La capacidad de selección en la distribución minorista cobra más importancia que nunca

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Los minoristas que operan establecimientos físicos afrontaron obstáculos estructurales derivados de la amenaza de las plataformas de compra online. Pese a registrar una de las temporadas vacacionales más robustas de la historia en cuanto a nivel de gasto, las ventas en tiendas físicas revelaron un signo negativo en 2019 en el caso de muchos grandes almacenes.

Durante al menos el pasado lustro, muchos grandes almacenes y comercios minoristas han centrado sus esfuerzos en adoptar un modelo de negocio omnicanal, basado en la venta tanto física como digital de productos a través de sus propias plataformas de comercio electrónico o mercados online. Sin embargo, el comercio online constituye una ardua tarea, pues no se traduce directamente en sinergias cuando se combina con los comercios físicos.

Además, muchos comercios siguen acusando una caída de los beneficios pese al éxito del comercio electrónico, dado que los costes fijos asociados a los establecimientos físicos representan un mayor obstáculo para las cifras totales de beneficios a medida que se rota hacia lo digital. Teniendo en cuenta que estas realidades se vuelven cada vez más evidentes al tiempo que experimentamos perturbaciones en la demanda derivadas de la pandemia del coronavirus, prevemos que la tasa de cierres de establecimientos y quiebras de minoristas se disparará. No sabemos cuándo debería reabrir o reabrirá la economía. Aunque podríamos estar ante la recesión más profunda en casi un siglo, su duración sigue constituyendo un interrogante. Ahora bien, con independencia del ritmo de la recuperación económica, ¿cómo deberían plantearse los inversores su exposición a los distribuidores minoristas en las carteras de renta variable y crédito?

¿Qué quieren los consumidores?

Como casi todo lo que tiene que ver con la inversión, reviste cierta importancia volver a fijarse en los fundamentales. ¿Qué valoran los consumidores al comprar? En nuestra opinión, valoran lo siguiente:

  • 1. Oferta variada
  • 2. Comodidad
  • 3. Precios reducidos

Creemos que el comercio electrónico supone una propuesta de valor superior en lo que respecta a la variedad de productos y la experiencia del cliente. Las infinitas estanterías disponibles desde la comodidad del hogar son algo difícil de superar, y más cuando la salud personal está en riesgo. No obstante, los costes representan un campo de batalla en el que los minoristas online afrontan desafíos, y vaticinamos que esto seguirá siendo así en la era posterior a la crisis.

Por consiguiente, consideramos que cobra una relevancia crucial entender la sensibilidad del consumidor a los precios reducidos en comparación con su sensibilidad al abanico de posibilidades y a la experiencia a la hora de ponderar la sostenibilidad del modelo de negocio de cada empresa. Los precios reducidos importan. No cabe duda de que el coste como propuesta de valor crecerá en importancia a lo largo de la recesión. Prevemos que los consumidores se volverán más conscientes respecto del precio, ya que otorgarán prioridad a unos ahorros preventivos a medida que la amenaza de la pandemia se va desvaneciendo.

A pesar de la recesión y el comportamiento pospandémico, por lo general hay dos formas de generar dinero en los establecimientos físicos en un mundo digital. La primera es a través del concepto de grandes superficies con inmensos «carritos de la compra» y una rápida rotación en los inventarios, como ocurre con los grandes centros comerciales y los comercios de los que hay que hacerse socio para comprar. La segunda es a través del concepto de pequeñas superficies con «carritos de la compra» de menor tamaño y una rápida rotación del inventario, como las tiendas de marcas reconocidas y similares. Nosotros somos de la opinión de que cualquier cosa en medio de estos dos formatos no funcionará.

Los comercios de descuento se ven amenazados

Sin embargo, hay segmentos en el vasto universo de la distribución minorista que no se prestarán fácilmente a la venta digital, como los comercios de descuento. Dichos comercios de descuento venden, por lo general, artículos de alta calidad a precios más bajos de lo normal. Su acceso a las mercancías varía, y pueden disponer tanto de artículos de fuera de temporada como de productos procedentes del exceso de existencias.

Un mundo sin tiendas de descuento podría implicar, a buen seguro, que los consumidores harían frente a unos precios más elevados para artículos muy solicitados. En otras palabras, la economía de los comercios de descuento se halla fuera del «punto óptimo» de Internet. En todo esto, reviste igual importancia que los fabricantes de productos de marca aprecien la propuesta de valor que brindan las tiendas de descuento.

A título de ejemplo, las marcas textiles experimentan casi siempre un exceso de inventario y precisan de un medio tanto para vender existencias con descuento sin que se degrade el valor de la marca como para poder vender artículos a su precio completo a través de sus canales primarios. Ofrecer mercancía con descuento en un sitio web constituye la manera más rápida de llevar a cabo una comparativa de precios. Así pues, a efectos de mantener sus marcas, los fabricantes textiles distribuyen el exceso de existencias en muchos outlets. Al mismo tiempo, proporcionan a los clientes una especie de experiencia de «caza del tesoro».

A nuestro parecer, el segmento de comercios de descuento presenta aún margen para crecer y ganar cuota de mercado con el tiempo; este último parámetro ya ha crecido durante la pasada década desde porcentajes de un solo dígito elevado, entre el 7% y el 9%, hasta los dos dígitos bajos, entre el 10% y el 14% en lo que respecta al gasto en productos textiles al por menor y mobiliario para el hogar en Estados Unidos.

Supervivientes fortalecidos

Una década antes, la distribución minorista era un sector que presentaba un exceso de oferta, y lo sigue haciendo, dado que muchos actores del sector solo ofrecen una materia prima. Se daban las circunstancias propicias para la desintermediación. Al mismo tiempo, existía una falsa narrativa que afirmaba que nos convertiríamos en una sociedad sin tiendas. No creemos que esto ocurra, pero pensamos que habrá menos tiendas y que su abanico de ofertas será distintivo. De cara al futuro, consideramos que los minoristas que logren sobrevivir atesorarán una propuesta de valor defendible, ya sea por el coste o por un «factor de forma» como una experiencia o un servicio único.

Pronosticamos una disminución en la fragmentación de la industria, una consolidación, un crecimiento de la cuota de mercado y, en los próximos años, una expansión de los márgenes para aquellos con capacidad de aguante. Llevamos años hablando largo y tendido sobre cómo la facilidad para acceder al capital y unos costes de financiación reducidos han distorsionado el proceso de selección natural del mercado. Creemos que esa etapa ha llegado a su fin. A medida que algunos comerciantes caen y las fuentes de beneficios se desplazan, prevemos una dispersión palpable en el precio de los activos entre los minoristas —tanto en renta variable como en crédito—, lo que creará oportunidades para los inversores que asignan el capital de manera responsable.

 

Columna de Robert M. Almeida, Jr., gestor de carteras y estratega de inversión mundial, y Donald X. Zhang, analista de renta variable en MFS Investment Management.

