Pixabay CC0 Public Domain. El impacto del coronavirus en la agenda ASG
El equipo de inversión responsable de BMO Global Asset Management ha considerado el impacto del coronavirus en la agenda ASG. Nuestro compromiso está dirigido a destacar la importancia de las cuestiones de sostenibilidad en las empresas y a conseguir que la atención de las juntas directivas se dirija hacia ellas. Con las compañías centradas en la crisis inmediata, es probable que sea difícil conseguir que los consejos de administración se centren en los temas de sostenibilidad. Sin embargo, incluso en una época de crisis a corto plazo, mantenemos la mirada en un horizonte de inversión a largo plazo.
Repercusiones en los trabajadores
Una prioridad urgente de las empresas es atender las preocupaciones de los empleados en relación con las bajas por enfermedad, la cuarentena y las responsabilidades de cuidados. La evidencia científica es clara en cuanto a que las medidas de auto-cuarentena son esenciales para controlar la propagación del virus. Las prácticas óptimas adoptadas por las empresas para permitir que los empleados se pongan en cuarentena varían según el sector y pueden incluir:
Suministro de equipos de protección
Introducir o ampliar las cláusulas de las bajas por enfermedad
Trabajo en turnos flexibles para los que no pueden trabajar desde casa
Fondos de emergencia para el personal temporal que no se necesita provisionalmente debido al cierre de la empresa
Asistencia en materia de salud mental
Ya estamos viendo brechas entre las empresas que están haciendo un buen trabajo en el cuidado de su personal y aquellas que no. Las que descuiden sus responsabilidades ahora, pueden enfrentarse a la hostilidad de los consumidores más adelante.
Además de sus empleados, las compañías tienen responsabilidades hacia otras partes interesadas, incluidos sus proveedores y sus clientes. Entre las medidas que pueden adoptar figuran la de velar por que se pague a los proveedores a tiempo, o incluso por adelantado, y la de facilitar el acceso de los clientes vulnerables a sus productos.
Junta General de Accionistas
Con las reuniones masivas desalentadas o prohibidas, las juntas en persona ya no serán posibles. Hemos estado hablando con las empresas sobre sus planes de contingencia, con opciones que incluyen el aplazamiento de la reunión, pasar a una versión híbrida (parte física y parte virtual), o una junta virtual solo en línea. Ya hemos visto múltiples reuniones canceladas y pospuestas, con más anuncios pendientes en los próximos días.
Ahora que las reuniones virtuales son una necesidad, animamos a las empresas a que se aseguren de que, por lo menos, los accionistas puedan seguir haciendo preguntas a la junta.
Pagos a los ejecutivos
Muchas empresas no cumplirán los objetivos del plan de incentivos, dadas las condiciones económicas y de mercado. Esto tendrá importantes implicaciones para los pagos a los ejecutivos y animamos a las empresas participadas a considerar lo siguiente:
Pagar a los ejecutivos bonificaciones generosas después de un año en el que los accionistas han perdido
Hacer ajustes para recompensar a los ejecutivos solo si demostraron habilidades excepcionales en transitar con su empresa a través del difícil período que se avecina
Compensar a los ejecutivos por sus bonos perdidos, en particular si sus empresas dificultan la auto-cuarentena de sus trabajadores
Tratar como excepcional cualquier aumento de la demanda como consecuencia directa del virus y estar preparados para ajustar los salarios a la baja
Asignación de capital
Uno de los pilares de la gobernanza empresarial es la asignación de capital. En un momento de inmensa presión y de costes significativos, la dirección debería revisar sus programas de recompra de acciones.
Aunque ciertos sectores van a recibir asistencia gubernamental, el resultado más probable para las empresas en dificultades será el uso del capital de emergencia. Alentamos a las compañías a que reduzcan al mínimo la dilución de los accionistas existentes, respetando sus derechos preferentes y dándoles el derecho de adquirir más acciones antes que otros en el mercado.
Cambio climático
El colapso de la actividad económica mundial dará lugar a un descenso a corto plazo de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Una estimación sitúa las reducciones de dióxido de carbono resultantes del cierre de China en febrero en 200 millones de toneladas, alrededor de la mitad de las emisiones anuales del Reino Unido. Sin embargo, esto es, por supuesto, un impacto temporal.
A nivel macroeconómico, la Agencia Internacional de la Energía también ha advertido de que es probable que la desaceleración detenga muchos proyectos ecológicos financiados con recursos gubernamentales, ya que los gobiernos desvían urgentemente recursos para apoyar a las empresas y los particulares.
Sanidad pública
La presión sin precedentes sobre los sistemas sanitarios refuerza la justificación de nuestro trabajo sobre la resistencia a los antimicrobianos (AMR) y el acceso a las estrategias de medicinas, incluyendo el precio responsable de los medicamentos. Los antibióticos no son efectivos contra virus como el COVID-19.
La crisis actual también pone de relieve la necesidad de garantizar que las vacunas que previenen las enfermedades infecciosas, así como los tratamientos eficaces, sean asequibles para todos.
