Foto: Bakoko. ¿Es positiva la depreciación de las divisas latinoamericanas para el empleo?
El incremento que se registró en el precio del dólar frente a las monedas latinoamericanas puede ser visto desde muchos puntos de vista, los más populares como una ganancia en términos relativos de nuestra competitividad internacional al volvernos, lógicamente, más baratos frente a los productos directamente manufacturados en economías como Estados Unidos.
Si bien eso es cierto, el mundo ha ganado en complejidad y la economía de texto, que antes daba cuenta de procesos relativamente simplificados, ya puede ser revaluada. Deben empezar a funcionar variables como los retornos esperados del capital internacional —los cuales han sido altamente crecientes en los últimos años—, que pueden tener impactos en otras variables económicas que tradicionalmente no eran sujeto de análisis ante una situación como la actual.
Vamos a lo que comentamos al inicio y volvemos después sobre lo que estoy afirmando. Ante una depreciación de la moneda local, la ganancia en competitividad llevaría a las empresas locales a vender más afuera, mejorando temas de empleo, entre otras cosas. Sin embargo, la revisión a la teoría tradicional que propongo es que, cuando las empresas tienen principalmente capital extranjero, cambia un poco ese precepto.
Una de las principales necesidades del capital es generar retorno, y en ese orden de ideas, las utilidades de la casa matriz son una necesidad imperante en ese retorno del capital. Y eso lleva a que en economías en desaceleración —en las cuales se vende menos— y con depreciación de la moneda, las utilidades remitidas en dólares deben disminuir (con los mismos pesos se van a comprar menos dólares, que es los que se giran al exterior).
Como esto lleva a un efecto cascada, el menor giro de utilidades impacta el desempeño de la empresa en el exterior; por lo cual la clave está en tratar de que la disminución de utilidades, medidas en dólares, sea lo menor posible. Así, las empresas locales deben ajustarse, y es probable que esto impacte variables como el empleo —por reducción de costos—, que según la teoría tradicional debería subir.
Esto es particularmente importante cuando se tiene en cuenta que si se observa de dónde provienen las ganancias de las compañías del S&P 500, cerca del 47% de la mitad de las compañías, provienen del extranjero. Claro, la teoría económica fue realizada, en su mayoría, cuando las ganancias eran casi que exclusivamente locales, pero en un mundo en el que esto ya es totalmente diferente, nuevas teorías deben empezar a surgir para incluir los avances que ha tenido el mundo real.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la visión de Old Mutual sobre los temas tratados.
Opinión de Manuel García Ospina, gerente de la Escuela de Planeación financiera y comercial de Old Mutual.
. Inversores que incrementan sus fortunas y mercados castigados
“Antiguamente, cuando las fortunas se hacían en la guerra, la guerra era un negocio: ahora que las fortunas se hacen en los negocios, los negocios son una guerra.” He querido comenzar con dicha frase del escritor neoyorquino Christian N.Bovee puesto que refleja muy bien lo que deseo plasmar en este análisis.
En primer lugar comentar que para medir la evolución de las grandes fortunas del mundo, entre las que podemos encontrar desde reconocidos inversores hasta empresarios, etc, he utilizado una plataforma generada por Bloomberg que permite seguir y monitorear a los billonarios del mundo.
A través de Bloomberg Billionaires Index, quiero recoger aquellos inversores cuyas fortunas aumentan en el entorno actual, teniendo en cuenta que los mercados de valores están siendo castigados.
A continuación, muestro un gráfico que reúne aquellos inversores que están incrementando sus fortunas a pesar de la actual situación y cuya variación es superior a los 4.000 millones de dólares.
El aumento de estas fortunas sería suficiente para pagar la deuda de Grecia. Entre los que más han hecho crecer su riqueza encontramos al magnate español del textil Amancio Ortega, situado como el segundo hombre más rico del mundo. Sin embargo, el protagonista cuya fortuna ha crecido más en lo que va de año no es nada más y nada menos que Jeff Bezos, fundador y CEO de una de las mayores compañías de comercio electrónico, Amazon.com.
No es de extrañar que el fundador de una de las entidades tecnológicas más exitosas y conocidas mundialmente se encuentre entre los agraciados en este grupo. Amazon ha marcado este pasado septiembre máximos históricos. La tecnológica anunció un aumento del 20% de sus ventas hasta los 23.18 billones de dólares en el segundo trimestre de 2015 en comparación con los 19.34 billones de dólares del segundo trimestre de 2014. Asimismo los ingresos netos aumentaron alcanzando los 92 millones de dólares para el periodo mencionado.
Expresar que la empresa lanzó el Programa de Venta Global para los vendedores en la India, lo cual les permite acceder a cientos de millones de los clientes de todo el mundo. Amazon India continúa siendo la localización de más rápido crecimiento en las ventas.
Los resultados obtenidos por la textil gallega en el segundo trimestre de 2015 tampoco se quedan atrás siendo dignos de admirar. La compañía continúa con su plan de expansión global y sus ventas fueron un 17% superior a las del segundo trimestre del año anterior. A todo esto hay que añadir unos sorprendentes beneficios de 1.666 millones de euros, un 26% más que un año antes. Si hacemos referencia al comportamiento de sus ventas en función de la zona geográfica, cabe destacar que Asia acapara ya más de un cuarta parte de su facturación y que junto con América están ganando terreno a Europa, continente donde la compañía más vende.