 

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Invertir en la era del coronavirus

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Elaborar previsiones económicas en el contexto actual resulta sumamente presuntuoso, dado que ello implica, en parte, prever la evolución del virus. En cambio, formular previsiones bursátiles podría parecer mucho más sencillo, puesto que resulta evidente que, en este ámbito, la incertidumbre económica reviste escasa importancia, ya que el apoyo inquebrantable de los bancos centrales hace más las veces de catalizador, paracaídas y barómetro de los mercados.

A corto plazo, estas constataciones nos obligan a capear las fluctuaciones de los mercados con las intervenciones de los gobiernos como brújula y la incertidumbre económica como horizonte. A medio plazo, entre el “cuanto más cambia todo, menos cambia” y el “nada volverá a ser como antes” se perfila, en nuestra opinión, una realidad más sutil que llevará aparejadas ramificaciones decisivas para los inversores.

El mundo se ha vuelto keynesiano

En el plano económico, si bien la subvención de los tipos de interés permitió evitar el peor de los desenlaces durante la crisis de 2008, apenas incitó a la inversión. En esta ocasión, la situación es completamente diferente. Los gobiernos han decidido incrementar drásticamente el gasto público. El déficit presupuestario estadounidense debería representar cerca del 20% del PIB a finales de año y el de la zona euro, el 10%.

Las políticas de compras de activos por parte de los bancos centrales se convierten así en el corolario coherente de esos programas presupuestarios, puesto que facilitan su financiación. Esta situación, que empieza a tomar el cariz de una “monetización” de la deuda pública, justifica, en particular, nuestras marcadas posiciones en minas de oro.

Esta coordinación entre políticas presupuestarias y monetarias constituye una modificación decisiva de la coyuntura macroeconómica para el inversor, al reforzar la importancia que tienen las inversiones del sector público para el crecimiento.

Canalizar el capital disponible con el fin de financiar proyectos cuya rentabilidad resulta incierta rara vez ha constituido una fórmula propicia para el crecimiento. No obstante, determinados proyectos medioambientales ambiciosos que, al asociarse de forma inteligente con el sector privado, sabrán combinar inversión responsable e idoneidad económica constituyen la excepción a este razonamiento. Varios de nuestros fondos están especialmente expuestos a esta temática.

Monitorizar la actitud de los consumidores

Los mercados llevan un mes aplaudiendo la reapertura progresiva de la economía, pero los riesgos de contagio siguen estando presentes, lo que limitará el repunte del consumo.

Además de los miedos en el plano sanitario, el consumo también se ve lastrado por los temores sobre la economía. Los ahorros preventivos deberían seguir incrementándose tanto en Estados Unidos como en Europa. En términos más generales, la economía difícilmente podrá evitar verse penalizada por las políticas de reducción de costes de las empresas y el aumento meteórico de la tasa de desempleo, por no hablar del impacto psicológico derivado de la pérdida de miles de vidas.

Esta conversión a la frugalidad no solo tendrá repercusiones en el plano macroeconómico, sino que conllevará que la actividad económica se oriente más que nunca hacia las soluciones de comunicación, comercio, trabajo y enseñanza más económicas, eficaces y seguras.

Así, esta crisis se perfila como el catalizador de la temible selección darwiniana a la que asistimos desde hace ya varios años: sobrevivirán aquellas empresas que hayan sabido dominar la tecnología para ponerla al servicio de sus clientes. La rentabilidad superior de los valores tecnológicos constituye una tendencia estructural que se ha visto reforzada desde principios de año y, por ende, aún tiene recorrido en los mercados, siempre y cuando sigamos demostrando una gran selectividad, como es lógico.

No dejar cabos sueltos

No podemos subestimar la violencia de la conmoción que están sufriendo la mayoría de las economías del mundo. Tal y como sucede con los temblores sísmicos, después de un periodo de calma, esta crisis puede dar lugar a una serie de réplicas y hacer que fisuras que hoy no tienen trascendencia alguna provoquen mañana fenómenos de rupturas.

Si bien los líderes tecnológicos ágiles saldrán reforzados de esta crisis, no debemos subestimar la selección darwiniana en los sectores más maltrechos. Incluso en el sector del transporte aéreo, los actores más eficientes sobrevivirán y se beneficiarán de los reveses sufridos por sus desafortunados competidores en cuanto mejore la coyuntura macroeconómica.

En calidad de inversores, procede no dejar cabos sueltos ante esta incertidumbre radical sobrevenida por la crisis del coronavirus y mantener unas carteras centradas principalmente en los vencedores estratégicos a largo plazo, así como vigilar estrechamente tanto los riesgos de inestabilidad como las oportunidades tácticas.

Tribuna de Didier Saint-Georges, Managing Director y miembro del Comité de Inversiones Estratégicas de Carmignac

Posibles efectos colaterales positivos del mal manejo de la crisis en México

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Foto: Eneas De Troya . Foto:

Estos últimos meses hemos escuchado y leído hasta el cansancio críticas sobre el actuar del gobierno ante la crisis derivada de la pandemia del COVID-19, y no es para menos. El gobierno mexicano ha decidido implementar medidas pro-cíclicas para combatir la crisis, yendo en contra de todas las recomendaciones de organismos internacionales, de otros gobiernos, e incluso de su propia historia. Hay que recordar que México fue de los primeros países en adoptar medidas contra-cíclicas en la gran depresión de la década de los años 30, a mano del Secretario de Hacienda Alberto J. Pani, las cuales nos ayudaron a salir de la depresión, incluso antes que EE.UU..

Sin embargo, esta vez es diferente. Esta vez estamos nadando contra corriente y las críticas no se han hecho esperar: la recuperación será más lenta que el resto del mundo, se perderán más empleos, algunas empresas quebrarán, se perderá la confianza de muchos inversionistas, y hasta es posible que se pierda el grado de inversión. Todo esto muy cierto. No lo discuto. Sin embargo, no hay que caer en la tentación de dejarnos arrastrar por una perspectiva netamente negativa.

Dado lo anterior, y en un ejercicio de optimismo, intentaré identificar los posibles efectos colaterales positivos que el mal manejo de la crisis podría traer.

Endeudamiento

México es de los países que menor estímulo fiscal ha inyectado a su economía (Gráfica 1). Esto implica que el endeudamiento en forma de déficit fiscal ha sido menor que en otros lados del mundo. Si bien eso podría traer repercusiones de corto plazo (como una recuperación más lenta que nuestros pares globales), también podría significar un mejor balance fiscal una vez que la crisis termine.

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En todo el mundo el endeudamiento va a subir principalmente por 3 razones: 1) por un aumento importante en el déficit; 2) por una caída importante en el PIB; 3) en el caso de la deuda denominada en moneda extranjera, por una depreciación de su moneda.

En el caso de México, la baja en el PIB y el efecto de depreciación de la moneda jugará un papel importante, pero no así el déficit. En ese sentido, sí veremos un incremento en el endeudamiento como porcentaje del PIB, pero pronostico que el aumento será menor que en otros países. En un cálculo de escenarios, estimo que en el escenario base, la deuda sobre PIB crecerá 10% (Gráfica 2), contrario a Alemania, por ejemplo que, por puro déficit fiscal, su deuda crecerá 30%.

