A lo largo del semana, la tensiones geopolíticas y las agresiones militares han continuado en Oriente Medio. En consecuencia, la semana ha arrancado con las bolsas casi en plano, mostrando cierta resiliencia al empeoramiento del conflicto entre Israel e Irán. Según los expertos de las firmas internacionales de inversión, la jornada estará fuertemente influenciada por estas tensiones que ya han supuesto un subida del crudo -inicialmente del 4%, aunque se ha estabilizado en el 1%- y, de nuevo, en aversión al riesgo.
Tras el ataque, los precios del petróleo se dispararon: el crudo Brent, referencia internacional, llegó a subir más de un 12% en un primer momento y las bolsas mundiales se desplomaron y los activos refugio tradicionales, como el oro y el dólar estadounidense, se revalorizaron. En opinión de Michaël Nizard, responsable de multiactivos y overlay de EdRAM, y Nabil Milali, gestor de multiactivos y overlay en Edmond de Rothschild AM, los mercados financieros anticipan una relajación de las tensiones en Oriente Medio, dados los avances en las conversaciones entre Teherán y Washington sobre la cuestión nuclear, el riesgo geopolítico volvió de repente a la palestra con los ataques llevados a cabo el viernes por Israel en suelo iraní.
Según Nizard y Malali podríamos estar ante dos escenarios: “Una respuesta iraní a gran escala que provocaría una declaración de guerra israelí a gran escala, donde la principal consecuencia sería una interrupción de los flujos de petróleo, con el riesgo potencial del cierre del Estrecho de Ormuz y una subida incontrolada de los precios del crudo, lo que provocaría una fuerte corrección de los activos de riesgo ante el riesgo de una recesión económica mundial. O una respuesta más comedida por parte de Teherán, similar a anteriores fases de tensión entre ambos países en los dos últimos años, también con reacciones comedidas de las demás potencias regionales, lo que sugiere que, por el momento, no habría un cambio en el paradigma de seguridad y, por tanto, habría motivos para esperar que las tensiones no se extiendan a Oriente Medio en su conjunto”.
Implicaciones para la inversión
Según la valoración que hace Chirstian Gattiker, director de Investigación de Julius Baer, estamos ante lo que “algunos llaman la visión cínica de los mercados y otros, crisis geopolítica básica». Gattiker explica que, según su visión, “los mercados necesitan una mayor escalada en Oriente Medio para provocar una gran conmoción geopolítica”. Sin embargo, matiza que hasta que se aclare un cambio de impulso, el conflicto es una buena oportunidad para obtener ganancias tras dos meses de recuperación.
“La clave para los inversores no es solo si el conflicto continúa, sino si se intensifica en alcance o duración. Sin una ampliación rápida, por ejemplo: el estrecho de Ormuz, participación directa de EE.UU. o Arabia Saudita, o una implicación generalizada de actores proxy, es poco probable que el mercado reajuste los precios más allá del riesgo inicial. Hasta entonces, se trata más de un evento táctico que estratégico, y ofrece una buena excusa para que los operadores tomen beneficios y reevalúen sus posiciones”, señala Gattiker.
Gregor Hirt, director global de Inversiones (CIO) Multiactivos y director general de Allianz Global Investors, reconoce que ya había anticipado el riesgo de una escalada del conflicto en Oriente Próximo, dada la elevada volatilidad. “Los esfuerzos de Estados Unidos y otras potencias internacionales por alcanzar un acuerdo nuclear con Irán siguen estancados. Sin embargo, salvo que se produzca una nueva escalada, no creemos que el ataque suponga un punto de inflexión para los mercados bursátiles. Hasta ahora, ninguna instalación petrolera iraní se ha visto afectada e, incluso si se produjeran nuevos ataques contra los yacimientos de petróleo en Irán, consideramos que la situación sería manejable. Irán exporta únicamente 1,6 millones de barriles al día. La OPEP (principalmente Arabia Saudí) ya ha incrementado su producción, y solo Arabia Saudí dispone de una capacidad adicional de unos 3 millones de barriles diarios”, explica Hirt.
Para Chris Iggo, CIO de AXA Investment Managers, en un primer momento, la reacción del mercado fue lógica. “Como era de esperar, los precios del petróleo han subido y los futuros sobre índices bursátiles han caído. A menudo, estas perturbaciones geopolíticas tienen un impacto pasajero en los precios de mercado, pero el riesgo de un aumento significativo del precio del petróleo debido al conflicto entre Irán e Israel se suma a la incertidumbre macroeconómica”, matiza.
