CC-BY-SA-2.0, FlickrPhoto: Simon Pielow
. Membership of the Reserve Currency Club is But Part of China’s Master Plan
Hasta hace poco China había aplazado deliberadamente su pertenencia al selecto club que forman las cuatro monedas que componen la cesta de divisas con derechos especiales de giro del FMI. Hace unos años, China ya había crecido hasta convertirse en una potencia comercial, sin embargo, seguía siendo un enano en el mundo del capital. Pero desde hace poco, la República Popular ha llegado a un punto en el que, dado el rápido aumento del tamaño de su economía y comercio, esta contradicción ha dejado de ser sostenible o razonable.
La siguiente fase del renacimiento económico de China ya está en marcha. Se está trabajando activamente en construir un futuro para el siglo XXI que recupere el manto perdido en la década de 1830: el de ser la mayor economía del mundo. Esto significa que China deberá ampliar su papel en los mercados mundiales de capital para que coincida con los logros alcanzados en el comercio mundial. Esto va a equilibrar las dos ventanas a través de las cuales China mira al mundo, y lo que es más importante, través de las cuales el mundo mira a China.
Ser un miembro del club de las divisas de reserva no es más que un paso en el camino del renminbi para lograr aceptación mundial, pero es especialmente relevante en los esfuerzos de China por dominar el mundo del capital. De cara al futuro, podemos esperar que el trío Shanghai, Hong Kong y Shenzhen se conviertan en uno de los tres principales manantiales del mundo del capital, lo que supone la siguiente parada en boxes de la carretera de China por alcanzar la preeminencia económica mundial.
Sin embargo, para que esto ocurra de manera sostenible China tendrá que pasar de ser un exportador de capital –originado por el superávit en cuenta corriente– a ser un importador de capitales, que es la consecuencia de tener un déficit en cuenta corriente. Esto responde al Dilema de Triffin: una moneda de reserva aceptable no puede crear liquidez internacional si no es mediante el endeudamiento con otros países. Sólo cuando el apetito de los consumidores de China por los productos extranjeros supere el apetito de los extranjeros por los bienes fabricados por China, es decir, cuando el gigante asiático incurra en un déficit por cuenta corriente, se podrá lograr esto de verdad.
Mientras tanto, China tiene que encontrar una manera de reciclar sus excedentes comerciales a fin de que los extranjeros obtengan fácil acceso a su moneda. La doctrina de política exterior de Xi Jinping, secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China,centrada en el programa ‘One Belt One Road’ logra este objetivo. Al obligar a los excedentes de capital chino en el extranjero a revivir la Ruta de la Seda terrestre por Asia Central y su equivalente marítimo a través del Océano Índico, China está repitiendo lo que hizo Gran Bretaña a finales del siglo XIX: establecer su estatus de moneda de reserva por primera vez, inviertiendo su superávit comercial en el extranjero antes de que aumente el apetito del consumidor chino por los bienes importados, lo que extiende de forma natural el uso del renminbi.
Michael Power es estratega jefe en Investec Asset Management.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Pavlo Petrenko. Cómo aprovechar el potencial de las bolsas europeas a través de Sturdza
A finales de año prácticamente todos los inversores se preguntan dónde pueden encontrar valor de cara al año que viene. Ante esta cuestión, muchos expertos aseguran que una de las principales fuentes de rentabilidad en 2016 será la renta variable europea. Pero en este activo, como en cualquier otro, la clave está en la selección de los valores y, por ello, delegar la gestión en un profesional es fundamental.
En Capital Strategies pensamos que una buena opción para invertir en renta variable, siempre que se pueda asumir la volatilidad que implica esta clase de activo, es el fondo Sturdza Strategic Europe Value, que cuenta con cinco estrellas Morningstar.
Este fondo pertenece a la gestora suiza EI Sturdza, cuya filosofía es ofrecer oportunidades de inversión atractivas y valiosas en renta variable, centrándose en generar alfa a través de ideas de convicción. Gestionado por Willen Vinke, Sturdza Strategic Europe Value sigue un enfoque value a través del cual invierte en compañías europeas de elevada calidad que sean líderes en sus mercados, que coticen con descuentos, generen flujos de caja, cuenten con un margen de beneficio alto y con visibilidad de crecimiento en los mismos.
Asimismo, se decantan por negocios que sean poco intensivos en capital, lo que les lleva a enfocarse en sectores como salud, consumo o tecnologías de la información, mientras que tratan de evitar otros como las utilities, las materias primas, los bancos comerciales o las aseguradoras.
Otro de los requisitos que deben cumplir las compañías para incluirlas en cartera es tener una capitalización mínima de 500 millones de euros. Además, el gestor no solo se analiza las cifras de las empresas, sino que el análisis pormenorizado que realiza incluye reuniones con el equipo directivo o la utilización de metodología de valoración propia.
Este proceso permite reducir el universo de inversión, formado por 1.500 compañías, y construir una cartera concentrada, que suele contar con entre 25 y 35 posiciones, aunque con una rotación elevada, de entre el 40% y el 50%. El fondo no cuenta con restricciones geográficas o sectoriales. Realiza una gestión de convicciones pura.
