Pixabay CC0 Public Domain. Coronavirus: mirando a largo plazo
Al evaluar las amenazas que plantea el brote de coronavirus, los gobiernos, los bancos centrales, las empresas y los inversores deben considerar escenarios que van desde una alteración de corta duración hasta una amenaza con profundas implicaciones en el tiempo. Lo único que es seguro es que el coronavirus tendrá un impacto importante en la economía mundial y en los mercados financieros, al menos a corto plazo.
Pero, ¿qué pasará en el largo plazo? Los mercados de renta variable han registrado las caídas más pronunciadas desde 2008. Esto ha provocado comparaciones con la crisis financiera mundial, un acontecimiento que ha definido los últimos 12 años. Sin embargo, no hay que exagerar las similitudes.
La crisis de 2008 fue algo inherente al propio sistema financiero, no una respuesta a una amenaza externa. A pesar de todo el impacto potencial que puede tener, el brote de coronavirus es una crisis mucho más clásica. Hasta ahora, los movimientos han sido importantes, pero ordenados; parece que el riesgo de que se produzca un fallo sistémico es un riesgo muy limitado. En parte, esto se debe a que los bancos y el sector financiero en general están en mucha mejor forma que en 2008.
También hay diferencias en la manera en la que las autoridades están reaccionando ante esta situación. En 2008, la respuesta se encauzó en gran medida a través de políticas monetarias expansivas extraordinarias. Sin embargo, con el coronavirus, los gobiernos están recurriendo a la política fiscal para compensar el impacto económico del virus. Ya hemos visto importantes estímulos fiscales en Reino Unido, Hong Kong y Singapur, y parece probable que se instale el gasto a gran escala en otros lugares.
Hay, sin embargo, un aspecto esencial que permite la comparación con el 2008. Si miramos atrás, podemos observar un patrón constante no sólo con la gran crisis financiera, sino con anteriores caídas del mercado, desde la crisis del petróleo de 1973 hasta el estallido de la burbuja de las ‘puntocom’ en el 2000. Los mercados bajistas tienden a ser relativamente efímeros y dan paso a mercados alcistas mucho más duraderos.
Empresas de alta calidad
Teniendo en cuenta este precedente histórico, los inversores deberían tratar de asegurarse de que su dinero esté en empresas que se encuentren bien situadas para salir de una crisis en buena forma, independientemente del tiempo que dure. Eso les otorga una prima de calidad.
A medida que las certezas económicas establecidas cambian, las compañías altamente apalancadas parecen cada vez más expuestas. Los programas de flexibilización cuantitativa que surgieron a raíz de la crisis financiera condujeron a la emisión masiva de deuda corporativa. Esto permitió a las corporaciones alimentar el mercado alcista a través de la recompra de acciones. Aquellas sociedades que se han apalancado de forma significativa ahora parecen claramente vulnerables. Por lo tanto, los inversores deben centrarse solo en aquellas que tienen los balances más sólidos.
También hay otros factores a tener en cuenta. La fuerte caída del precio del petróleo está agravando los problemas de las compañías de energía altamente endeudadas. Mientras tanto, el impacto del virus en el turismo y las industrias relacionadas con los viajes es considerable. Ya se han producido quiebras en los sectores de viajes y energía. Y muchas otras empresas se enfrentan a graves problemas por la interrupción de las cadenas de suministro.
Por supuesto, no todas las empresas están expuestas a esos factores. Y por eso el coronavirus debería provocar un resurgimiento de la inversión activa. Los inversores deben ser exigentes en la selección de sus acciones para concentrarse en empresas con balances sólidos y poca exposición a los daños causados por el virus.
Después de la última crisis, los enfoques pasivos proporcionaron un medio fácil de aprovechar un mercado alcista impulsado por la deuda. Pero, hoy en día, estas estrategias dejan a los inversores totalmente expuestos a los dientes del mercado bajista.
Tribuna de Martin Gilbert, presidente de Aberdeen Standard Investments
Wikimedia CommonsFoto: Eneas De Troya. Eneas De Troya
Es un hecho que el coronavirus Covid-19 va a generar una crisis económica. Para evitar que sea tan intensa, los gobiernos de países donde el mercado informal es muy pequeño están pagando parte del salario de las empresas privadas para evitar que quiebren y se quede la gente sin empleo o repartiendo dinero a la gente, ya que por sus declaraciones fiscales saben como ubicarlos.
Desafortunadamente, en países donde el mercado informal es muy grande, estas medidas no cubren a los más necesitados. En México el 95% de los 6,3 millones de negocios tienen menos de 10 empleados; 71,8% de los ocupados se dedican a actividades de comercio y servicios; y más de la mitad de la gente que trabaja lo hacen en el mercado informal, o sea 31,3 millones de personas.
Para amortiguar la crisis se tiene que apoyar a todas las empresas, pequeñas y grandes, así como a las personas del sector informal. Se requiere generarles liquidez a todos. La decisión de posponer el pago de los créditos bancarios por 4 meses es muy buena, pero debe ampliarse a los créditos de otras entidades financieras y las tiendas comerciales que es la principal fuente de financiamiento de las personas de menos recursos. Para las empresas también se puede dar ese mismo tiempo para el pago de impuestos y seguridad social y otorgarles créditos en condiciones favorables.
De manera paralela e inmediata hay que instrumentar un seguro de desempleo generalizado para apoyar a los que trabajan en las fondas, torterias, comercio informal, servicios como taxistas, etc. Para esto es necesario identificar al grupo al cual apoyar, el mecanismo de repartición del dinero y la supervisión del programa. La tarea no es fácil. Se puede partir de la información que hay en el Seguro Popular, quienes están inscritos no pertenecen ni al IMSS ni al ISSSTE, Prospera, IMSS Oportunidades y demás programas asistenciales que tiene el gobierno. Con información del INEGI se pueden ubicar a las empresas pequeñas, en el caso de taxistas se tienen los permisos expedidos. A la vez es necesario establecer mecanismos efectivos para la dispersión de los recursos, para que lleguen a quien están destinados.
Algunos sectores ya están resintiendo la falta de ingresos. Conforme avance el tiempo esa situación se va a generalizar y si a una buena parte de la población no tiene recursos para subsistir, los problemas de inseguridad van a incrementarse con graves consecuencias sociales. Posponer el pago de las empresas y el seguro de desempleo generalizado podría ser costoso, pero más costoso va a ser que quiebren las empresas y los problemas sociales que se pueden generar.
