La renta fija global entra en un renovado optimismo

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Pixabay CC0 Public Domain. BNP Paribas AM

Aún hay que mantener la prudencia, al menos hasta que tengamos más certeza de que la pandemia ha quedado totalmente atrás y se reactive el consumo -con las actuales tasas de desempleo como mayor hándicap-. Pero sí está bastante claro que entramos en una etapa de optimismo renovado para la renta fija global, con mucha liquidez en el sistema, y en la que tanto gobiernos como bancos centrales están listos -y abiertos- para brindar más apoyo si fuera necesario.

Tras un mes de mayo en el que parecía que todo se desmoronaba en los mercados, surgen nuevas y prometedoras perspectivas en los mercados de renta fija, con el petróleo, el oro y los bonos en la senda de la recuperación. El sector turístico, uno de los más expuestos al bloqueo, también empieza a barajar expectativas positivas. 

Uno de los aspectos especialmente interesantes de la actual situación en renta fija global es que los mercados de bonos se han recuperado de forma notable últimamente; tanto, que las valoraciones están empezando a ser incluso un poco excesivas en algunos sectores. Y, en nuestra opinión, no queda mucho valor en los bonos de grado de inversión de los mercados desarrollados.

Igualmente, deberíamos comenzar a ver cierta compresión entre aquellas áreas de renta fija que se han beneficiado abiertamente del apoyo del banco central correspondiente y aquellas que no. Los bonos high yield con rating B y CCC, y los de mercados emergentes serán, desde nuestro punto de vista, los más apalancados y, por tanto, más sensibles a las mejoras en el entorno económico subyacente.

La Eurozona parece también empezar a mejorar. Ha necesitado un tiempo, pero la UE finalmente ha presentado un paquete de apoyo encaminado a coordinar un impulso fiscal post pandemia a nivel europeo. Se trata de un fondo de recuperación dotado de 750.000 millones de euros e impulsado por el apoyo alemán y francés. De ese total, 500.000 millones serán donaciones y los 250.000 millones restantes, préstamos reembolsables a través de mayores contribuciones al presupuesto de la UE y nuevas fuentes de ingresos. Esto incluye un plan de comercio de emisiones, un impuesto sobre la importación de altas emisiones y un impuesto a las empresas digitales.

Aún debe ser ratificado por todos los estados miembros y hay una seria oposición por parte de Austria, Dinamarca, Suecia y Holanda al paquete de subvenciones, pero todo parece indicar que puede prosperar, lo que nos parece positivo ya que ayudará enormemente a que los Estados más débiles no se queden atrás a causa del efecto económico de la pandemia.

Un aspecto relevante que también merece ser analizado en el mercado de renta fija es que el dólar estadounidense ha estado bajo una gran presión recientemente, si bien no fue realmente una sorpresa dada la cada vez mayor sensación de inminente reapertura de las economías. En este sentido, esperamos que se produzca cierta escalada de la volatilidad en los próximos meses, a medida que el sentimiento deje de ser una percepción para convertirse en un hecho. Una clara sostenibilidad de la recuperación del mercado económico y financiero mundial dejará ver, así, una mayor debilidad del dólar.

Con todos estos factores convergentes, desde el equipo de renta fija de Mirabaud Asset Management seguimos prestando mucha -y especial- atención a los niveles globales de desempleo. Solo si en esta magnitud se produce una reducción significativa y rápida podremos asistir a una verdadera recuperación global, lo que, aparentemente, tiene un precio en los mercados financieros.

Creemos que habrá un cierto incremento de la volatilidad a medida que avancemos en los meses de verano y tengamos más visibilidad del impacto económico y financiero real que ha generado el bloqueo. Desde el equipo de renta fija de Mirabaud Asset Management seguiremos apostando por una gestión ágil, adecuando nuestras posiciones en las carteras a cada momento del ciclo, sin perder el rally, pero asegurándonos de mantener bajo control los niveles de riesgo.

Tribuna de Andrew Lake, director de renta fija en Mirabaud Asset Management

El capital privado, al acecho de una bolsa castigada

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Pixabay CC0 Public Domain. El capital privado al acecho de una bolsa castigada

El Ibex 35 llegó a perder hasta un 30% de su valor desde mediados del pasado mes de febrero ante la incertidumbre y volatilidad generada por la crisis sanitaria del COVID-19. Una tendencia que, si bien la prohibición de los cortos consiguió ralentizar en parte, todavía está lejos de estabilizarse. Algo que están acusando especialmente las compañías de sectores directamente impactados por la pandemia y que ha provocado que muchas empresas españolas tengan precios de saldo, pudiendo ver amenazado el control de su capital.

En este entorno difícil, es previsible que, en cuanto las condiciones del mercado comiencen a estabilizarse, pueda reactivarse la actividad de M&A. Algo similar a lo que ocurrió tras la crisis financiera de 2008. Algún caso estamos empezando a ver estos últimos días en los mercados, prueba de que esta tendencia podrá llegar a ser una realidad en no mucho tiempo y en más ocasiones.

Los movimientos de los últimos meses dan una pista clara sobre quiénes serán los principales animadores del mercado. Así, según Mergermarket, los private equities protagonizaron un tercio de las operaciones corporativas a nivel global en todo 2019. Un protagonismo que parece que seguirá al alza dada la liquidez acumulada por este tipo de firmas. 

Algunos de estos fondos de capital privado han manifestado ya abiertamente sus intenciones, señalando como objetivos prioritarios aquellas compañías que tenían precios muy altos antes de la pandemia y los llamados carve-out deals (venta de unidades de negocio concretas realizadas por grandes corporaciones). Movimientos que se deberían acelerar a medida que las compañías se encuentren con dificultades para conseguir crédito a través de las vías tradicionales y no tengan más remedio que ofrecer importantes descuentos. 

Aun así, es cierto que estas oportunidades deben convivir en el corto plazo con las necesidades que puedan tener las actuales participadas de estos fondos. De hecho, muchas de estas firmas se están viendo obligadas a aportar liquidez adicional o incluso a recomprar deuda de las compañías que integran sus carteras. Situación que los grandes jugadores internacionales con vehículos de inversión recientemente formalizados pueden sobrellevar con mayor facilidad. 

