La crisis del COVID-19 no se parece a nada de lo que hayamos enfrentado hasta ahora. Sin embargo, empezamos a percibir un rayo de esperanza. También los mercados parecen haber superado lo peor. Para los inversores que adoptan una visión específica de las empresas, creemos que ahora es el momento de considerar la inversión en renta variable europea.
Europa sigue siendo uno de los mercados de renta variable más profundos y líquidos del mundo, con una economía que rivaliza en tamaño con la de EE.UU. y China. También tiene la complejidad de múltiples países, monedas, culturas y sistemas legales. Es en esta complejidad donde surgen las oportunidades.
En el pasado, muchos inversores han infraponderado la renta variable europea debido al decepcionante crecimiento económico y la confusión política. Sin embargo, esta aversión pasa por alto el carácter global de muchas empresas europeas. Ámbitos como la sanidad, la tecnología y los productos básicos de consumo, en los que Europa tiene muchos líderes mundiales, tienen conexiones muy limitadas con la demanda interna. En cambio, se benefician de tendencias estructurales más generales, como la digitalización, el envejecimiento de la población y el aumento de la clase media en los mercados emergentes.
De hecho, en conjunto, más del 54% de los ingresos de las grandes empresas que cotizan en bolsa proceden de fuera de la Unión Europea, sobre todo de Estados Unidos y Asia. Esto significa que pueden generar rendimientos positivos independientemente de las condiciones de sus mercados domésticos.
Ganadores en todo el espectro de la capitalización bursátil
La complejidad de Europa también supone que hay oportunidades para invertir en empresas de alta calidad de toda la escala de capitalización del mercado. Por ejemplo, las empresas de pequeña y mediana capitalización. En este caso, muchas de ellas están a la vanguardia de la transición a un mundo más eficiente, más ecológico y más digital. Las empresas más pequeñas están ahora a la cabeza de todos los ámbitos, desde el suministro de alimentos hasta la automatización de fábricas.
Las compañías de pequeña y mediana capitalización también ofrecen diferentes fuentes de rentabilidad frente a las de mayor tamaño, lo que supone una diversificación inestimable como parte de una cartera más amplia. Sin embargo, a pesar de todas estas ventajas, las empresas de pequeña capitalización cotizan a valoraciones casi mínimas en relación con las de gran capitalización. Además, los analistas las cubren poco, lo que crea grandes oportunidades para los inversores activos y con buenos recursos.
¿Dónde vemos oportunidades?
Somos inversores bottom-up. Sin embargo, vemos tres temas que creemos que impulsarán los mercados europeos.
Europa está a la vanguardia del «capitalismo responsable»: muchas empresas son líderes mundiales en materia ESG (medio ambiente, sociedad y gobernanza) y obtienen una puntuación media superior a la de sus homólogas internacionales. Por lo tanto, están en una buena posición para beneficiarse del avance hacia un mundo más sostenible. Europa ya cuenta con muchos líderes del sector, como Kingspan (aislamiento y revestimiento), Ørsted, (energía eólica) y Vidrala (fabricante de envases de vidrio).
Las empresas europeas tienen puntos fuertes demostrables en materia de propiedad intelectual: la consolidación en el sector industrial ha creado gigantes en nichos altamente rentables, de rápido crecimiento y que son defendibles. Mientras tanto, Europa alberga algunas de las marcas de consumo más reconocidas, establecidas y codiciadas del mundo. Muchas de ellas tienen exposición al consumidor emergente. Entre las empresas más destacadas se encuentran Moncler y LVMH, las marcas de lujo italiana y francesa. Europa también ha desarrollado una amplia experiencia en el ámbito de la salud, con empresas líderes en áreas como la tecnología médica, el desarrollo de medicamentos y las pruebas de diagnóstico.
La experiencia histórica de Europa en el ámbito de la industria le confiere una sólida posición en el desarrollo de soluciones tecnológicas para este sector:a medida que la industria se digitaliza y, tras haber ido a la zaga de los valores FAANG durante años en el desarrollo de plataformas de consumo, vemos un mayor potencial para que Europa se beneficie. Esto debería hacer que la brecha de rendimiento tecnológico con respecto a EE.UU. comience a cerrarse. Por ejemplo, la empresa suiza Komax es líder mundial en la automatización de la manipulación de cables en la industria del automóvil. La propiedad intelectual de sus equipos ofrece a los clientes la oportunidad de reducir costes y mejorar la eficiencia de la fabricación. Otro líder es Nemetschek. Su liderazgo en software de ingeniería y construcción ayuda a las empresas a operar de forma más eficiente, a reducir los residuos y a ahorrar costes.
Columna de Ben Ritchie, Head of European Equities, y Andrew Paisley, Head of Smaller Companies de ASI
Pixabay CC0 Public Domain. Un universo de oportunidades en Small Caps globales, con Allianz GI
El reciente rally de las small caps puede no ser únicamente un destello en la oscuridad. La historia parece estar a favor de estas compañías de pequeña capitalización. Desde el 14 de agosto de 2020, el índice Russell 2000 se ha estado moviendo al alza después de que la media móvil de 50 días sobrepasara la media móvil de 200 días, conocido en el mercado como el ‘cruce dorado’.
El índice subió más de un 50% el pasado año y su tendencia continúa siendo alcista. El índice global de small caps MSCI World Small Capterminaba 2020 con un avance por rentabilidad del 16,47%.
Según indicaba Marketwatch, desde 1960 los rendimientos anualizados del S&P 500 fueron casi un 6% más bajos cuando las acciones de pequeña capitalización lideraban las subidas. Se estima que, en realidad, una cartera compuesta por un 50% de efectivo y un 50% de compañías de pequeña capitalización podría batir al S&P 500 en los próximos años por rentabilidad, con una volatilidad equivalente.
Y parece poco probable que el actual entorno de incremento de los rendimientos descarrile esta trayectoria, ya que las acciones de empresas de pequeña capitalización han mostrado una ventaja decisiva en su evolución durante los últimos períodos en los que los precios de las acciones y los rendimientos de los bonos se movieron en sincronía.
De la categoría VDOS de Renta Variable Internacional Global Small/Mid Cap, Allianz Global Small Cap Equity es el más rentable en el año, con una revalorización del 11,64% en su clase IT en dólares.
El fondo representa los nombres de más alta convicción de cuatro estrategias regionales subyacentes de pequeña capitalización: Estados Unidos, Europa, Japón y Asia ex-Japón. La selección de valores es el motor clave de los rendimientos relativos, ya que la asignación regional del fondo es neutra para el índice de referencia y existen controles de riesgo para garantizar que las desviaciones por sector no sean demasiado grandes.
El equipo gestor cree que las empresas más pequeñas reciben una mayor atención por parte de los inversores y analistas locales, quienes apoyados por recursos locales, están familiarizados con las diferentes estructuras de empresas, modelos de negocio, mercados finales, culturas y gestión de las empresas locales asociadas con cada región.
Por lo tanto, su estrategia Global Small Cap contiene las mejores ideas seleccionadas por sus gestores de cartera regionales, todos ellos expertos dedicados a este segmento de mercado de pequeña capitalización. Las ponderaciones sectoriales y por países no se gestionan activamente, sino que son el resultado de las decisiones basadas en el análisis individual de compañías de abajo hacia arriba (bottom-up).
Así pues, la selección de acciones es el enfoque principal de la estrategia. De forma deliberada mantienen exposición regional neutra respecto al índice de referencia, el MSCI Wold Small Cap Total Return (NET), ya que consideran que las asignaciones activas, regionales y de países, son fuentes poco fiables de rendimiento cuando se trata de invertir en acciones de pequeña capitalización. Entienden que las empresas más pequeñas tienden a tener un enfoque local, por lo que su análisis toma en consideración la forma en que el entorno económico local puede afectar a las perspectivas de negocio de una empresa.
El equipo de Allianz Global Small Cap Equity es responsable de la gestión de la estrategia Global Small Cap. El gestor principal de la cartera es Andrew Neville, CFDS, responsable de supervisar el proceso de inversión de la estrategia en su totalidad. Andrew tiene también la responsabilidad de analizar el universo mid cap, proporcionando ideas a carteras británicas y europeas.
Se incorporó a Allianz Global Investors en julio de 2004 como gestor de cartera especializado en carteras de pequeñas y medianas empresas del Reino Unido y se convirtió en el gestor líder de Global Equity Small Cap en 2010.
