro internacionales más eficientes».
Según los últimos datos publicados por ETFGI, los activos en ETFs en todo el mundo alcanzaron un nuevo récord al situarse en los 16,99 billones de dólares al cierre del primer semestre de 2025, superando el máximo anterior de 16,27 billones logrado en mayo de 2025. Esto supone que los activos crecieron un 14,5% en lo que va del año, subiendo desde los 14,85 billones de dólares a finales de 2024.
De hecho, las cifras muestran que, durante el mes de junio, la industria registró entradas netas de 158.780 millones de dólares, lo que llevó las entradas netas acumuladas en lo que va del año a un récord de 897.650 millones. Según el informe mensual de ETFGI, estas cifras demuestran el momento consiste que vive esta industria, ya que junio de 2025 marca el 73º mes consecutivo de entradas netas en los ETFs a nivel global.
“El S&P 500 subió un 5,09% en junio, llevando su ganancia en el primer semestre de 2025 a un 6,20%. Los mercados desarrollados (excluido EE. UU.) aumentaron un 3,24% en junio y subieron un fuerte 20,29% en lo que va del año. Principales ganadores en junio: Corea: 16,12% e Israel: 11,60%. Los mercados emergentes ganaron un 4,80% en junio, con un aumento acumulado en lo que va del año del 11,41%. Principales ganadores en junio: Taiwán: 8,53% y Turquía: 8,49%”, apunta Deborah Fuhr, socia gerente, fundadora y propietaria de ETFGI, sobre cómo evolucionó el mercado.
El movimiento de los flujos
Durante junio, los ETFs de renta variable recibieron entradas netas de 58.680 millones de dólares, lo que lleva las entradas netas acumuladas en lo que va del año a 388.380 millones, cifra inferior a los 408.030 millones de dólares en entradas netas acumuladas en lo que va de 2024.
En el caso de los ETFs de renta fija, estos vehículos reportaron entradas netas de 39.600 millones de dólares durante junio, lo que lleva las entradas netas acumuladas en lo que va del año a 180.710 millones de dólares, cifra superior a los 140.530 millones en entradas netas acumuladas en 2024.
También destaca que los ETFs de materias primas reportaron entradas netas de 10.690 millones de dólares durante junio, llevando las entradas netas acumuladas en lo que va del año a 41.850 mil millones de dólares, mucho más altas que los 5.960 millones de dólares en salidas netas acumuladas en lo que va del año en 2024. Por último, los ETFs activos atrajeron entradas netas de 46.770 millones de dólares durante el mes, reuniendo entradas netas para el año de 267.020 millones de dólares, mucho más que los 153,46 mil millones de dólares en entradas netas acumuladas en 2024.
“Un porcentaje sustancial de las entradas se puede atribuir a los 20 ETFs principales por activos netos nuevos, que en conjunto reunieron 62.440 millones de dólares durante junio. El iShares Core S\&P 500 ETF (IVV US) reunió 13.810 millones de dólares, la mayor entrada neta individual”, destacan desde ETFGI.
Lanzamientos y cierre
Otro dato que ha llamado la atención de los expertos de ETFGI durante este primer semestres es el número de productos lanzados, en total se han puesto en el mercado 1.308 nuevos ETFs a nivel mundial. «Tras contabilizar 266 cierres, esto representa un aumento neto de 1.042 ETFs, superando el récord anterior de 878 nuevas cotizaciones alcanzado a esta misma altura en 2024», destacan.
Además, el mercado global de ETFs mostró una distribución regional diversa en cuanto al lanzamiento de nuevos productos: Estados Unidos lideró con 481 nuevos ETFs seguido por la región de Asia-Pacífico (excluyendo Japón) con 399, y Europa con 198 En cuanto a los cierres, Asia-Pacífico (excluyendo Japón) registró el mayor número con 115, mientras que Estados Unidos*y Europa tuvieron 82 y 26 cierres, respectivamente.
