“Los mercados privados de América Latina—particularmente en private equity, venture capital e infraestructura— están entrando en una nueva fase de madurez. Según un informe de J.P. Morgan Private Bank, América Latina ya no es vista solo como una fuente de oportunidades aisladas, sino como un mercado estructuralmente relevante. Aunque los flujos de capital se redujeron respecto a los picos de 2021, la resiliencia de los fondos y la consolidación institucional están fortaleciendo la base del ecosistema inversor.
La pandemia fue un catalizador transformador. Durante esos años, miles de empresas tecnológicas latinoamericanas —especialmente fintechs y startups de comercio electrónico— captaron inversiones récord. Si bien muchas de esas valoraciones se ajustaron después, el impacto estructural fue profundo:
* Se aceleró la digitalización de consumidores y empresas.
* Se profesionalizó el capital de riesgo regional, con la creación de fondos especializados y coinversiones con family offices y bancos locales.
* Se consolidaron sectores que antes eran marginales, como la logística digital, la tecnología aplicada a la salud (healthtech) y la educación en línea (edtech).
Ahora, el mercado entra en una etapa más disciplinada, con mayor énfasis en la rentabilidad y la sostenibilidad del crecimiento, en lugar del simple crecimiento exponencial.
Brasil y México: polos de atracción de capital
El informe de JP Morgan identifica a Brasil y México como los centros gravitacionales** del auge de los mercados privados.
Brasil, con su gran tamaño y madurez financiera, concentra la mayoría de los fondos de private equity de la región. Las reformas regulatorias y un ecosistema de capital más desarrollado han permitido el surgimiento de unicorns y fondos locales robustos.
México, por su parte, se ha beneficiado de la reconfiguración global de las cadenas de suministro (el nearshoring), convirtiéndose en un destino estratégico para empresas que buscan instalar operaciones cercanas a Estados Unidos. Esto ha impulsado la demanda de inversiones en infraestructura, manufactura avanzada, energía limpia y bienes raíces industriales.
En ambos países, la confianza del inversionista extranjero ha mejorado, apoyada por políticas macroeconómicas más prudentes y por el fortalecimiento de las instituciones financieras locales.
Una de las tendencias más destacadas es el crecimiento del capital doméstico. Los fondos de pensiones, aseguradoras y family offices latinoamericanos están desempeñando un papel cada vez más relevante en la financiación de proyectos privados. Así, ha disminuido la dependencia del capital internacional.
Sectores más dinámicos y promesas a futuro
Según JP Morgan los sectores más dinámicos para Américas Latina son la tecnología y digitalización, la salud y biotecnología, el consumo de las clases medias emergentes, entre otros.
Un capítulo aparte merece dos oportunidades: América Latina posee ventajas competitivas en energía renovable. Brasil, Chile y México lideran proyectos de solar, eólica y biocombustibles, mientras que los fondos internacionales buscan alinear rentabilidad con impacto ambiental positivo. Por otro lado, está el nearshoring que está generando demanda de inversión en puertos, carreteras, centros logísticos y parques industriales. Las public-private partnerships (PPP) vuelven a posicionarse como vehículos atractivos.
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