Otro elemento que hay que tener en cuenta en este nuevo contexto es el potencial resurgimiento de operaciones no solicitadas u hostiles. Cada vez más, los fondos activistas emplean tácticas del capital riesgo, mientras éste desarrolla campañas activistas en las empresas donde invierte. El principal motivo es que sus empresas objetivo son en muchos casos las mismas. Además, las aptitudes de ambos inversores están estrechamente alineadas y resultan similares: cuentan con astucia clara para detectar empresas infravaloradas, así como con los conocimientos técnicos para reestructurarlas y gestionarlas adecuadamente para impulsar la creación de valor.

En este sentido, recientemente Lazard indicaba que, una vez que las recientes turbulencias disminuyan, surgirán oportunidades para que firmas de capital privado con experiencia presenten un argumento creíble a favor del cambio, y puedan a partir de ahí iniciarse campañas activistas. Además, es importante destacar que esta realidad afecta a cualquier compañía cotizada. De hecho, y lejos de la creencia de que solo las grandes empresas se enfrentan a este tipo de situaciones, según Activist Insight, son las empresas de mediana capitalización los objetivos preferidos de los activistas.

Ante este escenario, será clave que las empresas identifiquen bien a sus accionistas, entendiendo las diferentes perspectivas de inversión de cada uno. Solo conociendo sus motivaciones de antemano se podrá evaluar la mejor forma de afrontar sus críticas y de impactarles con la visión a largo plazo de la empresa. Para ello, el consejo de administración tendrá que actuar como si mirara la propia compañía a través de los ojos del activista más agresivo.

La falta de visibilidad y de comunicación sobre las perspectivas aumenta el riesgo de que algunos accionistas se sientan atraídos por ofertas con un precio superior a la cotización actual de las acciones, incluso si esas ofertas son significativamente inferiores al valor intrínseco de la empresa. Por ello, hay que entenderles y transmitirles el valor del actual proyecto corporativo.

En esas condiciones, es clave utilizar la comunicación para impactar al mercado. Escoger un perfil público bajo no puede servir de excusa para la inactividad. Las empresas deben tener identificados a sus grupos de interés y establecer con ellos una relación de cercanía. En cualquier caso, aunque lo ideal sea evitar un ataque (proxy fight o campaña), para afrontar con posibilidades de éxito este tipo de situaciones es imprescindible estar preparado y contar con una organización engrasada para ello.

Tribuna de Jorge López Zafra, director senior, y Luis Guerricagoitia, director de comunicación financiera de LLYC

La vacuna contra el COVID-19: un sprint por las soluciones

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Pixabay CC0 Public Domain. La vacuna contra el COVID-19: el sprint por las soluciones

La batalla de la salud pública contra el COVID-19 puede estar en sus primeras fases. Más de dos meses después de que comenzaran los cierres en toda Europa, está claro que no habrá vuelta a la plena normalidad que conocíamos. El pasado 13 de mayo, la OMS dijo que el virus puede simplemente hacerse endémico, y «no desaparecer nunca», como el VIH, el paludismo o el sarampión.

Los desarrollos más rápidos de vacunas incluyen el Ébola y las paperas, que tardaron uno y cuatro años respectivamente en llegar a los enfermos. La vacuna contra el virus del Ébola pasó de las pruebas de seguridad a una versión experimental en menos de un año y ha ayudado a controlar dos brotes desde 2014. 

Las vacunas existentes para el coronavirus del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) y del MERS (Síndrome Respiratorio del Medio Oriente) nunca fueron autorizadas, y es posible que la exposición al SARS-CoV-2, causante el COVID-19, no cree inmunidad con el tiempo, ya que los supervivientes parecen generar pocos anticuerpos. Otros virus, como el de la gripe, son capaces de mutar tan rápidamente que se necesita una nueva vacuna cada año.

La innovación y los avances tecnológicos se aceleraron durante los conflictos mundiales del siglo XX, y el desarrollo de una vacuna para el COVID-19 está avanzando a un ritmo más acelerado que los desarrollos de medicamentos típicos a medida que se movilizan más recursos en todo el mundo. Sin embargo, aún quedan muchas incógnitas.

¿Cómo de pronto tendremos una vacuna?

Los plazos para el desarrollo de la vacuna están llenos de incógnitas. En circunstancias normales, el proceso puede llevar una década o más. Además, los plazos dependen de si se refieren a una primera vacuna eficaz, a la primera vacuna de uso experimental de emergencia, a la primera vacuna autorizada o a la primera dosis fabricada en masa. La distribución y la asequibilidad, ya discutidas en términos nacionales y políticos, se convierten entonces en un problema.

Y el tiempo es esencial. La velocidad a la que las economías del mundo pueden reabrir completamente depende en gran medida de la rapidez con la que una vacuna esté disponible. Decenas de equipos de investigación están desarrollando tratamientos, incluyendo una colaboración entre GSK y Sanofi, dos de los mayores fabricantes de vacunas del mundo. Las dos empresas esperan comenzar los ensayos clínicos en el segundo semestre de este año, lo que permitirá disponer de «cientos de millones de dosis» a finales de 2021. Cuanto más global sea la distribución final, mejor será el resultado para la salud pública.

Un ensayo limitado de Moderna, Inc. en los EE.UU. informó hace escasos días que sus pruebas mostraron una respuesta inmune de un ensayo de fase I, sin efectos secundarios graves. La empresa espera comenzar un ensayo de fase III en julio.

Un mejor juego de herramientas

Hemos sostenido sistemáticamente que una respuesta y una contención eficaces del virus dependen de tres elementos: la respuesta de salud pública para evitar que la pandemia supere la capacidad médica, el aporte monetario para mantener el funcionamiento de los mercados y el estímulo fiscal para compensar a las empresas y los consumidores por la pérdida de puestos de trabajo y permitir una rápida recuperación económica.

A falta de una vacuna, el mundo ha mejorado sus herramientas para hacer frente a la crisis, desde una mayor capacidad hospitalaria, medidas de distanciamiento social y la adaptación de la logística necesaria para mantener los envíos de alimentos en movimiento. Incluso se están empezando a solucionar los cuellos de botella en la producción y el suministro de equipos de protección médica. El mundo está en mejores condiciones de gestionar cualquier segunda oleada, incluso sin una vacuna, en comparación con hace apenas dos meses.

Quedan muchos desafíos, médicos, financieros y estructurales. La crisis ha puesto de relieve las desigualdades y la precariedad de la existencia de muchas personas, incluidas las que padecen hambre como consecuencia directa de la pérdida de trabajo remunerado y carecen de una red de seguridad social, incluso en aquellas naciones más ricas.

