Convertibles equilibrados de elevado crecimiento y convicción, con Franklin Templeton

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Pixabay CC0 Public Domain. Convertibles equilibrados de elevado crecimiento y convicción, con Franklin Templeton

Los bonos convertibles están generando un gran interés en el mercado, tanto entre los emisores como entre los inversores, una tendencia que puede continuar en los próximos meses. A pesar de la reciente volatilidad, o tal vez gracias a ella, continúa habiendo un nivel de emisiones de bonos convertibles bastante alto.

Parece que las compañías se sientes bastante cómodas emitiendo valores convertibles como una alternativa de financiación, aprovechando las condiciones del mercado global, ya que potencialmente pueden reducir su coste de capital respecto al coste que supondría la emisión de sólo una clase de bono o acción.

Los bonos convertibles se consideran un tipo de activo híbrido, por contar con características tanto de renta fija como de renta variable, por lo que resultan adecuados para períodos inciertos como el actual. Los fondos de ámbito global cuya cartera está compuesta mayoritariamente por este tipo de activo, se encuadran en la categoría VDOS de Renta Fija Internacional Global Convertibles, la tercera más rentable en el año dentro del grupo de fondos de renta fija, con una revalorización media de 1,32%.

El más rentable de este grupo de fondos es Franklin Global Convertible Securities, con una revalorización desde el pasado 1 de enero de 13,05% en su clase I de acumulación en euros.

El fondo busca maximizar el retorno total, consistente con una gestión prudente, optimizando la apreciación del capital y las rentas periódicas en diferentes condiciones de mercado. Invierte fundamentalmente en valores convertibles de emisores corporativos de todo el mundo, incluyendo los de baja o nula calificación crediticia. Puede también invertir en otros tipos de activo, como acciones ordinarias o preferentes y valores no convertibles.

Se gestiona activamente de acuerdo con una estrategia balanced o equilibrada, aplicada a los valores convertibles que componen su cartera.

El gestor principal del fondo es Alan E. Muschott CFA y gestor de Franklin Equity Group, localizado en la oficina de San Mateo en California, Estados Unidos. Gestiona también el fondo Franklin Convertible Securities Fund y cogestiona los fondos Franklin Managed Income Fund, Franklin Equity Income Fund y Franklin Templeton Variable Insurance Products (FTVIP) Growth and Income Fund. Alan E. Muschott se incorporó a Franklin Templeton en agosto de 1998. 

Con anterioridad a sus responsabilidades en el análisis de renta variable, se incluían el análisis del sector de almacenamiento de datos, la televisión por cable y la industria global de telecomunicaciones. Fue también analista de crédito corporativo, incluyendo el análisis de la industria global de telecomunicaciones. Se licenció en finanzas por la Bradley University, obteniendo su doctorado en Derecho por la Universidad de Illinois, y un M.B.A. por la Universidad of California, Los Angeles. Alan E. Muschott cuenta con la certificación Chartered Financial Analyst (CFA) y es miembro de la Association for Investment Management and Research, y la Security Analysts of San Francisco (SASF). 

Como parte del proceso inversor, los gestores cuentan con el apoyo de un equipo de más de 70 profesionales de renta variable y más de 100 expertos de renta fija, así como con los 12 equipos de gestión de activos de todo el mundo, que realizan el análisis de compañías bottom-up diseñado para identificar ideas atractivas en renta variable, sin importar donde se localicen. El equipo gestor superpone este análisis detallado por compañía con su propio trabajo de filtrado de emisores convertibles, para identificar los que ellos creen que son las mejores oportunidades en el universo global de valores convertibles.

La gestión se focaliza en emplear esta estrategia, evaluando los emisores individuales y los términos y condiciones de cada emisión convertibles caso a caso, utilizando el análisis de crédito y de renta variable procedente del equipo de analistas de la gestora, con el objetivo de generar retornos competitivos ajustados por riesgo en el largo plazo.

La cartera incluye entre sus mayores posiciones emisiones de Pinduoduo Inc 0,0% 1-oct-2024 (1,27%), RH 0,0% 15-jun-2023 (0,41%), Okta Inc. 0,125% 01-sep-2025 (1,33%), Broadcomm Inc 8% Cum Conv Pfd Registered Shs 2019-30.09.22 Series A (1,18%) y Snap Inc 0,75% 01-Aug-2026 (1,25%). Por sector, los mayores porcentajes están representados por tecnologías de la información (34,47%), salud (16,29%), consumo discrecional (12,80%), servicios de comunicación (11,09) y servicios públicos (8,40%).

