El año 2020 sigue siendo un año desafiante. Las perspectivas de inversión siguen siendo turbias, ya que muchas economías han comenzado a recuperarse muy lentamente de la parálisis económica causada por la epidemia de COVID-19. Sin embargo, los mercados bursátiles se han recuperado con fuerza, impulsados por un estímulo fiscal y monetario masivo. Los niveles de valoración de la renta variable han alcanzado niveles récord, limitando el potencial. Al mismo tiempo, la renta fija sigue siendo poco atractiva, por el entorno persistente de bajas tasas de interés. Por lo tanto, los inversionistas continúan explorando nuevas oportunidades de inversión innovadoras que ofrecen retornos ajustados al riesgo más atractivos.
Para los inversionistas conservadores, la deuda privada sigue siendo la clase de activo con el perfil de riesgo-recompensa más atractivo. El área de préstamos directos continúa beneficiándose de la falta de financiamiento de los bancos a las pequeñas y medianas empresas. Numerosos fondos de préstamos privados se lanzaron después de la Gran Crisis Financiera para llenar el vacío de financiación causado por regulaciones bancarias más estrictas. El crecimiento del área de la deuda privada ha sido espectacular. El proveedor líder de información alternativa Preqin informó que los activos bajo administración han crecido constantemente cada año y, a junio de 2019, alcanzaron un récord de $ 812 mil millones. Y un reciente estudio de BlackRock muestra un rendimiento esperado anual del 10.4% en los próximos siete años para los préstamos directos. Según el estudio que incluye todas las clases de activos, solo los fondos de capital privado tienen mayores retornos esperados (10.8% por año). Sin embargo, mientras los rendimientos de la deuda privada son relativamente estables, los rendimientos intercuartiles de capital privado oscilan entre -1.8% y + 24.8%, lo que implica un perfil de riesgo completamente diferente.
La deuda privada incluye una amplia gama de estrategias. Algunas áreas, como la deuda de riesgo (venture debt), los préstamos subordinados y la deuda intermedia (mezzanine debt) no están exentos de riesgos. Los inversionistas conservadores deberían centrarse en préstamos garantizados de primer rango (senior secured debt). Uno de los nichos más atractivos que ilustra el atractivo de los préstamos privados es el mercado de préstamos puente del Reino Unido. Los préstamos puente inmobiliarios son préstamos a corto plazo totalmente respaldados por el valor de una propiedad.
El Reino Unido es el mayor mercado de transición en Europa con un marco legal bien establecido y una sólida protección del prestamista. Según the Association of Short Term Lenders (ASTL), los libros de préstamos puente del Reino Unido crecieron un 19,7% a 4.500 millones de libras esterlinas en 2019, que es más que el tamaño de mercado combinado de todos los demás países europeos. Al mismo tiempo, el mercado de transición del Reino Unido está menos concurrido que en los EE.UU., ofreciendo mayores rendimientos y tasas de incumplimiento más bajas. Los inversionistas se benefician de retornos atractivos con una fuerte protección. Las tasas de interés mensuales promedio son cercanas al 0.9% por mes, o más del 11% anualizado, un fuerte contraste con la tasa bancaria clave del Banco de Inglaterra que se redujo a un mínimo histórico del 0.1% durante la epidemia de Covid-19.
¿Por qué los desarrolladores están dispuestos a pagar tasas tan altas? La respuesta breve es la falta de financiación por parte de los bancos. No es sorprendente que en una encuesta realizada recientemente por Ernst & Young, la consideración clave al elegir un prestamista puente sea la velocidad de ejecución. El propósito más importante para los préstamos puente son proyectos de renovación con una duración corta. Otra razón es un puente de adquisición para completar el pago inicial necesario dentro de los 30 días posteriores a la compra de una propiedad en una subasta. Los desarrolladores también pueden buscar financiación puente para comenzar un desarrollo antes de reemplazar el préstamo puente con una hipoteca o préstamo de construcción más barato. A veces, una construcción parcial o un cierto nivel de preventa ayudan a obtener un préstamo bancario a largo plazo más favorable que más que compensa las altas tasas temporales de un préstamo puente.
Los inversionistas se benefician de una corta duración y una fuerte protección. En el Reino Unido, la duración promedio es de solo 9 a 12 meses, y los préstamos están totalmente garantizados por el valor de la propiedad que excede significativamente el monto del préstamo. El promedio de préstamo a valor (LTV) es de alrededor del 60%. Esto significa que incluso si los precios de las propiedades caen un 40%, no habrá deterioro. Es importante destacar que los inversionistas pueden contar con las mejores empresas de valoración de su clase que aseguran una valoración justa y actual de las propiedades. Curiosamente, los precios de las propiedades, especialmente en los segmentos residenciales de clase baja y media fuera de Londres, se han mantenido muy estables, incluso después del Brexit y durante la recesión de Covid-19. Esto se debe principalmente al grave déficit de viviendas que ha existido durante muchos años, ya que la oferta de viviendas nuevas no ha logrado satisfacer la creciente demanda del crecimiento de la población.
La Gran Crisis Financiera fue el principal catalizador del auge del mercado de deuda privada, ya los gestores de fondos privados comenzaron a aprovechar la oportunidad de reemplazar a los bancos para proporcionar el financiamiento necesario a las pequeñas y medianas empresas. El impresionante crecimiento del mercado de préstamos puentes del Reino Unido es un excelente ejemplo de esta tendencia. Los inversionistas pueden aprovechar esta atractiva oportunidad de inversión a través del fondo Katch Real Estate Lending que ofrece una alta transparencia y un rendimiento superior, comparado con otras clases de activo.
Pascal Rohner, CFA, es Chief Investment Officer de Katch Investment Group
Pixabay CC0 Public Domain. Centros de datos: ¿el villano oculto en la lucha contra el cambio climático?
¿Ver Netflix durante media hora es tan malo para el planeta como conducir un coche durante 6 kilómetros? Eso es lo que afirmaba el blog «Big Think» en octubre de 2019 en una historia que rápidamente alcanzó los titulares. La mayoría de los consumidores no son conscientes de que sus hábitos de consumo de vídeo en streaming y el uso de la nube necesitan el funcionamiento de centros de datos en todo el mundo que exigen mucha energía. Las estimaciones varían, pero en 2018 a nivel global los centros de datos podrían haber consumido hasta 400 teravatios/hora de electricidad, una cantidad que equivale aproximadamente a la demanda de toda Francia.
Ya que dos tercios de la producción mundial de electricidad siguen procediendo de combustibles fósiles, existe el peligro de que nuestra insaciable demanda de datos se vuelva incompatible con los esfuerzos por mitigar el cambio climático. ¿Teniendo en cuenta que los bonos de las empresas de centros de datos están valorados en unos 47.000 millones de dólares, es este un factor que debe preocupar a los inversores?
Los centros de datos son edificios que albergan decenas de miles de servidores que contienen grandes cantidades de información y los conectan a Internet. Para acceder y procesar esta información se requiere energía y para evitar que los servidores se sobrecalienten se requiere aún más. Uno de los centros de datos de Equinix en Nueva York tiene ocho generadores de 2,5 megavatios: cada uno sería capaz de alimentar una pequeña ciudad.
