Tecnología: ¿se acabó el juego?

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Tecnología: ¿se acabó el juego?
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Ante la desazón de los inversores en la segunda mitad de 2018 por la caída de precios de las acciones tecnológicas, hace falta un poco de perspectiva. La tecnología no ha desentonado en las bolsas mundiales en 2018, pese a su depreciación en la última parte del año, y las perspectivas a largo plazo siguen siendo en gran medida positivas. Tras una década de alza casi constante de la cotización de las tecnológicas y la extraordinaria revalorización de las denominadas FAANG (Facebook, Apple, Amazon, Netflix y Google), el sector tecnológico sufrió un abrupto revés a mediados de 2018.

¿Por qué? Pues porque con el interés de la renta fija pública estadounidense por encima del 3%, los inversores están empezando a disponer de una atractiva alternativa sin riesgo y ante el auge de la guerra arancelaria entre EE. UU. y China empiezan también a cuestionarse las hipótesis de beneficios. Casi a la vez, las numerosas advertencias de revisión de beneficios de empresas semiconductoras, asustaron a los inversores y Apple avisó a sus proveedores de que redujeran las expectativas de ventas en torno al último iPhone. Si a ello sumamos la creciente preocupación —aunque no se sustente en señales del mercado— por una futura recesión, se dan todos los ingredientes para el desasosiego del sector tecnológico.

Pero recordemos que la corrección fue de alrededor del 15%. No es un desplome y ni mucho menos puede compararse con la recesión de comienzos de los años 2000 inducida por las tecnológicas.

2019: geopolítica y fundamentales

Era inevitable un borrón y cuenta nueva ante unas previsiones insostenibles para las tecnológicas, y ya se está produciendo: se prevé que el crecimiento del beneficio de las tecnológicas en 2019 sea de un solo dígito, elevado pero más modesto, lo que concuerda grosso modo con el mercado general. Tal vez el vector más importante de 2019 sea la guerra arancelaria. Los aranceles menguan directamente los ingresos, pero además tienen efectos indirectos, pues muchas empresas chinas están postergando su inversión en activo no corriente, lo que mermará tanto los beneficios de las compañías estadounidenses como los de las chinas.

Un efecto a más largo plazo es que China está viéndose forzada a desarrollar su propio sector de semiconductores y empresas como Tencent ya han empezado a desarrollar chips de inteligencia artificial. Conforme China gane terreno a EE. UU., ello podría mermar los beneficios de las empresas estadounidenses de semiconductores a medio- largo plazo.  En suma, cualquier tregua entre EE. UU. y China favorecería sin duda a los valores tecnológicos.

Otro importante vector es el crecimiento económico. En caso de recesión y desaceleración del crecimiento del beneficio de las empresas informáticas, las tecnológicas serán de las primeras en sufrir conforme los inversores migren a activos defensivos. Sin embargo, nuestra hipótesis principal es que no habrá recesión en 2019. El tercer vector principal —que es además el vector de largo plazo del crecimiento tecnológico— es el lanzamiento de tecnología innovadora al mercado.

¿Qué tecnologías serán más fructíferas?

Prevemos un salto adelante en el Internet de las cosas y el 5G (quinta generación de telefonía móvil, de menor consumo energético y latencia, conectividad masiva del dispositivo y mayor velocidad de datos) también debería empezar a extenderse en 2019. Hoy por hoy, unos cuantos operadores tienen el 5G en fase de pruebas, pero la tecnología irá evolucionando conforme se extienda.

También observamos atentamente la evolución de los vehículos autónomos y los eléctricos. El crecimiento de los vehículos eléctricos y autónomos se verá acompañado en paralelo por el de los semiconductores, de los cuales dependen. Menos confianza nos inspiran las redes sociales, que no han respondido satisfactoriamente a las críticas sobre privacidad y manipulación. Puede que tras la corrección muchos de estos valores tengan un importante margen alcista, pero el crecimiento de las redes sociales podría verse obstaculizado por futuras normativas y litigios.

Las FAANG dejan de ser vectores fundamentales de valor

Cabe destacar que los modelos de negocio de las FAANG están empezando a madurar y vemos desaceleración en el crecimiento de su cifra de negocios. Hasta ahora Alphabet (Google) viene creciendo un 20% anual y Facebook nada menos que un 45% anual. Pero en un claro signo de desaceleración, está previsto que Facebook crezca un 35% en 2018 y un 25% en 2019. Si bien las empresas FAANG serán aún importantes en 2019, ya no las consideramos vectores fundamentales de la evolución del sector.

Por último, seguimos convencidos de que el sector informático aún es una oportunidad atractiva de inversión, que continuará impulsado por el acelerado despliegue de nuevas aplicaciones disruptivas como el Internet de las cosas, la robótica avanzada, el 5G o el diodo orgánico electroluminiscente (OLED). El inversor debería permanecer atento a la evolución de la guerra arancelaria, el crecimiento económico mundial y la regulación de las redes sociales, factores que probablemente tengan la mayor repercusión a corto plazo en el sector.

Tribuna de Johan Van Der Biest, gestor senior de renta variable de Candriam.

Exiguo beneficio por baja de “comisiones” del SAR, razón para cambiar el modelo de cobro

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Exiguo beneficio por baja de “comisiones” del SAR, razón para cambiar el modelo de cobro
Foto: MaxPixel CC0. Exiguo beneficio por baja de “comisiones” del SAR, razón para cambiar el modelo de cobro

La reducción de las “comisiones” del Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR), ha sido otra vez simbólica, apenas para mostrar que, en promedio, estarán al fin debajo de 1,00%. En la práctica, el cargo promedio ponderado por activos (con cifras de CONSAR al cierre de noviembre pasado), será de 0,9752%, con decremento de 0,0248%.

Como apuntábamos en enero, este formato de bajas anuales ha cumplido su ciclo y habría de reemplazarse.

En pesos y centavos ¿Cuál es el beneficio para los trabajadores? Quien permanezca en una administradora “cara”, con saldo promedio de 300.000 pesos, pagará alrededor de 120 pesos menos en 2019. En la “barata”, por el mismo ahorro acumulado, pagaría 90 pesos menos. Si se moviera de alguna de aquéllas a la más económica, su beneficio sería de 660 pesos:

En proporción, eso es válido para todos, con independencia de su saldo. Es claro que la decisión de cambiar de Afore no depende de esas partidas sino del aliciente de rendimientos y, en segundo término, del servicio. Por eso no cabe referir la “comisión” como factor decisional; tampoco el argumento de la repercusión a largo plazo pues, a ese paso, para los del saldo referido, el motivador sería de entre 1.000 y 6.000 pesos en una década. Además, no es que las gestoras de tarifa alta vayan a generar el menor desempeño, ni las “baratas”, la mayor rentabilidad. A simple vista, la expectativa de medio punto porcentual más de rendimiento es lo doble de motivante para traspasarse, así sea a una de las “caras”. Los trabajadores lo entienden, como refleja la distribución de ahorro del SAR:

Claro, la reducción tarifaria es notoria en las Afores. El ingreso ponderado conjunto que no percibirán, sobre los activos a noviembre, asciende a casi 1.000 millones de pesos. No significa que obtendrán menos ingresos en 2019. Dado que cobran sobre el saldo, ganarán más en cifras absolutas por el aumento del ahorro acumulado. El cobro del gremio rondará los 32.000 millones. A ello hay que sumar alrededor de 900 millones correspondientes a las nuevas aportaciones periódicas (aproximadamente de 213.000 millones, sin considerar las de trabajadores primerizos o reactivados). Así, el ingreso del sistema rozaría 33.000 millones de pesos, asumiendo ya la reducción ponderada de la tarifa, más lo que cobre por las plusvalías compuestas que se generen.