Un total de 326 proveedores participaron en las nuevas emisiones, que se distribuyeron en 36 bolsas de todo el mundo. Por otro lado, 98 proveedores fueron responsables de los 266 cierres, que se produjeron en 24 bolsas. Los ETFs lanzados recientemente abarcaron diversas clases de activos, incluyendo 654 ETFs activos, 425 ETFs de renta variable y 80 ETFs de renta fija, lo que refleja la continua diversificación e innovación dentro de la industria.
Foto cedidaJohn Butler y Eoin O'Callaghan, Macro Strategists de Wellington Management.
En opinión de John Butler y Eoin O’Callaghan, Macro Strategists de Wellington Management, el aumento del proteccionismo en Estados Unidos está intensificando muchos de los rasgos que definen la nueva era económica, al acelerar el proceso de desglobalización, agravar la disyuntiva entre crecimiento e inflación y elevar las primas de riesgo y los rendimientos en todo el mundo. “Es de esperar que, con el tiempo, la agenda del America First provoque una reasignación estructural que aleje los flujos de capital internacionales del país que la promueve”, afirman.
Según su análisis, la respuesta de los responsables políticos a esta nueva situación está incrementando la presión estructural sobre la inflación. Es cierto que el año comenzó con una coyuntura macroeconómica muy favorable, y desde entonces, la reacción política al impacto de los aranceles se ha materializado en forma de estímulos adicionales.
“Si se estabilizara la incertidumbre comercial, desaparecería un riesgo de cola negativo y daría paso a una importante reaceleración de la inflación mundial. Esto favorecería el crecimiento nominal a corto plazo, pero podría dejar desfasadas las políticas monetarias excesivamente laxas de los bancos centrales. Tal escenario reforzaría una inflación ya de por sí estructuralmente más elevada y, en última instancia, aumentaría la probabilidad de que se produjera un ciclo de expansión rápido seguido de una contracción”, apuntan.
En cambio, consideran que si la incertidumbre actual motivara un aumento sostenido del ahorro de los consumidores, aumentaría el riesgo a una recesión global y un mayor escrutinio sobre la sostenibilidad de la deuda soberana.
La respuesta política
Para Butler y O’Callaghan, la respuesta de los responsables políticos a esta nueva situación está incrementando la presión estructural sobre la inflación. “En primer lugar, los gobiernos están relajando su política fiscal. Quizá la cuestión macroeconómica más relevante de los últimos cinco años haya sido la reticencia de casi todos los gobiernos —sobre todo, de países desarrollados— a reducir sus déficits fiscales, a pesar de registrar sólidos crecimientos nominales y datos de desempleo históricamente bajos. Las tasas de desempleo bajas —y el crecimiento nominal alto— suelen coincidir con la reducción de los déficits fiscales en la medida que suben los ingresos. Sin embargo, esto no ha llegado a suceder en los últimos años porque los países no lo han permitido y, al contrario, gobiernos de todo el mundo han gastado sus ganancias cíclicas”, explican ambos expertos.
Según su análisis, en la actualidad, las administraciones están reaccionando otra vez a la “negativa” conmoción geopolítica y de la oferta con una política fiscal más acomodaticia que, según las previsiones, dará lugar a la relajación fiscal más importante desde 2010, con el paréntesis obvio de la pandemia de COVID-19.
Ahora bien, reconocen que, en el plano positivo, los estímulos en países como Alemania, Japón y China deberían impulsar la demanda interna y contribuir a la reducción de los desequilibrios mundiales, si bien podrían traer consigo un incremento estructural de la inflación. Sostienen que, a diferencia de 2010, cuando había un importante exceso de capacidad en la economía global y un elevado nivel de sufrimiento (con altas tasas de desempleo), la relajación fiscal actual se produce en un contexto de datos de desempleo internacional próximos a sus mínimos de cuarenta años y con la inflación subyacente global muy por encima de su objetivo.