Los propietarios de los centros de datos disfrutan de muchas fuentes de crecimiento futuro, o eso es lo que explican a los inversores. Entre los factores que sustentarán esta evolución se encuentran el aumento de la computación en la nube, la mayor calidad y cantidad de transmisión de vídeo, el 5G, el aumento de la adopción de teléfonos inteligentes en todo el mundo, el «Internet de las cosas», los vehículos autónomos y la inteligencia artificial.
Estas previsiones de demanda han llevado a muchos analistas a afirmar que los centros de datos pronto superarán a la industria aeronáutica en emisiones de dióxido de carbono. Esta información llega en un momento en que el mundo está tratando de reducir el consumo de energía y las emisiones. ¿Se considerará cada vez más la inversión en este sector como una contribución imprudente al cambio climático?
Hay razones para el optimismo. En primer lugar, el aumento del consumo de datos no equivale a un aumento del consumo de energía. «La Ley de Koomey» establece que la intensidad energética de un gigabyte de datos entregado a través de los centros de datos se reduce a la mitad cada dos años. Esto se apoya en la experiencia de Google, cuyos centros de datos tienen hoy en día siete veces más potencia de cálculo usando la misma energía eléctrica que hace cinco años. Entre otras cosas, esto se consigue gracias al aumento de la eficiencia de la computación, mejores sistemas de refrigeración o la inteligencia artificial para dirigir la energía.
Existen incentivos para que esta tendencia continúe, tanto para los fabricantes de equipos como para los operadores de centros de datos, que están acostumbrados a ahorrar energía a fin de reducir los costes y cumplir los objetivos de sostenibilidad de sus clientes. Un artículo publicado en la revista Science en febrero constató que la proporción de electricidad consumida por los centros de datos es la misma hoy que en 2010. Por lo tanto, el consumo de datos puede seguir aumentando sin que aumente el consumo de energía y las emisiones.
Aunque el sector logre evitar un auge en el consumo de electricidad, el funcionamiento de los centros de datos sigue siendo intensivo en energía y se verá sometido a presiones para garantizar que esto no se traduzca en un exceso de emisiones. Tomemos como ejemplo a Digital Realty, la única empresa de centros de datos que ha emitido bonos verdes: en 2018, la energía que compró emitió 720 toneladas de CO2 por cada millón de dólares de ingresos en la empresa. Esto es el doble de la intensidad media de las emisiones de la industria del gas y solo un 20% menos que la de la industria aérea. Sin embargo, a diferencia de otros sectores tradicionalmente «sucios», los centros de datos tienen una ruta clara y viable para reducir sus emisiones a cero: la energía renovable.
Consciente de ello, Digital Realty ha trasladado toda su cartera europea a fuentes de energía renovable y se ha fijado el objetivo de ponerla a disposición de los clientes en sus 275 centros de datos. Tener 324 megavatios de proyectos eólicos y solares bajo contrato en EE.UU. ayudará, pero alrededor del 70% de los centros de datos de la empresa siguen funcionando con combustibles fósiles.
Por su parte, Equinix, que también opera más de 200 centros de datos, tiene un historial ejemplar: a pesar de haber duplicado el tamaño de su cartera en los últimos cinco años, pudo pasar del 33% de energía renovable al 92% actual. Por lo tanto, las huellas de carbono de los centros de datos pueden reducirse con relativa rapidez, en particular porque las energías renovables cada vez son más baratas.
El aumento de la preocupación pública por el cambio climático ha colocado este asunto entre las prioridades de muchos responsables políticos e inversores, y los científicos reiteran que esta debe ser la década del cambio. A los bonos emitidos por las empresas de centros de datos les quedan, de media, más de seis años para su vencimiento y a algunos hasta 30. Durante este período, es inevitable que se intensifique la presión de los clientes, los reguladores y los inversores para que abandonen los combustibles fósiles. La identificación de los emisores que están reduciendo proactivamente sus emisiones hoy en día es vital para los inversores en bonos que evalúan el riesgo de crédito.
Nuestro insaciable apetito por los datos no va a disminuir, pero la eficiencia de la informática y de los centros de datos mantendrá a raya la demanda de energía. El «Data Centre Knowledge» calcula que media hora de transmisión de Netflix es igual, en términos de emisiones, a conducir un coche 140 metros, no 6 kilómetros. Mientras, la creciente adopción de energías renovables por las empresas de centros de datos reducirá esta situación. Esto es algo que los inversores deberían alentar, ya que al final podrán ver Netflix sin sentimiento de culpa.
Tribuna de Thomas Leys, investment manager de renta fija de Aberdeen Standard Investments
Pixabay CC0 Public DomainSkitterphoto. Skitterphoto
Las medidas tomadas para frenar la pandemia de coronavirus han supuesto el cierre de áreas enteras de la economía mundial y propiciado la mayor recesión en varias generaciones.
Los temores de los inversores sobre la duración y profundidad de esta crisis económica han conducido a la mayor caída de los mercados de renta variable desde la crisis financiera global. Aunque se ha debatido mucho sobre qué tipo de recuperación cabe esperar (en forma de U, de V o de W), creemos que puede pasarse por alto una pregunta importante: ¿Qué características tendrá la recuperación?
Esta crisis ha puesto de relieve lo interconectadas que están nuestras perspectivas económicas, no solo con nuestra salud, sino también con la de los animales y el entorno en el que vivimos. También ha subrayado varios de los retos más importantes que deberá superar la sociedad global.
De igual modo que las autoridades se plantean cómo podemos ayudar a fortalecer nuestra sociedad, consideramos importante que los inversores se planteen cómo las empresas pueden dar forma al futuro. Las que proporcionen soluciones a los retos globales más apremiantes no solo tendrán un impacto positivo, sino que también triunfarán a nivel financiero.
Una oportunidad para replantearnos prioridades
La volatilidad de los mercados, como la presenciada a comienzos de 2020, incita a los inversores al cortoplacismo. No obstante, existen motivos para creer que algunos de los retos a los que nos enfrentamos hoy en día podrían llevar a muchos a recalibrar sus horizontes de inversión.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) definidos por Naciones Unidas, que codifican los desafíos medioambientales y sociales más apremiantes, proporcionan un marco para determinar qué aspectos deberían tener prioridad en las agendas políticas, sociales y económicas a largo plazo.
El sector sanitario es un ejemplo obvio de que superar estos retos presentará sin duda alguna oportunidades de inversión a largo plazo. Antes de la pandemia, el envejecimiento de la población ya ejercía presión al alza sobre los costes de la atención sanitaria. Para lograr el ODS 3 —garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades— será necesaria una inversión significativa.
De igual modo, es cada vez más indefendible demorar la adopción de medidas urgentes para combatir las causas y consecuencias del cambio climático: el ODS 13. Afortunadamente, las soluciones —como la construcción de edificios más eficientes, la reducción del despilfarro alimentario y la transición a una economía circular— son técnicamente factibles y presentan enormes oportunidades a aquellas empresas capaces de abordar con éxito este reto global.