Porcentajes diferentes según el alcance de cada tipo de SB

El SAR ensambló el arquetipo del sistema chileno emulando el formato de ingresos de las AFPs. Las novedades desde 1997 han sido la sustitución de la base de cobro (saldo en vez de aportaciones, o la mezcla de ambos), y la reducción paulatina de la tarifa única a todos los fondos.

El formato hacía sentido porque había una Siefore Básica (SB). Cuando se crearon dos y luego hasta cinco fondos de perfil distinto, hubiera sido entendible aplicar cobros diferentes según las posibilidades del régimen de inversión. Las SB 4 y 3, y las adicionales de ahorro voluntario y régimen amplio, serían las de cuota alta, en tanto que las SB 2, 1 y 0, así como las adicionales “conservadoras”, de régimen más estrecho, las de porcentaje bajo. Es decir que las Afores habrían de cobrar más por la gestión especializada que permite asumir mayores riesgos con la pretensión de rendimientos elevados. El requerimiento de recursos de inversión y administración de riesgos (tecnología, personal, análisis y otros) de las SB1 no es comparable con el que demandan las SB4. Ni en la dimensión ni en la proporción.
Tal como están las cosas, nuestros afiliados a las SB2, 1 y 0 financian en buena medida los elementos de inversión y control necesarios para las SB4, 3 y algunas adicionales.

¿Qué hacer para que las “comisiones” pesen en beneficio de los trabajadores?

Se podrían aplicar porcentajes diferenciados por tipo de fondo, bajos en unos y altos en otros. Así, las comparaciones serían directas, entre Siefores y Afores. Por poner un ejemplo: la tarifa de la SB4 de una gestora que aproveche el régimen, contra la de la SB4 de una que lo subutilice.

Los márgenes de ingresos no disminuirían y estarían equilibrados en función del balance en la distribución del ahorro: 44% de los activos del sistema están en las SB2, 1 y 0; 56%, en las SB4, 3 y adicionales.

Las brechas podrían ser de tal magnitud que entonces sí serían factores de decisión de permanencia o cambio incluso de SB en la misma administradora. El beneficio de la innovación sería relevante para los trabajadores.

Argentina recupera sus signos vitales

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Argentina recupera sus signos vitales
. Argentina recupera sus signos vitales

La crisis Argentina fue tan repentina y sorprendió a tantos. ¿Cuál fue la dinámica y cuál es la luz de esperanza que comienza a aparecer? Todo empezó con el cambio de humor de los inversores.  El pasado abril, en la reunión anual del FMI (Spring Meetings 2018), se dieron a conocer y publicaron dos reportes que fueron claves en la visión de los actores y participantes de los mercados de capitales mundiales.

El “Global Financial Stability Report” revelaba que los riesgos que amenazaban la estabilidad de corto plazo se habían incrementado. Y advertía especialmente que los mercados emergentes podían ser vulnerables a un “tightening” o estrechamiento repentino de las condiciones financieras globales. Por su parte, Maurice Obstfeld, Director de Research del IMF advertía en una conferencia de prensa en la que presentaba el “Global Economic Outlook Report” que los buenos tiempos presentes no durarían mucho más. Los riesgos de un endurecimiento de las condiciones financieras y de una desaceleración del crecimiento global incrementaban la amenaza general, particularmente considerando que los niveles de deuda globales se encontraban en niveles históricamente altos.

Y los riesgos se materializaron a velocidad. Dos países emergentes eran particularmente vulnerables a este cambio de escenario: Argentina y Turquía. La vulnerabilidad provenía de su frágil situación fiscal y externa.

Tomando el caso de Argentina, la combinación de los déficits gemelos y la falta de inversión extranjera en la economía real serían la combinación perfecta para que, ante el mencionado cambio de las condiciones financieras, los inversores del mercado de capitales salieran rápidamente y generaran una corrida cambiaria irreversible. Que combinada con una inflación creciente daban lugar a una realidad que debía ser atendida. En consecuencia, el gobierno se vio obligado a aplicar una serie de medidas. Entre las destacadas, la primera fue la vuelta al FMI, para solicitar el auxilio financiero necesario que permitiera atender las necesidades urgentes de financiamiento ante el cierre de facto de los mercados para Argentina. La segunda fue la corrección del tipo de cambio, que al estar sobrevaluado (en niveles similares a los del fin de la convertibilidad) impedía un equilibrio de las cuentas externas.  Y la tercera fue el fuerte incremento de la tasa de interés local que trajo como consecuencia deseada el atractivo suficiente para que los inversores se quedaran en pesos y dejaran de correr hacia el dólar. Las consecuencias indeseadas de este conjunto de políticas están a la vista: fuerte devaluación y recesión.

Al día de hoy, estas duras políticas han comenzado a mostrar signos de reversión de los factores claves que provocaron la crisis. Y lo importante es que son correcciones que, de sostenerse en el tiempo, generarán condiciones propicias para el desarrollo económico. El primer buen signo es que cursamos el segundo mes de balanza comercial positiva. Los términos del intercambio aumentaron 0,7 % interanual en el 3° trimestre de 2018 y arrojaron una ganancia incipiente de 106 millones de dólares.

El segundo es que el gobierno ha recortado fuertemente el déficit primario y está encaminado a lograr déficit cero en 2019. El tercero es que la inflación está en tendencia claramente descendente, aunque lejos  aún de guarismos que indiquen estabilidad de precios.  El pico fue en septiembre 2018, cuando los precios registraron un aumento del 6.5% con respecto al mes anterior. En octubre ese mismo valor descendió a 5.4% y en noviembre a 3.3%.

Recuperados los signos vitales, Argentina podrá encaminarse hacia la recuperación de sus niveles de actividad económica. Sin embargo, al ser el 2019 un año de elecciones presidenciales la continuidad del rumbo planteado por Cambiemos deberá ser ratificado por el voto soberano de los argentinos.