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Esto hará que, comparativamente, México termine con un endeudamiento más modesto que el resto de los países que implementaron amplios apoyos fiscales.

Bono Poblacional

Otro punto importante por resaltar con relación al endeudamiento y al crecimiento del PIB es el bono poblacional, es decir, la tasa de crecimiento poblacional del país. Si bien México ha ido perdiendo su bono poblacional a lo largo de las últimas décadas, sigue alto con relación a otros países, sobre todo a los países desarrollados. Actualmente, la tasa de fertilidad de la población mexicana es de 2 a 2,15 hijos por mujer, muy por encima que en Europa y Japón (menor a 1,5 hijos).

Hay que recordar que, si se dan ciertas condiciones sociales y económicas, el crecimiento poblacional puede traducirse casi en su totalidad a crecimiento del PIB. En este sentido, el bono poblacional podría ayudar a México en relación a otros países a mejorar su crecimiento y, por lo tanto, a reducir su endeudamiento como relación del PIB de manera más rápida.

 

Segunda ola

El manejo de la pandemia en México ha sido desastroso. Dado el nivel de informalidad en la economía, la cuarentena se ha cumplido a medias, y no se ha logrado aplanar la curva de contagios. 

Otros países, como España, fueron muy exitosos al aplanar la curva, sin embargo, esto se presenta como un arma de doble filo. En un estudio realizado en mayo por el Instituto de Salud Carlos III, con una muestra de 70.000 españoles, se encontró que sólo el 5% de la población tenía inmunidad ante el COVID-19. Esto quiere decir que el 95% de la población seguía siendo susceptible a enfermarse. Es decir, España, aunque exitoso al momento de aplanar la curva, no logró inmunidad de rebaño.

Dado este escenario, es altamente probable que, ante la ausencia de una vacuna, España presente una segunda ola de contagios agresiva, y se vean forzados a volver a cerrar parcialmente su economía. En el caso de México es posible que esto no suceda por el mal manejo actual de la pandemia. En México es probable que la inmunidad de rebaño sea mayor y, por lo tanto, que los efectos de una segunda ola sean menos agresivos. 

Popularidad AMLO y MORENA3
Otro efecto colateral positivo es la pérdida de popularidad de AMLO en las encuestas de mayo. Si bien habíamos visto un repunte de la popularidad en abril, en mayo volvió a caer a niveles mínimos de su gestión (Gráfica 3).

Por otro lado, la popularidad de Morena ha ido en franca caída. El problema es que ningún otro partido ha sabido capitalizar este descontento y, a cierre de marzo, el número de indecisos estaba alrededor del 60%. Creo que esta situación no es tan apremiante, pues las elecciones del 2021 tendrán un tono mucho más regional que las que se celebrarán en 2024, por lo que los actores políticos que participen en ella no necesariamente deberán tener una proyección nacional como la que se espera que tengan en las elecciones presidenciales.

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Cobertura Reservas internacionales

Por un momento imaginemos que se detienen todas las exportaciones que México hace al extranjero (es decir, no nos entra dinero al país por ventas internacionales), pero el ritmo de importaciones no se detiene. La cuenta corriente traería un déficit importantísimo. Además, toda la deuda local (denominada en pesos) en mano de extranjeros es vendida (alrededor del 24% de la deuda en circulación), es decir, los extranjeros salen en desbandada del país. Esto implica que la cuenta financiera presentaría un déficit altísimo.  Además, el gobierno tiene que pagar el servicio de la deuda externa, y los vencimientos de corto plazo.

En pocas palabras, hay una salida importantísima de dólares del país. Todo lo anterior sería desastroso. Sin embargo, algo positivo que dejó el “periodo neoliberal” son fundamentales fuertes para poder hacer frente a situaciones como esta. Las reservas internacionales están cercanas a máximos históricos y constituyen un “ahorro” en moneda externa que podría usarse ante posibles casos de salidas fuertes de capital, o baja en las exportaciones.

De darse esta situación, el nivel de reservas actual alcanzaría en su totalidad para financiar todas las importaciones, una desbandada de extranjeros de la deuda local, y el servicio y vencimiento de la deuda externa de corto plazo. Y, si además incluimos la línea de crédito flexible que México tiene con el FMI, sobrarían alrededor de la mitad de los recursos disponibles (Gráfica 5).

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Comercio externo

Si bien el comercio externo tuvo su peor caída de la historia, al interior de esa caída podemos observar que la mayoría está explicada por el sector automotriz. Dicho sector ha empezado a producir de nuevo (el corredor de Querétaro al 30%, y Puebla para la segunda quincena de junio), por lo que la reactivación del comercio externo podría sorprender al alza. Asimismo, hay presiones fuertes por parte de EE.UU. para que esta reactivación se dé lo más rápido posible.

En este sentido, el comercio externo podría ayudar a apuntalar la recuperación económica de México, tal como sucedió en la crisis de 2009.

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México entre Mercados Emergentes (ME)

México aún goza de ciertas características que lo hacen atractivo al inversionista global, a saber, 1) profundidad de mercado, es decir, la capacidad que tiene el inversionista de entrar y salir del mercado sin generar disrupciones importantes; 2) Tasa de interés atractiva; 3) Calificación crediticia en grado de inversión.

Esas 3 características son muy apreciadas por el inversionista global y, de hecho, solo hay 2 mercados emergentes que las poseen: México e India. Seguir perteneciendo a ese selecto grupo es de vital importancia para mantener la estabilidad del mercado interno, y para seguir captando flujos de capital en el país. 

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Si bien México está atravesando una de sus peores crisis, y lo está haciendo con un liderazgo distinto al que las normas globales dictan, hay algunos elementos que podrían beneficiarnos en el mediano plazo. El hecho de que la crisis sea de índole global alivia cierta presión a México y, aunque el golpe inicial será violento y profundo, en el mediano plazo la situación podría verse más positiva. 

Sin embargo, no perdamos nuestra capacidad de sorprendernos si las decisiones que se tomen más adelante resultan más perjudiciales que beneficiosas.

Columna de Franklin Templeton México, escrita por Luis Gonzali, CFA

¿Sobrevivirán las afores?

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Foto: Carl Campbell . Foto:

Recientemente el presidente López Obrador declaró que el sistema de pensiones de México requiere una revisión para poder asegurar pensiones suficientes a los trabajadores.  Tiene razón en que es necesario revisarlo, se deben buscar cambios que realmente mejoren el nivel de las pensiones y aseguren la viabilidad financiera del sistema, para que no tenga el gobierno que estarle asignando recursos en el tiempo. 