En segundo lugar, destacan que la política monetaria global también se está relajando. “Mientras que la Fed se muestra reacia a recortar los tipos, por las posibles repercusiones de los aranceles en la inflación y de los estímulos de la agenda America First, el resto del mundo ha reaccionado bajando los tipos y, en particular, Japón ha suspendido su ciclo de alzas. Todo ello se ha traducido en unos tipos oficiales muy por debajo de la tasa de crecimiento nominal del PIB mundial. A pesar de las afirmaciones de los bancos centrales en sentido contrario, antes del choque de los aranceles no era tan evidente que la política global fuera restrictiva. Ahora lo es aún menos”, añaden Butler y O’Callaghan en su último análisis.
La clave: el comportamiento del ahorro
Según su explicación, el comportamiento del ahorro es clave para comprender las posibles consecuencias. “Esta reacción política está allanando el camino para una mayor inflación estructural. La agilidad con que abordemos esta situación dependerá de la magnitud del impacto comercial y de incertidumbre en Estados Unidos. Es lícito preguntarse si la Administración Trump hará tal mella en la confianza que el sector privado aumentará el ahorro de forma preventiva en el futuro. O bien si los esfuerzos para lograr acuerdos comerciales y la reducción de los aranceles restablecerán la confianza lo suficiente como para liberar el gasto retenido”, afirman.
A su parecer, pueden pasar dos cosas: si los consumidores y las empresas responden ahorrando más, cualquier intento de relajación fiscal y monetaria probablemente no sea eficaz; Y, por otro lado, si, en cambio, la incertidumbre empieza a disiparse en los próximos meses, habrá que prestar atención a los estímulos públicos y a sus consecuencias.
Para ellos, la hipótesis más probable es la segunda. “En este escenario, cabría esperar una reaceleración del crecimiento nominal y un repunte de la inflación, desde los ya elevados niveles actuales, que dejarían desfasadas las políticas monetarias excesivamente laxas de los bancos centrales. Más avanzado el año, el debate sobre los tipos de interés se centraría en intentar predecir cuándo empezarían a revertir los bancos centrales los últimos recortes”, comentan.
Las políticas de estímulo y un crecimiento nominal sorprendentemente alto pueden parecer positivos. Sin embargo, matizan que en última instancia pueden llevarnos a un entorno macroeconómico mucho menos estable, caracterizado por ciclos de expansión y contracción más cortos. “Por tanto, es necesario abandonar las medidas actuales. Desde un punto de vista político, no parece probable que esto vaya a suceder en el ámbito fiscal, por lo que les correspondería intervenir a los bancos centrales. De no hacerlo, la inflación alta echaría raíces, los tipos a largo plazo se elevarían y, en definitiva, el ciclo económico se haría mucho más inestable. En los próximos seis meses tendremos una idea más clara sobre hacia dónde evolucionará la situación. Mientras tanto, creemos que los inversores deben mantener una actitud abierta y estar preparados para cambiar de rumbo y mitigar la incertidumbre”, concluyen Butler y O’Callaghan.
En opinión de Fang Liu, economista Asia en Edmond de Rothschild AM, el gigante asiático se centra en combatir la deflación reformando el sistema de seguridad social, aumentando los ingresos de los hogares, impulsando el proceso de urbanización y fomentando la natalidad para estimular la demanda y aumentar la confianza de los consumidores.
Según su visión, los cambios estructurales necesarios en la distribución de la renta pretenden crear un círculo virtuoso entre expectativas y demanda, estabilizando los precios con el tiempo. A pesar de que estos cambios requieren tiempo, la experiencia de China con la planificación a largo plazo, como sus planes quinquenales, proporciona una base sólida.