Anteriormente, Andrew dirigió el Baring UK Smaller Companies Trust, así como una serie de mandatos institucionales de empresas más pequeñas del Reino Unido, desde Baring Asset Management. Fue también gestor de cartera en AIB Govett Asset Management. Andrew es contador colegiado certificado. También trabajó previamente como gerente de Auditoría para Deloitte & Touche.
La estrategia se asigna a cuatro sub-carteras regionales: América del Norte, Europa, Japón y Asia Pacífico. Cada sub-fondo tiene un gestor de cartera regional con sede en el país, que tiene toda la responsabilidad de su respectiva sub-cartera, en términos de asignaciones específicas de país, sectorial y de acciones individuales. Los gestores de cartera responsables de la construcción de cada subfondo son: para Asia Pacífico ex Japón, Stuart Winchester; para Europa, Heinrich Ey; para Japón, Qué Nakatsuka; y para América del Norte, Jeffrey D. Parker.
El proceso de inversión de Allianz Global Small Cap Equity se basa en tres elementos clave: análisis, construcción de la cartera y ejecución. Los equipos regionales de pequeña capitalización aplican filtros mínimos de capitalización de mercado y liquidez a sus respectivas regiones. Esto resulta en un universo global de inversiones globales de aproximadamente 5.000 empresas (componentes del Índice MSCI World Small Cap y empresas de capitalización de mercado similar).
Los gestores de cartera regionales hacen un seguimiento constante del universo invertible con la ayuda de diferentes herramientas (Bloomberg, DataStream y HOLT Value Search) para analizar el universo de inversión e identificar ideas atractivas. La selección de acciones, en base a análisis fundamental bottom-up, está en el centro de su proceso de inversión, dando como resultado una lista de candidatos atractivos. Su objetivo es identificar acciones de alta calidad, que el mercado aún no ha anticipado del todo, que sirvan de motor al rendimiento de la estrategia.
En comparación con la renta variable de gran capitalización, las visitas a compañías y las reuniones de gestión son de mayor importancia en este enfoque de inversión. Tras el análisis estratégico y financiero de la empresa (modelo de negocio, entorno de mercado, competencia, barreras de entrada, solidez financiera), generalmente hay una serie de reuniones de gestión para discutir temas específicos. Además, el equipo gestor se reúne con proveedores, clientes, competidores y analistas del mercado.
A partir del universo invertible, sobre el que llevan a cabo análisis completos y rigurosos, los equipos regionales de Small Cap identifican aquellas acciones que cumplen con los umbrales de crecimiento, calidad y valoración establecidos por el equipo gestor. Las empresas de alta calidad son aquellas que muestran una gestión sólida y estrategias de negocio claras y medibles.
La transparencia es también importante para determinar su calidad general. La empresa también debe demostrar perspectivas de crecimiento superiores, como crecimiento sostenido de las ganancias o aceleración del crecimiento cíclico, y productos o servicios patentados. Las acciones finalmente deben tener potencial alcista. Estos criterios de calidad, crecimiento y valoración deben cumplirse antes de que una acción pueda convertirse en un posible candidato a formar parte de la cartera.
El punto de partida para la construcción de carteras es siempre la cartera existente; las nuevas ideas de inversión tienen que suponer un desafío para las posiciones existentes. La ponderación de una acción está en función de la convicción. La posición máxima por seguridad es del 2%, aunque normalmente las mayores ponderaciones son de entre el 1,2% y el 1,5%.
La cartera global de small caps se construye a partir de las carteras regionales. De acuerdo con los enfoques tradicionales, esta cartera sería el resultado de agregar estas cuatro carteras regionales (con la asignación determinada por la capitalización de mercado de cada región en el Global Small Cap Index) para formar una cartera global de entre 155 y 190 acciones.
La métrica de rentabilidad y el análisis/gestión de riesgos son fundamentales para el proceso de inversión del fondo. Para el control de las carteras, emplean el modelo multifactorial ‘Wilshire’ que ofrece parámetros de riesgo como error de seguimiento, beta de cartera y volatilidad. Para controlar el riesgo general de la cartera en relación con el índice de referencia, han definido un presupuesto de riesgo.
Todos los miembros del equipo de Global Small Cap tienen acceso a ‘Wilshire’ para generar análisis ad hoc de rendimiento y riesgo. Las ponderaciones sectoriales son el resultado de la selección de acciones individuales de abajo hacia arriba. No obstante, se analizan las carteras en busca de riesgo total y riesgo relativo (tracking error) para revelar cómo se aplican los presupuestos de riesgo en la construcción de carteras; por ejemplo, riesgos específicos de una acción, de factor, de sector, de país, de tamaño y de estilo.
La cartera final incluye entre sus mayores posiciones acciones de Huron Consulting Group Inc (1,82%), Clean Energy Fuels Corp (1,79%), Aspen Technology Inc (1,59%), ICF International Inc (1,57%) e ITT Inc (1,46%), todas ellas de Estados Unidos. En general, la gestión activa dio lugar a las siguientes asignaciones sectoriales: Tecnologías de la información (22%), frente a 13,90% del índice de referencia, sigue siendo la mejor fuente de ideas de crecimiento estructural); industrial supone un 20,80%, versus el 18,20% del índice, y servicios de comunicación el 4% respecto al 3,10%. Desde una perspectiva regional, Estados Unidos supone un 68%, Alemania un 3,80% y Francia un 2,70%.
Por rentabilidad, Allianz Global Small Cap Equity se sitúa entre los mejores de su categoría, en el primer quintil, durante el periodo transcurrido de 2021, batiendo al índice de su categoría en 2017, 2018 y 2020. A tres años, su volatilidad es del 27,55% y del 26,55% a un año, periodo en que se posiciona en el segundo mejor grupo de su categoría, en el quintil cuatro.
En este último periodo, su Sharpe es de 1,82 y su tracking error, respecto al índice de su categoría, de 5,09%. Dirigida a inversores institucionales, la suscripción de la clase IT en dólares supone una inversión mínima de 4 millones de dólares, aplicando a sus partícipes una comisión fija del 1,08%. La clase AT en dólares del fondo grava a sus partícipes con una comisión fija del 2,05% y no requiere una inversión mínima para su suscripción.
El fondo ha continuado centrándose en las small caps globales que parecen particularmente atractivas, al tiempo que ha incluido en su selección de valores la experiencia de los equipos locales de pequeña capitalización de la gestora en Estados Unidos, Europa, Japón y Asia ex-Japón. El active share del fondo, que mide la desviación de la cartera respecto al índice, fue del 92,90% y refleja su enfoque de gestión altamente activo, según datos a 31 de enero de 2021.
Al inicio de la pandemia la cartera del fondo estaba centrada en acciones que se beneficiarían del amplio tema del teletrabajo, con el hogar pasando de ser el lugar para descansar a ser el lugar de trabajo, descanso, ocio y educación. Durante el verano la cartera comenzó a moverse hacia acciones que se beneficiarían de la vuelta a la normalidad y esta tendencia ha continuado hasta hoy, dando lugar a una cartera que tiene una mezcla de crecimiento estructural y empresas que se beneficiarán de la reapertura y el estímulo fiscal.
Su evolución por rentabilidad en los últimos tres años, respecto al resto de fondos de su categoría, y la volatilidad incurrida en el mismo periodo, hacen a la clase IT en dólares de Allianz Global Small Cap Equity merecedor de la calificación cinco estrellas de VDOS.
Tribuna de opinión de Paula Mercado, directora de análisis de VDOS
Desde 1998 hasta el presente, las áreas de planificación patrimonial internacional y tributación internacional se han visto atravesadas por dos tendencias macro, a saber:
la homogeneización o cartelización fiscal (lo cual implica subas de impuestos a nivel global y destrucción de cualquier vestigio de competencia fiscal); y
el avance sobre la privacidad de los individuos (muy necesario para poder alcanzar el objetivo anterior).
Ambas tendencias ganaron momentum luego del vil atentado a las Torres Gemelas hasta la irrupción de Donald Trump como líder político y parecen estar nuevamente tomando protagonismo en la actualidad.
Para graficarlo basta con recordar que, entre ambos hechos, se registraron -entre muchos otros- los siguientes cambios, todos ellos en las direcciones que apuntamos al comienzo:
se aprobó la “Patriot Act”;
se forzó a las jurisdicciones de baja o nula tributación a eliminar las acciones al portador y, en muchos casos, a obligar a las sociedades allí constituidas a registrar con las autoridades registros de directores (lo cual no sucede, por ejemplo, en muchos Estados de los Estados Unidos);
se aprobó y se instrumentó FATCA; y
se aprobó y se instrumentó el Common Reporting Standard.