Para financiar el seguro del desempleo generalizado se requieren muchos recursos, los cuáles se pueden obtener cancelando el proyecto de la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, los cuáles cada vez tienen menor sustento. Toda la sociedad apoyaría incluso un incremento del déficit de las finanzas públicas si los recursos que hay se canalizan para ayudar a la gente en este momento y no en proyectos sin rentabilidad económica. El gobierno actual es muy proclive a los programas asistenciales, en las condiciones actuales es urgente un programa de dichas características para que la gente que no reciba ingresos trabajando tenga al menos algo de dinero para subsistir. El programa debería existir solamente durante la parte crítica de la crisis económica, que será hasta que se mantenga el distanciamiento social y se limiten las actividades económicas. La grave crisis que enfrentamos puede tener peores consecuencias económicas que las que experimentamos en 1982, 1994 y 2009, y de más larga la recuperación. Por eso se requieren medidas radicales para evitarlas.
Pixabay CC0 Public Domain. Coronavirus: La situación es grave, pero no desesperada
Italia parece haber superado sus niveles máximos de personas infectadas y de fallecimientos. Y en otros países como Alemania, el Instituto Robert Koch habla de diez millones de personas que pueden contraer el coronavirus en los próximos meses salvo que las actuales restricciones sociales se cumplan de manera estricta. Por lo tanto, la situación es realmente grave, pero de ningún modo desesperada.
¿Cuál es la situación?
El caso de Asia muestra cómo se puede actuar. En China, el número actual de nuevas infecciones diarias está en torno a 20, aunque la mayoría de las personas que han dado positivo en las pruebas procedían del extranjero. Corea del Sur tiene asimismo actualmente la enfermedad bajo control, y lo mismo es aplicable a Singapur. Este hecho demuestra que las medidas adoptadas allí, que sin duda son muy estrictas, están funcionando. Sin embargo, en Europa y Estados Unidos el número de personas infectadas está creciendo exponencialmente. Una de las razones del rápido ascenso de las curvas es la reciente disponibilidad de un número suficiente de kits de prueba. Además, el periodo de incubación puede ser de una semana o más, de modo que las estadísticas continuarán provocando temor la próxima semana.
Después de ese momento es probable que la curva experimente un aplanamiento. Se puede esperar que las medidas adoptadas recientemente para evitar el contacto directo entre la población sean efectivas. Hasta que se conozcan y se preste atención a todos los pacientes, se deberán mantener y seguir los esfuerzos globales. Si esto es así, podremos erradicar el coronavirus. Existen indicios sólidos de que el virus regresará el próximo invierno, pero el mundo estará entonces mucho mejor preparado, y es muy probable que se le pueda hacer frente entonces con vacunas y medicamentos.
¿Cuánto tiempo falta para que podamos disponer de una vacuna?
Muchas empresas del sector de la atención sanitaria y la biotecnología están trabajando actualmente a toda velocidad en el desarrollo de una vacuna. No obstante, es probable que se requieran de 12 a 15 meses antes de que la vacuna esté lista. Otras previsiones más optimistas, pero no imposibles, contemplan que las primeras dosis estén disponibles en diciembre de este año. Sin embargo, el desarrollo de la vacuna solo es una cara de la misma moneda. La producción estimada de 100 millones de dosis de la vacuna para la población supone asimismo un enorme esfuerzo para el sector. Es positivo que no solo unas pocas empresas, sino que numerosas compañías estén trabajando en vacunas al mismo tiempo, con inclusión de los grandes líderes del mercado, que pueden desarrollar con rapidez las capacidades necesarias. Otro aspecto positivo es que el nuevo coronavirus apenas está sujeto a mutaciones en la actual situación, al contrario que la gripe estacional. Por lo tanto, es muy probable que la vacuna todavía sea efectiva en 2021.
El desarrollo y el uso de medicamentos también pueden contribuir a la lucha contra el coronavirus. Existen dos estrategias: en China, se está evaluando un medicamento desarrollado originalmente contra el ébola. Dicho medicamento inhibe la replicación del virus en el cuerpo humano. Otra idea parte de una base diferente. Para muchos pacientes no es la propia infección la causante de los mayores daños, sino un tipo de sobrerreacción del sistema inmune, en especial entre las personas de mayor edad. La esperanza reside en la detención de esta espiral, que no serviría para prevenir la enfermedad, pero sí para reducir significativamente su mortalidad.
Estos medicamentos se utilizan, por ejemplo, para tratar la artritis o el virus VIH, y las investigaciones iniciales sugieren que podrían resultar de ayuda frente al COVID-19. Unos progresos rápidos en este sentido resultan realistas porque los medicamentos ya se encuentran aprobados. Lo único que todavía resultaría necesario realizar son ensayos clínicos con la participación de varios cientos de pacientes en los hospitales. Si los medicamentos curan con rapidez y no se producen efectos secundarios, se podría contar con buenos datos clínicos en una fecha tan temprana como septiembre u octubre.
¿Cómo está reaccionando el sector de la biotecnología?
El sector de la atención sanitaria y la biotecnología tampoco es inmune al sentimiento y a las fluctuaciones generales del mercado. El cierre golpea a toda la economía global en una medida que nadie esperaba, con inclusión del sector de la atención sanitaria. Las cirugías que no resultan estrictamente necesarias se aplazan, pero el propio sector se encuentra relativamente estable. Los tratamientos para los pacientes de cáncer no se interrumpirán de manera repentina, y las enfermedades raras continuarán recibiendo la máxima atención. En comparación con los índices globales como el índice MSCI World, el sector de la atención sanitaria está resistiendo mucho mejor.
Sin embargo, una cosa está clara: las cifras empresariales de los dos próximos trimestres no serán buenas. Nadie sabe cuánto tiempo durarán las medidas temporales de las políticas globales, ni cuáles serán los efectos concretos que la actual crisis tendrá sobre los mercados. A pesar de ello, es bastante probable que la economía haya vuelto a la normalidad antes del verano de 2021. Por lo tanto, los inversores pueden ciertamente marcar la diferencia en esta situación: cualquier inversor que piense a largo plazo y que pueda superar los próximos meses verá que algunas empresas de calidad están disponibles actualmente a un precio mucho más atractivo que hace solo unas pocas semanas.
