Si hay algo con lo que José Cerón, responsable de Multiassets en Fonditel, se muestra de acuerdo es con la actual complacencia de los mercados, algo no necesariamente negativo, dice, porque puede dar pie a oportunidades. «Un mercado complaciente en un entorno global cada vez más complicado hace que la gestión activa sea más necesaria que nunca para adaptarse rápidamente a nuevos entornos y construir carteras resilientes que sigan aportando rentabilidad consistente a lo largo del tiempo», explica. Prueba de ello es que además tiene una visión constructiva con respecto a la renta variable global.
Cerón, que participa en el Funds Society Leaders Summit, organizado por Funds Society y CFA Society Spain, que se está celebrando hoy 10 de septiembre en Madrid, nos cuenta en esta entrevista su visión de mercado pero, sobre todo, las claves de su gestión, en la que manda la asignación de activos. Como inversor institucional, tiene muy clara la importancia del largo plazo y, además del horizonte temporal, el perfil de riesgo, la finalidad del ahorro, su estructura de gobernanza y la sostenibilidad. Nos lo explica en esta entrevista que reproducimos a continuación, en la que también nos ofrece las claves a analizar para invertir en mercados privados: iliquidez, valoración y distribuciones. ¡No se lo pierdan!
¿Cuál crees que son los patrones que diferencian a un inversor institucional/fondo de pensiones -como Fonditel- de otro tipo de inversores? Parámetros como el largo plazo, por ejemplo, ¿marcan realmente la diferencia?
En Fonditel gestionamos planes de pensiones de empleo, planes individuales y fondos de inversión tradicionales, aunque nuestro foco estratégico está en los planes de pensiones de empleo. Este tipo de vehículos presenta una serie de particularidades que los diferencian del resto de inversores institucionales. Entre los aspectos más relevantes destacaría el horizonte temporal, el perfil de riesgo, la finalidad del ahorro, su estructura de gobernanza y la sostenibilidad.
El horizonte temporal suele ser de más largo plazo y esto permite invertir en estrategias con menor liquidez. Aunque el diseño del plan puede condicionar la política de inversión, en general, predominan los enfoques balanceados o algo más conservadores, orientados a preservar el poder adquisitivo y generar retornos sostenibles en el tiempo.
En Fonditel, destacamos por la consistencia de los resultados a largo plazo. Obviamente buscamos maximizar la rentabilidad, pero evitando asumir riesgos que puedan comprometer los objetivos de largo plazo del plan. Dicho de otra forma, nuestro objetivo es generar retornos a largo plazo, minimizando la probabilidad y la magnitud de las caídas para no comprometer los objetivos de largo plazo del plan. Esta filosofía está alineada con la finalidad última del ahorro, que es garantizar prestaciones futuras de jubilación para los integrantes del plan.
En cuanto a la gobernanza, los fondos de empleo son promovidos por empresas y cuentan con una comisión de control, formada por representantes del empleador y de los trabajadores. Esta comisión supervisa el cumplimiento de la política de inversión y colabora con la entidad gestora, que ejecuta la estrategia conforme al mandato acordado.
Según algunos estudios, los inversores institucionales tienen más peso en sus carteras en vehículos como IICs o ETFs, o activos ilíquidos. ¿Es vuestro caso, y qué suponen estas posiciones para la gestación de vuestras carteras?
En Fonditel contamos con un equipo especializado en las principales clases de activos: renta fija, renta variable, activos alternativos, entre otros. Para nosotros es importante la selección final del producto, aunque consideramos que la clave del éxito en la gestión está en la asignación de activos, más que en la selección puntual de un valor, fondo o emisión concreta.
Es decir, lo más relevante es nuestro proceso de inversión, que parte de una visión macro agregada y culmina en una buena asignación estratégica de activos que balance una cartera robusta en el largo plazo con las oportunidades tácticas que puedan aparecer en momentos determinados. Una vez definida la combinación óptima entre clases de activos, seleccionamos la vía de implementación más eficiente, ya sea a través de ETFs, derivados o fondos, en función del perfil de riesgo, liquidez y coste.
