Pixabay CC0 Public Domainrodgersm222. ¿Cómo puede la renta variable reducir el riesgo de una cartera?
La asignación de activos es una de las decisiones de inversión más importantes durante el proceso de inversión. Por eso resulta crucial determinar cuál es la mejor combinación de activos de renta fija y renta variable y cómo debería ir evolucionando con el tiempo el porcentaje. Sin embargo, si sólo ponemos el foco en la diversificación podemos pasar por alto un aspecto importante: no todos los activos de renta variable son iguales.
Los distintos tipos de activos presentan diferentes características de riesgo y rentabilidad que pueden contribuir a contrarrestar los riesgos a los que se van enfrentando los inversores. Estos podrán obtener mejores resultados si aprenden a sacar partido de estas características, en lugar de invertir en todo el espectro de renta variable e ir aumentando gradualmente la exposición a la renta fija.
Es posible que la filosofía de diferentes tipos de renta variable para inversores con características distintas haya pasado de moda, pero antecede en al menos 50 años a conceptos fundamentales como la teoría moderna de carteras o el modelo de valoración de activos financieros. Merece la pena volver a revisarla.
Una nueva visión del riesgo
Aunque existen otras formas de seccionar el mercado (por rendimiento, por capitalización de mercado, por valoración), pensamos que la beta, que mide la sensibilidad de un activo al riesgo inherente al mercado de renta variable, constituye una forma relativamente sencilla de distinguir entre compañías defensivas y de crecimiento.
Si tenemos en cuenta los datos históricos de los últimos cincuenta años vemos que los títulos con una beta más elevada presentaron un mayor riesgo y volatilidad que los de beta más reducida, pero al mismo tiempo ofrecieron una mayor rentabilidad. No es de extrañar. Pero si nos replanteamos la forma en la que medimos la volatilidad, conseguimos una nueva y atractiva perspectiva.
Tribuna de Sunder Ramkumar, gestor de Capital Group.
Pixabay CC0 Public DomainFoto: Weltraumreporter. Un panorama más prometedor para los mercados emergentes
El universo emergente está siendo escenario de todo tipo de tendencias excitantes, desde el creciente consumo al desarrollo de la infraestructura. El desafío para los inversores es capturarlas de forma rentable, algo que en nuestra opinión puede hacerse encontrando a compañías bien gestionadas y concentradas en proporcionar rentabilidad a todos sus accionistas.
Pensamos que existe un fuerte vínculo entre el desempeño operativo de una empresa y la cotización de su acción, con lo que invertir con éxito en renta variable depende de compañías individuales, y no en la situación política de un país.
Un progreso alentador es que la calidad corporativa en el universo emergente mejora de forma constante: las compañías son cada vez más innovadoras y comienzan a competir en la arena global, además de elevar sus estándares de buen gobierno. Creemos que aplicando un enfoque disciplinado de selección de valores que preste una gran atención a los fundamentales de cada empresa, los inversores pueden encontrar títulos atractivos a lo largo y ancho de los mercados emergentes.
A la hora de evaluar oportunidades y riesgos en los mercados de renta fija emergentes, estamos convencidos de que un enfoque flexible y diversificado a nivel global es crucial para invertir con éxito.
A través de una estrategia de este tipo, consideramos importante contar con libertad para posicionarse en bonos y divisas con el mayor valor relativo y evitar a países o sectores con perspectivas poco favorables.
Al mismo tiempo, un factor clave para maximizar la rentabilidad de una cartera es elegir la combinación adecuada de emisiones soberanas y corporativas denominadas en moneda local y en divisas «fuertes».
Aunque es posible encontrar valor en deuda soberana tanto en divisa fuerte como local, pensamos que la capacidad de invertir en deuda corporativa emergente aporta un gran conjunto de oportunidades con perfiles de riesgo/rentabilidad atractivos.
De hecho, esta subclase de activos ha registrado un crecimiento particularmente potente en el universo de renta fija en la última década, y ahora ofrece alternativas muy diversificadas por regiones, sectores de actividad y tramos de calificación crediticia de los emisores.
Tenga en cuenta que invertir en mercados emergentes conlleva una mayor probabilidad de sufrir pérdidas debido a mayores riesgos políticos, fiscales, económicos, cambiarios, regulatorios y de liquidez, entre otros factores. Podrían surgir dificultades en la compra, venta, custodia o valoración de inversiones en tales países.
Columna de opinión de Claudia Calich y Michael Bourke, gestores de fondos en M&G Investments
Información importante
El valor de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. Es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente.
Exclusivamente a inversores profesionales. Prohibida su posterior distribución. Ninguna otra persona o entidad debe utilizar la información contenida en el presente documento.
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Los fondos de M&G no están registrados para su distribución en Canadá. M&G no puede aceptar suscripciones en sus fondos de inversores residentes en Canadá. Promoción financiera publicada por M&G International Investments S.A. Domicilio social: 16, boulevard Royal, L-2449, Luxembourg.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Roger Mosley . Dos trimestres de turbulencias: qué indican sobre los mercados el desplome prenavideño y el repunte de principios de año (parte II)
Tras exponer las causas de los movimientos de los mercados en el segundo semestre de 2018, de cara al futuro, un tema prevalece en las perspectivas a medio plazo: las elecciones estadounidenses de 2020 y el énfasis del presidente Trump encaminado a asegurar un buen clima económico para su campaña de reelección ese año. Con tal de ganar las elecciones, el presidente hará todo lo que esté en sus manos para evitar una desaceleración en Estados Unidos agravada por las tensiones comerciales y la flaqueza de la inversión empresarial.
Tras perder el control del Congreso y dado el gran déficit fiscal, le costará sacar adelante nuevas medidas de estímulo económico. En todo caso, tiene mucha más libertad de acción en las negociaciones comerciales con China, y así es como creo que puede conseguir dar un empuje a la economía nacional.
Los indicios de que pronto podrá llegarse a un acuerdo aumentaron considerablemente a principios de marzo, cuando Estados Unidos aplazó de manera indefinida su incremento previsto de los aranceles. Si el presidente Trump consigue, en última instancia, concluir un acuerdo comercial con Pekín, especialmente uno que contribuya a que los chinos compren más bienes y productos agrícolas de los Estados centrales estadounidenses, críticos para las elecciones, esto podría proporcionar el tipo de impulso que busca para la economía nacional y sus perspectivas de ser reelegido.
Por lo tanto, el desenlace dependerá en gran medida de cómo evolucionen las negociaciones comerciales con Pekín. No es probable que Estados Unidos finalmente imponga unos nuevos aranceles onerosos sobre las importaciones chinas, si bien las negociaciones se podrían topar con escollos en los que una ruptura parezca inminente, aunque solo sea porque el presidente Trump necesita que sus adversarios crean que no va a ceder. Por eso, su abandono repentino de la cumbre con Kim Jong Un en Vietnam fue relevante: transmitió a otros líderes que deben negociar con Estados Unidos el mensaje de que el presidente está dispuesto a retirarse si no le gusta el trato que le proponen.