Dos claros ejemplos de compañías líderes en su sector y que presentan unas fuertes expectativas de crecimiento.
Me gustaría acabar con algo que considero que cabría destacar, y es, que entre las fortunas que más están disminuyendo actualmente encontremos la de uno de los inversores más exitosos del siglo XX como es Warren Buffett, la cual cae en 13.300 millones de dólares. Así como la del empresario mexicano Carlos Slim cuya cifra se ha visto mermada en nada más y nada menos que 15.700 millones de dólares. Aun así ambos se sitúan como el tercer y cuarto hombre más rico del mundo respectivamente.
Tribuna de opinión de Carlos Alosete Villanueva, miembro del departamento de Comunicación financiera y análisis de datos en Unience.
Foto: JimMullhaupt, Flickr, Creative Commons. Educación financiera: en busca de luz tras la tormenta
Desde siempre me han apasionado las historias de aventuras. Explorar lugares remotos, acechando los riesgos en busca de secretos ocultos, de tesoros por compartir que nos abran la mente a una nueva realidad. Y en esta búsqueda, encontrar el éxito inversor se presenta tan apasionante como dar con el arca de la Alianza.
Con frecuencia solemos hablar de los “mercados” como el ente intangible que movido por la codicia es el causante de gran parte de los males que nos rodean, cuando en realidad han sido los “mercaderes”, escudados en cierta incompetencia o vagando en la coartada de los conflictos de interés, los que han perpetuado las imperfecciones sesgadas del dinero fácil hacia la faz que menosprecia los riesgos. Y es en este punto cuando nuestra aventura deviene tormentosa por el desengaño de la indefensión.
A lo largo del tiempo, se han aceptado como verdades absolutas en el ámbito de las inversiones financieras ciertas creencias que han condicionado nuestra forma de actuar. Convicciones erróneamente centradas en encontrar respuestas, en lugar de en hacer las preguntas adecuadas. Tan sólo los inversores privilegiados suelen disfrutar de un asesoramiento personalizado y analítico, donde se pone en práctica uno de los grandes secretos de las finanzas: el de sabernos seres racionales antes que adivinos.
En un mundo interconectado, cada día son más las variables que interactúan unas con otras. La economía financiera, como ciencia social, se ve influenciada por ellas, pero la predicción de su comportamiento y evolución no puede ser definida por una fórmula exacta. Por tanto, lo único que podemos hacer es conocer cuáles son algunas de las más importantes, definir su ámbito de aplicación y exponer posibles escenarios de evolución en base a su definición e influencia. Hasta hace no mucho, el comportamiento financiero se creía regido por unas cuantas leyes y modelos cuya validez se consideraba irrefutable. Influjos como el efecto globalización o el behavioral finance, han derivado en relaciones cada día más complejas que han favorecido la aparición de nuevas teorías a tener en cuenta en el campo inversor. Consecuentemente, no se trata tanto de predecir el futuro sino de reaccionar a tiempo ante los factores que influyen en el valor de los activos financieros.
Desde que nacemos hasta el último gran viaje, en todos sus ámbitos, la vida se convierte en un camino de obstáculos, en un trayecto de cruces binomiales que marcarán nuestro destino. Del análisis de esas decisiones y de la adecuada valoración de sus riesgos dependerá que la travesía sea más o menos llevadera. En este recorrido, con frecuencia nos escudamos en actuaciones de terceras personas para justificar errores que, en última instancia, son responsabilidad nuestra. Por responsabilidad sostenible entendemos la aplicación de aquella conducta moral, más allá del paradigma financiero, que nos allana el camino para conseguir un desarrollo, bienestar y progreso viables y continuados en el tiempo. Como parte de esta responsabilidad, en el ámbito financiero e inversor, la educación representa a día de hoy un claro déficit que es necesario equilibrar. La falta de unos conocimientos mínimos impide, en muchos casos, el seguir una visión crítica a la hora de tomar decisiones analíticas. Y es que, si bien es cierto que con educación financiera no vamos a eliminar la incertidumbre, también lo es que la podemos acotar significativamente. Las finanzas pueden ser muy complejas, pero pueden llegar a ser entendibles y útiles si asumimos el reto de adentrarnos poco a poco en ámbito de influencia.
Decía Séneca que ni el mejor viento es suficiente si uno no sabe hacia dónde va. Hagamos que la educación financiera constituya el faro que guíe esta aventura. Sólo así podremos evitar el volver a tener esa sensación de que alguien decidió por nosotros, sólo así podremos recorrer el largo camino que nos queda para ver la luz después de la tormenta.
Óscar Bastanchury. Profesor del IEB y autor del libro “Tierra de Mercaderes”.
Decir que el último trimestre ha sido difícil para los inversores sería un eufemismo, puesto que ni los mercados ni la confianza de los inversores habían experimentado una debilidad tan acusada desde hace muchos años. Todos hemos leído y oído sobre los desafíos a los que se enfrenta China y sus consecuencias para la economía mundial, pero los problemas no se limitan a cómo harán frente China y los países desarrollados a la inevitable desaceleración del gigante asiático. Mientras escribo, el índice MSCI World (Total Return) ha cedido un 8,3% en el tercer trimestre en dólares estadounidenses, aunque, dados los desplomes en algunos sectores, a veces parece mucho peor.