La forma más evidente de incrementar las pensiones es aumentando la aportación durante la vida laboral.  Sin embargo, en la actual crisis económica generada por el coronavirus Covid-19, en un contexto de desempleo y caída de la producción, es poco probable poder incrementar la aportación de los trabajadores y empresarios.  Para los trabajadores implicaría una reducción de su ingreso disponible y por lo tanto menor consumo, para las empresas un mayor costo de la mano de obra y por lo tanto dispuestos a contratar menos personal, cuando lo que necesita el país es que se genere la mayor cantidad de empleos posibles. 

Otra forma es aumentar la edad de retiro. De esta forma el periodo de acumulación se incrementa y los años de pensión disminuyen. El costo de esta medida se diluye en el tiempo. Sin embargo, esta decisión es políticamente muy difícil. A inicios de 2020 en Francia se propuso aumentar la edad de jubilación y generó estallido de huelgas y demostración de magnitud tal que el gobierno tuvo que retractarse de su propuesta. 

Es necesario que se genere un debate técnico sobre el tema, que se encuentre una solución financieramente viable, de cobertura universal y que permita pensiones adecuadas a los jubilados.  La solución no es fácil y seguramente va a requerir de recursos del gobierno y tendrá costos políticos, porque las implicaciones no van a ser populares. 

El Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), junto con otras instituciones, han estado trabajando en algunas propuestas de un nuevo sistema de pensiones, que incluya tanto a las de las instituciones públicas, como las universidades públicas, municipios y empresas paraestatales, como al sector privado, buscando una cobertura universal, que incluya también a los trabajadores del sector informal, y mayores niveles de pensión con viabilidad financiera.  Este es el tipo de propuestas que se deben de analizar, aunque en estos momentos su instrumentación no es fácil, ya que requiere de recursos públicos y la situación de las finanzas públicas es tan precaria que no hay recursos ni siquiera para enfrentar la crisis económica. 

No se pueden establecer medidas ficticias, aunque sean populares.  Como, alegando fomentar el desarrollo del país, forzar que los recursos de las Afores se inviertan en proyectos sin rentabilidad financiera. Peor aún, que con la justificación que las pensiones no van a ser suficientes y que las comisiones son elevadas, el gobierno decida estatizar a las Afores, como sucedió en Argentina en 2008, en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, y en Bolivia en 2010, en el gobierno de Evo Morales.  Eso equivale a robarle el ahorro a los trabajadores, porque finalmente esos recursos pertenecen a cada uno de las personas que han aportado durante su vida laboral, que es exactamente lo que hicieron los gobiernos de Argentina y Bolivia, además de que magnificarían el problema de las pensiones.  Los sindicatos, trabajadores, empresas y sociedad en general deben oponerse enérgicamente a una medida de este tipo, porque significa que el gobierno se apropie del patrimonio que únicamente pertenece a los trabajadores.

Columna de Francisco Padilla Catalán

Cuando Wall Street se topa con la economía real

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El argumentario que se repite en los mercados financieros durante las últimas semanas es algo parecido a esto:

  • Los precios de los activos han rebotado con fuerza gracias a las importantes intervenciones de los bancos centrales y las autoridades.
  • El alza de las cotizaciones bursátiles y el estrechamiento de los diferenciales de la renta fija privada implican una recuperación significativa de la actividad económica a medio plazo a medida que se liberan la demanda contenida y las medidas de estímulo. 
  • Este giro en el sentimiento del mercado se ve reforzado por algunos de los datos procedentes de China, la primera gran economía que deja atrás el confinamiento.

Sin embargo, esta visión bastante positiva no tiene en cuenta dos factores de enorme transcendencia que sostienen los movimientos recientes. El primero es la razón por la cual los bancos centrales se apresuraron a intervenir en primer lugar: la presión vendedora de marzo puso de relieve una sorprendente falta de profundidad en los mercados de financiación. Si las autoridades han hecho lo suficiente para corregirlo y cómo afectará a la economía real y a las perspectivas de beneficios empresariales es algo que dista de saberse. El segundo, y posiblemente el más importante, es el cambio en la estructura del mercado derivada del crecimiento de la inversión pasiva o basada en reglas, que implica desde un punto de vista histórico que el mercado ha perdido en parte su papel como mecanismo de descuento. Dicho de otro modo: los que buscan pistas en la sabiduría de las masas deben tener en cuenta el peso del dinero silencioso.

Maniobrar ante la desconexión

Una forma de enmarcar el dilema al que se enfrentan los inversores es preguntarse cómo maniobrar ante la aparente desconexión entre la economía financiera de Wall Street y la economía real, y si el recetario de la última década (“seguir la intervención”) puede seguir dando tan buenos resultados desde el punto de vista tanto de la estrategia como de las rentabilidades. En este sentido, creo que primero es importante distinguir entre las repercusiones a corto y medio plazo y considerar cómo la estrategia económica de la mayoría de los países ha gravitado hacia la política fiscal y monetaria. Sin embargo, en mi opinión no es probable que veamos ni el grado de reactivación de la demanda ni la magnitud de estímulos de liquidez que provocarían por sí solos una recuperación generalizada de los beneficios empresariales. Al mismo tiempo, las medidas fiscales incrementarán la deuda de los estados, lo que probablemente se traduzca en tipos impositivos más altos para las empresas y más regulación. Eso será malo para la economía real, pero no parece que los mercados financieros lo estén descontando.

Pero no todo son malas noticias. De hecho, esto ya lo hemos visto durante las últimas semanas. Los periodos de contracción económica y volatilidad en los mercados crean tanto ganadores como perdedores. Por ejemplo, recientemente hemos visto que muchas empresas han acelerado el crecimiento de los ingresos gracias al salto que ha experimentado la demanda de servicios digitales. La evolución en bolsa está polarizándose cada vez más. Por ejemplo, si nos fijamos en el S&P 500 durante los últimos tres meses, vemos igual número de subsectores con rentabilidades positivas sustanciales que subsectores con rentabilidades negativas; con semejante grado de dispersión, las rentabilidades del índice general dicen muy poco. En otras palabras: el tiempo empleado intentando determinar si nos encontramos en mercados con tolerancia o intolerancia al riesgo podría ser tiempo desperdiciado.

La convergencia entre la economía financiera encarnada en Wall Street y la real se aproxima. A continuación expongo tres ideas que los inversores deberían tener en cuenta a la hora de posicionarse mientras dejamos atrás la fase actual de la pandemia.

  • 1. Habrá perdedores

En primer lugar, conviene aceptar que las limitaciones de la intervención de las autoridades suponen que no se podrán evitar los problemas de solvencia de algunas empresas o sectores castigados. Las estrategias para abordarlo serán cada vez más variadas, ya que los estados tendrán un mayor peso durante los próximos años, pero con el paso del tiempo deberíamos ver un mayor grado de consolidación y desplazamientos en los conjuntos de beneficios mayores que los que vimos en el periodo inmediatamente posterior a la crisis financiera de 2008. Es poco probable que los cambios marginales en los tipos de financiación marquen la diferencia a este respecto. También es probable que veamos cómo más empresas tradicionales pero consolidadas impulsan transformaciones más profundas a medida que la fuerza de la gravedad haga mella en empresas en etapas iniciales con valoraciones optimistas y las rentabilidades de algunos fondos privados caigan a territorio negativo.