La historia de rentabilidades del fondo lo sitúa entre los mejores de su categoría por este concepto, en el primer quintil, durante 2016, 2018, 2019 y 2020. A tres años, su dato de volatilidad es del 12,89%, registrando un 19,03% a un año. En este último periodo, su sharpe es de 0,98 y su tracking error, respecto al índice de su categoría, del 9,54%. La suscripción de la clase I de acumulación en euros de Franklin Global Convertible Securities requiere una aportación mínima inicial de 5 millones de dólares (aproximadamente 4.444.0000 euros) aplicando a sus partícipes una comisión fija del 0,60%. El fondo tiene también disponible una clase A en euros que puede suscribirse por una aportación inicial de 5.000 dólares (aproximadamente 4.440 euros) y que aplica una comisión fija del 0,75% y de depósito del 0,14%.

A pesar de los dos meses de rally, el equipo gestor anticipa una volatilidad y una incertidumbre significativa en los próximos meses. El cierre de las mayores economías del mundo fue un experimento audaz y sin precedentes, cuyos resultados siguen sin conocerse aún en toda su extensión.

En este entorno volátil, creen que los beneficios de los valores convertibles, y en particular de los convertibles equilibrados (balanced) – que normalmente captan el 75% de la subida de las acciones, pero solo un 50% de sus bajadas – puede tener un comportamiento destacado.

Creen que, en todos los entornos, pero especialmente en este periodo de elevada volatilidad, los convertibles pueden ser una forma de invertir en acciones manteniendo el riesgo a un nivel gestionable. Muchos de los emisores incluidos en la cartera del fondo son compañías tecnológicas de elevado crecimiento, así como empresas de consumo discrecional y de servicios de comunicaciones centradas en la tecnología.

Como inversores a largo plazo, su visión general sobre los valores convertibles no cambia de un trimestre a otro o durante periodos de mayor volatilidad en el mercado. La vida media de un valor convertible es de unos cinco años y frecuentemente buscan mantener el valor hasta su vencimiento, con independencia de los cambios que se produzcan en el mercado durante ese periodo.

Históricamente, los convertibles se han comportado bien durante periodos de volatilidad de mercado por encima de la media, cuando los inversores cautelosos con una visión por lo general positiva del mercado de renta variable, buscan exposición a Bolsa pero con riesgo controlado, para mitigar el riesgo potencial de bajadas. El equipo gestor cree que la habilidad para adaptarse a diferentes condiciones de mercado hace de los convertibles un vehículo atractivo para aumentar el nivel de diversificación de una cartera. 

Continúan aplicando su proceso de análisis disciplinado bottom-up para identificar oportunidades de inversión prometedoras. Muchas de estas oportunidades son compañías que demuestran un alto nivel de innovación, bien en su enfoque de mercado o en su tecnología, y que muestran un potencial de crecimiento convincente. El universo de convertibles se inclina hacia sectores de mayor crecimiento, como tecnología, salud y consumo discrecional. Afortunadamente, es en estos sectores en los que perciben impulsores de crecimiento más convincentes en los próximos años.

La rentabilidad del fondo a lo largo de su historia, respecto al riesgo incurrido medido por volatilidad, especialmente en los últimos tres años, lo hace merecedor de la calificación cinco estrellas de VDOS.

Tribuna de Paula Mercado, directora de Análisis en VDOS

El análisis con criterios ESG permite hallar resistencia en medio del COVID-19

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El análisis con criterios ESG permite hallar resistencia en medio del COVID-19
Pixabay CC0 Public Domain. El análisis con criterios ESG permite hallar resistencia en medio del COVID-19

Las empresas están haciendo frente a diversos desafíos durante la crisis del coronavirus. Los inversores que integran los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) en sus análisis pueden conocer la forma en la que las empresas se están adaptando, y cómo podría verse afectado el potencial de rendimiento futuro.

Una agenda de inversión responsable debería centrarse en las respuestas de las empresas al coronavirus por dos razones. Primero, es importante asegurarse de que sean ciudadanos corporativos responsables. En segundo lugar, los inversores necesitan comprender mejor las oportunidades y amenazas que la pandemia supone para los modelos de negocio.

