La tecnología es una temática consolidada en las carteras de los inversores. En el primer semestre de 2025, las llamadas 7 Magníficas sufrieron una fuerte corrección a principios de año para luego vivir un rebote liderado por la IA que benefició, principalmente, a Meta, Microsoft y Nvidia. En opinión de Madeleine Ronner, gestora de DWS especializada en tecnología, la respuesta de los inversores ha sido clara: aunque no hemos visto un aumento generalizado de la sensibilidad a las valoraciones, los inversores se han vuelto más selectivos. Sobre cómo orientar la inversión en tecnología hemos charlado en nuestra última entrevista.
¿Considera que ha cambiado la percepción que tiene el inversor a la hora de invertir en tecnología?
La atención se centra más en la disciplina de costes, la mejora de la eficiencia impulsada por la IA y el crecimiento tangible, sobre todo en áreas como las infraestructuras, la automatización y la informática. El mercado también se muestra más crítico con la forma en la que se monetizarán las inversiones en IA a gran escala, especialmente dadas las elevadas ratios de inversión/ventas en todo el sector. Dicho esto, el comportamiento especulativo sigue presente, especialmente en algunas partes del mercado tecnológico estadounidense, como refleja el creciente número de valores que cotizan a más de 10 veces su valor de mercado. Desde nuestro punto de vista, esto refuerza la importancia de centrarse en tecnologías de importancia crítica con una relevancia estructural a largo plazo, y no sólo en argumentos de crecimiento a corto plazo.
¿Han ajustado los inversores la exposición de sus carteras al sector tecnológico?
Se ha producido un ligero cambio. Los flujos de ETFs muestran una rotación que se aleja de EE.UU. y, por tanto, de las grandes tecnológicas estadounidenses, y se acerca a las exposiciones europeas y diversificadas. Los inversores se decantan cada vez más por estrategias de asignación sectorial más amplias que reduzcan la dependencia de unos pocos valores tecnológicos dominantes, especialmente a medida que aumentan los riesgos geopolíticos. Sin embargo, la exposición bruta a las grandes tecnológicas sigue siendo elevada.
¿Habéis ajustado vuestras expectativas para el comportamiento de este sector?
Nuestras expectativas son cada vez más diferenciadas. Aunque es posible que el sector en su totalidad ya no ofrezca el rendimiento superior general de años anteriores, algunos segmentos específicos -como la IA de vanguardia, los semiconductores personalizados y el software de misión crítica- siguen ofreciendo fuertes vientos de cola seculares. Somos prudentes en áreas con múltiplos exagerados y escasa visibilidad, pero seguimos viendo valor a largo plazo en los factores que facilitan la automatización, la resiliencia digital y la eficiencia informática.
En el contexto actual de incertidumbre, aranceles y altas valoraciones, ¿cuál considera que es la mejor forma para abordar ahora la inversión en tecnología? ¿ETFs, gestión activa, inversión temática?
En este entorno, la gestión activa y la inversión temática selectiva presentan ventajas evidentes. El contexto macroeconómico y geopolítico -especialmente los aranceles, los reajustes de la cadena de suministro y el endurecimiento de la regulación- crea dispersión en el mercado. Un enfoque activo puede ayudar a evitar nombres sobrevalorados o expuestos geopolíticamente, mientras que las estrategias temáticas (por ejemplo, deslocalización, infraestructuras de IA, soberanía) pueden centrarse en focos de oportunidad específicos.
En los últimos 24 meses los inversores parecen haber puesto el foco en la IA, ¿considera que es un área muy saturada de inversores y fondos o cree que todavía hay margen para seguir lanzando nuevos fondos y canalizar inversión a esta área?
La inversión IA está saturada, pero no agotada. Aunque la competencia es intensa y las valoraciones son elevadas, el ciclo de innovación subyacente aún es incipiente. Hay espacio para estrategias diferenciadas, especialmente las dirigidas a la IA industrial, el «edge computing» y las infraestructuras de IA. El revuelo en relación a la IA es real, pero el conjunto de oportunidades sigue siendo extenso. Aunque la exposición general a la IA puede parecer saturada, todavía hay mucho espacio para estrategias diferenciadas centradas en aplicaciones verticales de IA, infraestructuras de IA, eficiencia energética o gobernanza y seguridad de la IA. Creemos que los nuevos fondos pueden tener éxito si ofrecen una especialización genuina o exposición a segmentos subcapitalizados de IA stack.
¿Cuáles son las tecnologías del futuro que deberían empezar a considerar los inversores?
En mi opinión, varias áreas tecnológicas destacan como críticas para la evaluación de futuras inversiones, especialmente en el contexto de la resiliencia nacional y la competitividad económica. La IA sigue siendo una fuerza dominante, no solo como tema independiente, sino como elemento facilitador en todos los sectores. Es importante destacar que la automatización está empezando a extenderse a sectores tradicionalmente poco cubiertos, como el farmacéutico y el de alimentación y bebidas, con el apoyo de eficiencias impulsadas por la IA.
La fabricación y el equipamiento de semiconductores es otra área de importancia estratégica. Nos centramos especialmente en el desarrollo a largo plazo de la capacidad de fabricación estadounidense, que pretende reducir la dependencia de Taiwán y reforzar las cadenas de suministro nacionales. En nuestro caso, las tecnologías de defensa y de doble uso son una piedra angular de nuestra estrategia, así como la ciberseguridad, especialmente a medida que las naciones dan prioridad a la soberanía digital y a la protección de las infraestructuras críticas. El sector sigue evolucionando rápidamente, con una importancia creciente tanto en el ámbito público como en el privado.
También vemos oportunidades atractivas en las infraestructuras energéticas y la modernización de las redes, que son esenciales para la seguridad energética y la transición a sistemas más sostenibles. En este ámbito, la tecnología de las baterías es especialmente prometedora, con avances recientes que sugieren un potencial transformador en el almacenamiento y la distribución de energía.
Ante el contexto actual de incertidumbre y guerra arancelaria, ¿qué partes del sector tecnológico están más expuestas?
Electrónica de consumo y automóviles, debido a la dependencia de la cadena de suministro y a los aranceles específicos, así como semiconductores, especialmente los que dependen de la fabricación asiática o venden mucho a los mercados asiáticos.
¿Qué puede suponer esto para los inversores y cómo se pueden proteger ante ese riesgo?
Para construir una cartera resistente y con visión de futuro, es esencial diversificar tanto geográficamente como entre los subsectores pertinentes. Debe darse prioridad a las empresas que demuestren una fuerte capacidad de producción local y unas cadenas de suministro sólidas y adaptables. Además, el uso de estrategias de inversión activas puede ayudar a evitar la sobreexposición a valores concretos o a riesgos concentrados. Tenemos un enfoque fundamental ascendente, y en mi selección hago actualmente mucho hincapié en el poder de fijación de los precios, así como en los sólidos equipos directivos capaces de gestionar este entorno volátil y cambiante, y de hacer frente a los retos de la cadena de suministro.