La disrupción causada por el cambio climático no ha hecho más que empezar para los inversores

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Pixabay CC0 Public Domain. La disrupción causada por el cambio climático no ha hecho más que empezar para los inversores

Los mercados financieros no están preparados para los grandes problemas que el cambio climático traerá consigo, según un nuevo informe de la Organización de las Naciones Unidas. En septiembre, la organización de los Principios de Inversión Responsable de la ONU -compuesta por una red de inversores entre los que se incluyen 500 gestores globales- concluyó en su informe que los mercados no han puesto precio aún al cambio climático. Más importante aún es que la organización aseguró que los inversores deben esperar una respuesta para 2025 «que será contundente, abrupta y desordenada a causa del retraso».

Por lo general, los mercados financieros perciben más fácilmente los cambios más pequeños y rápidos con una repercusión a corto plazo, pero les cuesta más tener en cuenta factores como la incertidumbre, los puntos de inflexión o la disrupción que conllevan cambios más profundos. El cambio climático representa una de estas situaciones a las que los mercados se enfrentan con más dificultades. Hoy en día es posible pensar en una descarbonización completa de industrias como la del automóvil y todo gracias al desarrollo tecnológico. Aun así, muy pocos inversores pueden apreciar el cambio y la oportunidad que supone.

La disrupción sectorial del cambio climático

Hasta hace poco, la mayor parte de la atención del mercado sobre los activos afectados por el cambio climático se ha centrado en el carbón. Estos son los “activos inmovilizados” más obvios a medida que el mundo desarrollado abandona el carbón como fuente de energía. Los precios del carbón han caído a su nivel más bajo en varios años y cada semana se anuncian nuevos cierres anticipados de centrales térmicas de carbón.

Por ejemplo, Endesa anunció recientemente el cierre de sus dos últimas centrales térmicas de carbón en España, lo supondrá una pérdida de activos de 1,300 millones de euros. Sin embargo, se ha presta mucha menos atención a otros sectores económicos que se verán afectados por el cambio climático. El sector inmobiliario y el aeroespacial son dos ejemplos en los que los precios de los activos podrían sufrir las consecuencias del cambio climático.

Los activos de la industria aeroespacial (aeropuertos y aviones, sobre todo) tienen una larga vida útil por lo que, a futuro, las condiciones de la industria pueden ser críticas para su valor. A diferencia de la industria del automóvil, la aeroespacial comercial no ha llegado aún a ninguna solución tecnológica que sea viable y permita reducir sustancialmente sus emisiones. Así que, tras décadas de descensos en el coste del transporte aéreo, lo que ha promovido su crecimiento, habrá que subir las tarifas para reducir la demanda o simplemente para poner precio a los costes de las emisiones de CO2 producidas por la industria. Las emisiones de CO2 por pasajero y kilómetro en el transporte aéreo son muy elevadas.

Emisiones de CO2 por pasajero/km

Fuente Bernstein Research, septiembre 2019.

Un estudio de Sanford Bernstein sugiere que si las aerolíneas pagasen el coste de sus emisiones de C02 habría supuesto el 40% de sus beneficios del año pasado. En el futuro, el coste será aún mayor.

Al mismo tiempo, los sistemas de vídeo conferencia podrían sustituir una parte importante de los desplazamientos por negocios que se hacen en la actualidad. Los viajes de negocios son los que más beneficios reportan a las líneas aéreas y cada vez son más las empresas que se unen a planes para convertirse en negocios con cero emisiones, por lo que los viajes en avión están en el punto de mira. En la próxima década habrá cambios nada beneficiosos para las empresas de transporte aéreo.

Por otro lado, hasta hace poco, los efectos físicos del cambio climático en los activos inmobiliarios eran más una teoría a largo plazo, que algo tangible. En nuestros días, los episodios climáticos extremos se están incrementando y el nivel del mar está subiendo, todo esto está afectando a la opinión pública y es probable que repercuta en el valor de los activos. Por ejemplo, un reciente informe del grupo de inversión CLSA (Credit Lyonnais Securities Asia) y CWR (China Water Affairs) apunta a la vulnerabilidad de los activos inmobiliarios frente a las grandes tormentas y la posibilidad de que la crecida del nivel del mar pueda sumergir poblaciones.

Mientras, la industria de seguros reevalúa sus primas con relativa rapidez (anualmente) a medida que las incidencias de inundaciones y las pérdidas aumentan, los propietarios de viviendas tendrán que hacer frente al aumento de los costes de los seguros, los valores de los activos se verán sometidos a presión, e incluso es posible que sea necesario reubicar o reconstruir algunos de ellos.

Llegados a este punto, los factores climatológicos pueden tener un impacto dramático en las valoraciones de los activos. En este sentido, es probable que nos encontremos actualmente al principio de un período muy largo en el que los factores que impulsan el cambio climático tendrán un efecto creciente y significativo en los precios de los activos.

Tribuna de Simon Webber, gestor del fondo Schroder ISF Global Climate Change.

Neutralidad sorprendente

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CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Farid Askerov. Foto: Farid Askerov

En la recta final del año 2019, mostramos una actitud sorprendentemente neutral en las diferentes clases de activos. Ahora bien, si nos atenemos a varias medidas de los flujos y del posicionamiento
del mercado observamos que no somos los únicos. En efecto, pese a las impactantes rentabilidades globales que algunos mercados han cosechado desde principios de año, la comunidad inversora presenta un posicionamiento cauto.

