Tras un año lleno de reuniones, viajes, mercados en constante movimiento y decisiones estratégicas, la llegada del invierno ofrece algo distinto: una pausa luminosa. Los mercadillos navideños en España y Europa se convierten en escenarios donde lo cotidiano se suspende y lo emocional se sitúa en el centro. Profesionales del sector de la gestión de activos nos cuentan cuáles son los que forman parte de su propio mapa emocional de la Navidad, y cómo cada uno de ellos se ha convertido en tradición, en ritual y en regreso.
La vida financiera se organiza en cifras, plazos, perspectivas e informes. Pero diciembre trae una textura diferente: olores, sonidos, rituales y memorias. Cada ciudad y familia tiene su manera de anunciar que la Navidad ha llegado. Para algunos, el momento es el encendido de las luces. Para otros, el primer villancico. Para muchos, sin embargo, el verdadero inicio se siente cuando cruzan las primeras casetas de madera de un mercadillo navideño. Allí, entre puestos de velas artesanales, belenes, dulces típicos y adornos brillantes, todo parece detenerse un instante.
España: tradición, familia y el encanto de lo cotidiano
En España, los mercadillos navideños tienen una identidad propia: son un punto de encuentro y de paseos familiares; un escenario de recuerdos compartidos.
El situado en la Plaza Mayor de Madrid es quizá el más emblemático. Para Isabel Lamana, Sales Manager para Iberia en DNB AM, visitarlo forma parte del ADN familiar. Lamana no lo recuerda como un espacio turístico, sino como el escenario de bromas entre primos, bocadillos de calamares y churros con chocolate. Y también, Cortylandia: “¡Esa cancioncilla sigue marcan- do el inicio de las fiestas!” Cada visita, según relata, implica una misión: buscar un belén que su madre aún no tenga. No es una compra, sino un ritual.
Iván Díez, director para Iberia y Latinoamérica en La Financière de l’Échiquier, también vuelve a la Plaza Mayor cada año, pero por una razón distinta. El experto lo describe como un espacio para frenar: mientras el año avanza acelerado, el mercadillo ofrece la posibilidad de caminar sin prisa. Describe su día perfecto en un mercado navideño, como un paseo a última hora de la tarde, cuando se encienden las luces y el ambiente se vuelve mágico. Le gusta ir con amigos o familiares, “compartir un chocolate caliente con churros, reír y recordar buenos momentos”, porque “lo que hace especiales a estos mercados no es lo que compras, sino lo que experimentas”.
Isabel Lamana (DNB AM): “Mi cumpleaños coincide con el puente de diciembre, por lo que solemos viajar y muchos destinos han sido elegidos por sus mercadillos”
Para Adela Cervera, Business Development Manager en Jupiter AM, la Plaza Mayor está liga- da directamente a su infancia. Su abuela llevaba a todos los primos cada año, y después su padre si- guió la tradición. Hoy, cuando vuelve, siente que atraviesa una puerta hacia su propia historia familiar. Pasea, mira, escucha, huele y en ese gesto ocurre algo sencillo y poderoso: reconoce su hogar emocional de esta época.