Tribuna de Vicki Bakhshi, directora del equipo de Inversión Responsable de BMO Global Asset Management
Pixabay CC0 Public Domain. La Inteligencia Artificial en la gestión de carteras de renta variable
La capacidad de análisis para identificar tendencias y predecir comportamientos de la Inteligencia Artificial está ya presente en muchos ámbitos y sectores. Aunque en la industria financiera también se lleva aplicando desde hace años, como por ejemplo en el trading, o más recientemente en la generación de modelos económicos para el Asset Allocation, es en el análisis y selección de activos de renta variable para la gestión de carteras donde está teniendo cada vez una mayor relevancia.
Hasta el momento han sido muchas las entidades que han destinado importantes esfuerzos en sistemas de Big Data para poder construir modelos predictivos. Sin embargo, los resultados han sido pobres. Los modelos estadísticos tradicionales resultan insuficientes para el volumen y complejidad de los datos.
Adicionalmente, el mercado financiero, a diferencia de otros ámbitos de aplicación, se caracteriza por tener un comportamiento no estable, con cambios, correcciones y aprendizaje continuo, de difícil aplicación también para los modelos estadísticos.
Los modelos de Machine Learning, junto a la tecnología Big Data, permiten superar estos obstáculos metodológicos, derivados de una gran cantidad de datos no estructurados y entornos de comportamiento complejos.
Sin embargo, el interés por la aplicación de la Inteligencia Artificial reside en el cambio que se está produciendo en la formación de los precios de los activos de renta variable en los mercados. Existe una creciente disociación entre las variables fundamentales de las acciones de las empresas y los movimientos de sus precios.
En este sentido, los procesos tradicionales de análisis enfocados principalmente a identificar activos infravalorados por el mercado, pueden resultar insuficientes para buscar rentabilidad a medio y largo plazo con un nivel de volatilidad controlada. Es necesario disponer de más información y de modelos más avanzados de los tradicionales para el análisis, selección de activos y construcción de carteras.
Para finalizar, me gustaría destacar que para que la tecnología sea una herramienta de utilidad, y en especial de fácil implementación, es necesario evitar a toda costa que los modelos utilizados constituyan cajas negras para el equipo de gestión. Permitir entender los resultados de los modelos, dando trazabilidad de los mismos, más allá de la utilidad de la Inteligencia Artificial, constituye sin duda el factor de éxito.
Tribuna de José Luis Álvarez, director de Inversiones en Danel Capital
Como ya es ampliamente sabido, el efecto del coronavirus se hace notar a lo largo y ancho de la mayor parte de las industrias, en todos los mercados, de todos los países.
Para un inversor conservador que en EE.UU. busca locales comerciales pequeños y medianos, con uno o pocos inquilinos, buena calidad crediticia del/los inquilino/s, contratos a largo plazo y la menor responsabilidad operativa posible. La pregunta esencial es qué empresas podrían ser las más resistentes a las amenazas y, por contraste, cuáles son las más vulnerables.
En estos momentos en los que comenzamos a ver que muchos locales comerciales están vacíos (sin inquilinos), y algunos cerrados hasta próximo aviso, hay que poner especial atención en lo que ya ha ocurrido en otros países donde la epidemia se vivió antes o más fuerte.
Evidentemente no todas las empresas sufrirán los efectos de esta crisis de la misma forma. Algunas hasta podrían verse beneficiadas, como por ejemplo aquellas que ofrecen productos/servicios esenciales para la vida cotidiana cuya demanda se ha visto exagera ante el miedo al contagio o el aislamiento de la gente. Como también aquellas empresas que puedan aportar soluciones médicas, tecnológicas, de trasporte, etc.
En esta categoría de empresas que entendemos serán beneficiadas por esta crisis, destacaríamos:
Servicios de salud, seguros, primeros auxilios, clínicas médicas en general, etc. (ej: Blue Cross Blue Shield, MedRite, MD now, Davita, etc.)
Empresas que minimicen el contacto físico y maximicen el aislamiento a través de las compras online, entregas a domicilio, etc. (Ej.: Amazon, Walmart, Domino’s etc.).
Farmacias (Ej.: Walgreens, CVS, etc.)
Servicios de mensajería (Ej.: FedEx, UPS, etc.)
Lo cierto es que en un futuro algo incierto en el corto plazo, podrían haber oportunidades atractivas.
Algunos sectores que podrían resultar más vulnerables:
Restauración in situ (Ej.: Starbucks, Red Lobster, etc.).
Cines (AMC, Regal, Cinemark, etc.)
Gimnasios (LA Fitness, Equinox, etc.)
Artículos de lujo (En China se estima que los productos de lujo han experimentado una baja en ventas de entre el 60 y el 90% durante la epidemia).
Ropa: (Gap, Patagonia, Uniqlo etc.)