Así como el triunfo de Trump en su momento frenó al avance de la invasión a la privacidad (a modo de ejemplo, se detuvo la firma de acuerdos IGA para la implementación de FACTA con terceros países) y de hecho implicó no solo un freno sino una vuelta atrás en lo que tiene que ver con los grandes acuerdos entre países de alta tributación, generando un revival de la competencia fiscal que en su momento había promocionado Ronald Reagan, la victoria de Biden y, sobretodo la pandemia, han causado una rápida vuelta a las tendencias antes aludidas.
Nuevamente, para muestra, un botón.
Cuando Trump ya había perdido las elecciones presidenciales, pero aún estaba en funciones, el Congreso ignoró su veto a la Ley de Defensa Nacional y forzó la aprobación. Dentro de la misma, estaba la “Corporate Transparency Act” que, en pocas palabras, estableció la obligación de comunicar los beneficiarios finales de cualquier sociedad que se incorpore en los Estados Unidos a FinCEN. Cómo va FinCEN a procesar tamaño volumen de información es incierto, lo que no es incierto es el increíble avance sobre la privacidad de las personas que -de manera justificada o no- esta norma prevé.
Respecto del segundo tema, los impuestos, aún resuenan en mis oídos las palabras de Yellen: Estados Unidos no debería tener problemas en aumentar sus impuestos corporativos y no perder inversiones como consecuencia de ello si los demás países del mundo cooperan. Mejor definición de cartelización fiscal, imposible.
A nivel de América Latina, ambas tendencias están a la orden del día.
Comenzando por el tema impuestos, ya tenemos tres países que han aprobado un impuesto extraordinario a los patrimonios (o a las grandes fortunas) poniendo como excusa la pandemia. Nos referimos a Argentina (con el agravante de que Argentina ya era uno de los países de la región, junto con Uruguay y Colombia, que tenía un impuesto al patrimonio antes de que existiera el Covid-19), Bolivia y Chile.
Si bien el mundo descartó hace tiempo este tipo de impuesto, básicamente por ser contraproducente para el crecimiento de los países, por ser difícil de administrar, por violar el principio de igualdad y por ser uno de los más evadidos a nivel global, en algunos países de América Latina el mismo pareciera estar ganando “momentum” sobre la base de las pérdidas ocasionadas por la pandemia que aún estamos viviendo y del surgimiento de nuevos gobiernos populistas.
Hasta hace muy poco, solo en tres países de América (continente que incluye 35) tenían un impuesto al patrimonio, los bienes personales o la riqueza.Se trataba de Argentina (que tiene además la tasa más alta y el mínimo imponible más bajo), Colombia y Uruguay.
Sobre finales del año pasado, Bolivia se transformó en el cuarto país de la región en contar con este tipo de gravamen. En efecto, el 28 de diciembre de dicho año, el parlamento boliviano aprobó un impuesto a las fortunas superiores a los 30 millones de bolivianos que alcanzará a 152 personas en Bolivia y un segundo impuesto a la riqueza (en teoría, por única vez) en Argentina. De acuerdo con la información que compartió el presidente de Bolivia en redes sociales, la autoridad del área económica estimó que con la nueva norma se recaudaría unos 100 millones de bolivianos, aproximadamente 14,3 millones de dólares.
Los casos de Argentina y Bolivia tienen importantes diferencias entre sí, a saber:
en primer lugar, y tal cual señalamos más arriba, en Argentina ya existía un gravamen a los bienes personales, con lo cual este gravamen adicional, que afecta los mismos bienes, es claramente inconstitucional (dado que el pago de este impuesto vencía originalmente el 30 de marzo, ya hay de hecho varias presentaciones judiciales que solicitan medidas cautelares contra el mismo y/o la declaración de inconstitucionalidad);
en segundo lugar, el impuesto en Bolivia afecta patrimonios de más de 4.300.000 de dólares, en tanto que en Argentina se paga a partir de los 2.420.000 millones de dólares.
en Argentina, las alícuotas correspondientes a este impuesto van de 2% a 3% para activos que se encuentran en el país y de 3% a 5,25% para activos que se poseen en el extranjero; mientras queen Boliviason del 1,4% para personas con patrimonios de entre 4,3 millones de dólares y 5,7 millones; 1,9% para patrimonios de 5,7 millones de dólares a $72 millones de dólares y 2,4% para patrimonios mayores; y
el nuevo impuesto en Bolivia será anual y permanente para todas las personas que vivan en Bolivia, incluso los extranjeros, y con bienes,depósitos y valores que tengan en el territorio nacional y en el exterior; esto no sucede (al menos por ahora) en Argentina porque ya existe allí el Impuesto sobre los bienes personales, que es anual e incluye alícuotas que pueden llegar al 2,25% con un mínimo no imponible prácticamente inexistente.
Más allá de las normas aprobadas por Argentina y Bolivia, existe un proyecto muy avanzado en Chile y rumores o proyectos más incipientes o con menos apoyo en México, Perú, Uruguay y otros países.
En el caso del proyecto de ley chileno, las dos diferencias más importantes con los que vimos hasta aquí son las siguientes:
que el threshold en Chile se colocó en 22 millones de dólares (similar al que existe en Estados Unidos para el impuesto a la herencia y en línea con lo que se considera una gran fortuna a nivel bancario); y
que, al existir en este país un nivel alto de seguridad jurídica, es altamente probable que este impuesto “extraordinario” y “por única vez”, realmente lo sea. En Argentina, existen numerosos ejemplos de impuestos que se aprobaron por un plazo determinado y se prorrogaron por décadas (i.e. impuesto a las ganancias, impuesto a los bienes personales, impuesto al cheque, aumento de alícuota del IVA, etc.)
Nuestra postura sobre este impuesto, más allá de las características que adopte en cada país, es la misma de siempre: existen cuatro clases de impuestos a nivel global (a las ganancias, al consumo, a las transacciones y al patrimonio) y esta última es la peor para el país de que se trate por lejos. Es algo que solemos graficar diciendo que el impuesto a la riqueza actual es esencialmente un impuesto a la pobreza futura. ¿Por que esto es así? Porque los sectores más pobres y vulnerables de una sociedad son los que mas dependen del crecimiento económico de la misma.
Volviendo al tema de la privacidad de los individuos, otra desafortunada tendencia en América Latina se caracteriza por la aprobación de distintas normas que obligan a los pagadores de impuestos a notificar a las autoridades fiscales acerca de sus planificaciones patrimoniales, violando -además de la privacidad de las personas- principios tan básicos como importantes como es el secreto profesional de abogados y contadores.
En este caso, quien tomó la iniciativa fue México, a través de una ley aprobada el 30 de octubre de 2019 por el Congreso Mexicano que entró en vigor el 1 de enero de 2020. Dicha ley, entre otras cosas, incorporó en el Código Fiscal de la Federación la obligación, no solo en cabeza del pagador de impuestos, sino también de sus asesores fiscales, de revelar estructuras fiduciarias que generen un beneficio fiscal en México.
Quien siguió a México, para variar, fue Argentina a través de la Resolución General 4838 de AFIP que está siendo en estos momentos analizada por diversos jueces de la Nación.
Siguiendo con el tema privacidad, si miramos que pasó con relación a la adopción del Common Reporting Standard en este último tiempo, vamos a ver que en 2020 se sumaron siete países a dicho sistema de intercambio automático de información financiera promovido por la OCDE. Entre ellos, se encuentran Ecuador y Perú. Obviamente, las economías más grandes de la región y/o las más relevantes en materia de planificación patrimonial ya intercambian información bajo CRS desde 2017 (Argentina, Colombia y México) o 2018 (Brasil, Chile, Panamá y Uruguay).
El resurgimiento y el fortalecimiento de ambas tendencias, no solo en América Latina, sino en todo el mundo, implica para nosotros la necesidad de revelar estructuras patrimoniales actuales de manera de anticiparse a cambios mayores y acelerar en el armado de estructuras fiduciarias para quienes no lo hayan hecho aún. Es muy probable que la creciente voracidad fiscal de los países lleve a que estructuras 100% legales hoy, no lo sean tanto en el futuro.
Martín Litwak es fundador y CEO de Untitled, una boutique de servicios legales especializada en planificación patrimonial internacional y en el establecimiento y, a la vez, el primer “Legal Family Office” de las Américas. Por otro parte, Martín es autor de los libros “Cómo protegen sus activos los más ricos (y por qué deberíamos imitarlos)” y “Paraísos fiscales e infiernos tributarios” y preside la Fundación 1841, una organización sin fines de lucro que promueve y defiende la competencia fiscal entre países, la privacidad de los individuos y el derecho a la propiedad privada.