  • 2. Hay cosas que no se pueden modelar

En segundo lugar, es preciso entender que el alcance de las incógnitas actuales supera lo que la mayoría de los inversores han tenido que soportar durante sus carreras. Eso podría poner de relieve las limitaciones de un exceso de confianza en modelos financieros a la hora de evaluar el riesgo o tomar decisiones en las carteras. Obviamente, los análisis de datos y la inteligencia artificial pueden aportar a un proceso de inversión, pero todos los modelos están basados en la premisa de que los atributos y relaciones históricas entre valores que han sido evidentes en el pasado se mantendrán en el futuro. Se diría que la humildad que siempre debe presidir una estrategia de inversión se necesita ahora más que nunca.

  • 3. La ventaja de información importa

Diría que la regulación introducida a raíz de la crisis financiera de 2008 es, en parte, responsable de la falta de profundidad que hemos observado en los mercados durante las últimas semanas. De ello se desprende que el crecimiento de la inversión pasiva y otras estrategias basadas en reglas (sumado a una regulación más estricta del análisis de sociedades de valores) hace que el volumen y la profundidad del análisis de valores hayan descendido en igual proporción. Creo que eso ha generado una nueva “ventaja de información” para los inversores fundamentales, algo que se consideraba desaparecido a consecuencia de la mejora de la divulgación de información y la disponibilidad posibilitada por la tecnología. Si las correlaciones históricas están resquebrajándose, podrían obtenerse buenas recompensas simplemente entendiendo cada empresa en detalle (por extraño que pueda sonar). 

Vuelta a lo básico

Por último, ante las escasas certidumbres a que pueden aferrarse los inversores, la valoración podría terminar siendo un predictor de las rentabilidades futuras mucho más importante que en los últimos años, cuando se buscaban sobre todo empresas de crecimiento. En lugar de recurrir a la cómoda idea de un amplio cambio de estilo, a los inversores podría irles mejor simplemente pensando que las valoraciones más bajas confieren un margen de seguridad, ya que en el precio del valor se ha reflejado un mayor grado de incertidumbre. Lo anterior adquiere aún mayor relevancia si aceptamos que nuestra capacidad para predecir es incluso menor en el entorno actual. De hecho, aunque la idea de trampas de valoración se entiende bien, conviene recordar que las trampas de crecimiento también existen, incluso en Wall Street.

 

Columna de Paras Anand, CIO de Asia-Pacífico en Fidelity International

 

Katch Investment Group lanza KOEPI, un nuevo índice de deuda privada

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CC-BY-SA-2.0, FlickrPhoto: Thomas Wolter. Photo: Thomas Wolter

La deuda privada es una de las clases de activos más atractivas, como demuestra el crecimiento de los fondos de esta categoría. El éxito de la deuda privada tiene varias razones: en primer lugar, las reformas regulatorias financieras posteriores a la crisis han llevado a los bancos a reducir sus actividades crediticias, particularmente a las pequeñas y medianas empresas. Esto se intensificó aún más durante la crisis del COVID-19. En segundo lugar, la demanda de crédito de las empresas no ha caído en la misma magnitud, lo que ha llevado a una demanda insatisfecha. Finalmente, la demanda de los inversores institucionales de deuda que rinda más que la deuda del gobierno sigue siendo sólida.

Históricamente, el mercado de deuda privada consistía en fondos especializados que proporcionaban deuda intermedia, que se ubica entre el capital y la deuda garantizada/senior en la estructura de capital, o deuda en dificultades, que es adeudada por compañías cercanas a la bancarrota. Sin embargo, después de la crisis financiera, surgió un tercer tipo de fondo. Conocido como fondo de préstamos directos, estos fondos extienden crédito directamente a empresas o adquieren deuda emitida por bancos con el propósito expreso de venderla a inversores.

Los principales administradores de activos alternativos han ampliado sus ofertas de productos para incluir fondos de deuda privada. A ellos se unen muchas empresas nuevas especializadas. La fuerte demanda de los inversores institucionales ha permitido que estos fondos se expandan rápidamente en tamaño. Colectivamente desde el 2009, se han creado más de 500 fondos de deuda con un estilo similar a los de capital privado. La industria de la deuda privada se ha cuadruplicado, superando los 800.000 millones de dólares, según el proveedor de datos alternativo Preqin.

Sin embargo, el universo de la deuda privada sigue siendo algo opaco. Existen varios tipos de fondos de deuda privada que pueden diferir en términos de estructura, riesgo y duración. Por ejemplo, la mayoría de los administradores de deuda privada utilizan estructuras de fondos cerrados con horizontes de inversión largos y liquidez muy limitada. Además, algunos fondos invierten en áreas con características de riesgo / rendimiento de tipo de capital, como deuda intermedia, préstamos subordinados, préstamos convertibles o incluso componentes de capital, incluidos warrants y coinversiones de capital privado.

Katch Investment Group decidió centrarse solo en las áreas de menor riesgo en el espacio de la deuda privada global. Esto se compone principalmente en préstamos garantizados senior, deuda inmobiliaria senior y otros nichos en el área de préstamos directos que combinan un alto nivel de antigüedad y garantías de activos reales. Además, el grupo se centra en oportunidades a corto plazo, donde la competencia de los bancos ha disminuido aún más, ya que las nuevas regulaciones y los procesos burocráticos han hecho que los bancos se demoren en aprobar los préstamos. Además, la alta rotación en los libros de préstamos a corto plazo permite a los administradores de activos proporcionar liquidez a los inversores. Las estructuras de los fondos suelen ser abiertas con suscripciones y redenciones mensuales o trimestrales. Esta es una ventaja clave para los inversores que a menudo luchan con las llamadas de capital y la falta de liquidez de los fondos cerrados.

Uno de los desafíos de la deuda privada ha sido la falta de puntos de referencia. Algunos inversores están utilizando el índice de préstamos apalancados S&P/LSTA o el de bonos de alto rendimiento Bloomberg Barclays, ambos son malos indicadores de la clase de activos de deuda privada. El índice de deuda privada de Cliffwater tiene más méritos, ya que busca medir el rendimiento no apalancado, bruto de comisiones, del mercado medio de préstamos de Estados Unidos, representado por el rendimiento ponderado de los activos subyacentes de las empresas de desarrollo empresarial (BDC). Un BDC es el equivalente de un REIT (Real Estate) pero para préstamos en los Estados Unidos.

Sin embargo, este punto de referencia no refleja realmente el enfoque de inversión de Katch en términos de exposición geográfica, duración y riesgo. Es por eso que el grupo decidió crear el Katch Open Ended Private Debt Index (KOEPI). El índice utiliza una metodología de ponderación equitativa y está diseñado para replicar el rendimiento neto de comisiones de las estrategias de préstamos garantizados a corto plazo, tales como préstamos puente de bienes raíces, financiamiento comercial, liquidación de seguros de vida y otras estrategias de préstamos a corto plazo respaldados por activos. El índice comienza en enero de 2017 y actualmente consta de 23 fondos mutuos. El índice se reequilibra trimestralmente, ya que varios fondos solo publican NAV trimestrales. La publicación de cada rendimiento trimestral tendrá lugar entre 75 y 90 días calendario después de la fecha de valoración respectiva.