Este fondo, comercializado en España por Capital Strategies y que recientemente ha cumplido cinco años, ha logrado batir prácticamente todos los ejercicios a su índice de referencia, el MSCI Europe Total Return Index. Dada su consistencia, consideramos que continúa siendo opción en firme a considerar de cara a 2016.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto de Leo Grübler
. Al iniciar el alza en tasas, la velocidad y la magnitud serán la nueva preocupación
El mercado y los economistas coinciden en que la próxima semana, la Fed comenzará a subir las tasas después de casi 7 años en los que se mantuvieron cercanas al 0%.
Una vez que la Fed comience a subirlas, los temores que se incorporarán serán la velocidad y la magnitud del movimiento que, aunado a temas como las cotizaciones del petróleo, China, cuestiones geopolíticas o alguna combinación de todas, prometen que la volatilidad prevalecerá.
Una vez que se haya dado la primer alza y conforme se vayan dando las reuniones de la reserva federal se especulará si en la siguiente reunión habrá o no un aumento, lo cual estará supeditado al comportamiento de la economía, la inflación y el empleo, por citar algunas de las variables que el mercado estará siguiendo.
Empecemos por la velocidad. La reserva federal tiene 8 reuniones al año las cuales están distanciadas entre 42 y 56 días. Pensando que los aumentos se dieran de 25 puntos base, nos establece un techo de 200 puntos base por año, lo cual por el momento no se espera que suceda ya que la inflación aun se mantiene baja.
Si las tasas suben en 2016, 100 puntos base implicaría que los aumentos serían entre 84 y 98 dias; es decir, en una reunión suben 25 puntos base y en la otra no.
Al mercado lo que le gusta es el orden y si el alza comienza la próxima semana con 25 puntos base, ello podría significar que el aumento en 2016 sea de 75 puntos base lo que permitiría que las tasas suban en una reunión si y en otra no.
Al 7 de diciembre los futuros de fondos federales a enero de 2017 cotizan en 0,86%, lo que señala un alza gradual a partir diciembre de este año por lo que permite establecer que los aumentos de tasas se darán uno si y otro no a partir de la próxima semana.
El otro punto es la magnitud. ¿Hasta donde se dará el alza?, y este es un tema en el que no hay un concenso. Se podría establecer que la tasa de fondos federales de equilibrio, debería tener un premio sobre inflación del 1%, de tal forma que si la inflación llegara al 2% la tasa de fondos federales debería de situarse en el 3%.
Si revisamos la historia la tasa real nunca ha sido constante, al contrario. En los últimos 35 años la hemos visto fluctuar entre -3 y +5% y en los últimos 6 años fue negativa para reactivar los efectos de la crisis de 2008.
Partiendo de un objetivo de 3%(+1% real de la inflación objetivo), con aumentos escalonados a este nivel se llega en el primer semestre del 2018.
La tasa de cero por ciento, fue congruente con una de las peores crisis financieras de la historia moderna. Sin embargo, todavía hay un largo camino por recorrer hacia la tasa de equilibrio.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Danny Nicholson
. ¿Y Reino Unido?: Después de usted, Sra. Yellen
La economía británica ha replicado estrechamente la evolución de Estados Unidos durante el último año, gracias a la similitud de sus ciclos monetarios y crediticios y a unos patrones comparables de gasto y ahorro de los consumidores. A diferencia de EE.UU., en 2015 los salarios reales británicos repuntaron tras años de crecimiento nominal por debajo de la inflación. La combinación de inflación baja y crecimiento salarial ligeramente por debajo del 3% que se ha vivido este año ha dado un fuerte impulso a la renta disponible. De hecho, la confianza de los consumidores está cerca de su nivel más alto en los últimos 13 años y las ventas minoristas reales (menos automóviles) crecían a un saludable 5,9% interanual a finales de septiembre.
A pesar del sólido entorno de demanda interna, las perspectivas de conjunto del Reino Unido no están exentas de dificultades. Esa fue una de las ideas principales contenidas en los recientes anuncios del Banco de Inglaterra. Al igual que EE.UU., el sector manufacturero británico lleva tiempo luchando con las presiones deflacionistas que han golpeado a las industrias expuestas al comercio internacional. A ello se suma la elevada sensibilidad de la economía a la fortaleza de la divisa. La revalorización de la libra ponderada por comercio ha lastrado la competitividad de las exportaciones, sobre todo después de las fuertes caídas provocadas por el BCE en el euro, que representa el 45% de la cesta del índice ponderado por comercio de la libra Además, el amplio déficit por cuenta corriente (-4,7% del PIB), sumado al déficit presupuestario estructural (-3,7% del PIB), siguen presionado al Reino Unido para atraer capital, lo que se perfila como una tarea ardua si la libra esterlina sigue revalorizándose.
Aunque la fortaleza de los indicadores de demanda interna debería bastar para justificar una subida de tipos por parte del Banco de Inglaterra a medios del próximo año, la elevada sensibilidad de la economía británica a la apreciación de la libra provocará que el Banco de Inglaterra vigile de cerca las decisiones de política monetaria fuera de sus fronteras, en especial las del FOMC, antes de decidir el siguiente paso.