Por último es importante resaltar que una de las protecciones más efectivas contra la amenaza económica del Coronavirus, independientemente de la industria del inquilino, podría ser simplemente la combinación de una buena calidad crediticia con un contrato a largo plazo respaldado por una garantía corporativa. De esta manera se podría mitigar sustancialmente la posibilidad de un default por parte del inquilino durante un plazo suficiente para superar los momentos más inciertos.
Pixabay CC0 Public Domain. La velocidad de los contagios es clave para que los mercados alcancen un punto de inflexión
Los mercados están liderando el ciclo económico real y, por tanto, tocarán fondo antes del final de la pandemia. Sin embargo, deberían estabilizarse una vez aliviados respecto a estas tres cuestiones:
1. El patrón cíclico de la pandemia, o cuando haya alguna señal de una mejora en la velocidad del contagio. Esto depende de la variable «tiempo» (extensión del periodo de crisis) y de los esfuerzos de movilización (las medidas de contención puestas en vigor en los distintos Estados). Todavía hay mucha incertidumbre en este punto.
2. La táctica de «lo que sea necesario» (“whatever is necessary”) de las autoridades fiscales y monetarias, y si sus políticas se consideran creíbles y eficaces para aliviar las condiciones financieras del sector empresarial o proporcionar recursos adecuados a los hogares para que puedan afrontar un período de mayor desempleo debido al cierre de la actividad económica. Los mercados parecen haber entendido finalmente cuán grandes y sin precedentes son estos esfuerzos.
3. El tramo corto de la curva de crédito, tras las recientes dislocaciones, y los rendimientos de los bonos “core”, que han comenzado a subir desde que se anunciaron las medidas fiscales, descontando una mayor deuda futura. Los rendimientos de los bonos parecen estar bajo control ahora, aunque en el lado del crédito todavía hay margen de mejora;
Sin embargo, los “bazucas” políticos no serán efectivos a menos que haya una caída en la velocidad de contagio. La combinación de ambas impulsará el momento de la recuperación y, mientras la pandemia no parezca estar bajo control, la volatilidad persistirá. En nuestra opinión, lo que más importa a los inversores es la velocidad de la dirección de la pandemia, aún al alza en el número de casos, con una aceleración en los últimos días.
Cuando las medidas de contención comiencen a funcionar, la velocidad de contagio debería desacelerarse. Esto sucedió primero en China y ahora vemos algunas señales de que está empezando a ocurrir también en Italia. La mayoría de los países todavía están lejos de su punto máximo, con el Reino Unido y Estados Unidos todavía en fase de aceleración, así como muchos países de la UE, mientras que algunos mercados emergentes todavía se encuentran en una etapa temprana.
Si este bloqueo global demuestra tener éxito, la pandemia debería acelerarse hacia su máximo en abril. Después, la velocidad en el crecimiento de nuevos casos debería empezar a disminuir. Estamos avanzando en esta dirección, pero todavía no estamos ahí. Acorto plazo, solo podemos esperar un alivio temporal de la dislocación extrema del mercado en lugar de una recuperación completa y estable.
En esta fase transitoria, a medida que se desarrolle la crisis, se hará evidente para los inversores que al día siguiente de que termine la pandemia se encontrarán con menores rendimientos de los bonos “core” y con la necesidad de encontrar rentabilidad en otros lugares. El crédito y la deuda de los mercados emergentes serán los candidatos naturales en los mercados públicos, pero de momento la presión sobre estas clases de activos sigue siendo elevada y todavía no es hora de hablar de puntos de entrada agresivos.
En cuanto al crédito, continuamos siendo cautos y muy selectivos en high yield y preferimos el segmento investment grade, que debería beneficiarse del paraguas de los bancos centrales al igual que los bonos periféricos. Una continuación de la espiral bajista en los mercados solo podría justificarse por un shock permanente en el crecimiento potencial, pero este no es el escenario más probable en este momento.
Los mercados de renta variable seguirán bajo presión hasta que se materialicen los signos de estabilización en la curva de la evolución de la epidemia. En renta variable, vemos que surgen oportunidades en sectores cíclicos de calidad que podrían repuntar con fuerza una vez que se restablezca el atractivo de los cíclicos a medida que nos acercamos al pico de la pandemia. Algunos mínimos podrán verse antes a nivel regional y China es un buen candidato para ello.
En términos de gestión de cartera, este contexto requiere mantener un enfoque cauteloso, ya que reconocemos que la aversión al riesgo global persistirá a corto plazo e impulsará legítimamente el regreso hacia la seguridad en una combinación de activos líquidos, defensivos y de alta calidad. La gestión activa y la selección serán clave para gestionar esta «fase intermedia» y, en particular, el equilibrio entre el rendimiento y la liquidez. Ahora, más que nunca, una sólida gestión de liquidez marcará la diferencia.