Falta de sabiduría

El historiador y filósofo Yuval Noah Harari sostiene que la humanidad puede derrotar la pandemia porque los patógenos operan a través de «mutaciones ciegas», mientras que la ciencia avanza a través de los datos. Sin embargo, este profesor dijo en una entrevista reciente que «tenemos el poder de detener esto, pero hasta ahora nos falta la sabiduría necesaria». La falta de liderazgo y la falta de voluntad de cooperar, ha argumentado, se combinan con los ataques políticos y la falta de confianza en los medios de comunicación, la ciencia y los conocimientos técnicos en general, lo que socava el argumento a favor de una respuesta internacional.

La crisis del COVID-19 sigue siendo tanto sobre la respuesta política como sobre los desafíos de salud pública. En todo este tiempo, se han expuesto una serie de respuestas gubernamentales a la pandemia que son y serán analizadas y juzgadas con dureza.  

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha culpado regularmente a China por el brote y ha repetido teorías que no están respaldadas por sus propios servicios de inteligencia. Aun así, no es el único líder que intenta evitar la responsabilidad de manejar la pandemia. Se ha informado de que China ha tomado represalias contra una investigación del gobierno australiano sobre los orígenes del brote con prohibiciones de importación de carbón, cebada y carne de vacuno australianos.

Dado que los virus no respetan las fronteras nacionales, la mejora de la atención sanitaria debería ser una prioridad universal, no nacional. Mientras el virus esté circulando, puede mutar en algo más peligroso e infectar, o reinfectar, a las poblaciones.

Hace unas semanas, la Asamblea Anual de la Salud de la OMS acordó una hoja de ruta para la cooperación internacional en materia de investigación, propiedad intelectual y distribución de una eventual vacuna. Esto requiere una revisión de la forma en que pensamos sobre el desafío de la salud pública, y cómo se financia. Los EE.UU. advirtieron que están suspendiendo su financiación a la OMS, lo que puede perjudicar el apoyo internacional a las naciones más vulnerables.

«La salud no es un coste», dijo el Director General de la OMS, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, «es una inversión». Esta necesidad de inversión es global. Una vez que los peores efectos de la pandemia hayan quedado atrás, esperamos ver un crecimiento de los valores de la atención médica, que junto con la tecnología de la información, dominan los índices de los EE.UU. Por esta razón, hemos aumentado nuestra exposición a los mercados de valores de los EE.UU., y hemos reducido nuestra exposición a las acciones europeas.

Tribuna de Stéphane Monier, jefe de inversiones de Lombard Odier

Chile ante la crisis del COVID-19

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Wikimedia Commons. Chile ante la crisis del Covid-19

Por muchos motivos, la crisis económica provocada por el COVID-19 puede sin duda calificarse como una de la más sorprendentes de la historia, aunque solo sea por el hecho de ser una crisis global que, a diferencia de la de 2008, afecta de lleno a la economía real e impacta a todos los países y a todo el conjunto de la sociedad.

Desde el punto de vista de su repercusión en los mercados financieros la crisis también está siendo peculiar. En las Bolsas se ha pasado, sin solución de continuidad, del mercado bajista  más rápido e intenso de la historia en marzo ( caída de un 45% en poco más de un mes) al mercado alcista también más rápido e intenso de la historia en abril y mayo, con fortísimas alzas que, pese a los continuos datos económicos negativos, han llevado al índice Nasdaq a superar de nuevo los máximos históricos de todos los tiempos y al S&P a estar por encima del nivel en el que estaba a principios de año.

A la vista de esa evolución de los mercados financieros, cabe preguntarse si las alarmantes previsiones de los organismos multilaterales (FMI, OCDE, Banco Mundial,…) que pronostican la mayor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, son realmente fiables. Si lo fuesen los mercados financieros no deberían estar en niveles tan altos.

La singularidad de la crisis se extiende también a lo sanitario. Lo que se presentó como una terrible pandemia empieza a desinflarse en los países que primero la padecieron, en los que, como sucede en España, hoy apenas hay ya contagios y prácticamente cero fallecimientos. Muchos expertos en salud dicen que no habrá una segunda oleada.

¿Ha sido todo un mal sueño? ¿Hemos despertado de la pesadilla? Tal vez, pero el mundo al que volveremos cuando pase la pandemia tampoco es tan idílico como algunos imaginan.

Además de los efectos en “cadena” que el confinamiento y la paralización de la economía tendrán sobre el consumo y la inversión, el mundo post Covid deberá enfrentarse a los problemas que había ya antes de la llegada del coronavirus. La desaceleración del crecimiento global era ya anterior a la epidemia, y también lo era la ralentización del comercio internacional (en 2019 el comercio internacional decreció por primera vez en once años) agravada por el conflicto entre China y EEUU. Los problemas de una Europa que no acaba de tener un marco institucional adecuado estaban ya ahí antes y no han desaparecido, a pesar del magnifico programa de estímulo presentado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

A esos problemas que, insisto, ya estaban ahí se une ahora la enorme deuda generada por todos los programas de estímulo puestos en marcha. Los Bancos Centrales y los Gobiernos han actuado con rapidez y contundencia, pero dejan un gigantesco volumen de deuda, que se une a la que ya existía, y que limita enormemente el crecimiento futuro.

En este escenario de casi segura contracción y de profunda transformación disruptiva, una transformación que no es nueva pero que el coronavirus ha acelerado y amplificado, la pregunta es cómo afronta Chile la situación. Como todos los países, Chile deberá hilar fino para superar un desafío sin precedentes como el generado por la pandemia, pero cuenta con algunos elementos positivos para salir del reto comparativamente mejor que otros países.

El primero es que el principal socio comercial de Chile es China/Asia, que es precisamente la zona del mundo más dinámica y la que va a salir (de hecho ya está saliendo) antes y mejor de la crisis que ninguna otra. El segundo es que disfruta de unos equilibrios macro económicos (deuda pública, posición financiera externa, cuentas exteriores,…) envidiables. El tercero es que dispone de una población joven y bien formada y de un marco jurídico e institucional sólido, aunque siempre mejorable.

Obviamente Chile también tiene asignaturas pendientes, como la economía informal, la desigualdad social, o un mayor desarrollo de los mercados financieros para canalizar los ingentes recursos de capital que van a ser necesarios en el mundo que viene, que es un mundo de eso que ahora se llama “reinvención”.