Como vimos en el caso del referéndum escocés, la opinión pública puede sorprender a las autoridades y a los actores del mercado por igual. Ante la cercanía del referéndum sobre la pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea (a finales de 2017, pero podría adelantarse a mediados de 2016), la incertidumbre política no da mucha tregua al comité de política monetaria del Banco de Inglaterra, y eso debería mantener en niveles elevados la incertidumbre y la volatilidad de los activos en libras.
La deuda pública del Reino Unido ha dejado atrás en 2015 su mejor comportamiento relativo de los últimos años y, con unos rendimientos nominales en el 2,0%, está cara desde una perspectiva histórica. La amenaza del referéndum sobre la salida de la UE, todavía pendiente de fecha, puede elevar las primas de riesgo asociadas con los activos en libras, aunque casi con toda probabilidad adoptará la forma de debilidad de la divisa. Desde un punto de vista relativo, los rendimientos de la deuda pública del Reino Unido siguen siendo más altos que los de otros estados europeos y seguirán atrayendo capitales extranjeros, lo que dará apoyo al mercado e impedirá que los rendimientos suban de forma acusada. Otro factor técnico de apoyo podría provenir de la reinversión de los fondos procedentes de los bonos que vencen en el marco del programa de compra de activos del Banco de Inglaterra (APF). De hecho, el 31% de toda la deuda pública británica en circulación está en manos del Banco de Inglaterra, por lo que esta reinversión ayudará a amortiguar las necesidades continuas de financiación del gobierno británico.
En general, dado que los mercados únicamente descuentan una subida de 25 pb durante los próximos doce meses y a la vista del buen tono de la demanda interna y los salarios, hay margen para que se ajusten las expectativas del mercado en 2016 y se adelante la fecha de la primera subida de tipos por parte del Banco de Inglaterra. Estas circunstancias deberían presionar los rendimientos de la deuda pública del Reino Unido, lo que nos lleva a infraponderarla. Sin embargo, y pesar de nuestra cautela a medio plazo, vemos poco margen para que se dé un ciclo de subidas firme a largo plazo debido a las dificultades externas, los elevados niveles de deuda interna y la sensibilidad de los hogares (confianza y vivienda) a los cambios en los tipos de interés.
Andrew Wells es director mundial de inversiones Renta fija, Fidelity Solutions e Inmuebles de Fidelity.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: John Griffiths . ¿Qué pueden aportar los ETFs de renta fija a los fondos de pensiones?
Los inversores en renta fija se enfrentan a un entorno de rendimientos bajos o incluso negativos, a periodos de volatilidad creciente (como ocurrió tras las preocupaciones por China) y, más recientemente, a la falta de visibilidad sobre el momento en que la Reserva Federal estadounidense comenzará a subir los tipos y al efecto que esto tendrá en los mercados de bonos de todo el mundo. Todos estos factores están intensificando la presión sobre los inversores en renta fija de cara a encontrar nuevas maneras de proteger sus carteras e incrementar rentabilidades.
Con todos estos retos por delante, se ha observado que los inversores institucionales (incluidos fondos de pensiones) recurren cada vez más, y con distintos fines, a ETFs de renta fija. A medida que el mercado de ETFs de renta fija ha ido creciendo en tamaño y liquidez, la innovación en cuanto a productos ha hecho que los inversores tengan acceso a prácticamente todas las clases de activos. Desde su lanzamiento en Estados Unidos en el año 2002, y acelerándose tras la crisis financiera de 2008, los fondos cotizados de renta fija han ido ganando peso en los mercados de bonos, alcanzando la cifra global de 475.000 millones de dólares de activos bajo gestión. Aunque las emisiones de bonos han alcanzado niveles récord, la nueva regulación bancaria ha derivado en menores inventarios y ha lastrado tanto losvolúmenes de negociación como la liquidez de los bonos individuales. Esto ha tenido como consecuencia un incremento del uso de los ETFs de renta fija y de otros instrumentos tales como los bonos de corto plazo y los derivados.
Los usos de los fondos cotizados por parte de planes de pensiones abarcan desde gestión de lasposiciones de efectivo y liquidez, transiciones de gestores, pasando por construcción de carteras, asignación táctica de activos o como herramienta para obtener exposición a mercados de difícil acceso. A continuación, profundizaremos sobre algunos de los usos que se pueden dar a los ETFs y cómo pueden ayudar a gestores de planes de pensiones.
Los fondos cotizados pueden ayudar a los inversores a navegar en mercados volátiles al ofrecer éstos más liquidez que los propios bonos subyacentes y al ser una fuente de información de precios en tiempo real. Esto puede resultar útil para los gestores a la hora de construir una nueva cartera diversificada de renta fija o a la hora de invertir eficientemente una entrada de efectivo en una cartera ya existente. Por ejemplo, se puede recurrir a los ETFs para acceder de forma inmediata a los mercados de renta fija durante la fase de construcción de una cartera y, a medida que la liquidez del mercado de bonos aumenta, el gestor puede ir comprando los bonos individuales que desee incorporar a la cartera a la vez que sale del ETF.