Hacerlo requiere atención y voluntad. En nuestra opinión, es posible que la lucha contra el coronavirus y sus repercusiones acelere la adopción de medidas para abordar algunos de estos problemas a largo plazo.
¿Una recuperación transformativa?
El cierre de la economía global podría tener consecuencias positivas duraderas para el planeta. Nos hemos visto obligados a vivir de con una menor huella de carbono, por ejemplo trabajando desde nuestras casas en lugar de desplazándonos al trabajo, y comiendo productos más locales allí donde las cadenas de suministro globales se han visto trastornadas. El atractivo de un aire más limpio es evidente para todos.
Otra posibilidad es que los gobiernos ejerzan presión para reconstruir una economía más limpia y más verde. Por primera vez desde la crisis financiera global, estamos viendo un fuerte aumento del gasto público en todo el mundo desarrollado. Dado el imperativo global para abordar el cambio climático, sería difícil creer que el estímulo gubernamental no se oriente en cierta medida al fomento de la sostenibilidad, sobre todo en Europa.
Además de su potencial para catalizar la transición a una economía de bajas emisiones de carbono, pensamos que también tratará de remediar los retos sociales que, en muchos casos, se verán exacerbados por la pandemia. El cierre de la economía, que creará más pobreza, ha revelado lo precario que puede ser el empleo en la economía moderna. Es posible que el COVID-19 suscite un mayor entusiasmo público para abordar los desafíos sociales e invertir para solucionarlos.
Vientos de cola a largo plazo
Para quienes invierten en compañías posicionadas para ayudar a resolver los mayores retos mundiales, el desplome bursátil ha creado en nuestra opinión, puntos de entrada atractivos para inversiones a largo plazo.
No obstante, creemos que las oportunidades no están confinadas a la renta variable. Tanto gobiernos como empresas están emitiendo más bonos para financiar proyectos dirigidos específicamente a abordar cuestiones sociales o de sostenibilidad. En abril, el Banco Interamericano de Desarrollo (un organismo supranacional) emitió un bono de 2000 millones de dólares para respaldar a países latinoamericanos y caribeños en su lucha contra el coronavirus.
Aunque la pandemia está teniendo ciertas consecuencias imprevistas —como el mayor uso de plásticos desechables y de coches privados—, estas son a corto plazo. Incluso ahora que los precios globales del crudo han caído hasta su menor nivel en dos décadas, fuentes de energía renovables como la eólica y la fotovoltaica son competitivas con el gas y el petróleo en términos de coste, incluso sin subsidios.
La presión regulatoria también parece estar impulsando con fuerza a las empresas que juegan un papel positivo en la sociedad. La legislación de la Unión Europea, por ejemplo, exige a las grandes compañías que revelen cómo gestionan ciertos retos sociales y medioambientales. A nivel global, las empresas socialmente irresponsables tienen menos lugares en los que esconderse.
Por supuesto, la prioridad inmediata de la sociedad es combatir la pandemia y mitigar sus efectos, entre ellos la pobreza y el paro. Pero una vez la economía global vuelva a una senda de crecimiento, confiamos en que será posible galvanizar soluciones para los retos a largo plazo a los que se enfrenta a el mundo. Los inversores pueden jugar un papel clave como catalizadores de este proceso.
Columna de opinión de Maria Municchiy Randeep Somel, gestores en M&G Investments
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Los fondos temáticos se centran en las tendencias mundiales a largo plazo más potentes que están transformando el mundo y creando una gran cantidad de oportunidades de inversión. En Schroders creemos que el propósito de un fondo temático es invertir en temas de inversión poderosos en los que el ingenio humano enciende la mecha de la innovación para abordar los desequilibrios del mundo.
Estos desequilibrios podrían ser entre poblaciones y recursos como el cambio climático, cuya respuesta podría venir de la transición energética. Los desequilibrios también podrían ser entre la oferta y la demanda en industrias concretas en las que hay una demanda insatisfecha o una oferta ineficiente, cuya respuesta sería el tema de la disrupción a medida que los innovadores desafían el statu quo.
Estos tipos de desequilibrios suelen estar relacionados. El tema de la innovación sanitaria, por ejemplo, es una respuesta a los desequilibrios demográficos, así como a las ineficiencias de la oferta dentro de la propia industria sanitaria.
Los fondos temáticos, en nuestra opinión, deberían por lo tanto invertir en aquellas empresas que tengan el ingenio de innovar y ayudar a abordar estos desequilibrios.
Creemos que un enfoque de inversión activo, global y sin restricciones es óptimo para un fondo temático. Si los temas son tan poderosos como creemos, no deben estar limitados por las ponderaciones de los índices de las acciones, los sectores e incluso las regiones. De esta manera, tratamos de identificar e invertir en las empresas que mejor puedan aprovechar las oportunidades de los poderosos temas globales a largo plazo que hemos identificado.
¿Cómo se identifica un tema?
En primer lugar, consideramos si el tema está impulsado por el ingenio humano encendiendo la innovación para abordar los desequilibrios del mundo. Cuando hemos identificado los temas potenciales, los evaluamos utilizando una serie de criterios:
Es fundamental que los temas tengan longevidad y, por lo tanto, deben ser de naturaleza estructural en lugar de modas cíclicas o de corta duración. A este respecto, suele ser muy útil examinar lo que llamamos la «historia del futuro» porque muchos de los temas futuros más poderosos son los que han impulsado las innovaciones en el pasado. De hecho, desde la antigüedad, el ingenio humano ha ayudado a transformar el mundo y la forma en que vivimos y trabajamos con innovaciones en áreas como la fabricación, el comportamiento del consumidor, la atención sanitaria y el entretenimiento.
Los temas también necesitan tener potencial de crecimiento en su valoración. Invertimos en acciones concretas, no en temas abstractos.
Por último, los temas que elijamos también deben tener un universo de acciones para seleccionar, que no sea ni demasiado estrecho ni demasiado amplio. Si son demasiado estrechos, privan al gestor de la flexibilidad necesaria para trazar su camino a través de los temas en evolución. Si son demasiado amplios carecen de la precisión que buscan los clientes cuando invierten en un tema en particular.
En Schroders, nuestra Data Insights Unit, liderada por científicos de datos, es crítica para ayudarnos a construir estos universos de inversión. El equipo es fundamental para llamar nuestra atención sobre empresas fascinantes expuestas a nuestros temas favoritos que aún no han sido plenamente reconocidas por el mercado.
En términos de popularidad, los temas que tienen una resonancia particular para nosotros incluyen el cambio climático, la urbanización, las disrupciones, la transición energética, la innovación en la atención sanitaria, la innovación en la fabricación y el cambio de estilos de vida.
¿Por qué la inversión temática está creciendo en popularidad?
La inversión temática es cada vez más atractiva porque proporciona una exposición activa a largo plazo a temas potentes y duraderos que están transformando nuestro planeta y nuestra vida cotidiana. Este tipo de inversión permite a los clientes invertir con precisión en las tendencias que son importantes para ellos. De hecho, a medida que se han fortalecido las conexiones intelectuales y emocionales de los clientes con los temas, los fondos temáticos se están convirtiendo cada vez más en una parte del pensamiento de los inversores.