En función del punto de partida que tomemos, ya han pasado unos siete u ocho años desde el estallido de la crisis financiera mundial. Si sirve de algo, mi punto de referencia es la revisión a la baja de los beneficios de HSBC en febrero de 2007, cuando recortó sus previsiones de beneficios a causa del aumento de los préstamos dudosos en la división de créditos subprime estadounidenses que acababa de adquirir. Aunque la crisis no se intensificó de verdad hasta 2008, la historia indicaría que estamos más cerca del comienzo del próximo ciclo bajista que del final del último. El problema es que, incluso con una política monetaria hiperexpansiva con tipos de interés cero y abundante liquidez procedente de (efectivamente) medidas de expansión cuantitativa adoptadas a escala mundial, el crecimiento económico del mundo desarrollado es, en el mejor de los casos, modesto.
Según nuestras previsiones, el crecimiento mundial será de tan solo un 3,5% en 2016, y gran parte de los países desarrollados registrará un crecimiento muy inferior a este. En Estados Unidos, el mercado desarrollado más sólido del mundo, los pronósticos sobre el crecimiento siguen sometidos a presión, lo que limita la capacidad de las autoridades para comenzar a normalizar los tipos de interés. En Europa, el crecimiento podría registrar un ligero avance de tan solo el 1,5% el próximo año, a pesar del masivo programa de estímulos monetarios, la acusada depreciación del euro y el desplome de los precios de la energía. Incluso en Japón, donde las medidas de expansión cuantitativa ahora representan más el 14% del PIB anual, está resultando complicado generar crecimiento e inflación, y se prevé que el crecimiento no superará el 1,5% el año que viene.
Por esto es por lo que China resulta tan importante; ha sido un poderoso motor del crecimiento marginal. Puesto que resulta inevitable que el gasto de inversión impulsado por el crédito pierda gas, o incluso desaparezca, los efectos que esto tiene sobre la economía mundial y el sistema financiero son trascendentales.
Por lo que respecta a los precios de las materias primas, ya hemos sido testigos del hundimiento más generalizado del precio del petróleo y de los metales industriales a medida que se ha ido reduciendo el consumo. Con la aparición de nuevas fuentes de petróleo y la reticencia de la OPEP de recortar la producción, el precio del oro negro ha caído hasta niveles que antes costaba imaginar. Aunque en realidad esto representa una rebaja fiscal muy necesaria para los consumidores occidentales, por ahora parece que prefieren ahorrar sus ganancias a gastarlas. A su vez, esto ha generado una presión bajista para muchas de las divisas de los mercados emergentes, y numerosas economías se están viendo obligadas a aplicar políticas de tipos de interés procíclicas para impedir que sus divisas se desplomen. Todo esto resulta perjudicial para el crecimiento mundial, y pone al sistema financiero bajo cierta presión. Es difícil predecir cómo se desarrollarán los acontecimientos, pero lo que sí sabemos es que las previsiones sobre el crecimiento económico mundial seguirán revisándose a la baja.
Resulta complicado explicar por qué el crecimiento de los mercados desarrollados es tan débil, pese a los abundantes estímulos monetarios. Quizá se deba a la fuerza invisible del desapalancamiento a medida que lidiamos con el excedente de deuda acumulado durante la primera década del siglo XXI. Quizá se deba a las desfavorables tendencias demográficas o a la falta de mejoras de productividad. Sea cual sea el motivo, una China más débil no es una buena noticia, porque, de forma marginal, su crecimiento ha sido muy importante. Debería preocuparnos el hecho de que, si aparece una presión real sobre el crecimiento mundial, poco podrán hacer las autoridades para estimular la economía: los tipos de interés ya están al 0%, las medidas de expansión cuantitativa han tenido una repercusión limitada y los déficits presupuestarios limitan la capacidad de gasto de los gobiernos para resolver los problemas existentes.
En nuestro escenario central, el crecimiento anual del PIB de China se frenará hasta quizá el 5%. En tal caso, no sería necesario esperar a saber qué hace China a continuación en el frente político, ya que probablemente no se precisarán nuevos estímulos importantes. Sea cual sea el resultado, parece claro que los tipos se mantendrán más bajos durante más tiempo, y el punto de llegada de los tipos de interés cuando comiencen las subidas será muy inferior al de ciclos anteriores.
Antes de que nos deprimamos del todo, de esto también se derivan noticias positivas. Tras años perdiendo cuota de mercado a costa de los proveedores pasivos, los gestores activos están contraatacando. Este año, en Europa y el Reino Unido el gestor activo medio supera al índice en un cifra entre un 3% y un 5%, y la mayoría de nuestros fondos ha obtenido resultados mejores que estos. Como reflejo de nuestra postura prudente y nuestro estilo de inversión, hemos mantenido posiciones muy infraponderadas en valores de grandes empresas de energía y recursos, y hemos observado desde la barrera cómo se hundían las cotizaciones de muchas empresas antaño todopoderosas a causa del lastre que acarreaba una revisión a la baja tras otra. Para las que además están mal financiadas, esto podría ir a peor, y cabe esperar que se produzcan algunas quiebras. Los diferenciales crediticios ya lo reflejan, puesto que los diferenciales del alto rendimiento han subido a casi 600 p.b. con respecto de la deuda pública británica desde el mínimo de 300 p.b. de 2014. En nuestra opinión, a medida que la coyuntura sigue empeorando, será imprescindible contar con unos procesos sólidos de selección de valores, gestión del riesgo y construcción de carteras.