Adicionalmente, los fondos cotizados pueden ofrecer soluciones en transiciones de carteras. Un fondo de pensiones podría querer reembolsar las posiciones que fueron incluidas en cartera por la delegación a un gestor externo, para empezar a gestionar la cartera internamente o transferirlo a otra gestora. En lugar de reembolsar todas las posiciones y tener que volver a adquirir nuevos bonos en mercado (con el tiempo y costes que ello conlleva), un proveedor de ETFs podría evaluar su cartera de bonos subyacentes. Si la cesta de bonos es compatible con la composición de un ETF en concreto, el proveedor podría recibir los bonos y dar a cambio participaciones del ETF. Esto haría que el gestor del plan de pensiones mantuviera la exposición a mercado deseada, al tiempo que busca nuevas estrategias de gestión activa a través de otro proveedor o refuerza sus capacidades de gestión interna. Deshacer posiciones de un gestor activo mediante ETFs puede resultar en una cartera más fácil de gestionar, con menos líneas, un perfil de riesgo más claro y, potencialmente, un mejor complemento en su asignación de activos final.
Con el eterno reto de obtener rentabilidad en un contexto de tipos de interés en mínimos históricos, los inversores se ven cada vez más obligados a considerar segmentos de la renta fija con los que están menos familiarizados, como la deuda emergente. Si bien es importante conocer los riesgos que ello conlleva, incrementar la exposición a estas clases de activos podría aumentar la rentabilidad potencial obtenida por la renta fija de mercados desarrollados. La incorporación de activos descorrelacionados podría reducir la volatilidad e incrementar el potencial de rendimiento de la cartera en su conjunto. Sin embargo, construir una cartera diversificada con este tipo de bonos puede ser complicado y, aunque la exposición a divisas locales puede incrementar el retorno, también añade volatilidad. En este caso concreto, los ETFs permiten a los inversores llegar a segmentos de la renta fija que son de difícil acceso mediante vehículos líquidos y bien diversificados.
Brett Olson es responsable de renta fija de iShares para la región EMEA de BlackRock.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Sten Dueland. El high yield seguirá sufriendo con los precios de petróleo bajos
La drástica caída en el precio del petróleo desde el verano de 2014 – el crudo West Texas Intermediate ha caído desde 107 dólares por barril en el verano de 2014 hasta un mínimo de 38 dólares por barril en agosto de 2015– ha perjudicado a las perspectivas de beneficios y a la generación de efectivo del sector energético y las industrias asociadas. Esto tiene implicaciones para la deuda high yield.
En el ejercicio transcurrido hasta el 30 de septiembre de 2015, aproximadamente el 52% de los impagos y los intercambios de deuda en dificultades se han producido en el sector energético. Existe, por tanto, una estrecha correlación inversa entre el precio del petróleo y los diferenciales de los bonos estadounidenses high yield (el rendimiento adicional sobre el título del tesoro correspondiente), de modo que los diferenciales se amplían según cae el precio del petróleo. Hay consecuencias tanto negativas como positivas en la caída del precio del petróleo:
Negativa: Los impagos subirán si el precio del petróleo se mantiene por debajo de 50 dólares, se espera que la tasa de impago a 12 meses en el sector energético en los bonos estadounidenses de alto rendimiento alcance el 13,8%.
Negativa: Los impagos más elevados pueden resultar perjudiciales para las expectativas de los inversores, y las dificultades de pago en el sector energético pueden llevar al contagio
Negativa: El sector energético representa el 25% de los bonos de alto rendimiento en los mercados emergentes y está agravando aún más las dificultades para esta zona geográfica.
Positiva: Un aumento en los impagos podría desencadenar un comportamiento agresivo si ello ralentiza el crecimiento en la emisión de créditos.
Positiva: Un precio más bajo del petróleo actúa como una reducción fiscal para los consumidores y reduce los costes para los fabricantes y distribuidores.
Nuestra previsión de pocos impagos generales para el mercado global de bonos high yield en 2015 (2,3%) depende en gran medida de las expectativas para los precios de la energía, de ahí nuestra desconfianza frente al sector energético y el sector de materias primas en general.
Diferencias entre Estados Unidos y Europa
El mercado europeo de deuda high yield se está beneficiando de tener una exposición relativamente baja a la energía. El sector energético representa únicamente el 5% de este mercado en comparación con el 13% del índice estadounidense de esta deuda.
Es más, no estamos convencidos de que la ampliación de los diferenciales inducida por la energía haya creado un valor significativo en Estados Unidos. A primera vista, los diferenciales de los bonos estadounidenses high yield se han ampliado, pero esto se debe principalmente a la energía; si se descarta la energía, los diferenciales son apenas distintos al año pasado. En cambio, los bonos europeos high yield se han abaratado desde el año pasado y a nivel agregado ofrecen diferenciales superiores a los de EE.UU. Esto resulta particularmente pronunciado en la zona baja del espectro de calificación, como se demuestra en el gráfico siguiente:
La deuda en los mercados emergentes está experimentando presión debido a la dependencia que presentan muchos de estos países de las ventas de materias primas o la demanda proveniente de China. Las empresas rusas experimentaron un descenso de calificación en masa a principios de 2015, cuando Rusia perdió su calificación soberana de investment grade.