Creo que Chile puede superar esas asignaturas pendientes porque, una vez mas, en esta crisis ha aflorado otra de las virtudes de Chile , que es enfrentarse a los problemas con seriedad y con esfuerzo. Chile se ha tomado muy en serio la crisis y hace bien, porque, como ya he dicho, creo que es una  crisis profunda, tanto en términos cuantitativos de contracción del PIB global como en términos cualitativos de transformación de la sociedad y de la economía. Afrontarla con todo el rigor que requiere es importante, y creo que el Gobierno y la sociedad chilena lo están haciendo así.

Un enfoque todoterreno para la renta fija

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Pixabay CC0 Public Domain. Un enfoque todoterreno para la renta fija

Un fondo de renta fija debería comportarse como tal y no como un fondo de renta variable. Esto parece obvio, pero la realidad es que hay una correlación elevada entre la renta variable y el comportamiento de muchos productos de renta fija global flexible.  Y, sinceramente, creo que eso no es lo que buscan los inversores. 

Por eso, en junio de 2016 lanzamos en Reino Unido una estrategia de renta fija global flexible con una misión doble: intentar ofrecer una rentabilidad superior a la de su índice de referencia (Bloomberg Barclays Global Aggregate Index), manteniendo una correlación casi nula con la renta variable global.

Debido al entorno de bajos tipos, con la deuda pública de muchos países incluso en tipos negativos, los gestores hemos tenido que buscar otras fuentes de rentabilidad. Muchos fondos de renta fija flexible han incrementado su exposición a emisores corporativos, tanto de grado de inversión como high yield. Una consecuencia de esto ha sido que la correlación con el comportamiento de la renta variable también se ha elevado. De este modo, los clientes dejan de percibir los beneficios que ofrece la diversificación dentro de las carteras.

Para superar esta situación, decidimos crear una estrategia de renta fija global, sin restricciones, capaz de identificar las mejores alternativas de inversión en cuatro áreas principales: duración/curva de tipos, crédito, inflación y divisas. El objetivo es intentar generar una rentabilidad superior a la del índice, de la manera más eficiente, lo que implica tomar con total flexibilidad posiciones fuera del universo convencional de la renta fija cuando lo consideremos necesario. Y siempre con foco especial en el uso de los instrumentos más líquidos disponibles. 

Hemos demostrado que es posible obtener una rentabilidad positiva (desde su lanzamiento, la estrategia ha logrado batir a su índice de referencia en un 6% anual*), a la vez que hemos mantenido una correlación del 0,01 frente al índice de renta variable global MSCI World.

Reacción frente a la crisis

Desde comienzos de año, ya nos parecía que los bonos corporativos cotizaban a unas valoraciones excesivas y por eso teníamos relativamente poca exposición a ellos. Al comenzar a ver los posibles efectos que la pandemia del COVID-19 podría tener, decidimos reducir al mínimo el peso de la renta fija corporativa en la cartera. Esto nos ayudó a sortear bien el periodo de venta masiva del primer trimestre. De hecho, hasta el 23 de marzo, nuestro fondo obtuvo una rentabilidad positiva del 7,6%, a pesar de las caídas*. 

A partir de entonces, tras la intervención de los bancos centrales, y en vista de las atractivas valoraciones a las que cotizaban muchos bonos de buena calidad, decidimos incrementar la exposición a este tipo de emisores. Sobre todo, hemos podido invertir en  las nuevas emisiones de compañías como Disney, Coca-Cola, MasterCard, Nestlé, UPS, P&G o McDonald’s**. 

Veíamos nuevos títulos salir con un descuento de entre 30 y 60 puntos básicos frente a otros bonos que el mismo emisor tenía ya cotizando en el mercado secundario. Hemos encontrado puntos de entrada que no se veían desde los mínimos del mercado de renta fija privada en 2009. La clave era tener la liquidez suficiente a mano como para poder sacar partido de ello.

La cartera, por tanto, ha pasado de estar casi completamente invertida en deuda gubernamental antes de la caída del mercado a tener en torno a un 50% de exposición a renta fija privada a cierre de abril***. La recuperación de las últimas semanas ha validado nuestra decisión. El fondo, a cierre de abril, registra una rentabilidad neta del 19,2% en el año en su clase institucional cubierta en euros*.

Y seguimos pensando que elevar la exposición a emisores privados de alta calidad sigue siendo acertado en el momento actual. Los paquetes de estímulo y los bajos precios del petróleo tienen que ayudar a que las economías puedan comenzar a recuperarse de manera decidida en la segunda mitad del año.

Gráfico bono

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De momento, mantenemos una actitud de cautela tanto frente a los bonos de alta rentabilidad (high yield) como frente a las emisiones de mercados emergentes, con un fuerte sesgo hacia posiciones más defensivas y, dentro de la renta fija privada, una apuesta por los títulos de alta calidad crediticia. Vigilar la liquidez de la cartera y una disciplinada gestión del riesgo resultan básico en un entorno como el actual.

En total, la estrategia supera ya los 1.600 millones de euros de patrimonio, de los que más de 140 millones corresponden al fondo luxemburgués que lanzamos en noviembre de 2019 y que está a disposición de los inversores de Europa continental.

Tribuna de Mike Riddell, gestor del fondo Allianz Strategic Bond y autor del blog BondIssues.com.

 

 

Nota:

*La rentabilidad pasada no es un indicador fiable de resultados futuros.

**Esto no es ninguna recomendación o incitación a comprar o vender ningún valor en particular. Los valores mencionados como ejemplo más arriba no estarán necesariamente incluidos en la cartera al momento de publicarse este documento o en un momento posterior.

*** Esto es únicamente a modo de guía y no es indicativo de asignaciones futuras.

Cinco lecciones del COVID-19

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Cinco lecciones del COVID-19
Foto cedida. Cinco lecciones del COVID-19

La Gran Inestabilidad: esta es la temática o etiqueta que elegimos el año pasado para describir la fragilidad de la economía y la sociedad global de cara a 2020. Está inspirada por el contraste con un periodo muy distinto conocido como la Gran Estabilidad: un pasado vago, pero no tan distante, en los años previos a la crisis financiera global, en los que parecía que la economía había alcanzado el “nirvana”. Una pandemia global no era precisamente un tema que tuviéramos en mente cuando elegimos esta temática o etiqueta de “la Gran Inestabilidad”, pero encaja bastante bien con el concepto general. Al fin y al cabo, el mundo ya era, y seguirá siendo, un lugar volátil.