El presidente Trump ya adoptó un gran programa de estímulos fiscales en los últimos compases de 2017, con unas rebajas de los impuestos a las personas físicas y las empresas que espolearon el crecimiento durante el año pasado, aunque sus efectos deberían dejar de notarse en los datos económicos a medida que avanza el año 2019.
No obstante, el condicionante de las elecciones significa que, aunque la economía estadounidense en teoría debería estar acercándose al fin del ciclo actual, una desaceleración en los próximos dos años no es el desenlace más probable. Existen, en cambio, más probabilidades de que la suave ralentización reciente del crecimiento vaya seguida de una expansión económica en Estados Unidos hasta las elecciones en el país a finales de 2020. Una contracción más profunda sería más probable después de las elecciones estadounidenses.
Las valoraciones presentan potencial alcista
Dadas estas circunstancias, cobra sentido que los mercados mundiales hayan progresado con respecto a sus mínimos de finales de 2018, aunque el rebote ha sido mayor de lo que yo preveía. Aun así, los principales mercados de renta variable no parecen caros habida cuenta de las valoraciones actuales.
El mercado estadounidense se negocia a unas 16 veces los beneficios previstos para 2020. Incluso si no se alcanzan las previsiones de beneficios y el múltiplo efectivo es más alto, la valoración aún parece razonable, especialmente con un rendimiento del bono del Tesoro estadounidense a 10 años de en torno al 2,5% —frente al 3,25% en verano de 2018— que respalda los activos de riesgo a través de unas condiciones monetarias más laxas. Se prevé que el tipo de los fondos federales permanezca inalterado este año y algunos incluso pronostican una rebaja en 2020, aunque lo considero improbable, si mi opinión sobre el rendimiento económico de Estados Unidos antes de las elecciones resulta acertada.
La renta variable europea se revela aún más barata, a unas 13 veces los beneficios, con una situación similar en Asia o los mercados emergentes. La mayoría de mercados no parecen caros sobre la base de las previsiones actuales de beneficios; sin embargo, puesto que la economía mundial se va acercando al final de este ciclo, cabe esperar que los mercados de renta variable se vayan abaratando gradualmente porque, cuando el ciclo finalmente toque techo, resulta previsible que los beneficios disminuyan.
El ciclo sigue avanzando… de momento
Todo esto denota que, si bien el rápido descenso y el rebote de los mercados mundiales de los últimos seis meses estaban justificados dado el contexto geopolítico y una racha de datos económicos más débiles, el ciclo económico actual aún tiene recorrido. Un miniciclo no se convirtió en una contracción importante… esta vez.
No obstante, suenan las señales de alarma. El motivo radica principalmente en la fragilidad actual de las relaciones entre los grandes bloques económicos del mundo y el carácter imprevisible de las negociaciones entre unos líderes mundiales enérgicos y nacionalistas.
Aunque a todos les interesa claramente alcanzar un acuerdo, no hay ninguna garantía de que esto vaya a suceder, y hay muchas posibilidades de desavenencias y baches en el trayecto. En vista de todo ello, reviste cierta lógica que haya una mayor prima de riesgo de la renta variable en los mercados mundiales que la que ha habido en el pasado.
Los acontecimientos muy inusuales de los últimos seis meses demuestran lo frágil que ha pasado a ser la confianza en las perspectivas económicas, y con qué rapidez los mercados pueden perder un 20% o incluso rebotar. Lo peor no ha sucedido, y mi hipótesis central es que el crecimiento persistirá hasta finales de 2020 y los beneficios seguirán aumentando antes de llegar a finales de este ciclo.
Cuando llegue ese momento, es imposible saber si entraremos en una recesión importante o simplemente en un periodo relativamente breve de crecimiento más débil antes de que la economía repunte. No obstante, la pregunta más importante para los inversores de todas partes será en cualquier caso la misma: cuando finalmente llegue el próximo ciclo bajista, ¿de qué margen de maniobra dispondrán los bancos centrales y gobiernos para proteger y estimular sus economías?
Columna de William Davies, director de renta variable en Columbia Threadneedle.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Carolina Bello. El crédito, donde se debe
Tras unos meses de entusiasmo en los mercados bursátiles con motivo de las expectativas de que el producto interior bruto (PIB) global siga creciendo adecuadamente, la persistencia de los tipos de interés bajos y, en el momento de redactar este texto, la posible resolución de las tensiones comerciales, consideramos acertado ofrecer información actualizada sobre uno de los principales riesgos de cola que percibimos a escala global: el crédito en china.
En el sector privado en China, el crédito total subió del 115% del PIB al 207% del PIB entre el cuarto trimestre de 2008 y el primer trimestre de 2017, según la Reserva Federal de St. Louis (1). Tal y como escribió el Fondo Monetario Internacional en un documento de trabajo en enero de 2018, la experiencia internacional sugiere que un crecimiento así de rápido no es sostenible y suele asociarse con una crisis financiera o una significativa ralentización del crecimiento (2), una postura que compartimos.
El gobierno chino parece ser consciente de estos riesgos y comenzó a ralentizar el crecimiento del crédito en el primer trimestre de 2017. Seguidamente, la ratio deuda/PIB se redujo de forma moderada. En particular, el componente de oferta de crédito, habitualmente conocido como “sistema de banca en la sombra”, se redujo de una oferta anual aproximada de entre el 5% y el 10% del PIB a, efectivamente, cero o cifras negativas a mediados de 2018 (3).
En vista de la dependencia de la economía china de oferta de deuda, dicha evolución se tradujo en una ralentización de la expansión del PIB. Sin embargo, en los últimos meses, parece como si el gobierno de China hubiera virado el rumbo para reforzar el debilitado crecimiento del PIB. Si bien la banca en la sombra permanece en una situación de moderación, el sistema bancario oficial ha entrado en escena para ofrecer su apoyo, entre otros aspectos, rebajando los requisitos de reservas. Este esfuerzo en la concesión de préstamos se dirige a pequeñas y medianas empresas (pymes) de propiedad privada, un sector que antes dependía del sistema de la banca en la sombra.
Este regreso al crecimiento del crédito reactiva las preocupaciones por que se produzca una crisis financiera importante en China, también por haberse incrementado el volumen de préstamos fallidos. Concretamente, el hecho de que los bancos que antes no prestaban a pymes ahora se dirijan sin ambages a este sector, de mayor riesgo, no resulta muy alentador.
No podemos predecir en qué medida el gobierno chino impulsará el crecimiento del crédito como una forma de mantener un crecimiento elevado del PIB ni si se volverá a una expansión rápida de la ratio deuda/PIB. No obstante, percibimos avances que indican que el gobierno está tratando de reforzar el sistema financiero. En cierto nivel, la supervisión se ha intensificado sustancialmente. En 2017 y 2018, la Comisión Reguladora Bancaria de China impuso sanciones a una tasa de proyección de aproximadamente 1.500 millones de renminbi, una enorme subida con respecto a la tasa de proyección de las sanciones impuestas hasta 2016, del entorno de 100 millones de renminbi.