Estos descensos generalizados de las calificaciones de los países están engrosando el número de bonos high yield de los mercados emergentes, un hecho que, unido a un dólar estadounidense más fuerte que drena el capital de los mercados emergentes, está creando un difícil entorno técnico para el segmento high yield de mercados emergentes, lo que justifica nuestro fuerte posicionamiento infraponderado en esta área.
Tom Ross es cogestor de los fondos de absolute return credit de Henderson.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Monique Dinkel. Demasiado barato para dejarlo pasar: vuelve la deuda corporativa y el carry
Ahora que nos acercamos al final de 2015, los inversores en renta fija pueden hacer balance del año con una sensación de cierto alivio. Han ocurrido muchas cosas que podían haber borrado las rentabilidades, como las turbulencias del Bund, las dudas en torno al crecimiento de China, una devaluación inesperada del yuan, otra fase de caídas en los precios de las materias primas y multitud de malas noticias empresariales. A pesar de ello, la mayor parte de las clases de bonos va a cerrar el año con rentabilidades entre el 0% y el 5%, lo cual, visto lo visto, no es un mal resultado.
Sin embargo, 2015 será recordado principalmente por la inacción de la Reserva Federal. Su decisión de aplazar la subida de tipos en septiembre hizo mella en la confianza mundial y contuvo los tipos de la deuda pública en todo el mundo. A los inversores en bonos les sirvió de recordatorio de que los bancos centrales siguen optando por la cautela ante cualquier indicio de incertidumbre en los mercados o en la economía.
2015 fue también un año típico de fase final del ciclo económico -aumentaron el apalancamiento y los «espíritus animales», se siguió creando empleo y los salarios subieron-, pero extrañamente el ciclo de subidas de los tipos de interés todavía no ha arrancado. No fue un buen año para una búsqueda generalizada de rendimientos, pero tampoco para la duración. Lo importante es que los inversores que diversificaron en duración y riesgo crediticio obtuvieron buenos resultados, ya que se beneficiaron de la correlación negativa entre los cambios en los rendimientos de la deuda pública y los diferenciales.
Junto con la subida de tipos de la Fed y la necesidad de diversificar los portfolios como la única línea de defensa en periodos de fuerte volatilidad y liquidez reducida, la tercera tendencia de embergadura de cara al 2016 será la deuda corporativa y el carry trade.
Esperamos un buen comportamiento de la deuda corporativa en 2016 y que los diferenciales se estrechen a la vista de la entrada de la economía mundial en una fase de latencia dentro del ciclo. Aunque los fundamentales crediticios se deterioraron de nuevo este año, especialmente en EE.UU., la ampliación de los diferenciales en 2015 ha creado oportunidades por valoración. De hecho, los diferenciales entre las diferentes clases de activos se mueven cerca de sus máximos de tres años. Este entusiasmo se hace extensivo a todo el espectro de la deuda corporativa; así, los bonos con calidad crediticia, los bonos de alto rendimiento y la deuda emergente se perfilan para la recuperación.
Las previsiones de Fidelity se apoyan en un entorno positivo de tipos de interés y unos bancos centrales en modo expansivo, liderados por el BCE y el Banco de Japón. Lo anterior debería contribuir a mantener unas condiciones de refinanciación favorables, unos ratios de cobertura de intereses elevados y unas tasas de impago bajas. La amenaza de tipos más altos en EE.UU. podría provocar cierta cautela en los inversores, aunque los diferenciales se encuentran todavía en niveles bastante más amplios de lo que vimos al inicio de anteriores ciclos de endurecimiento monetario, por lo que existe cierto colchón para que los mercados de deuda corporativa absorban una subida lenta de los tipos de interés en EE.UU.
Dentro de la deuda corporativa, preferimos la deuda high yield a los títulos investment grade atendiendo a la rentabilidad total, mientras que en la deuda emergente, apreciamos margen de recuperación en los activos en moneda nacional. La volatilidad de las monedas emergentes probablemente se mantenga en niveles elevados, aunque podría darse una recuperación en la segunda mitad del año, cuando los inversores podrían aferrarse al carry atractivo, así como a las señales de estabilización y reorientación del crecimiento emergente. Las clases de activos no convencionales también podrían hacerlo bien. Los híbridos (bonos con características propias de las acciones) son una de nuestras grandes apuestas en 2016, debido a su combinación de carry y potencial de estrechamiento de los diferenciales a medida que los inversores se vayan acercando a esta clase de activo nueva y pujante.
En cuanto a las diferentes regiones, los fundamentales crediticios de EE.UU. se debilitaron mucho en 2015, aunque los problemas de los emisores del sector energético, así como los factores técnicos generales del mercado, fueron posiblemente razones de mayor peso para la debilidad del mercado de deuda corporativa. Ahora que el ciclo económico estadounidense entra en su fase final, esperamos un año más tranquilo en el mercado primario y unos niveles más moderados de reapalancamiento entre las empresas. De hecho, 2015 fue un año volátil en las bolsas y aunque las operaciones corporativas y las recompras de acciones siguen siendo un riesgo para el mercado, la fragilidad de la confianza debería contener los «espíritus animales» frente a las altas cotas alcanzadas en 2015. En todo caso, la debilidad de la deuda corporativa en 2015 ha contribuido a prolongar el ciclo.