Afortunadamente, estas son áreas, todas ellas, en las que creemos despuntar. Aunque podemos decir que ahora nos encontramos en el contexto de mercado y macroeconómico más complicado desde el comienzo de la crisis financiera mundial, consideramos firmemente que estamos bien posicionados para generar buenos resultados para nuestros clientes. Estamos contentos con nuestra rentabilidad y son escasas las áreas de debilidad. Sin embargo, ahora es momento de centrarse y permanecer atentos, algo que recordaremos siempre a la hora de gestionar las carteras.
Mark Burgess es director de Inversiones para EMEA y Director Global de Renta Variable de Columbia Threadneedle Investments.
Foto: Melissa. Verificación de la “cartera permanente” (1ª parte)
La “cartera permanente” es un concepto de asignación de activos introducido por Harry Browne en 1982. En el sitio web “Permanent Portfolio Family of Funds” se declara lo siguiente con respecto a esta estrategia que ha estado operando en formato de fondo mutuo durante alrededor de 20 años:
«Fundada en 1982, en una época de estancamiento del crecimiento económico e inflación desenfrenada, la “cartera permanente”tiene por objeto ofrecer una estructura sólida y un enfoque disciplinado en el marco de la asignación de activos. El fondo nació en un entorno en el que los inversionistas no sabían dónde invertir. Sin importar lo que hicieran, los inversionistas estaban perdiendo dinero. Harry Browne, uno de los fundadores del fondo afirmó: “Es fácil pensar que usted sabe lo que le depara el futuro, pero el futuro invariablemente contradice nuestras expectativas. Una y otra vez se nos demuestra que estamos equivocados cuando apostamos demasiado a nuestras expectativas. La incertidumbre es una realidad de la vida”. Nadie puede predecir el futuro con precisión.
La “cartera permanente”reconoce esta limitación y trata de invertir un “porcentaje objetivo” fijo de sus activos en 6 diferentes categorías de inversión “no correlacionadas” y cuidadosamente elegidas. Esta diversificación en un único fondo mutuo tiene por objeto mitigar el riesgo independientemente de la coyuntura económica».
El fondo mutuo “cartera permanente” se propone invertir en seis principales clases de activos de acuerdo con ponderaciones fijas (gráfico 1), pero las clases de activos en este gráfico dejan mucho “margen de maniobra,” por lo que realizamos un análisis factorial con el fin de determinar las exposiciones de las clases de activos desde julio 2010 a julio 2012 (gráfico 2).
Gráfico 1 Ponderaciones PRPFX de la hoja informativa / Fuente: Permanent Portfolio Family of Funds
El siguiente análisis factorial es producto de un análisis de regresión múltiple según el cual el rendimiento diario del fondo mutuo “cartera permanente” es objeto de una regresión a una canasta de factores de riesgo globales. Los factores del gráfico 2 fueron estadísticamente significativos para explicar el desempeño de la cartera en esos 3 años; se rechazaron los factores no significativos.
Se puede ver que el desempeño de la cartera permanente en esos 3 años se puede atribuir principalmente a los bonos estadounidenses (AGG), las acciones estadounidenses (VTI) y al oro (GLD). Cada uno de estos contribuyó a la rentabilidad en 20% aproximadamente. En total, los ocho factores juntos explican más del 90% de la rentabilidad de la cartera durante el período.
En diversas ocasiones, Browne indicó que una sencilla asignación equitativa a acciones, oro, letras del Tesoro y bonos del Tesoro probablemente alcanzaría los mismos objetivos que la cartera más compleja que se utiliza en su fondo mutuo. Empíricamente, estos cuatro activos han funcionado muy bien conjuntamente en las carteras por al menos una razón: las correlaciones por pares ex post a largo plazo entre los activos ha sido esencialmente cero durante los últimos 40 años, lo que significa que ofrecen un excelente potencial de diversificación a largo plazo.
Un gran obstáculo
Antes de investigar el desempeño de la cartera permanente, armemos el escenario echando un vistazo al desempeño de algunos de los enfoques más convencionales utilizando datos de rentabilidad total diaria desde 1970. Todas las carteras de activos múltiples se reequilibran trimestralmente.
Gráfico 4 Acciones / bonos del Tesoro a 40/60 / Fuente: Ken French, Shiller
Las carteras “Total del mercado de valores de EE.UU.” y “acciones/bonos del Tesoro al 60/40” han generado esencialmente los mismos rendimientos totales del 9,6% desde, pero la cartera 60/40 generó sus rendimientos con casi un 40% menos de volatilidad (10% vs. 17%) y menos reducción (30% vs. 53%).