Katch Investment Group

Actualmente, el índice incluye fondos en las áreas de financiamiento comercial (33%), oportunidades de crédito (28%), préstamos puente (22%) y liquidación de seguros de vida (17%). Geográficamente, está expuesto a Europa (39%), América del Norte (33%), Asia (11%), África (11%) y Global (6%). El índice combina algunos de los requisitos de indexación más importantes: es inequívoco ya que se conoce el peso de cada fondo en el índice, es invertible y el rendimiento es fácil de medir, ya que los NAV de los componentes están ampliamente disponibles y actualizados a través de proveedores de datos financieros, como Bloomberg.

Sin embargo, los inversores deben ser conscientes de algunos sesgos y limitaciones. Por ejemplo, dado que el índice no incluye fondos que cerraron, existe un sesgo de supervivencia. Esto significa que el rendimiento histórico del índice KOEPI podría ser exagerado. Además, Katch Investment Group se compromete a aumentar las normas de transparencia y presentación de informes en el área de la deuda privada. Aunque el número de fondos en el índice es ciertamente representativo del espacio, sería deseable que se puedan incluir más fondos en el índice en el futuro, una vez que mejoren sus prácticas de difusión de precios.

 

Columna de Stephane Prigent, CEO de Katch Investment Group.

Si desea más información, puede contactarle a través de este email: sprigent@katchinvest.com

 

 

 

Fuertes cambios en las condiciones de la residencia fiscal en Uruguay

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Wikimedia CommonsPlaza Independencia, Montevideo . ,,

El pasado jueves el Poder Ejecutivo de la República Oriental del Uruguay emitió un decreto para modificar las exigencias establecidas para obtener la residencia fiscal en el país y así seguir trabajando en post de una mayor atracción para extranjero.

Estos cambios van en la línea de lo que el presidente Luis Lacalle Pou anunciaba en el verano pasado, previo a su asunción el 1º de marzo, respecto a que: “Yo primero voy por las familias, después que estén las familias, van a poder traer la plata”.

La normativa vigente previo al decreto 163/020 establecía que para ostentar la residencia fiscal en Uruguay se debería cumplir alguna de las siguientes condiciones:

  • Permanencia en el país por más de 183 días en el año civil,
  • Que radique en Uruguay:
    1. el núcleo principal o la base de sus actividades o,
    2. de sus intereses vitales o,
    3. tenga sus intereses económicos.

Con los recientes cambios establecidos, se flexibilizaron los criterios que regulan el aspecto referente a los intereses económicos de la persona (punto 3 mencionado arriba) y que pasaré a comentar a continuación:

Requisitos previos al decreto:

  • inversión en bienes inmuebles por un valor superior a 15.000.000 unidades indexadas (aprox. USD 1:500.000) o;
  • participación directa o indirecta en una empresa, por un valor superior a 45.000.000 de unidades indexadas (aprox. USD 5:000.000), que comprenda actividades o proyectos que hayan sido declarados de interés nacional.

Requisitos que se agregan:

  • inversión en bienes inmuebles, por un valor superior a 3.500.000 unidades indexadas (aprox. USD 370.000), siempre que se realice a partir del 1º de julio de 2020 y se registre una presencia física efectiva en territorio uruguayo durante el año civil y por al menos 60 días.
  • inversión directa o indirecta en una empresa por un valor superior a 15.000.000 de unidades indexadas (aprox. USD 1:500.000), siempre que se realice a partir del 1º de julio de 2020 y se generen, mínimo, 15 nuevos puestos de trabajo directo en relación de dependencia, a tiempo completo, durante el año civil.

Exoneración fiscal por 10 años – Tax holidays

Hay que saber que, una vez obtenida la residencia fiscal en Uruguay, el nuevo residente queda incluido en el régimen tributario de los residentes del país con la opción de tributar como “no residente” por el año durante el cual se realiza el trámite y por los cinco siguientes y, por ende, conseguir la exoneración fiscal por las rentas mobiliarias obtenidas en el exterior (dividendos, intereses, etc.)

Luego de estas “vacaciones fiscales”, la persona pasa a quedar comprendida en el régimen de IRPF y tributará el 12% sobre los rendimientos.

Al igual que la medida anunciada de flexibilización, se está trabajando en un cambio de la normativa concerniente a la exoneración, y que por medio de una Ley se aumentaría la exoneración por un período de 10 años. Entonces es de esperar que, en los próximos días, se conozca su versión y aprobación parlamentaria definitiva.

La residencia fiscal y el CRS (Common Reporting Standard)

Para que la obtención de esta residencia fiscal tenga verdaderos efectos tributarios, debe venir acompañada de una planificación tributaria general de la persona y una mudanza real, ya que, de poco nos sirve obtener la residencia fiscal en Uruguay, si no logro perder la calidad de residente fiscal en mi país de origen.

No perdamos de vista, y acá sí logramos un efecto importante de la residencia fiscal en Uruguay, que un residente fiscal uruguayo no va a estar sometido al envío de información financiera al exterior de la república de manera automática en el marco del CRS por sus cuentas financieras reportables.

 

Diego Vuille Lafourcade es socio director de VL Consultores, Contador Público egresado de la UCU, Posgraduado en Derecho Tributario Internacional y Magister en Derecho Tributario por la Universidad de Montevideo

 

 

La renta fija global entra en un renovado optimismo

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Pixabay CC0 Public Domain. BNP Paribas AM

Aún hay que mantener la prudencia, al menos hasta que tengamos más certeza de que la pandemia ha quedado totalmente atrás y se reactive el consumo -con las actuales tasas de desempleo como mayor hándicap-. Pero sí está bastante claro que entramos en una etapa de optimismo renovado para la renta fija global, con mucha liquidez en el sistema, y en la que tanto gobiernos como bancos centrales están listos -y abiertos- para brindar más apoyo si fuera necesario.

Tras un mes de mayo en el que parecía que todo se desmoronaba en los mercados, surgen nuevas y prometedoras perspectivas en los mercados de renta fija, con el petróleo, el oro y los bonos en la senda de la recuperación. El sector turístico, uno de los más expuestos al bloqueo, también empieza a barajar expectativas positivas. 

Uno de los aspectos especialmente interesantes de la actual situación en renta fija global es que los mercados de bonos se han recuperado de forma notable últimamente; tanto, que las valoraciones están empezando a ser incluso un poco excesivas en algunos sectores. Y, en nuestra opinión, no queda mucho valor en los bonos de grado de inversión de los mercados desarrollados.