A diferencia de las perspectivas para la deuda corporativa estadounidense, que giran considerablemente en torno a la valoración, la deuda corporativa europea está en una posición más favorable debido a su mejor combinación de factores, especialmente en los títulos high yield. Las nuevas medidas expansivas del BCE, sumadas a unos mejores fundamentales crediticios, deberían atraer a los inversores hacia esta clase de activo. A este respecto, destaca el hecho de que la deuda corporativa europea ha sido y sigue siendo un refugio por el hecho de ir por detrás del ciclo estadounidense, y la situación no debería cambiar en 2016.
Pero posiblemente el mayor atractivo de la deuda corporativa en 2016 es su posición frente a otros activos de riesgo, como la renta variable. La historia demuestra que las clases de activos como los bonos de alto rendimiento han sido útiles para reducir el riesgo de las carteras muy orientadas al crecimiento, ya que a través de estos bonos los inversores pueden aprovecharse de la fase de latencia del ciclo y beneficiarse de un carry atractivo, con una mejor protección frente a caídas. Este ciclo no debería ser diferente. Aunque determinar en qué plazos se moverá el ciclo económico resulta complicado, la debilidad de la deuda corporativa en 2015 ha creado un punto de entrada interesante para las carteras multiactivos conservadoras de cara a la fase final del ciclo.
Andrew Wells es director mundial de inversiones Renta fija, Fidelity Solutions e Inmuebles de Fidelity.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Fut und Beidl. ¿Aciertan las estrategias 'top-down'?
Hay todauna industria armada con un enorme poder de fuego cuantitativo tratando de leer en las runas cuál será la evolución macroeconómica a corto plazo. Justo antes de que se publiquen los datos más importantes, la anticipación alcanza su punto álgido y nos vemos saturados con las proyecciones macro de los jugadores más grandes y más relevantes de la industria. Hay una necesidad desesperada de conseguir una ventaja informativa tipificada en el entusiasmo actual como la disciplina de ‘predicción inmediata’. Una práctica empleada en la meteorología y la economía (dos disciplinas que tradicionalmente han tenido problemas con la precisión de sus previsiones) y que utiliza múltiples fuentes y datos disponibles para realizar asiduamente previsiones de todo tipo.
Sin embargo, a pesar de esos esfuerzos, los resultados están a menudo lejos de la realidad, y en ocasiones, el resultado está muy cerca del absurdo. El mejor y más reciente ejemplo de esto han sido las cifras de nóminas no agrícolas de Estados Unidos de septiembre, que fueron publicadas en octubre. Es una de la serie de datos a la que los inversores están más atentos, pues es considerada como el barómetro clave para saber si la economía estadounidense está en camino hacia la normalización.
La publicación de los datos pilló por sorpresa al conocerse una cifra de 142.000 puestos de trabajo en comparación con las expectativas medias, que se situaba en 200.000. Entonces, los economistas extrapolaron esta debilidad y durante el mes de octubre las previsiones de consenso se mantuvieron en 185.000 nuevos puestos de trabajo, cuando el resultado fue mucho más fuerte: 271.000 nuevos puestos de trabajo. La narrativa cambió de repente desde una caída a una robusta expansión y las expectativas de tipos de interés fluctuaron mientras el dólar se apreciaba con fuerza.
Este ejemplo nos recuerda de una serie de cosas. En primer lugar, que la predicción es especialmente poco fiable para la mayoría de las decisiones de inversión. En segundo lugar que el ‘ruido macro’ es probablemente una de las mayores fuentes de destrucción de riqueza conocidas por el hombre y, por último, que un enfoque excesivo en los datos macro a corto plazo puede dar pie a puntos de vista desequilibrados que no toman suficientemente en cuenta todas las evidencias disponibles.
El desplome del mercado en agosto es un ejemplo perfecto de esto. El desencadenante aparente de la oleada de ventas fue el repentino anuncio del Banco Popular de China de que ampliaba la banda de fluctuación del renminbi, lo que hizo temer que se trataba de una devaluación competitiva. Esto condujo a la especulación sobre el alcance de la debilidad de la economía china y a la amenaza para el crecimiento mundial que representaba. Algunos análisis macro ‘top-down’ parecían confirmar esto.
Pero los datos ‘micro’ ‘bottom-up’ contaban una historia bastante diferente. Aunque la economía industrial del viejo modelo chino sufría claramente una recesión cíclica severa -algo que había sido evidente durante varios años- las medidas para el nuevo modelo chino, relacionadas la promoción del consumo interno, supusieron un contrapeso importante a las ideas macro ‘top-down’.
Siempre se ha considerado que el epicentro de los problemas de China está en el inmobiliario -ciudades fantasmas y exceso de construcción crónica- sin embargo, las acciones de compañías inmobiliarias que cotizan en Hong Kong (acciones H) han batido desde mayo al índice general y han continuado haciéndolo durante todo el verano, pese a la oleada de ventas.
Todo el asunto era una reminiscencia de los llamados temores de doble caída que pillaron por sorpresa a los inversores en el verano de 2012. En esa ocasión también, las evidencias ‘top-down’ contaron una historia muy diferente a la macro ‘bottom-up’.