Gráfico 5 Cartera permanente (acciones ponderadas equivalentes, oro, bonos del Tesoro, y efectivo), 1970 – 2012 / Fuente: Ken French, Shiller, CRB
La “cartera permanente” generó un rendimiento del 8,55% anual en el mismo período, lo que representa más del 1% anual menos que las acciones o que la cartera 60/40. Sin embargo, debido a las bajas correlaciones entre los activos, esta cartera presentaba un riesgo considerablemente inferior al 60/40. El promedio de la volatilidad ex post fue inferior al 7% frente al 10,4% para la 60/40, y la reducción máxima disminuyó casi a la mitad (18% vs. 30%).
La versión estándar de esta estrategia es bastante convincente en sí misma, y difícil de superar. Lamentablemente, el enfoque se enfrenta al mismo desafío que otros enfoques de asignación estática en el entorno actual: tasas de interés históricamente bajas y acciones y materias primas onerosas, lo que sugiere que, según este enfoque, los rendimientos podrían no ser tan sólidos en los próximos años.
Foto: Ingberrio, Flickr, Creative Commons. El selector de fondos: a la altura, como mínimo, del analista de renta variable o renta fija
La industria de gestión de activos es, sin lugar a dudas, una industria viva. No tenemos que irnos muy atrás en el tiempo para constatar la transformación continua que experimenta, no sólo a través de novedades legislativas, sino que nos encontramos con nuevos métodos de análisis, técnicas de gestión, metodologías de control de riesgo y nuevos activos en los que invertir por una mayor madurez y liquidez de los mercados o por nuevos vehículos, entre otros. Los perfiles profesionales que se demandan no son ajenos a estas novedades, y si hay uno que destaca sin lugar a dudas, en los últimos años, es el de selector de fondos de inversión.
El primer fondo de fondos se le atribuye a Berni Cornfeld en 1962 en EE.UU., dos años antes de la primera legislación sobre fondos de inversión en España. El auge de este vehículo en nuestro país no tuvo lugar hasta comienzos de este siglo, por lo que se trata de una industria joven pero que ha evolucionado muy rápidamente y este factor, unido a la cada vez mayor penetración de las gestoras internacionales junto con la mayor cultura financiera y la proliferación de entidades de asesoramiento, entre otros factores, ha hecho que el papel del analista de fondos de inversión esté a la altura del analista de renta variable o fija, e incluso en algunos caso les haya ganado terreno.
La cada vez mayor facilidad por parte del inversor final a la contratación de fondos de cualquier entidad, acceso a la información y cultura financiera es, no cabe duda, una excelente noticia. Pero también lleva aparejados ciertos riesgos a la hora de elegir el producto adecuado que hace del papel del experto en selección de productos si cabe aún más importante. Y no nos olvidemos de las implicaciones que tendrá cuando se implemente MIFID II con las clasificaciones tanto de clientes como de entidades.
Y de manera más concreta, la importancia de entender que incluso dentro de una misma categoría no se pueden catalogar todos los productos de igual manera, ni analizar cada clase de activo asignándole el mismo peso a las distintas variables que entran en juego a la hora de elegir un producto. Otro aspecto que cada vez cobra más importancia es llevar a cabo un adecuado análisis de la entidad gestora, y no sólo desde un punto de vista de tamaño y solvencia, sino también en lo que a su cultura corporativa y buenas prácticas se refiere.
El equilibrio entre ofrecer al cliente una gama de producto lo suficientemente amplia sin que se pierda entre el universo de fondos cada vez mayor, es complejo. Pero uno de los mayores valores añadidos de los selectores es tener la oportunidad de conocer de primera mano a gestores no conocidos por el inversor final y ponerlos a disposición de sus clientes bien vía directa, bien mediante la inversión a través de los fondos de fondos. Es por ello por lo que resulta preocupante que el 85% del patrimonio de la industria esté invertido en las cinco principales entidades tanto nacionales como internacionales.
Desde luego, el selector de fondos cobra una importancia cada vez mayor en esta industria de la cual formamos parte.
Columna de Ana Guzmán Quintana, responsable de Iberia en Aberdeen Asset Management
Foto: JimmyReu, Flickr, Creative Commons. El principio de la segregación de activos en la legislación de Luxemburgo: qué es y cómo afecta a los tomadores de seguros
Clasificado entre los mejores cinco centros financieros del mundo, el Gran Ducado de Luxemburgo es reconocido hoy como un centro de gestión de patrimonio y fondos de inversión de primer orden. Auténtico centro neurálgico de las inversiones intra y extracomunitarias, el mercado luxemburgués no ha escatimado en esfuerzos durante las últimas décadas para convertirse en una potencia financiera con una legislación que fomenta la transparencia y la protección de capitales. En este marco se inscribe el “principio de la segregación de activos” que afecta a las compañías de seguros con sede en dicho país.
La normativa europea relacionada con la Libre Prestación de Servicios ofrece a las compañías de seguros de vida la posibilidad de ampliar su campo de actividad hacia otros países miembros diversificando así la oferta hacia los usuarios. Esta circunstancia, unida a la normativa prudencial del Gran Ducado de Luxemburgo en materia de seguros de vida y a la presencia en este país de numerosos profesionales del sector financiero, le han permitido desarrollar, en un periodo de dos decenios, un know-how único en Europa en materia de soluciones de seguros de vida transfronterizas.
