En el ámbito de la inversión, nos encontramos con algunas ideas que son difíciles de transmitir y otras que son sorprendentemente sencillas. Entre las primeras destacaría la importancia de entender los conflictos de interés y la alineación de incentivos de aquellos que prestan servicios de asesoramiento. Hay que entender cómo están siendo remunerados y dónde se encuentran sus últimas lealtades – en usted o en el bono anual que cobran por vender productos financieros con altos márgenes.
Entre las ideas que son sencillas de transmitir nos encontramos, por ejemplo, con el concepto de la diversificación y la prudencia en distribuir el patrimonio entre un número adecuado de categorías de activos, factores de riesgo, y productos. Otra idea sencilla de transmitir es que hay que invertir en compañías, sectores, o regiones geográficas en crecimiento. De aquí arranca la justificación para asignar una parte importante de la cartera de bolsa a mercados emergentes. La lógica es abrumadora:
Hay numerosas estadísticas ilustrando el contraste entre las limitadas oportunidades de crecimiento en Occidente, por sus altos niveles de endeudamiento y el envejecimiento de la población, y las oportunidades en países emergentes. El siguiente gráfico, de Credit Suisse, 2010, ilustra muy bien este cambio de paradigma y la evolución del tamaño relativo de las grandes economías:
Muy claro pues. Las grandes economias emergentes son las que seguiran creciendo y son estas economías las que ofreceran las mayores oportunidades de generacion de crecimiento del beneficio por accion y de plusvalías en bolsa.
Tanto en bolsa como en nuestra vidas personales somos libres de pensar lo que creamos oportuno – si es recomendable o no hacer deporte, comer lo necesario, o dejar de fumar. En estos temas no encontramos ninguna justificacion moral, sólo empírica – los que hacen deporte, estan en su peso, y fuman poco tienen mejor calidad y esperanza de vida. Cuestion empírica. Indiscutible.
Al igual que en medicina, tambien podemos utilizar la evidencia empírica para contrastar creencias y puntos de visto como, por ejemplo, si obtenemos o no mayores plusvalías bursátiles en periodos de mayor crecimiento económico o cuando invertimos en paises que crecen mas rápidamente.
Hay mucha evidencia sobre este tema como, por ejemplo, los cuadros que presento a continuacion sobre crecimiento y rentabilidad en una muestra de paises (de MSCI Barra, 2010) y en EEUU (de Morgan Stanley, 2011):
¡Sorpresa! ¡Ni son los países que mas crecen ni los periodos de fuerte crecimiento económico los que mas plusvalías generan! En el primer cuadro vemos como países de bajo crecimiento como Suiza y Suecia han generado mercados con fuertes plusvalías reales. En el segundo cuadro apreciamos cómo las décadas de mayor crecimiento nominal del PIB en EEUU han coincidido con los periodos de menores rentabilidades totales.
En resumidas cuentas, nos encontramos que las grandes empresas suelen crecer menos que las pequeñas y medianas empresas, que estas pequeñas y medianas empresas no suelen cotizar en bolsa, que las grandes compañías que cotizan en mercados emergentes se nutren del crecimiento en países desarrollados porque los mercados locales son muy pequeños para ellas, que los inversores extranjeros apenas tienen acceso a las pequeñas y medianas empresas locales, y que los accionistas de las empresas se ven diluidos según las compañías financian su crecimiento con ampliaciones de capital.
Por si fuera poco, los inversores extrapolan crecimiento pasado hacia el futuro y acaban pagando primas injustificables por un crecimiento elusivo que no llega a materializarse.
El crecimiento, pues, apenas importa. Lo que importa es el precio que pagamos por una series de flujos futuros. Da igual que sean creciente o decrecientes. Lo que realmente importa es que los compremos a … ¡múltiplos muy bajos!
G. Minack, 2011, ilustra muy claramente esta idea con el siguiente cuadro – hay muchos otros:
Aquí vemos una muy alta correlación inversa entre rentabilidades totales y el múltiplo de valoración al que cotizaron los mercados. La lección es inequívoca – lo que importan son las valoraciones, no el crecimiento.
No se deje llevar de argumentos aparentemente intuitivos – hay que comprar compañías que crecen – sin repasar la evidencia empírica. Tampoco se deje aconsejar sin entender la alineación de intereses entre usted y su asesor.