Igualmente, deberíamos comenzar a ver cierta compresión entre aquellas áreas de renta fija que se han beneficiado abiertamente del apoyo del banco central correspondiente y aquellas que no. Los bonos high yield con rating B y CCC, y los de mercados emergentes serán, desde nuestro punto de vista, los más apalancados y, por tanto, más sensibles a las mejoras en el entorno económico subyacente.

La Eurozona parece también empezar a mejorar. Ha necesitado un tiempo, pero la UE finalmente ha presentado un paquete de apoyo encaminado a coordinar un impulso fiscal post pandemia a nivel europeo. Se trata de un fondo de recuperación dotado de 750.000 millones de euros e impulsado por el apoyo alemán y francés. De ese total, 500.000 millones serán donaciones y los 250.000 millones restantes, préstamos reembolsables a través de mayores contribuciones al presupuesto de la UE y nuevas fuentes de ingresos. Esto incluye un plan de comercio de emisiones, un impuesto sobre la importación de altas emisiones y un impuesto a las empresas digitales.

Aún debe ser ratificado por todos los estados miembros y hay una seria oposición por parte de Austria, Dinamarca, Suecia y Holanda al paquete de subvenciones, pero todo parece indicar que puede prosperar, lo que nos parece positivo ya que ayudará enormemente a que los Estados más débiles no se queden atrás a causa del efecto económico de la pandemia.

Un aspecto relevante que también merece ser analizado en el mercado de renta fija es que el dólar estadounidense ha estado bajo una gran presión recientemente, si bien no fue realmente una sorpresa dada la cada vez mayor sensación de inminente reapertura de las economías. En este sentido, esperamos que se produzca cierta escalada de la volatilidad en los próximos meses, a medida que el sentimiento deje de ser una percepción para convertirse en un hecho. Una clara sostenibilidad de la recuperación del mercado económico y financiero mundial dejará ver, así, una mayor debilidad del dólar.

Con todos estos factores convergentes, desde el equipo de renta fija de Mirabaud Asset Management seguimos prestando mucha -y especial- atención a los niveles globales de desempleo. Solo si en esta magnitud se produce una reducción significativa y rápida podremos asistir a una verdadera recuperación global, lo que, aparentemente, tiene un precio en los mercados financieros.

Creemos que habrá un cierto incremento de la volatilidad a medida que avancemos en los meses de verano y tengamos más visibilidad del impacto económico y financiero real que ha generado el bloqueo. Desde el equipo de renta fija de Mirabaud Asset Management seguiremos apostando por una gestión ágil, adecuando nuestras posiciones en las carteras a cada momento del ciclo, sin perder el rally, pero asegurándonos de mantener bajo control los niveles de riesgo.

Tribuna de Andrew Lake, director de renta fija en Mirabaud Asset Management

El capital privado, al acecho de una bolsa castigada

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Pixabay CC0 Public Domain. El capital privado al acecho de una bolsa castigada

El Ibex 35 llegó a perder hasta un 30% de su valor desde mediados del pasado mes de febrero ante la incertidumbre y volatilidad generada por la crisis sanitaria del COVID-19. Una tendencia que, si bien la prohibición de los cortos consiguió ralentizar en parte, todavía está lejos de estabilizarse. Algo que están acusando especialmente las compañías de sectores directamente impactados por la pandemia y que ha provocado que muchas empresas españolas tengan precios de saldo, pudiendo ver amenazado el control de su capital.

En este entorno difícil, es previsible que, en cuanto las condiciones del mercado comiencen a estabilizarse, pueda reactivarse la actividad de M&A. Algo similar a lo que ocurrió tras la crisis financiera de 2008. Algún caso estamos empezando a ver estos últimos días en los mercados, prueba de que esta tendencia podrá llegar a ser una realidad en no mucho tiempo y en más ocasiones.

Los movimientos de los últimos meses dan una pista clara sobre quiénes serán los principales animadores del mercado. Así, según Mergermarket, los private equities protagonizaron un tercio de las operaciones corporativas a nivel global en todo 2019. Un protagonismo que parece que seguirá al alza dada la liquidez acumulada por este tipo de firmas. 

Algunos de estos fondos de capital privado han manifestado ya abiertamente sus intenciones, señalando como objetivos prioritarios aquellas compañías que tenían precios muy altos antes de la pandemia y los llamados carve-out deals (venta de unidades de negocio concretas realizadas por grandes corporaciones). Movimientos que se deberían acelerar a medida que las compañías se encuentren con dificultades para conseguir crédito a través de las vías tradicionales y no tengan más remedio que ofrecer importantes descuentos. 

Aun así, es cierto que estas oportunidades deben convivir en el corto plazo con las necesidades que puedan tener las actuales participadas de estos fondos. De hecho, muchas de estas firmas se están viendo obligadas a aportar liquidez adicional o incluso a recomprar deuda de las compañías que integran sus carteras. Situación que los grandes jugadores internacionales con vehículos de inversión recientemente formalizados pueden sobrellevar con mayor facilidad. 

Otro elemento que hay que tener en cuenta en este nuevo contexto es el potencial resurgimiento de operaciones no solicitadas u hostiles. Cada vez más, los fondos activistas emplean tácticas del capital riesgo, mientras éste desarrolla campañas activistas en las empresas donde invierte. El principal motivo es que sus empresas objetivo son en muchos casos las mismas. Además, las aptitudes de ambos inversores están estrechamente alineadas y resultan similares: cuentan con astucia clara para detectar empresas infravaloradas, así como con los conocimientos técnicos para reestructurarlas y gestionarlas adecuadamente para impulsar la creación de valor.

En este sentido, recientemente Lazard indicaba que, una vez que las recientes turbulencias disminuyan, surgirán oportunidades para que firmas de capital privado con experiencia presenten un argumento creíble a favor del cambio, y puedan a partir de ahí iniciarse campañas activistas. Además, es importante destacar que esta realidad afecta a cualquier compañía cotizada. De hecho, y lejos de la creencia de que solo las grandes empresas se enfrentan a este tipo de situaciones, según Activist Insight, son las empresas de mediana capitalización los objetivos preferidos de los activistas.

Ante este escenario, será clave que las empresas identifiquen bien a sus accionistas, entendiendo las diferentes perspectivas de inversión de cada uno. Solo conociendo sus motivaciones de antemano se podrá evaluar la mejor forma de afrontar sus críticas y de impactarles con la visión a largo plazo de la empresa. Para ello, el consejo de administración tendrá que actuar como si mirara la propia compañía a través de los ojos del activista más agresivo.

La falta de visibilidad y de comunicación sobre las perspectivas aumenta el riesgo de que algunos accionistas se sientan atraídos por ofertas con un precio superior a la cotización actual de las acciones, incluso si esas ofertas son significativamente inferiores al valor intrínseco de la empresa. Por ello, hay que entenderles y transmitirles el valor del actual proyecto corporativo.

En esas condiciones, es clave utilizar la comunicación para impactar al mercado. Escoger un perfil público bajo no puede servir de excusa para la inactividad. Las empresas deben tener identificados a sus grupos de interés y establecer con ellos una relación de cercanía. En cualquier caso, aunque lo ideal sea evitar un ataque (proxy fight o campaña), para afrontar con posibilidades de éxito este tipo de situaciones es imprescindible estar preparado y contar con una organización engrasada para ello.