A través de estos fondos, los inversores pueden exponerse a las empresas menos conocidas dentro de los temas a largo plazo, cuyas perspectivas de crecimiento aún no se reconocen en sus cotizaciones y están por tanto infravaloradas.
Además de esta búsqueda de rentabilidad, muchos fondos temáticos ofrecen exposición a una serie de temas cuyo eje es la sostenibilidad. Temas como el cambio climático, la transición energética y la innovación en materia de salud desempeñan un papel fundamental en este sentido. En cualquier tema, es imperativo que las empresas tengan una mentalidad de sostenibilidad si quieren prosperar a largo plazo.
Sin embargo, por muy poderosos que sean estos temas, no operan en el vacío. La rentabilidad de las inversiones temáticas puede verse influida por otras variables, como el entorno económico más amplio y los altibajos de determinados estilos de inversión en los mercados.
Columna de opinión de David Docherty, director de inversión temática en Schroders.
Los confinamientos globales han resultado ser un importante catalizador para acelerar la revolución digital y han hecho surgir nuevas oportunidades vitales y de inversión.
Focalización en los servicios digitales: La estrategia invierte en empresas basadas en la web que aprovechan los datos para prestar servicios interactivos a través de algoritmos inteligentes. Dichas empresas integran los negocios digitales más disruptivos e innovadores que contribuyen a crear soluciones más rápidas y baratas para empresas y consumidores a nivel mundial y ofrecen una mejor base para la toma de decisiones.
Enfoque “bottom-up” de alta convicción: Nuestro enfoque se centra en la pura selección de títulos, sin restricciones por índices de referencia.
Conocimientos expertos: Nuestro equipo de inversión reúne en total más de 60 años de experiencia. Gracias a un Comité Consultivo de expertos externos obtenemos orientación sobre la evolución de la industria y las perspectivas a largo plazo.
Una clase de yoga por la mañana, ocho horas en la oficina (con una pausa para comprar a la hora del almuerzo) y una copa con los amigos a última hora de la tarde. Hasta hace bien poco, este día laborable normal se habría desarrollado en varios lugares diferentes de cualquier población o ciudad. Ahora, en la era del coronavirus, estas actividades se realizan online. Y es probable que estos nuevos hábitos digitales perduren después de la pandemia.
De hecho resulta evidente, desde todos los puntos de vista, que estamos viviendo una expansión sin precedentes de nuestro mundo digital. La experiencia vivida ha despertado un deseo de más y mejor tecnología –lo que brinda oportunidades atractivas a las empresas que puedan ofrecerla.
Durante el confinamiento, los proveedores de servicios de televisión, videojuegos online, compras electrónicas, redes sociales, telemedicina, educación online, etc. han registrado un crecimiento descomunal de su volumen de negocio.
Netflix consiguió 16 millones de cuentas nuevas en el primer trimestre de 2020, –casi el doble que en los tres meses anteriores. Por su parte, los ingresos por juegos online de la empresa china Tencent registraron un incremento interanual del 31% gracias a los clientes que intentaron evadirse con títulos como “Honor of Kings” y “Peacekeeper Elite”. Los italianos pasaron un 70% más de tiempo utilizando las aplicaciones de Facebook.
A medida que se vayan levantando las restricciones a la movilidad en todo el mundo, sería lógico esperar que ese crecimiento se fuera desvaneciendo con el tiempo. Pero los fundamentales reflejan un panorama diferente. Al fin y al cabo, por el momento solo el 59% de la población mundial tiene acceso a Internet. Además, con el aumento de la edad y el poder económico de la denominada “generación hashtag” –el grupo de nativos digitales nacidos entre 1991 y 2005– se incrementará la demanda de tecnología digital. Este segmento demográfico representa alrededor del 34% de la población total en la actualidad.
El despliegue de las redes 5G impulsará aún más esta tendencia. El 5G, que ya está avanzando en EE.UU., China, Corea y otros mercados desarrollados, puede transmitir datos mucho más rápido que las redes telefónicas actuales y administrar volúmenes mucho mayores de información con un consumo mucho menor de energía de la batería. Parece probable que el despliegue de las redes 5G será más rápido a partir de ahora, ya que las demandas digitales durante el confinamiento han ejercido una gran presión sobre la capacidad de las ya existentes. Esto, a su vez, estimulará la expansión del Internet de las cosas, abriendo un abanico casi infinito de posibilidades digitales.
En el ámbito doméstico esto podría traducirse en, por ejemplo, plantas que avisan de cuándo hay que regarlas, tejados que alertan de sus desperfectos tras un fenómeno meteorológico extremo, chaquetas que mantienen a los padres informados de la ubicación de sus hijos, cubos de basura que indican cuándo deben ser vaciados y cartones de leche que advierten de sus fechas de caducidad. En el tránsito por la ciudad se podría disponer de alertas sobre los aparcamientos disponibles, de datos actualizados segundo a segundo sobre el tráfico circundante para los automóviles autónomos, de advertencias sobre la calidad del aire en cada lugar, etc.
La mejora de la conectividad impulsará el crecimiento tecnológico en varios frentes. Entre ellos hay tres que destacan especialmente. Los tres habían experimentado anteriormente períodos de auge pero, como consecuencia de la pandemia, han ampliado enormemente sus bases de clientes y usuarios. Ahora que mucha más gente ha experimentado hasta dónde llegan las posibilidades, cabe esperar que continúe este fuerte ritmo de crecimiento.
El primero es el comercio electrónico. El confinamiento empujó a millones de personas a utilizar la compra online de comida y otros productos y, según nuestras previsiones, muchas de ellas han quedado convencidas por su comodidad y sus precios competitivos, al menos para algunas de sus adquisiciones. En abril, PayPal registró un promedio de 250.000 nuevas cuentas al día, según una reciente actualización de transacciones.
En el ámbito del software como servicio (SaaS) también se prevé un fuerte crecimiento. El SaaS abarca toda la tecnología que subyace tras las plataformas de teletrabajo, educación online, almacenamiento en la nube y teleconferencias. Prevemos que, incluso cuando se levanten totalmente las restricciones a la movilidad, tanto las empresas como los trabajadores adoptarán prácticas laborales más flexibles que las anteriores a la pandemia. En el ámbito docente también se producirán cambios –la Universidad de Cambridge ya ha comunicado que las clases continuarán impartiéndose a través de Internet al menos hasta el verano de 2021.
La vida digital es otra área clave. Tras el negocio siempre viene el ocio, y el confinamiento ha demostrado la gran cantidad de actividades de esparcimiento y socialización que pueden realizarse gracias a la tecnología digital. En este caso, la entrega a domicilio de comidas preparadas o alimentos, los servicios de vídeo en tiempo real y los juegos online podrían encontrarse entre los sectores más beneficiados. La telemedicina también está en auge –este año, solo en EE.UU. se habrán realizado cerca de 900 millones de videoconsultas médicas– y ha registrado una subida del 64% respecto a 2019, según el grupo de investigación sanitaria Frost & Sullivan.