Tribuna de Emilio Botto, Chief Investment Officer de BNP Paribas Investment Partners Argentina SA

Estrategias selectivas para mercados complicados

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Estrategias selectivas para mercados complicados
Pixabay CC0 Public DomainFoto: RichFL. Estrategias selectivas para mercados complicados

El año pasado supuso un desafío para la construcción de cartera y la rentabilidad. Si lo ponemos en perspectiva, entre 2009 y 2017, el análisis de Amundi muestra que, de media, cada año el 76 % de las principales clases de activos (incluyendo los ligados a la inflación, distintos bonos gubernamentales regionales, renta variable, divisas y materias primas) registraron desempeños positivos. En 2018, la historia cambió y ahora afrontamos un año sin precedentes en el que menos del 20 % de los activos han transitado un terreno beneficioso.

Los mercados han comenzado a tener en cuenta la ralentización del crecimiento global y las condiciones de liquidez más rígidas, en un contexto político más complejo de lo esperado, marcado por las disputas arancelarias y el populismo. Las consecuencias principales de esta nueva narrativa han sido las vulnerabilidades en las áreas más presionadas del mercado -como son los valores de crecimiento de las acciones y los mercados de crédito- y las circunstancias idiosincráticas de Argentina, Turquía o Italia.

De cara a 2019, las políticas de los bancos centrales serán, de nuevo, cruciales para determinar el sentimiento del mercado. Dada la ralentización del crecimiento económico y las débiles condiciones financieras, que la Reserva Federal estadounidense se alejase de un mayor endurecimiento monetario daría algo de oxígeno a los mercados. Además, lo más probable es que el Banco Central Europeo se encuentre cada vez más incómodo con una subida de tipos en ese escenario. Mientras, el riesgo de cometer errores en las políticas se mantendrá alto: ¿Cómo de lejos puede llegar Donald Trump con su política comercial? ¿Qué consecuencias podría tener en los precios y los márgenes empresariales? ¿Puede mantenerse el crecimiento de China? Todos ellos son elementos que pueden potenciar la volatilidad, pero también pueden llevar a mayores oportunidades en el mercado.

Creemos que, al menos en la primera parte de 2019, habrá espacio para asumir más riesgos en algunas áreas del mercado, dadas las atractivas valoraciones y el hecho de que ya ha quedado atrás la mayor parte del repricing de las rentabilidades de bonos. Que haya signos de una actitud más dócil por parte de la Fed podría representar un desencadenante positivo adicional. Creemos que una perspectiva constructiva en relación a los ingresos respaldará una recuperación en las acciones basada en la rotación temática.

Por ello, continuamos recomendando una visión selectiva, con el foco puesto en la calidad y las valoraciones (y, más avanzado el año, en los dividendos) de forma generalizada, con el mercado de renta variable estadounidense como opción central. Más adelante, buscaremos puntos de entrada para beneficiarnos de las dislocaciones de precios. Algunas zonas de interés son Europa, una vez haya desaparecido el riesgo relacionado con las elecciones al Parlamento Europeo del próximo mayo, y los mercados emergentes, cuando se disipe la amenaza derivada de la subida de los tipos de interés y de un dólar fuerte y haya signos de una ralentización en Estados Unidos.

Ante un contexto de incertidumbre económica y política, continuaremos centrándonos en el manejo de los drawdowns, ya que la conservación de capital será la máxima prioridad de los inversores. Esto supone seleccionar valores y bonos con bases sólidas que podrían ser más resistentes ante las crisis del mercado y evitar la concentración en las áreas más arriesgadas del mercado, donde la sostenibilidad de los rendimientos podría estar amenazada.

Tribuna de Pascal Blanqué, Chief Investment Officer del grupo Amundi, y Vincent Mortier, director adjunto de Inversiones

¿Fin de ciclo o simplemente más del ciclo ‘CRIC’?

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¿Fin de ciclo o simplemente más del ciclo ‘CRIC’?
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Martin Fisch. ¿Fin de ciclo o simplemente más del ciclo ‘CRIC’?

En 2017 hubo un entorno de crecimiento económico sincronizado, las economías orientadas a la exportación, como Europa y Asia, se vieron especialmente favorecidas por este telón de fondo. Después, llegó 2018, Estados Unidos contaba con la ventaja del estímulo fiscal y la mayor parte de las economías desarrolladas perdieron impulso. La escalada de las disputas comerciales entre Estados Unidos y China añadió cierta presión sobre las cadenas de suministros de las empresas y la volatilidad repuntó en los mercados conforme los inversores comenzaron a anticipar un deterioro en las condiciones macroeconómicas.

Así, la reciente debilidad de los mercados de renta variable ha hecho que los inversores se centren en si la fase avanzada del ciclo alcista puede seguir evitando una bajada de “fin de ciclo”, una pregunta válida atendiendo a los cambios de ánimo que vemos actualmente. En nuestra opinión, ya hemos dejado atrás el “pico de crecimiento” por lo que respecta a la economía y los beneficios, y en los próximos trimestres descenderán de sus máximos recientes. Aunque como es lógico resulta incómodo para los inversores, esta tendencia resulta en cierto modo inevitable debido a que el intenso periodo de estímulo en China y, más recientemente EE.UU., ahora está en retroceso.

Cambio de régimen: difícil para los inversores

Aunque las valoraciones de la renta variable son razonables y el crecimiento de los beneficios probablemente sea positivo a corto plazo, esta desaceleración en el plano macroeconómico es importante, debido a que a los inversores normalmente no les gusta un cambio de régimen. La desaceleración está provocando un cambio de régimen, dejando atrás el periodo basado en estímulos que tanto ha beneficiado a los inversores. Como es lógico, modificar las expectativas genera incertidumbre y volatilidad, pero también una nueva capacidad para adquirir acciones “incomprendidas”.

Aunque la fase avanzada de este ciclo de renta variable se ha caracterizado por una tranquilidad inusual y rentabilidades elevadas, nuestro propio marco económico global no ha variado sustancialmente desde tiempos más inciertos y volátiles. Sostenemos desde hace mucho tiempo que vivimos en una época definida por:

  • un bajo crecimiento del PIB en dólares;
  • un exceso de deuda;
  • un exceso de petróleo; y
  • una baja inflación debido a la tecnología y la automatización.

Las consecuencias de este marco son muy amplias y van más allá de la política, la economía y la capacidad de los beneficios corporativos. A este entorno le denominamos «avance deflacionista»y sus cimientos estructurales son sólidos y duraderos.

Y lo que es más importante, un mundo de crecimiento e inflación relativamente bajos no implica necesariamente un mundo ausente de cambio positivo, avances u oportunidades. Supone, en todo caso, una amplia dispersión de las rentabilidades de las acciones y la necesidad de posicionar activamente las carteras para beneficiarse de los cambios, a medida que evoluciona.

Sin embargo, el avance deflacionista genera desafíos, como son el populismo provocado por el escaso crecimiento salarial, así como patrones de mercado muy diferentes con respecto a ciclos anteriores. En un entorno así de cambio secular, es fundamental tener una actitud que mire al futuro.

Cambio de marcha

En este contexto económico, consideramos que seguimos en un “ciclo CRIC”, es decir, un ciclo definido por continuos episodios de crisis, respuesta, mejora y autocomplacencia (CRIC son las siglas en inglés de Crisis, Response, Improvement, Complacency). El mundo ahora está dejando atrás la autocomplacencia y entrando en fases de crisis y respuesta.