Entonces, ¿cuáles la lección aquí? Considero que la lección es que la asignación de activos exitosa es una disciplina mucho más bottom-up de lo que la mayoría sospechaba y, aunque los datos macro habituales pueden contener información valiosa, es importante ponerlos en contexto con puntos de vista bien desarrollados a medio plazo.
Philip Saunders es co-responsable de las estrategias multiactivo de Investec.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: GolbalX. Reacción de la deuda privada ante la posible subida de tipos de la Fed
El mercado high yield normalmente presenta una duración inferior a otros mercados de renta fija debido a los cupones más elevados que ofrece, combinado con vencimientos más cortos. Dado que las condiciones del crédito tienden a inducir el comportamiento del mercado high yield, la dirección de los tipos de interés suele interpretarse por lo que puede anunciar acerca de la solidez económica. Finalmente, la Reserva Federal estadounidense ha venido emitido señales contradictorias. Después de provocar intensos rumores en el mercado sobre una posible subida de tipos en septiembre, la consiguiente corrección reavivó las dudas en torno a la vitalidad de la economía mundial, lo que puso nerviosos tanto a los mercados de renta variable como de high yield.
Nosotros no estamos excesivamente preocupados por un aumento de los tipos de interés en Estados Unidos. La siguiente tabla muestra que la deuda high yield estadounidense históricamente se ha comportado bien después de que la Fed subiera los tipos por primera vez. Esto se debe a que las subidas de tipos suelen denotar una expansión económica, de modo que, por definición, las empresas se hallan en unas condiciones razonablemente sólidas.
Esto no debe interpretarse en el sentido de que las condiciones crediticias son necesariamente buenas en sí mismas, ya que, como hemos explicado anteriormente, los sólidos beneficios pueden venir acompañados de una actividad menos favorable a los titulares de bonos; de ahí la importancia que otorgamos al análisis crediticio.
El Banco Central Europeo ha expresado su deseo de tranquilizar a los mercados al indicar que la política acomodaticia seguirá en vigor. En una declaración más reciente, Mario Draghi sugirió que la tasa aplicada a depósitos (actualmente situada en el -0,2%) podría sufrir otro recorte más en territorio negativo.
Las compras de deuda pública europea por 60.000 millones de euros al mes anunciadas por el Banco Central Europeo hasta septiembre de 2016 proporcionan un fuerte respaldo técnico a los mercados de deuda privada europeos. Creemos que estas compras de activos tienen visos de seguir favoreciendo a los activos de mayor remuneración, lo que creará un efecto cascada en toda la gama de activos de deuda privada, dada la saturación de los inversores con los activos menos rentables.
Kevin Loome se unió a Henderson Global Investors en 2013 como responsable de Crédito de Estados Unidos.
Chris Bullock es analista de Crédito y co-portfolio manager del Euro Corporate Bond Fund y Euro High Yield Bond Funds de Henderson.
Tom Ross es cogestor de los fondos de absolute return credit de Henderson.
Photo: Fut Und Beidl. Groundhog Day for Financial Markets
Los mercados financieros han soportado su propia versión del Día de la marmota en los últimos meses: los tres temas que preocuparon a los inversores a principios de año —conocer el momento preciso en que la Fed subirá los tipos de interés, el moderado ritmo de crecimiento mundial y la incertidumbre macroeconómica actual en China— no están ahora más cerca de su resolución de lo que lo estaban en verano. Por consiguiente, tal vez valga la pena considerar qué ha cambiado en los mercados y qué no.
La Fed, por su parte, se ha esforzado sobremanera por tratar de sostener la importancia de su reunión sobre política monetaria de diciembre (los actuales precios de mercado indican que en diciembre es probable una subida de tipos, mientras que dicha probabilidad era inferior al 30% antes de la reunión de octubre). No obstante, sigue resultando imposible predecir con total seguridad si la Fed actuará o no antes de finales de año, dado el descenso estacional de la liquidez del mercado de la que somos testigos en diciembre. Los críticos de la Fed argumentarían que el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés) ha sido simplemente demasiado transparente, y que los responsables políticos se han metido en un callejón sin salida. Si el propio FOMC no está seguro de qué debe hacer, se revela imposible que alguien prediga con cierta precisión qué hará la Fed.
Mientras que los movimientos (o falta de ellos) de la Fed han ocupado la mayor parte de las columnas de prensa en las últimas semanas, tal vez lo más preocupante sea la atonía que reflejan los datos económicos a escala mundial. La crisis de Lehman Brothers se produjo hace más de siete años y, pese a ello, aún reviste cierta dificultad detectar indicios de una recuperación cíclica tradicional.
Por el contrario, la preocupación actual de los mercados estriba en la sobrecapacidad de China y qué significará esto no solo para los productores de materias primas y energía, sino también para la rentabilidad industrial en general. Si bien no prevemos una recesión económica, está claro que una serie de sectores mundiales atraviesan una situación bastante complicada, que seguramente empeorará. Hablar de una recesión de los beneficios industriales podría parecer alarmista, aunque puede que no diste mucho de la realidad si se es un productor de equipos de minería o equipos agrícolas, áreas en las que hay un exceso de oferta mundial considerable. Si se fabrica un producto mercantilizado, no diferenciado —como planchas de acero, por ejemplo—, la situación se antoja extremamente complicada y provoca que empresas estén quebrando.