Aunque los confinamientos han sido temporales, han revelado hasta qué punto y con qué rapidez se pueden lograr avances en el progreso digital. Además, cuanto más avanzamos por el camino de la digitalización, de más datos disponemos para mejorar la experiencia y el proceso. La inteligencia artificial irá ocupando una parcela cada vez mayor de nuestra vida cotidiana mediante los servicios digitales basados en sus algoritmos ultrasofisticados.
Columna de Sylvie Séjournet, Senior Investment Manager en Pictet Asset Management.
Este artículo fue publicado por primera vez en FT Adviser.
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Pixabay CC0 Public Domain. Europa, en una encrucijada
En las últimas semanas, Europa se ha despertado del coma inducido por la COVID-19, tras tres meses de estancamiento. Las terrazas de los bares y las oficinas de las ciudades vuelven a llenarse poco a poco, y los paseos marítimos ya cuentan con algunos veraneantes. Las bolsas también se han recuperado tras las impresionantes pérdidas de la primavera. Casi todos los activos de riesgo han recuperado al menos el 50% de sus pérdidas sufridas durante esta crisis. Mientras que los ganadores de la crisis de los sectores de tecnología y salud registraron una fuerte demanda durante el confinamiento, a partir de mediados de mayo el apetito de riesgo de los inversores se centró en los valores industriales cíclicos.
La crisis del coronavirus reforzó aún más las tendencias estructurales a largo plazo, como la digitalización, la inteligencia artificial y la sostenibilidad. Gracias al respaldo de los bancos centrales en Europa y EE.UU., los bonos high yield recibieron importantes flujos de inversión en todo el mundo. Por tanto, ¿ha vuelto todo a la normalidad? ¿O han vuelto los mercados de capitales a desvincularse de la realidad macroeconómica?
Al fin y al cabo, la sostenibilidad del repunte tras uno de los ciclos bajistas de mercado más breves hasta la fecha dependerá de si logramos ralentizar los contagios. En la mayoría de los países desarrollados, están disminuyendo. Sin embargo, sigue habiendo regiones con rebrotes, y el riesgo de una segunda ola seguirá con nosotros durante bastante tiempo.
¿Salir más fuerte de la crisis?
Por grave que haya sido el shock provocado por las medidas de confinamiento global, el crecimiento podría aumentar ahora igual de rápido. Así lo indica el fuerte repunte de los datos de inversiones en infraestructuras y consumo minorista en China. El factor decisivo de desarrollo en Europa fue la reacción de los gobiernos y los bancos centrales, que actuaron con rapidez y a gran escala. Con el plan de recuperación propuesto por la Comisión Europea, por primera vez hay posibilidades de un equilibrio basado en la solidaridad entre países con margen fiscal, como Alemania y Francia, y los que no gozan de dicho margen, como España e Italia. Europa se encuentra en una encrucijada: si logra compaginar la solidaridad con inversiones que creen valor, podría salir más fuerte de la crisis.
Aparte de la temida segunda oleada de coronavirus, hay otros riesgos que amenazan con frenar el repunte. Salvo por EE.UU., donde los rápidos planes de reasignación laboral son posibles gracias a la estructura del mercado, el desempleo podría ser más persistente de lo esperado debido a los cambios estructurales provocados por la pandemia. Si la recesión fuese más grave de lo previsto, será inevitable que más empresas entren en quiebra.
Las elecciones presidenciales estadounidenses del otoño y las negociaciones del Brexit aumentan la incertidumbre política. En EE.UU., una victoria de los demócratas supondría un fuerte aumento del impuesto de sociedades, lo que tendría un impacto directo en el beneficio por acción. Queda por ver si las valoraciones actuales reflejan debidamente dichos riesgos. ¿Cómo deberían posicionarse los inversores en este contexto?
¿Ha comenzado la gran rotación?
Si nos fijamos en la rentabilidad del mercado de renta variable y las ratios precio-beneficio, parece como si 2020 ya no se tuviese en cuenta. Cabe señalar que las acciones value han superado claramente a las acciones growth y de calidad desde mediados de mayo. ¿Ha empezado finalmente la gran rotación que muchos inversores esperaban desde hace mucho tiempo?
Esto podría deberse en parte a la gran diferencia de valoraciones entre acciones growth y value en cuanto a la ratio precio-beneficio. En concreto, los valores de tecnología informática fuertemente demandados durante la crisis del coronavirus han alcanzado máximos históricos de valoración. Sin embargo, ante los escasos indicios de aumento de la inflación y los tipos de interés, el repunte del valor podría no tener base suficiente para perdurar.
Sectores típicos value, como automóviles o telecomunicaciones, se enfrentan también a graves desafíos, con inversiones necesarias en movilidad eléctrica y la expansión de la red 5G. En este contexto, seguimos apostando por valores de los sectores de tecnología informática y salud que se benefician de las tendencias a largo plazo, valores industriales respaldados por la recuperación económica y bancos que ya se han adaptado en gran medida al entorno normativo más estricto.
En renta fija, el high yield se ha recuperado rápidamente, gracias en buena parte al respaldo de los bancos centrales y la oferta reducida (solo compensada en parte por los denominados “ángeles caídos”, anteriores bonos investment grade). Aunque positivos de medio a largo plazo, creemos que podría haber menor potencial en este segmento a corto plazo. En cambio, la deuda pública de los países periféricos y el crédito investment grade siguen ofreciendo al menos cierto potencial de rendimiento.
Divisas: Estamos convencidos de que el euro finalmente podría revalorizarse frente al dólar. Creemos que esta subida se va a ver impulsada por un diferencial de tipos de interés limitado, la profundización de los déficits cada vez mayores de EE.UU. y la solidaridad europea sin precedentes orientada hacia el crecimiento y la inversión. Por último, hay que mencionar la pandemia, actualmente más problemática en EE.UU. que en Europa.
Por tanto, hay muchos indicios de que los activos de riesgo seguirán recuperándose: el descenso de las cifras de contagio, el respaldo de los gobiernos y los bancos centrales, la menor volatilidad, la vuelta de empresas a la normalidad al final de la fase de confinamiento o los primeros indicios de recuperación económica. En cuanto las expectativas de beneficios empresariales empiecen a destacar otra vez, podremos volver a la normalidad. Pero hasta entonces, hay que ser precavidos.
Tribuna de Laurent Denize, co-CIO global de ODDO BHF Asset Management
De los 114 CKDs que hay en México, 19 logran una TIR superior al 10% neto en pesos, mientras que de los 32 CERPIs que hay solo 11 tienen una TIR superior al 10 por ciento. En forma conjunta significa que el 21% de los CKDs presenta TIR superior al 10% donde el 17% corresponde a los CKDs y el 34% a los CERPIs. Estos resultados son los que se tienen considerando las llamadas de capital y distribuciones al terminar mayo de 2020.