Pixabay CC0 Public Domain. ¿Desde qué perspectivas se puede abordar la inversión en cambio climático?
Los inversores tienen cada vez más en cuenta el cambio climático en su toma de decisiones debido a los riesgos y oportunidades inherentes. Hay muchos enfoques establecidos y se diferencian principalmente por la dirección del impacto: financiero o en el mundo real.
En el impacto financiero, los inversores se centran en la gestión del riesgo financiero material que el cambio climático supone para el valor de los activos. Para cuantificar este riesgo, los inversores utilizan herramientas y metodologías existentes y nuevas, por ejemplo, calculan el valor en riesgo climático de su cartera.
Y en el impacto en el mundo real, los inversores tienen en cuenta cómo las actividades de las empresas en las que invierten afectan al cambio climático. El análisis de las actividades de las compañías ayuda a comprender si son parte del problema, de la solución o de ambos.
La perspectiva que combina el impacto financiero y el impacto en el mundo real se denomina «doble materialidad». Para la mayoría de los inversores, la integración del cambio climático en la toma de decisiones tiene que ver fundamentalmente con la gestión del riesgo. Las empresas que se encuentran en el lado equivocado de la transición hacia la reducción de las emisiones de carbono y las que no realizan la transición con la suficiente rapidez conllevan un mayor riesgo de inversión.
Hay varias formas -no excluyentes- en las que los inversores pueden gestionar los riesgos climáticos teniendo en cuenta el impacto positivo:
Desinvertir en actividades con altas emisiones. Los inversores utilizan las desinversiones para gestionar su exposición al clima. Uno de los principales inconvenientes de este enfoque es el hecho de que los impactos en el mundo real suelen ser insuficientes, ya que las acciones o bonos vendidos -por definición- son adquiridos por otro inversor y las emisiones de la empresa no cambian. Sólo si las desinversiones provocan un aumento significativo del coste del capital podrían ser efectivas. Para la mayoría de las soluciones de inversión sin una política de desinversión vinculante, es un método inadecuado para gestionar los riesgos climáticos.
Invertir en actividades con bajas emisiones de carbono, por ejemplo, bonos verdes o empresas de tecnologías limpias. Se trata de un paso crucial para que los inversores contribuyan a descarbonizar la economía reorientando la asignación de capital, pero el universo de inversión sigue siendo limitado.
Invertir en la transición propiamente dicha, lo que incluye a todas las empresas que necesitan reducir sus emisiones y a las que ofrecen productos y servicios para hacer posible la transición. Este enfoque permite invertir en el conjunto de la economía y debe apoyarse en el compromiso con las empresas que necesitan reducir sus emisiones con mayor urgencia.
Las empresas que consiguen reducir sus emisiones de carbono reducen el riesgo de exponerse a que aumenten los precios del carbono o de que se introduzcan impuestos sobre el mismo. Los objetivos fijados por las empresas funcionan como una forma de garantía de que se están gestionando los riesgos. Algunas empresas -como las de la industria de los combustibles fósiles- se encontrarán con que para cumplir un objetivo de reducción científica tendrán que transformar completamente su modelo de negocio. Está claro que los inversores deben prestar mucha atención.
Los inversores fijan sus propios objetivos de reducción de carbono y cada vez muestran más interés por alinear sus carteras con los escenarios del cambio climático. Sin embargo, sigue siendo un reto encontrar un enfoque adecuado en todas las clases de activos y manejar las numerosas exposiciones de las carteras a las empresas específicas. El progreso requiere una estandarización para mejorar la disponibilidad, la coherencia y la comparabilidad de los datos, que puede ser dirigida por los responsables políticos y los reguladores o a través de la autorregulación. Resulta alentador que se estén produciendo avances significativos con varias iniciativas del sector que trabajan activamente para desarrollar soluciones. Entre ellas se encuentran el Proyecto de Divulgación del Carbono (CDP, por sus siglas en inglés), la Asociación para la Contabilidad Financiera del Carbono (PCAF), la Iniciativa de objetivos basados en la ciencia (SBTi), la Alianza de Propietarios de Activos Neto Cero y la Alianza de Gestores de Activos Net Zero.
Tribuna de Roland Rott, CFA y director de investigación de inversión sostenible y ESG del Grupo La Française.
China, en su condición de país que primero sufrió el COVID-19 pero también lo dejó atrás primero, está liderando la recuperación de la economía mundial frente a la pandemia: el consumo interno ha rebotado y los exportadores están sacando partido de las interrupciones del suministro sufridas por los países occidentales. China se anotó un crecimiento del PIB del 2,3% el año pasado, la única cifra positiva de crecimiento entre las grandes economías del mundo. Otras economías asiáticas, como Vietnam y Taiwán, también se desmarcaron de la contracción mundial y crecieron en 2020.
Los astros parece que se han alineado para una nueva oleada de ventas públicas de valores en Asia, donde la recuperación económica, las reformas de los marcos de admisión a cotización, la innovación tecnológica y la revalorización de las divisas están combinándose para dar un fuerte impulso a los capitales bursátiles.
Un giro estructural
Los argumentos estructurales son claros. Las bolsas de los países asiáticos parecen estar considerablemente menos desarrolladas que sus economías, lo que implica un enorme potencial de crecimiento. Por ejemplo, el ratio capitalización bursátil-PIB total se sitúa en alrededor del 89% en China (incluido Hong Kong) y en el 116% en la India, muy por debajo del 221% de EE.UU. y el 136% del Reino Unido.
En una era de tipos de interés negativos, especialmente en Occidente, los fondos internacionales pueden encontrar pocos lugares mejores que los países emergentes de Asia para conseguir rentabilidades aceptables. El crecimiento de China, la India y el bloque de ASEAN seguirá desbancando a los países occidentales durante los próximos años, según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional. Este organismo pronostica que la economía china crecerá un 8,1% este año, mientras que la India probablemente crezca un 11,5%.
Las reformas bursátiles de China
Deseosas de dinamizar sus mercados de capitales, las autoridades chinas han estado muy ocupadas poniendo en marcha reformas para dar fluidez a las salidas a bolsa y la negociación. En 2019 se inauguró en Shanghái con gran éxito un nuevo mercado para start-ups tecnológicas caracterizado por menos restricciones y umbrales de rentabilidad para los emisores más bajos que otras bolsas chinas. Para fomentar las salidas a bolsa de empresas tecnológicas, los reguladores también han flexibilizado las normas de aprobación de OPV para el mercado ChiNext Board de Shenzhen.
Hong Kong ha atraído un flujo constante de OPV de empresas biotecnológicas durante los últimos tres años después de que la sociedad gestora de la bolsa de la ciudad relajara las restricciones en 2018 para dar cabida a emisores del sector que todavía no habían presentado beneficios e incluso que no habían presentado ingresos.
Impulso en toda la región
Entretanto, la India está estudiando reformas ambiciosas que podrían dar pie a un fuerte auge en sus mercados de capitales durante los próximos años. En una apuesta por elevar la eficiencia, el gobierno planea privatizar gigantes públicos, desde bancos hasta empresas de transporte, con un objetivo inicial de desinversiones de 24.000 millones de dólares. El éxito de este programa ampliaría enormemente el flujo de OPV en la India y atraería a los capitales extranjeros. Pakistán también está considerando privatizar empresas estatales en un amplio abanico de sectores.
En el sureste asiático, Singapur está considerando permitir la salida a bolsa de sociedades instrumentales para adquisiciones (SPAC) tres años después de introducir las estructuras de capital con dos clases de acciones para estimular las OPV tecnológicas. Los reguladores de Indonesia también están estudiando las estructuras con dos clases de acciones, que suelen ser utilizadas por las empresas de Internet.
Se recorta en el horizonte un aluvión de salidas a bolsa de empresas tecnológicas en el sureste asiático, donde están mejorando las infraestructuras de mercado para un conjunto de unicornios que están alcanzando el punto de madurez adecuado para empezar a cotizar. Esperamos ver ofertas valoradas en varios miles de millones de dólares por parte de empresas de ASEAN en sectores como el comercio electrónico y los servicios de taxi.
Masa crítica
Al ritmo actual de transformación, esperamos que Asia reúna una masa crítica de infraestructura de mercado capaz de rivalizar con las bolsas estadounidenses dentro de entre 5 y 10 años. En lo que respecta al flujo de operaciones, el floreciente mercado de capitales de China ya está reduciendo distancias con las bolsas estadounidenses. En todo el mundo, las operaciones están gravitando cada vez más hacia dos centros: los mercados tradicionales de EE.UU. y las jóvenes pero vibrantes bolsas de China. El año pasado, las OPV recaudaron un total de 119.000 millones de dólares en China y Hong Kong, frente a los 181.000 millones de dólares recaudados en EE.UU. Aunque todavía van por detrás en cuando a volumen de captaciones, China y Hong Kong registraron 537 salidas a bolsa en el mismo periodo, por encima de las 509 de EE.UU.