Dos elementos en cada dirección romperían el equilibrio en la balanza de la neutralidad general. La constatación de que el deterioro de las manufacturas se está propagando al consumo y/o una decepcionante relajación monetaria por parte de los bancos centrales de todo el mundo (con respecto a las expectativas actuales) augurarían una mayor precaución. En cambio, una mitigación de las tensiones geopolíticas (sobre todo el conflicto comercial y el Brexit) y/o nuevas pruebas de que el aumento de los índices de gestores de compras (PMI) asiáticos se está consolidando y expandiendo a otras regiones inspirarían una mayor confianza.

En la actualidad, estas cuatro fuerzas empujan en direcciones diferentes. El consumo en las economías desarrolladas se mantiene firme, pero varios indicadores de la demanda laboral se han debilitado hasta situarse en la banda inferior del rango del periodo posterior a la crisis financiera mundial. Aunque estos niveles no resultan lo suficientemente débiles como para hablar de recesión, el deterioro resulta palpable y se halla en el nivel esperado en esta fase del ciclo.

Mientras tanto, los mercados están descontando nuevas medidas acomodaticias por parte de los principales bancos centrales, y también se prevé que los tipos de interés en el Reino Unido y Europa se mantendrán por debajo de la inflación en los diez próximos años. Si bien el considerable peso de la deuda corporativa en el último programa de compras de activos del Banco Central Europeo nos recuerda que las autoridades políticas todavía tienen algo de «munición» en la recámara, los riesgos están sesgados hacia una decepción en términos de relajación monetaria.

La evolución de las negociaciones comerciales y el Brexit ha sido favorable en los últimos tiempos. En el caso del Brexit, la perspectiva de una salida «dura» o desordenada ha desaparecido a corto plazo con la convocatoria de elecciones generales en el Reino Unido a principios de diciembre. En el caso del comercio, se han registrado avances en las negociaciones entre China y Estados Unidos sobre la llamada «Fase 1» y se ha disipado la probabilidad de que se impongan aranceles a los automóviles. Ahora bien, los desenlaces definitivos de ambos acontecimientos distan mucho de haberse esclarecido.

Entre todo este bullicio, Asia se ha recuperado sigilosa y constantemente, como ponen de manifiesto, por ejemplo, los PMI de Taiwán y China, que han marcado máximos de varios meses. Una notoria consecuencia de la guerra comercial ha sido la internalización de las cadenas de suministro: algunas compañías, como Huawei, han forjado cadenas de suministro para dos años, todas dentro del continente asiático. Los inventarios europeos también se están reponiendo y los indicadores adelantados apuntan a una mejora de los datos económicos hacia finales del año.

Nuestras opiniones sobre las diferentes clases de activos no se han alterado, y una postura más neutral con respecto al año pasado, por ejemplo, resulta sensata en la coyuntura actual. Ahora bien, conforme se afianza un miniciclo de los inventarios, hemos vuelto a aumentar nuestro apetito por el riesgo hasta «neutral» y estamos acumulando una mayor exposición a la renta variable asiática.

Columna de Maya Bhandari, gestora de carteras Multiactivos en Columbia Threadneedle Investments.

 

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ETFs de bonos de mercados emergentes: ¿una apuesta ganadora?

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Pixabay CC0 Public Domain. Los bonos ETF en emergentes, una apuesta ganadora

Los mercados emergentes han sido una de las áreas de inversión más emocionantes de la última década. Aunque hay buenas oportunidades para cosechar sólidos rendimientos, existen, sin embargo, riesgos asociados que pueden reducirse con una selección inteligente de bonos. En ese sentido, la deuda en mercados emergentes con grado de inversión (investment grade) destaca como una fuente de rendimiento de alta calidad para los inversores que están dispuestos a mirar más allá de los mercados desarrollados.

El hecho de añadir un componente emergente a una asignación de renta fija existente puede mejorar la diversificación de la cartera y ampliar en gran medida el conjunto de oportunidades disponibles. Visto en el contexto de una cartera, los inversores pueden mejorar sus rendimientos ajustados al riesgo.

Por otro lado, para los gestores activos que estén limitados por la calificación crediticia, (como las aseguradoras y los fondos de pensiones), o aquellos que deseen evitar los tramos más bajos de calidad crediticia, creemos que una asignación dedicada a la deuda investment grade en emergentes proporciona una buena fuente de rendimiento de alta calidad y diversificación. En este sentido, el índice JP Morgan USD EM Investment Grade ESG Diversified Bond podría considerarse como una opción de risk-off debido a su amplia y alta calidad crediticia y por su reducida sensibilidad a la duración.

Un capa de sostenibilidad

Los inversores buscan cada vez más fondos de inversión que coincidan con sus valores personales de forma que sus ahorros puedan influir potencialmente en el cambio global. El enfoque elegido de ESG (Environmental, Social, Governance) se basa en la metodología JP Morgan JESG y tiene como objetivo ofrecer un rendimiento/riesgo similar al índice estándar de JP Morgan USD EM (el índice sin criterios ESG).

Cabe señalar que numerosas publicaciones académicas han demostrado que los criterios ESG tienen una correlación significativa a los credit ratings; pueden servir para la estimación de la sensibilidad al riesgo. Analizando el movimiento histórico del índice J.P. Morgan USD EM Investment Grade ESG Diversified Bond, vemos que también respalda este argumento defendido desde el entorno académico. 