Tribuna de Pascal Blanqué, director global de inversiones de Amundi
Pixabay CC0 Public Domain. Objeto económico no identificado: incertidumbre
Algo sin precedentes está sucediendo en la economía mundial. En países enteros, la economía se está estancando, excepto en las actividades fundamentales, principalmente en el sector de la salud. La gente se ve obligada a quedarse en casa, sin trabajar o tratando de hacerlo a distancia, intentando aprovechar los recursos disponibles frente a las muchas limitaciones personales, tecnológicas y psicológicas. Esto implica caída repentina del volumen de trabajoy de la productividad, es decir, del crecimiento económico.
La incertidumbre económica ha alcanzado nuevas cotas, superando incluso los niveles del otoño de 2008. Hasta que la «curva» de la epidemia se aplane, hay razones para creer que la ansiedad y la aversión al riesgo podrían aumentar aún más.
En este sentido, la escala de las revisiones probablemente excederá lo que se vio después del colapso de Lehman Brothers. De septiembre de 2008 a marzo de 2009, la previsión de crecimiento del PIB mundial para los próximos 12 meses se redujo en 3,3 puntos porcentuales. Antes de la aparición del coronavirus, se esperaba un crecimiento mundial del orden del 3%. Ahora será negativo. Es la primera vez que esto ocurre después de 1945. La oleada de malas estadísticas económicas tanto para la actividad como para el empleo solo acaba de empezar.
Dado que muchos sectores se encuentran paralizados (restauración, turismo, transporte aéreo) y otros se ven gravemente obstaculizados por las medidas de confinamiento (producción manufacturera, comercio de bienes duraderos), es posible que el nivel del PIB disminuya un 5%, 10% o más en unas pocas semanas en varios países. Al final todo dependerá de la duración y la gravedad de las medidas de confinamiento. Después de 1945, la contracción trimestral más pronunciada del PIB real fue del -4,7% en Alemania en el primer trimestre de 2009 y del -5,3% en Francia en el segundo trimestre de 1968.
Este último ejemplo, aunque bastante antiguo, puede arrojar algo de luz sobre el impacto del parón de la economía. En mayo-junio de 1968, Francia sufrió una huelga general que acompañó al movimiento de protesta estudiantil. Como resultado, la producción se derrumbó. Una vez que el levantamiento y la huelga terminaron, se recuperó en un 8%. Es probable que el coronavirus sea más duro que los estudiantes.
Aunque el impacto tendrá proporciones históricas, debemos destacar que la respuesta tampoco tiene precedentes. En pocos días los bancos centrales han reactivado todos los instrumentos que se habían aplicado, aunque con algunos tropiezos, en el momento de la crisis financiera de 2008-2009. Hemos tenido recortes agresivos de los tipos de interés, nuevos programas de compra de activos, facilidades de liquidez, cooperación internacional para evitar la escasez de dólares y una relajación de las restricciones normativas para el sector bancario.
Los bancos centrales están ofreciendo una garantía ilimitada a los gobiernos y bancos para apoyar la economía. El objetivo es evitar la crisis crediticia mundial que se produjo en 2009. Esto es lo que puede marcar la diferencia entre una crisis muy grave, pero de corta duración, y una crisis muy grave, pero con efectos acumulativos.
Las reacciones de las autoridades fiscales son diferentes de un país a otro, aunque la línea general consiste en garantizar los préstamos a las empresas (en particular las PYME) y aumentar el gasto en prestaciones de desempleo. En resumen, el sector público está sustituyendo al sector privado, cuya actividad se ve perturbada, sin tener en cuenta lo que esto significa en términos de deuda adicional. El proceso de adopción de decisiones fiscales también es más largo que el de la política monetaria.
Por otro lado, los partidos políticos a veces pueden tener cierta influencia, como demuestra lo que ha sucedido en Estados Unidos con el plan de estímulo aprobado por el Congreso y la Casa Blanca.
La crisis económica va más allá de cualquier cuadro estándar. La modestia nos obliga a decir que nadie puede predecir lo que ocurrirá. La dirección de la economía, a corto plazo, seguirá siendo dictada por cómo se desarrolle la crisis sanitaria. Por el momento, la tendencia será bajista, pero si logramos que nuestras economías vuelvan a funcionar en unas pocas semanas -con China aparentemente marcando el camino- el rebote podría ser tan espectacular como la caída que lo precedió.
Tribuna de Bruno Cavalier, economista jefe de Oddo BHF
Pixabay CC0 Public Domain. Navegar en medio de la tormenta perfecta
Aunque este revés a la economía no acabe desembocando en una recesión, los mercados lo están sintiendo como tal. La caída del 21% en las bolsas durante 16 días hasta el jueves pasado rivaliza con algunas de las mayores caídas del mercado de la historia, del mismo modo que la ampliación de los diferenciales de crédito de la semana pasada, ha sido incluso más aguda que durante el punto álgido de la gran crisis financiera en 2008.
En total, el S&P 500 ha tenido una caída del 27% desde su máximo histórico, pese a la subida que experimentó en los últimos compases del pasado viernes. Asimismo, los bonos del gobierno estadounidense han servido de refugio pero, bien es cierto que durante estas jornadas, han experimentados la volatilidad de los mercados. Además de la crisis sanitaria que ha causado COVID-19, las medidas necesarias para frenar su propagación provocan una fuerte contracción de la actividad, que tendrán un impacto en el largo plazo.