Aunque los seguros de vida ofrecidos por compañías con sede en Luxemburgo están sujetos a la legislación fiscal del país donde resida el tomador, ofrecen un nivel de protección óptimo a los inversores, además de una gran flexibilidad con respeto a la estructuración del contrato y la gestión de los activos.
En este sentido, el tomador de una póliza tiene una especial protección que viene dada por el principio de la segregación de los activos propios y de los activos terceros previsto por la ley luxemburguesa. Luxemburgo aplica el principio de la segregación de los activos propios y de los activos terceros previsto por la ley del país (Reglamento del Gran Ducado de 14 de diciembre de 1994 art. 14 y 15, y ley luxemburguesa del 6 de diciembre de 1991, art. 36): la compañía de seguros está obligada a depositar en un banco autorizado por el Comisariado de Seguros (CAA) los activos necesarios para hacer frente a las obligaciones contraídas con sus clientes como contrapartida de la primas recibidas.
Esas obligaciones se materializan en los activos representativos de las provisiones técnicas de la compañía, que quedan segregados, es decir, separados de los activos propios de la compañía de los que la misma dispone libremente y que son considerados activos libres. Esto supone, en la práctica, que se lleva una contabilidad separada de estos dos tipos de activos y, por lo tanto, el capital del cliente está protegido en el supuesto de una hipotética quiebra de la aseguradora.
Por ello, los clientes se benefician de un privilegio especial: en caso de quiebra de la compañía, ellos son los acreedores que pasan en primer lugar para cobrar de los activos representativos de las provisiones técnicas de la compañía.
De este modo, los seguros de vida ofertados por compañías con sede en Luxemburgo están sujetos a la legislación civil del país donde reside el tomador del seguro, en este caso España, excepto en lo que se refiere a los aspectos prudenciales.
En conclusión, podemos decir que la industria financiera de Luxemburgo es un sector creado sobre una base legal saneada e innovadora, que se beneficia de la estabilidad y la previsibilidad de un mercado financiero de gran experiencia. Luxemburgo, como país fundador de las instituciones europeas, desempeña un papel importante en el proceso de integración europeo y en su evolución en materias como la unión fiscal o la transparencia financiera; cuestiones con una gran proyección también en el mercado de los seguros de vida de alta gama.
Luis de la Infiesta, country manager VitisLife en España
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Bert Kaufmann. La confianza en cuestión
La reacción negativa de los mercados a la decisión de la Fed de no tomar ninguna determinación en septiembre confirmó la encrucijada en la que se encuentra actualmente el banco central estadounidense. Seis años después de la implantación de una política de apoyo monetario de una envergadura sin precedentes, los inversores temen ciertamente el inicio del proceso de ajuste monetario, pero también muestran su desconfianza respecto del mantenimiento de unas condiciones monetarias excepcionales, interpretado —y con razón— como la manifestación de su ineficacia en la economía real hasta el momento.
Ya inmersos en la problemática que plantea la salida del programa de relajación cuantitativa, los mercados inician un periodo de marcada incertidumbre que sucede a seis años de mercados aupados por la confianza en el apoyo de los bancos centrales. Probablemente se dé, por enésima vez, un refuerzo del apoyo monetario, concretamente en la zona del euro y en Japón, lo que podría restablecer temporalmente la confianza de los inversores.
Pero el mercado de deuda corporativa ha empezado a deteriorarse, mientras la ralentización económica mundial sigue su curso —impulsada por el brutal reajuste de la actividad en China— junto con las presiones deflacionistas que ésta trae consigo. De Estados Unidos a China y desde Europa a Japón, lo que necesita la economía mundial, que continúa sobreendeudada, es acelerar su potencial de crecimiento económico.
Ahora bien, éste es un ámbito en el que los bancos centrales han confirmado no poder actuar. Éstos han logrado proteger a los mercados desde 2009 y dar margen a los gobiernos para realizar las reformas necesarias. Ese margen comienza a estrecharse, pero las reformas materializadas han sido escasas, el crecimiento sigue siendo demasiado débil como para reducir los niveles de endeudamiento y la inflación no se ha recuperado. Nuestras carteras mantienen su configuración tremendamente prudente, se centran en acciones con gran visibilidad y hemos reforzado su exposición a la deuda pública con duraciones largas.
Cuestión de confianza
La Fed ha agotado su munición: la relajación cuantitativa ha finalizado y, por el momento, Janet Yellen no ha logrado recuperar el más mínimo margen de maniobra sobre los tipos de interés. El Banco de Japón y el BCE cuentan, en teoría, con balas suficientes en la recámara para volver a inyectar liquidez. Pero la ineludible ley de los rendimientos decrecientes hace poco probable que sus políticas monetarias extremadamente acomodaticias, que han tenido poco efecto sobre la actividad económica real hasta el momento, intensifiquen su impacto en el futuro.
La confianza es la columna vertebral fundamental del sistema financiero, por lo que es poco probable que se desmorone de golpe. Los mercados no se han enfrentado a la quiebra repentina de un gran banco, pero deberán hacer frente al final vacilante de un periodo en el que era posible dar la espalda a lo esencial de la realidad económica gracias a un ciclo de liquidez sin precedentes que contaba con la garantía de los bancos centrales. A partir de ahora, los mercados deberán encarar la realidad de la ralentización económica que despunta, con las amenazas que ésta supone para la modesta recuperación estadounidense y los ciclos europeos y japoneses, tremendamente frágiles.
