En los últimos años, la inversión en fondos se ha popularizado y cada vez son más los inversores que eligen este vehículo con el fin de mejorar el rendimiento de sus ahorros. Para Christian Rouquerol, director de Ventas de Tikehau Capital para Iberia, “los fondos pueden ofrecer buenas oportunidades de inversión para particulares, aunque a la hora de invertir, especialmente si es la primera vez, es recomendable tener en cuenta algunos aspectos para sacar el máximo partido a este producto adaptándolo a la situación y a los objetivos de cada inversor, guiado por las recomendaciones de un asesor financiero”.
1. Horizonte de inversión: ¿Cuánto tiempo dispones para mantener tu dinero invertido? Esta es una de las primeras preguntas que se debe hacer un particular a la hora de seleccionar un fondo de inversión. Si es un corto periodo de tiempo (menos de un año), las opciones se ciñen a los fondos monetarios. Si es un año, la renta fija corporativa a corto plazo es una buena opción para tratar de obtener algo más de rentabilidad que el mercado monetario asumiendo un riesgo moderado. En el caso de que el horizonte esté entre uno y tres años, se pueden valorar fondos de renta fija flexible o mixtos conservadores, que combinan porcentajes de renta fija y variable, esta última en porcentajes menores al 30%.
Si disponemos de más tiempo, a partir de tres años, se pueden valorar fondos mixtos moderados, que combinan renta fija y variable con una exposición entre 35% y 65% a la renta variable o también renta fija global, ya que permiten aspirar a una rentabilidad mayor con un riesgo medio alto. Para un horizonte de 5 años, la renta variable de gestión activa o los fondos flexibles dinámicos pueden permitir sacar provecho de un ciclo de mercado completo con rentabilidades que pueden ser mayores, aunque con mayor riesgo.
2. Importe a invertir: el importe que se quiera destinar a la inversión, claramente será determinante. Para un importe reducido lo más recomendable es invertir en un fondo diversificado, evitando fondos específicos o temáticos. Si se destina cierto patrimonio en esta inversión, y dependiendo del perfil de riesgo que se haya definido previamente, otra opción sería invertir parte en fondos de gestión activa en renta variable a través de fondos más generalistas centrados en Estados Unidos o Europa complementando con fondos temáticos, por ejemplo enfocados en robótica, biotecnología o agua, y/o fondos de renta variable de mercados emergentes, que pueden aportar un retorno mayor con una volatilidad más alta. Estas inversiones tendrían que ir acompañadas de inversiones en renta fija europea y global con un peso a definir en función del perfil de riesgo del inversor. También convendría complementar estas inversiones con un peso en fondos de gestión alternativa o de retorno absoluto para tratar de disminuir la correlación de la cartera frente a los mercados.
3. Diseño de la cartera. A la hora de diseñar la cartera de inversión, tener un asesoramiento financiero de calidad es esencial. Por ejemplo, a través de los fondos más generalistas, se tenderá a encontrar mayor diversificación geográfica o de compañías. En carteras diversificadas, es habitual combinar los estilos de inversión value y growth, a veces alcanzando un punto intermedio conocido como growth at reasonable price (GARP). Es decir, seleccionar compañías con crecimiento y un precio razonable. Para llevar a cabo con éxito el diseño de la cartera y obtener una rentabilidad interesante con un riesgo que se adecua al perfil del inversor, es preciso ser muy selectivo, por ello es recomendable guiarse por el criterio de un asesor financiero.
4. Elección del gestor. Este es otro punto clave para sacar el máximo rendimiento a los ahorros. Pero ¿en qué fijarse a la hora de elegir el gestor? Se recomienda optar por gestores de fondos que tengan un track record demostrado, con un tracking error amplio (riesgo que el gestor puede asumir para alejarse de su índice) o, en su defecto, que no tenga un índice de referencia. Esto le permitirá al gestor invertir donde vea las mejores oportunidades sin tener que verse restringido a la hora de invertir, por su índice de referencia. Si tiene un índice de referencia se podrá medir su habilidad a la hora de invertir en compañías fuera de su índice de referencia gracias al active share.
Una buena manera de medir a un gestor frente a su índice de referencia es el ratio de información, que permitirá ver si el riesgo que el gestor ha tomado, más allá del de su índice, se ha visto compensado o no con rentabilidad (el ratio tendrá que ser >0). Si no tiene un índice de referencia, el ratio de Sharpe nos permitirá ver en qué medida el riesgo que se ha utilizado se ha convertido en rentabilidad (a partir de 0,5 se consideraría bueno) y en qué medida el gestor está creando alpha.
5. Tipo de gestión. A la hora de elegir el tipo de gestión, existe la opción de invertir en fondos de gestión activa para renta variable y renta fija o bien en fondos indiciados.
En un mercado con incertidumbre como el actual, la gestión activa podrá permitir evitar, en renta variable, a aquellos sectores presentes en los índices de referencia con mayor riesgo y, dentro de estos sectores, seleccionar las compañías con mayor potencial de ganancia e intentando encontrar las compañías con menor riesgo.
En renta fija, con la tasa de default subiendo drásticamente, habrá que ser especialmente selectivos a la hora de elegir las compañías, especialmente en el mercado high yield. No obstante, la gestión pasiva también tiene sus ventajas y permite tener exposición a mercados o regiones en los que es más complicado llegar a través de la gestión activa. En este sentido, los ETFs son instrumentos aconsejables ya que ofrecen la diversificación de una cartera y la flexibilidad para comprar o vender en cualquier momento, aunque en el entorno actual el tener una exposición a la totalidad del mercado sin selección de las compañías no parece ser la mejor opción.
“En definitiva, antes de tomar la decisión de invertir a través de fondos, debemos fijar bien nuestros objetivos de tiempo e inversión. Una vez definidas estas variables, es recomendable elegir a un profesional con experiencia que diseñe la cartera y asesore la gestión para que responda eficientemente a las necesidades del inversor, obteniendo una rentabilidad potencial del capital con un riesgo acorde con el perfil de cada inversor. En el mercado siempre se presentan buenas oportunidades de las que pueden beneficiarse los inversores. La clave está en encontrarlas de la mano de los mejores expertos”, comenta Rouquerol.