Tribuna de Rudi Van den Eynde, jefe global de Renta Variable Temática de Candriam
Pixabay CC0 Public Domain. La utilidad de los factores ESG en mercados de deuda emergente
Como activo, la deuda de los mercados emergentes (EM)ofrece a los inversores un potencial de crecimiento convincente y diversificación geográfica, de divisas, sectorial, de calidad crediticia y de vencimiento. Desde una perspectiva macroeconómica, y mientras el crecimiento de los mercados desarrollados sea bajo, las economías emergentes contribuyen con una proporción cada vez mayor al crecimiento del PIB mundial. Actualmente, representan el 40% del PIB mundial.
Junto con una evaluación minuciosa de las métricas financieras en la evaluación de los bonos de mercados emergentes, invertir en estos activos implicará riesgos políticos y jurisdiccionales adicionales. Es esencial entender todos los factores potenciales que podría afectar al perfil de emisor de crédito, especialmente dado que los países emergentes suelen tener menos flexibilidad financiera para soportar shocks externos. Un análisis robusto de los factores medioambientales, sociales y de buena gobernanza (ESG) es primordial cuando de invierte en deuda emergente.
En particular, prestamos atención a la trayectoria de estos factores, ya que influyen las perspectivas de los emisores soberanos y corporativos. El escrutinio ESG es un complemento muy importante a la investigación financiera tradicional, que ayuda a asegurar un mejor análisis de crédito y a tomar decisiones de crédito mejor informadas.
No se trata sólo de identificar y evitar los riesgos. El enfoque también es fundamental a la hora de fortalecer los casos de inversión y descubrir ganadores. La relevancia de los factores ESG para el análisis de crédito emergente está apoyada por la investigación. Los análisis de la OECD muestran una correlación entre el descenso de la desigualdad de ingresos y el crecimiento económico. Al observar las valoraciones de los bonos, los aspectos sociales de creciente desigualdad, los flujos migratorios o la escasez de recursos tienen potencial para intensificar las tensiones y aumentar los riesgos políticos y, como consecuencia, generar presión emergente sobre los bonos.
El Líbano ilustra muy bien estas dinámicas. El país ha estado bajo una fuerte presión económica, política y social en los últimos años. El crecimiento económico se ha desplomado y la deuda pública se ha disparado a niveles extremadamente altos. Los precios de los bonos gubernamentales actuales reflejan un riesgo muy alto de incumplimiento para final de 2021.
Por otro lado, las compañías que están siendo proactivas de cara al desarrollo ESG están siendo recompensadas por los inversores. De hecho, los análisis favorables de ESG puede ayudar a identificar potenciales outperformers de formas que la investigación de crédito tradicional puede fallar en reconocer.
Esto se evidencia en Uzbekistan, un país que ya ha sido aislado del mundo exterior pero donde se ha lanzado un programa de reforma de base amplia. Desde una perspectiva económica, el país ha liberalizado su régimen de tipos de cambio, ha adoptado un mecanismo de metas de inflación y ha lanzado un programa de reformas fiscales, entre otros. Además, también ha reducido el gran peso e influencia del estado en la economía. Las mejoras sociales y de gobierno también han sido significativas.
Desde mejorar su infraestructura regulatoria, aumentar la responsabilidad de las instituciones con los ciudadanos hasta hacer la educación más accesible. También ha trabajado para reducir la censura, corrupción y los abusos de los derechos humanos, así como para abrir sus fronteras. Las reformas están en proceso y aún quedan muchos desafíos por delante, pero los signos de progreso ya son evidentes. Los costes económicos han sido inevitables en el camino, pero el país ya ha comenzado un viaje más favorable y mejor recibido por los inversores en su primera emisión de Eurobonos en 2019.
Identificar los riesgos no relacionado con el balance que puedan afectar al valor de una inversión es una parte fundamental del proceso de investigación para los bonos tanto corporativos como soberanos. Esto es especialmente importante en el caso de los mercados emergentes donde el desarrollo positivo o negativo de los factores ESG puede tener un impacto significativo en el precio de los bonos. Los factores ESG no sólo traen una dimensión adicional a la señalización de los riesgos de inversión, sino que también ayuda a descubrir oportunidades de inversión que aún no se reflejan en el precio de los bonos.
Tribuna de Claudia Calich, directora de deuda de mercados emergentes de M&G Investments.
El sistema tributario de un país debería tener como única finalidad recaudar los fondos necesarios para que el Estado pueda funcionar y llevar adelante sus funciones básicas.
Esto es algo que explicamos en reiteradas ocasiones y que, era algo mundialmente aceptado hasta el advenimiento del comunismo primero y del nefasto concepto de “justicia social” más adelante.
Dado que todo impuesto restringe el derecho de propiedad de los individuos que conforman ese Estado, la recaudación impositiva debe necesariamente llevarse a cabo buscando causar el menor daño posible.
Así las cosas, en tiempo de crisis los impuestos deberían bajar y no subir.
Cuando los individuos se ven agredidos o amenazados por una situación de excepción, lo ideal no es que el Estado vulnere aún más sus derechos de propiedad, sino precisamente que el Estado haga lo posible para que esos individuos cuenten con mayores recursos para hacer frente a la crisis a la cual se están enfrentando. No son los Estados los que están en crisis, sino las personas y sus respectivos negocios.
Tan es así, que esto es de hecho lo que están haciendo los países más desarrollados del planeta. Y lo hacen aún a riesgo de perder recaudación y por ende aumentar sus déficits fiscales.
Italia fue el primer país que ante la crisis generada por el COVID-19 propuso una reducción significativa de impuestos.
Las medidas adoptadas al día de la fecha incluyen recortes en los impuestos que pagan autónomos y empresas (por el momento, 500 euros por un periodo de tres meses), reducción del impuesto a las sociedades para empresas activas en sectores afectados y eliminación de impuestos que gravan las tarifas correspondientes a los servicios públicos. En total, las medidas de auxilio suponen una inyección de 3.600 millones de euros.
En el caso de Estados Unidos, se postergó por tres meses el pago del impuesto a las ganancias (se abona el 15 de abril de cada año) y se están implementando reducciones a las cargas sociales, de manera que sus sueldos les lleguen de manera neta, sin ningún descuento.
Lo interesante es que, en los países con tasas de impuestos confiscatorias (i.e Argentina, Bolivia, etc.), una reducción de impuestos no solamente permitiría a los individuos afrontar la situación actual con mayores recursos, sino que la recaudación impositiva subiría y el déficit fiscal por ende se reduciría. Ello, debido a la reducción de la evasión fiscal y al aumento de la actividad productiva que tales medidas generarían.