En el contexto de esta transición decisiva, el reciente empeoramiento del mercado de bonos high yield es especialmente preocupante. No en vano, éste supera ya con creces el deterioro de los mercados de renta variable, incluso excluyendo de la comparación al sector petrolero, si bien estos dos mercados siempre han mostrado una elevada correlación.
La cuestión de la confianza también afecta muy directamente a la gestión de activos
La gestión pasiva ha supuesto, desde hace seis años, todo un desafío para las estrategias de gestión activa, capeando unos mercados que no respondían a los criterios del análisis fundamental, sino exclusivamente a los flujos financieros. El periodo de inestabilidad que comienza anuncia el fin del alza ininterrumpida de los índices y podría significar la muerte de las estrategias de beta. Esta transición supondrá una oportunidad histórica para la gestión activa. Pero se trata de un desafío de grandes dimensiones y que deberá abordarse a largo plazo.
Nosotros mismos, a pesar de nuestro análisis estratégico por el momento avalado por los acontecimientos, hemos sufrido a corto plazo la violencia de las fluctuaciones de los mercados en agosto, al tardar en reconocer en la depreciación de la moneda china el catalizador que desestabilizaría en tan sólo unos días a los mercados mundiales. Por tanto, en algunos de nuestros fondos, esto nos ha costado buena parte de la rentabilidad acumulada desde principios de año.
Los errores forman parte de la gestión activa, pero claramente, deberíamos haber sabido evitarlos. Hoy en día, hemos intensificado la prudencia, pero nuestro análisis estratégico se mantiene intacto. Somos conscientes de que este último vuelve a ser contrario al consenso, que se niega a aceptar la idea de una transición decisiva y al que le gustaría seguir creyendo en el poder eterno de los bancos centrales. Don’t fight the Fed (y mucho menos al BCE) siguen viéndose como imperativos categóricos.
Pero nuestra experiencia en los últimos 27 años nos ha enseñado que la confianza comienza por ser valientes a la hora de expresar nuestras opiniones y por la aversión al conformismo. Seguiremos cometiendo algún que otro error por el camino, pero trabajaremos duro en todo momento para cumplir la doble misión que nuestros inversores nos encomiendan: preservar su capital en caso de riesgo de marcadas correcciones en los mercados y acumular una sólida rentabilidad a largo plazo. Somos conscientes de que la confianza no se reclama, sino que se gana con el paso del tiempo.
Didier Saint-Georges es managing director y miembro del comité de inversiones de Carmignac.
Photo: Prefeitura de Olinda
. Brazil: The End of the Carnival?
Durante meses, se han publicado pocos titulares positivos referidos a la economía brasileña. El producto interior bruto (PIB) se está contrayendo, la inflación ha subido como la espuma y el real ya ha perdido más del 50% de su valor desde 2014. Por otra parte, el país se está enfrentando a uno de los escándalos políticos más generalizados de la historia reciente. Actualmente, Brasil dista mucho de ser el paradigma del crecimiento en Latinoamérica.
El malestar económico al que se enfrenta el país es la culminación de los problemas estructurales a largo plazo, acentuados por factores cíclicos y políticos a corto plazo. Una serie de errores en la formulación de políticas han tenido como consecuencia un desequilibrio económico, anteriormente disfrazado por los efectos positivos del aumento de los precios de las materias primas. El agresivo régimen fiscal de Brasil ha desincentivado la inversión en empresas y reprimido la productividad, mientras que el creciente sistema de la seguridad social ha redirigido los fondos, apartándolos de las infraestructuras.
El final del superciclo de las materias primas ha expuesto el deterioro de la situación fiscal y la dependencia del crédito a bajo precio de Brasil. Asimismo, ha minado la confianza en un sistema político que sigue digiriendo el escándalo de Petrobras, por el cual, según una encuesta reciente, la popularidad de la Presidenta Rousseff cayó al 8%.
Un hueso duro de roer
Desde una perspectiva monetaria, el banco central no pudo flexibilizar la política por miedo a una inflación en auge que ya está por encima del 9%. Es poco probable que se apliquen medidas fiscales, ya que el Gobierno se encuentra inmerso en un periodo de reformas para reparar los excesos del pasado. El actual desbarajuste político, que se suma a un gobierno de coalición ya de por sí frágil, está siendo un impedimento para llevar a cabo actuaciones sustanciales en materia de política económica. En resumen, no será fácil dar con la solución.
Desde la perspectiva de los mercados, algunos expertos arguyen que la rápida depreciación del tipo de cambio supondrá un estímulo económico por medio de las exportaciones. Sin embargo, en nuestra opinión, esto no es suficiente para que aumente el crecimiento de forma significativa. Los mercados de exportación de Brasil son relativamente poco flexibles a la hora de fijar precios y dependen en gran medida de una revitalización de la demanda de materias primas. Creemos que solamente la recuperación de China puede ayudar verdaderamente a la economía brasileña en estos momentos. China es el principal socio comercial de Brasil y su necesidad de materias primas ha sido un impulsor clave del crecimiento de Brasil hasta la fecha.