En este sentido, la economía y mercados globales no han experimentado una situación como esta, por lo que es muy complicado determinar el impacto en los fundamentales económicos y de las empresas. De hecho, las principales economías se están ralentizando y se desconoce hasta cuándo durará esta crisis. Lo que sí se sabe es que cuanto más tiempo pase, mayor será el potencial de deterioro para los hogares y las empresas.
Se ha producido una importante pérdida de liquidez en áreas clave de la renta fija, especialmente en los mercados de financiación, bonos soberanos y deuda corporativa. Esto se debe, en parte, a la reducción del número de intermediarios financieros, a la legislación posterior a la crisis de 2008 que ha dado lugar a un aumento de las reservas por parte de los bancos, y a la limitación del inventario de bonos de empresas en manos de los intermediarios. Por ello, la venta de ETFs, de renta variable o de crédito ha demostrado ser un medio para que los inversores reduzcan el riesgo cuando tienen dificultades para hacerlo en los mercados menos líquidos.
Otra preocupación es la percepción de que los bancos centrales se han quedado sin munición para proporcionar la estabilidad que necesitan los mercados financieros. Con los tipos de interés cercanos a cero en las economías desarrolladas, la política fiscal debe intervenir. Por supuesto, esto implica un proceso político, que es más lento en implementar que la política monetaria.
Respetar la respuesta política a la crisis
Es importante destacar que los activos de riesgo ya se han ajustado a la baja, lo que refleja muchas de las preocupaciones señaladas anteriormente. Con una volatilidad tan elevada en los mercados, incluso la incorporación de pequeñas medidas puede dar lugar a reversiones como ocurrió durante la conferencia de prensa del Presidente Trump del viernes pasado.
Las medidas anunciadas fueron modestas, pero incluso sólo el presagio de un plan de medidas (tras la decepcionante conferencia de prensa del miércoles por la tarde) supuso un impresionante cambio de rumbo en los mercados. Conclusión: dado el amplio escepticismo sobre las medidas políticas, los mercados pueden repuntar de manera vigorosa en respuesta a la más mínima señal de liderazgo.
Por su parte, los bancos centrales tienen todavía capacidad para actuar hasta que lleguen estímulos fiscales significativos. Además de recortar los tipos y poner en marcha una política expansiva QE, la Fed no dudará en volver a reabrir los programas de la crisis financiera para mejorar las condiciones de financiación. El paso más contundente sería retomar una versión del programa TALF, de apoyo al crédito. Sin duda, esta acción proporcionaría un importante alivio de financiación a los bancos y otros propietarios de activos corporativos en dificultades.
Por su parte, la presidenta del BCE, Christine Lagarde tuvo que retractarse de los comentarios de la semana pasada que sugerían que el BCE no tenía que reducir los diferenciales de los bonos soberanos. Desde entonces, el BCE ha incrementado la compra de bonos italianos. Además, el Consejo de Gobierno del BCE ofreció un respiro en materia de regulación a los bancos. El Banco Central de China sigue reduciendo los requisitos de reservas en su sistema bancario, aliviando las restricciones y manteniendo una política monetaria expansiva. Reino Unido y Canadá han anunciado la adopción de medidas monetarias y fiscales coordinadas, que sirve de ejemplo de lo que podría ocurrir en otras economías desarrolladas.
De hecho, hay indicios de que las políticas fiscales estén ganando fuerza. China ha aumentado considerablemente su inversión en infraestructuras a medida que el país recupera su plena capacidad. Alemania, que durante mucho tiempo se ha mostrado reacia a aumentar el gasto, ha dado un claro impulso. Esto marcará el camino para el resto de Europa, incluyendo la flexibilización de las restricciones presupuestarias. La respuesta de Estados Unidos ha sido tan dividida y partidista como siempre, sin embargo, al igual que ocurrió en 2008 con el Programa de compra de activos (TARP), la tensión económica y de mercado puede ser el detonante para que se centren en un paquete fiscal más amplio. En general, la caballería monetaria y fiscal se está movilizando y sería poco inteligente para los inversores ir en su contra.
La pandemia global, los bajos precios en el petróleo y el entorno económico resultante pondrán a prueba prácticamente a todos los sectores de la economía. Esto implicará oportunidades y retos para los fondos de capital privado que invierten en México y los globales bajo la figura de CKDs y CERPIs, respectivamente. Adicionalmente, el daño económico, la pérdida de empleos y la nueva forma de interactuar, cambiará nuestros hábitos de consumo.
La recuperación será tan rápida o lenta en la medida en que se detenga el contagio. De ahí, la preocupación de los gobiernos por frenar la infección, inyectar recursos a la economía y encontrar la solución a la pandemia.