Los compromisos de ESG, a prueba

¿A qué tipo de problemas de ESG se han enfrentado las empresas durante la pandemia? Muchas han tenido que tomar decisiones difíciles a la hora de proteger a los trabajadores mientras mantienen las operaciones en marcha. Las respuestas van desde el despido hasta indemnizaciones o compensaciones. Las empresas que apostaron por el teletrabajo se enfrentaron a nuevos retos para mantener la privacidad de los datos y la seguridad.

La conducta ejecutiva plantea más preguntas. ¿Estaba la dirección dispuesta a ajustar la compensación de forma adecuada en un momento en el que un shock de la demanda ejercía una fuerte presión sobre los beneficios? Más allá de los desafíos inmediatos, ¿las empresas seguirán dedicando gastos de capital a proyectos que mitiguen el impacto del cambio climático durante una recesión y un período de mayor incertidumbre sobre las condiciones comerciales?

La concienciación sobre la ESG importa en una pandemia

La mayoría de las empresas que ya habían adoptado prácticas de ESG han hecho frente a la crisis. Tal vez eso se deba a que la conciencia sobre los criterios ESG a menudo indica que una empresa está orientada hacia el futuro y tiene una mentalidad estratégica a la hora de considerar una serie de escenarios para sus negocios. Esto puede crear ventajas, ya que adaptan rápidamente sus operaciones al teletrabajo, al tiempo que proporcionan a los empleados el apoyo que necesitan y continúan entregando productos y servicios a los clientes.

Por ejemplo, incluso después de cerrar sus tiendas minoristas, la compañía estadounidense de utensilios de cocina y muebles Williams-Sonoma continuó aportando pagos y beneficios a sus asociados, e incluso trasladó a algunos empleados de la tienda para que proporcionaran asesoramiento de diseño virtual. La dirección trató respetuosamente al personal del centro de distribución, con equipos de protección adicionales de salud y pagos incrementales. Como resultado, Williams-Sonoma ha sido capaz de satisfacer el aumento de la demanda en su negocio de comercio electrónico, mantener a los empleados comprometidos y atraer a los clientes leales de vuelta a sus tiendas a medida que la reapertura progresa.

Integración de la ESG

Este tipo de comportamiento corporativo a menudo tiene un impacto directo en el resultado final y en el rendimiento de las acciones, en nuestra opinión. Tal vez por eso las acciones con fuertes puntuaciones de ESG superaron a su índice de referencia durante el primer trimestre de 2020, en plena crisis del coronavirus.

Pero encontrar empresas que sean líderes en ESG es un trabajo duro. Las clasificaciones de terceros miran hacia atrás, y a menudo pasan por alto los cambios de futuro en el comportamiento de una empresa que pueden indicar que se están produciendo mejoras en ese sentido. Los inversores pueden analizar mejor estos criterios a través de un modelo de análisis integrado. Los analistas que cubren una compañía, y que tienen experiencia específica en la industria, son los más indicados para revisar la respuesta de una empresa ante una pandemia y analizar cómo afectará a los flujos de caja, el balance general y los beneficios. Creemos que este tipo de integración de la ESG en el análisis fundamental es la mejor manera de aplicar una agenda de inversión responsable a las carteras.

Para hacer esto de forma efectiva, se requieren varios ingredientes. Primero, se necesita una visión a largo plazo de la estrategia y el entorno de la industria, especialmente hoy en día, cuando la visibilidad a corto plazo se halla tan nublada. Segundo, un enfoque global es vital en un mundo en el que la pandemia ha hecho estallar el comercio mundial y las cadenas de suministro. En tercer lugar, es necesario el compromiso con la dirección para tener una idea real de lo difícil que es tomar decisiones estratégicas para equilibrar las necesidades de las partes interesadas, desde los empleados hasta los clientes y los accionistas.

Las ventajas del big data

Los nuevos enfoques hacia los datos también pueden ayudar a comprender las vías de recuperación de las empresas. Por ejemplo, en el entorno actual, se pueden utilizar técnicas de big data para analizar las complejas cadenas de suministro de las empresas, e incluso las de los proveedores.

Los comentarios y sentimientos de los empleados pueden ser recopilados de la web para averiguar lo bien que el personal y la dirección se están adaptando al trabajo a distancia. Las métricas de movilidad personal, las compras con tarjeta, la contaminación de las fábricas y las reservas de los restaurantes pueden utilizarse para proporcionar una ventaja en el análisis sobre el rendimiento de la empresa durante la crisis.