¿Por qué ha sido el crecimiento mundial tan discreto? Una explicación es que mientras que la expansión cuantitativa ha sentado las condiciones (es decir, unos tipos de interés en el entorno del cero) para que las empresas inviertan, las empresas solo cuentan con un incentivo para invertir si creen que existe una demanda por lo que van a producir. Después de la crisis, esa demanda ha destacado por su ausencia, fuera de los mercados emergentes. Por supuesto, como se ha comentado hasta la saciedad, los mercados emergentes están ahora bajo una presión considerable (especialmente los que han basado la expansión de su economía en satisfacer la demanda china de materias primas), lo que significa que las perspectivas de consumo mundial son, en el mejor de los casos, moderadas.
En este contexto, tal vez no sea de extrañar que las empresas hayan optado por reducir costes y utilizar el exceso de efectivo para pagar dividendos (o dividendos especiales) y que últimamente hayan recurrido a la ingeniería financiera (como recompras de acciones) para respaldar sus cotizaciones bursátiles. En un mundo en que es difícil registrar un crecimiento orgánico, cobra mucho más sentido recomprar acciones que comprometerse en proyectos caros a largo plazo que exijan grandes sumas de inversiones de capital y una retribución incierta, como ha ocurrido, muy a su pesar, con muchas empresas de minería.
La falta de confianza empresarial para invertir constituye solo una cara de la moneda. Cuando los precios del petróleo se desplomaron, esperábamos que el consumo se beneficiaría de un dividendo de «energía barata», si bien esto, sencillamente, no ha sucedido del modo que creíamos. ¿Por qué? Creemos que, al igual que las empresas, que se resisten a gastar en proyectos de inversión a gran escala, muchos consumidores están simplemente agradecidos de tener un trabajo en la era poscrisis y, por consiguiente, se están embolsando las ganancias realizadas gracias a los bajos precios de la energía. Tal vez aún más importante, y pese al fortalecimiento de los mercados laborales en países como los EE. UU. y el Reino Unido, el crecimiento de los salarios se ha revelado muy modesto.
Tampoco debemos olvidar que una generación de personas que terminó su educación secundaria o universitaria a finales de la década de 2000 habrá crecido sin conocer nunca el mundo de financiación barata y abundante que existía antes de la crisis de Lehman. El consumo financiado mediante endeudamiento no se está recuperando ni en los EE. UU. ni en otras partes, y esto incidirá de forma notoria en el nivel de aumento del PIB que se registrará el año que viene y los siguientes. En otras palabras: la nefasta alianza de una normativa más estricta, unos mayores costes legales y unos requisitos de capital más exigentes supondrá que los bancos minoristas se parezcan en el futuro cada vez más a las empresas de servicios públicos.
¿Qué significa esto para los inversores? En nuestra opinión, será difícil observar crecimiento orgánico y esto tal vez explique el repunte reciente de la actividad de fusiones y adquisiciones. A las empresas que ya han reducido su base de costes y utilizado operaciones de ingeniería financiera para elevar su cotización bursátil no les quedan muchas otras opciones. En efecto, el aumento de las fusiones y adquisiciones y la mayor creatividad de las empresas al configurar sus balances han desembocado en el deterioro reciente de los fundamentales de crédito en los EE. UU.
Puesto que resulta probable que el crecimiento siga siendo deslucido, los tipos de interés se situarán en cotas más bajas durante más tiempo. De hecho, el tipo final de los fondos federales para este ciclo podría alcanzar un mínimo del 2%. En teoría, este hecho favorece a la renta fija, si bien resulta difícil entusiasmarse por la deuda pública dados los niveles actuales de rendimiento y la subida de tipos esperada de la Fed. No obstante, la deuda de alto rendimiento europea sí parece interesante, en vista del considerable diferencial de rendimiento con respecto a la deuda pública y al hecho de que esta clase de activo suele beneficiarse de las fusiones y adquisiciones, a diferencia de la deuda con calificación investment grade.
Una baja tasa de descuento representa, en teoría, un importante factor positivo para la renta variable, aunque todos los puntos expuestos con anterioridad indican que el crecimiento económico y, por ende, los beneficios, seguramente serán más bajos de lo que serían si parte del exceso de capacidad productiva mundial se hubiera eliminado. Creemos que un enfoque selectivo en renta variable dará sus frutos, especialmente habida cuenta de que existen pocas probabilidades de que las preocupaciones sobre el crecimiento chino remitan pronto. También creemos que los inversores se centrarán más en las valoraciones y en los fundamentales a medida que la liquidez mundial siga disminuyendo, y en ese entorno los inversores deberían estar preparados para llevarse más decepciones con respecto a valores específicos. En el futuro, la Fed no actuará como asegurador de los mercados bursátiles y pese a la probabilidad de que el BCE siga tomando medidas, ya no habrá una marea ascendente de expansión cuantitativa mundial que levante a todos los barcos.
Mark Burgess es director de Inversiones para EMEA de Columbia Threadneedle Investments.