Al mirar hacia fuera, nos centramos en tres respuestas políticas que incidirán en la senda y la pendiente del crecimiento en 2019-2020, que son:

  • la respuesta de estímulo económico interno de China;
  • la reducción del ritmo de subida de los tipos de interés de la Reserva Federal estadounidense, sobre todo si los precios del petróleo siguen cayendo como esperamos; y
  • una cierta solución de la disputa comercial entre EE.UU. y China.

Creemos que hay suficientes medidas de respuesta política para guiar la economía global de vuelta al entorno de “nueva normalidad” (es decir, un universo de crecimiento bajo y rentabilidades bajas), aunque el contexto político tan inusual aumenta claramente la complejidad que subyace a esta opinión. Sin embargo, nuestra hipótesis principal es que los políticos evitarán los peores escenarios de daños económicos autoinfligidos cuando los discursos se den de bruces finalmente con la realidad y definan la política.

Nuestro enfoque: ¿cuáles son entonces las consecuencias para la gestión de la estrategia Global Focused Growth Equity?

La autocomplacencia marcó su punto álgido a principios de 2018 y esa volatilidad formará parte integrante de los mercados de renta variable al pasar a la siguiente fase del ciclo.

No hay que tener miedo a la siguiente fase del ciclo; en su lugar, hay que intensificar la búsqueda de empresas de alta calidad en las que cabe imaginar una mejora de los fundamentales corporativos en los próximos 12 a 24 meses.

Seguimos considerando improbable la perspectiva de una racha amplia de alza de la inflación, y que dicha inflación tocará techo de aquí a entre seis y nueve meses (la tecnología, la demografía y la globalización han frenado la inflación durante la última década).

Encontrar empresas que se beneficien de la reducción de las expectativas de la inflación y el crecimiento, junto con ideas características sobre un cambio positivo.

En cuanto a la gestión del riesgo:

Evitar empresas con problemas, aunque sus valoraciones parezcan «razonables», porque unas valoraciones medias/razonables o incluso por debajo de la media no protegen el capital en los momentos más difíciles. Sin embargo, las valoraciones extremas son formidables para las rentabilidades futuras.

Reconocer el resurgimiento de una política y un discurso populistas, cuyos resultados son inciertos por naturaleza, pero importantes para la confianza tanto para acciones en particular como de forma general.

Mantenernos fieles a nuestra filosofía, que integra la búsqueda de la mejora de rentabilidades fundamentales en las acciones, en parte para defender nuestra cartera contra la desaceleración; creemos firmemente que las perspectivas específicas sobre acciones pueden ser defensivas.

En tiempos de volatilidad, es importante tener una cartera centrada, pero igual de importante es gestionar cualquier concentración de factores de riesgo. Una sólida disciplina de construcción de cartera sigue siendo clave

Teniendo esto en cuenta, hemos defendido las posiciones en nuestras acciones preferidas en medio de la volatilidad, reduciéndolas en algunos casos por la fortaleza durante la temporada de publicación de resultados y asegurándonos de que buscamos a fondo para detectar posibles riesgos.

Aunque el crecimiento económico se está ralentizando, el entorno sigue ofreciendo cambios, avances y oportunidades. Y lo que es más importante, sigue siendo un entorno en el que podemos funcionar como especialistas en selección de valores que buscan mejoras fundamentales allí donde estén.

Columna de David J. Eiswert, gestor de carteras y analista en la división de renta variable estadounidense en T. Rowe Price.

Información importante

Riesgos principales: los riesgos siguientes son especialmente relevantes para la estrategia destacada en el presente documento.

Las transacciones con valores denominados en divisas pueden estar sujetas a fluctuaciones en los tipos de cambio, lo que puede afectar al valor de una inversión. La estrategia está sujeta a la volatilidad inherente a la inversión en renta variable y su valor puede fluctuar más que una estrategia que invierta en valores orientados a ingresos. La cartera podrá invertir en valores de empresas cotizadas en los mercados bursátiles de países en desarrollo.

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Invertir en un mundo con restricciones al carbón

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Invertir en un mundo con restricciones al carbón
. Invertir en un mundo con restricciones al carbón

Las emisiones de carbono son un desafío que define nuestro día a día. Así, la dependencia global que tenemos a los combustibles fósiles supone un reto real y creciente para la salud de nuestras poblaciones y nuestras economías.

Según la Organización Mundial de la Salud, el 93% de los niños en el mundo está expuesto a la contaminación del aire por encima de los niveles establecidos como seguros. Este problema se debe en gran parte al uso de combustibles fósiles, especialmente en áreas urbanas, que también son un importante motor del calentamiento global.

La buena noticia es que nunca hemos estado tan bien preparados ni tan bien prevenidos ante este tipo de desafío estructural: la creciente cantidad de datos y la conciencia social en torno a estos temas nos obliga a enfrentar la realidad. Además, vamos por el camino de que la regulación a nivel mundial haga un esfuerzo por combatir el cambio climático y tenemos una serie de herramientas cada vez más poderosa de para reducir y evitar las ‘emisiones de carbono en las carteras’.

Y ahora estamos en un punto en el que se está produciendo un cambio, independientemente de cómo cada uno de nosotros se sienta individualmente respecto al cambio climático. Como inversores, no podemos permitirnos ignorar este cambio o la oportunidad que ofrece esta transición a las compañías bien posicionadas.

Advertencia: el desarrollo de la regulación

Bajo los términos del Acuerdo de París, por ejemplo, los gobiernos de todo el mundo continúan impulsando una nueva legislación diseñada para acelerar el cambio hacia una economía baja en carbono. En ese Acuerdo existe un «mecanismo de ajuste», una serie de cambios en los pasos diseñados para aumentar los objetivos regulatorios a lo largo del tiempo. Este es un camino necesario si vamos a cumplir con el objetivo del Acuerdo, que es limitar el calentamiento global "por debajo de 2°" este siglo. Sin embargo, tal y como están las cosas actualmente, es posible que alcancemos 1.5 grados de calentamiento entre 2030 y 2052, según el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU.

La inevitable respuesta política ya está comenzando a impactar en nuestras economías, las compañías que las impulsan y los beneficios que podemos esperar como inversores.

Tomemos como ejemplo el sector de la automoción. La puesta en marcha de la regulación de bajas emisiones de carbono ha ejercido una gran presión en las proyecciones de ventas y precios de las acciones de los fabricantes de coches en las últimas semanas. Volkswagen, por ejemplo, dijo que los nuevos procedimientos de prueba de emisiones, introducidos en septiembre de 2018 para dar a los consumidores una indicación más clara de la economía de combustible en condiciones reales, habían impulsado una caída del 37% en las ventas en Europa en septiembre.

Además, los reguladores europeos acordaron en octubre aumentar los estándares de emisiones para automóviles y camionetas, lo que impulsó el objetivo de reducción de las emisiones de dióxido de carbono en un 35% para 2030, un aumento del 30%. Esto significa que la cantidad total de automóviles y furgonetas vendidas por cada fabricante en Europa debe emitir un 35% menos CO 2 que en 2020. Claramente, este sector se enfrenta a un período de rápida transición forzada.