El COVID-19 ha creado nuevos desafíos en materia de ESG para las empresas y los inversores. Creemos que las compañías que demuestren un compromiso serio con los criterios ESG durante la crisis tendrán una mejor oportunidad a la hora de dirigirse a una recuperación exitosa. Del mismo modo, los inversores que incorporen la ESG como un componente clave de su investigación estarán bien equipados para identificar acciones y bonos de buenos actores corporativos que es probable que sean fuentes de potencial de rendimiento a largo plazo.

Tribuna de Michelle Dunstan, directora global de inversión responsable en AllianceBernstein

Más allá del confinamiento: oportunidades y retos para el inversor en infraestructura

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Pixabay CC0 Public DomainJay Heike. Jay Heike

Como eje central de la economía mundial en tiempos de recesión y de prosperidad, la infraestructura es un elemento crucial en el entramado de la sociedad moderna.

Pero el sector, que con frecuencia ha mostrado solidez durante bajones, no ha sido inmune a la preocupación en torno a la pandemia de coronavirus. Algunas acciones de infraestructura, especialmente las relacionadas con el transporte y la energía, se vieron atrapadas en la fuerte oleada de ventas sufrida por los mercados de renta variable en marzo de 2020.

Aunque las cotizaciones se recuperaron en distinta medida a nivel mundial desde los mínimos de marzo a lo largo del segundo trimestre, las políticas implementadas para combatir la propagación del COVID-19 han continuado trastocando a las empresas, afectando también a los inversores (al menos a corto plazo). El panorama económico permanece nublado, y es precisamente aquí donde creo que las compañías de infraestructura pueden mostrar su valor.

De cara al largo plazo, pienso que las oportunidades potenciales que presenta la inversión en infraestructura no solo permanecen intactas, sino que han aumentado. A medida que se acelera la transición hacia una economía digital y de bajas emisiones de carbono, se perfila de forma cada vez más clara la necesidad de invertir en una infraestructura nueva y mejorada.

La presión sobre los dividendos

El daño económico infligido por las medidas adoptadas en todo el mundo para combatir el virus ha puesto en peligro la capacidad de reparto de dividendos para muchos tipos de compañías, incluidas ciertas áreas del sector de la infraestructura.

Las empresas cuya actividad se ha visto gravemente trastocada por el confinamiento, como los aeropuertos, tienen sencillamente menos ingresos que distribuir a sus accionistas. En tales casos, la suspensión temporal de estas distribuciones suele ser en el interés a largo plazo de los inversores.

En otros casos, las compañías han optado por aplazar o recortar sus pagos de dividendo para mantener efectivo en sus balances durante un periodo de extrema incertidumbre. Aunque tomar tal medida podría ser lo más prudente, plantea retos inmediatos para quienes invierten para obtener rentas.

La resiliencia de las utilities

En un entorno en que los dividendos se hallan bajo presión en los mercados globales, el valioso papel que pueden jugar las compañías de suministro público en una cartera es evidente. En mi opinión, este sector posee una solidez única entre las áreas generadoras de renta en un momento en que la economía mundial está sufriendo.

Por su naturaleza, el sector de utilities —que engloba a los proveedores de electricidad, agua y gestión de residuos— ha permanecido relativamente inafectado por el bajón económico de este año. Además, estos negocios y sus activos de infraestructura física suelen ser muy difíciles de reproducir y revisten una importancia vital para la economía, con lo que sus flujos de ingresos futuros pueden pronosticarse con mayor confianza que los de la mayoría de los sectores.

De hecho, en un entorno de incertidumbre económica como el actual, es el único sector de la renta variable estadounidense cuyas previsiones de ingresos futuros han sido revisadas al alza por los analistas en plena pandemia.

En el mundo de la inversión nunca hay garantías, pero ello revela cómo las utilities han sido un bastión de fortaleza durante este difícil periodo. Estas acciones no solo han mostrado más solidez que el conjunto del mercado en la primera mitad de 2020, sino que también han visto muy pocos recortes de dividendo.

Oportunidades en una recuperación “verde”

En adelante, las utilities figuran entre los sectores de infraestructura que más van a beneficiarse del aumento previsto del gasto público. Los gobiernos han anunciado enormes paquetes de estímulo fiscal por importe de billones de dólares dirigidos a estimular el crecimiento económico, y la inversión en infraestructura es una de sus prioridades.

