La cita más esperada de la semana, el simposio de bancos centrales celebrado este fin de semana en Jackson Hole (Wyoming), no defraudó. En el discurso que generaba más expectación, Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, adelantó una bajada de tipos de interés, que sería la primera en la Administración Trump.
A la hora de comentar el contenido del discurso de Powell, Richard Clarida, asesor económico Global de Pimco, apunta que la presentación de su marco de política monetaria revisado “no decepcionó a los mercados, ni sorprendió a los observadores de la Fed”, en tanto que el banco central estadounidense “parece estar en camino de bajar los tipos de interés a corto plazo, aunque con un enfoque cauteloso”. El experto considera que los cambios en el marco de la política monetaria fueron “sensatos y bien comunicados”, al tiempo que pusieron de relieve “el compromiso inquebrantable de la Fed con su mandato”.
Por su parte, Nabil Milali, gestor de multiactivos y overlay en Edmond de Rothschild AM, resalta que antes de esta conferencia, Powell no solo se enfrentaba al riesgo de decepcionar a los inversores que esperaban un giro hacia una política monetaria más laxa, sino también al de debilitar la credibilidad del banco central si daba la impresión de ceder a las presiones políticas del presidente estadounidense Donald Trump. Pero el experto cree que logró “el difícil equilibrio de abrir la puerta a una bajada de tipos en la reunión de septiembre, sin alimentar al mismo tiempo las dudas sobre la independencia de la Fed a través de dos acciones: una comunicación “en general bien medida” y un razonamiento de sus próximos movimientos.
Malali puntualiza que Powell aseguró que a pesar de las últimas estadísticas que sugieren una aceleración de la inflación tanto en bienes como en servicios, sigue considerando que las presiones inflacionistas ligadas a los aranceles deberían ser solo temporales. Además, que el mercado laboral se encuentra, “en una situación particular”, marcada por un retroceso en la demanda de las empresas, pero también por una caída en la oferta de trabajadores, de modo que la tasa de paro “no se sitúa todavía en niveles alarmantes”.
Con todo, el experto resaltó que aunque la intervención de Powell insufló un potente apetito por el riesgo en todas las clases de activos -como demuestra el estrechamiento de los diferenciales high yield y las subidas de las cotizaciones de la bolsa estadounidense-, “la decisión de la Fed sigue estando muy condicionada por las próximas estadísticas de inflación y, sobre todo, de empleo, siendo este último dato, más que nunca, el verdadero juez de paz para la conducción de la política monetaria estadounidense”.
Mientras, Bret Kenwell, analista de inversiones en Estados Unidos de eToro, admite que antes del simposio, el mercado cotizaba aproximadamente un 75% de probabilidad de que se produjera una bajada de los tipos de interés en Estados Unidos septiembre. “Esas probabilidades deberían aumentar notablemente tras los comentarios del presidente Powell en Jackson Hole”, asegura y explica como motivo que los inversores obtuvieron la respuesta que esperaban de Powell cuando afirmó que las condiciones actuales “podrían justificar un ajuste de nuestra postura [restrictiva]”.
Pero Kenwell también es consciente de que la Fed se encuentra en una “situación difícil”, con el repunte de la inflación y el inicio del deterioro del mercado laboral. “Como han observado los economistas en los datos más recientes, el mercado laboral puede cambiar rápidamente, un riesgo del que la Fed es muy consciente”.
Pero el experto de eToro explica que si la Fed recorta los tipos demasiado o muy pronto, “corre el riesgo de avivar el fuego de la inflación”. También, que si lo hace tarde o en menor intensidad, “se arriesga a una mayor desintegración del mercado laboral y, por ende, de la economía”. Por lo que concluye que “este delicado equilibrio es precisamente el motivo por el que la Fed se encuentra en una posición difícil”. Eso sí, no duda de que cuando la presión inflacionista afecte al empleo, “es probable que la Fed intervenga para evitar una mayor debilidad del mercado laboral” y que “es poco probable que el comité se quede de brazos cruzados si vemos una mayor debilidad en el mercado laboral”.
La independencia de la Reserva Federal sobrevoló de fondo. De hecho, Luke Bartholomew, economista jefe adjunto de Aberdeen, considera que “el gran elefante en la sala en Jackson Hole fueron los ataques de la administración Trump a la Reserva Federal”. En este punto, recordó que Powell subrayó la importancia de la independencia de la política monetaria, pero el experto tiene claro que “la influencia de Trump sobre las decisiones del banco central probablemente irá en aumento a partir de ahora”.
Segùn Bartholomew, “todo apunta a que el Senado intentará incorporar a Stephen Miran a la Fed antes de septiembre, donde previsiblemente votará a favor de un estímulo aún más agresivo que los 25 puntos básicos que ahora parecen probables”. También ve posible que si la administración logra que Lisa Cook deje su puesto, “se abriría además otro asiento”. En consecuencia -prosigue el experto de Aberdeen- “la autoridad de Powell podría empezar a erosionarse en los próximos meses, con los mercados prestando cada vez mayor atención a las preferencias de su posible sucesor. Esto podría dificultar el anclaje de las expectativas de inflación en un contexto de precios al alza y añadir presión sobre los rendimientos de la deuda del Tesoro a largo plazo”.
La Regla de Taylor, a debate
Más allá de Powell, la aportación más relevante a la conferencia vino de la mano de la intervención de la profesora de la Universidad de Berkeley (California) Emi Nakamura, según reseñó Karsten Junius, economista jefe en J. Safra Sarasin Sustainable AM. En su intervención explicó por qué la regla de Taylor ha funcionado mal desde 2008 y por qué tampoco debería aplicarse estrictamente en el futuro -la regla de Taylor sugiere que los tipos de interés deberían subir en mayor proporción que la inflación-.
Nakamura explica por qué y en qué circunstancias eso no es necesario, permitiendo a los bancos centrales ignorar ciertos shocks posiblemente temporales. Un factor determinante, según recuerda el experto, es hasta qué punto las expectativas de inflación están ancladas, “lo cual depende, a su vez, de la credibilidad del banco central”. En la comparecencia, advirtió de que “el alto grado de credibilidad se debe en parte al sólido historial de la Fed, pero también a instituciones como la independencia de los bancos centrales. Estos son activos valiosos que pueden destruirse mucho más rápido de lo que costó construirlos”.