En cuanto a las implicaciones financieras y la asignación de activos, los expertos de Edmond de Rothschild AM apuntan que todos estos factores animan a los inversores a ser cautelosamente optimistas sobre el desenlace de esta situación geopolítica.“El elevadísimo nivel de incertidumbre obligará a mantener una mayor prima de riesgo geopolítico en los precios durante las próximas semanas, pero podría evitarse un repunte del brent hasta niveles que podrían debilitar la economía mundial o desencadenar una nueva oleada inflacionista si la OPEP, y Arabia Saudí en particular, acuerdan aumentar la producción”, afirman Nizard y Malali.
Su mensaje clave es que, en este contexto de gran incertidumbre, mantienen una cierta prudencia en nuestras inversiones en renta variable, sobre todo en la estadounidense, donde los precios de las acciones han subido más deprisa que el reciente crecimiento de los beneficios. “También tenemos la intención de adoptar una política de cobertura activa del riesgo cambiario del dólar, como venimos haciendo desde hace varios meses”, reconocen.
A qué estar atentos
Pese a que consideran que el conflicto y las agresiones no han escalado lo suficiente como para estremecer al mercado, los expertos de las firmas de inversión sí advierten de que hay varios aspectos que los inversores deberían vigilar. Para Hirt, uno de los principales riesgos para los mercados, y en particular para los precios del petróleo, sería un bloqueo prolongado del estrecho de Ormuz, la estrecha vía marítima que separa Irán de los Estados del Golfo. Según el experto de Allianz GI, por allí circulan unos 20 millones de barriles diarios, lo que representa un tercio del petróleo que se transporta por mar a nivel mundial. Irán ya ha amenazado en otras ocasiones con cerrarlo en caso de ataque. “Un bloqueo de este tipo probablemente provocaría un fuerte repunte en los precios del crudo y afectaría negativamente a las bolsas”, señala.
Sobre el petróleo, Kerstin Hottner, directora de Materias Primas en Vontobel, identifica dos riesgos concretos: “Bloquear el estrecho de Ormuz afectaría también a las propias exportaciones iraníes y podría tensar las relaciones con otros países productores de petróleo y grandes consumidores como China. En caso de ataques contra las instalaciones de exportación de petróleo iraní, existe la posibilidad de que se produzcan represalias contra otras infraestructuras de producción o exportación de petróleo, como se vio en 2019 cuando los ataques contra Saudi Aramco interrumpieron temporalmente la mitad de la producción de petróleo de Arabia Saudí”.
Desde Mirabaud van un paso más allá en su análisis y ponen el foco en los retos que supondría en el contexto actual una subida de los precios del petróleo: “En lo que va de año, la inflación estadounidense ha tendido a situarse en línea o un poco mejor de lo esperado, lo que ha sido tranquilizador incluso cuando el mercado sigue preocupado por el impacto a medio plazo de los aranceles. Sin embargo, la subida de los precios del petróleo renovaría la presión inflacionista en EE.UU. (y en otros países). Frente a unas perspectivas macroeconómicas de consenso que apuntan a una ralentización pero no a una recesión en EE.UU., una mayor presión inflacionista no es bienvenida, ya que podría limitar la capacidad y el apetito de la Reserva Federal para bajar los tipos de interés con el fin de gestionar la economía y evitar un aterrizaje brusco”.
Según la visión de Iggo, el mercado de renta variable es el que corre mayor riesgo de sufrir una corrección a medida que se materializan los riesgos macroeconómicos y políticos. “Los diferenciales crediticios también podrían volver a aumentar, aunque los fundamentos del mercado crediticio siguen siendo sólidos. ¿En qué situación quedan los bonos? El mercado repuntó en junio, pero creo que podría seguir subiendo, especialmente si los datos empiezan a presionar a la Fed para que recorte los tipos en la segunda mitad del año. Desde un punto de vista táctico, creo que el verano podría ser un periodo de rentabilidad superior para el mercado de bonos. Como mínimo, hay buenas razones para que la volatilidad vuelva a repuntar: los aranceles, el presupuesto, la inflación, los disturbios civiles y las crisis geopolíticas”, añade.
Por último, sobre renta fija, Elisa Belgacem, estratega sénior de crédito de Generali AM (parte de Generali Investments), destaca que el sentimiento de riesgo se resiente, pero los datos técnicos apoyan a los mercados de crédito. “Es poco probable que el reciente ataque israelí a Irán tenga un impacto inmediato importante en los mercados de crédito, dada la solidez de los indicadores técnicos del verano. Con una previsión limitada de nuevas emisiones y una demanda que sigue siendo fuerte, el entorno debería seguir siendo favorable. Sin embargo, el impacto negativo en la confianza pesa sobre los valores cíclicos, excepto los relacionados con el petróleo, que se beneficiarán de la subida de los precios del crudo. Entre los defensivos, favorecemos a los servicios públicos, que también están positivamente expuestos a la dinámica de los precios de la energía. Las empresas híbridas también deberían mostrar resistencia, debido a su elevada concentración en los sectores de la energía y los servicios públicos”, concluye Belgacem.