La aplicación del filtro ESG después del filtro de investment grade apenas tiene impacto en el rendimiento. La explicación de este efecto es que los emisores de bonos de alto rendimiento son, en la mayoría de los casos, bajos en el percentil de puntuación ESG.

Existe un amplio mercado de bonos ETFs en emergentes. Cabría preguntarse, cuáles son las consideraciones estratégicas más importantes qué habría que tener en cuenta para invertir en bonos de mercados emergentes. En este sentido, se puede decir que, en términos generales, hay dos formas de conseguir una inversión racional.

En primer lugar, las economías de mercados emergentes están dejando una huella cada vez mayor en términos de importancia en el crecimiento del PIB mundial, en la cadena de valor y en la actividad comercial. Junto con un marco generalmente laxo a nivel político y monetario dentro de los países, estas economías deberían tener un impacto económico creciente a nivel mundial.

En segundo lugar, y en relación con los mercados desarrollados, el universo de bonos de mercados emergentes en grado de inversión (investment grade) se compara favorablemente tanto desde el punto de vista de valoración como de los fundamentales.

Además, los mayores diferenciales asociados a la deuda investment grade de los mercados emergentes han sido históricamente una mayor protección frente al incremento de los tipos de interés. Dado que las inversiones en dólares americanos para los inversores que no están físicamente en mercados de dólares puede tener un impacto significativo en sus carteras, los inversores deberían considerar la posibilidad de cubrir este riesgo cuando sea apropiado. UBS ofrece esta posibilidad. De hecho, el UBS ETF (LU) JP MORGAN EM Investment Grade ESG Diversified Bond UCITS ETF combina la deuda de emergentes investment grade con lo que son entre las mejores capacidades de UBS ETFs: sosteniblidad y cobertura de divisa. 

Tirbuna de Nina Petrini, directora de Pasivo y ETF en UBS AM.

Mirabaud lanza otra estrategia de private equity en lujo y “lifestyle” con uno de los equipos más exclusivos y experimentados

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Pixabay CC0 Public Domain. Mirabaud lanza otro Private Equity en lujo y “lifestyle” de la mano de uno de los equipos más exclusivos y experimentados

El rápido desarrollo de una clase media global conectada está transformando los hábitos de consumo y produciendo un fuerte impacto en los negocios. Pero, si hay un área en la que estamos asistiendo a verdaderos cambios disruptivos, esa es la del “lujo y estilo de vida”. Unos cambios que están modificando profundamente cómo las marcas y empresas se definen, actúan y preparan sus propuestas al mercado, y que vienen impulsados, al menos mayoritariamente, por la generación millennial, un colectivo de nativos digitales muy conectado, culto, sensible, consciente del planeta y con sus propios códigos de consumo. 

En este contexto, el exitoso fondo temático dedicado a las “sociedades de patrimonio vivo” dentro del sector lujo y estilo de vida de Mirabaud cerró en diciembre de 2018 con 155 millones de euros en activos bajo gestión. Ahora, la entidad ha decidido dar un paso más poniendo en el mercado el Mirabaud Lifestyle Impact and Innovation, que combina capital de desarrollo y private equity. La nueva estrategia se enfoca a la inversión en bienes “lifestyle” de alta gama, alineados con los estándares del lujo y abordando al mismo tiempo las expectativas de los millennial de alto poder adquisitivo con valores sólidos.

Presentado en el mercado el pasado 14 de enero, el fondo tendrá su primer cierre en marzo de 2020, y permitirá a los inversores participar en tecnologías y marcas jóvenes con potentes e innovadoras empresas del sector “lifestyle”. En este marco, la estrategia proporciona capital a las empresas cuyo foco está en la transformación digital e invierte en capital riesgo para participar en startups de alto potencial.

La estrategia trabaja con disruptores en la creación de productos nicho, escasos, de alta calidad, muy creativos y capaces de llegar al cliente a través de las emociones. Productos que, además, requieren un marketing distintivo y una distribución experiencial, multicanal y muy condicionada por el alto valor añadido (grandes almacenes insignia, pop-up de alto nivel en ubicaciones privilegiadas, e-commerce, m-commerce, influencers, plataformas online, etc.)

Una de las piezas clave de la nueva estrategia ha sido el fichaje por parte de Mirabaud Asset Management de David Wertheimer -quinta generación de la familia Wertheimer, imprescindible en el mercado del lujo desde hace décadas- como nuevo socio en el área de private equity. Wertheimer, Renaud Dutreil y Luc-Alban Chermette, director y subdirector de private equity en Mirabaud Asset Management respectivamente, forman uno de los pocos equipos en todo el mundo capaces de identificar y crear sinergias con los creadores más innovadores y rompedores del nuevo universo del lujo y el estilo de vida.

Mirabaud Lifestyle Impact and Innovation tiene como misión identificar y acompañar a los emprendedores europeos, asiáticos y estadounidenses que se convertirán en los futuros actores principales de la esfera digital, el mundo de la moda y el universo de la innovación. En este contexto, Mirabaud apoyará el desarrollo de empresas disruptivas en el sector “lifestyle”, incluyendo a pioneros digitales y tecnológicos y a empresas globales innovadoras en las que el talento humano sea la clave del éxito.

La relación con estos perfiles se basa en las alianzas a largo plazo, ayudando a las empresas a ser más globales, más digitales y con un sesgo específico que les permita diferenciarse. También se aportará experiencia en recursos humanos, innovación de producto, marketing y distribución, y se acompañará a las empresas en las diferentes etapas de su desarrollo para avanzar hacia el siguiente nivel a través de capital inicial, capital riesgo y capital de desarrollo.