Quien más claramente explicó esta relación entre impuestos y recaudación fue el economista y profesor universitario norteamericano Arthur Betz Laffer; y la verdad es que siempre es una buena ocasión para repasar sus enseñanzas.
Laffer & Reagan
El mayor mérito de Laffer fue expresar en un sencillo dibujo que todos pueden entender la teoría que defiende las ventajas macroeconómicas de las rebajas de impuestos.
En pocas palabras, las conclusiones a las que arribó Laffer fueron las siguientes: no por aumentar los impuestos, necesariamente un Estado va a recaudar más; A cierto nivel de presión fiscal, una baja de impuestos va a generar una mayor recaudación; y existe un punto óptimo donde se maximiza la recaudación sin ahogar a los contribuyentes.
Según la teoría del economista norteamericano, si los impuestos bajaran desde niveles muy elevados, la inversión, el empleo y el consumo aumentarían, y el Estado recaudaría más pese a que también aumentaría el dinero disponible de los ciudadanos. En este contexto, casi podría decirse que – asumiendo que un mínimo de impuestos hay que pagar para que el Estado funcione – el punto óptimo al que se refería Laffer alinearía de algún modo los intereses de recaudadores y contribuyentes.
Respecto a las contribuciones de Laffer, ya en 1978 participó en la redacción de la famosa “Propuesta 13”, la cual – aprobada por casi dos tercios de los votantes del Estado de California – redujo los impuestos sobre viviendas, negocios y granjas en aproximadamente 57%.
Con anterioridad a la Propuesta 13, el impuesto a la propiedad en California era casi del 3% del valor de mercado de estas; y no había límites al poder del Estado para aumentar la tasación de las propiedades o la tasa. En algunos casos, estas revalorizaciones variaban en un 50% o inclusive en un 100% de un año al otro, con el consiguiente aumento de los impuestos a pagar.
La Propuesta 13 llevó los valores de los inmuebles a los que tenían en 1976 y limitó la posibilidad de incrementar esos valores al 2% por año. Esto, entre otras cosas, permitió que los pagadores de impuestos pudieran estimar los tributos a pagar año a año al adquirir una vivienda.
Adicionalmente, la Propuesta 13 determinó que, a partir de entonces, cualquier aumento de impuestos estatales en California debía ser aprobado por dos tercios de los votos de cada una de las cámaras.
A Ronald Reagan, que para entonces ya se había pasado del Partido Demócrata al Partido Republicano, había sido dos veces gobernador de California y había perdido la nominación a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Republicano en 1976, la Propuesta 13 le pareció muy interesante y en la campaña electoral de 1980, que a la postre lo llevaría finalmente a la Casa Blanca, hizo de la rebaja de impuestos una de sus principales banderas.
¿Que sostenía exactamente Ronald Reagan por esa época?
Que los impuestos vigentes en Estados Unidos eran tan altos que disuadían de trabajar a muchos ciudadanos y que una menor presión fiscal daría a los individuos incentivos suficientes para trabajar, lo que provocaría una mejora de la actividad económica y eventualmente un aumento en la recaudación.
Antes de Reagan, ya el presidente Ford se había fijado en Laffer quien, en una reunión con su jefe de gabinete, Dick Cheney, le explicó las bondades de su teoría graficando su famosa curva en una servilleta del restaurante “Two Continents” que pasaría a la inmortalidad en las vitrinas de un think tank con sede en Washington.
Volviendo a Reagan, luego de un primer mandato marcado por la Guerra Fría con la Unión Soviética, la cual provocó un gran aumento en el gasto militar y por ende profundizó el déficit fiscal estadounidense, en su segundo mandato, Reagan formuló – junto con sus asesores – una reforma fiscal más equilibrada que tuvo un gran éxito. Y por efecto de la competencia fiscal de la que tanto hablamos, otros países, liderados por el Reino Unido de Margaret Thatcher, realizaron también importantes rebajas fiscales. En el caso del Reino Unido, por ejemplo, el impuesto a las ganancias que pagaban las corporaciones se redujo en 1988 al 25%, luego de tres bajas consecutivas.
Laffer fue precisamente uno de los miembros más destacados del Consejo de Asesores de Política Económica de la Casa Blanca en tiempos de Reagan.
La famosa curva
Como señalamos más arriba, Laffer tuvo el mérito de demostrar, de manera científica, algo que toda persona con sentido común sabe: llega un momento en que aumentar los impuestos genera irremediablemente una caída en la recaudación y que cuando un Estado tienen una presión fiscal muy grande, bajar esa presión fiscal va a implicar necesariamente un aumento de la recaudación.
¿Como lo demostró? A través de su célebre curva.
Gráficamente la “Curva de Laffer” es una “U” invertida, en un diagrama que coloca la presión fiscal en el eje de abscisas y la recaudación en el de ordenadas.
La curva parte del hecho de que cuando presión fiscal es igual a 0%, la recaudación pública es obviamente cero y que, cuando la presión fiscal es igual a 100%, la recaudación pública también va a ser cero.
Luego, utilizando como fundamento matemático el “Teorema de Rolle”, Laffer expresa que entre esos dos puntos habrá un tramo ascendente con niveles bajos de impuestos y otro descendente con niveles más altos donde habrá un máximo de recaudación, y tanto a la izquierda como a la derecha de este máximo la recaudación será menor que en el óptimo.
Encontrar ese punto óptimo donde se maximiza la recaudación es muy complejo, depende de muchos factores y varía de país en país, pero es también sumamente importante ya que representa el nivel de presión fiscal máximo que una sociedad puede tolerar sin que se comprometa la recaudación.
Más acá en el tiempo, otros países que se basaron en las teorías de Laffer a la hora de instrumentar rebajas impositivas fueron Canadá, Suecia e Irlanda.
De entre ellos, el caso de Irlanda es sin dudas el más resonante ya que – a través de bajas de impuestos – pasó de ser tener un déficit del 32%, transformarse en el primer país de la zona euro en entrar en recesión y pedir un bailout de la Unión Europea de 85.000 millones de euros en 2010, a postear estos números en 2015:
2,6% de aumento del número de empleos
4,5% de aumento en el consumo personal de bienes y servicios
8,2% de aumento en las ventas en comercios minoristas; y
26,3% de incremento del PBI.
