Las finanzas verdes constituyen un mercado que no para de crecer. En 2019, se emitieron alrededor de 400.000 millones de dólares en bonos verdes, sociales y sostenibles. La mayoría se definieron como bonos verdes y las ventas superaron el 53%. Asimismo, alrededor de 31 billones de dólares de fondos en todo el mundo se mantuvieron en inversiones sostenibles o verdes en 2018, un 34% más que en 2016.
Según señalan desde Fidelity International, las primeras conclusiones indican que el COVID-19 no hará otra cosa que acelerar la inversión sostenible, tanto a través de renta fija como variable. La pandemia ha supuesto un duró revés para la economía global y ha obligado a empresas y gobiernos a repensar sus estrategias, en este contexto, aquellas empresas que contaban con estrategias que implementaban criterios ESG han sobrellevado mejor la crisis.
El enfoque de inversión sostenible de Fidelity consiste en integrar las consideraciones climáticas en toda su franquicia. Asimismo, la entidad ha desarrollado estrategias temáticas específicas que invierten en las nuevas tecnologías que ayudan a reducir el impacto climático, así como en empresas que están realizando activamente la transición hacia actividades con menos emisiones de carbono. En cuanto a la renta fija, aunque invierten en bonos verdes certificados, Fidelity se centra, principalmente, en empresas que tienen una estrategia más amplia de descarbonización. “Nuestro enfoque es intrínsecamente a largo plazo, tanto para la renta variable como para la renta fija, lo que refleja el hecho de que las estrategias de reducción del carbono tienen fechas objetivo entre 2030 y 2050”, señala la entidad.
Reconstruyendo en verde
Desde Fidelity consideran que la política seguirá siendo un importante motor del mercado de la financiación del clima. Esto adopta dos formas: en primer lugar, los bancos centrales y los reguladores están trabajando en nuevas normas y herramientas para ayudar a las instituciones financieras a entender y actuar sobre los riesgos climáticos integrados en sus balances y carteras de inversión. En segundo lugar, cada vez más gobiernos se comprometen a financiar la ecologización de sus economías. La UE, por ejemplo, está movilizando al menos un billón de euros para inversiones sostenibles durante la próxima década.
Invertir a lo largo de toda la cadena de valor
Dentro de la renta variable, Fidelity se está concentrando en tecnologías y empresas que están (o están cerca de) hacer una contribución positiva a la reducción del carbono. Esto puede deberse a los incentivos políticos, al interés de los consumidores o a que estas tecnologías son más económicas que las heredadas. Por ejemplo, el sector de los vehículos eléctricos (VE) está creciendo gracias a las subvenciones en Europa y Asia, y el crecimiento debería acelerarse durante la próxima década a medida que el coste total de propiedad de un vehículo con batería se acerque al de uno de gasolina o diésel.
“Creemos que existen oportunidades de inversión a lo largo de toda la cadena de valor de las tecnologías con bajas emisiones de carbono. En el caso de los vehículos eléctricos, esto incluye a los fabricantes de semiconductores, los proveedores de materiales para baterías, los fabricantes de baterías, la infraestructura de recarga y los fabricantes de automóviles. Existen oportunidades comparables en las cadenas de valor de las energías renovables, la automatización industrial, los materiales de construcción como el aislamiento, los productos alimentarios alternativos y el reciclaje”, explican desde Fidelity.
Una visión más amplia
Según recuerdan los expertos de Fidelity, dentro de la renta fija, existen importantes oportunidades en los bonos emitidos por empresas que trabajan para mejorar su rendimiento medioambiental. “A pesar del crecimiento de la inversión climática, sólo el 6% de los bonos con grado de inversión emitidos en Europa son verdes. Como resultado, los bonos verdes tienen una prima, lo que reduce el rendimiento para los inversores”, aclaran.
Por ello, invitan a adoptar una visión más amplia. “Muchas empresas de sectores intensivos en carbono, como el del petróleo y el gas, están aplicando ahora estrategias transformadoras de reducción del carbono. La inversión climática debe captar y apoyar estas transiciones”, señalan.
Todos los sectores pueden contribuir. Por ejemplo, en el ámbito de la tecnología, Microsoft anunció no sólo que se convertiría en una empresa neutra en carbono para 2030, sino que también se propondría neutralizar todas las emisiones de la empresa desde su fundación en 1975, para 2050. “Creemos que las empresas que demuestran una ambición tan revolucionaria deberían estar reflejadas en las carteras”, insisten.
En 2020, la capacidad de recuperación de las empresas se ha puesto a prueba. Según explican desde Fidelity, mientras que el compromiso ESG ha demostrado su valor tanto en el mercado como en la sociedad, el trastorno desencadenado por COVID-19 ha puesto de manifiesto lo mucho que podrían empeorar las consecuencias de la inacción climática. “La mentalidad de los gobiernos, los consumidores y los inversores está cambiando y esperamos que la financiación climática, en sus diferentes formas, se incorpore cada vez más a la corriente principal”, concluyen.