Un ambiente muy caldeado
Las mencionadas tensiones ya son evidentes en los mercados de bonos. La rentabilidad de la deuda en la moneda local de Brasil a 10 años es superior al 16 % y los márgenes de los bonos corporativos han aumentado. Esto supone una mayor presión sobre los requisitos de financiación, tanto del Gobierno como de las empresas y los hogares. Estos últimos son particularmente vulnerables, dado el reciente ascenso de la deuda del sector privado. Los mercados de renta variable también están pasando por dificultades, ya que el descenso de los ingresos de las empresas y el aumento de los tipos de interés erosionan los márgenes de beneficio neto.
Como vemos en el gráfico, la velocidad del deterioro puede pillar desprevenidos a los actores del mercado; la rentabilidad de la deuda pública brasileña ya ha aumentado un tercio en los dos últimos meses. Pero los posibles efectos secundarios pueden no haberse reflejado en su totalidad en los mercados. Una de las áreas que estamos siguiendo de cerca es el sector bancario español, con una exposición considerable a Latinoamérica.
Brasil ha experimentado una gran caída desde su «momento mágico». Ahora, debe emprender el largo camino de la reforma política y fiscal si desea restablecer la confianza de los inversores y la fe del brasileño de a pie en el sistema político. Seguimos siendo prudentes respecto a Latinoamérica y a los mercados emergentes en general, en particular ante la posibilidad de un riesgo sistémico. Esperamos una mejora de las dificultades cíclicas y de la estabilidad política a corto plazo, así como un compromiso con las reformas estructurales en un horizonte más lejano.
Paul O’Connor se unió a Henderson Global Investors como director de su equipo multiactivos en enero de 2013.
Foto: Jose Luis Cernadas Iglesias. Capital humano en planificación financiera
Entre las nuevas teorías de planificación financiera, se encuentra la de incluir el capital humano como un activo. Tradicionalmente, en procesos de diseño de portafolios de inversión, se tiene en cuenta únicamente la riqueza financiera, es decir, a la que se le puede poner un precio y un valor. Así, con los supuestos correctos de nivel de riesgo, de retornos de los mercados, de objetivos financieros y de variables como optimización tributaria, se mete todo en una bolsa y sale un portafolio de inversión.
Sin embargo, este modelo tradicional no tiene en cuenta una cosa: las personas más jóvenes, generalmente, tienen una riqueza financiera cercana a cero, pero tienen una riqueza productiva y de capacidad para trabajar, que es gigantesca. En el ciclo laboral, lo que se hace es que se generan ingresos con base en la capacidad de trabajo, se va ahorrando y se va construyendo patrimonio, el cual va a financiar necesidades futuras, como gastos de salud o de recreación en la etapa de jubilación. Es lógico pensar que la capacidad laboral y la productividad van decayendo: en la medida que vamos envejeciendo, podemos trabajar menos tiempo. Se quiera o no, desde la simple capacidad física, una persona de 70 años puede producir menos que una persona de 30 años —ojo, estoy hablando de la capacidad física, no de la habilidad intelectual ni de la experiencia adquirida con los años—, por lo cual esa disminución en la capacidad de generar ingresos con base en el trabajo puro se ve compensada con una riqueza financiera acumulada. Al llegar a los 90 años, tendremos casi que cero capacidad laboral, pero un capital financiero que nos soporte las necesidades; si no se tienen ese capital ahorrado, muy difícilmente una persona mayor podría salir a generar ingresos.
Las teorías desarrolladas por estudios como los de Ibbotsson dicen que el capital humano debe ser entendido como el valor presente de todos los ingresos que va a obtener una persona hasta el día de su muerte. Aunque esto es difícil de calcular, algunos supuestos sí llevarían a modelarlo financieramente: una persona promedio con mayor nivel de educación, probablemente genere mayores ingresos; una persona joven tendrá menores ingresos laborales que una persona alrededor de 50 años; una persona jubilada, es posible que tenga ingresos pensionales menores que una persona que aún se encuentra trabajando (comparando la pura pensión obligatoria vs el salario justo antes de pensión).
En vista de lo anterior, al poder asignarle un valor monetario al capital humano, se pueden tomar decisiones financieras importantes como: el valor de un seguro de vida, el riesgo que le imprimo al portafolio financiero, entre otras. Hablemos un poco del seguro: si el capital humano es el valor presente de todos los ingresos futuros, quiere decir que su valor máximo será, justo, en el momento inicial (o momento cero). En la medida que los años vayan pasando, el valor del capital humano irá cayendo. Esto quiere decir que si mi mayor activo es mi capacidad de trabajar, debo protegerla ante riesgos como la muerte o la incapacidad laboral. Así, son los jóvenes los que deben tener (contrario a lo que es el imaginario común), el mayor monto de un seguro de vida: finalmente, están protegiendo su mayor activo y su mayor patrimonio, que son ellos mismos.
Hay mucho más por decir en este tema, pero lo iremos abarcando próximamente.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la visión de Old Mutual sobre los temas tratados.
Opinión de Manuel García Ospina, gerente de la Escuela de Planeación financiera y comercial de Old Mutual.