China está abriendo progresivamente sus mercados financieros a los inversores extranjeros, que han acudido en masa a los mercados internos de bonos y acciones del país durante los últimos trimestres. Los flujos de entrada van a continuar, ya que el sólido crecimiento económico y la fortaleza del yuan están convenciendo a más fondos para elevar su exposición a los activos chinos. Durante los últimos años los proveedores de índices, como MSCI y FTSE, han elevado el peso de los valores chinos en los índices de referencia de renta variable global, lo que ha acrecentado aún más su atractivo.
En fechas más recientes, las tensiones comerciales entre Pekín y Washington han sido un arma de doble filo para los mercados de capitales bursátiles de Asia. Por un lado, los riesgos geopolíticos han llevado a un buen número de empresas chinas a abandonar las bolsas estadounidenses y regresar a Asia. La migración hacia el este de las salidas a bolsa de empresas chinas probablemente continúe. Por otro lado, los emisores chinos han estado bajo la lupa después de que Washington prohibiera recientemente a los inversores estadounidenses tener acciones en varias empresas chinas. Eso ha creado mayores incertidumbres a corto plazo.
Otro reto a medio plazo al que se enfrentan las salidas a bolsa de Asia podrían ser las normas que dañen la confianza de los inversores. Por ejemplo, el férreo control de los reguladores sobre los precios de las salidas a bolsa ha sido un motivo de preocupación para los emisores e inversores en el mercado interno de China. Pensamos que esta y otras cuestiones se deberían abordar mejor en futuras rondas de reformas del marco de cotización y vemos con satisfacción algunas medidas liberalizadoras que se están ensayando en áreas como el mercado STAR de Shanghái.
Sin embargo, estas cuestiones relacionadas con las fricciones geopolíticas y el desarrollo de los mercados deben considerarse en un contexto general caracterizado por la enorme presión que sufren las economías occidentales para reducir la brecha de las pensiones. Asia podría estar todavía lejos de convertirse en el polo dominante de las salidas a bolsa en el mundo, pero vemos que su trayectoria ascendente es clara e irreversible. Por mucho que los titulares de prensa retraten las dificultades, los capitales internacionales van a financiar el crecimiento de Asia durante la próxima década.
Columna de Paras Anand, responsable de renta variable paneuropea de Fidelity International.
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Pixabay CC0 Public Domain. Los valores temáticos y la cara cambiante de la inversión en tecnología
Desde la crisis financiera global de 2008-2009, las compañías del sector de la tecnología de información han impulsado a los mercados globales de renta variable a niveles récord. Los inversores están buscando mejorar sus exposiciones a futuro, conscientes de cómo ciertos índices de referencia han pasado a estar concentrados en algunas de las compañías más grandes por capitalización bursátil.
El principal beneficio de las exposiciones a los valores “temáticos” altamente focalizados, es que permite a los inversores conectarse con casos emergentes del sector tecnológico en vez de simplemente adquirir una exposición a títulos del estilo de Facebook, Amazon, Alphabet, Apple, Microsoft y otros gigantes tecnológicos.
Ahora, los enfoques temáticos a los mercados de renta variable no son nuevos y las estrategias de gestión activas han existido en Europa desde comienzos de los 2000´. Inicialmente, se trataba de un concepto en el que los gestores activos se movían en torno a diferentes temáticas que consideraban atractivas o mantenían simultáneamente una exposición a temáticas múltiples. Por otra parte, la proliferación de las opciones de fondos cotizados que surgieron a partir de 2015 ha sido transformadora para el mercado, al punto que actualmente son prácticamente ilimitadas las opciones de temáticas disponibles.
Al separar el amplio universo de estrategias temáticas en categorías, nos permite pensar más claramente cómo incorporar en la cartera estos bloques en un contexto más útil. Hemos identificado cuatro grupos amplios, los cuales son: los “cambios demográficos y sociales”, los “cambios tecnológicos”, los “cambios geopolíticos” y las “presiones ambientales”.
La razón por la cual los grupos son importantes, se debe al hecho de cómo se pensaría el “riesgo” para el próximo período. Dado que para estos cuatro grupos sería difícil obtener un rendimiento de la misma solidez en cualquier período determinado, es más probable que las condiciones favorezcan, por ejemplo, a aquellas estrategias en torno a los “cambios tecnológicos”. En cambio, un período a futuro sería más favorable, por ejemplo, a los “cambios demográficos y sociales”. Para nosotros, una cartera de estrategias temáticas tecnológicas solamente diferentes de por sí, podría no ser lo suficientemente resiliente a las condiciones de mercado cambiantes como una cartera que busca diversificar a lo largo del sector tecnológico y en al menos uno de estos grupos.
Incluso dentro de la amplia categoría de “cambios tecnológicos”, los inversores pueden elegir enfocarse en lo que serían subcategorías como el cloud computing, la inteligencia artificial, la ciberseguridad, la nano tecnología, etc. Estos subgrupos los ayudará a poner 2020 en contexto. Dicho esto, el cloud computing representó en 2020 a un grupo de compañías que proporcionaron soluciones extremadamente efectivas a las necesidades de las empresas y los consumidores durante los confinamientos provocados por la Covid-19. Sin dudas que en esta área se ha obtenido una muy fuerte rentabilidad. Asimismo, hemos transcurrido el primer trimestre de 2021 reconociendo que, si bien la volatilidad en las estrategias de cloud computing puede incrementarse a corto plazo, el foco central debe permanecer sobre el hecho de que buena parte del software comercial, podría ser de nube en 2030 y obtener una valorización de aproximadamente 4 billones de dólares*
Tal vez, para aquellos que piensan menos en el largo plazo y más oportunistamente en 2021, su foco podría virar hacia la variante de la inteligencia artificial con una amplia exposición a los semiconductores. En este sentido, está muy claro que muchas industrias necesitan semiconductores y se ha constatado una escasez en lo que va de 2021. Por su parte, la ciberseguridad se ha convertido en un tema muy interesante en un mundo de trabajo remoto e inclusive, si los precios de las acciones cedieran y fluyeran, la demanda de estos servicios debería incrementarse firmemente.
Dondequiera que un inversor pueda centrarse dentro del universo temático de estrategias de valores, es fundamental que siempre mire por debajo del capó de la metodología y los componentes. A pesar de que estas estrategias podrían parecer enmarcadas en el mismo “tema” o tener las mismas palabras en el nombre de la estrategia, un análisis en mayor profundidad tendería a encontrar exposiciones muy diferentes y empresas subyacentes.
En WidomTree, creemos en la selección de modelos especializados en donde cada componente subyacente tiene una conexión directa con el tema dominante. En algunos casos, esto puede conducir a una lista más reducida y centrada de compañías y en otros, dependiendo del tema, a una lista más amplia con exposiciones variables a la “cadena de valor” del tema.
Dado que en las estrategias temáticas no existe una “correcta” o incorrecta” y nadie sabe qué niveles de rentabilidad serán generados a priori, es más crítico por lo tanto asegurarse que la metodología y la exposición de la estrategia encaje en las creencias del inversor y se alinee con su contexto de cartera. Los enfoques que permiten que la exposición evolucione con el tema, podrían tener un mayor impacto.
Tribuna de Chris Gannatti, jefe de análisis de WisdomTree Europa.
*Loten, Angus. “Software Bots Multiply to Cope with ‘Stretched’ Resources.” Wall Street Journal. 25 de enero de 2021.
Pixabay CC0 Public Domain. El futuro del trading de bonos y por qué es importante
La pandemia ha acelerado una evolución en el trading de bonos que ya está marcando la diferencia entre los inversores: si los gestores utilizan o no el trading apoyado por herramientas tecnológicas. A continuación, compartimos las novedades que se están produciendo y lo que esperamos que el futuro depare en este sentido.
Trading en tiempos de la COVID-19
En el mercado de bonos, el tiempo es dinero. Las nuevas tecnologías que combinan en una herramienta completa análisis crediticios patentados, el monitoreo de la liquidez del mercado e información sobre carteras, pueden aumentar la rapidez en las operaciones y los resultados de los inversores.