Preparados para invertir en sostenibilidad

Como inversores, nos enfrentamos al desafío de comprender cómo los fabricantes de automóviles están adaptando sus modelos de negocio para hacer frente a su nuevo entorno operativo. La transición en esta escala probablemente será caótica para los que no están preparados, pero presenta una oportunidad significativa para aquellos que están bien posicionados para la realidad del mañana. Este desafío está lejos de limitarse al sector de la automoción y afectará a la amplia gama de empresas y sectores a escala mundial.

Por ello es muy importante analizar no solo la sostenibilidad de los modelos financieros de las empresas sino también la sostenibilidad de sus prácticas comerciales y de su modelo empresarial. Muy probablemente los rendimientos serán impulsados por empresas con credenciales demostrables en los tres pilares, y la incorporación de este enfoque en los principales procesos de inversión es clave.

En este contexto, es importante llevar a cabo un seguimiento de la intensidad de las emisiones de carbono de las empresas en las métricas para todas las compañías y carteras e incluirlas de forma rutinaria en los informes de los clientes. Así, en este punto, utilizar el capital para impulsar el cambio directamente, creando un impacto social y ambiental positivo, es una muy buena opción.

La iniciativa de Bonos Climáticos estima que el mercado para los bonos alineados con el cambio climático casi se ha triplicado en los últimos cinco años hasta alcanzar los 1.400 millones de dólares de bonos en circulación. El transporte sigue siendo el sector más grande, representando el 30% del total de los bonos en la primera mitad de 2018. Sin embargo, el dominio de este sector se ha reducido a la mitad en los últimos cinco años, ya que otros sectores han adoptado estos instrumentos.

Los bonos en circulación relacionados con el cambio climático son una parte cada vez más importante de nuestro conjunto de herramientas para ayudar a abordar el cambio climático. A diferencia de muchas otras áreas del universo de inversión, estos enlaces nos permiten tener un impacto directo medible en los resultados sociales y ambientales.

Por ejemplo, el fondo LO Funds – Global Climate Bond durante 2017 invirtió en 66 bonos de impacto que en total evitaron más de 78,000 toneladas de CO 2 por año, lo que equivale a retirar casi 17.000 coches durante un año. Por ello, al utilizar un creciente número de herramientas, se puede invertir en sostenibilidad para aprovechar la oportunidad que presenta la transición baja en carbono y para crear un impacto social y ambiental positivo significativo. Sin duda, este es un paso vital para construir un futuro saludable y próspero para todos.

Tribuna de Patrick Odier, senior managing partner de Lombard Odier.

El impacto de lo “verde”

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El impacto de lo “verde”
Pixabay CC0 Public DomainJeonsango. El impacto de lo “verde”

Los bonos verdes siguen siendo objeto de un gran debate, pero ahora las oportunidades permiten que los inversores se muestren más activos que nunca. Aunque el mercado de los bonos verdes ya cuenta con más de 10 años de existencia, sigue generando un gran debate. Algunas de las preguntas están totalmente justificadas, mientras que otras parece que ya han encontrado respuesta.

Este es el caso de la definición de los bonos verdes y, de un modo más amplio, qué es lo que define a un proyecto o empresa “verde”. Como cabía esperar, actualmente se está creando una definición de carácter normativo. Se espera que la definición final se acerque mucho a las prácticas actuales de los mercados, es decir, que incluya los productos que cumplan los principios de los bonos verdes y que se consideren elegibles basándose en una clasificación relativamente consensuada similar a las existentes en la actualidad.

La nueva definición normativa dará respuesta a varias preguntas y debería, por encima de cualquier otra consideración, abrir nuevas oportunidades de desarrollo en este mercado. En primer lugar, habrá oportunidades para los inversores, que verán cómo las posibilidades de asignación de sus inversiones se amplían para incluir las soluciones verdes. En segundo lugar, las autoridades tendrán un instrumento financiero claramente definido a su disposición, que podrán asociar a los mecanismos diseñados para incentivar a los emisores.

Por último, y lo más importante, será más fácil para los emisores identificar proyectos adecuados para una financiación de naturaleza ecológica. Esto ayudará a las empresas y, de forma más específica, a los grupos industriales, que se muestran menos activos en este sentido. Esto les permitirá acceder a este mercado de un modo más sencillo, sin el miedo a una reacción negativa debido a la selección de un proyecto sin el consenso del mercado. Debido al gran impacto medioambiental de las industrias en general, esto permitirá dar un paso clave hacia el cumplimiento del objetivo de que la temperatura del planeta no suba otros dos grados centígrados.

Este punto genera preguntas: ¿qué emisores estarán legitimados para utilizar el mercado de bonos verdes para obtener financiación? ¿Hay industrias o sectores que quedarán excluidos de forma automática? ¿Solo las empresas con los mejores historiales medioambientales podrán emitir bonos verdes?

Si el objetivo es recompensar las mejores prácticas, sí, no hay duda de que se dará esta situación. Sin embargo, si el objetivo es promover una transición hacia modelos con menos emisiones de carbono, el acceso a este mercado debería estar abierto al mayor número posible de emisores. Aunque el acceso no se debe otorgar a cualquier precio o sin condiciones, si una empresa con una fuerte huella medioambiental se está esforzando por seguir una estrategia de transición creíble y ambiciosa para reducir su impacto ambiental debe recibir ánimos y apoyo.

Tener fe en una empresa que muestra este tipo de ambición no es diferente a aceptar la palabra de un equipo de dirección en relación con su trabajo en términos de crecimiento de ingresos, desapalancamiento u objetivos de mejora de márgenes. La observación a lo largo del tiempo permitirá distinguir a los emisores fiables de aquellos que no lo son. La exclusión automática de una serie de industrias en función de su impacto negativo actual, sin aceptar que pueden ser capaces de reducir de forma significativa dicho impacto, elimina cualquier posibilidad de transición hacia una economía con menores emisiones de carbono.

Medir el impacto medioambiental es otra área clave que se debe desarrollar partiendo prácticamente de cero. Afirmar que una inversión determinada tendrá un impacto positivo en la transición energética y climática no es suficiente. El impacto se debe demostrar, o mejor aún, cuantificar. Aunque existe un amplio consenso acerca de los indicadores más relevantes, especialmente el cálculo de las emisiones de CO₂ evitadas, no parece haber un indicador único aplicable a todos los tipos de proyectos y en todos los contextos.

Por lo tanto, se requiere una evaluación de impacto multidimensional, lo cual no resulta tan complicado. No obstante, aunque se requieren indicadores detallados, el hecho de centrarse en los datos no debe eclipsar el fundamento básico de la inversión, es decir, la participación en la financiación de la transición hacia modelos con menores emisiones de carbono. Por lo tanto, en algunos casos, la evaluación cualitativa de una inversión puede que sea más relevante que la definición de un indicador estandarizado. La importancia de una inversión que busca preservar y restaurar la biosfera de los océanos, que son sumideros de carbono, o el valor de un proyecto de reforestación en una región sobreexplotada, no se puede negar. ¿Cuántas toneladas de emisiones de CO₂ se han evitado? ¿Es eso realmente lo que cuenta?