En Europa, el tema de la sostenibilidad juega un papel central en el plan de recuperación. La “UE de nueva generación” tiene una política clara de fomento de las energías renovables y del transporte limpio, prestando asimismo atención a la renovación y la eficiencia de edificios e infraestructuras para respaldar una economía más circular.

Los compromisos con una mayor inversión en infraestructura “más verde” deberían suponer un fuerte viento de cola para compañías que poseen y desarrollan activos físicos como parques eólicos, plantas solares y redes eléctricas, todos ellos necesarios para la transición hacia un futuro de bajas emisiones de carbono. Este también es el caso de las empresas con infraestructura digital, un área que requerirá más inversión para mejorar la conectividad en la era digital.

Pese a lo difícil que puede ser mantener una perspectiva largoplacista ante un entorno de mercado tan incierto, yo creo que las compañías de infraestructura expuestas a estos giros estructurales en la economía y cuyos flujos de ingresos están respaldados por la propiedad de activos de infraestructura físicos están bien situadas para prosperar durante décadas.

 

Columna de opinión de Alex Araujo, gestor de fondos en M&G Investments

 

Información importante:

Le remitimos al glosario para una explicación de los términos de inversión empleados en este artículo.

Las rentabilidades obtenidas en el pasado no son indicación alguna de rentabilidades futuras.

El valor y los ingresos de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. No puede garantizarse que el fondo alcance su objetivo, y es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente.

Los puntos de vista expresados en este documento no deben considerarse como una recomendación, asesoramiento o previsión. No podemos ofrecerle asesoramiento financiero. Si no está seguro de que su inversión sea apropiada, consúltelo con su asesor financiero.

Esta información no constituye una oferta ni un ofrecimiento para la adquisición de acciones de inversión en cualquiera de los fondos de M&G. Promoción financiera publicada por M&G International Investments S.A. Domicilio social: 16, boulevard Royal, L-2449, Luxembourg.

Cinco razones para elegir indexación para la inversión en bonos verdes

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Pixabay CC0 Public DomainImagen de Prashant Sharma. BMO Global Asset Management

A pesar de que en 2019 se registró un año récord de entradas en los ETFs ESG, y un año récord de nuevas emisiones de bonos verdes, 2020 ha sido el año definitivo en que la tendencia hacia la inversión sostenible aceleró.

Los bonos verdes en particular podrían ayudar a impulsar la transición hacia un futuro con bajas emisiones de carbono, dado que sus ingresos se destinan exclusivamente a la financiación de proyectos y activos ecológicos. En Lyxor, creemos que la mejor manera de invertir en bonos verdes es elegir un fondo pasivo. He aquí el motivo. 

1. Estableciendo estándares

Un desafío común para los inversores de ESG (Environmental, Social and Governance) es la falta de estandarización. Aunque existen marcos, llegar a un consenso sobre lo que hace que una empresa sea «buena» o «mala» es más fácil de decir que de hacer. Esto se reduce a menudo a los valores, prioridades y preferencias personales. Pero en el mundo de los bonos verdes, las definiciones de lo que hace que un bono sea verdaderamente «verde» son mucho más fáciles de conseguir. El mercado de los bonos verdes es posiblemente el área más estandarizada de inversión en ESG, especialmente en comparación con los fondos ESG basados en ratings, o los fondos temáticos con criterios heterogéneos. Los bonos verdes se emiten con referencia a un marco de emisión, generalmente los Green Bond Principles (GBPs) de la International Capital Market Association (ICMA). Algunos pueden utilizar otros marcos, pero éstos son emitidos generalmente por supranacionales o soberanos siguiendo de todos modos directrices cercanas a las de las GBP. La mayoría de estos bonos autodenominados verdes reciben luego una segunda opinión por parte de organismos y auditores calificados. 

La Climate Bonds Initiative (CBI), una organización sin ánimo de lucro centrada en los inversores y dedicada a la movilización de los mercados de renta fija para las soluciones del cambio climático, también puede certificar los bonos verdes. Si bien la ICMA está integrada en gran medida por emisores, bancos, agentes de valores y brokers con una perspectiva centrada principalmente en los emisores, la CBI ofrece más a los inversores al evaluar a los emisores en función de su utilización de los ingresos, las normas de presentación de informes y la adhesión a una taxonomía estricta. De hecho, el Director General de la CBI es uno de los miembros del Technical Expert Group (TEG) de la Comisión Europea sobre finanzas sostenibles. Por lo tanto, la taxonomía de la CBI se toma muy en serio.