Estos números se explican por las valuaciones correspondientes donde muchos de ellos al estar valuados en dólares reflejan el movimiento en el tipo de cambio peso dólar. Al ser los CKDs y CERPIs vehículos de capital privado que cotizan en las bolsas de México (BMV y BIVA) estas ganancias solo son ganancias en libros a la fecha en la que se hace el análisis.
De los 29.653 millones de dólares de capital comprometido, 74% son CKDs y 26% son CERPIs. El valor de mercado es de 11.353 millones de dólares. Para los CKDs, las cifras muestran que el 70% de los recursos ha sido llamado mientras que para los CERPIs apenas llegan al 24% por lo que las llamadas de capital cambiarán las TIRs al igual que lo hacen las distribuciones.
Al revisar los CKDs (fondos de capital privado listados en bolsa que invierten en México) en monto y en número destacan los sectores de bienes raíces, infraestructura, energía, capital privado y deuda.
Con TIR superior al 10% en pesos destacan con el mayor número de CKDs los sectores de bienes raíces, capital privado e infraestructura. En los CKDs de bienes raíces sobresalen (7) los de IGS (3), FINSA (1), FINSA/Walton (1), Artha (1) y Alignmex (1). En capital privado (4) están los de IGNIA (1), Dalus (1), Northgate (1) y ACON (1). En los CKDs de Infraestructura destacan (3) los de RCO (1), GBM Infraestructura (1), así como Infraestructura México (1).
Con el menor número de CKDs con TIR superior al 10% en el sector de energía (2) esta uno de BlackRock (1) y Artha Energía (1). En el sector crédito está Altum (2) y en el sector fondo de fondos PMIC Latam (1).
Entre los 32 CERPIs con TIR superior al 10% están los del sector fondo de fondos y los de capital privado. De los 21 CERPIs del sector fondo de fondos 10 de ellos presentan una TIR superior al 10% donde sobresalen los de BlackRock (8), Lexington Partners (1) y Blackstone (1). Entre los 6 fondos de capital privado sobresale Glisco Discovery. Es importante mencionar que la gran mayoría de estos apenas han llamado 20% y los que más han sido los de Lexington y Glisco Discovery (33 y 30% respectivamente).
Los dos CKDs que han amortizado hasta el momento (AMB Capital y Promecap) ninguno logró una TIR superior del 10% neto para el inversionista. Ambos CKDs nacieron en 2010. Un total de seis CKDs adicionales a estos dos vencerán en los próximos meses donde solo en tres casos su TIR esta entre 8 y 9%. Estas TIRs seguirán cambiando con las valuaciones trimestrales independientes que hacen los CKDs y CERPIs.
Nuestras estrategias globales versan sobre la resiliencia. Contamos con un equipo resiliente que trabaja con gran eficacia desde casa y con un proceso de inversión asimismo resiliente con el que comprobamos que las compañías incluidas en nuestras carteras serán capaces de seguir revalorizándose y evitar destrucciones permanentes de capital; también contamos con carteras resilientes, puede que lo más importante, que de nuevo han logrado registrar menos pérdidas en épocas complicadas.
Esta capacidad de resiliencia no significa que no haya cambiado nada para nuestras carteras en 2020. Presentamos nuestro enfoque para pensar acerca de la COVID-19 en nuestra edición de marzo. Dividimos los impactos en tres ámbitos:
En primer lugar, están los efectos directos del virus y los esfuerzos para controlar su propagación.
En segundo, se encuentra el efecto indirecto de las fuertes desaceleraciones económicas que han aparecido en todo el mundo.
Finalmente, hablamos de cómo va a cambiar el mundo una vez que la crisis haya pasado y cómo afectará a sectores y compañías específicas.
Nuestra opinión es que el enfoque se está moviendo desde el ámbito 1 al ámbito 2, a medida que los mercados desarrollados salen de los confinamientos, aunque no está nada claro que las expectativas de beneficios o múltiplos reflejen los desafíos de cara al futuro. Todavía hay mucho que pensar con respecto al ámbito 3, pero la capacidad de lidiar con el cambio de la esfera tradicional a la esfera digital será un área clara de diferenciación.
Ámbito 1: Los efectos directos
Nuestra hipótesis de referencia fue, y sigue siendo, confinamientos severos que duraron aproximadamente un trimestre seguidos de un período de disrupción debido al distanciamiento social. Claramente, algunos sectores se han visto gravemente afectados, en particular, los viajes y la hostelería, mientras que las intervenciones quirúrgicas no urgentes se han aplazado en los hospitales. La lista de beneficiarios potenciales es más corta, como la venta minorista de alimentos, los productos de desinfección y el software. Como se mencionó en ediciones anteriores, hemos reducido nuestra exposición al sector de bebidas, ya que nos preocupa que se produzca una disrupción sostenida de las ventas en establecimientos “con licencia”, es decir, bares y restaurantes, que representan alrededor de la mitad de los ingresos. Sin embargo, en general, a medida que los mercados desarrollados emergen del confinamiento, nuestro enfoque se aleja del impacto directo de la crisis hacia las desaceleraciones resultantes.
Ámbito 2: La desaceleración
Ahora ha surgido una pequeña industria que especula sobre la forma de la trayectoria de la recuperación económica, y se habla de “V”, “U”, “W”, forma “swoosh” o “raíz cuadrada invertida”. La palabra “sin precedentes” se ha utilizado mucho, pero se debe a que el golpe sin precedentes a la demanda está generando un nivel de intervención gubernamental sin precedentes. Si bien el inicio de la recuperación puede ser fuerte, ya que los confinamientos se relajan y el gasto de los consumidores se reactiva al reabrirse las tiendas, es probable que la crisis deje muchas cicatrices, como ilustran los 40 millones de solicitudes de desempleo en las últimas 10 semanas en Estados Unidos, incluso antes de comenzaran a preocuparse por una segunda ola. No somos analistas macro top-down y admitimos ser temperamentalmente conservadores dado nuestro enfoque hacia la calidad, pero, sin embargo, nos cuesta imaginar que los beneficios de 2021 del índice MSCI World disminuyan solo un 2% con respecto al nivel de 2019, como sugiere el consenso.
Si de hecho somos demasiado prudentes y los beneficios de 2021 coinciden aproximadamente con el nivel de 2019, esto todavía implica que la COVID-19 habrá causado dos años de pérdida de crecimiento de los beneficios, aunque el índice MSCI World solo haya bajado un 8% hasta el momento. Esta modesta caída se debe a los niveles del mercado, que ya eran caros a principios de año, cuando el índice MSCI World se situaba en 17 veces los beneficios de consenso para 2020, lo que significa que ahora estamos por encima de 17 veces con respecto al consenso potencialmente optimista para 2021. Solo hay dos formas de perder dinero en renta variable: o se esfuman las ganancias o se esfuman los múltiplos, por lo que ahora, después de una subida del 35% en el índice MSCI World desde finales de marzo, estamos preocupados por ambos aspectos.