No todos los ejemplos son tan fáciles de medir y, aunque el impacto de algunas industrias se puede determinar de forma sencilla, es necesario utilizar un razonamiento diferente para analizar las elecciones de inversión necesarias cuyo impacto puede que no sea cuantificable. Las inversiones en soluciones de desarrollo, especialmente en proyectos industriales, son un buen ejemplo. Algunos proyectos, sin que necesariamente tengan un impacto positivo directo, o incluso negativo, fomentan la transición hacia un modelo con menos emisiones de carbono y, por lo tanto, no se deben ignorar. No debemos perder de vista nuestro objetivo inicial: promover un futuro sostenible para nuestra economía.

Tribuna de Julien Bras, gestor del fondo Allianz Green Bond de Allianz Global Investors.

El fin de año marca grandes esperanzas para Brasil en 2019

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El fin de año marca grandes esperanzas para Brasil en 2019
Congreso de Brasil. El fin de año marca grandes esperanzas para Brasil en 2019

La recuperación económica de Brasil no se materializó en 2018, pero el año termina con un brillo optimista posterior a las elecciones. Los crecientes indicadores de confianza y el estímulo monetario continuo señalan una recuperación más rápida, pero la fuerte aceleración que algunos esperan para 2019 sigue condicionada a la aprobación de las reformas fiscales por parte del Congreso.

2018: un año de expectativas de recuperación frustradas

Los últimos datos han confirmado que la recuperación de Brasil ha persistido pero sigue siendo frustrantemente lenta. Es probable que el PIB crezca en solo un 1,2% en 2018, un dato que palidece cuando se compara con las expectativas del mercado a principios de año, que se acercaron al 3%.

El PIB sigue siendo cinco puntos porcentuales por debajo de los niveles vistos en 2013, en términos reales.

Perspectivas de crecimiento para 2019

Las expectativas de crecimiento para 2019 han comenzado a subir, después de permanecer en un 2,5% durante un período prolongado y el aumento postelectoral en algunos indicadores de confianza del consumidor y de negocios sugiere que las perspectivas de crecimiento a corto plazo sí han mejorado. Sin embargo, aunque estamos de acuerdo en que los resultados de las elecciones han sido positivos para la actividad económica, ya que mejoraron las perspectivas para la consolidación fiscal, la pregunta crucial sobre el éxito del esfuerzo fiscal continúa.

A pesar de la recuperación de la confianza, es probable que las incertidumbres fiscales mantengan a los inversionistas y consumidores relativamente cautelosos en 2019. En particular, una recuperación sólida depende del apetito de los bancos y prestatarios y del progreso de la inversión de capital, especialmente de la infraestructura, donde prevalecen los cuellos de botella. En nuestra opinión, esto solo puede suceder después de que haya más claridad acerca de la trayectoria fiscal. La aprobación de la agenda de consolidación fiscal, por ejemplo, la reforma de la seguridad social sigue siendo una condición previa para una recuperación sostenida del sentimiento empresarial a largo plazo.

El Congreso recientemente elegido se inaugurará el 1 de febrero, pero la estrategia de la nueva administración con respecto a la reforma de la seguridad social aún no está clara. Todavía no sabemos si los votos cruciales se llevarán a cabo de inmediato (es decir, febrero / marzo) en caso de que el Congreso simplemente reanude el debate sobre la reforma introducida por el Presidente Temer, o más adelante en el año, probablemente en el 3T, si es necesario un nuevo proyecto de reforma presentado al Congreso.

En nuestro escenario base, la aprobación de la reforma es más probable durante el 3T, lo que sería más consistente con el crecimiento del PIB cerca del 2.5% el próximo año. Sin embargo, una aprobación temprana (para el final del primer trimestre) agregaría material al alza a nuestro pronóstico, posiblemente hacia el 3-3.5%. Alternativamente, el hecho de no aprobar la reforma en 2019 probablemente provocaría una gran inestabilidad en los mercados locales y podría aplastar las esperanzas de una recuperación.

La política monetaria 

El banco central de Brasil se reúne esta semana y, una vez más, debería mantener la tasa de la política en un 6,5%. Y lo que es más importante, la orientación hacia adelante debería cambiar de cauteloso y agresivo a firmemente neutral.

Esperamos que la guía refuerce la naturaleza dependiente de los datos de las decisiones de políticas futuras y la mayor flexibilidad de políticas requerida en vista de las mayores incertidumbres (internas y externas). Pero los formuladores de políticas también deben indicar que el balance de riesgos para la inflación se ha vuelto más equilibrado y ya no es «asimétrico», sesgado al alza.

Este cambio sería consistente con la inflación menor a la esperada desde la última reunión del Banco. En el último mes, esto se ha ayudado con precios más bajos de electricidad / combustible y las expectativas de consenso para 2018 se han reducido en 70 pb, a 3.7% ahora.

Esto está en línea con nuestro pronóstico del 3.8% y se compara con el objetivo del 4.5% para el año.

Para 2019, nuestro pronóstico inicial es de 3.7%, inferior al consenso de mercado de 4.1%. Las propias previsiones de inflación del banco también deberían caer, especialmente para los horizontes a corto plazo. Esos pronósticos deben permanecer en línea con los objetivos 2019-20 (4,25% y 4,0% respectivamente), incluso en el escenario de referencia, en el que la tasa de la política se mantiene sin cambios en el 6,5% en el horizonte relevante para la política.

Expectativas de inflación de brasil

Desde nuestro punto de vista, mientras las reformas de la seguridad social sigan en camino de ser aprobadas en 2019, el real brasileño debería mantenerse relativamente bien y el banco central debería mantener la tasa de política sin cambios. 

A pesar del repunte de los bonos locales desde octubre, la curva local aún incorpora aumentos de tasas de 125 pb el próximo año, junto con 200 pb en 2020. Si la reforma de la seguridad social no avanza en el Congreso de manera oportuna (es decir, aún no hay aprobación para el final) los activos locales están destinados a sufrir, con el USD / BRL probablemente subiendo por encima de 4.0, empeorando las expectativas de inflación y provocando un cambio de política monetaria hakkish, con el banco central posiblemente lanzando un ciclo gradual de aumento de tasas.

Alternativamente, si se aprueba la reforma, es probable que el USD / BRL se consolide en el rango de 3.7-3.6, luego de superar inicialmente a 3.5. En este escenario, el mercado podría esperar que el banco central tenga espacio para relanzar el ciclo de flexibilización monetaria. En nuestra opinión, los recortes de tasas podrían considerarse, a fines de 2019 / principios de 2020, dependiendo de la profundidad del ajuste fiscal establecido en 2019.