“A diferencia de la mayoría de los países, incluso con una política monetaria flexible y recuperándose de la sombra de la covid, China se enfrenta al riesgo de deflación desde 2023. En mayo de 2025, los precios al consumo (IPC) cayeron un 0,1% interanual, marcando el cuarto mes consecutivo de descenso. Los precios de producción (IPP) cayeron un 3,3% interanual, la mayor caída desde mediados de 2023. El deflactor ha sido negativo durante varios trimestres consecutivos, lo que indica que la economía china se encuentra al borde de la deflación. Para entender el proceso de deflación y evaluar la trayectoria de los precios, es importante analizar los principales factores y la dinámica”, explica Liu.
En este contexto, la experta se pregunta si China podría convertirse en el próximo Japón y si se enfrentará a sus propias «décadas perdidas». Según su visión, el factor crucial reside en la rapidez de la intervención política. “La experiencia de Japón demuestra que, una vez que la deflación se instala, resulta extremadamente difícil revertirla, y cuanto más tiempo persiste, más graves son las consecuencias. En comparación con Japón, China ha mantenido un crecimiento económico relativamente alto incluso durante periodos de deflación, lo que le ha proporcionado más flexibilidad para impulsar los precios. Además, China se beneficia de factores como un proceso de urbanización aún en curso, un mercado laboral más flexible y una base industrial orientada al mercado interno, lo que hace menos probable una deflación prolongada y más profunda”, añade.
La acción del gobierno chino
Según destaca Liu, la realidad es que China se dedica a aplicar medidas a corto plazo junto con la reforma estructural para estimular la demanda e impulsar la confianza de los consumidores. “Desde el significativo cambio de orientación de la política en septiembre de 2024, que se centró en el estímulo económico y se reiteró durante las Dos Sesiones de este año, el Gobierno ha hecho de la expansión de la demanda interna en todos los aspectos su máxima prioridad”, argumenta.
En este sentido, considera que los responsables políticos están abordando activamente los riesgos de deflación. A corto plazo, las políticas incluyen una continua relajación monetaria (recorte de tipos, inyección de liquidez), subsidios al consumo (0.5 billones de yuanes -70.000 millones de dólares de emisión de bonos especiales ultralargos- para la política de Trade-In), “esfuerzos centrados en estabilizar el mercado inmobiliario (reducción de los pagos iniciales, bajada de los tipos hipotecarios, eliminación de restricciones y apoyo a la reducción de existencias por parte de los equipos nacionales) y resolución de la deuda de los gobiernos locales”, indica. Mientras, en el mercado internacional, las recientes conversaciones de Londres, que incluyen avances en las normas de exportación de la retaguardia y el ajuste arancelario (EE.UU. +30%, China +10%), reflejan un deshielo de las tensiones comerciales.
Aunque puede que todas las medidas aún no sean suficientes en escala, Liu señala que la determinación de aplicar reformas estructurales a largo plazo es clara: “China se centra en combatir la deflación reformando el sistema de seguridad social, aumentando los ingresos de los hogares, impulsando el proceso de urbanización y fomentando la natalidad para estimular la demanda y aumentar la confianza de los consumidores. Los cambios estructurales necesarios en la distribución de la renta pretenden crear un círculo virtuoso entre expectativas y demanda, estabilizando los precios con el tiempo. A pesar de que estos cambios requieren tiempo, la experiencia de China con la planificación a largo plazo, como sus planes quinquenales, proporciona una base sólida”.
Según su análisis, las recientes medidas están aliviando la presión a la baja sobre M1, lo que indica un potencial de aumento gradual de los precios. En su opinión, el Gobierno debe dar prioridad al aumento de los ingresos de los hogares para impulsar la demanda interna, mientras que una comunicación clara de la aplicación de las políticas es esencial para gestionar las expectativas del mercado y aumentar la confianza.