Todo ello, siempre, con la sostenibilidad como valor fundamental, centrándose en aquellas empresas que desean darle una nueva forma a la sociedad e incluir los criterios ASG tanto en sus modelos de negocio como de gobierno. La nueva estrategia de inversión garantiza así que las preocupaciones sobre el futuro de nuestro planeta y la condición humana de los inversores y la sociedad se vean atendidos.  Porque la verdadera misión de Mirabaud es lograr un impacto positivo a todos los niveles: con nuestra participación en la economía globalizada y, por supuesto, para nuestros clientes e inversores.

Elena Villalba, directora general de Mirabaud Asset Management para la Península Ibérica y Latinoamérica

Entre CKDs y CERPIs llegó el capital comprometido a 2.394 millones de dólares en 2019

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Foto: Pixnio CC0. Entre CKDs y CERPIs llegó el capital comprometido a 2.394 millones de dólares en 2019

El año 2019 terminó con una emisión de 13 CERPIs y 5 CKDs en México. El capital comprometido colocado en 2019 ascendió a 2.394 millones de dólares  de los cuales ha sido llamado el 28% (659 millones de dólares).  El monto colocado en CERPIs fue el 84%, mientras que en CKDs fue 16% haciendo patente el interés por diversificarse globalmente los inversionistas institucionales de México. Este apetito de CERPIs podría continuar en 2020. Estimaciones propias proyectan que en 2020 podrían colocarse compromisos por 2.000 millones de dólares.

La colocación de 18 CKDs y CERPIs en 2019 está dentro del rango de emisiones que se hicieron en 2015, 2016 y 2017 donde se colocaron 19-14 y 15 respectivamente, aunque significa casi la mitad de las emisiones que se hicieron en 2018 donde surgieron 20 CKDs y 18 CERPIs para dar un total de 38 nuevas emisiones. Hay que reconocer que 2018 fue un año récord por el cambio que se dio en los CERPIs que permite la inversión global en capital privado.

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En CERPIs el capital comprometido fue de 2.011 millones de dólares a través de 13 nuevos fondos. Se colocaron 11 fondos de fondos, donde los emisores fueron en orden de importancia: Harbourvest, Blackstone, Actis Gestor, Lexington Partners y Blackrock; también hubo uno de capital privado (Spruceview) y otro de energía (México Infraestructure Partners).

Por lo que respecta a los CKDs el capital comprometido fue de 383 millones de dólares a través de 5 nuevos fondos en 2019. Se colocaron dos de crédito (ambos de Altum Capital), uno de bienes raíces (Walton Street Capital), uno de capital privado (ACON) y otro de energía (Thermion Energy).

El principal emisor fue Harbourvest Partners con un CERPI de 870 millones de dólares en recursos comprometidos, mientras que en número de emisiones Blackrock colocó 7 CERPIs en diciembre que en su conjunto suman compromisos por 199 millones de dólares.

A nivel agregado los CKDs y CERPIs significan compromisos por 25.525 millones de dólares de los cuales 76% corresponde a emisiones de 112 CKDs y 24% a 32 CERPIs. De este monto el 54% ha sido llamado.

En 2018 se colocaron 18 CERPIS que significaron compromisos por 3.917 millones de dólares, mientras que en 2019 fueron 13 y el monto comprometido fue de 2.011 millones de dólares.

Actualmente la inversión en estructurados (CKDs y CERPIs) es el 6% de los activos en administración de las Afores al cierre de diciembre y en recursos por llamar es 5%.

Dados los montos colocados en 2018 (3.917 millones de dólares) y 2019 (2.011 millones de dólares) llegar a 2.000 millones de dólares en 2020 es alcanzable. Este monto estaría llamando 400 millones de dólares (20%) que para los 211.917 millones de dólares que administran las AFOREs al cierre de diciembre significarían 0,2%.

Columna de Arturo Hanono

¿Habrá recesión en 2020? Dependerá del consumo

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Pixabay CC0 Public Domain. ¿Habrá recesión en 2020? Dependerá del consumo

El conflicto comercial entre China y Estados Unidos ha afectado a la actividad manufacturera en todo el mundo, y Europa se ha visto atrapada en medio. La actividad de las fábricas se ha ido ralentizando en las principales economías, lo que ha provocado dudas en las compañías a la hora de invertir.

Esta situación se ha sentido especialmente en Europa, que se muestra muy dependiente del comercio internacional. El sector automovilístico alemán, por ejemplo, se ha visto particularmente afectado. Irónicamente, en Estados Unidos, donde las exportaciones y la actividad manufacturera representan en torno al 12% de la producción económica (1), el impacto ha sido menor.

¿Tendremos entonces una recesión? En Estados Unidos estamos viendo dos economías. A pesar de la debilidad de la actividad manufacturera, los fundamentales de consumo se han mostrado sólidos. Si la situación se mantiene como hasta ahora, no creo que entremos en recesión el año que viene.

La tasa de desempleo estadounidense se mantiene por debajo del 4% (2), el crecimiento salarial continúa siendo sólido y el consumo es positivo. La demanda interna también se ha mantenido razonablemente sólida en Europa y China. Aun en el caso de que el comercio continúe afectando a la economía, los inversores deben recordar que las buenas compañías son flexibles y pueden adaptarse a las nuevas circunstancias.