Prognosis conclusiva
Todo impuesto implica privar a un individuo de parte de su propiedad privada contra su voluntad.
Los impuestos, por ende, deben ser lo más bajos que sea posible para que el Estado funcione y nunca deben llevar a que el propio individuo vea sus necesidades básicas insatisfechas por culpa del pago de impuestos.
En situaciones extremas, y como las necesidades de los individuos aumentan, los impuestos deben bajar.
En el caso de países con impuestos bajos o medios, es posible que esa baja genere un aumento en el déficit fiscal.
En el caso de infiernos tributarios, como son la mayor parte de los países de América Latina, las mismas rebajas impositivas van a generar un aumento de la recaudación, aunque el foco ahora no debería ser ese sino llevar alivio a los castigados pagadores de impuestos.
Martín Litwak es fundador y CEO de la firma @UntitledLegal, una boutique de servicios legales especializada en fondos de inversión, finanzas corporativas, planificación patrimonial internacional, intercambio de información y amnistías fiscales y, a la vez, el primer “Legal Family Office” de América. Por otro parte, Martín es autor del libro “Cómo protegen sus activos los más ricos (y por qué deberíamos imitarlos)”.
La situación actual de COVID-19 en la que nos encontramos mantiene a los mercados sacudidos desde hace más de un mes. Sin embargo, se intensificó aún más con la venta masiva de petróleo de las primeras semanas de marzo, lo que agrava aún más el temor sobre el impacto recesivo del virus.
A pesar de los esfuerzos de los responsables políticos y los bancos centrales por proporcionar nuevos estímulos, los mercados se han centrado en las medidas adoptadas para contener la propagación del virus y sus efectos económicos. Como resultado, los mercados de todo el mundo han atravesado un mes turbulento. El MSCI ACWI ha caído un 30% desde su máximo anterior registrado el 12 de febrero de 2020, mientras que el MSCI World Small Cap ha caído un 38% desde su máximo el 20 de enero de 2020 (1).
En el equipo de renta variable global de Columbia Threadneedle Investments, preferimos invertir en compañías de primer nivel y altamente competitivas, que presenten balances de situación saneados y flujos de efectivo estables, lo que ha generado cierto equilibrio, a pesar de la naturaleza indiscriminada de este momento de agitación en los mercados. De hecho, nuestras estrategias Global Select, Global Focus, Global Smaller Companies y Global Extended Alpha se posicionan por encima de los niveles de referencia correspondientes, en lo que va de mes y de año (2).
Con respecto a la actividad, no se ha realizado ninguna modificación sustancial en las carteras a lo largo de estas últimas semanas. A principios de año, redujimos la ciclicalidad de todas las estrategias, mediante el ligero aumento de las reservas de efectivo en algunos casos, algo útil ante la situación que se ha observado en el mes de marzo.
Las compañías que poseemos siguen siendo franquicias consolidadas, que presentan balances de situación saneados y buenas oportunidades a medio y largo plazo, y que deberían registrar un buen rendimiento en comparación con sus homólogas. Cabe añadir que muchos de nuestros títulos de preferencia han mantenido una buena posición en términos relativos.
Sin embargo, ahora cotizan con descuentos superiores a su valor intrínseco a largo plazo. Si se ha operado sobre las carteras, ha sido para asignar capital a títulos sobrevendidos cuya calidad, en nuestra opinión, sigue siendo alta y cuyas previsiones de rendimiento a largo plazo se nos presentan muy favorables.
Supervisamos continuamente el perfil de liquidez de nuestras estrategias, tanto a través de nuestros informes de riesgo diarios como mediante el contacto continuo con nuestro centro de operaciones. A pesar de la volatilidad de los mercados, seguimos viendo volúmenes diarios de negociación óptimos en nuestras empresas y, actualmente, conciliamos el sueño sin problemas.
Tendencias futuras
Las repercusiones de la situación son realmente graves y suponen un auténtico varapalo para la economía mundial. Tanto las cadenas de suministro como la demanda de los consumidores se han resentido, por lo que muchas empresas se verán obligadas a posponer sus inversiones debido a la situación de incertidumbre. No solo se trata de que la economía esté a merced de la pandemia y no sepamos cuánto va a durar, sino que, además, es probable que nuestro estilo de vida y nuestras preferencias cambien.
Muchos de estos cambios son difíciles de predecir, pero otros son de carácter puramente práctico. Conforme escribo estas líneas desde mi escritorio personal, conectado de forma remota a la red corporativa, me vienen a la mente los proveedores de servicios en la nube. Para finales de 2022, se prevé que los ingresos del mercado de los servicios en la nube asciendan a más de 330.000 millones de dólares, frente a los 182.000 millones de dólares de 2018 (3). ¿Es posible que este periodo impuesto de trabajo desde casa acelere la transición a la nube y nos aleje de la infraestructura de TI heredada? Asimismo, si bien la tendencia del uso de la tarjeta en lugar del dinero en efectivo ha perdurado todos estos años, cabe preguntarse si se impulsará aún más esta práctica a medida que aumenten las compras en línea y prescindamos del efectivo por razones higiénicas.
Aunque es probable que los modelos de negocio existentes se deterioren, también se generarán nuevas oportunidades para empresas innovadoras de una gran variedad de sectores, desde la asistencia sanitaria a la tecnología, entre otros. De hecho, poner en marcha la innovación para impulsar ventajas competitivas es lo que nos gusta ver en las compañías y le animo a seguir nuestro blog, World in Motion , para obtener más información a medida que va evolucionando la situación.
Columna de Andrew Harvie, gestor de carteras de clientes renta variable global en Columbia Threadneedle Investments.
Anotaciones:
(1) Bloomberg, 19 de marzo de 2020
(2) Las rentabilidades históricas no garantizan rendimientos futuros. Para obtener más información, consulte: www.columbiathreadneedle.co.uk/en/our-capabilities/threadneedle-global equities/#globalequitiescapabilities
(3) Columbia Threadneedle Investments, Bloomberg, 2018/Gartner, noviembre de 2019
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columbiathreadneedle.com
Pixabay CC0 Public Domain. Europa: ‘The Final Countdown’
En un momento en el que el crecimiento mundial ya no depende tanto de la aportación europea, y los ámbitos de innovación tecnológica y crecimiento económico parecen polarizarse en torno a América y Asia, es importante tratar de comprender las dinámicas de Europa. En primer lugar, porque sigue siendo el principal espacio comercial del mundo y probablemente sea también el bloque económico más difícil de entender, lo que explica en parte sus debilidades, pero, a su vez, crea fuertes barreras de entrada y oportunidades importantes para quienes desean invertir en él.