La crisis que estamos viviendo genera una gran oportunidad para adquirir empresas con bajas valuaciones para aquellos CKDs y CERPIs jóvenes, mientras que para aquellos fondos que ya pasaron su fase de inversión tendrán el reto de encontrar la mejor salida extendiendo la fecha de cierre.
De los 114 CKDs y 32 CERPIs, solamente 9 CKDs amortizarán en 2020. Tienen recursos comprometidos por 1.381 millones de dólares que representan el 7% del total de CKDs o el 5% si se consideran todos los CKDs y CERPIs. De estos, 4 presentan hasta el momento una TIR entre 8 y 10% mientras que el resto presentan un menor rendimiento. Hasta que no amorticen, este desempeño no se puede considerar como el definitivo.
Entre los puntos interesantes a mencionar de la lectura encontramos los siguientes:
Los datos de PitchBook muestran que los fondos recaudados inmediatamente antes de una recesión tienden a tener un rendimiento inferior, mientras que los fondos que comienzan a invertir en el punto más bajo del mercado tienden a tener un mejor rendimiento.
Las cosechas con mejor rendimiento tienden a ser las que invierten en el punto más bajo de una recesión y en la etapa inicial de recuperación, cuando los múltiplos de entrada son más bajos, la competencia disminuye y las compañías de cartera se benefician de los vientos macro.
Los fondos de capital privado especialistas como los administradores de activos grandes y diversificados tienen una tendencia a tener un rendimiento superior.
En tiempos de grandes dificultades del mercado, consideran importante enfatizar dos componentes centrales para valorar un negocio: las proyecciones de flujo de caja libre y el costo promedio ponderado del capital.
Los LP probablemente se centrarán en los gerentes que han proporcionado retornos consistentes en el pasado.
El principal obstáculo parece ser la posibilidad de un paréntesis prolongado de reuniones en persona, lo que podría retrasar los procesos de aprobación que son críticos para consumar un compromiso de fondos.
En el caso de los CKDs y los CERPIs, cada sector en el que invierten tiene su problemática particular. Para todos los CKDs, el 61% de los recursos comprometidos ha sido llamado, 30% de los recursos llamados ha sido distribuido y en el caso particular de los CERPIs solo el 24% de los recursos comprometidos ha sido llamado. El monto distribuido es adecuado debido al periodo desde cierre de los CERPIs (destacando que el cierre inicial implica un llamado inicial del 20%).
En función a la cosecha (vintage) de los CKDs y CERPIs se puede ver que los que colocaron sus CKDs entre 2008 y 2015 tienen más del 70% del dinero llamado que significaría que ya está invertido y ya están en la fase de desinversión, donde el reto está en la salida.
A la fecha, tenemos dos CKDs que ya vencieron (CI3CK_11 y ADMEXCK_09) y pospusieron su vencimiento siguiendo lo establecido en prospectos. Por otra parte, tenemos otros dos CKDs que ya amortizaron (AMBCK_10 y PMCPCK_10) donde destaca que la TIR neta no alcanzó los dos dígitos básicamente a que estos CKDs fueron pre-fondeados donde el tiempo de inversión de los recursos provocó un carry negativo. Otro factor por considerar, fueron los gastos de emisión y mantenimiento que no ayudaron a la TIR neta.
De un total de 114 CKDs, 96 vencerán en los próximos 10 años (2030), así como, 2 de 32 CERPIs de acuerdo con un análisis propio al 28 de febrero.
Los fondos de capital privado jóvenes (básicamente a partir del 2016 a 2019 han llamado entre el 25 y 50% del capital por lo que aun cuentan con recursos para hacer inversiones en sus sectores a los nuevos precios del mercado. En 2020, solo se han emitido 2 CKDs de los cuales se tiene el caso particular de EXI3CK_20 que es un vehículo de co-inversión el cual ya fue llamado el 100% del capital.
Habrá que ver como aprovechan esta oportunidad los CKDs y los CERPIs.
Los recientes anuncios de política económica, por parte de bancos centrales ampliando las compras usando sus balances y de gobiernos anunciando contundentes paquetes de estímulo fiscal, han permitido a los mercados financieros empezar a encontrar soportes de estabilidad, luego de vertiginosas caídas.
Si bien es casi una certeza que volveremos a ver nuevos episodios de volatilidad -en la medida que la pandemia de coronavirus sigue vigente en muchos países- ya varios inversionistas están analizando qué acciones habrá que tomar una vez que los mercados se estabilicen.
Una de esas acciones, especialmente para inversionistas institucionales, con horizontes de largo plazo, es el rebalanceo de sus carteras en relación con sus referencias estratégicas de exposición por clase de activo. Por ejemplo, un fondo de pensiones en Estados Unidos típicamente tiene una cartera de referencia con 60% de activos destinados a exposiciones de renta variable y el 40% restante a renta fija. En condiciones normales, dado que las rentabilidades de renta variable y renta fija suelen diferir en un período determinado (un año, por ejemplo), es necesario hacer un rebalanceo de la cartera al concluir ese periodo. Ello resulta en vender lo que ha subido más y comprar lo que ha subido menos. Mirando al 2019, eso habría significado vender acciones y comprar bonos. En el caso de 2018, los movimientos habrían sido a la inversa. Básicamente, esta regla asegura que “vendamos caro y compremos barato”, lo que fuerza a cierta disciplina al mantenerse anclado al perfil de riesgo/retorno que se determinó más apropiado para el inversionista (en este caso 60/40).