Gráfico complementario

Fuente: FactSet, Markit, Refinitiv Datastream. Índice de gerentes de compras (PMI) a 30 noviembre 2019. Ventas minoristas a 30 septiembre 2019.
1. Oficina de Análisis Económico de Estados Unidos y Banco de la Reserva Federal de San Luis, a 30 septiembre 2019.
2. Oficina de Estadísticas del Mercado Laboral de Estados Unidos, octubre 2019.

Tribuna de Darrell Spence, economista de Capital Group, y Alan Berro, gestor de Capital Group.

El yield está en el detalle

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Pixabay CC0 Public Domain. El yield está en el detalle

La renta fija tuvo un excelente 2019 incluso con la incertidumbre y las preocupaciones que persistieron a lo largo de todo el año. Esta situación podría prolongarse en 2020. El panorama macroeconómico y el mercado nos han hecho mantenernos cautelosos. El crecimiento global es más débil, pero aún se mantiene positivo pese a que nos encontramos en el final de ciclo. Los tipos de interés en Europa están en mínimos históricos, los diferenciales de crédito están en un nivel bajo y los mercados de renta variable continúan marcando máximos.

La situación geopolítica todavía continúa siendo incierta antes de las elecciones presidenciales de EE.UU. en noviembre de 2020 y el Brexit todavía no ha terminado. No obstante, la volatilidad, que normalmente debería reflejar estas incertidumbres, se encuentra en mínimos históricos. Tal vez el año 2020 no sea tan complicado como habíamos esperado. 

Es cierto que las rentabilidades de la deuda corporativa son generalmente bajas, pero las apariencias engañan un poco con las rentabilidades de la deuda soberana en territorio negativo. La Fed y el BCE están aplicando políticas monetarias acomodaticias y no están dispuestos a actuar sobre los tipos de interés en 2020, aunque no lo hayan dicho abiertamente. Por lo tanto, podemos asumir que las rentabilidades de la deuda soberana en Europa deberían mantenerse bajas, e incluso negativas. Los diferenciales de crédito se han estrechado de media, pero están muy lejos de sus mínimos históricos. Las medias pueden ser engañosas y la calidad está en el detalle.

Toca poner el foco en las calificaciones crediticias más bajas

En el universo de la renta fija, podemos obtener un rendimiento extra invirtiendo en crédito con una calidad crediticia menor. Con un crecimiento bajo que probablemente dure algún tiempo y sin recesión en el horizonte, los bonos subordinados se adaptan perfectamente a la situación actual. Los productos financieros subordinados o los corporativos híbridos tienen generalmente buenas calificaciones -entre BBB y BB- y ofrecen una mejor rentabilidad que los bonos soberanos, con vencimientos relativamente cortos, especialmente porque sus fundamentales son todavía muy positivos.

Al mismo tiempo, si observamos los diferenciales por calificaciones (A, BBB, BB y B), podemos concluir que la compresión del diferencial observado en 2019 afectaba a las mejores calificaciones, en concreto, a las calificaciones A y BBB, y en menor medida a los bonos BB y muy poco a los bonos con calificación B. La ligera compresión en los bonos BB y B también estuvo acompañada de una reducción automática de los vencimientos, ya que la mayoría de los bonos tienen calls de corto plazo. Los bonos con calificación BB ofrecen hoy en día rentabilidades del 2% de media, pero con vencimientos medios en 2021 y rentabilidades medias del 4% para vencimientos medios en 2022. 

La consecuencia más reseñable del rally de fin de año fue la reducción del vencimiento medio de los bonos corporativos de alto rendimiento y, finalmente, la posibilidad de que las compañías con rating B se aseguren la refinanciación de su deuda. La compresión se derivará de todas esas emisiones tan anticipadas derivadas de la refinanciación de las compañías con calificación crediticia B que deberían ofrecer unas rentabilidades de alrededor del 5%. Sin duda habrá compradores para esas rentabilidades tan atractivas para que algunos disfruten de una contracción de las yields, lo que permitirá ese tipo de comportamiento que parece tan difícil de alcanzar. Por ese motivo esperamos una rotación en el universo de la renta fija.

Los bonos convertibles presentan un perfil atractivo

Paradójicamente, los máximos actuales de ciertos mercados y una volatilidad históricamente baja -en medio del temor a que el ciclo llegue a su fin- constituyen en realidad oportunidades de compra que pueden ser aprovechadas de diferentes maneras, especialmente a través de convertibles. 

Si hoy tenemos que arriesgarnos, las estrategias asimétricas pueden ayudar a encontrar y a asegurar esos beneficios. 

La naturaleza híbrida de los bonos convertibles, y su convexidad o perfil específico de rentabilidad/riesgo, ayuda a que los beneficios de los mercados de renta variable en alza superen las pérdidas cuando los mercados van hacia abajo. Esta convexidad mejora significativamente el perfil de rentabilidad/riesgo cuando la volatilidad del precio de los convertibles es tan baja como lo es hoy en día en Europa, EE.UU. y Asia. 

La convexidad de los convertibles ha mejorado recientemente, con un delta medio en torno al 50% y algunos bonos que ofrecen rendimientos positivos. Más del 40% del universo europeo sigue ofreciendo rentabilidades positivas. Los inversores están en busca de yield, pero también lo están las empresas, ya que se enfrentan a un entorno de menor crecimiento. Por ello, el reciente impulso de la actividad de fusiones y adquisiciones debería persistir, manteniendo un escenario favorable para los convertibles con cláusulas poison-put, que garantizan el valor del bono cuando cambia el control de la firma emisora.