Europa tiene que afrontar los desafíos del siglo XXI ante dos bloques económicos y monetarios más homogéneos: Estados Unidos y China. Frente a estos dos gigantes, debe encontrar su voz para reinventarse sin buscar la confrontación directa, aplicando la máxima de “crear, no competir”.
De los tres bloques, Europa es el que más depende de las exportaciones. Y con motivo: mientras las empresas estadounidenses y chinas pueden desarrollarse en un mercado interno amplio y homogéneo, las europeas han de luchar por desarrollarse en la zona euro, fuera de su país de origen. Este puede ser uno de los motivos por los que Europa carece de un gran campeón tecnológico. Amazon, Google, Tencent o Alibaba han podido acceder a gigantescos mercados nacionales de datos. Pero el equivalente español de estas compañías no puede acceder fácilmente a los datos alemanes o italianos.
La industria europea, y en particular la alemana, tienen una gran dependencia de la economía china. Sin embargo, el país asiático trata de desarrollar su mercado interno con sus propios campeones locales. La aparición de competidores chinos en los sectores del automóvil o el químico suponen un freno para el crecimiento alemán. Por tanto, Europa es probablemente la región económica que más tiene que perder por las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos.
Para reinventarse, Europa también debería repensar la recompensa que se ofrece a quienes asumen riesgos económicos. Esta es una de las grandes diferencias con EE.UU., donde el empresario que triunfa se beneficia no solo de un entorno fiscal y económico más favorable, sino también de una imagen más positiva. En este contexto, frenar la migración del talento emprendedor hacia EE.UU. o Asia supone un desafío importante.
La situación del sector bancario es otra fuente de debilidad en la región. En el verano de 2019, la capitalización bursátil del índice Euro Stoxx Banks, compuesto por los 29 mayores bancos de la zona euro, apenas superaba la de Nestlé. En cambio, los bancos estadounidenses se han recapitalizado más rápidamente tras la crisis financiera de 2008, y se han beneficiado de una regulación más laxa y la fragmentación del mercado europeo, que les permite competir con los bancos locales. Al mismo tiempo, desde la crisis, los bancos europeos son demasiado débiles para sobrevivir en el mercado estadounidense.
El último desafío para las instancias europeas reside en la percepción que se tiene de las propias instituciones tanto dentro como fuera de la UE. En este sentido, con la crisis del coronavirus que estamos viviendo, las medidas que se están tomando desde el organismo y el BCE son una prueba crucial. En este contexto, el Brexit ha quedado en un segundo plano.
A pesar de los desafíos a los que se enfrenta, Europa sigue siendo una tierra de inversión única y continúa atrayendo capitales de todo el mundo. Primero, porque es una de las regiones de paz más estables del planeta. Segundo, porque la cultura de inversión y emprendimiento es muy profunda y los sistemas judiciales que rigen los flujos comerciales son estables. Europa sigue siendo a día de hoy una de las pocas alternativas para un responsable de asignación de activos global que trata de invertir diversificando su cartera más allá de EE.UU. Cuando el ahorro mundial abunda, este elemento es primordial.
Sin embargo, hemos visto que es una región económica compleja con fuertes especificidades regionales y nacionales. Invertir bien en Europa es muy complicado para un inversor que no tenga presencia en el continente. “Las transacciones de éxito no viajan en avión”, repetimos a menudo cuando nos preguntan por qué Tikehau Capital ha abierto oficinas en siete países europeos. Y las transacciones de éxito abundan en este continente.
En Europa, hay que estar totalmente integrado en los ecosistemas económicos nacionales o incluso regionales, y ser considerado un inversor local, lo que coloca de facto una barrera de entrada muy fuerte y otorga una ventaja competitiva a quienes han realizado esta apuesta.
La ausencia de un mercado interno homogéneo refuerza la necesidad para las empresas europeas en crecimiento de recurrir al capital riesgo (private equity) minoritario. Hacer entrar en el capital a un socio capaz de respaldar su estrategia de desarrollo internacional es una opción que pueden plantearse algunos actores medianos. Para tener éxito en este campo, se requiere entender bien los ecosistemas nacionales o regionales, así como una red que permita elegir a los socios e interlocutores adecuados.
Es muy probable que el inversor que desee invertir capital en Europa aún deba lidiar con esta heterogeneidad cultural y económica. Esto es lo que, en nuestra opinión, abre espacios estratégicos únicos, pero el terreno fértil únicamente podrá perdurar si la región se mantiene estable desde el punto de vista político. Quizá este sea el mayor desafío de Europa a partir de 2020 tras la pandemia del coronavirus.
Tribuna de Thomas Friedberger, co-director de inversiones y director general de Tikehau Investment Management
Ante el empeoramiento de una crisis de salud pública que está teniendo un enorme impacto en las familias, las comunidades y los mercados, he aquí unas cuantas reflexiones que espero resulten de utilidad. Muchos inversores se centran en el potencial de revalorización cuando los mercados tienden al alza y en el riesgo bajista cuando los mercados descienden. No obstante, su enfoque debería ser justo el contrario.
En los últimos años, nos hemos centrado en la errónea asignación del capital realizada de forma casi sistemática por compañías obcecadas en aumentar las cotizaciones y devolver el capital a los inversores por medio de recompras de acciones y mayores dividendos (lo que se ha financiado con unos tipos de interés en niveles históricamente reducidos y unos estrechos diferenciales de crédito), al tiempo que evitaban la realización de inversiones de capital productivas a largo plazo.
Esta asignación errónea desembocó en beneficios y márgenes sin precedentes, así como en valoraciones que rozaban niveles récord. Ahora bien, las empresas habían sido diseñadas para ganar un sprint, no para vencer en una maratón. Bastó que llegara el COVID-19 para desvelar la fragilidad de esos exagerados beneficios y la economía mundial. En estos momentos, la atención debería concentrase en las oportunidades. ¿Qué empresas sobrevivirán y cuáles estarán mejor posicionadas una vez finalizada la crisis si se reduce el número competidores a la mitad? En nuestra opinión, las compañías que producen bienes o servicios que las personas necesitan o quieren, que no dependen de la financiación a corto plazo y cuyas cotizaciones se han visto diezmadas de forma arbitraria resultarán interesantes en retrospectiva, cuando dejemos la crisis atrás. Este es nuestro foco de atención.