Tribuna de Jorge López Zafra, director senior, y Luis Guerricagoitia, director de comunicación financiera de LLYC

La vacuna contra el COVID-19: un sprint por las soluciones

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Pixabay CC0 Public Domain. La vacuna contra el COVID-19: el sprint por las soluciones

La batalla de la salud pública contra el COVID-19 puede estar en sus primeras fases. Más de dos meses después de que comenzaran los cierres en toda Europa, está claro que no habrá vuelta a la plena normalidad que conocíamos. El pasado 13 de mayo, la OMS dijo que el virus puede simplemente hacerse endémico, y «no desaparecer nunca», como el VIH, el paludismo o el sarampión.

Los desarrollos más rápidos de vacunas incluyen el Ébola y las paperas, que tardaron uno y cuatro años respectivamente en llegar a los enfermos. La vacuna contra el virus del Ébola pasó de las pruebas de seguridad a una versión experimental en menos de un año y ha ayudado a controlar dos brotes desde 2014. 

Las vacunas existentes para el coronavirus del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) y del MERS (Síndrome Respiratorio del Medio Oriente) nunca fueron autorizadas, y es posible que la exposición al SARS-CoV-2, causante el COVID-19, no cree inmunidad con el tiempo, ya que los supervivientes parecen generar pocos anticuerpos. Otros virus, como el de la gripe, son capaces de mutar tan rápidamente que se necesita una nueva vacuna cada año.

La innovación y los avances tecnológicos se aceleraron durante los conflictos mundiales del siglo XX, y el desarrollo de una vacuna para el COVID-19 está avanzando a un ritmo más acelerado que los desarrollos de medicamentos típicos a medida que se movilizan más recursos en todo el mundo. Sin embargo, aún quedan muchas incógnitas.

¿Cómo de pronto tendremos una vacuna?

Los plazos para el desarrollo de la vacuna están llenos de incógnitas. En circunstancias normales, el proceso puede llevar una década o más. Además, los plazos dependen de si se refieren a una primera vacuna eficaz, a la primera vacuna de uso experimental de emergencia, a la primera vacuna autorizada o a la primera dosis fabricada en masa. La distribución y la asequibilidad, ya discutidas en términos nacionales y políticos, se convierten entonces en un problema.

Y el tiempo es esencial. La velocidad a la que las economías del mundo pueden reabrir completamente depende en gran medida de la rapidez con la que una vacuna esté disponible. Decenas de equipos de investigación están desarrollando tratamientos, incluyendo una colaboración entre GSK y Sanofi, dos de los mayores fabricantes de vacunas del mundo. Las dos empresas esperan comenzar los ensayos clínicos en el segundo semestre de este año, lo que permitirá disponer de «cientos de millones de dosis» a finales de 2021. Cuanto más global sea la distribución final, mejor será el resultado para la salud pública.

Un ensayo limitado de Moderna, Inc. en los EE.UU. informó hace escasos días que sus pruebas mostraron una respuesta inmune de un ensayo de fase I, sin efectos secundarios graves. La empresa espera comenzar un ensayo de fase III en julio.

Un mejor juego de herramientas

Hemos sostenido sistemáticamente que una respuesta y una contención eficaces del virus dependen de tres elementos: la respuesta de salud pública para evitar que la pandemia supere la capacidad médica, el aporte monetario para mantener el funcionamiento de los mercados y el estímulo fiscal para compensar a las empresas y los consumidores por la pérdida de puestos de trabajo y permitir una rápida recuperación económica.

A falta de una vacuna, el mundo ha mejorado sus herramientas para hacer frente a la crisis, desde una mayor capacidad hospitalaria, medidas de distanciamiento social y la adaptación de la logística necesaria para mantener los envíos de alimentos en movimiento. Incluso se están empezando a solucionar los cuellos de botella en la producción y el suministro de equipos de protección médica. El mundo está en mejores condiciones de gestionar cualquier segunda oleada, incluso sin una vacuna, en comparación con hace apenas dos meses.

Quedan muchos desafíos, médicos, financieros y estructurales. La crisis ha puesto de relieve las desigualdades y la precariedad de la existencia de muchas personas, incluidas las que padecen hambre como consecuencia directa de la pérdida de trabajo remunerado y carecen de una red de seguridad social, incluso en aquellas naciones más ricas.

Falta de sabiduría

El historiador y filósofo Yuval Noah Harari sostiene que la humanidad puede derrotar la pandemia porque los patógenos operan a través de «mutaciones ciegas», mientras que la ciencia avanza a través de los datos. Sin embargo, este profesor dijo en una entrevista reciente que «tenemos el poder de detener esto, pero hasta ahora nos falta la sabiduría necesaria». La falta de liderazgo y la falta de voluntad de cooperar, ha argumentado, se combinan con los ataques políticos y la falta de confianza en los medios de comunicación, la ciencia y los conocimientos técnicos en general, lo que socava el argumento a favor de una respuesta internacional.

La crisis del COVID-19 sigue siendo tanto sobre la respuesta política como sobre los desafíos de salud pública. En todo este tiempo, se han expuesto una serie de respuestas gubernamentales a la pandemia que son y serán analizadas y juzgadas con dureza.  

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha culpado regularmente a China por el brote y ha repetido teorías que no están respaldadas por sus propios servicios de inteligencia. Aun así, no es el único líder que intenta evitar la responsabilidad de manejar la pandemia. Se ha informado de que China ha tomado represalias contra una investigación del gobierno australiano sobre los orígenes del brote con prohibiciones de importación de carbón, cebada y carne de vacuno australianos.

Dado que los virus no respetan las fronteras nacionales, la mejora de la atención sanitaria debería ser una prioridad universal, no nacional. Mientras el virus esté circulando, puede mutar en algo más peligroso e infectar, o reinfectar, a las poblaciones.

Hace unas semanas, la Asamblea Anual de la Salud de la OMS acordó una hoja de ruta para la cooperación internacional en materia de investigación, propiedad intelectual y distribución de una eventual vacuna. Esto requiere una revisión de la forma en que pensamos sobre el desafío de la salud pública, y cómo se financia. Los EE.UU. advirtieron que están suspendiendo su financiación a la OMS, lo que puede perjudicar el apoyo internacional a las naciones más vulnerables.

«La salud no es un coste», dijo el Director General de la OMS, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, «es una inversión». Esta necesidad de inversión es global. Una vez que los peores efectos de la pandemia hayan quedado atrás, esperamos ver un crecimiento de los valores de la atención médica, que junto con la tecnología de la información, dominan los índices de los EE.UU. Por esta razón, hemos aumentado nuestra exposición a los mercados de valores de los EE.UU., y hemos reducido nuestra exposición a las acciones europeas.

Tribuna de Stéphane Monier, jefe de inversiones de Lombard Odier