Esta ventaja tecnológica se hace aún más imprescindible en medio de una pandemia. Los equipos pasaron instantáneamente de estar sentados unos junto a otros a trabajar a distancia. Sin embargo, los mercados no se ralentizaron para nadie: la rapidez se convirtió en algo todavía más esencial, y la tecnología se encargó de facilitar esta dinámica. Nuestros traders procesaron un 60% más de operaciones en marzo de 2020 que en marzo de 2019, a pesar de trabajar de forma remota. Además, dado que los confinamientos cambiaron las perspectivas sobre el mercado y el crédito de la noche a la mañana, la rapidez volvió a convertirse en un aspecto clave. Como dato, nuestros analistas de crédito de EE. UU. actualizaron más del 90% de sus calificaciones en marzo, una información crítica que influyó de forma instantánea en la toma de decisiones.
Con pandemia o sin ella, la tecnología puede ayudar a los gestores de renta fija a analizar el mercado en tiempo real y, basándose en las oportunidades disponibles y en las necesidades actuales de una cartera, sugerir posibles operaciones a su supervisor humano, el gestor de la cartera de renta fija, quien puede ver fácilmente cómo afectaría la operación al riesgo y al rendimiento de su fondo. A continuación, con sólo pulsar un botón, el gestor de la cartera puede aprobar esa operación sobre un gran número de cuentas. Una tarea que antes solía requerir a los gestores entre 20 y 30 minutos en el mejor de los casos, y que conllevaba la posibilidad de un costoso error humano, ahora se desarrollan en cuestión de segundos.
La misma tecnología ayuda a invertir en nuevas carteras con mayor rapidez. Hace tres años, se tardaba una media de 35 días en invertir el 90% de una nueva cartera. En la actualidad, los gestores de bonos pueden conseguirlo en la mitad de tiempo si son diestros con las posibilidades que ofrece la revolución tecnológica. Cada día adicional que se invierten esos activos se traduce en un aumento de los intereses a obtener. Además, las nuevas tecnologías permiten a los traders separar la paja del trigo en los mercados de renta fija, en el que se negocian miles de bonos en un momento dado, en la búsqueda de oportunidades y liquidez.
Mejorar la búsqueda de liquidez
En los mercados de bonos actuales, la liquidez no aparece sin más. Hay que encontrarla.
La liquidez es una forma de medir la facilidad con la que se puede realizar una operación sin que se produzca un cambio sustancial en el precio del activo. Antes era fácil de conseguir a través de los departamentos de negociación de valores por cuenta propia, o de algunos hedge funds que estaban dispuestos a asumir la otra parte en las transacciones de los gestores de activos.
Hoy en día, sin embargo, muchas de esas mesas de negociación por cuenta propia y hedge funds han desaparecido. Por su parte, los agentes de bolsa regulados son reacios a pujar por grandes operaciones de bonos concretos que conllevan riesgos muy específicos e individualizados que podrían ser difíciles de cubrir. No obstante, se muestran dispuestos a comprar y vender grandes carteras diversificadas de bonos, ya que luego pueden cambiar y cubrir las posiciones mediante fondos cotizados (ETF). Cuanto más se parezca la cartera a un ETF, mayores serán las posibilidades de obtener un precio favorable.
Es imprescindible tener la capacidad de crear carteras y de evaluar rápidamente las propuestas recibidas. En cualquier caso, la creación de una cartera que incluya entre 10 y 200 bonos no es una tarea apta para cardíacos o para personas sin conocimientos tecnológicos. Requiere sistemas integrados de gestión de carteras y de gestión de riesgos.
Una mejor compensación por proporcionar liquidez
La misma tecnología, si se aprovecha adecuadamente, puede filtrar el ruido del mercado para encontrar joyas ocultas, como veremos a continuación.
En marzo de 2020, la presión por la liquidez y el sentimiento de los inversores hicieron que la negociación en algunos sectores se desvinculara de los fundamentales. Los inversores que necesitaban efectivo vendieron lo que pudieron. Gracias a la combinación de sistemas de investigación crediticia y de trading, se detectaron volúmenes de negociación anormalmente alto en sectores con precios inadecuados. Estas herramientas permitieron a los traders examinar rápidamente cientos de bonos disponibles en esos sectores y encontrar emisiones que cumplieran los criterios de inversión.
¿El resultado? Los traders compraron bonos con grado de inversión con rendimientos superiores a los esperados, a la vez que proporcionaban liquidez al mercado, lo cual compensa en tiempos en los que el mercado se encuentra tensionado.
Conectividad del mercado y transparencia de precios
Aunque hay muchas plataformas de negociación electrónica y soluciones de negociación alternativas, los gestores de activos de renta fija que negocian a través de una sola plataforma se pierden otras fuentes potenciales de liquidez. Desgraciadamente, la negociación en plataformas propias segregadas obstaculiza la liquidez del mercado, una mejor ejecución y, además, añade costes innecesarios.
¿Cómo averigua entonces un trader dónde acudir para obtener el mejor precio? Hoy en día, no siempre se sabe. De ahí que la tecnología sea fundamental para que los gestores puedan pedir ofertas a varias plataformas simultáneamente. Aunque esto beneficia a los clientes, es necesaria mayor transparencia de mercado para los traders.
Los sistemas de gestión de la ejecución (EMS) pueden ayudar en este sentido. Los EMS actúan como conductos de negociación, conectando a los traders con los participantes del mercado. En cualquier lugar y a cualquiera hora, permiten a los traders obtener liquidez en el mercado – a través de sistemas de negociación alternativos, directamente con los intermediarios, o mediante de plataformas de negociación anónimas – para lograr la mejor operación.
Quizás la mayor ventaja de un EMS es que permite a los gestores ser más sistemáticos por naturaleza, al negociar más bonos de forma automática y con poco o ningún contacto. Esto libera a los operadores y les permite centrarse en oportunidades más complejas y de mayor contacto que requieren de un conocimiento humano. Asimismo, el EMS también reúne datos para que el usuario pueda analizarlos más a fondo.
En definitiva, imaginamos el futuro del trading de renta fija como una red nacional de carreteras donde todas las plataformas de trading estén conectadas entre sí.
La importancia de conocer a su gestor
Los gestores de bonos son conscientes de que deberán desarrollar o hacerse con la tecnología trading de bonos más puntera si no quieren quedarse atrás. Estas son algunas preguntas que debería hacer a su gestor para asegurarse de que está al día:
– ¿Qué parte de la negociación de renta fija de su organización se realiza electrónicamente y cuántas plataformas utiliza?
– En los últimos cinco años, ¿cómo ha cambiado la tecnología la forma de hacer negocios? ¿Qué cambios contempla para los próximos cinco años?
– ¿Puede describir la cultura y la actitud de su organización hacia la tecnología?
– ¿Considera sus herramientas como mejoras aisladas o como parte de una estrategia más holística?
La tecnología está cambiando el mercado de bonos para mejor, pero aún queda mucho camino por recorrer. A medida que los cambios sigan produciéndose, plantee a su gestor preguntas exigentes y asegúrese de que este controla la situación en todo momento.
Tribuna de James Switzer, Head Global de Trading de Renta Fija y Head de Bonos Municipales; Sasan Doroudian, Trader de Crédito; y Erin Bigley, Senior Investment Strategist de Renta Fija, en AllianceBernstein.
Las opiniones expresadas en esta columna no constituyen un análisis, asesoramiento de inversión o recomendación comercial, y no representan necesariamente las opiniones de todos los equipos de gestión de carteras de AB, además de estar sujetas a revisión con el paso del tiempo.
Pixabay CC0 Public DomainBenjamin Davies. Benjamin Davies
Pese a que la pandemia mundial sigue haciendo estragos, los economistas prevén que la economía estadounidense registre un fuerte crecimiento en 2021: muchos pronósticos se sitúan por encima del 6%. En un contexto de estímulos monetarios y fiscales y un año de demanda latente, ese resultado es posible, pero creemos que peca de optimista. Las expectativas alentadoras del mercado son comprensibles, pero, si bien pensamos que habrá un rebote, creemos que no será tan robusto como esperan algunos. Aunque habrá un fuerte crecimiento, hay una serie de factores, en nuestra opinión, que podrían limitar la actividad económica este año.
Los niveles de liquidez sin precedentes respaldarán sin duda la economía en cuanto los efectos de la pandemia empiecen a disiparse. Los ahorros acumulados por precaución por hogares y empresas podrán gastarse en cuanto el virus haya quedado atrás. Las compras de activos de la Reserva Federal estadounidense por 120.000 millones de dólares al mes han respaldado especialmente los mercados de activos de riesgo. Y los continuos estímulos fiscales han ayudado a colmar la brecha provocada por las medidas negativas para la economía adoptadas para contener la propagación del COVID-19.
