“¡Los mercados emergentes han muerto, larga vida a los mercados emergentes!”, proclama el último informe de Bank of America. El banco, al igual que las gestoras internacionales, destacan que los fundamentales de los países emergentes siguen siendo sólidos y ofreciendo oportunidades de inversión, tanto en renta fija como en renta variable.
Los expertos coinciden en que, a pesar de la resistencia mostrada en el primer trimestre, la actividad en los mercados emergentes se verá afectada en adelante por los nuevos aranceles de EE.UU. a través del canal de exportaciones y la incertidumbre, siendo Asia la región más vulnerable, mientras que América Latina se verá menos impactada. Sin embargo, defienden que los fundamentales macroeconómicos de los mercados emergentes siguen siendo sólidos y los bancos centrales aún tienen margen de maniobra.
El caso de deuda
Según el análisis de BofA, la deuda de mercados emergentes ha superado en rentabilidad a otras clases de activos en lo que va del año, así como a los bonos del Tesoro de EE. UU. desde la pandemia, pero los flujos hacia no han seguido ese camino. “La solución a esta aparente contradicción está en cómo se miden los flujos hacia EM. Son mejores de lo que parecen, y creemos que seguirán mejorando. Por ello, mantenemos la visión estructuralmente optimista que adoptamos el Día de la Investidura”, defiende la entidad.
Sus analistas argumentan que los mercados emergentes son estructuralmente alcistas,idea que defienden desde el primer trimestre del año. “Los mercados emergentes son un diversificador útil para la cartera.Suponen el 80% del crecimiento global, el 30% del PIB en dólares, el 25% de la deuda negociable, pero solo el 5% de la inversión de cartera”, señalan.
En su opinión, los inversores no especializados en mercados emergentes están desempeñando un papel cada vez más importante como compradores de deuda emergente, aunque no aparecen reflejados en los datos tradicionales de flujos hacia fondos. “Antes se les llamaba ‘turistas’, pero creemos que se están convirtiendo en ‘residentes’. Los grandes flujos hacia fondos globales, mucho mayores que los fondos dedicados a mercados emergentes, están siendo parcialmente destinados a activos emergentes. Los fundamentos más sólidos y las mejores calificaciones crediticias han hecho que muchos de estos países sean más accesibles para inversores globales no especializados. Pensamos que estas posiciones crossover más estables son un factor estabilizador para la deuda emergente”, sostienen desde BofA.
En busca de rendimientos
Para Guillaume Tresca, estratega senior de mercados emergentes en Generali AM, coincide con el análisis de BofA respecto a que los rendimientos de la renta fija de los mercados emergentes fueron resistentes en el primer trimestre, pero considera que ese rendimiento será difícil de mantener y sólo se producirá si los tipos de interés estadounidenses no repuntan y la actual ralentización del crecimiento en EE.UU. no se convierte en una recesión.
En este contexto, Tresca mantiene un enfoque defensivo y se vuelve neutral a la deuda externa frente a la deuda local. “La deuda local de los mercados emergentes se ha mostrado más resistente de lo previsto inicialmente. De hecho, una característica particular del entorno reciente ha sido el debilitamiento del dólar, que ha beneficiado fuertemente a las divisas de los mercados emergentes, pero su continua debilidad también sigue siendo una hipótesis sólida”, explican.
En deuda externa, el estratega mantiene su preferencia por investment grade en emergentes frente al high yield, el motivo: el esperado impacto de los aranceles de EE.UU. sobre estas economías. “Recientemente hemos observado cierta descompresión de los diferenciales y el riesgo es que veamos más si la ampliación del crédito estadounidense continúa expandiéndose. Aún no estamos en niveles recesivos de diferenciales de los mercados emergentes y, dados los ajustados niveles históricos, es posible que los inversores prefieran esperar a mejores puntos de entrada. Por tanto, hemos elevado nuestras previsiones de diferenciales en 35 puntos básicos. En cuanto a la calificación, preferimos investment grade, ya que en esta categoría los mercados emergentes han superado al investment grade estadounidense, mientras que los EM HY son caros tanto históricamente como en relación con el crédito estadounidense”, añade.