Este enfoque más estricto se ha traducido en que los bancos hayan liquidado paulatinamente algunos de sus sistemas de contabilidad más atroces. Por ejemplo, los bancos solían clasificar con regularidad los préstamos como inversiones adornando la emisión sin consistencia, una práctica con el carácter inicial de arbitraje regulador para eludir los límites en las ratios préstamos-depósitos y los requisitos de capital. Más recientemente, estas estructuras se utilizaban para reducir el volumen de préstamos fallidos que se comunicaban, práctica a la que en la actualidad la Comisión Reguladora Bancaria de China está poniendo freno (4).
De la misma forma, se derogará la regulación que permitía que los préstamos en mora durante más de 90 días puedan seguir considerándose activos productivos. Estas, así como otras medidas, deberían mejorar la calidad de los balances bancarios de China, concretamente, en el caso de las entidades más pequeñas y vulnerables. Su rapidez y su éxito dependerán también de la recuperación del mercado de deuda distressed y la expansión de la capacidad de las sociedades de gestión de activos (variante china de los “bancos malos”).
De hecho, percibimos ciertas tendencias positivas para reducir el riesgo de cola de que se produzca una crisis financiera en China. Dicho esto, los niveles de endeudamiento siguen siendo extraordinariamente elevados y puede que la presión para alcanzar un crecimiento sólido del PIB de cara al futuro pese más que la necesidad de desapalancamiento a medio plazo. En parte, también incidirán en este sentido las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China: que ambos países no sellen un acuerdo desencadenaría más estímulos para el PIB a corto plazo, pero más riesgos a largo plazo.
Nuestra cartera se encuentra sobreponderada en mercados emergentes, en función de los ingresos: las compañías en que invertimos generan, según se estima, el 31% de sus ingresos en la esfera emergente, frente al 22% del conjunto del mercado. Los ingresos procedentes de China suponen directamente en torno al 6% (6,0% – 6,7%) de nuestras carteras globales (5). Esta exposición se concentra en consumo básico y atención sanitaria. Consideramos que estos sectores guardan una exposición menor a cualquiera de los riesgos citados.
En caso de que se produzca una ralentización del crecimiento del PIB en China, estos sectores sufrirán una erosión de sus beneficios mucho menor que el conjunto del mercado, pues cuentan con ingresos recurrentes y capacidad para fijar precios. En caso de que se produzca una nueva crisis financiera, pensamos que estos sectores serían más resilientes dado su menor apalancamiento. Sugerimos que la cartera supone un medio adecuado para obtener exposición a las perspectivas de crecimiento a largo plazo de los mercados emergentes, en general, y China, en particular, permaneciendo al mismo tiempo centrados en la conservación del capital.
Ante la moderación de la “banca en la sombra”, el equipo International Equity analiza los riesgos relacionados con la nueva deuda corporativa china.
Opinión de William Lock, Bruno Paulson y Dirk Hoffmann-Becking, del equipo de renta variable internacional de Morgan Stanley Investment Management.
(3) Existen diversas definiciones y medidas del sistema de la banca en la sombra. Nosotros empleamos las cifras de “financiación social total” facilitadas por el Banco Popular de China, así como los cálculos autónomos relativos a la “banca en la sombra”.
(4) Fuente: UBS, abril de 2019.
(5) Fuente: Morgan Stanley Investment Management, 30 de abril de 2019.
IMPORTANT INFORMATION
The views and opinions are those of the author of the date of publication and are subject to change at any time due to market or economic conditions and may not necessarily come to pass. The information presented represents how the investment team generally applies its investment processes under normal market conditions. This general communication, which is not impartial, is for informational and educational purposes only, not a recommendation. Information does not address financial objectives, situation or specific needs of individual investors. Investing involves risks, including the possible loss of principal.
Pixabay CC0 Public DomainFoto: Carolina Bello . El crédito, donde se debe
Tras unos meses de entusiasmo en los mercados bursátiles con motivo de las expectativas de que el producto interior bruto (PIB) global siga creciendo adecuadamente, la persistencia de los tipos de interés bajos y, en el momento de redactar este texto, la posible resolución de las tensiones comerciales, consideramos acertado ofrecer información actualizada sobre uno de los principales riesgos de cola que percibimos a escala global: el crédito en china.
En el sector privado en China, el crédito total subió del 115% del PIB al 207% del PIB entre el cuarto trimestre de 2008 y el primer trimestre de 2017, según la Reserva Federal de St. Louis (1). Tal y como escribió el Fondo Monetario Internacional en un documento de trabajo en enero de 2018, la experiencia internacional sugiere que un crecimiento así de rápido no es sostenible y suele asociarse con una crisis financiera o una significativa ralentización del crecimiento (2), una postura que compartimos.
El gobierno chino parece ser consciente de estos riesgos y comenzó a ralentizar el crecimiento del crédito en el primer trimestre de 2017. Seguidamente, la ratio deuda/PIB se redujo de forma moderada. En particular, el componente de oferta de crédito, habitualmente conocido como “sistema de banca en la sombra”, se redujo de una oferta anual aproximada de entre el 5% y el 10% del PIB a, efectivamente, cero o cifras negativas a mediados de 2018 (3).
En vista de la dependencia de la economía china de oferta de deuda, dicha evolución se tradujo en una ralentización de la expansión del PIB. Sin embargo, en los últimos meses, parece como si el gobierno de China hubiera virado el rumbo para reforzar el debilitado crecimiento del PIB. Si bien la banca en la sombra permanece en una situación de moderación, el sistema bancario oficial ha entrado en escena para ofrecer su apoyo, entre otros aspectos, rebajando los requisitos de reservas. Este esfuerzo en la concesión de préstamos se dirige a pequeñas y medianas empresas (pymes) de propiedad privada, un sector que antes dependía del sistema de la banca en la sombra.
Este regreso al crecimiento del crédito reactiva las preocupaciones por que se produzca una crisis financiera importante en China, también por haberse incrementado el volumen de préstamos fallidos. Concretamente, el hecho de que los bancos que antes no prestaban a pymes ahora se dirijan sin ambages a este sector, de mayor riesgo, no resulta muy alentador.
No podemos predecir en qué medida el gobierno chino impulsará el crecimiento del crédito como una forma de mantener un crecimiento elevado del PIB ni si se volverá a una expansión rápida de la ratio deuda/PIB. No obstante, percibimos avances que indican que el gobierno está tratando de reforzar el sistema financiero. En cierto nivel, la supervisión se ha intensificado sustancialmente. En 2017 y 2018, la Comisión Reguladora Bancaria de China impuso sanciones a una tasa de proyección de aproximadamente 1.500 millones de renminbi, una enorme subida con respecto a la tasa de proyección de las sanciones impuestas hasta 2016, del entorno de 100 millones de renminbi.