Por supuesto, el brote de COVID-19 plantea un peligro claro e inminente para la humanidad, y la prioridad inmediata de las autoridades es salvar vidas y evitar el colapso de la economía. Sin embargo, los inversores profesionales deben concentrarse en monitorizar la evolución del virus, comprender la respuesta de las autoridades y calibrar su impacto en los mercados desde una perspectiva que contempla dos frecuencias: una alta y otra baja. En otras palabras: qué rumbo tomarán los mercados en las próximas 24 horas, pero también en los próximos 12 a 24 meses, cuando vuelvan a imponerse los fundamentales.

Este artículo se concentra en la importancia de no perder de vista el medio plazo. La sociedad acabará ganando la guerra contra el virus, y el sistema seguirá siendo fundamentalmente frágil. Comprender las fuentes de la Gran Inestabilidad y lo que esta significa para las sociedades, las economías y los mercados seguirá siendo crucial para los inversores.

En este contexto, hemos identificado cinco lecciones:

1. El riesgo de sucesos extremos: la pandemia no es la excepción que confirma la regla, sino la última de una larga serie de conmociones. Estos riesgos derivados de sucesos extremos y de alto impacto ponen en peligro la estabilidad del sistema, pero se pierden fácilmente de vista al evaluarse los sucesos más probables. El mundo es más volátil de lo que queremos creer.

2. Un ecosistema frágil: hoy, una red altamente interconectada de empresas caracterizadas por su agilidad, han subcontratado múltiples aspectos del proceso de producción. Mantienen un mínimo de existencias y dependen en gran medida de la tecnología. La globalización, el cambio tecnológico y la competencia han fomentado una economía mundial eficiente pero vulnerable a grandes conmociones disruptivas.

3. Un papel para el Estado: el Gobierno es el único actor capaz de movilizar recursos para desarrollar resistencia frente a los riesgos que describimos antes de que se hagan realidad, y para gestionar la crisis resultante una vez que se materializan. La respuesta contundente frente a la pandemia demuestra que “querer es poder”. No obstante, ello requiere competencia técnica, un sistema político que funcione correctamente y la confianza del electorado.

4. La única alternativa ha terminado: inversores y políticos habían pasado a depender de unos bancos centrales que harían “lo que hiciera falta” para abordar cualquier conmoción y proteger a la economía. Desgraciadamente, la capacidad de las autoridades monetarias para respaldar a la economía ha ido disminuyendo gradualmente, elevando la vulnerabilidad del sistema. En las últimas semanas, los bancos centrales se han quedado sin la poca munición que tenían antes del virus.

5. El día de mañana: la pandemia podría cambiar profundamente a la sociedad y darnos una lección, especialmente sobre la necesidad de abordar seriamente los riesgos derivados de sucesos extremos. Esto propiciaría una respuesta más contundente a la crisis climática y un replanteamiento del papel que juega el Estado en la sociedad. Los nuevos hábitos aprendidos durante el confinamiento y el distanciamiento social podrían conducir a cambios duraderos de comportamiento, incluido el modo en que trabajamos y consumimos.

Pese a su carácter especulativo, creemos que cada una de estas lecciones es importante en el análisis de aquellos inversores con horizontes a largo plazo. En BNP Paribas Asset Management estamos acostumbrados a investigar antes de invertir, y a examinar las cosas desde distintos ángulos.

Tribuna de Richard Barwell, director de análisis macroeconómico de BNP Paribas AM

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Los fondos con criterios ASG muestran su entereza

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Los fondos con criterios ASG muestran su entereza
Pixabay CC0 Public Domain. Los fondos con criterios ASG muestran su entereza

En el primer trimestre de este año, la pandemia del COVID-19 provocó la caída más grave del mercado desde la crisis financiera mundial. Sin embargo, los inversores centrados en cuestiones ambientales, sociales y de buen gobierno (ASG) encontraron cierto consuelo gracias a la relativa resistencia de los fondos con esos criterios.

En este período turbulento, hemos visto que, en general, las empresas con mejores calificaciones ASG han superado al mercado. De hecho, este comportamiento parece ser parte de una tendencia a más largo plazo. Los valores que se encuentran en el quintil superior de la clasificación ASG de Sustainalytics han superado al S&P 500 desde el cuarto trimestre de 2018 y han registrado un rendimiento relativo especialmente bueno durante la corrección causada por el COVID-19.

Se trata de un aspecto significativo porque la pandemia es la mayor crisis de mercado a la que se han enfrentado muchas estrategias con criterios ASG. La mayoría se pusieron en marcha tras la crisis financiera de 2008 y, por tanto, se han beneficiado del mercado alcista que ha persistido durante más de una década. Ahora, sin embargo, ese mercado alcista ha llegado a un final dramático. Y los fondos ASG parecen haber salido de la crisis en buena forma.

Sin embargo, debemos ser cautelosos al hacer cualquier afirmación sobre este comportamiento a corto plazo, o al darle alguna importancia particular. Después de todo, el atractivo esencial de los fondos que incorporan factores ASG es su enfoque a largo plazo, a través de la buena gobernanza y la sostenibilidad social y ambiental.

También puede que su mejor comportamiento a corto plazo se deba más a su posicionamiento sectorial que a las credenciales ASG de sus acciones. Por ejemplo, muchos de estos fondos tienden a tener una alta ponderación en el sector de la salud y una menor ponderación que los fondos tradicionales a energía o industria, más expuestos a la repentina caída de la actividad económica.

Aunque estos factores han sido beneficiosos para los fondos ASG, su posicionamiento está diseñado para lograr un impacto positivo a largo plazo, no para proporcionar cualidades defensivas a corto. Los fondos basados en la sostenibilidad han mostrado sistemáticamente menor vulnerabilidad a las crisis que los tradicionales. Así que no deberíamos descartar su carácter defensivo inherente.