Entonces, ¿será 2020 un año complicado?

En 2020 el consenso será bajo, lo que quiere decir que con lo que los mercados no pueden descontar adecuadamente los riesgos futuros. Debemos ser prudentes, pero tener fe en 2020, monitorizando muy de cerca los riesgos, difíciles de valorar, pero estudiando con detalle las clases y subclases de activos dentro del universo de la renta fija que todavía generan rentabilidad.

Tribuna de  Alain Krief, jefe de Renta Fija Edmond de Rothschild Asset Management. 

Riesgo en Inversiones Privadas (parte 3): “¿Deberíamos asignar a fondos privados de mercados emergentes?”

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Photo: PxFuel CC0. Riesgo en Inversiones Privadas, Parte 3: “¿Deberíamos alocar a fondos privados de mercados emergentes?”

 ¡No me mal entiendan! Tener una exposición a renta fija y variable en mercados emergentes es probablemente una buena decisión; pero en inversiones privadas, ilíquidos, es una historia totalmente distinta considerando riesgo y retorno en mercados emergentes.

Personas muy inteligentes han construido portafolios con exposición a mercados emergentes en inversiones privadas que asemejen sus posiciones en mercados emergentes con instrumentos líquidos (renta fija/variable). Estas dos exposiciones se deberían de ver de forma distinta por la naturaleza ilíquida de las inversiones privadas. La evaluación del riesgo no debe de ser descuidada tanto como sucede con decisiones de inversiones en mercados emergentes. Por el riesgo adicional que se toma, deberíamos de ser compensados con retornos relativos muy grandes.

El problema es que en el espacio privado, donde los retornos relativos grandes han sido muy escasos, los perfiles de riesgo asociados son claramente mas elevados casi en cada dirección que uno ve. Solo vean el caso de Abraaj y como el fraude los hizo colapsar, o el gobierno chino haciendo desaparecer a conocidos gerentes de inversión y luego ser reemplazados por allegados al gobierno, o la volatilidad en monedas Latinoamericanas generada por la incertidumbre política.

¿Si supieras por adelantado que estos eventos iban a suceder todavía invertirías en estas oportunidades? Claro que no, ¿verdad? Como no tenemos el don de predecir el futuro cuando vemos oportunidades de inversión, solo podemos evaluar que puede ir mal y determinar nuestro nivel de confort con esa lista de factores potenciales.

Por lo general, los fondos privados de mercados desarrollados no tienen el mismo nivel de riesgo elevado y entregan un nivel de retorno similar. ¿Entonces por que familias inteligentes e instituciones continúan alocando a inversiones privadas en mercados emergentes? Claramente ellos ven este perfil de riesgo tolerable y los retornos, aunque sean promedios, aceptables. Al parecer es mas importante asegurarse de checar una caja y colocar la misma proporción de su cartera en esta área. Este comportamiento es basado en una teoría de portafolio que en practica no asigna el peso adecuado a la mayoría de los riesgos asociados.

Nosotros tenemos una perspectiva distinta. Pensamos que hay una mejor manera de alocar a inversiones privadas.  Las exposiciones deberían de ser principalmente basadas en mitigar riesgo, seleccionando inversiones de alta calidad y con el perfil de riesgo relativamente menor. Si una inversión privada es estable y ofrece un potencial de retorno decente, no se debería de alocar a la inversión más riesgosa de mercados emergentes que no provee un potencial de retorno significativamente mayor. Pesa más un entorno de inversión más seguro con una estrategia sensata, que un ejercicio de exposición basado en checar una caja.

Columna de Alex Gregory

Oportunidades en 2020: ¿qué nos dicen los datos de los inversores?

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Pixabay CC0 Public Domain. Oportunidades en 2020: ¿Qué nos dicen los datos de los inversores?

Nuestras perspectivas para el año 2020 reflejan la complejidad del entorno de inversión global actual. Para los inversores, creemos que la única forma de salir de este panorama desafiante es atravesarlo, confiando en los principales focos de reisliencia y oportunidad. En ausencia de una marea ascendente uniforme, elegir dónde invertir es más importante que nunca. Sugerimos las siguientes opciones:

Buscar oportunidades en deuda emergente

Creemos que la deuda emergente seguirá ofreciendo oportunidades para generar tanto ingresos como retornos totales en 2020. Es probable que las políticas más moderadas de la Fed y el BCE proporcionen flexibilidad a los responsables de la política económica de los mercados emergentes, tanto en el frente monetario como en el fiscal, dadas las mejoras que han registrado sus balances fiscales y de cuenta corriente en los últimos años.

Las valoraciones de los bonos favorecen a la deuda de mercados emergentes frente a la de los desarrollados: actualmente, las rentabilidades reales de los bonos gubernamentales en los primeros son positivas y atractivas y en los segundos, negativas.

La inflación de los emergentes ha tendido a la baja en los últimos años, lo que justifica una menor prima de riesgo de inflación. Además, sus divisas están relativamente infravaloradas, creando un buen punto de entrada para los inversores.

Los bonos chinos merecen ser considerados porque su continua inclusión en los índices de bonos, también los de EM en 2020, podría potenciar el enfoque inversor y resultar en un incremento de los flujos. Además, ofrecen tanto rendimiento como diversificación.