Veamos cómo una parte del gasto público masivo podría «fugarse» del sistema, lo que se traduciría en un multiplicador fiscal más bajo. Efectivamente, en su análisis de la ley CARES por 2,3 billones de dólares, la Oficina de Presupuesto del Congreso estima que, por cada dólar que añade la ley al déficit fiscal estadounidense, el producto interior bruto solamente crece en 0,58 dólares. Aunque este tipo de estimaciones pueden resultar bastante erróneas, el caso es que una parte importante de la liquidez no se traerá consigo un incremento del PIB.
¿Dónde se producen las fugas?
Los ahorros se están disparando: después de la crisis financiera mundial, la tasa de ahorro privado subió considerablemente al aumentar la aversión al riesgo de los hogares: de en torno a un 2% de la renta disponible de los consumidores antes de la crisis a más de un 8% en primavera de 2009. La pandemia, junto con los pagos masivos de transferencias públicas (y pocas oportunidades de gastar debido a la distancia social), hicieron que la tasa de ahorro privado se disparara por encima del 33% en abril de 2020, para luego estabilizarse en torno al 13%. (Hay que tener en cuenta que este nivel podría volver a aumentar, puesto que hay otra ronda de cheques de ayudas que aún está incidiendo en la economía, y pronto podría haber otra de más envergadura). El gobierno está colmando una brecha en las rentas de las personas, aunque si parte de esos ingresos acaba en forma de ahorros a largo plazo, no generará la actividad económica deseada. En vez de crear un estímulo, las ayudas funcionan más bien como un parche y como una manera de sanear los balances de los hogares a medio plazo. Esto no es malo, pero no impulsa necesariamente la economía a corto plazo.
Las importaciones están repuntando: la pandemia ha provocado un incremento de las importaciones hacia Estados Unidos al no conseguir los productores nacionales satisfacer la demanda, puesto que muchos productos relacionados con el teletrabajo se fabrican en el extranjero. Una subida del déficit comercial menoscaba directamente el PIB estadounidense.
Los impuestos podrían subir: en compases posteriores de este año, seguramente después de que se haya aprobado otro paquete de ayuda, el gobierno de Biden podría proponer revertir algunas partes de la Ley de Empleos y Reducción de Impuestos de 2017. Las declaraciones del gobierno en materia tributaria han cambiado últimamente, si bien toda subida de impuestos significativa compensaría parcialmente los estímulos fiscales en otras áreas.
La inflación debería repuntar: aunque no prevemos que, en próximas fechas, la inflación suba de manera duradera por encima del objetivo de la Fed, aún podría situarse algo por encima de la tasa anterior a la pandemia en 2019. Incluso una pequeña alza del ritmo de inflación catapultaría al alza el deflactor del PIB, lo que podría incidir en el PIB real y reducir a la vez la visibilidad de las inversiones empresariales.
Será difícil evitar secuelas: aunque los programas de los gobiernos han ayudado a muchas empresas y hogares a evitar de momento quiebras, ejecuciones hipotecarias y desahucios, en algún momento estas políticas terminarán. Cuando esto suceda, no sería de extrañar que se observara cierto desapalancamiento de los hogares, las empresas y, en última instancia, los bancos, lo que provocaría secuelas en la economía, aunque prevemos que estas serían menos graves que después de la crisis financiera mundial. Por lo tanto, a corto plazo, dadas las restricciones de la capacidad y el menor potencial de crecimiento asociado a estas secuelas, podría resultar mucho más difícil alcanzar un crecimiento del 6% o superior.
Las subidas de tipos supondrán un lastre: los tipos de interés han ido repuntando en los últimos meses y, si la tendencia continúa, los instintos animales tanto de los productores como de los consumidores seguramente se enfriarán.
Hay una enorme cantidad de liquidez en el sistema y, en nuestra opinión, es probable que una parte termine donde no hace falta. Creemos que lo que está pasando puede compararse con tratar de verter un gran cubo de agua por un embudo: si no se tiene cuidado, una parte se derramará.
Hay que cuestionar la sostenibilidad, con independencia de la fortaleza de la economía
Lo bien que se comporte la economía estadounidense en 2021 es importante, pero, dados los excesos que estamos viendo en los mercados, seguramente importa menos de lo que debería. Lo que sí importa es la capacidad del mercado para desafiar aparentemente la gravedad gracias a que las autoridades han distorsionado el superpoder del capitalismo: la asignación eficiente de unos recursos escasos.
El capitalismo requiere un umbral de rentabilidad, una referencia con respecto a la cual los inversores puedan evaluar una oportunidad, establecer con qué precio participarán y luego asignar su capital. Durante siglos, los proyectos más arriesgados han exigido un umbral de rentabilidad más alto y, por consiguiente, han recibido menos capital.
Pero todo esto cambió en marzo, cuando la Fed volvió a eliminar efectivamente el umbral de rentabilidad. Como sucedió después de la crisis financiera mundial, fue como si la gravedad perdiera su fuerza y los activos de riesgo dejaran de pesar, flotando de una punta de la estación espacial a la otra. Algunos ejemplos recientes y extremos de este fenómeno han sido cierto número de acciones proclamadas en foros de Internet cuyo precio se multiplicó por varias veces en pocos días, para volver a retroceder un 50% en un abrir y cerrar de ojos. Las autoridades tendrán que tomar medidas al final, restableciendo las fuerzas de la «gravedad» y, cuando lo hagan, seguramente cogerán a muchos inversores desprevenidos.
No vayan detrás de las pantallas informativas de la bolsa. En tiempos como estos, hace falta centrarse. Hay que concentrarse en unas pocas empresas, las que no tengan unos balances castigados y las que presenten unas propuestas de valor sólidas y que saldrán reforzadas de la pandemia en un entorno con menos competidores. Cuando la gravedad se restablezca, creemos que las carteras discrecionales con este tipo de empresas sobrevivirán mejor que la mayoría.
Columna de Robert M. Almeida, gestor de carteras y estratega de inversión mundial, y Erik S. Weismann, economista jefe en MFS Investment Management.
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Para inversores profesionales en China – MFS Financial Management Consulting (Shanghai) Co., Ltd. 2801-12, 28th Floor, 100 Century Avenue, Shanghai World Financial Center, Shanghai Pilot Free Trade Zone, 200120, China, una sociedad de responsabilidad limitada china regulada para ofrecer servicios de asesoramiento de gestión financiera.
Japón – MFS Investment Management K.K. está registrada como Operador de Negocios de Instrumentos Financieros ante el Kanto Local Finance Bureau (FIBO) con el n.º 312, miembro de la Investment Trust Association y de la Investment Advisers Association, Japón.
Dado que las comisiones a cargo de los inversores varían en función de circunstancias tales como los productos, los servicios, el periodo de inversión y las condiciones del mercado, el importe total y los métodos de cálculo no pueden revelarse por adelantado. Todas las inversiones implican riesgos, incluidas las fluctuaciones del mercado, y los inversores pueden perder el capital invertido. Los inversores deben obtener y leer cuidadosamente el folleto y/o el documento establecido en el artículo 37-3 de la Ley de Instrumentos Financieros y Bolsas de Valores antes de realizar cualquier inversión.
Pixabay CC0 Public Domain. América Latina: La revolución (no tan) silenciosa
En tiempos de incertidumbre electoral y vaivenes políticos en la mayor parte de la región, es bueno reflexionar sobre algunas tendencias que han venido desfilando inadvertidamente frente a nuestros ojos.
América Latina es conocida por su estrecha conexión con el mundo de los commodities: desde el petróleo y los minerales hasta la soja. Tradicionalmente las acciones que representaban a estos mercados eran por tanto mineras, petroleras y, en menor medida, financieras. No obstante, en los últimos 15 años han ocurrido cambios no menores.
La primera ola se produjo en Brasil, con el surgimiento del Nuovo Mercado y el incremento de las acciones expuestas al mercado doméstico. Como resultado, el índice MSCI de América Latina pasó de estar compuesto por una mitad en acciones de commodites y la otra en acciones domésticas, a un 27% en commodities, 68% doméstico, y un 5% vinculado con tecnología.
No obstante, estas cifras esconden una revolución vinculada con los sectores de la nueva economía. Ya sea por el tamaño de las empresas o por su decisión de listar en bolsas del mercado desarrollado donde hay más visibilidad al sector tecnológico, el índice MSCI no recoge su mayoría. Por tanto, cuando las consideramos dentro del universo de empresas con exposición a la región, el cambio frente al índice es impactante: mientras que el 58% de empresas se encuentra en el sector doméstico, el sector tecnológico ya se encuentra por encima del de commodities (22% vs 20%).
