El pasado miércoles 28 de mayo se celebró la décima edición de la jornada “La responsabilidad de preparar el futuro” y contó con la participación de ponentes destacados: Pablo Martínez-Arrarás, socio fundador de iCapital, Arturo Benito, CEO de Impact Bridge, y Crhistian Domínguez, de iCorporate. Los expertos han abordado el papel de las instituciones religiosas en los procesos de desinversión de activos, subrayando la necesidad de conjugar sostenibilidad económica, coherencia con el carisma fundacional y visión de largo plazo.
“La decisión de vender un activo en el ámbito religioso no es simplemente financiera. Es una decisión profundamente simbólica, muchas veces ligada a la misión o a personas clave de la institución”, ha explicado Martínez-Arrarás. En su intervención, ha detallado que estos procesos requieren un análisis riguroso de la realidad demográfica, económica y operativa de cada institución.
Martínez-Arrarás ha enfatizado que “es necesario preparar la desinversión con método, independencia y una comunicación interna muy cuidada”, advirtiendo de los errores más frecuentes: desde la confianza ciega en intermediarios hasta la falta de valoración independiente previa.
Diseñar el proceso con rigor y transparencia: la clave del éxito
La jornada también ha abordado el diseño óptimo de los procesos de desinversión, que deben cumplir criterios de transparencia, objetividad y sana competencia. “Maximizar el valor del activo no puede hacerse a costa de la misión”, ha afirmado Martínez-Arrarás. La participación de asesores independientes y la preparación de documentación rigurosa son esenciales para garantizar que la venta se alinee con los principios eclesiales.
En este contexto, se ha subrayado la importancia de evitar “soluciones rápidas” que comprometan el legado institucional. La selección de compradores debe tener en cuenta no sólo la solvencia, sino también su reputación y compromiso con la misión.
Es necesario establecer un proceso estructurado, con fases bien definidas que incluyan la valoración previa del activo, el diseño de un perfil ciego para el mercado, la gestión documental a través de un data room, y la presentación de ofertas en sobre cerrado, en igualdad de condiciones para todos los participantes. La confidencialidad y el respeto a las normas internas son elementos imprescindibles en todas las fases del proceso.
La institución debe ser la primera en respetar las normas que se impone, asegurando así la credibilidad del proceso. Además, evitar las prisas y mantener una estricta confidencialidad son condiciones necesarias para lograr una gestión eficaz y alineada con los valores institucionales.
La inversión con impacto, una tendencia global que interpela también al sector religioso
Por su parte, Arturo Benito, CEO de Impact Bridge, ha ofrecido una visión global sobre las tendencias de impacto social en la gestión de activos institucionales. “Las instituciones religiosas están llamadas a liderar una transformación que ponga en el centro el bien común, la justicia y la sostenibilidad”, ha señalado.
Benito ha destacado cómo los fondos de impacto y las herramientas de medición social se están convirtiendo en instrumentos clave para garantizar que las inversiones no sólo generen rentabilidad, sino también valor social duradero.
Desde una perspectiva global, “la creciente exigencia por parte de las comunidades e inversores institucionales en cuanto a la coherencia ética y el impacto positivo obliga a las instituciones religiosas a reforzar sus capacidades estratégicas y operativas”, ha explicado Arturo Benito. Esto incluye el fortalecimiento de sus estructuras de gobierno económico, la profesionalización de sus equipos gestores y la mejora de los mecanismos de transparencia hacia la sociedad y sus propios miembros.
Ambos ponentes han coincidido en destacar que las decisiones patrimoniales deben estar al servicio del carisma fundacional. “No se trata sólo de desinvertir, sino de repensar la economía con visión evangélica y con la valentía de tomar decisiones difíciles cuando son necesarias”, ha explicado Martínez-Arrarás.
Esta décima edición de la jornada ha dejado claro que las instituciones religiosas deben reforzar su capacidad de análisis, comunicación interna y visión estratégica para gestionar con responsabilidad su patrimonio en un entorno cada vez más exigente y cambiante.