Este enfoque más estricto se ha traducido en que los bancos hayan liquidado paulatinamente algunos de sus sistemas de contabilidad más atroces. Por ejemplo, los bancos solían clasificar con regularidad los préstamos como inversiones adornando la emisión sin consistencia, una práctica con el carácter inicial de arbitraje regulador para eludir los límites en las ratios préstamos-depósitos y los requisitos de capital. Más recientemente, estas estructuras se utilizaban para reducir el volumen de préstamos fallidos que se comunicaban, práctica a la que en la actualidad la Comisión Reguladora Bancaria de China está poniendo freno (4).
De la misma forma, se derogará la regulación que permitía que los préstamos en mora durante más de 90 días puedan seguir considerándose activos productivos. Estas, así como otras medidas, deberían mejorar la calidad de los balances bancarios de China, concretamente, en el caso de las entidades más pequeñas y vulnerables. Su rapidez y su éxito dependerán también de la recuperación del mercado de deuda distressed y la expansión de la capacidad de las sociedades de gestión de activos (variante china de los “bancos malos”).
De hecho, percibimos ciertas tendencias positivas para reducir el riesgo de cola de que se produzca una crisis financiera en China. Dicho esto, los niveles de endeudamiento siguen siendo extraordinariamente elevados y puede que la presión para alcanzar un crecimiento sólido del PIB de cara al futuro pese más que la necesidad de desapalancamiento a medio plazo. En parte, también incidirán en este sentido las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China: que ambos países no sellen un acuerdo desencadenaría más estímulos para el PIB a corto plazo, pero más riesgos a largo plazo.
Nuestra cartera se encuentra sobreponderada en mercados emergentes, en función de los ingresos: las compañías en que invertimos generan, según se estima, el 31% de sus ingresos en la esfera emergente, frente al 22% del conjunto del mercado. Los ingresos procedentes de China suponen directamente en torno al 6% (6,0% – 6,7%) de nuestras carteras globales (5). Esta exposición se concentra en consumo básico y atención sanitaria. Consideramos que estos sectores guardan una exposición menor a cualquiera de los riesgos citados.
En caso de que se produzca una ralentización del crecimiento del PIB en China, estos sectores sufrirán una erosión de sus beneficios mucho menor que el conjunto del mercado, pues cuentan con ingresos recurrentes y capacidad para fijar precios. En caso de que se produzca una nueva crisis financiera, pensamos que estos sectores serían más resilientes dado su menor apalancamiento. Sugerimos que la cartera supone un medio adecuado para obtener exposición a las perspectivas de crecimiento a largo plazo de los mercados emergentes, en general, y China, en particular, permaneciendo al mismo tiempo centrados en la conservación del capital.
Ante la moderación de la “banca en la sombra”, el equipo International Equity analiza los riesgos relacionados con la nueva deuda corporativa china.
Opinión de William Lock, Bruno Paulson y Dirk Hoffmann-Becking, del equipo de renta variable internacional de Morgan Stanley Investment Management.
(3) Existen diversas definiciones y medidas del sistema de la banca en la sombra. Nosotros empleamos las cifras de “financiación social total” facilitadas por el Banco Popular de China, así como los cálculos autónomos relativos a la “banca en la sombra”.
(4) Fuente: UBS, abril de 2019.
(5) Fuente: Morgan Stanley Investment Management, 30 de abril de 2019.
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The views and opinions are those of the author of the date of publication and are subject to change at any time due to market or economic conditions and may not necessarily come to pass. The information presented represents how the investment team generally applies its investment processes under normal market conditions. This general communication, which is not impartial, is for informational and educational purposes only, not a recommendation. Information does not address financial objectives, situation or specific needs of individual investors. Investing involves risks, including the possible loss of principal.
Pixabay CC0 Public DomainFree-Photos. Elecciones europeas: en un terreno estable
Las elecciones europeas se celebraron del 23 al 26 de mayo en los distintos Estados miembros de la UE, con un aumento sustancial de la participación. Los resultados casi definitivos sugieren que la tradicional mayoría bipartidista del Parlamento Europeo se ha roto, pero los partidos pro-europeos mantienen una cuota dominante gracias a las grandes ganancias de los liberales y los verdes. Los partidos euroescépticos contrarios al establishment también lograron avances, pero éstos fueron limitados en tamaño y se concentraron en países específicos.
En línea con la tendencia ya observada en la mayoría de las elecciones nacionales, los dos principales partidos de centro-derecha y centro-izquierda del Parlamento Europeo (PPE y S&D) que tradicionalmente han dominado el proceso legislativo a través de una mayoría conjunta han perdido terreno, y ahora sólo controlan 329 de los 751 escaños (ver Gráfico 1). Por el contrario, los bloques de los Liberales y Verdes -ambos fuertemente a favor de la UE- han logrado avances significativos, lo que ha dado lugar a una mayoría proeuropea que controla más de dos tercios de los escaños en el nuevo Parlamento. De este modo, el poder estará menos concentrado, ya que el PPE y el S&D necesitarán ahora el apoyo de los liberales o de los Verdes para alcanzar la mayoría.
El miedo a una ola de partidos «populistas» que emergieran, de una manera que alteraría el rumbo de la política europea, no se ha materializado. Los bloques euroescépticos obtuvieron algunas ganancias, pero éstas fueron algo menores de lo esperado y se concentraron en ciertos países (especialmente Italia -y hasta cierto punto el Reino Unido-, aunque es poco probable que estos eurodiputados cumplan un mandato completo). Su cuota global de escaños será de aproximadamente un cuarto (y se dividirá en tres bloques diferentes), y provocará, más que proporcionarles una plataforma más amplia para su agenda, iniciar un cambio en las estructuras de poder de la UE.
Nombramientos en la UE
Quizás la implicación directa más significativa de las elecciones es cómo influirán en la ocupación de puestos clave en las instituciones europeas en los próximos meses. Es importante destacar que la carrera por la presidencia de la Comisión Europea parece estar muy abierta, ya que la relativa pérdida de poder del PPE reduce las posibilidades de que su líder Manfred Weber sea nombrado. El presidente francés Macron ha expresado su oposición al proceso de Spitzenkandidat que conduciría a una elección «automática» del líder del partido más grande. Es probable que el ascenso de los liberales los convierta en un actor más importante en el proceso, al tiempo que abre la lista de candidatos potenciales más allá de las figuras clave de los dos partidos principales.