Dicho esto, cabe recordar que los mercados volátiles tienden a ser altamente rotativos. Las acciones que mejor se han mantenido durante la corrección no tienen por qué ser los principales beneficiarios de un rebote en el sentimiento. Es posible, por ejemplo, que las empresas muy contaminantes suban con fuerza. Los fondos ASG deberán demostrar su potencial de manera más significativa una vez que la primera fase de la recuperación económica se haya completado. A medio plazo, existe la oportunidad de «reconstruir mejor», es decir, de establecer una economía más limpia y más ecológica que, en última instancia, sea más sostenible.

Esto podría implicar un cambio hacia una «economía circular», en la que no se desperdicien recursos y en la que se priorice el reciclaje. Algunos gobiernos ya están dando pasos importantes en esta dirección. En la Unión Europea, se ha acordado que la recuperación debe ser coherente con la «transición verde»; y, en Corea del Sur, se ha anunciado un «acuerdo verde» para estimular la economía y el objetivo de cero emisiones netas para 2050. Sin embargo, esos avances no pueden darse por sentados. El gobierno estadounidense, por ejemplo, está favoreciendo a las empresas de combustibles fósiles en detrimento de los productores de energía limpia en sus esfuerzos por estimular la economía.

Cualquier movimiento hacia una economía más verde debería recompensar el enfoque ambiental de los fondos ASG. Pero los aspectos sociales y de gobernanza también pueden recibir una atención renovada durante la recuperación. Esta crisis ha puesto de relieve grandes desigualdades sociales y no cabe duda de que la pandemia cambiará la forma en que funcionan nuestras sociedades. Las empresas que se ocupen de estas desigualdades y adopten prácticas comerciales responsables estarán en mejores condiciones de adaptarse al nuevo mundo que surge a su paso. Los que trabajan para asegurar el bienestar de sus empleados deberían tener una fuerza laboral más saludable, resistente y estable.

Y lo más importante: la gobernanza (la G del ASG) será crucial para que empresas puedan salir de la crisis en buena forma, con una operativa mejorada y una mayor reputación. Al identificar estas empresas, los gestores de las estrategias ASG pueden ofrecer a los inversores la perspectiva de invertir en un futuro mejor y más sostenible.

En última instancia, el mejor comportamiento a corto plazo de los fondos con criterios ASG puede simplemente subrayar las características duraderas y sostenibles de las empresas en las que invierten. Esas son las cualidades que servirán a esas empresas y a sus inversores en el futuro, y que, al mismo tiempo, promoverán los intereses de todos nosotros.

Tribuna de Amanda Young, directora global de inversión responsable de Aberdeen Standard Investments

Renta variable: ¿un rally alcista o un rebote significativo?

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Pixabay CC0 Public Domain. Renta variable: ¿un rally alcista o un rebote significativo?

La gran cuestión que se está debatiendo es si se debería aumentar la asignación a renta variable y perseguir el rally del mercado o no. Aunque mantenemos nuestra preferencia estratégica por los activos de riesgo, estamos convencidos de que tácticamente es más seguro permanecer en el segmento de investment grade (respaldado por el paraguas de los bancos centrales) dado que creemos podría haber una nueva caída de los mercados bursátiles.

El contexto económico se ha deteriorado rápidamente, tanto los datos concretos como el momentum económico han cambiado, perjudicando el sentimiento de riesgo. Reconocemos que el escenario de recuperación a medio plazo que probablemente tendrá lugar más adelante, en 2021, ofrece un potencial alcista significativo. Sin embargo, los mercados de renta variable están anticipando el escenario alcista ahora, en un momento en el que persisten profundas incertidumbres. Dichas incertidumbres se relacionan con las políticas de atención sanitaria sobre los tratamientos. Aunque las pruebas y la vacuna están evolucionando rápidamente, aún quedan muchas cosas por hacer. No hay fecha para disponer de tratamiento o vacuna.

En el aspecto fiscal, debe probarse la capacidad total y mantenerla a medio plazo. La velocidad de implementación es irregular, la calidad del gasto aún debe evaluarse (en términos de composición y objetivos) y la capacidad (de los paquetes fiscales) para recuperar los daños no ha sido completamente estimada.

Por otro lado, los bancos centrales –después haber lidiado con la crisis financiera de 2008- respondieron rápidamente esta vez y permitieron que las condiciones financieras fueran más acomodaticias, especialmente en Estados Unidos. Este fue el factor más convincente para los mercados, que subieron y expandieron sus múltiplos. Aquí es donde detectamos la peligrosa inconsistencia de la caída de la generación de beneficios por acción y retornos totales moviéndose al alza. Por el contrario, los rendimientos de los bonos y los precios del petróleo se han mantenido deprimidos y el rebote no ha beneficiado demasiado a las áreas cíclicas. Las revisiones de beneficios apuntan a una bajada pronunciada a mínimos históricos, impulsando las ratios P/E hacia sus máximos.

En 2009, vimos una recesión de los beneficios y los esfuerzos de los bancos centrales allanaron el camino para que desarrollara completamente un régimen de reflación de activos. Actualmente, las valoraciones (percentiles P/E sobre los beneficios de 2020) son completamente diferentes, con la mayoría de los índices de renta variable ya en máximos. De hecho, un MSCI US valorado en el percentil 84 puede no ofrecer la mejor opción posible para una subida. Esta es la principal diferencia entre la situación actual y la de 2009. 

En este último caso, los P/Es ya estaban en sus percentiles bajos y las políticas monetarias no convencionales de los bancos centrales permitieron un movimiento alcista en renta variable. La única excepción es el TOPIX, que actualmente se encuentra en un percentil más bajo y muestra valoraciones más razonables. Se podría argumentar que esto se debe a que Japón ya está en recesión, pero en comparación con otras economías avanzadas, es probable que sufra un shock posterior, aunque menor, con el brote del Covid-19 contenido en gran medida. Los bloqueos sin precedentes y las respuestas de política monetaria y fiscal nos ayudan a mantener nuestra preferencia «estratégica» por los activos de riesgo, pero las elevadas valoraciones no ofrecen la mejor ventaja posible.

Como conclusión, se podría decir que las políticas monetarias no convencionales han vuelto a provocar una reflación de los precios de los activos. Sin embargo, en comparación con 2009, actualmente los beneficios por acción están deprimidos y los niveles de P / E son tan extremos que es improbable que se registre un mercado alcista impulsado por la expansión de múltiplos.

Tribuna de Monica Defend, directora global de Análisis de Amundi. 

 

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La información contenida en este documento se refiere al 25 de mayo de 2020.

