Esta semana el oro ha superado el umbral histórico de los 4.000 dólares/ onza. Con un incremento de más del 50% en lo que va de año, los precios se encaminan a registrar su mejor rendimiento desde 1979, año en el que el oro marcó su anterior máximo histórico ajustado por inflación.
Solo este año, el oro ya ha alcanzado 52 nuevos máximos históricos. La rentabilidad acumulada en lo que va de año se acerca al 54%, lo que ya supone la mayor rentabilidad anual desde 1979. El interés es indudable, en septiembre, los flujos de los ETFs de oro registraron su mejor mes de la historia. Las entradas netas de 17.300 millones de dólares estuvieron dominadas por Norteamérica y Europa, y Asia también se sumó a la subida con 2.100 millones de dólares.
Frente a estos máximos, el análisis de José Manuel Marín Cebrián, economista y fundador de Fortuna SFP, propone otro punto de vista: no es que el oro esté caro, es que el dinero vale cada vez menos. “El oro es un barómetro. Su cantidad en el mundo crece lentamente —alrededor de un 1,5% anual por la producción minera—, lo que lo convierte en una reserva de valor frente a monedas que se multiplican a golpe de políticas monetarias. Cuando el oro sube en dólares, euros o yenes, en realidad está revelando la pérdida de poder de compra de esas monedas. Es un espejo que refleja la desconfianza en el sistema monetario actual”, argumenta.
Un entorno a favor
Haya dudas o no sobre el sistema monetario actual, la realidad es que estamos en un entorno favorable para el comportamiento del oro. “La desaceleración de la economía estadounidense, junto con las perspectivas de tipos de interés más bajos y un dólar más débil, deberían continuar atrayendo a los buscadores de refugio seguro al mercado, mientras que las compras de los bancos centrales también deberían mantenerse. Vemos una probabilidad muy limitada de una corrección importante, aunque creemos que podría producirse un retroceso temporal debido al sentimiento alcista del mercado. En conjunto, reiteramos nuestra visión constructiva y elevamos nuestros objetivos de precio”, argumenta Carsten Menke, Head of Next Generation Research en Julius Baer,
Según explican los expertos, este movimiento refleja una dinámica consistente de reasignación de carteras hacia activos de refugio, en un contexto de elevada incertidumbre macroeconómica y tensiones geopolíticas. “En este escenario, el metal precioso reafirma su condición de principal reserva de valor ante el debilitamiento de las perspectivas de crecimiento global”, afirma Antonio Montiel, director de Análisis de ATFX Education.
¿Habrá corrección?
En opinión de Menke, teniendo en cuenta la evolución de los precios en las últimas dos semanas, es probable que el posicionamiento especulativo en futuros se haya vuelto más alcista, con seguidores de tendencias y operadores técnicos entrando al mercado en la antesala del hito de los 4.000 dólares por onza.
Para Regina Hammerschmid, gestora de carteras de materias primas en Vontobel, no hay gran riesgo a la baja. “Dados todos los factores estructurales -debilitamiento del dólar, preocupaciones por la deuda estadounidense y el cierre del Gobierno, independencia de la Fed, elevados riesgos geopolíticos- y cíclicos -debilitamiento del mercado laboral estadounidense, recortes de tipos de la Fed, preocupaciones por el crecimiento impulsadas por los aranceles- que empujan al alza el oro”, defiende Hammerschmid.
Ahora bien, ¿qué podría detener esta racha récord? Según explica el experto de Julius Baer, históricamente, las correcciones importantes casi siempre han sido provocadas por mejoras en las perspectivas económicas y por políticas monetarias más restrictivas. “Dado que la Reserva Federal acaba de reanudar su ciclo de relajación monetaria, vemos una probabilidad muy limitada de que ese escenario se repita. Un escenario más probable sería una fatiga especulativa, es decir, que todas las buenas noticias ya estén descontadas y que este último tramo de la subida sea un caso de “demasiado rápido, demasiado lejos”, señala.
Dicho esto, considera que esa fatiga no debería provocar una corrección, sino más bien un retroceso temporal y de corto plazo, ya que seguimos viendo un entorno fundamental favorable para el oro. “Suponiendo una asignación objetivo de oro del 20% al 25%, en línea con el promedio mundial, las compras deberían continuar durante otros tres a cinco años, según nuestro análisis. Por lo tanto, reiteramos nuestra visión constructiva a largo plazo sobre el oro, elevando nuestros objetivos de precio a 4.150 dólares por onza en tres meses y 4.500 dólares por onza en doce meses”, estima Menke.
Exponerse al oro
Para aprovechar este rally, Marco Mencini, responsable de análisis, Plenisfer Investments (Generali Investments), considera que el mercado ofrece dos alternativas financieras para posicionarse en oro: acciones de productores y fondos cotizados (ETFs).
“A pesar de la sólida rentabilidad de las acciones de productores en lo que va de año, sus valoraciones siguen siendo atractivas. Muchas compañías están generando rendimientos de flujo de caja libre (FCF) entre el 7% y el 9% (dígito alto) y entre el 10% y el 12% (dígito bajo de doble cifra) respecto a su capitalización bursátil. La cifra varía según la empresa, pero considerando también los bajos niveles de apalancamiento, los niveles actuales ofrecen perspectivas favorables. Se suele pensar que la rentabilidad de los productores de oro no puede seguir el ritmo del precio del metal. Sin embargo, los datos de EBITDA de los principales ETFs del sector —como el GDX (VanEck Gold Miners ETF)— desmienten esta percepción”, afirma Mancini.
Sobre abordar esta oportunidad desde la renta variable, James Luke, gestor de fondos de materias primas de Schroders, destaca que las mineras de oro están generando márgenes récord y han reforzado muchísimo sus balances, pero sus valoraciones aún no están ajustadas. “El mercado solo acaba de empezar a prestarles atención. A pesar del boom reciente, no debemos olvidar que los fondos de acciones de oro han sufrido salidas netas de cerca de 5.000 millones de dólares en el último año y medio. Los inversores que no están invertidos se preguntan si han perdido el barco, y los que sí lo están, si es momento de vender”, comenta.
En su opinión, las acciones de oro no están caras y representan una buena oportunidad de inversión, al menos desde tres perspectivas: “El comportamiento de las acciones de oro sigue estando muy desconectado de los márgenes de flujo de caja récord (que continúan creciendo). Además, las mineras de oro cotizan con valoraciones poco ajustadas y están reforzando significativamente sus balances. Y, por último, no hay señales de euforia en el sector; más bien lo contrario”.