“La deflación suele producirse tras el pico de capacidad industrial, situación a la que se enfrenta actualmente China. Una política monetaria flexible pierde su eficacia en una trampa de liquidez. Los ejemplos históricos demuestran que la rapidez de la intervención política es crucial para hacer frente a la deflación. El gobierno chino es consciente de la urgencia de estos riesgos y aplica activamente políticas a corto plazo y reformas estructurales para estimular la demanda. China se beneficia de la urbanización en curso, de un mercado laboral flexible y de una base industrial orientada al interior, lo que hace improbable una deflación prolongada y más profunda”, concluye la experta de Edmond de Rothschild AM.
Foto cedidaBertrand Rocher es Co-Head of Fixed Income, Head of Credit Research y gestor de fondos de Mirova (afiliada de Natixis IM).
A finales de 2024, Mirova, gestora afiliada de Natixis IM, ya presentó un escenario base en el que, después de tres años siendo mucho más optimistas con la economía estadounidense que con la europea, insistían en que Europa comenzaría a ser una fuente de sorpresas positivas para los mercados. Hoy día no solo mantiene ese escenario central, sino que consideran que todavía hay potencial de más de estas sorpresas positivas en la renta fija europea y en el crédito en particular.
Según matiza Bertrand Rocher es Co-Head of Fixed Income, Head of Credit Research y gestor de fondos de Mirova, cuando afirman ser muy positivos con el potencial de Europa para generar sorpresas positivas, se refieren a países como España, Italia, y quizás Alemania —después de dos años de recesión—, pero no a Francia, donde consideran que la dinámica es más rezagada. “Básicamente, es una paradoja, pero la demografía francesa ha sido mucho mejor que la del resto de Europa, incluyendo Italia y España. Italia, España o Alemania han tenido tasas de natalidad muy bajas en las últimas décadas, mientras que Francia empieza ahora a sufrir un fenómeno similar, aunque con un retraso considerable. A eso se suma el hecho de que el gobierno francés está muy endeudado y tiene dificultades, desde una perspectiva política, para encontrar márgenes de maniobra con los que abordar el problema. Este será un tema que persistirá durante los próximos años”, explica Rocher.
Además del crecimiento de estos países, el gestor señala que también hay algunos factores técnicos que juegan a favor del crédito como, por ejemplo, la expansión del crédito privado. “Puede que hayamos visto un aluvión de emisiones en los dos últimos meses, pero si observamos todo 2024 y el inicio de 2025, las emisiones corporativas en los mercados primarios estuvieron muy por debajo de las expectativas del mercado, creando un desfase permanente entre la demanda y la oferta”, añade.
Según su argumento, cuando se observan los spreads, solo en grandes crisis —como las de 2001, 2008, 2011 o la del COVID— los diferenciales fueron duraderamente más amplios que los actuales. “En conjunto, tenemos rentabilidad, algunos factores técnicos favorables y una calidad media que se compara bien con la deuda soberana. Por eso seguimos manteniendo una visión positiva sobre los mercados de crédito. Seguimos con una sobreponderación, aunque podemos reducir esta posición para asegurarnos de no comprar crédito en momentos en que el mercado esté sobrecomprado o haya caídas de liquidez”, afirma.
El sector automovilístico
En su repaso por el mercado de crédito, Rocher considera que lo que está ocurriendo en el sector automovilístico merece una mención especial. “En el espacio de crédito, decidimos infraponderar este sector. Lo hemos hecho desde hace más de un año. Empezamos a reducir la exposición a los fabricantes de automóviles alemanes y a los fabricantes de componentes en el primer trimestre de 2024, porque la crisis a la que se enfrentan no es una crisis común. Primero, las ventas están cayendo, pero esto es algo tradicional en la industria del automóvil, que es cíclica, por lo que las empresas del sector saben cómo afrontarlo. Pero al mismo tiempo, están sufriendo en China. Básicamente, lo que los chinos están haciendo ahora a BMW, Volkswagen o Mercedes-Benz es lo que ya hicieron hace unos años a Renault, FCA, PSA (esta última ahora fusionada en Stellantis), o incluso a Ford en Estados Unidos. En cierta medida, están preparando el terreno para que jugadores locales, como BYD o Geely, ganen cuota de mercado y asuman el liderazgo del mercado chino”, explica.