Es importante señalar que, dada la forma en que los intereses nacionales tienden a influir en el proceso, si Weber perdiera el puesto en la Comisión (posiblemente a manos del negociador jefe de Brexit, Michel Barnier), aumentarían las posibilidades de que un ciudadano alemán sustituyera a Mario Draghi como presidente del BCE. Jens Weidmann sería un gran candidato para ese puesto. Tras haber criticado algunas decisiones importantes del BCE a lo largo de los años de crisis, como el programa OMT y la relajación cuantitativa, las implicaciones políticas de este cambio en el liderazgo del BCE serían cruciales para la trayectoria de la economía de la zona del euro, con implicaciones fundamentales para los mercados financieros.
Dada la complejidad de las negociaciones necesarias para llegar a una decisión en los distintos frentes, el proceso de nombramiento puede resultar más largo de lo habitual. La cena informal entre los jefes de Estado europeos del 28 de mayo podría dar una primera indicación, pero es poco probable que surjan signos más concretos antes de la reunión del Consejo prevista para los días 20 y 21 de junio.
Implicaciones del Brexit
Una de las consecuencias más graves de las elecciones europeas puede ocurrir, irónicamente, en el Reino Unido, un Estado miembro en proceso de abandonar la UE. La Primera Ministra Theresa May había aceptado participar en las elecciones como condición para obtener una prórroga de la fecha de Brexit del 29 de marzo al 31 de octubre, y las elecciones resultaron desastrosas para su partido conservador.
El partido del Brexit fue el primero, con un 31,6% de los votos. Este resultado ha atraído titulares, como era de esperar, dada la postura del partido a favor de dejar a la UE sin un acuerdo. Sin embargo, el éxito del Partido Brexit en la movilización del voto a favor del abandono no debe interpretarse como un fuerte cambio entre el electorado hacia un «no deal» Brexit. El “equipo del remain” también logró importantes avances, pero generó menos titulares ya que su voto se dividió entre numerosos partidos. La proporción de votos combinada de LibDems, Verdes, SNP, Plaid Cymru y Change UK (todos ellos abogando explícitamente por permanecer y/o un nuevo referéndum) fue del 40,4%.
Lo que es innegablemente importante es en qué dirección van los dos partidos principales, que sufrieron pérdidas significativas (la cuota de voto de los conservadores cayó al 9,1% y la de los laboristas al 14,1%), que abordarán ahora la cuestión del Brexit. Una consecuencia probable de los resultados es un cambio conservador hacia un Brexit duro, dada la presión a su derecha del partido del Brexit. Boris Johnson, líder de la dirección tras la dimisión de Theresa May, ya se ha comprometido a abandonar la UE el 31 de octubre. Por otro lado, el Partido Laborista parece dispuesto a adoptar una postura más clara a favor de permanecer, con voces prominentes dentro del partido que ya están presionando a la dirección para que adopte una plataforma clara para un segundo referéndum.
El gráfico 2 ilustra la dinámica tal y como han surgido de las elecciones europeas, añadiendo la cuota de voto de los conservadores a la columna «Dejar» y la de los laboristas a «Permanecer». Hay muchas advertencias sobre la manera en que estos números deben ser interpretados. Para empezar, el electorado no vota exactamente de la misma manera en las elecciones generales que en las europeas. Además, el sistema de mayoría simple tiende a beneficiar a los dos partidos principales, y los partidos más pequeños están menos representados (o no lo están en absoluto) en la Cámara de los Comunes. Por último, como se ha mencionado anteriormente, las posiciones exactas de los partidos Conservador y Laborista a lo largo del espectro Remain-Leave siguen sin resolverse.
La polarización ha hecho que el camino de Brexit sea más difícil de predecir, ya que las elecciones generales o un nuevo referéndum se han vuelto más probables, pero también lo ha hecho el escenario de «no hay acuerdo». Por el contrario, la ratificación del acuerdo de Theresa May en su formato actual o ligeramente modificado parece cada vez menos probable. El concurso de liderazgo del Partido Conservador, así como las conferencias del partido que se celebrarán a finales de septiembre (aproximadamente un mes antes de la ampliación del plazo del artículo 50) serán eventos clave a seguir en este frente.
Evolución, no revolución
El resultado de las elecciones europeas se acercó bastante a las encuestas preelectorales y confirmó nuestras expectativas de que no era probable que fueran un acontecimiento importante para el mercado. Aunque la relativa pérdida de poder de los principales partidos de centro-derecha y centro-izquierda provocará una importante evolución en los funcionamientos del proceso democrático de la UE, esperamos que el cambio sea bastante gradual. El auge de los partidos verdes y liberales pro-europeos, y las limitadas ganancias obtenidas por los partidos euroescépticos, abogan por la continuidad, lo que hace improbable un cambio a corto plazo en contra del establishment.
Tribuna de Bill Papadakis, estratega macro de Lombard Odier.
Foto: PxHere CC0. Machine Learning, la tendencia tecnológica que transformará los mercados
Cada mes, cada semana, en ocasiones a diario, escuchamos en las noticias y leemos en los diversos medios, comentarios, hechos, especulaciones sobre una nueva familia de términos tecnológicos, que anuncian al parecer, una nueva ola tecnológica, como lo fueron las primeras dotcom en los 2000s, o social media una década después.
Machine Learning, Artificial Intelligence, Data Scientist, Bitcoin, van tomando ciudadanía en los foros tecnológicos y de negocios. ¿Qué implican para los negocios, y en particular para el sector financiero? ¿Darán lugar a nuevas burbujas especulativas, como las olas tecnológicas precedentes?
El Machine Learning es parte de la Inteligencia Artificial (AI), y consiste fundamentalmente en algoritmos que aprenden. Aprender a generalizar a partir de lo que se aprende por memoria, es lo que lo inspira el Machine Learning, usando las computadoras como extensión de lo humano, y en lo cual la ciencia de datos es una aplicación.
Abre nuevas oportunidades, por la gran diversidad y la gran cantidad de datos disponibles el día de hoy. La capacidad de cómputo accesible con los recursos humanos para explotarlo ha ido en crecimiento. Hoy puedes rentar una nube y generar mayor potencial para innovación. Los algoritmos que se pueden usar son cada vez más poderosos.
Hay que evitar la fe ciega en los algoritmos sin cuestionar sus resultados, pues los datos tienen sesgos implícitos. Siempre es necesario cuestionar qué datos usar y cuántos, así como cuántas muestras son suficientes.
Aun así, los beneficios son evidentes, al potencializar las capacidades humanas, detonando su plena capacidad. Los humanos pueden procesar small data, las máquinas, el big data. La solución, además, es fácil. Hay que complementar con inteligencia natural humana, pues somos más inteligentes con la IA porque nosotros validamos y formulamos objetivos. El factor humano debe estar involucrado en las decisiones, y éstas deben estar basadas en evidencia sumada con raciocinio.
En particular, hay que poner atención en la recolección de datos y datos abiertos, ¿cuáles son las consecuencias de los datos que recolecto? ¿cuál es la sensibilidad de los datos en sí? ¿cuáles son inferencias sobre los individuos?
