La prórroga para la entrada en vigor de los aranceles estadounidenses en la Unión Europea expira el 8 de julio y para China el 12 de agosto. Mientras, el contador sigue corriendo y con ello las negociaciones. Las gestoras internacionales permanecen atentas a la evolución de las conversaciones entre los diferentes países afectados por los aranceles de la Administración Trump, pero lanzan un mensaje firme: las tarifas no van a desaparecer.
Para Anthony Willis, Senior Economist de Columbia Threadneedle Investments, más allá de las negociaciones y de los últimos acontecimientos judiciales, los aranceles ya son una realidad. “Incluso si los tribunales acaban dictaminando que la IEEPA no es un marco legal válido para imponer aranceles, existen otras vías que la Administración podría utilizar para alcanzar sus objetivos. Por ejemplo,la Ley de Comercio de 1974 contempla mecanismos para que el presidente imponga aranceles temporales con el fin de corregir “déficits graves y persistentes en la balanza de pagos de EE.UU.”, señala Willis.
Señala que los aranceles de la Sección 232, ya en vigor sobre el acero, el aluminio y los vehículos, siguen siendo una herramienta política válida. “De hecho, está previsto que el presidente Trump aumente el arancel del 25% sobre el acero y el aluminio hasta el 50% a finales de esta semana. También se están realizando investigaciones en otros sectores como el farmacéutico y el aeroespacial bajo esta misma sección”, añade.
Una visión que también comparte Gilles Moëc, economista jefe de AXA Investment Managers: “El presidente de EE.UU. sigue disponiendo de un vasto arsenal de aranceles que podría utilizar en caso de que el Tribunal Supremo diera la razón al CIT (Tribunal de Comercio Internacional). Existe el riesgo de que los negociadores de la UE, en lugar de tratar con un arancel principal sobre la mayoría de los productos, acaben teniendo que responder a una miríada de aranceles sectoriales, lo que podría complicar aún más el debate. Las últimas decisiones del Tribunal en EE.UU. y los nuevos anuncios de Donald Trump sobre los aranceles al acero y al aluminio podrían cambiar las características sobre cualquier futuro acuerdo”.
La actitud del mercado
Lo que a Willis le llama la atención es que los mercados bursátiles siguen adoptando una visión optimista ante los aranceles, incluso antes de que surgieran dudas sobre su legalidad. “Ahora nos enfrentamos a una incertidumbre aún mayor respecto al calendario de negociaciones o el alcance de lo que puede acordarse si el proceso judicial socava la mayoría de los aranceles actuales. La visión predominante, a pesar de la inseguridad legal, era que se alcanzarían acuerdos para reducir los aranceles hasta el nivel base del 10% para muchos de los principales socios comerciales de EE.UU. en las próximas semanas, antes de que finalice el plazo de 90 días para negociar a principios de julio. Sin embargo, ese calendario ya no es tan seguro. Los mercados financieros podrían encontrar algo de alivio si finalmente se retrasa la aplicación de aranceles, pero la firme apuesta de la Administración Trump por esta herramienta como instrumento de política comercial sigue intacta, y la incertidumbre persistente seguirá perjudicando al crecimiento económico”, explica el economista senior de Columbia Threadneedle Investments.
Para Yves Bonzon, CIO de Julius Baer, el repunte del S&P 500 ha supuesto un alivio para los inversores, pero a su juicio supone una “desconcertante anatomía” que presenta el mercado. De hecho, el principal índice bursátil estadounidense ha subido cerca de un 19% desde su mínimo del 8 de abril y cotiza muy por encima de los niveles previos al anuncio de los aranceles del Día de la Liberación, algo difícil de justificar desde una perspectiva fundamental. El CIO reconoce que si bien es cierto que, históricamente, los fuertes repuntes en mercados bajistas son la norma, no la excepción, en promedio, estos episodios han durado alrededor de un mes y medio para la renta variable mundial y han resultado en un repunte del 10% al 15% antes de que continuara la caída generalizada. “Por lo tanto, el repunte actual del índice S&P 500 no está completamente fuera de lugar, aunque sigue siendo desconcertante”, afirma Bonzon.