El mercadillo navideño de Madrid también es un referente imprescindible para Lucas Monjardín, vicepresidente, socio y director de inversiones en ValueTree, que valora su encanto clásico y cercano, un espacio que mantiene el espíritu castizo de Madrid “a pesar de la influencia global de Papá Noel”. Aprecia que los mercadillos reflejan la tradición auténtica de la Navidad, aunque también admite que, en los últimos años, se han profesionalizado y cuentan con una mayor oferta. Eso sí, para él lo más valioso sigue siendo la atmósfera y la experiencia.
Más al norte, el mercadillo de la Catedral de León representa la esencia local. Diego Andrés Gutiérrez, Senior Client Relationship Support Manager en Candriam, destaca la mezcla perfecta entre arquitectura gótica, frío de invierno y ambiente cercano. Su plan perfecto es claro: pasear al caer la tarde, hacer una foto frente a la catedral iluminada y terminar el día con tapas en el Barrio Húmedo.
Este hábito de acudir al mercadillo de su ciudad natal le da para contar anécdotas relacionadas con él, como encontrarse con un amigo de su etapa en Londres al que hacía cuatro años que no veía y que estaba de fin de semana por León. “¿Cuántas posibilidades existen de coincidir sin avisarnos previamente?”, se pregunta de manera retórica.
Europa: la Navidad que parece pintura
Pero algunas también se persiguen lejos de casa. En Alemania, los mercadillos forman parte de la identidad cultural desde el siglo XV, y probablemente ningún país defiende tan bien la estética clásica de la Navidad europea.
Melanie Lange, directora de Federated Hermes Iberia, lo vive de forma personal: “El mercadillo de Colonia conecta con mi infancia. El glühwein, la canela, las almendras, la catedral… cada aroma cuenta una historia”. La experta explica que este mercadillo navideño se despliega a los pies de la catedral gótica, y es capaz de transportarla directa- mente a su infancia. “Recuerdo pasear entre los puestos con el inconfundible aroma a glühwein, canela, almendras y bratwurst”. Lange, que a día de hoy vive en Madrid, cada vez que tiene la oportunidad de volver, lo hace “con la misma ilusión de entonces”, ya que “es una tradición que conecta con mis raíces y con el verdadero espíritu navideño”.

Un poco más al sur, el mercadillo de Ravennaschlucht, en la Selva Negra, lleva el concepto a otro nivel. Cervera sueña con vivirlo este año. “He leído que se monta bajo un viaducto iluminado, entre árboles nevados, que tiene ese ambiente navideño clásico con casetas de madera, vino caliente y música”. De momento, le parece “un sitio con muchísimo encanto y una buena manera de vivir la Navidad” y admite que los países del norte de Europa “son los mejores creando los ambientes navideños”.
Monjardín, por su parte, sueña con ir a Viena, por su tradición que data del siglo XIII, su ubicación frente al ayuntamiento y la mezcla de historia, frío y belleza que define su espíritu navideño. También recuerda con cariño un viaje familiar a Alemania que precisamente coincidió con el mercadillo de Nüremberg, un escenario auténtico que parece “suspendido en el tiempo, como una escena de película”.
Adela Cervera (Jupiter AM): “Pasear por el mercadillo de la Plaza Mayor sigue siendo para mí la señal de que la Navidad ha empezado”
Pero no todas sus experiencias son tan solemnes. También hay hueco para anécdotas curiosas. El experto de Value Tree relata que, durante un paseo por el mercadillo local de Edimburgo, terminó entablando conversación con un artesano sobre inversiones, “algo que le sorprendió y le hizo sonreír”. En definitiva, “la gente y sus historias son lo que hace especiales estos merca- dos”, concluye.
Por otro lado, si hay un destino que aparece en todas las conversaciones es Alsacia. Colmar y Estrasburgo son algo más que ciudades decoradas: son escenografías navideñas completas.

Calles estrechas, fachadas entramadas, ventanas cubiertas de guirnaldas, luces que cuelgan de balcón a balcón como líneas de estrellas. Cada plaza tiene su propio mercado, su propio olor y su propio ritmo. Andrés, desde Candriam lo describe como un viaje pendiente, una fantasía por cumplir.
Lucas Monjardín (ValueTree): “Viena es mi sueño pendiente. Esa mezcla de historia, frío y belleza parece esculpida para el espíritu navideño”
Díez reconoce que lo guarda en la lista de deseos y Lamana ya lo ha vivido: “Mi cumpleaños coincide con el puente de diciembre, por lo que solemos viajar y muchos destinos han sido elegidos por sus mercadillos: Colmar, Friburgo, Lucerna, Disneyland, Ravenna Gorge, Viena, Colonia, Baden-Baden, ¡donde puedes combatir el frío en sus piscinas termales!”