La información puede parecer inocua, pero al momento de mezclarla con otras muestras de datos, puede dar a conocer información sensible. Siempre hay beneficios y afectaciones, y la cuestión de seguridad no es secundaria, pues el beneficio puede ser al negocio, pero no al usuario. No se puede detener el progreso, pero se puede ser más responsable al respecto.
a información.
Durante la Risk Management & Trading Conference 2019 (19-22 de junio), de Riskmathics FI, Marcos López de Prado de Cornell University discutirá el uso del Machine Learning para la construcción de portafolios.
Columna de Riskmathics por Gerardo Herrera Villanueva
Pixabay CC0 Public DomainPhoto: PxHere CC0. Out of 129 CKDs, Only 15 Have had IIRs Above 10% so Far
Los activos en administración de las 10 Afores que hay en México ascienden a 186.771 millones de dólares al cierre de abril de 2019 de acuerdo con cifras de la CONSAR. De acuerdo con los límites individuales que tiene cada Siefore, las Afores pueden invertir hasta el 18% en CKDs y CERPIs.
Las Afores al cierre de abril de 2019, tienen inversiones en CKDS y CERPIs que representan el 6,0% de su cartera y tienen compromisos que equivalen al 5,5% aproximadamente, lo que establece un mercado potencial por invertir de 6,5% (10.272 millones de dólares).
Hoy se tiene un total de 129 CKDs con un valor de mercado de 12.631 millones de dólares (mdd) de acuerdo con información elaborada con datos de la Bolsa Mexicana de Valores y las emisoras al 30 de abril.
De estos 129 CKDs 21 son CERPIs los cuales tienen la característica que a partir de enero de 2018 pueden invertir el 90% de los recursos que administran en el extranjero y el 10% en México. Actualmente el valor de los CERPIs es de 791 millones de dólares de los cuales 18 fueron emitidos en 2018 (81%); hasta el momento solo 2 en 2019 y uno en 2016.
Es probable que los resultados de los tres primeros años de vida de los CKDs obedezcan a que son los que llevan más tiempo de vida (entre 7 y 10 años de vida).
Al revisar las cifras de los CKDs sectoriales se puede ver: • En el caso de bienes raíces los CKDs que nacieron entre 2010 y 2013 traen TIRs promedio por año entre 6% y casi 9%.
Por este cambio comentado, 2018 es el año con mayor emisión de CKDs (38) y se alcanza el mayor monto comprometido (6.869 millones de dólares) en un año.
En las emisiones de CERPIs podemos encontrar nombres como: Blackstone (4 emisiones de CERPIs); KKR (3); BlackRock (2); General Atlantic (2); Lexington Partners (2); Spruceview (1); Partners Group (1); Glisco Discovery (1); Discovery Capital (1); Capital Global (1); Motal Engil (1); México Infraestructure Partners (1) y MIRA Manager (1).
A nivel agregado el sector con mayor monto comprometido es el de bienes raíces que representa 25% del total, seguido del sector infraestructura (19%); capital privado (18%); fondo de fondos y energía con (13% respectivamente); crédito (11%) y el sector primario con el 1% del total emitido.
El tema del desempeño CKD es complejo dado que cada uno tiene sus propias características (sector, ciclo económico, año de emisión, grado de avance de las inversiones, apalancamiento, entre otros) lo que pueden o no tener en el mercado otra emisión con la cual compararse, lo que hace difícil las comparaciones.
A pesar de esto, las comparaciones abren la conversación con el administrador sobre su desempeño en el periodo que se compara. En las comparaciones necesariamente este ejercicio se tiene que hacer con información pública ya que permite la igualdad de circunstancias. De ahí que los administradores deben buscar la mayor oportunidad de la información pública para tener una buena historia que contar.
La forma de calcular el desempeño de los CKDs con información pública es calculando la TIR de cada uno (entradas y salidas de dinero al CKD en el tiempo de vida que tiene). En los 10 años de vida que tienen los CKDs es importante mencionar que entre 2009 y 2012 se pre-fondearon y a partir de 2012 se les permitió realizar llamadas de capital saliendo el primer CKD bajo esta modalidad en julio de 2012. Homero Elizondo experto en CKDs estima que el cambio redujo el costo entre 200 y 500 puntos.
Si se agrupan a todos los CKDs por año de emisión los años que sobresalen son:
Los 4 CKDs que salieron en 2009 presentan una TIR de 9,8% en promedio simple y no ponderado al valor de los CKDs;
Los 8 CKDs que salieron en 2010 traen una TIR del 7,6% en promedio;
Los 4 CKDs de 2013 traen una TIR del 7,3%;
Los 19 CKDs de 2015 traen una TIR promedio de 6,3% y
Los 5 de 2011 traen una TIR de 5,9% por mencionar los años más rentables de la última década.
• Para los CKDs de infraestructura se pueden ver TIRs promedio de dos dígitos en al menos tres años: 2012 (21,9%), 2009 (11,5%) y 2015 (10,0%).
• En el sector energía, si bien la TIR promedio de los 3 CKDs en 2015 es del 10,3%, destaca el caso del CKD que se emitió en 2012 que presenta una TIR negativa de 57,8%.
• Para los CKDs de capital privado se tienen dos años con TIR ligeramente arriba del 9% (2010 y 2012).
• Para los CKDs de crédito destacan 2010 y 2012 con TIRs del 8,0% y 10,0% respectivamente.
• En los CKDs que son fondo de fondos la mayor TIR es 2012 con 4,3%.
• En el sector primario donde solo hay 2 CKDs solo la emisión de 2008 es la que presenta una TIR del 4,4%.
Entre los 129 CKDs en circulación se identifican a 15 CKDs que tienen TIR superior al 10% al 30 de abril. • Con TIRs superiores al 10% al 30 de abril en bienes raíces están los dos CKDs de Grupo Inmobiliario MEXIGS (IGSCK_11 y IGSCK_11-2) y el de FINSA (FINSACK_12).
• Con TIRs superiores al 10% al 30 de abril en Infraestructura se tienen los cuatro CKDs de Infraestructura México (INFRACK_15, INFRACK_16, INFRACK_17 y INFRACK_18); el de GBM Infraestructura (GBMICK_12) y el de Red de Carreteras del Occidente (RCOCB_09). Elizondo considera que: “RCO es de los pocos CKDs que son proyectos directos en lugar de fondos y es de los más exitosos debido a que la carretera ha contado con un aforo mejor a lo esperado”.