La posición de los inversores
En este contexto, los inversores minoristas han visto una oportunidad y lanzados a hacer compras. “Una posible explicación de la discrepancia entre los fundamentos y la actividad del mercado podría ser la creciente importancia de los inversores minoristas. No pretendo desacreditar la capacidad de los inversores individuales, pero varios estudios han demostrado que una mayor participación de los inversores minoristas reduce la eficiencia del precio de las acciones en el mercado. Debido a la información incompleta, los inversores minoristas actúan como operadores de ruido desinformados, que compran y venden al azar. Esto no es sorprendente, considerando que el inversor individual promedio dedica solo seis minutos a investigar una acción antes de comprarla”, comenta Bonzon.
Desde BlackRock Investment Institute (BII) destacan que los inversores exigen ahora una mayor compensación por el riesgo de mantener en cartera bonos de largo plazo. “Consideramos que se trata de una vuelta al pasado y mantenemos nuestra infraponderación, por la que llevamos optando bastante tiempo. Los rendimientos de los bonos estadounidenses a largo plazo subieron desde los mínimos de abril, porque los acontecimientos políticos, como el proyecto de ley presupuestaria, centran la atención en la sostenibilidad de la deuda estadounidense”, apuntan.
La gestora considera que esto ha reavivado los interrogantes sobre el papel diversificador de los valores del Tesoro. “Llevamos mucho tiempo hablando de que los inversores aceptaban una prima de riesgo baja, o incluso negativa, por los valores del Tesoro estadounidense, y diciendo que esperábamos que eso cambiara. Esto está ocurriendo ya, y provoca la subida de las rentabilidades de la deuda pública de los mercados desarrollados. Mantenemos la infraponderación de los bonos de largo plazo, pero preferimos la zona euro a EE.UU.”, añaden desde BlackRock Investment Institute (BII).
Renta fija y renta variable
Ante el aumento de la incertidumbre, Álvaro Peró, director de inversiones de renta fija de Capital Group, reconoce que se están centrando en reforzar la resistencia y el equilibrio de las carteras. “Las implicaciones de los aranceles anunciados recientemente en EE.UU. podrían alterar significativamente el panorama del crecimiento mundial, un escenario que los mercados están empezando a apreciar. Hemos tratado de construir carteras que reflejen riesgos equilibrados entre los factores de exceso de rentabilidad”, afirma Peró.
En su opinión, posicionarse a favor de una curva de tipos más pronunciada proporciona a los inversores perspectivas favorables en términos de riesgo-recompensa y podría servir como cobertura contra el riesgo para complementar la exposición al riesgo en otros ámbitos. “Esta posición podría beneficiarse ya sea por una ralentización económica peor de lo previsto o porque la inflación y la mayor dinámica del déficit hagan subir los rendimientos a largo plazo. Vemos la duración de forma más positiva dado que el ritmo de crecimiento se está ralentizando, la incertidumbre está creciendo y los riesgos de recesión están aumentando. Una posición infraponderada en duración global podría ser beneficiosa, ya que el estímulo fiscal en los mercados desarrollados no estadounidenses podría hacer que se redujera el diferencial entre los tipos a largo plazo estadounidenses y no estadounidenses”, señala.
Respecto a la renta variable, desde BlackRock Investment Institute (BII) destacan que la renta variable estadounidense avanzó casi un 2% la semana pasada, de la mano de los valores tecnológicos.
Por su parte, Hywel Franklin, Head of European Equities en Mirabaud Asset Management, insiste en que la diferencia de valoración entre EE.UU. y Europa se ha ampliado con el tiempo, y ahora se encuentra en niveles bastante extremos. “La renta variable estadounidense sigue ofreciendo primas a pesar de su estrecho perfil de liderazgo y de la creciente incertidumbre geopolítica. En cambio, Europa ofrece una amplia exposición a empresas de alta calidad que cotizan a niveles históricamente atractivos”, indica.
En concreto, Franklin pone el foco en las pequeñas empresas europeas, en particular, destacan por estar infravaloradas y pasadas por alto. “Mientras que las empresas estadounidenses de pequeña capitalización se enfrentan a un coste de capital más elevado y a un panorama de inversión saturado, muchas de sus homólogas europeas cotizan a niveles que no se veían desde la crisis financiera mundial. A medida que mejora el rendimiento relativo, algunos inversores ya están aprovechando el reciente repunte del mercado para reorientar sus asignaciones desde EE.UU. hacia la renta variable europea. También se espera que aumente la actividad de fusiones y adquisiciones, gracias al respaldo de las valoraciones”, argumenta.