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La COVID-19, factor de aceleración

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En los próximos años, echaremos la vista atrás y analizaremos los efectos que la COVID-19 ha supuesto a escala global; puede que William Hague, antiguo líder del partido conservador británico, tuviera razón cuando afirmó que la COVID-19 aceleraría significativamente las fuerzas y las tendencias existentes.

Basta analizar su impacto en los bloques globales de poder. En la Unión Europea, la crisis sanitaria ha puesto de manifiesto las tensiones existentes sobre si los países del norte de Europa deben pagar las deudas de los países del sur. Al mismo tiempo, la rivalidad entre Estados Unidos y China ha seguido intensificándose y, con ello, todas las repercusiones asociadas para el comercio y la globalización y el papel que desempeñará en el futuro el dólar como moneda de reserva global.

Los efectos económicos de la COVID-19 están acelerando la supremacía global de Asia, pues la rápida aplicación de medidas de confinamiento y la celeridad en la realización de pruebas eficaces y de seguimiento han permitido que las economías de la región se muestren mucho menos dañadas que sus homólogas occidentales. Es probable que aumenten las tensiones políticas ante las decenas de millones de personas que perderán sus trabajos con motivo de la COVID-19, lo cual agudizará la desigualdad, elevará el endeudamiento y aumentará el poder del Estado.

Esta evolución está llevando a primer plano políticas como la teoría monetaria moderna, la condonación de deuda, la armonización de los tipos de los impuestos sobre sociedades, rentas básicas públicas y que las compañías muestren una mayor responsabilidad con todos sus grupos de interés (menos deuda, recompras y deslocalización y más aportación fiscal). También nos encontramos con las preguntas de quien posee datos sobre cada uno de nosotros y cómo podrán utilizarse, lo cual abre un debate sobre dónde se encuentran las nuevas fronteras entre el Estado y el individuo. 

Como especialistas en selección de acciones, nos centramos en el impacto que estas tendencias supondrán para títulos concretos y dinámicas específicas de cada sector (a saber, los sectores de calidad y rendimiento altos que poseemos), así como los efectos para nuestros valores.

El efecto acelerador es especialmente evidente en torno a la tecnología. Satya Nadella, CEO de la gran tecnológica estadounidense que mantenemos en nuestras carteras globales, sostiene que la COVID-19 ha conllevado que “dos años de transformación digital se hayan producido en tan solo dos meses”, al virar las compañías hacia el trabajo desde casa. En el ámbito de la tecnología para empresas, esta tecnológica se perfila como ganadora de este giro hacia el hogar dados su plataforma de comunicación y colaboración y sus servicios en la nube.

La COVID-19 está acelerando tendencias existentes, al igual que el crecimiento del comercio electrónico y el miedo a la transmisión están impulsando el viraje del efectivo a las tarjetas, lo cual resulta positivo para las compañías de pagos a largo plazo, incluso a pesar de que el desplome de las operaciones transfronterizas suponga un obstáculo temporal. Aunque es posible que estos giros impulsados por la COVID-19 contribuyan al dominio económico del oligopolio de los gigantes tecnológicos —ya por sus servicios en la nube de hiperescala, ya por sus redes de medios sociales—, el auge paralelo de las inquietudes en torno a la desigualdad, la deuda pública y la privacidad implica que los riesgos políticos y normativos que se ciernen sobre estas tecnológicas deba seguirse detenidamente en los próximos años.

La COVID-19 ha puesto de manifiesto, evidentemente, la importancia de la asistencia sanitaria como sector y arrojado luz sobre si los sistemas sanitarios son suficientemente sólidos en general o si es necesario mejorar las infraestructuras. En caso de que se requiera de más financiación, es posible que las entidades capaces de ofrecer ahorro evolucionen adecuadamente. En el caso de los emisores del ámbito de la tecnología médica en que invertimos, la COVID-19 ilustra la importancia de los datos —no solo utilizarlos, sino también tenerlos, lo cual es fundamental—. Consideramos que esta circunstancia favorece a las compañías dedicadas a los equipos de diagnóstico y realización de pruebas, concretamente, teniendo en cuenta que el 70% de las decisiones médicas se basan en diagnósticos, que suponen menos del 2% de los costes (1). Reconocer que evitar desplazamientos innecesarios a los hospitales es una manera de ahorrar costes asimismo innecesarios a los sistemas sanitarios podría acelerar los tratamientos domiciliarios mediante mecanismos de seguimiento a distancia y telemedicina, por ejemplo, la diálisis en casa.

En el caso de las compañías de consumo estable, la COVID-19 ha demostrado que las grandes marcas importan. Las tiendas están racionalizando con contundencia sus estanterías de marcas de nivel medio y las numerosas marcas nicho de dimensiones menores en vista de que los consumidores del mundo desarrollado se centran en marcas asequibles y conocidas en las que confían. Esto recuerda a los CEO que la confianza es el atributo más potente de que dispone una marca y que debe tratarse con el mayor de los respetos. Este extremo acelerará el cambio en la comunicación de las marcas, que pasarán de aspirar a la comercialización entre los consumidores a lograr que les importen, llevando el objeto a un primer plano, en clave ya de superioridad del producto, ya de su impacto social y medioambiental.

Las medidas de distanciamiento social y confinamiento han brindado a todos los grupos de edad un curso acelerado de comercio electrónico. Una vez las listas de la compra se configuran a través de Internet, resulta improbable que los consumidores vuelvan a caminar por los pasillos de las tiendas. Es posible que las compañías cuyos equipos directivos invirtieron pronto en sus capacidades digitales salgan fortalecidas de la COVID-19 frente a sus homólogas. Una compañía francesa del ámbito de la belleza y otra británica de bienes de consumo en las que invertimos ya generan el 20% y el 10%, respectivamente, de sus ventas a través de Internet, con márgenes y cuotas de mercado equivalentes o superiores a los de sus ventas en tienda.

En todos los casos, es la calidad del equipo directivo lo que determina la resiliencia de la compañía y sus perspectivas de superar con éxito la crisis actual, bien invirtiendo en innovación para seguir resultando relevantes para sus clientes, bien comprendiendo las exigencias de sus grupos de interés y respondiendo a ellas. Siempre hemos puesto de relieve la importancia de contar con equipos directivos competentes a la hora de invertir en calidad, lo cual se torna incluso más evidente ante una crisis global.