La liquidez se mantiene en cotas decepcionantes, pero debería mejorar
Los inversores podrían atravesar dificultades para sacar partido de las oportunidades hasta que mejore la liquidez, ya que resulta difícil comprar o vender en el entorno actual. Las medidas adoptadas estos últimos días por la Reserva Federal estadounidense comienzan a aliviar las tensiones en los mercados monetarios. La salud de los mercados de financiación a corto plazo cobra vital importancia para el buen funcionamiento de los demás mercados financieros.
Una actividad eficiente de estos mercados constituye la máxima prioridad. Los bancos centrales no pueden dar solución a una pandemia o a una crisis del petróleo, pero sí pueden asegurarse de que el entramado del sistema financiero funciona correctamente.
Desde un punto de vista operativo, las firmas de Wall Street han trasladado sus actividades al mundo virtual, al solicitar a sus mesas de negociación y sus equipos de gestión de carteras que trabajen en centros de operaciones de emergencia o desde casa. En MFS, nuestros equipos de inversión pueden celebrar reuniones por videoconferencia, y las visitas a los equipos directivos de las empresas se están realizando de forma digital, al igual que las presentaciones itinerantes («roadshows»). Pese a la distancia, estas reuniones se están desarrollando, más o menos, como de costumbre. Hemos aumentado la frecuencia de nuestras evaluaciones de riesgo durante este periodo de mayor volatilidad.
Una bola de cristal poco transparente
La formulación de previsiones de beneficios cuando gran parte del mundo desarrollado se halla en aislamiento resulta, de por sí, una ardua tarea. Ahora bien, hemos de añadir otra variable a la ecuación: las perturbaciones en la oferta del petróleo. Los mercados se están viendo obligados a absorber dos perturbaciones al mismo tiempo, en un contexto en el que los inflados beneficios caen desde niveles máximos y los bancos centrales disponen de escasas herramientas monetarias en la recámara.
En mi opinión, las repercusiones de la guerra de los precios del petróleo, aunadas a las de la crisis del coronavirus, no describirán una trayectoria lineal. El impacto combinado de ambos acontecimientos será más significativo que el de cualquiera de los dos de manera aislada. De ahí que resulte especialmente complicada la formulación de previsiones de beneficios para 2020 en relación con los índices, aunque realizamos constantemente análisis fundamentales a nivel de las empresas, en busca de oportunidades a largo plazo entre los activos de elevada calidad.
Triaje de la cartera
Desde el punto de vista de la inversión, los inversores están efectuando una suerte de «triaje» cuando organizan sus carteras y se preguntan si determinadas empresas son capaces de sobrevivir a una escasez mundial de liquidez, una profunda recesión y unos precios del petróleo por debajo de los 30 dólares, por citar tan solo unas pocas de las nuevas realidades. En el caso de las firmas que se mantendrán en pie, ¿durante cuánto tiempo atravesarán dificultades?¿Necesitarán ampliar capital, con el consiguiente riesgo de dilución del capital para los accionistas? ¿Se deteriorarán los BPA en los próximos años? ¿Se está generando una nueva generación de empresas «zombis»?
La realización de evaluaciones de este tipo revestirá una importancia crucial en los próximos meses: nos centraremos en las firmas que, a nuestro parecer, sobrevivirán y, a continuación, llevaremos a cabo los análisis necesarios para sacar partido de las oportunidades.
Pixabay CC0 Public Domain. Columna de Arturo Rueda
La idea de cambiar de Afore tienta al afiliado del SAR para tratar de aminorar el ritmo de disminución de su saldo. No lo piensa porque sepa que es efectiva sino por sentir que es lo único que le queda. ¿Qué se puede hacer en pleno colapso para que a mediano plazo los ahorros sean mayores?
Debido a que todos los instrumentos o mecanismos contienen riesgo, unos más, otros menos, y a que ni el dinero invertido ni los rendimientos están garantizados, los ahorros de toda clase han perdido valor por la pandemia. Y como hacia fines de marzo no había visos de solución, contención o vuelta a la normalidad, cabe esperar que en el siguiente estado de cuenta se refleje la minusvalía, pérdida o reducción del saldo (minusvalía y pérdida son sinónimos. Es ocioso darle vueltas). De hecho, quien tenga la aplicación de Afore Móvil puede percatarse ya de la merma al comparar su saldo actual contra el del estado de cuenta previo.
¿Tiene sentido cambiar ahora de Afore?
Cambiarse puede ser inútil o incluso lamentable. No es la solución. Primero, porque no revertiría las pérdidas pasadas ni significa certeza de que a partir del cambio se perderá menos que en la Afore actual. En caso de que el descalabro generalizado siga, no será posible saber si la gestora que genere menores pérdidas al corte de abril seguirá siendo la menos perjudicada. Segundo: las Afores menos perdedoras serán las que hayan invertido menos en productos más riesgosos. Las que asumen riesgos menores de forma consistente aspiran a generar rentabilidad más baja, de modo que pasarse a alguna de ellas en la fase crítica significa restar (por no decir descartar) posibilidades de recuperar el cien por ciento de lo perdido cuando los mercados suban. Tercero: como el traspaso de saldo no es de un día para otro, pudiera ser que cuando el trabajador lograra el cambio los mercados estuvieran ya en otra dinámica, o que las Afores hubieran cambiado sus proporciones de inversión. Como todo esto no se sabe, cambiarse es aventurado.
¿Se recuperará lo perdido?
La historia nos dice que a cada crisis sobrevino la recuperación. Claro que no con la misma celeridad de la baja, sino pausada. Así, cuando la pandemia se controle o se cuente con vacuna o fórmula para curarla, puede que para ver la regeneración del dinero haya que esperar muchos meses, como luego de la crisis de 2008-2009; o incluso algunos años, como después de la recesión estadounidense de 2000-2003.
Todo depende de la profundidad del daño a la economía global, y a la local en particular, y de lo que hagan el gobierno, banco central y empresas para regresarla a las condiciones y números que tenía a inicios de año.
Es verdad que desde 1945 las crisis se originaron por disfunciones económicas o por otras guerras, que esta es la primera que se deriva de una pandemia y que por eso la solución no depende solo de medidas monetarias o fiscales. El antecedente de la gripe española, que mató a millones y retardó la recuperación, ha de verse aparte, no como antecedente, porque la economía de Europa ya estaba devastada por el desastre de la primera guerra mundial, y porque los mercados financieros, las alternativas de ahorro y el mismo concepto del dinero, no eran como son ahora.