Una postura de política monetaria moderada también sería consistente con la amplia capacidad de reserva, el alto desempleo, las expectativas de inflación totalmente ancladas y los cambios estructurales que se están produciendo en el mercado crediticio local, con una presencia reducida de bancos estatales. En última instancia, un ajuste duradero de la política fiscal podría allanar el camino para que la política monetaria permanezca expansiva durante al menos unos pocos años, sin correr el riesgo de hacer que la combinación de políticas sea excesivamente expansiva.

Una incógnita de 2019: ¿Se aprobarán finalmente las reformas fiscales?

Políticamente, el período de transición ha sido menos fructífero de lo que se pensaba inicialmente. Las expectativas de que el Congreso aprobaría una legislación importante antes de fin de año no se han materializado hasta el momento. Ninguna de las iniciativas legislativas consideradas inicialmente, como la transferencia de los derechos de exploración petrolera, la independencia del banco central o la reforma de la seguridad social propuesta por el presidente Temer, avanzaron mucho.

Los miembros del Congreso han promovido iniciativas que chocan directamente con la agenda pro mercado del presidente electo Jair Bolsonaro. Esto incluye un proyecto de ley para aumentar la interferencia política en las agencias reguladoras, y eso facilita las restricciones fiscales para los municipios, junto con otras medidas que exigen el perdón de impuestos. 

La ineficaz coordinación política de la nueva administración, que asumirá el 1 de enero, ayuda a explicar los resultados decepcionantes. Esto puede reflejar, entre otras cosas, una combinación de falta de preparación y el pequeño tamaño del partido de Bolsonaro (PSL) en el Congreso actual. Pero también podría reflejar problemas mayores, como el déficit de negociadores políticos inteligentes en su equipo y los desafíos que enfrentará en su objetivo de cambiar la forma en que el ejecutivo negocia con el Congreso.

En una nota positiva, los nombramientos de gabinete de alto nivel anunciados en las últimas semanas han sido muy bien recibidos. Particularmente alentadora ha sido la visión cohesiva sugerida por el equipo económico, dirigida por Paulo Guedes como ministro de Economía. Esto incluye nuevos jefes para el banco central (Roberto Campos Neto), bancos estatales, incluyendo BNDES, Caixa y Banco do Brasil y Petrobras. 

La reelección de Mansueto de Almeida como jefe del Tesoro Nacional es también un avance favorable. Las funciones recién creadas de un Secretario de Privatización y un Secretario de Seguridad Social son nuevas iniciativas dignas de mención, destacando la importancia de las dos áreas para la administración entrante.

 

Ver para creer sobre la guerra comercial entre Estados Unidos y China

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Ver para creer sobre la guerra comercial entre Estados Unidos y China
Pixabay CC0 Public DomainArtisticOperations. Ver para creer sobre la guerra comercial entre Estados Unidos y China

Cuando uno entra en una multinacional, y se pone a leer los cargos de las tarjetas de visita del personal, es habitual tener verdaderos problemas para encontrar a alguien que no sea jefe. Hay mercados importantísimos en los que están involucrados un Global Head y un Continental Head, dos Regional Heads y una amplia gama de Co-Heads, Country Heads y Deputy Heads. Cuando preguntas por el que se encarga del duro día a día, aparece alguien con la tarjeta de Director, que en muchos casos tiene un único asistente a su cargo y no es nada descartable que este último a su vez sea compartido con otros Directors.

Una manera práctica de saber quién es el que realmente manda en una organización es averiguar quién no tienen tarjetas de fidelización de compañías aéreas. Es de sentido común darse cuenta de algo obvio. Si eres el verdadero “jefe”, la gente viene a verte a ti y no al revés. Cuando quieres reunirte con alguien, pides que se presente en tu despacho o donde convenga, y no te pasas las horas en aeropuertos.  Por ello, siempre he pensado que tener tarjeta plata, oro, platino o las tres, lejos de ser una condecoración de honor para ir presumiendo como quien no quiere la cosa desde el nanosegundo siguiente a haberlas recibido, debería ser algo celosamente ocultado. Un tema  propio del ámbito más íntimo del trabajador, que incluyera entre sus privilegios varias invitaciones para ser más humilde cada día. Alardear de ser el que tiene que ir a ver a todo el mundo,  acumulando millas como un loco, es reconocer que nadie viene a verte a tu oficina y por lo tanto, que eres más  “suela de zapatos” que “cabeza” o “head” (si se prefiere el término inglés).

A lo que voy con todo lo anterior es que los titulitos y los titulares, la “titulitis” y la nueva pandemia financiera que podemos llamar “titularitis” o postverdad, condicionan tremendamente el comportamiento de los mercados financieros. Lo saben los políticos de grandes naciones y especialmente también los especialistas en “smart” ETFs, factor investing, departamentos de control de riesgo o estudiosos del Behavioral Finance.  Basta ver las cestas tematizadas con posiciones cortas sobre compañías que tienen fama de sufrir durante las ampliaciones de spreads, o con momentum  negativo, para ilustrarlo. Son cada vez más los que ante un titular como la posible subida de aranceles de Estados Unidos a las importaciones chinas del 10% al 25%, primero disparan, luego preguntan y últimamente ni eso. Tras muchos titulares de apocalípticas guerras comerciales entre Estados Unidos-China cuesta leer que la base sobre la que se aplica esa subida son 200.000 millones de dólares y que por lo tanto de lo que se está hablando es de un 15% de dicha cantidad (30.000 millones de dólares), que es el equivalente a lo que el BCE ha estado inyectando cada 15 días a la economía durante años.

Si hay algo que comparte todo el mundo en Wall Street y en la City, de San Diego a Miami, de Montevideo a Ciudad de México y desde ahí a Madrid o Lisboa pasando por Zurich (entiéndase ahora el fundamento del segundo párrafo), es la preocupación por la “Guerra Comercial Estados Unidos-China”. A juzgar por los titulares, y por las volatilidades que estos generan en los mercados, la batalla está siendo cruenta y Estados Unidos está poniendo toda la carne en el asador.

Pero cuando uno se para, y mira la gráfica de la evolución de las importaciones de uno al otro respectivamente, se produce el siguiente milagro (gentileza de mi compañero y profesor Mike Biggs).  Meses y meses de lucha, cientos de mensajes en Twitter vertidos durante 2018 unidos a declaraciones  grandilocuentes, y las importaciones de Estados Unidos provenientes de China no han dejado de crecer. El gráfico, aunque tiene algún pequeño truco, es como para frotarse los ojos y volver a verlo para creerlo.

Como bien me apuntaba el maestro Biggs, las escalas de cada gráfico son distintas. La línea azul, que ilustra la robustez de las importaciones de Estados Unidos provenientes de China, sigue la escala de la izquierda en la que pequeñas variaciones son mayores en la realidad. La de la izquierda son las importaciones de China  originarias de Estados Unidos, que presentan una llamativa reducción fruto de la facilidad asiática para cambiar de proveedores estadounidenses a brasileños a la hora de adquirir soja como se muestra a continuación. Y por lo tanto, la variación de 4.000 millones es mucho menos dramática de lo que aparenta además de cambiante a futuro, si se midieran ambas tendencias respecto al mismo eje.