El segundo mensaje que lanza Tresca es favorecer los tipos de los mercados emergentes frente a las divisas. “Preferimos los tipos de los mercados emergentes, ya que los bancos centrales, especialmente en Asia, tienen margen para relajarse. Incluso en Europa Central y Oriental, la dinámica de la inflación permite una relajación, mientras que, en Latinoamérica, especialmente en México, los tipos reales siguen siendo elevados”, afirma.
El salto a la renta variable
En opinión de James Donald, director de mercados emergentes de Lazard Asset Management, observa un mayor interés de los inversores por la renta variable de los mercados emergentes. La razón no es tanto un cambio en el atractivo de los mercados emergentes, sino más bien un mayor escepticismo hacia los mercados desarrollados, especialmente el estadounidense. “El atractivo relativo es el fenómeno que ha deprimido el rendimiento de la renta variable de los mercados emergentes en comparación con las bolsas de los países desarrollados en los últimos años. Los inversores buscaban acciones estadounidenses con sesgo de calidad, aunque fueran y sigan siendo muy caras. Esto permitía a los inversores obtener buenos rendimientos con un perfil de riesgo comparativamente más bajo. Sin embargo, los mercados emergentes son en realidad mucho más atractivos en comparación, sobre todo en términos de valoraciones: la relación precio/beneficios en el MCSI USA es de casi 20,5 frente a 12 en el MSCI EM Index. Es una diferencia muy grande. El beneficio por acción es de 15,6 USD en los mercados emergentes, frente a los 13 USD de los EE.UU. Sólo la rentabilidad de los fondos propios es superior en EE.UU., con un 20%, frente al 13% de los mercados emergentes”, argumenta Donald.
Según su reflexión, los vientos pueden estar cambiando, ya que los riesgos geopolíticos han puesto últimamente en tela de juicio la supuesta seguridad de los países desarrollados. Por el contrario, algunos países emergentes parecen incluso beneficiarse de la política arancelaria del presidente estadounidense. “México, por ejemplo, no sólo se ha librado de las medidas estadounidenses, sino que la presidenta Sheinbaum parece más favorable a las empresas que su predecesor. El país vuelve a atraer el interés de los inversores tras un año muy malo para la renta variable en 2024. También consideramos que Brasil es una región interesante del continente latinoamericano con un gran potencial para recuperar terreno después de que el año pasado también fuera muy desagradable aquí, con pérdidas de casi el 30%”, señala.
Oportunidad en los dividendos
A la hora de aproximarse a la renta variable emergente, Matt Williams, Senior Investment Director, Global Emerging Markets Equities, Aberdeen Investments, reconoce que los mercados emergentes suelen considerarse una clase de activo asociada al potencial de crecimiento, pero no a las rentas o ingresos. “Creemos que los mercados emergentes se están convirtiendo en un destino atractivo para los inversores centrados en rentas, ya que ofrecen una combinación poco habitual de altos rendimientos por dividendo y un sólido potencial de crecimiento. Con casi el 85% de las empresas de los mercados emergentes pagando dividendos en la actualidad —muchas de ellas con un rendimiento superior al 3%—, el panorama ha cambiado significativamente con respecto a la narrativa tradicional centrada exclusivamente en el crecimiento”, defiende Williams.
Según su visión, estos ingresos no se limitan a un conjunto reducido de sectores, sino que abarcan una amplia gama de industrias y geografías, respaldados por unos sólidos fundamentales corporativos y por el momentum económico. “Es importante destacar que invertir en renta en los mercados emergentes no significa sacrificar el crecimiento. Los pagos de dividendos han crecido a una tasa compuesta anual cercana al 12% en las últimas dos décadas, superando a los mercados desarrollados. Este crecimiento se sustenta en el aumento de los flujos de caja, la solidez de los balances y el incremento de las ratios de reparto, lo que convierte a los dividendos de los mercados emergentes en un factor influyente para la rentabilidad total. Por último, a medida que la economía mundial entra en un nuevo ciclo de inversión marcado por cambios estructurales, como los reajustes arancelarios y la transformación tecnológica, creemos que los mercados emergentes están bien posicionados para beneficiarse. Desde el hardware tecnológico y las infraestructuras hasta las marcas de consumo nacionales, las oportunidades son abundantes.