Según su análisis, poco a poco, se está volviendo más difícil para ellos mantener su cuota de mercado en los niveles actuales. Y a eso se suma un tercer desafío, que es, por supuesto, la transición hacia la movilidad eléctrica. “En Mirova mantenemos la opinión de que la movilidad eléctrica seguirá ganando cuota de mercado, pero, evidentemente, no va a reemplazar inmediatamente toda la flota de vehículos con motores de combustión interna; eso tomará tiempo. Por último, aparte de esta combinación de tres desafíos, los tipos de interés más altos significan que ahora los créditos para comprar o alquilar un coche son más caros, después de años en los que era muy fácil financiar la compra o el leasing de un coche”, afirma Rocher.
El debate de los diferenciales estrechos
Una de las reflexiones que más comentan los gestores de crédito es que los spreads están cada vez más ajustados. Para Rocher, esto no es motivo de preocupación. Según explica, las pequeñas empresas que conforman los índices de high yield no han emitido mucho en los últimos años y no lo necesitaban, porque emitieron justo después del COVID, y no tienen un “muro de deuda” ni una necesidad urgente de emitir grandes cantidades de dinero, salvo algunos casos puntuales, por supuesto.
“Consideramos que esto es bastante positivo para esa parte del mercado. Además, el auge del crédito privado está comprimiendo los diferenciales en el crédito público. Por tanto, el high yield es el primer beneficiado de esto. Dicho esto, creemos que el high yield estadounidense puede parecer algo caro ahora en comparación con lo que estamos viendo en Europa, por lo que somos positivos en cuanto al high yield europeo. La cuestión, sin embargo, es si esto puede durar mucho tiempo, y creemos que haría falta una gran crisis para que los diferenciales se amplíen durante un periodo prolongado. Y, por el momento, no vemos que se repitan eventos anómalos como una pandemia o una guerra en Europa. Por supuesto, no podemos predecir el futuro, pero podemos tratar de evaluar la probabilidad de una nueva serie de eventos extremos, y creemos que es baja”, argumenta Rocher.
A la hora de trasladar esta visión a la asignación de activos, el gestor de Mirova afirma que para los fondos agregados —los que combinan crédito con deuda soberana, supranacionales y agencias— suponer seguir sobreponderados el crédito, aunque en menor medida que hace solo unos meses; tal y como es su caso.
“Seguimos sobreponderados, si el crédito sigue estrechando diferenciales, porque nos beneficiaremos; y si se amplían, las carteras probablemente no sufrirán tanto como se han beneficiado durante la fase de estrechamiento. También estamos reduciendo nuestra exposición a activos de alta beta en las carteras.En cuanto a las estrategias de crédito con grado de inversión —en euros y globales— seguimos con posiciones largas en high yield”, reconoce.
Mapfre Economics, el servicio de estudios de Mapfre, ha publicado el Informe El mercado español de seguros, en el que analiza la estructura y la evolución del sector asegurador, con cifras que reflejan cómo consumen seguros los españoles.
El gasto en seguros per cápita en España, un indicador que Mapfre Economics denomina densidad del seguro, fue en 2024 de 1.531,2 euros, 39,2 euros menos que el año anterior. Esta caída se debe al menor gasto en seguros de vida, que se situó en 586,7 euros, casi 100 menos que en 2023, mientras que en los seguros de no vida el gasto medio fue de 944,4 euros, 60,2 menos que un año antes.
Más gasto en seguros no vida, menos en vida
Este comportamiento se explica, por un lado, en que el crecimiento económico del país impulsó la demanda de los seguros de no vida, una modalidad más ligada a esta variable, además de los ajustes de tarifas derivados de las presiones inflacionarias.