• Con TIRs superiores al 10% al 30 de abril en energía destaca el de BlackRock (ICUA2CK_14) y Artha Energía (PRANACK_15-2). Respecto a Axis (AXISCK_12), Elizondo dice que: “es el primer CKD en invertir en plataformas de petróleo, que con los cambios en la reforma energética, realizaron inversiones que no pudieron colocar con Pemex y ha repercutido en un deterioro financiero de la empresa”. • Con TIRs superiores al 10% al 30 de abril en capital privado IGNIA Capital (IGNIACK_15), Northgate Capital (NGPE2CK_17) y ACON (ACONCK_19). El CKD con mejor desempeño cuando existía el pre-fondeo es Nexxus Capital (NEXXCK_10) con 9,0% con el 74% distribuido con respecto al monto comprometido o colocado. El resto de los CKDs prefondeados (previo a 2012) en esta categoría, no cuentan con rendimientos por encima de la tasa preferente. • Con TIRs superiores al 10% al 30 de abril en deuda sobresale el de Credit Suisse (CSCK_12). Los que cuentan con rendimiento negativo y los de 2018 están en la fase de inversión (conocida como curva jota) por lo que las comisiones empiezan a disminuir el rendimiento del fondo en su fase inicial. • En el sector de fondo de fondos y en el sector primario no se identifica ningún CKD con TIR superior al 10% hasta el momento. Los Fondos de Fondos son inversiones que tardan aproximadamente 7 a 9 años de inversión y otros 7 a 8 años de desinversión. El fondo con mayor tiempo es Pinebridge el cual ya cumplió con su fase de inversión, cuenta con algunas distribuciones y tiene el mejor desempeño con 4,9% Los más recientes (Capital Global, Lexington Partners, KKR, BlackRock y Blackstone) están dolarizados por lo que su valuación tendrá dicha volatilidad en el periodo de inversión y administración. Dada esta diversidad de TIRs que se observa la mejor forma de integrar un portafolio CKDs es hacer un profundo análisis de los emisores, las perspectivas de los sectores, diversificar y selectividad.
CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Roger Mosley. Dos trimestres de turbulencias: qué indican sobre los mercados el desplome prenavideño y el repunte de principios de año (parte I)
Los índices de renta variable mundiales se derrumbaron en el cuarto trimestre del año pasado, para luego registrar una fuerte recuperación, al volver a ganar prácticamente todo el terreno perdido. Este giro extraordinario podría parecer irracional, pero indica un panorama coherente con la fragilidad de la confianza de los inversores al adentrarnos en el fin de este ciclo económico y acercarse las elecciones estadounidenses de 2020.
En tan solo seis meses —desde el pasado octubre hasta finales de marzo—, ha sucedido algo notable en los mercados mundiales. Tras tocar techo el 21 de septiembre de 2018, en el equinoccio de otoño, fue como si las estaciones cambiaran de golpe y llegara el invierno.
A medida que avanzaba el cuarto trimestre, se produjo una fuerte espiral de ventas durante la cual los principales mercados de renta variable experimentaron una caída de en torno a un 17%, tocando fondo finalmente en Nochebuena en Estados Unidos (el día de Navidad en Asia).
A continuación, tras perder todas las ganancias conseguidas en 2018 y aún más, dejaron atrás el abrazo polar del miedo: entre finales de diciembre y el equinoccio de primavera del 21 de marzo, los mercados mundiales dieron un giro, con unas avances del 18%. Había llegado la primavera.
¿Por qué este temor repentino de los mercados?
Y si sus inquietudes aparentes sobre la economía mundial estaban justificadas, ¿a qué se debe esa súbita recuperación del apetito por el riesgo? ¿Fue el descalabro del cuarto trimestre una aberración? ¿O tal vez el rebote posterior señala una despreocupación peligrosa sobre los peligros a los que se enfrentan los inversores en el resto del año y el próximo?
Mi respuesta a ambas preguntas es «no». Puede que la intensidad de la espiral de ventas del cuarto trimestre fuera inesperada, pero tiene una explicación, dado el contexto y algunos de los datos que se publicaban. También creo que el repunte de principios de año es justificable, aunque me sorprendió su magnitud. Tanto la espiral de ventas como el repunte supusieron una reacción a una serie de riesgos geopolíticos que cambiaban rápidamente —especialmente las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China– y que los inversores cada vez encuentran más difícil de predecir e integrar en los precios.
Dada la fragilidad de la confianza y la rapidez con la que a veces se suceden los acontecimientos, puede que los mercados oscilaran más bruscamente de lo normal, si bien sus reacciones no eran irracionales. El contexto a largo plazo cobra crucial importancia en este sentido. La expansión mundial actual y la correspondiente trayectoria alcista del mercado de renta variable son maduras en términos históricos. Como es de esperar, aumentan los temores de que el mundo se esté acercando al bajón que señalará el fin de este ciclo.
No es de extrañar que los inversores estén muy atentos a los signos de recesión: el crecimiento económico nominal se ha situado en el 3% – 4% anual en Estados Unidos y el 4%-5% a escala mundial durante gran parte de la década desde que el S&P 500 marcó mínimos en marzo de 2009, a lo que se sumó una inflación muy moderada. Sus inquietudes sin duda se intensificaron después de que el ritmo de crecimiento siguiera repuntando en 2017 y el año pasado.
No obstante, esta expansión de larga duración ha incluido varios miniciclos, durante los cuales algunos indicadores adelantados, como los índices de gestores de compras, han oscilado de unos niveles muy altos de más de 60 hasta en torno a 55 en el mundo occidental. Cada vez que los mercados iniciaban la fase bajista de uno de estos miniciclos, los inversores temían que denotara una recesión en toda regla. Este patrón volvió a repetirse a finales del año pasado.
Líderes firmes y tensiones comerciales
Dos factores principales provocaron la gran espiral de ventas de los últimos tres meses del año pasado. El primero fue un nuevo panorama político. En los últimos años, una serie de líderes nacionalistas ha llegado al poder en varias grandes economías de todo el mundo y adoptado un planteamiento más duro hacia las relaciones internacionales. Tal vez, los republicanos estadounidenses hayan perdido el control del Congreso, pero el presidente Trump sigue siendo una figura dominante e imprevisible.
En China, Xi Jinping ha consolidado su control sobre el gobierno y eliminado las limitaciones temporales de su cargo. En otros países, Narendra Modi en la India, Recep Tayyip Erdogan en Turquía, Jair Bolsonaro en Brasil, Shinzo Abe en Japón y el príncipe heredero Mohamed bin Salmán en Arabia Saudita son todos líderes más firmes y nacionalistas que sus antecesores, mientras que algunos personajes heterodoxos como Vladimir Putin y Kim Jong Un ejercen una influencia internacional considerable.
Por consiguiente, el mundo se ha adentrado en una fase en que un obstinado presidente estadounidense está dispuesto a discutir con contundencia que deben renegociarse las relaciones de su país con el resto del mundo, pero tiene que hacer valer sus pretensiones ante unos líderes cada vez más firmes y populistas de otros países. No se trata de un contexto propicio para la calma y la estabilidad en los mercados mundiales.
Si consideramos este riesgo potencial para la estabilidad junto con el segundo gran problema que dominó los últimos meses de 2018 —el deterioro de la relación comercial entre las dos principales economías mundiales, Estados Unidos y China—, resulta fácil ver por qué los mercados empezaron a temer cada vez más la posibilidad de una brusca desaceleración.