2. Construir el consenso

La función de la CBI en la definición de una taxonomía y normas sólidas para los bonos verdes se basa en la información recibida de grupos de trabajo integrados por inversores, científicos, supranacionales, ONG y bancos. Como resultado de estos diálogos continuos, la CBI ayuda a mantener al mercado informado y asegura que evolucione por un camino saludable hacia un mundo más verde. De hecho, en diciembre de 2019, la CBI lanzó su tercera versión de la Climate Bonds Standard internacional, que tiene por objeto garantizar la compatibilidad con la nueva Green Bons Standard de la UE (GBS) y la última versión de los Green Bonds Principles (GBP), reforzando las definiciones ecológicas y los requisitos de divulgación. Las conclusiones de la CBI contienen información valiosa para los emisores de bonos verdes. Por ejemplo, en una encuesta reciente realizada por el CBI y copatrocinada por Lyxor, los inversores europeos expresaron un gran interés en los emisores corporativos de los sectores de la energía, los servicios públicos y la industria. 

Nos guste o no, los principales emisores y contaminadores de esos sectores tienen un papel fundamental que desempeñar en el logro de la meta de la European Climate Foundation de que las emisiones netas de gases de efecto invernadero sean nulas para 2050. Será fundamental colaborar urgentemente con estas empresas para considerar más emisiones de bonos verdes. Rechazarlos no es la respuesta, pero invertir en sus bonos podría serlo. Así que cualquiera que sea la naturaleza del emisor, los inversores pueden invertir en sus bonos verdes con la conciencia tranquila, sabiendo que sus ingresos sólo se utilizarán para financiar la lucha contra el cambio climático.

La estandarización respaldada por el consenso de la CBI y su estricta taxonomía ayudan a allanar el camino para la inversión pasiva y a abordar el riesgo de » greenwashing «, en el que las inversiones se hacen para parecer más respetuosas con el clima de lo que son. En Lyxor, sólo los bonos verdes aprobados por la CBI son elegibles para su inclusión en los índices subyacentes de nuestra gama de ETF de bonos verdes.

3. Aumentar la transparencia

Todos los inversores quieren transparencia sobre a dónde va su dinero, más aún cuando se trata de inversiones sensibles en ESG como los bonos verdes. Como con todos los ETFs, los activos de los fondos se difunden diariamente y están fácilmente disponibles – se pueden encontrar fácilmente online en las páginas de productos de Lyxor. Además, los titulares de nuestros ETFs de bonos verdes pueden ver el uso de las ganancias (use-of-proceeds) en acción. El siguiente gráfico muestra el desglose por categorías de los UoP (Utilización de los beneficios) del índice Solactive Green Bond EUR USD IG subyacente a nuestro ETF lanzado en 2017.

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Pero no nos detenemos ahí. Saber qué tipo de categorías financia su dinero es útil, pero no lo suficiente para cuantificar realmente el impacto de su inversión. Por eso proporcionamos informes mensuales en nuestro sitio web con información detallada sobre fondos sobre clima y las métricas de ESG. También proporcionamos cifras más tangibles, como la nueva capacidad de generación de energía renovable instalada (en MWh) y las emisiones evitadas (en toneladas de CO2). En términos relacionados, estimamos que el impacto de nuestro primer ETF de bonos verdes en un período de un año equivale al uso promedio de energía de más de 5.000 hogares, o el equivalente en emisiones evitadas de cerca de 12.000 vehículos de pasajeros en un año. 

Infografia Lyxor

4. Bajar los costes

Como hemos mencionado antes, las mejoras en la recogida, filtrado y estandarización de los datos de ESG significan que los proveedores de índices pueden codificar los objetivos de ESG en benchmarks o índices de referencia con un gran grado de precisión, rigor y transparencia. Los gestores activos de los fondos de bonos verdes deben cobrar honorarios más altos para cubrir sus gastos de investigación y los salarios de los analistas. Por el contrario, es estilo de inversión basada en reglas, típica de los ETF, ayuda a mantener bajos los costes para los inversores. 