En el lado contrario, los seguros de vida cayeron al venir de un muy buen 2023 (en el que crecieron un 36% en el total de Vida y un 46,3% en Vida Ahorro) porque los elevados tipos de interés permitieron a las aseguradoras ofrecer productos de rentabilidad garantizada con una muy buena acogida por los consumidores españoles. Las bajadas de los tipos de interés en 2024 provocaron un descenso en su demanda.
Madrileños, los que más invierten en seguros
La Comunidad de Madrid registró en 2024 el mayor gasto por habitante en seguros, con 2.017 euros per cápita, seguida por Cataluña, con 1.585 euros per cápita, Castilla y León, con 1.434 euros, y las Islas Baleares, con 1.434 euros por habitante.
Por el contrario, el menor gasto per cápita se dio en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, donde se situó en 723 euros. También entre las comunidades que menos gastaron se encuentran Castilla-La Mancha (902 euros por persona), Canarias (935 euros), la Región de Murcia (943 euros) y Andalucía (975 euros).
España es el decimotercer mayor mercado asegurador a nivel mundial, con un volumen de primas de 81.300 millones de dólares (unos 75.100 millones de euros). En comparación con otros mercados, la demanda de seguros es superior en Reino Unido (5.729 dólares per cápita), Francia (4.262 dólares) o Alemania (3.063 dólares), y en mucha mayor medida en Estados Unidos, donde asciende a 10.273 dólares por habitante, ya que estos niveles se ven influenciados por la provisión de ciertos servicios públicos o su alternativa en el mercado privado. En cambio, aunque sus mercados domésticos sean mayores en volumen, en India el consumo por persona es de 93 dólares, en Brasil, de 413 dólares y en China, de 567 dólares.
El mercado español, menos maduro que sus vecinos
En cuanto al peso de los seguros en el PIB nacional, lo que Mapfre Economics denomina índice de penetración del seguro, en España se situó en el 4,7 %, frente al 5,5 % de Alemania, el 9,2 % de Francia, el 10,9 % en Reino Unido y el 12 % en Estados Unidos. La relación primas/PIB en India, Brasil y China fue del 3,4 %, 4 % y 4,3 %, respectivamente.
Otro de los indicadores que mide Mapfre Economics es la profundización del seguro, el peso de los seguros de vida sobre el total de seguros. Esta cifra es reflejo de la madurez del mercado asegurador de un país, puesto que las coberturas más básicas que realiza un consumidor están relacionadas con la protección de sus bienes, con seguros más tradicionales como los de autos u hogar, mientras que el desarrollo económico y del sector hacen posible el paso a otros productos más sofisticados como son los de Vida.
En 2024, la proporción de los seguros de Vida sobre el total de primas descendió al 38,32%, 5,4 puntos porcentuales menos que el año anterior, debido a la mencionada caída en los productos de vida ahorro. Este nivel «sigue confirmando el insuficiente nivel de desarrollo del segmento de los seguros de Vida en comparación con otras economías europeas», apuntan desde Mapfre Economics.
Aumenta la brecha de protección del seguro
El informe del servicio de estudios de Mapfre también calcula el nivel de cobertura de seguros que es económicamente necesario y beneficioso para la sociedad, y la diferencia existente con la cifra de cobertura real, lo que llama Brecha de Protección del Seguro (BPS). Así, mientras que el volumen del mercado asegurador fue en 2024 de 75.100 millones de euros, en Mapfre Economics señalan que el nivel óptimo sería de 116.600 millones, lo que deja una brecha de 41.400 millones como recorrido potencial del sector.
El 91,4% de la BPS correspondió a los seguros de vida, con un aseguramiento efectivo muy por debajo del ideal, mientras que solo el 8,6% restante fue de seguros de la modalidad de no vida. La brecha de protección es mayor que hace un año, pero también lo es en comparación con los niveles de hace una década, lo que muestra un desarrollo de los seguros por debajo de su potencial, según las estimaciones de Mapfre Economics.