En 2020, y producto de la corrección financiera tan profunda que ha traído consigo la crisis del coronavirus, ese portafolio 60% acciones y 40% renta fija ya estaría más cerca de 50%/50%, es decir, presentando un desvío mucho mayor a lo que se observa en condiciones normales de mercado. Esta brecha respecto a la referencia estratégica es aún mayor que la observada durante la gran crisis financiera del 2008 (ver gráfico).
En la medida en que los inversionistas vean señales más claras de que estamos en una situación de mayor estabilidad, llevarán a cabo sus movimientos de rebalanceo, buscando recuperar equilibrio perdido tras los significativos movimientos de mercado. Ello, comprando acciones y vendiendo bonos. Para ser claro, no vemos que muchos inversionistas crean que las condiciones ameriten subirse en acciones frente a su cartera de referencia. Pero la obligación de no perpetuar la brecha entre sus posiciones efectivas y aquellas que definen como sus objetivos de largo plazo, tanto en retorno como riesgos apropiados, generará flujos que pueden acelerar los movimientos en precios.
No es fácil identificar con precisión las señales que pueden llevar a un número importante de inversionistas (sobre todo aquellos de perfil institucional, con objetivos de largo plazo, sin presiones significativas de liquidez de corto plazo) a comenzar sus procesos de rebalanceo. Sin embargo, resulta razonable que deban cumplirse al menos las tres condiciones que se detallan a continuación:
mayor evidencia de que la pandemia global está acercándose a una fase de contención, como la aquella en la que ya se encuentran varios países asiáticos (principalmente China);
anuncios y ejecución de acciones contundes de política económica, tanto de bancos centrales como de gobiernos;
y resolución de disrupciones en los mercados financieros, productos de la estrechez de liquidez que generó la estampida desde activos de riesgo a los de refugio.
En los días recientes hemos visto avances en algunas de estas condiciones -notoriamente en (ii) y gradualmente en (iii). Aún falta más evidencia de que se evoluciona positivamente en (i) para que podamos pasar a un círculo virtuoso en los mercados: el de la recuperación del balance.
Columna de Axel Christensen, director de Estrategia de Inversiones para América Latina de BlackRock
Pixabay CC0 Public Domain. Coronavirus: mirando a largo plazo
Al evaluar las amenazas que plantea el brote de coronavirus, los gobiernos, los bancos centrales, las empresas y los inversores deben considerar escenarios que van desde una alteración de corta duración hasta una amenaza con profundas implicaciones en el tiempo. Lo único que es seguro es que el coronavirus tendrá un impacto importante en la economía mundial y en los mercados financieros, al menos a corto plazo.
Pero, ¿qué pasará en el largo plazo? Los mercados de renta variable han registrado las caídas más pronunciadas desde 2008. Esto ha provocado comparaciones con la crisis financiera mundial, un acontecimiento que ha definido los últimos 12 años. Sin embargo, no hay que exagerar las similitudes.
La crisis de 2008 fue algo inherente al propio sistema financiero, no una respuesta a una amenaza externa. A pesar de todo el impacto potencial que puede tener, el brote de coronavirus es una crisis mucho más clásica. Hasta ahora, los movimientos han sido importantes, pero ordenados; parece que el riesgo de que se produzca un fallo sistémico es un riesgo muy limitado. En parte, esto se debe a que los bancos y el sector financiero en general están en mucha mejor forma que en 2008.
También hay diferencias en la manera en la que las autoridades están reaccionando ante esta situación. En 2008, la respuesta se encauzó en gran medida a través de políticas monetarias expansivas extraordinarias. Sin embargo, con el coronavirus, los gobiernos están recurriendo a la política fiscal para compensar el impacto económico del virus. Ya hemos visto importantes estímulos fiscales en Reino Unido, Hong Kong y Singapur, y parece probable que se instale el gasto a gran escala en otros lugares.
Hay, sin embargo, un aspecto esencial que permite la comparación con el 2008. Si miramos atrás, podemos observar un patrón constante no sólo con la gran crisis financiera, sino con anteriores caídas del mercado, desde la crisis del petróleo de 1973 hasta el estallido de la burbuja de las ‘puntocom’ en el 2000. Los mercados bajistas tienden a ser relativamente efímeros y dan paso a mercados alcistas mucho más duraderos.
Empresas de alta calidad
Teniendo en cuenta este precedente histórico, los inversores deberían tratar de asegurarse de que su dinero esté en empresas que se encuentren bien situadas para salir de una crisis en buena forma, independientemente del tiempo que dure. Eso les otorga una prima de calidad.