Para acceder a deuda emergente en divisa localm, también con cobertura en euros a través de vehículos transparentes y líquidos, contamos con el SPDR Bloomberg Barclays Emerging Markets Local Bond UCITS ETF y el SPDR Bloomberg Barclays Emerging Markets Local Bond Base CCY Hdg to EUR UCITS ETF (Acc).

Mantener la cautela

Este año, creemos que el apoyo de los bancos centrales garantizará una sobreponderación de la renta variable, en concreto de la norteamericana. Pero la posibilidad de un resultado económico menos favorable sigue siendo un riesgo. A nivel general, la cautela de los inversores dependerá de su punto de vista sobre la geopolítica, la resistencia económica, la reforma estructural y las elecciones en EE.UU. 

Aunque creemos que la recuperación económica mundial continuará en 2020, será necesario evitar riesgos importantes para mantener el momentum. En 2018 y 2019, la economía mundial logró expandirse a pesar de las preocupaciones de final de ciclo. A medida que este largo ciclo madura y se acumulan los riesgos para la recuperación, la siguiente fase se vuelve menos clara.

Recomendamos el SPDR Thomson Reuters Global Convertible Bond EUR Hdg UCITS ETF, que permite obtener una posición que aproveche las oportunidades de crecimiento de la renta variable al tiempo que retiene la capacidad amortiguadora de riesgos de la renta fija. 

Vigilar la volatilidad

La volatilidad en varios tipos de activos ha sido relativamente baja desde la crisis financiera, pero recientemente se ha disparado. Aunque la de la renta variable se está normalizando a niveles históricos, creemos que los principales impulsores de la volatilidad -la incertidumbre geopolítica, los riesgos comerciales y la brecha entre los fundamentales y los retornos- probablemente perduren en 2020.

Las acciones son vulnerables porque sus precios se desconectan de las ganancias y afrontan el riesgo de una posible escalada de las tensiones comerciales. La volatilidad implícita en los precios, medida por los índices VIX y VSTOXX, se ha disparado recientemente en comparación con los mínimos de 2018.

Teniendo esto en cuenta, en 2020, los inversores deberán aprovechar las subidas del mercado mientras adoptan un posicionamiento defensivo. Además de considerar coberturas tácticas como el oro, la construcción de defensas adecuadas y rentables requerirá una cuidadosa ponderación de las opciones de cobertura.

Para gestionar la volatilidad centrándose en la calidad, los inversores pueden apostar por nuestro SPDR S&P U.S. Dividend Aristocrats UCITS ETF.

Cubrir el riesgo divisa

En 2020, las divergencias en las perspectivas económicas llevarán a los inversores a mirar más allá de sus fronteras en busca de oportunidades y diversificación. En ese sentido, la gestión de la exposición al riesgo divisa desempeñará un papel crucial.

El riesgo geopolítico impulsará a las divisas. Su volatilidad actual es relativamente moderada, pero los inversores deberían tener cuidado de no dejarse llevar por la baja volatilidad; las valoraciones estiradas de las divisas señalan el potencial de grandes movimientos en el futuro.

Con el fin de mantener una amplia exposición a la renta variable al tiempo que cubren el riesgo divisa, los inversores pueden optar por nuestro SPDR S&P 500 EUR Hdg UCITS ETF.

¿Hora de considerar el ASG?

Consideramos que el cambio climático es uno de los mayores riesgos en las carteras de inversión de hoy en día y no se limitan a los contaminantes obvios, sino que están en prácticamente todos los segmentos del mercado. Al más alto nivel, supone un riesgo sistémico para los mercados financieros, ya que tratan de digerir su impacto en el crecimiento económico, la sociedad y la mezcla energética global.

A nivel país, los petro-Estados están bajo presión para reinventarse a sí mismos. Para las corporaciones individuales, el cambio climático y la regulación relacionada con el clima impactarán en los modelos de negocios y las cadenas de suministro, a veces de manera inesperada e impredecible.

Con el fin de centrarnos en integrar aspectos ASG al tiempo que mantenemos características de riesgo-retorno similares a los índices de referencia, ofrecemos el SPDR S&P 500 ESG Screened UCITS ETF y el SPDR STOXX Europe 600 ESG Screened UCITS ETF.

Tribuna de Rick Lacaille, CIO global de State Street Global Advisors

 

Read our Global Market Outlook for 2020 here.

Join our team of experts for an in-depth, data-based analysis of short and long-term trends affecting markets moving forward at our annual Global Market Outlook event on 11 February 2020 in Madrid. Contact your local SPDR salesperson for further details.

 

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Expiry: 31/12/2020

¿Qué esperar en 2020?

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CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Starlights. madrid

Dejamos atrás un año marcado por las actuaciones preventivas de los bancos centrales para hacer frente a las incertidumbres geopolíticas (guerra comercial, Brexit, etc) y a la desaceleración de las manufacturas a nivel global. El resultado de estas actuaciones ha sido una economía creciendo más o menos a su nivel “potencial”, soportada por la demanda interna, y algunos mercados financieros cerrando en máximos históricos.

Desde la crisis de 2009, los episodios de desaceleración que podían acabar en un ajuste más serio fueron en 2012 y 2015 (2012 por la crisis bancaria en la Eurozona y 2015 por desaceleración de los emergentes). Los bancos centrales a nivel global actuaron de la misma forma mediante un incremento de estímulos, como bajadas de tipos y aumentos de balance, generando mejoras en las encuestas de actividad y en los activos de riesgo.