Ante la pandemia: saber ser paciente y hacer aportaciones voluntarias
Hay que asimilar que las pérdidas son generalizadas, en México y el mundo, para todo tipo de ahorradores, inversionistas, empresarios, empleados, y esperar a que la contención de la pandemia permita volver a la normalidad. ¿Queda algo aparte de resignarse? Sí, y es crucial, pues cada ocasión negativa puede ser una oportunidad.
Al paso del tiempo, quien sabe ser paciente, recupera lo perdido. Los que aprovechan las crisis financieras para invertir, suelen ganar mucho. Ahorrar o inyectar dinero ahora significa comprar valores muy baratos, con alto potencial de alza. Un ejemplo fresco: los grandes rendimientos de 2019 se dieron por comprar o mantener instrumentos durante la caída estrepitosa de septiembre-noviembre de 2018.
Quien tenga algo disponible bien podría considerar esta debacle histórica para hacer aportaciones voluntarias. O cualquier tipo de ahorro, no solo para el retiro.
El número de agencias y sociedades de valores continúa creciendo. Mientras que en febrero de 2019 el número era de 91, un año después suman un total de 94, algunas de ellas son transición de ser EAFs.
Durante el año 2018, estas entidades sufrieron un año de incertidumbre ante la implantación de MiFID II, registrando un beneficio neto conjunto de 99,23 millones de euros, lo que supuso un 41,27% menos que en 2017. Pero tras esta bajada en 2018, el mercado se ha recuperado y en 2019 ha vuelto a aumentar, siendo una de las personas jurídicas con más futuro en el sector financiero.
De las 94 agencias y sociedades de valores, 33 cuentan con agentes financieros dentro de su estructura comercial, lo cual supone más del 35% del total, un porcentaje que no para de crecer año tras año. La suma del total de agentes entre agencias y sociedades de valores es de 2.321, si bien tiene gran peso los agentes de Mapfre y Catalana Occidente.
El pasado año, el total de AV y SV que contaban con agentes eran 20, por lo tanto, hay 13 nuevas AV y SV que han incorporado esta figura, dándose cuenta de su importancia. Dichas entidades son Corecapital Finanzas, A.V, Solventis, A.V, Ursus-3 Capital, A.V., Abante, Value Tree A.V., Intermoney Valores Sv, Norwealth Capital, A.V., Arfina Capital A.V., Fundslink Capital A.V., Globalfinanzas Investment Group, A.V., Inbestme Europe, A.V, New Momentum, A.V, Renta Markets, S.V.
Mapfre Gestión Patrimonial, que ha superado los 500 millones de euros en activos bajo gestión procedentes de unos 4.500 clientes, cuenta con 1.699 agentes financieros. Mapfre apuesta fuertemente por esta figura, potenciando al máximo su red de agentes.
En segundo lugar, se encuentra Catalana Occidente, que el pasado año contaba con 209 agentes y ha seguido creciendo hasta los 235. En tercer lugar, GVC Gaesco se mantiene con un alto número, 142, a pesar de tener 14 agentes menos que hace un año.
Destaca el caso de Caser, que ha pasado en un año de 5 a 15 agentes, ya que “realmente sí le aporta mucho valor y mucha tranquilidad al cliente, su modelo de negocio, y más ahora que ya tiene una entidad internacional muy solida que compró la aseguradora y apuesta claramente por este proyecto de agentes de banca privada”.
El resto de entidades como Tressis, Esfera Capital en proceso compra, Talenta Gestión, Alantra, Dux Inversores Capital o Gestión De Patrimonios Mobiliarios también han continuado aumentando su red de agentes financieros, y son modelos con alto futuro al tener un nivel de agentes de alto perfil.
Con respecto a las Empresas de Asesoramiento Financiero (EAF), desde el pasado 17 de abril de 2019 pueden inscribir agentes en el registro de la CNMV. La figura, que fue muy demandada por el sector de las EAF, en este primer año tan solo tres EAFs han inscrito un total de cinco agentes. Las razones del escaso número de agentes de EAFs hay que buscarlas en su limitada capacidad de actuación versus control que ejerce el regulador sobre ellas, ya que su papel es mas de prescriptor o presentador que de asesor, una fórmula intermedia que no acaba de satisfacer al mercado de asesores independientes.
Agentes en gestoras
Mientras que el número de gestoras registradas no para de aumentar, pasando de las 121 hace un año a las 129 gestoras registradas actualmente en la CNMV, también lo hacen los agentes financieros que trabajan dentro de ellas.
Esta entrada de la figura del agente financiero en las gestoras se debe en parte a la transformación creciente de empresas de asesoramiento financiero (EAF) en gestoras. Una situación que se une al hecho de que, según los expertos, con la nueva normativa las gestoras se convierten en la figura más potente para prestar asesoramiento financiero.
De las 129 gestoras registradas en la CNMV, sólo 16 de ellas cuentan actualmente con agentes, lo cual representa el 12% del total. Este número se mantiene desde el año pasado, y destacamos realmente el proyecto de Orienta Capital como el referente en las gestoras como un proyecto solido y de crecimiento, y del nivel equivalente a los mejores proyectos agenciales de agencias de valores, señalando que en 2019 era la primera en número de agentes (19) y que actualmente ocupa el segundo puesto, con un total de 22 agentes.
Destaca el caso de Santalucía Asset Management, que en el año 2019 fusionó las dos gestoras del Grupo Santalucía —Santalucía Gestión y Alpha Plus Gestora Santalucía AM – gestionando más de 5.000 millones de euros de activos en fondos de inversión (1.850 millones de euros) y mandatos de planes de pensiones (3.000 millones de euros). Ha crecido desde en mayo de 2019, cuando tenía 14 agentes, hasta los 36 registrados actualmente, si bien su perfil no es de banca privada.
En tercer lugar, se sitúa la valenciana Egeria, que tras la compra por parte de la madrileña gestora Welzia en octubre de 2019, se sitúan en los más de 1.000 millones de euros gestionados, y suman 4 agentes.
Mientras que estas entidades crecen en número de agentes, Acci Capital Investments ha reducido su número con respecto al pasado año, pasando de 9 agentes a uno.