En el caso de nuestra gama de ETFs de bonos verdes, nuestro índice elegido (construido con Solactive) selecciona valores basados en un universo inicial de bonos verdes aprobados independientemente por la CBI. En otras palabras, nuestros inversores siguen beneficiándose de la investigación y la experiencia de la CBI, una autoridad líder en el mercado de bonos verdes con más de 60 empleados, sin incurrir en las comisiones más altas que tendrían de un gestor activo.  

5. Diversificación de las exposiciones

Otro beneficio de adoptar un enfoque pasivo en la inversión en bonos verdes es la diversificación. En el caso de nuestra gama de ETFDs, esto es cierto en muchos niveles. En primer lugar, nuestras exposiciones son globales, abarcando a emisores de economías desarrolladas como Francia, Alemania y los Estados Unidos, pero también mercados emergentes como China, India y Brasil. En segundo lugar, los índices subyacentes de nuestra gama seleccionan bonos verdes de una variedad de tipos de emisores, incluyendo soberanos (por ejemplo, Bélgica), sub-soberanos (por ejemplo, la ciudad de París), supranacionales (por ejemplo, el Banco Europeo de Inversiones), bancos de desarrollo (por ejemplo, el Banco Asiático de Desarrollo) y empresas de todos los sectores (por ejemplo, Apple, Bank of America, Iberdrola).

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Por último, al igual que con exposiciones globales similares, nuestros fondos se diversifican también por vencimientos, lo que significa que los niveles de duración son comparables a los índices de referencia tradicionales. Cabe señalar que los gestores activos de bonos verdes pueden afirmar que ofrecen mejores rendimientos ajustados al riesgo a través de análisis fundamentales y marcos de ESG propios. Sin embargo, nuestra investigación muestra que algunos fondos de bonos verdes activos no son reacios a un «closet tracking», en el que un fondo se comporta en última instancia igual que su índice de referencia. ¿Por qué pagar por un «imitador de índices» cuando puedes tener el verdadero por una fracción en términos de coste?

Si la emergencia climática es un tema tan cercano a su corazón como lo es para el nuestro, considere nuestra innovadora gama de ETFs de bonos verdes para lograr un impacto tangible y dirigido. Nuestro fondo se lanzó en 2017 y fue el primero de su tipo en el mundo. Desde entonces, se le ha concedido la prestigiosa etiqueta Greenfin, una certificación nacional para las inversiones privadas en una economía verde introducida por el gobierno francés después de la COP21. La etiqueta consolida su credibilidad como fondo comprometido con la financiación de la economía verde, ya que demuestra un alto nivel de exigencia en cuanto a la calidad «verde» de sus activos subyacentes.

Tribuna de François Millet, director de Estrategia, ESG e Innovación de Lyxor ETF.

La eliminación forzada de las ADR chinas: una ventaja para Hong Kong

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Pixabay CC0 Public Domain. La eliminación forzada de las ADR chinas: una ventaja para Hong Kong

Como parte de su movimiento antichino, el Senado de Estados Unidos aprobó el pasado 20 de mayo la Ley de Responsabilidad de las Empresas Extranjeras (Holding Foreign Companies Accountable Act), que tiene por objeto impedir que las empresas chinas coticen en el mercado estadounidense en forma de ADR (American Depositary Receipt o Recibo del Depositario Americano) si no cumplen con las auditorías de la Junta de Supervisión de Contabilidad de Compañías Públicas (PCAOB) durante tres años consecutivos. 

La condición más crítica que deben cumplir es que la PCAOB tenga acceso a los papeles auditados por los auditores locales en China. Esto va en contra de la ley china, que prohíbe que los documentos de auditoría sean enviados al extranjero, sean cuales sean las circunstancias. Por lo tanto, un punto muerto y una zona gris que no se ha tratado durante años, hasta que los senadores John Kennedy (republicano) y Chris Van Hollen (demócrata) presentaron su proyecto de ley. Éste todavía tiene que ser aprobado por la Cámara de Representantes y respaldado por el presidente Trump antes de que se convierta en ley.