La buena noticia es que nuestras carteras no están invertidas en el índice. En cambio, estamos invertidos en compañías de alta calidad, las que son capaces de mantener sus altos retornos sobre el capital operativo a largo plazo, o compounders, como preferimos denominarlas. Están mostrando su fuerza relativa una vez más. El confinamiento no las ha bloqueado. Cuando consideramos dónde se encuentran generalmente los compounders, los hallamos principalmente en algunas partes distintivas del mercado de valores: productos de consumo básico, servicios de software y TI y atención sanitaria. Más del 80% de nuestras carteras se concentran en estas áreas, que poseen activos intangibles difíciles de replicar, incluidas marcas, redes, patentes y licencias, lo que les otorga un poder de fijación de precios, evidenciado por altos márgenes brutos. Estas características resilientes han contribuido a su rendimiento relativo positivo en comparación con el conjunto del mercado desde principios de año.
La otra ventaja que tienen los compounders es que, cuando los tiempos son difíciles, como ahora, todavía experimentan demanda gracias a sus ingresos recurrentes; los pacientes continúan necesitando soluciones salinas o diálisis, las personas todavía compran productos esenciales para el día a día, desde productos de limpieza hasta pañales, y las empresas dependen de los sistemas de TI para operar y comunicarse. El crecimiento de los beneficios puede ralentizarse ante una desaceleración fuerte, pero no tan dramáticamente como para que las compañías afronten cancelaciones de pedidos de motores, grandes pérdidas de préstamos o caída de los precios de un producto, todos los problemas se exacerban gravemente si las empresas están apalancadas financieramente además operativamente.
Ámbito 3: El mundo después de la COVID-19
El enfoque principal del equipo hasta ahora ha sido lidiar con los ámbitos 1 y 2, modelar el impacto combinado de la crisis de salud y la probable crisis económica y probar el estrés en escenarios aún más adversos. Sin embargo, los pensamientos se están moviendo hacia el ámbito 3, a más largo plazo. La COVID-19 ha revelado la importancia de seguir siendo relevantes, tener las rutas correctas al mercado y ser dinámicos y flexibles. Como se mencionó en la edición de abril, el virus está actuando como un acelerador, particularmente en torno a la digitalización de la economía. Aquellos que tuvieron la visión de invertir en la esfera en línea para digitalizar sus negocios desde el entorno tradicional están viendo los beneficios. Hoy en día, puedes crear y pedir una zapatilla de running exclusivas, puedes pedir productos por todo el mundo desde tu propia casa, puedes usar la cámara de tu teléfono móvil para evaluar el tono de tu piel y luego pedir el maquillaje que mejor se adapte desde el teléfono, puedes trabajar desde casa, puedes colaborar con herramientas como Zoom y Teams, e invertir, ahorrar y pagar, todo en línea. La forma en que trabajamos, compramos, aprendemos, nos conocemos, nos entretenemos e incluso la forma en que nos ponemos en forma: la digitalización ha dado a todos estos hábitos un nuevo canal, un canal al que muchos millones de personas se han acostumbrado en un período de tiempo mucho más corto de lo que jamás se hubiera podido imaginar.
Si no ha invertido en lo nuevo, si sus productos y servicios no pueden ser conocidos, vistos, comprados o incluso entregados, pero alguna otra compañía puede, entonces ha dejado de ser relevante para su consumidor o cliente, ya sea B2B o B2C. Como inversores, como gestores de carteras que tratan de comprender los riesgos y las oportunidades a largo plazo, siempre nos ha quedado claro que las compañías deben invertir para seguir siendo relevantes si quieren mantener las rentabilidades. Siempre hemos invertido en compounders de alta calidad, ha sido nuestra filosofía durante más de 25 años, pero el lugar donde los hemos encontrado y lo que nos ha preocupado ha cambiado durante este cuarto de siglo. Hoy en día, poder construir fosos digitales, donde sea relevante, para defender, mejorar y extender su negocio se ha convertido en una característica cada vez más esencial de un compounder de alta calidad.
Columna de William Lock, Head of International Equity Team, y Bruno Paulson, Managing Director, en el equipo de International Equity de Morgan Stanley Investment Management.
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Las compañías de pequeña capitalización tienen muchas ventajas frente a las más grandes. Debido a su tamaño y a los menores costes fijos, a menudo pueden tomar decisiones rápidas y responder a los cambios del mercado. Esto les permite aprovechar las oportunidades a medida que surgen, por lo que suelen estar a la vanguardia de las disrupciones de su sector. Muchas se han lanzado al mundo online, lo que les da una ventaja importante sobre los competidores más grandes y mejor dotados de recursos. Además, las empresas más pequeñas tienen economías de escala cada vez mayores, lo que genera un viento de cola en sus beneficios.
¿Negocios de riesgo?
Por supuesto, cuando se invierte, no hay nada gratis: una mayor rentabilidad viene asociada a menudo a un mayor riesgo, y ocurre lo mismo en el caso de las empresas de pequeña capitalización. Sin embargo, invertir en ellas requiere un profundo conocimiento de estos riesgos y de las posibles recompensas que ofrecen.
Por eso adoptamos un enfoque activo y bottom-up para la inversión en acciones de pequeña capitalización. Tratamos de invertir en las que consideramos potencialmente rentables y bien establecidas, con balances sólidos y con ventajas competitivas. Nuestro objetivo es encontrar empresas de alta calidad que creemos que podrían ser los grandes líderes del mañana. Creemos que así los inversores pueden acceder a las empresas que están ayudando a impulsar las temáticas fundamentales que conforman nuestro mundo.
Atención médica
Los recientes acontecimientos han puesto de relieve la importancia de la atención sanitaria y, en particular, la forma en la que atendemos a las personas mayores. Dentro de esta área se encuentra un amplio abanico de empresas. Europa tiene una rica historia de innovación en productos farmacéuticos y es posible encontrar numerosas empresas más pequeñas de alta calidad y rentables que operan en este campo.
Por ejemplo, el grupo farmacéutico suizo Bachem tiene una posición fuerte en la fabricación externalizada de péptidos. Estos componentes se utilizan en tratamientos para enfermedades que afectan a las personas mayores, incluyendo el Alzheimer. Otra es la belga Fagron, que ofrece soluciones para medicamentos personalizados.
¡Noticias falsas!
Los analistas suelen elogiar a las redes sociales por su papel en la conexión de las personas y la facilitación de la acción comunitaria. Sin embargo, últimamente han sido criticadas en algunos sectores por promover contenidos perjudiciales. Las acusaciones de los medios de comunicación contra Facebook incluyen la alteración de las elecciones en Estados Unidos y la incitación al genocidio en Myanmar. El término “fake news” (noticias falsas) ha entrado a formar parte de nuestro vocabulario cotidiano.
Esto ha creado una demanda de compañías que puedan moderar el aluvión de contenido, como la australiana Appen, especialista en el registro de datos que se utilizan para entrenar algoritmos de inteligencia artificial para identificar material inadecuado. La francesa Teleperformance provee personal altamente capacitado para verificar el contenido para empresas del estilo de Facebook.