A la hora de invertir en IICs, veis una saturación en el mercado de fondos en España, ¿cómo lográis seleccionar las mejores opciones para el inversor?
Lo que algunos denominan saturación, yo lo veo como oportunidad de elección. Es cierto que el mercado ofrece una gran variedad de vehículos de inversión, lo que puede percibirse como un reto en términos de análisis y selección por algunos compañeros de profesión. Sin embargo, desde mi perspectiva, esta diversidad representa una ventaja competitiva para quienes cuentan con un proceso sólido y recursos adecuados.
El proceso de selección, en términos generales, empieza con unos filtros cualitativos iniciales a los que les sigue una evaluación cualitativa de la estrategia y del equipo gestor. Con este proceso nos aseguramos de invertir en el producto que mejor se ajusta a nuestra necesidad.
En Fonditel, gestionamos carteras multiactivo, y valoramos positivamente la posibilidad de implementar una idea de inversión a través de distintos formatos (fondos, ETFs, derivados..) o con diferentes gestoras. Esta flexibilidad nos permite optimizar la relación rentabilidad-riesgo y adaptar la implementación a las condiciones de mercado, liquidez o costes. Ahora bien, para aprovechar esta amplitud de opciones es imprescindible contar con un proceso estructurado de análisis y selección, así como con un equipo técnico cualificado. La clave está en filtrar, comparar y seleccionar con rigor, alineando cada decisión con los objetivos de la cartera y el perfil del inversor.
Y focalizándonos en ETFs: ¿podemos decir que su uso se ha incrementado en las carteras? crees que está canibalizando al producto fondo o hay espacio para los dos?
Es un hecho que los ETFs han ganado peso de forma significativa en las carteras de inversión en los últimos años, tanto en España como en Europa. Este crecimiento ha estado impulsado principalmente por su eficiencia en costes, su liquidez intradía, y su transparencia operativa.
Personalmente creo que en presente y en el futuro hay espacio para ambos formatos, ya que cumplen funciones complementarias dentro de una cartera bien diversificada.
Nuestro enfoque parte siempre de la idea de inversión, no del vehículo. Una vez definida la tesis de inversión, analizamos cuál es la forma más eficiente de implementarla: puede ser un ETF, un fondo tradicional, un derivado o una combinación de ellos. Esta flexibilidad nos permite optimizar la relación coste-riesgo-retorno en función del contexto de mercado y las características del activo.
En resumen, los ETFs son un vehículo más en la construcción de carteras, pero su crecimiento no implica, en mi opinión, la desaparición de los fondos tradicionales.
Según algunos estudios el inversor institucional tiene en sus carteras en torno a un 40% en mercados privados. No sé si es vuestro caso pero ¿podría suponer un riesgo ante eventos de iliquidez y necesidades de liquidez de los partícipes -como recientemente ha ocurrido con la Universidad de Yale-? ¿Qué retos implican las altas posiciones en este tipo de mercados?
En los últimos años, los mercados privados han ganado un peso significativo en las carteras institucionales. En Fonditel llevamos años invirtiendo en este tipo de estrategias, y reconocemos su valor como fuente de diversificación, descorrelación y generación de alfa. Sin embargo, también somos conscientes de que no es una clase de activo adecuada para todos los mandatos. Su inclusión debe estar alineada con el horizonte temporal, la tolerancia al riesgo, la distribución de edad de los partícipes, el patrimonio del plan y, sobre todo, con las necesidades de liquidez del inversor. También somos conscientes de los retos específicos que conlleva la exposición a mercados privados. En mi experiencia, hay factores clave que deben ser gestionados con especial atención: iliquidez, valoración y distribuciones.
La iliquidez es una característica inherente a estos activos, pero su impacto puede amplificarse en momentos de estrés de mercado. Por ejemplo, si el resto de la cartera sufre caídas, el peso relativo de los activos ilíquidos puede aumentar de forma no deseada. Además, existe el riesgo de extensión temporal en los periodos de desinversión, lo que puede afectar la composición de la cartera. Por este motivo, revisamos de forma continuada el performance de nuestros vehículos para confirmar en qué estrategias se sigue obteniendo una prima extra de iliquidez y en cuales tiene más sentido centrarse en mercados públicos.