Los estímulos empezaron en el segundo trimestre de 2019 en algunos países y se extendieron a nivel global en la segunda parte del año, bajando tipos 51 bancos centrales (a día de hoy sólo en los países emergentes encontramos tipos reales positivos), y expandiéndose otra vez los balances de los principales bancos, como EE.UU, China, la Eurozona y Japón, creciendo por primera vez desde 2018. El Banco Central de China se ha mantenido reticente a iniciar los estímulos debido a los niveles de inflación (los precios de los alimentos en China están subiendo un 20%) y el miedo a seguir inflando la burbuja que tienen en algunas áreas de su economía. Si China decidiese aumentar el tamaño del balance, tendríamos crecimientos de dos dígitos otra vez.

El problema derivado de la introducción de los estímulos es que la efectividad de la política monetaria es cada vez menor: en el corto plazo suele generar una mejora en las encuestas de actividad (PMI, IFO etc.…) y una subida en los activos de riesgo apoyados en las mejores expectativas de crecimiento etc, pero en el medio plazo hemos visto que no se pueden retirar por los desajustes que provoca. Como en otras ocasiones, esperamos que esta mejora sea global y genere otro período de “sincronización”, de crecimiento global con efectos positivos para los activos de riesgo y no tanto para los activos refugio.

La duración de este impulso macroeconómico y microeconómico es lo que genera más dudas, ya que estamos empezando a ver cómo los efectos colaterales negativos de las políticas monetarias empiezan a ser superiores a los efectos positivos. Para que pueda ser sostenible, tendremos que ver mejoras en las perspectivas de inversión de las compañías, ya que las expansiones sostenidas únicamente con demanda interna son más frágiles frente a cualquier cambio leve de las expectativas.

Los principales riesgos en el corto plazo estarían en Estados Unidos, si hubiese cambios en los acuerdos arancelarios con China que fuesen sensiblemente peores que los anunciados inicialmente, o si se produjese un drenaje de la liquidez inyectada en este final de año por parte de la Reserva Federal. A lo largo del año, las noticias relativas a la inversión de las compañías determinarán la sostenibilidad de los repuntes en las encuestas de actividad.

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Los activos más beneficiados por el entorno actual en el que los bancos centrales están tratando de impulsar el crecimientos son los de mayor riesgo como la renta variable y la renta fija corporativa. La renta fija corporativa y de países emergentes supone la mayor parte del posicionamiento de nuestras carteras. Los diferenciales de crédito se han reducido sensiblemente, pero todavía queda margen hasta llegar a los niveles vistos en otros picos del ciclo favoreciendo los bonos BB (high yield de mayor calidad). Los bonos de mejor grado de inversión (Investment grade, IG), con unos spreads menores, están cada vez más correlacionados con los bonos de gobierno y, a los niveles de precios actuales, no ofrecen prácticamente rentabilidad.

La recuperación vista en las encuestas de actividad a corto plazo incrementan el riesgo para los bonos de vencimientos más largos, en especial de los bonos de gobierno que han funcionado como activo refugio en los momentos de mayor volatilidad, y sólo nos parecen interesantes aquellos que tengan un carry positivo (bonos américanos y emergentes).

Los años electores en Estados Unidos tienen todos una caracerística en común, y es que la volatilidad aumenta. Estos repuntes de volatilidad han sido especialmente exagerados en los dos últimos años, al popularizarse las estrategías que vendían volatilidad. Estos aumentos de la volatilidad en la renta fija se reflejan en un aumento de los diferenciales de crédito.

Entendemos que la renta variable es el principal beneficiado de este escenario, no obstante, seremos prudentes ya que parte del movimiento que hemos visto desde la vuelta de verano ya refleja las mejoras que esperamos ver a nivel macro. Pero al igual que en los bonos de mayor riesgo, creemos que hay recorrido.

Favorecemos en las carteras a las compañías de pequeña capitalización y que están más expuestas al ciclo, que deberían comportarse mejor que los índices, siguiendo el repunte de las pendientes de tipos que esperamos en las próximas semanas. Las pequeñas compañías en España y Francia todavía están a más del 20% de sus máximos históricos.

La renta variable ya ha adelantado parte de la mejora en la actividad, pero ha sido sin un incremento en los beneficios. En los próximos trimestres, esperamos ver una mejora de los beneficios favorecidos por un mejor entorno y una comparativa favorable.

Por activos preferimos la renta variable a la renta fija ya que vemos especial riesgo en los bonos de gobierno a medio y largo plazo por una mejora de la actividad y de las expectativas de inflación. Un repunte de las tires en los bonos de gobierno con valoraciones por encima de la media a nivel histórico en la renta variable y spreads de crédito en mínimos, será uno de los detonantes que vemos para repuntes en la volatilidad y correcciones en el mercado. La forma aprovechar este escenario es mantener niveles de caja en en las carteras para tomar posiciones en renta variable. Por áreas geográficas Emergentes y EE.UU. nos parecen los más interesantes en bonos de riesgo bajo y los corporativos europeos de rating bajo para asumir riesgo. En renta variable EE.UU., emergentes e Iberia es donde vemos más recorrido.

Como conclusión esperamos un año complicado en que los estímulos deberán seguir siendo necesarios para poder mantener el crecimiento. A nivel macro habrá que estar muy atentos a la creación de empleo, cualquier empeoramiento será señal que estaremos empezando una fase de ajuste.

Columna de Ricardo Gil, jefe de Asset Allocation en Trea AM.