Pero puestos a comparar ponderadamente por lo que las importaciones chinas y estadounidenses  han representado en la última década, y sobre todo para ilustrar que la realidad es infinitamente menos apocalíptica de lo que los titulares reflejan, es increíble que a octubre de 2018  la tendencia importadora de Estados Unidos con China siga una sólida tendencia alcista que apenas se ha resentido. Y lo cierto es que cualquiera aficionado a leer prensa más allá de las letras gordas lo comprueba a diario. Más de 246 compañías proveedoras de la industria automovilística estadounidense rellenando miles de peticiones para estar exentas de restricciones a la importación, jefes (de los de verdad) avisando que costaría miles de millones dejar de importar acero de China, que se destruirán muchos puestos de trabajo y que cuesta muchísimo encontrar proveedores alternativos.

Nadie le quita importancia a que la primera y segunda economía tengan problemas comerciales, a que haya empresas textiles que están deslocalizando la producción a India (haciendo un voto de confianza en temas de infraestructuras, logísticos y sobre la independencia del futuro Gobernador del Banco Central). Pero ignorar algo tan básico en economía como la elasticidad del efecto sustitución (infravalorando que no haya una alternativa fácil a China en productos manufactureros sofisticados), y olivar que el gigante asiático es hoy en día una economía infinitamente más doméstica que exportadora, es un error tan grande como construir opiniones a base de titulares.

Los titulares tremendistas por respetable que sea la fuente, y dejarse llevar por lecturas rápidas guiadas por el sesgo de manual de Behavioral Finance conocido como confirmatory bias (en el que encontramos lo que queremos encontrar), están llevando a los mercados a sobre reaccionar a nivel macro y corporativo. Y lejos de ser este un motivo de preocupación, estamos ante todo un catalizador de oportunidades de inversión. Asia, sectores como el del lujo o el mercado residencial estadounidense y deuda latinoamericana, son ejemplos tan útiles como encontrar en una empresa a la gente que verdaderamente aporta con independencia del cargo que tengan o la tarjeta de fidelización que usen.

Tribuna de Juan Ramón Caridad, CAIA, MFIA. Profesor del Master de Finanzas e Inversiones Alternativas, MFIA.

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Los “astros” de las materias primas se moverán en 2019

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Los “astros” de las materias primas se moverán en 2019
Pixabay CC0 Public DomainFoto: skeeze. Los “astros” de las materias primas se moverán en 2019

Deje que Taurus (el toro), una constelación visible en el cielo invernal del norte dirija los principios de nuestra previsión para las materias primas en 2019. Nuestra visión taurina se mueve en torno al petróleo. La OPEP ha acordado un recorte de la producción y tanto China como Estados Unidos han dejado de golpearse en el ring comercial. Estos dos factores apoyan la evolución del precio del petróleo. Además, también hay esperanzas de que Donald Trump -la impredecible estrella oscura- pudiera abandonar sus impulsos de mencionar al petróleo durante un tiempo evitando así que caiga su precio.

En la reunión de los días 6 y 7 de diciembre, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), junto a algunos países no miembros como Rusia decidieron recortar la producción en 1,2 millones de barriles al día frente a los niveles de octubre. En total, hablaríamos de una reducción de 1,4 o 1,5 millones de barriles si se tiene en cuenta la menor producción anunciada por Canadá. Esta medida es importante por dos razones. Por un lado, la dimensión de los recortes es mayor de lo que esperaba el mercado y, por otro, frustra a los escépticos que habían dudado de la capacidad de la organización para llegar a un acuerdo que incluyera a los no miembros. Esos temores habían hecho caer los precios del petróleo antes de la reunión y todo eso ya ha pasado.

De cara a la posible reacción alcista del precio del petróleo habría varias estrategias de cara a 2019: oportunidades de arbitraje con los precios de los contratos del WTI y del Brent y oportunidades de arbitraje fruto de las divergencias entre los desequilibrios de oferta y demanda de crudo light y heavy.

El enigma de la relación EE.UU. – Golfo Pérsico

En la evolución del precio del petróleo es muy importante la relación entre Arabia Saudí y Estados Unidos. El país norteamericano ha superado a la monarquía del Golfo en términos de producción convirtiéndose en un rival formidable para su principal aliado en el mundo árabe. La monarquía del Golfo tiene un gran interés en vender petróleo más caro pero, al mismo tiempo, Riad puede tener que prestar atención a las nuevas exigencias de un petróleo más barato que hace Donald Trump, ya que en estos momentos está bajo presión.

Para 2019 esperamos que las sorpresas aparezcan en cualquier momento, como ocurre con los asteroides. Piense, por ejemplo, en el papel de Arabia Saudí como productor provisional para Irán, que se ha visto obstaculizado por las sanciones, o en la inesperada mejora de la producción petrolera libia. Además, las tensiones en el Golfo Pérsico están aumentando. Irán, ante la perspectiva de tener que cerrar los grifos de petróleo, ha planteado la posibilidad de cerrar el Estrecho de Ormuz a todos los petroleros que navegan desde los puertos del Golfo. Mientras tanto, la reciente decisión de la administración Trump de permitir temporalmente las exportaciones de petróleo iraní a ciertos países ha sorprendido a la mayoría de los observadores del mercado.

Rastro de los fuegos artificiales de Estados Unidos y China

Los astros también están en movimiento más allá del sector energético. Al igual que el humo de los fuegos artificiales chinos, la nube que envuelve a la relación comercial entre Estados Unidos y China está desapareciendo lentamente tras la tregua alcanzada a principios de diciembre.

Un posible beneficiario de este acuerdo entre las dos potencias son los metales básicos, la base de toda la actividad industrial a nivel global. Este panorama favorable está respaldado por unos inventarios de metales ajustados y unas perspectivas de suministro relativamente moderadas.

Por si fuera poco, el sector agrícola también parece estar cerca de un nuevo amanecer. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los precios se negocian alrededor de mínimos de diez años, por lo que el potencial de crecimiento desde este nivel es considerable. Según el acuerdo entre Xi Jinping y Trump, China debería comprar cantidades sustanciales de carne de cerdo y soja a los EE.UU. El acuerdo genera esperanzas de una mayor relajación de las tensiones entre los dos rivales.

Pero en este entorno hay una fuerza que no hay que dejar de tener en cuenta, la Reserva Federal de los Estados Unidos. La reciente declaración del presidente de la Fed, Jerome Powell, de que los tipos están cerca de un nivel «neutral», que no obstaculiza ni impulsa el crecimiento económico, puso en duda las perspectivas de un ajuste estable de la política monetaria de EE. UU. en 2019. Esto debería ser un buen augurio para las materias primas denominadas en dólares estadounidenses, algo que impactaría a todas ellas en forma general y al oro en particular.

Tribuna de Jon Andersson, responsable de materias primas en Vontobel AM