Respecto la valoración, a diferencia de los activos cotizados, los activos privados se valoran con menor frecuencia y con retraso respecto los mercados públicos. Esto introduce un desfase temporal en la valoración de la cartera ilíquida que al combinarse con la parte liquida puede generar una sensación de estabilidad y descorrelación en momentos de volatilidad de los mercados tradicionales No obstante la descorrelacion de los activos privados no se debe únicamente al retraso en su valoración. También responde a factores estructurales y metodológicos propios de este tipo de activos.
Por último, está el tema de las distribuciones. Si los retornos de capital se retrasan respecto al calendario previsto, puede afectar la liquidez disponible para nuevas inversiones o compromisos ya adquiridos.
Por todo ello, es importante contar con un programa definido de inversión en activos ilíquidos que tenga en consideración todos estos factores.
Como especialista en multiactivos y ante la situación de los mercados actual: ¿en qué activos y mercados estáis ahora más positivos y por qué?
En términos generales, mantenemos una visión constructiva sobre la renta variable global, apoyada principalmente en la resiliencia de los beneficios empresariales, que han mostrado fortaleza a pesar de un entorno cargado de incertidumbres macroeconómicas y geopolíticas.
Es cierto que las valoraciones en algunos mercados, especialmente en EE.UU., son exigentes, lo que nos obliga a ser más selectivos. En este contexto, vemos oportunidades atractivas en Asia, particularmente en China, donde las valoraciones son significativamente más bajas en términos relativos y el potencial de recuperación está respaldado por estímulos económicos y reformas estructurales.
En cuanto a la renta fija soberana, creemos que ha recuperado protagonismo no solo como activo defensivo dentro de las carteras multiactivo, sino también como fuente real de rentabilidad. En mercados como Estados Unidos, preferimos posicionarnos en los tramos cortos y medios de la curva, dada la elevada incertidumbre fiscal y política que podría seguir presionando al alza los tipos a largo plazo.
Es importante recordar que, como inversores en euros, al comparar rentabilidades nominales entre geografías (por ejemplo, EE.UU. vs. Alemania), debemos ajustar por el coste de cobertura de divisa, de modo que, en términos de rentabilidades esperadas, las diferencias no son tan relevantes.
En el segmento de crédito corporativo, mantenemos una postura prudente en el segmento de high yield y un enfoque constructivo en los segmentos de mayor calidad crediticia. Preferimos exposición a crédito IG, donde los spreads se encuentran en niveles cercanos a sus medias históricas frente a high yield donde existe un riesgo asimétrico de ampliación ante un posible deterioro macroeconómico.
¿Crees que los mercados ahora son complacientes con respecto a los retos que se presentan: aranceles, guerras, posible inflación al alza…?
Sí, sin lugar a duda. Creo que existe una desconexión entre los riesgos geopolíticos y macroeconómicos que se acumulan en el horizonte y la aparente tranquilidad con la que los mercados los están descontando. Las valoraciones en algunos segmentos del mercado reflejan un escenario casi perfecto, sin apenas prima por riesgo. Creo que los mercados no están poniendo en precio correctamente algunos riesgos.
Esto no es necesariamente negativo; de hecho, puede generar oportunidades tácticas interesantes dentro de la cartera, especialmente en estrategias de cobertura. Sin embargo, sí transmite una sensación de ‘calma aparente’ o complacencia en los mercados, donde los riesgos latentes como tensiones geopolíticas, presiones inflacionarias o desequilibrios fiscales parecen estar infravalorados. Esta desconexión entre riesgo percibido y riesgo real obliga a extremar la vigilancia y a mantener una gestión activa y flexible.
En definitiva, un mercado complaciente en un entorno global cada vez más complicado hace que la gestión activa sea más necesaria que nunca para adaptarse rápidamente a nuevos entornos y construir carteras resilientes que sigan aportando rentabilidad consistente a lo largo del tiempo.