 

Columna de Dirk Hoffmann-Becking, Executive Director, y Nic Sochovsky, Managing Director, en el equipo de International Equity de Morgan Stanley Investment Management.

 

Anotaciones:

  1. Fuente: pruebas en puntos de atención, Abbott Laboratories.

 

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Seis consideraciones para el regreso a las oficinas

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Foto: Businessprint. cc0

La planeación del regreso a las oficinas requiere un enfoque integral que considere los distintos aspectos normativos sobre medidas sanitarias y, a la par, los ajustes a lineamientos y procesos de trabajo. En este sentido, el papel de los líderes y comités para atender el tema que algunas organizaciones han implementado se vuelve fundamental.

De acuerdo con el sondeo COVID-19: de la sobrevivencia a la recuperación, realizado por KPMG en México, 65% de las organizaciones mexicanas priorizan brindar certidumbre a los colaboradores y clientes como un objetivo principal ante la pandemia. A continuación, compartimos los elementos a considerar para cada uno de los 6 pilares de la experiencia del talento en la planeación del regreso a las actividades, sea donde se encuentren.

1. Ser empático

Poner ante todo la seguridad y la experiencia del talento, considerando las circunstancias individuales, pues existen miedos legítimos al contagio, más aún en personas con padecimiento o decesos en su familia por COVID-19. Brindar seguridad psicológica es clave, reforzando la comunicación y capacitación en cuanto a medidas y protocolos de atención y apoyo tanto para el personal como para sus familias, lo cual, en caso de contagio, debe ser una prioridad en el regreso a las operaciones en instalaciones físicas.

Por otro lado, el estudio COVID-19 and the American Worker: remarkably resilient with the right support, elaborado por KPMG en Estados Unidos, revela que gracias al cuidado y empatía reflejada en la mayoría de las organizaciones líderes, 94% de su fuerza laboral está más comprometida con la empresa ahora que antes del brote de COVID-19.

2. Personalizar la experiencia

Existen puestos críticos para la operación, que deben regresar a las instalaciones por la naturaleza de las actividades que realizan; sin embargo, quienes están a cargo de esos puestos podrían ser personas de un grupo vulnerable, por sus antecedentes médicos, el lugar donde viven (zonas de alto riesgo por contagios o con transporte precario), con acceso limitado o que estén al cuidado de personas pertenecientes a grupos vulnerables (adultos mayores, madres en lactancia o mujeres embarazadas), lo que haría no recomendable que regresaran a los centros de trabajo. Realizar un sondeo en la fuerza laboral es necesario para generar planes adaptados a las circunstancias individuales del talento, con el objetivo de minimizar riesgos y mejorar su productividad y desempeño.

3. Cuidar la integridad

Las acciones que llevan a cabo las organizaciones reflejan sus valores en todo momento. En este sentido, es fundamental la transparencia y oportunidad en la comunicación sobre la definición de quiénes regresarán gradualmente a las oficinas y cómo se estructurarán los turnos para uso de instalaciones (lugares de trabajo, comedores, salas de juntas, servicios sanitarios, elevadores, entre otros rubros), para atender medidas de seguridad como la sana distancia. Por otro lado, es importante mostrar esos valores en la forma en que se definen los lineamientos de trabajo y el apoyo que se da al talento, a los proveedores y a los socios de negocio.

4. Expectativas

Entender y alinear las expectativas del talento, los proveedores y los socios de negocio permite definir las nuevas reglas de operación, las métricas, los procesos e incluso adaptar las políticas que permitirán respetar las medidas sanitarias y de protección.

Es necesario alinear y acordar nuevos tiempos de respuesta y objetivos, que podrían requerir ajustes considerando el tiempo que deberá invertirse en cumplir las medidas sanitarias (traslados, desinfección al llegar, toma de temperatura, turnos para elevador, entre otros servicios).

Asimismo, hay que entender y evaluar si las personas que regresen a los centros de trabajo, porque la naturaleza de sus actividades así lo requiere, esperan un incentivo o necesitan algún apoyo, por ejemplo, en transporte para promover traslados seguros con medidas de sana distancia, considerando que en ciertas zonas el transporte público es limitado.

En este sentido, no se trata de que el talento elija regresar para obtener un incentivo; únicamente deberían regresar quienes tienen actividades esenciales en el centro de trabajo y no puedan trabajar a distancia por circunstancias particulares.

5. Tiempo y esfuerzo

Los servicios que una persona requiriera en su regreso o aun trabajando a distancia deberán ser ágiles y expeditos; especialmente, aquellos relacionados con solicitud y entrega de equipo de protección, servicios de atención médica o detección temprana en caso de síntomas, trámites de pago de horas extras, anticipos o reembolsos de gastos (por ejemplo, para apoyo en transporte), incapacidades, seguros de gastos de médicos, entre otros.

En cuanto al personal que continuará trabajando a distancia, debe ponerse especial atención a servicios relacionados con la solicitud, entrega y mantenimiento de equipo de cómputo, acceso a plataformas, software, wifi o cualquier otra herramienta de trabajo que se requiera para realizar las labores.

Si una persona se contagiara o, lamentablemente, falleciera, la atención que se les brindara a sus familiares debería ser expedita, y los trámites a realizar, tendrían que hacerse en el menor tiempo y requerir el menor esfuerzo posible. Cuidar al talento y sus familiares permite tener embajadores de marca leales.

6. Resolución

Solucionar los retos del regreso a las operaciones es especialmente relevante cuando se planean, definen y ajustan los procesos y lineamientos, ya que generan situaciones nuevas en las cuales no hay experiencia previa. Tener protocolos para atender un caso sospechoso, casos confirmados, situaciones de emergencia en los centros de trabajo, sanciones por incumplimiento de medidas sanitarias y uso de equipo de protección son solo algunos de los principales aspectos a considerar para prepararse y apoyar al talento a enfrentar eventos disruptivos.

El regreso a actividades da a las organizaciones la oportunidad de demostrar su capacidad de adaptación y resiliencia, así como de hacer patentes sus valores corporativos. Cuidar al talento es una obligación, y, al mismo tiempo, aumenta su compromiso y disposición a ayudar a la empresa a salir adelante en esta crisis sanitaria y económica. La transparencia, la empatía y el trato humano que se dé a las decisiones, la planeación y la implementación de medidas sanitarias son diferenciadores clave en la nueva normalidad.

Columna de KPMG escrita por Olivia Segura