Una alteración importante de los flujos comerciales mundiales y una ralentización del proceso de globalización que dura desde hace décadas reduciría inevitablemente la actividad económica, la rentabilidad empresarial y la inversión; eso provocó la fuerte corrección sincronizada de las bolsas mundiales.
Y ahí es donde el escenario del Brexit se torna especialmente relevante. El Reino Unido, una economía abierta y conectada internacionalmente, está muy integrado en numerosas cadenas de suministro transfronterizas utilizadas para los flujos comerciales. No obstante, si los cambios geopolíticos implican que ya no podemos estar seguros de si esas cadenas de suministro seguirán funcionando como antes, las empresas no saben dónde deberían invertir.
Por consiguiente, muchas aplazan sus decisiones o cancelan futuras inversiones de capital, lo que inevitablemente merma el crecimiento. En este contexto, resulta bastante posible que el riesgo de aranceles comerciales convierta una debilitación del crecimiento en una brusca desaceleración. Esta era la situación de los mercados a finales de noviembre.
Por fin, buenas noticias
En esos momentos, surgió la primera buena señal importante: Estados Unidos aplazó el aumento de los aranceles sobre importaciones chinas por 200.000 millones de dólares del 10% al 25% con el que habían amenazado. Esta moratoria de 90 días disipó el riesgo inmediato de más perturbaciones comerciales hasta finales de febrero, aliviando un motivo de nerviosismo importante para los mercados mundiales.
No obstante, los índices bursátiles siguieron cayendo, y sus pérdidas se aceleraron al acercarse las Navidades. En vez de deberse a las preocupaciones sobre el comercio, la espiral de ventas obedecía en esos momentos a unos endebles datos económicos, especialmente de Europa, cuyos exportadores, entre los que se incluyen Daimler y BMW, fueron de los primeros en alertar de que los aumentos de aranceles afectarían sus beneficios.
En Japón hubo algunas señales similares, por ejemplo, de empresas de robótica que exportan a China, cuyos pedidos registraron unas drásticas caídas. Al mismo tiempo, el aplanamiento de la curva de tipos del mercado de deuda pública estadounidense —a menudo considerado como un indicador adelantado de contracciones económicas— indicaba que llegaban unos tiempos difíciles.
Al aumentar las inquietudes sobre los datos económicos que se publicaban, los mercados recibieron su segunda señal positiva importante: tras hablar de nuevas alzas de tipos aún en el último trimestre de 2018, la Fed estadounidense reaccionó ante las perspectivas más débiles e indicó que ya no preveía subir los tipos en 2019.
Este cambio de postura, junto con el aplazamiento de los nuevos enfrentamientos comerciales, ayudó a impulsar el rebote de los índices bursátiles que se produjo a lo largo del primer trimestre. Por lo tanto, la notable trayectoria registrada por los mercados —con un retroceso de casi el 20% en un trimestre y luego una subida de la misma magnitud en el siguiente— puede atribuirse al entorno económico y geopolítico.
Lo que se interpretó por parte de algunos como los indicios tempranos de una contracción importante no se produjo y extendió como temían, y los acontecimientos del 4.º trimestre del año pasado ahora parecen más bien otro bache de mediados de ciclo seguido de un rebote. Dada la inestabilidad potencial que comportan unos líderes nacionales más duros, creo que ahora tendría que haber una mayor prima de riesgo en los mercados en general. Por consiguiente, me sorprende la fortaleza del repunte de los mercados mundiales, pero coincido en que tenían que subir con respecto a las Navidades porque las perspectivas no son tan nefastas como se temía.
Columna de William Davies, director de renta variable en Columbia Threadneedle.
En los últimos días, la amenaza de Donald Trump de una ruptura de las negociaciones con China y el despliegue del aumento de los derechos de aduana han puesto en tela de juicio la tendencia al alza del crecimiento económico que comenzó a principios de año. La escalada de la guerra comercial entre Estados Unidos y China constituye una seria amenaza para los mercados.
Hasta ahora, aparte de este importante riesgo, el contexto macroeconómico estaba evolucionando favorablemente. Así, desde el principio de año hemos observado, en primer lugar, un crecimiento mundial más sólido que debería confirmarse a medida que se reduzca la debilidad del sector manufacturero.
Por otro lado, los intentos de la Fed por evitar la desaparición de la liquidez y limitar los costes de financiación en dólares han favorecido a las operaciones de carry y a los activos de riesgo, como suele suceder generalmente. En última instancia, también se ha registrado una menor desaceleración de las exportaciones mundiales, fundamentales para la economía mundial y los beneficios.
Aunque todavía quedan posibilidades de acuerdo, es hora de mantener una posición neutral con los activos de riesgo, adaptándonos a la vez al repunte de volatilidad actual. Para ello, se pueden llevar a cabo distintas acciones como la recogida de beneficios de acciones y bonos emergentes, dada su sensibilidad al comercio mundial.
Otra opción sería ajustar la ponderación de las acciones europeas de pequeña capitalización a neutral, reduciendo su riesgo político a corto plazo, consecuencia del aplazamiento de la fecha límite del Brexit y el riesgo limitado relacionado con las elecciones europeas.
También se podría reforzar el componente de renta fija para aprovechar el carry todavía atractivo y su duración ante una posible rebaja de los tipos. No se trata de eliminar el riesgo de las carteras de momento, sino de preparar los ajustes en función de los escenarios.
ODDO BHF Asset Management trabaja con dos escenarios principales. Por un lado, un escenario de abandono de las negociaciones e intensificación de la guerra comercial. En este caso, se llevaría a cabo una venta total de las posiciones emergentes, una fuerte reducción de la exposición a los activos de riesgo de renta variable como máximo del 25%-30%, así como a los de renta fija high yield, además de la compra de yenes japoneses y deuda pública alemana.
Por otro lado, si se materializa el acuerdo comercial entre China y EE.UU., la estrategia sería muy diferente, ya que se procedería a la compra de acciones europeas cíclicas y de estilo value, de acciones emergentes, sobre todo asiáticas, y de carteras de alto rendimiento, con sobreponderación de los sectores cíclicos, que están más expuestos a la calificación B. Asimismo, llevaríamos a cabo mayores ventas de dólar/euro.
Aunque los mercados de renta variable ya no ofrecen descuentos respecto a sus niveles históricos, siguen existiendo estímulos al alza tales como la revisión al alza de los beneficios por acción, que han registrado mínimos, 3,5% en EE. UU. y 4,5% en Europa para 2019, en un contexto de variables constantes. Otro estímulo podría ser la importante rotación hacia las empresas value, que podrían beneficiarse de la fuerte reducción de los múltiplos. En cualquier caso, habrá que ser pacientes, en un sentido u otro, ya que las prisas casi nunca han generado valor.
Tribuna de Laurent Denize, director adjunto global de Inversiones de ODDO BHF AM