A medida que las certezas económicas establecidas cambian, las compañías altamente apalancadas parecen cada vez más expuestas. Los programas de flexibilización cuantitativa que surgieron a raíz de la crisis financiera condujeron a la emisión masiva de deuda corporativa. Esto permitió a las corporaciones alimentar el mercado alcista a través de la recompra de acciones. Aquellas sociedades que se han apalancado de forma significativa ahora parecen claramente vulnerables. Por lo tanto, los inversores deben centrarse solo en aquellas que tienen los balances más sólidos.
También hay otros factores a tener en cuenta. La fuerte caída del precio del petróleo está agravando los problemas de las compañías de energía altamente endeudadas. Mientras tanto, el impacto del virus en el turismo y las industrias relacionadas con los viajes es considerable. Ya se han producido quiebras en los sectores de viajes y energía. Y muchas otras empresas se enfrentan a graves problemas por la interrupción de las cadenas de suministro.
Por supuesto, no todas las empresas están expuestas a esos factores. Y por eso el coronavirus debería provocar un resurgimiento de la inversión activa. Los inversores deben ser exigentes en la selección de sus acciones para concentrarse en empresas con balances sólidos y poca exposición a los daños causados por el virus.
Después de la última crisis, los enfoques pasivos proporcionaron un medio fácil de aprovechar un mercado alcista impulsado por la deuda. Pero, hoy en día, estas estrategias dejan a los inversores totalmente expuestos a los dientes del mercado bajista.
Tribuna de Martin Gilbert, presidente de Aberdeen Standard Investments
Wikimedia CommonsFoto: Eneas De Troya. Eneas De Troya
Es un hecho que el coronavirus Covid-19 va a generar una crisis económica. Para evitar que sea tan intensa, los gobiernos de países donde el mercado informal es muy pequeño están pagando parte del salario de las empresas privadas para evitar que quiebren y se quede la gente sin empleo o repartiendo dinero a la gente, ya que por sus declaraciones fiscales saben como ubicarlos.
Desafortunadamente, en países donde el mercado informal es muy grande, estas medidas no cubren a los más necesitados. En México el 95% de los 6,3 millones de negocios tienen menos de 10 empleados; 71,8% de los ocupados se dedican a actividades de comercio y servicios; y más de la mitad de la gente que trabaja lo hacen en el mercado informal, o sea 31,3 millones de personas.
Para amortiguar la crisis se tiene que apoyar a todas las empresas, pequeñas y grandes, así como a las personas del sector informal. Se requiere generarles liquidez a todos. La decisión de posponer el pago de los créditos bancarios por 4 meses es muy buena, pero debe ampliarse a los créditos de otras entidades financieras y las tiendas comerciales que es la principal fuente de financiamiento de las personas de menos recursos. Para las empresas también se puede dar ese mismo tiempo para el pago de impuestos y seguridad social y otorgarles créditos en condiciones favorables.
De manera paralela e inmediata hay que instrumentar un seguro de desempleo generalizado para apoyar a los que trabajan en las fondas, torterias, comercio informal, servicios como taxistas, etc. Para esto es necesario identificar al grupo al cual apoyar, el mecanismo de repartición del dinero y la supervisión del programa. La tarea no es fácil. Se puede partir de la información que hay en el Seguro Popular, quienes están inscritos no pertenecen ni al IMSS ni al ISSSTE, Prospera, IMSS Oportunidades y demás programas asistenciales que tiene el gobierno. Con información del INEGI se pueden ubicar a las empresas pequeñas, en el caso de taxistas se tienen los permisos expedidos. A la vez es necesario establecer mecanismos efectivos para la dispersión de los recursos, para que lleguen a quien están destinados.
Algunos sectores ya están resintiendo la falta de ingresos. Conforme avance el tiempo esa situación se va a generalizar y si a una buena parte de la población no tiene recursos para subsistir, los problemas de inseguridad van a incrementarse con graves consecuencias sociales. Posponer el pago de las empresas y el seguro de desempleo generalizado podría ser costoso, pero más costoso va a ser que quiebren las empresas y los problemas sociales que se pueden generar.
Para financiar el seguro del desempleo generalizado se requieren muchos recursos, los cuáles se pueden obtener cancelando el proyecto de la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, los cuáles cada vez tienen menor sustento. Toda la sociedad apoyaría incluso un incremento del déficit de las finanzas públicas si los recursos que hay se canalizan para ayudar a la gente en este momento y no en proyectos sin rentabilidad económica. El gobierno actual es muy proclive a los programas asistenciales, en las condiciones actuales es urgente un programa de dichas características para que la gente que no reciba ingresos trabajando tenga al menos algo de dinero para subsistir. El programa debería existir solamente durante la parte crítica de la crisis económica, que será hasta que se mantenga el distanciamiento social y se limiten las actividades económicas. La grave crisis que enfrentamos puede tener peores consecuencias económicas que las que experimentamos en 1982, 1994 y 2009, y de más larga la recuperación. Por eso se requieren medidas radicales para evitarlas.