Fuera lo viejo, dentro lo nuevo
El uso de fórmulas de pago sin dinero en efectivo lleva tiempo aumentando y ha sido evidente su importancia como método de transacción en el mundo del distanciamiento social. Una vez más, son unas pocas empresas pequeñas e innovadoras las que están particularmente activas en este espacio y que participan en operaciones a lo largo de toda la cadena de transacciones, desde el software (ACI World) hasta el hardware (Cubic).
Muchas compañías también están provocando disrupciones en los sectores tradicionales. El confinamiento ha confirmado la validez de los sistemas y modelos de negocio que ya estaban ganando cuota de mercado. Por ejemplo, en educación, con muchas personas estudiando desde casa, la necesidad de información en línea completa y de confianza ha crecido. En Estados Unidos, Cheggo lleva tiempo proporcionando este servicio.
Por supuesto, todo esto no sería posible sin el siempre cambiante sector de la tecnología, y la carrera por el 5G tiene mucho que decir en este sentido. La potencial velocidad en esta próxima etapa de evolución de la telefonía es impresionante: el 5G tiene como objetivo multiplicar por 20 la velocidad frente al 4G. Pero, para que esto sea posible, es necesario contar con el hardware adecuado.
Compañías como Lattice Semiconductor son un ejemplo. La firma fabrica chips programables que son adecuados para la «edge computing» y que permiten potencia de computación en el dispositivo final en lugar de en el centro de datos. Esto hace posible la existencia de aplicaciones como la prevención de colisiones en vehículos autónomos, y la identificación facial en los teléfonos inteligentes.
En conclusión…
Estas son solo algunas de las tendencias que nos han llamado la atención durante el último año. Dentro de ellas vemos que, una y otra vez, las pequeñas compañías de alta calidad están ayudando a liderar la demanda. Veremos cómo se desarrollan en los difíciles meses venideros.
Tribuna de Andrew Paisley, investment director de Aberdeen Standard Investments
A veces, establecer metas es la parte fácil. Lo complicado es implementarlas. En los últimos dos años, hemos estado examinando cómo integrar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en nuestro proceso de toma de decisiones de inversión para los mercados cotizados. Esta labor se ha realizado en el marco de esfuerzos más amplios para establecer aspiraciones y objetivos de desarrollo económico, inclusión social y sostenibilidad ambiental en todo el mundo.
Basándose en los anteriores Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), las Naciones Unidas han establecido 17 ODS, incluyendo energía asequible y limpia (7), acción climática (13) y salud y bienestar (3), las áreas donde se concentran típicamente las mayores oportunidades de inversión en ODS. Lograrlos requiere que gobiernos, empresas, inversores y sociedad civil se unan para tomar medidas.
A diferencia del marco predecesor, el programa actual de los ODS pide explícitamente al sector privado que aporte soluciones. Muchas empresas de todo el mundo ya han comenzado a incorporar la sostenibilidad en sus actividades comerciales. Los ODS llevan este compromiso más allá, pidiendo a las empresas que los incorporen a sus modelos de negocio, innovaciones e inversiones.
En su informe “Better Business, Better World” de 2017, los 35 directores ejecutivos y miembros de la sociedad civil de la Comisión de Comercio y Desarrollo Sostenible identificaron 60 grandes oportunidades de mercado en los sectores de la alimentación y la agricultura, el desarrollo urbano, la energía y los materiales, y la salud y el bienestar1. Algunas son la reducción de los residuos de alimentos, las nuevas tecnologías agrícolas, la vivienda asequible, los edificios de bajo consumo energético y el transporte público.
Lo cual está muy bien, pero ¿cómo se puede integrar ese pensamiento en un enfoque coherente de inversión? Después de haberlo hecho durante bastante tiempo, podemos decir que no es en absoluto sencillo. Nuestro trabajo incluyó una investigación publicada en 2018 que esboza nuestra metodología patentada sobre la mejor manera de invertir con una mirada ODS2. Durante este año, la hemos mejorado con el fin de evaluar no solo las contribuciones positivas de los emisores, sino también las negativas. Con ello, creemos que ahora podemos ofrecer un cuadro más completo de la contribución neta global de un emisor individual a los ODS.
Nuestro universo de inversión para este análisis es el MSCI AC World Index. Dentro de este índice, evaluamos dónde los productos y servicios de las empresas están contribuyendo más a los ODS específicos. Encontramos que sus actividades se agrupan típicamente alrededor de cinco: acción por el clima (13), educación de calidad (4), buena salud y bienestar (3), así como producción y consumo responsable (12).
Comenzamos con la identificación de las empresas con ingresos vinculados positivamente a los ODS, que se enfrentan a un escrutinio adicional a través de una capa de control de riesgos diseñada para identificar a los verdaderos líderes. Nuestra investigación muestra que la mayoría de las industrias centran sus esfuerzos en contribuir al ODS 13 (acción climática), aunque existen variaciones significativas dentro y entre sectores.
Al examinar los resultados de nuestro análisis en profundidad, vemos que los subsectores que registran la mayor contribución a los ODS están dentro de la salud, la tecnología y el real estate. Por el contrario, los sectores con la menor contribución son la energía y los servicios de comunicación.
A pesar de las violaciones de las normas de seguridad de los productos, que penalizan la calificación ODS en todo el sector de la salud, los subsectores de productos farmacéuticos, biotecnología y ciencias de la vida, y equipos y servicios de atención sanitaria tienen una alta proporción de «verdaderos líderes ODS» y «líderes ODS» (81% y 82% del límite del mercado en sus subsectores, respectivamente).
En el sector de la tecnología de la información, los tres sub-sectores tienen una alta proporción de líderes ODS. Encontramos que estos productos se despliegan típicamente con fines de eficiencia energética y están asociados con el ODS de acción climática. Lo mismo se aplica también a ciertos dispositivos en el subsector de los semiconductores.
En el subsector de alimentos y bebidas, a menudo observamos una menor exposición a los ODS de lo que cabría esperar. Estas empresas están contribuyendo, pero tienen calificaciones decepcionantes debido a su contribución negativa neta, en particular, al ODS 2 (hambre cero-nutrición). Entre ellas se encuentran las compañías que producen refrescos, dulces, postres, productos a base de carnes rojas y alimentos altamente procesados.
Por último, la mayoría de las empresas del sector de servicios de comunicaciones tienen pocos o ningún ingreso positivo de los ODS. Como resultado, y aunque muchas pueden obtener una puntuación alta en términos de calidad ESG, serán rebajadas en base a los ODS, logrando una calificación «D» en el mejor de los casos. Por el contrario, los líderes son calificados como «A» o «B».
Entonces, ¿qué significa todo esto? Nuestro análisis ilustra la utilidad de contar con un marco formal para evaluar a los emisores a través de criterios consistentes en nuestros procesos de asignación de sectores y selección de valores. Mediante la inclusión de información sobre los ESG en general y sobre los ODS en particular, pretendemos reducir los riesgos, captar las oportunidades y facilitar los esfuerzos para mejorar los retos medioambientales y sociales a los que se enfrenta la sociedad.
Tribuna de Petra Pflaum, co-directora de renta variable para EMEA y CIO de inversión responsable de DWS
1. Business and sustainable Development Commission (January 2017). Better Business, Better World
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