El fondo Aegon High Yield Global Bond alcanzó un hito histórico durante el tercer trimestre al superar los 1.000 millones de dólares en activos bajo gestión. Este logro, gestionado por Aegon Asset Management, refleja un crecimiento de activos que se ha triplicado en lo que va del año.
En un contexto de flujos constantes hacia el fondo, conversamos con Mark Benbow y Thomas Hanson, co-gestores de cartera, para desentrañar las complejidades del mercado de bonos high yield. Durante la entrevista, exploraron las oportunidades actuales para los inversores, la salud de las empresas emisoras y las valoraciones de mercado, además del papel estratégico que estos bonos pueden desempeñar en una cartera diversificada.
¿Cómo están resistiendo las empresas high yield en el entorno actual? ¿Detectan signos de debilidad debido al crecimiento económico ralentizado y las altas tasas?
Mark Benbow: Hay dos formas de responder esta pregunta: desde la perspectiva de las empresas y desde la de los bonos que emiten, que no siempre están tan correlacionados como podría pensarse. En términos generales, los precios de los bonos se mantienen, pero los resultados empresariales son mixtos. Algunas áreas del mercado están funcionando bien, mientras que otras muestran ciertas grietas.
Desde la perspectiva de los precios de los bonos, el mercado está aguantando gracias a que la demanda supera a la oferta, y los recortes de tasas de los bancos centrales han impulsado el apetito por el riesgo. Estos factores técnicos han reducido los diferenciales de crédito y elevado los precios de los bonos, mitigando incluso episodios de volatilidad, como el ocurrido en agosto. Sin embargo, en cuanto a las empresas, el panorama es más dispar. Muchas emergieron de la pandemia con balances saneados, buena liquidez y sólidos indicadores crediticios. Esto les ha permitido navegar por un entorno inflacionario elevado y una macroeconomía incierta mientras mantienen resultados sólidos. No obstante, bajo la superficie, encontramos empresas altamente endeudadas que podrían enfrentarse a problemas si las tasas de interés permanecen altas durante más tiempo.
En resumen, aunque los precios de los bonos son sólidos y las empresas parten de una posición de fortaleza, persisten presiones macroeconómicas y factores idiosincráticos que acentúan la brecha entre las empresas más sólidas y las más vulnerables. Esto, sin embargo, crea un entorno de inversión interesante, donde la selección minuciosa es clave para obtener rendimientos diferenciados.
Mencionaste la volatilidad de agosto. ¿Cómo impactó al mercado high yield y qué expectativas hay para lo que resta del año?
Thomas Hanson: Fue un episodio breve, apenas unos días de debilidad en los segmentos de menor calificación (CCC y menores), pero el mercado se recuperó rápidamente. Hasta el 31 de octubre, el índice global de high yield (ICE BofA Global High Yield Constrained Index) acumuló un rendimiento del 8,4% y se perfila como un año sólido.
De cara al futuro, esperamos –e incluso deseamos– más volatilidad, ya que crea oportunidades de compra para gestores activos. Aunque es difícil prever los catalizadores, factores como recortes de tasas menores a los esperados, dificultades en la refinanciación de deuda o riesgos geopolíticos podrían generar turbulencias. Además, la retirada de los bancos centrales como compradores principales de bonos podría aumentar la volatilidad y revelar divergencias en las valoraciones, lo que a su vez abriría oportunidades para detectar títulos infravalorados.
Con diferenciales ajustados pero rendimientos elevados, ¿es atractivo invertir en high yield ahora?
Thomas Hanson: Hay dos perspectivas para valorar este mercado: los diferenciales y los rendimientos. Aunque los diferenciales están cerca de mínimos históricos, los rendimientos al vencimiento se sitúan en torno al 7%. Este nivel ha demostrado ser un indicador fiable de retornos anualizados a cinco años. Además, el ingreso generado por estos bonos sigue siendo el principal motor de rentabilidad a largo plazo.
Aunque los diferenciales podrían mantenerse ajustados, es difícil predecir si habrá mejores puntos de entrada. En este entorno, preferimos estar en el mercado generando ingresos en lugar de esperar al margen.
¿Qué oportunidades específicas están identificando en la cartera?
Mark Benbow: Nuestro enfoque se centra en la generación de ingresos y la protección a la baja. En la curva de rendimientos, favorecemos bonos a corto plazo debido a la inversión de la curva, que actualmente paga más por bonos a tres años que a diez. Esto no solo aumenta el rendimiento de la cartera, sino que también reduce la volatilidad.
Regionalmente, preferimos Europa y Reino Unido frente a EE. UU., dado el atractivo relativo en valoración tras el Brexit. Sectorialmente, seguimos apostando por el consumo, respaldado por bajas tasas de desempleo, y hemos comenzado a incorporar exposición al sector inmobiliario, especialmente en hoteles y residencias. En términos de calificaciones, mantenemos una inclinación hacia emisores de alta calidad y evitamos créditos más riesgosos.
¿Qué papel puede desempeñar el high yield en las carteras de los inversores hoy?
Thomas Hanson: El high yield puede ofrecer altos ingresos y atractivos retornos ajustados al riesgo. En un entorno donde los inversores oscilan entre acciones en fases alcistas y renta fija tradicional en mercados bajistas, los bonos high yield pueden actuar como un híbrido. Permiten reducir riesgo de capital frente a las acciones o aumentar el ingreso en el componente de renta fija de la cartera, con menor sensibilidad a las tasas de interés que los bonos de grado de inversión.
En definitiva, los bonos high yield siguen siendo una herramienta clave para diversificar carteras, incrementar ingresos y gestionar el riesgo de duración, incluso en un contexto de desafíos macroeconómicos.