¿Qué efecto ha tenido la pandemia en esta tendencia? La ha acelerado. Se estima que el COVID 19 adelantó dos años la penetración del e-commerce, hoy equivalente al 8% de las ventas con una proyección de ser el 13% hacia el 2025.
Mercado Libre ilustra el punto. El “Amazon Latinoamericano” nació en Argentina en 1999, cotiza en el Nasdaq, y es la empresa latinoamericana con mayor capitalización bursátil, eclipsando a los grandes conglomerados financieros y las grandes empresas de commodities de la región. A pesar de su importancia, no es parte del índice MSCI y, por lo tanto, los ETFs y fondos pasivos que siguen este índice no tiene exposición a esta empresa.
¿Y qué pasa en los países más pequeños de la región? En el mundo de capital de riesgo ya encontramos algunas empresas andinas financiadas por los fondos más reputados en la industria internacional, como Rappi, y Cornershop (asociada con Uber). Y hay otras que, habiendo nacido en Brasil, su aspiración es convertirse, tal como Mercado Libre, en una plataforma regional, como Nubank, un banco digital que ya tiene presencia en Colombia y México. Su última valoración privada, 25.000 millones de dólares, equivale a más de dos veces la de los conglomerados financieros más grandes de la región andina.
Si las historias de Estados Unidos y China sirven de alguna guía, esta revolución tecnológica será cada vez más importante. Estas industrias están expuestas a menores requerimientos de capital físico, retornos crecientes a escala y efectos de red. Esto implica que las tasas de crecimiento pueden mantenerse altas por más tiempo y los competidores tienen un trabajo más difícil para cerrar la brecha. Por ello, en Credicorp Capital Asset Management esperamos que esta tendencia se acentúe hacia el 2025, cuando el sector de la nueva economía representará el 32% del universo mientras que el de commodities se habrá reducido al 12%.
Esta tendencia secular sugiere un escenario de mediano plazo prometedor para quien esté expuesto a acciones de la región. Esta ruta no será lineal y la región estará siempre sujeta a volatilidad. No obstante, la hace suficientemente atractiva para considerarla estructuralmente dentro de un portafolio diversificado que busque un crecimiento de su valor en el mediano plazo.
El primer semestre de 2021 pinta mal para el crecimiento de la UE, debido a las nuevas medidas de confinamiento. Se han registrado brotes de la tercera ola en las mayores economías de la eurozona, es decir Italia, Alemania y Francia, junto a la preocupante evolución en los países de Europa del Este.
Una situación que hace enarcar las cejas a más de uno. La debacle en el proceso de vacunación está siendo devastadora para la credibilidad de la Comisión Europea (CE). La puesta en duda de la capacidad del BCE para evitar el endurecimiento de las condiciones financieras resulta embarazosa.
¿Cuáles son las proyecciones del BCE de marzo de 2021? Se espera que el índice de precios de consumo armonizado se acerque al 1,5% en 2021 (desde el 0,3% en 2020), como resultado de efectos de base y temporales. El organismo considera que sólo «una pequeña parte de la mayor inflación tendrá un impacto más persistente».
Los expertos del BCE esperan una inflación del 1,2% en 2022 y del 1,4% en 2023. Las proyecciones para 2023 son las mismas que hicieron el pasado diciembre, por lo que los cálculos no tienen en cuenta el paquete fiscal recientemente aprobado en Estados Unidos… y elaboran un escenario moderado y otro severo.
En el marco del primer escenario leve nos vacunan a todos antes del verano y el crecimiento real repunta hasta el 6,4% en 2021. Alcanzamos los niveles de producción anteriores a la crisis en otoño de este año y la inflación termina en 2023 en un 1,7%. Estas proyecciones van sin embargo a la par que el progreso de la vacunación: son absurdas.
El escenario más negativo parte de una pandemia persistente y de una eficacia reducida de las vacunas, lo que empuja a los gobiernos a mantener las medidas de confinamiento hasta mediados de 2023. Como consecuencia, el crecimiento del PIB real sería del 2% para 2021 y no alcanzaríamos los niveles de producción anteriores a la crisis dentro de su horizonte de proyección.
La inflación se situaría en el 1,1% en 2023. El peor escenario afectaría por tanto mucho al crecimiento, pero menos a la inflación. El BCE tendría que esperar para ver cumplidas sus previsiones y el chivo expiatorio sería la Comisión. Sería como echar sal en la herida ya sufrida por la CE por su gestión amateur de la vacunación en toda la UE.
«Es complicado» es un argumento que todos compartimos y entendemos. Pero una crisis como esta, de la que hay una cada 100 años, requiere un fuerte liderazgo. La realidad actual es de desorden e incertidumbre creciente sobre los resultados económicos, sociales y políticos dentro de la UE durante los próximos 12 meses, el segundo año de la pandemia por COVID.
La situación en EE.UU.
Por el contrario, en Estados Unidos el cambio de guardia ha llegado justo a tiempo. El presidente Biden está cumpliendo con creces. Junto a un impulso monetario total desde marzo de 2020, el fiscal avanza a partir de marzo de 2021. Los efectos reflacionarios se hacen evidentes, ya que Estados Unidos está organizando una apertura ordenada de sectores clave. Han sido vacunados ya los trabajadores de la salud y los ancianos que así lo deseaban.
El siguiente paso para inocular a los profesores es inteligente y en varios estados se espera que los mayores de 45 años sean vacunados en las próximas semanas. Para el 1 de mayo podrían vacunarse todos los adultos a petición e iniciativa propia, por lo que la inmunidad de rebaño podría alcanzarse a principios del verano.
La cooperación entre el tándem formado por la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, y el presidente de la Fed, Jerome Powell, funciona como una orquesta sinfónica. Antes de la reciente reunión de la Fed, la opinión pública recibió una respuesta tranquila y sosegada cuando se les preguntó por la subida de los tipos a largo plazo. No es más que el reflejo de su exitosa colaboración.
El contraste con la UE es asombroso. La respuesta fiscal inflará los indicadores económicos reales. La Fed sigue en piloto automático y apoya plenamente medidas de alivio de la pandemia. No le preocupa demasiado si el efecto multiplicador será alto o bajo. Las clases media y baja de Estados Unidos se han visto muy afectadas, por lo que el dinero enviado a muchos hogares a partir de marzo era una condición necesaria para que empiecen a sanar las cicatrices del año pasado. La Fed está preocupada por la recuperación del empleo, cuyo máximo nivel tardará más en alcanzarse de lo que prevén las estimaciones. La Reserva Federal se atendrá al principio de prudencia.
No es de esperar que haya una retirada progresiva de los estímulos en 2021 en vista del desequilibrio de oferta de financiación que representan los 3,6 billones de dólares. Este desequilibrio alcanzará aún unos 3 billones de dólares en 2022. La retirada de estímulos de la Fed se prolongará en el tiempo y, en todo caso, afectará a las compras de T-Bills o de valores respaldados por hipotecas y (mucho) menos a las compras del Tesoro. La Fed utiliza la palabra «flexibilidad» en el mismo contexto que el BCE, la única diferencia es la credibilidad.
La credibilidad de la Fed está aumentando, lo que augura un buen impacto en el momento en que muestre su fuerza e intervenga para frenar la subida de los tipos a largo plazo. Se espera que los tipos de interés se mantengan sin cambios hasta finales de 2023. El mercado espera una Fed más agresiva y ve una subida a mediados de 2023.
Conclusiones
La cacofonía producida por las instituciones europeas, que intentan estar a la altura de los retos y la dura realidad que plantea la pandemia, está sonando fuerte y clara. La falta de unión fiscal y de auténtica solidaridad está poniendo de manifiesto los fallos de la arquitectura de la UE.
Bajo la presidencia de Jacques Delors, entre 1985 y 1995, la Comisión logró la unidad europea mediante la creación del mercado único. También presidió el Tratado de Maastricht, firmado en febrero de 1992. Los ánimos se animarían mucho si, 30 años después de Maastricht, la actual Comisión Europea pudiera dar señales de avance en la reconfiguración de la estresada arquitectura europea.
La subida de tipos de interés en EE.UU. está siendo ordenada, a medida que se afianzan las políticas de reflación. El impacto en los tipos europeos ha sido hasta ahora limitado, pero se avecina una crisis desordenada de los tipos europeos, ya que el experimento monetario-fiscal a este lado del Atlántico tiene cada vez más problemas.
Columna de Peter De Coensel, CIO de renta fija en DPAM