Al hacerlo, la asamblea legislativa estadounidense probablemente ha dado rienda suelta a un efecto en cadena que acelerará el crecimiento de los mercados de valores chinos, Hong Kong, Shanghai y Shenzhen, a expensas de los mercados estadounidenses. Seis meses después de que Alibaba (con una capitalización de mercado de 592.000 millones de dólares) obtuviera la aprobación de una cotización secundaria en Hong Kong, la lista de empresas chinas que actualmente cotizan en Nueva York y quieren conseguir una cotización secundaria en Hong Kong crece casi a diario. En las últimas dos semanas, vimos a Netease (58.000 millones de dólares de capitalización) y a JD.com (91.000 millones de dólares) seguir los pasos de Alibaba. Se rumorea que Yum China (20.000 millones de dólares), Trip.com (15.000 millones de dólares), Huazhu (11.000 millones de dólares), TAL (40.000 millones de dólares) y New Oriental Education (22.000 millones de dólares) están preparándose para el pistoletazo de salida. En total son aproximadamente 250 empresas con una capitalización de mercado combinada de 1,5 billones de dólares que probablemente seguirán el mismo camino y finalmente se retirarán de la Bolsa de Valores de Nueva York en los próximos dos o tres años, si no mucho antes.

Si cotizan en Hong Kong (como lo hicieron recientemente Alibaba, Netease y JD.com), estas empresas pueden reunir los requisitos para unirse a Southbound Stock Connect, que permitirá a cualquier inversor minorista de China continental con 500.000 renminbi en su cuenta de valores comprar estas acciones. Hemos visto que últimamente se han modificado las reglas para permitir que las empresas con múltiples clases de acciones y diferentes derechos de voto en Hong Kong, que es el caso de muchas de estas empresas chinas que cotizan en Estados Unidos.

También hemos observado que las dos bolsas de valores chinas de Shangai y Shenzhen de más reciente creación, a saber, la STAR Board y la ChiNext, permiten que las empresas con múltiples derechos de voto, así como las entidades extranjeras y las empresas que utilizan estructuras jurídicas complejas conocidas como Entidades de Interés Variable (Variable interest entity o VIE), coticen en sus plataformas utilizando un proceso de cotización de registro rápido (en contraposición con un proceso de aprobación de cotización mucho más largo que se aplica actualmente en los consejos de las principales bosas). 

A medida que más y más empresas chinas solicitan cotizaciones secundarias en Hong Kong y se convierten en elegibles para el programa Southbound Stock Connect, es probable que veamos que los volúmenes de cotización de estas empresas se desplacen de Nueva York a Hong Kong. Aunque estas empresas no sean técnicamente elegibles para el South Connect todavía, prevemos que las reglas serán modificadas muy pronto para que esto suceda.

Es razonable suponer que los principales índices MSCI y FTSE, que actualmente utilizan los ADR estadounidenses de Alibaba, Netease y JD.com para el cálculo de sus índices, seguirán la tendencia y cambiarán su ponderación de ADR a favor de las cotizaciones secundarias en Hong Kong, siempre que la liquidez de las cotizaciones secundarias de Hong Kong se acerque a la liquidez de los ADR. Cuanto antes puedan los inversores de China continental invertir en estas cotizaciones secundarias en Hong Kong utilizando Stock Connect, antes harán cambios MSCI y el FTSE. Esto es aún más cierto si hay una amenaza pendiente de exclusión forzosa de los ADR por parte de las autoridades de EE.UU. A fin de reducir el error de seguimiento relacionado con el hecho de que Nueva York y Hong Kong están en zonas horarias diferentes, todos los ETFs (productos que replican índices) que actualmente tienen ADR chinos dentro de su exposición actual en China estarán preparados para seguir los índices y hacer el cambio a favor de las cotizaciones secundarias de Hong Kong.

Tanto la bolsa China como la de Hong Kong se han preparado en los últimos meses para acoger a las empresas que se exponen a ser expulsadas del mercado de valores de Estados Unidos. Uno de los cambios pendientes es la renovación del principal índice chino, el Hang Seng, que se había vuelto gradualmente irrelevante ya que sus anticuadas reglas impedían que incorporara cotizaciones secundarias y compañías con diferentes derechos de voto. Las reglas acaban de ser modificadas y, finalmente, empresas como Alibaba, Meituan Dianping o JD.com podrán unirse al exclusivo club de miembros del Índice Hang Seng y su conjunto de derivados y contratos de futuros, lo que ocurrirá tan pronto como se realice la próxima revisión, este mes de agosto.

¿Perderán estos gigantes chinos de Internet y de la alta tecnología accionistas como resultado del proyecto de ley Kennedy-Van Hollen? No creemos que sea así. Los inversores institucionales de EE.UU. son perfectamente capaces de invertir en Hong Kong o en China continental a través de Stock Connect o utilizando sus propias cuotas de QFII (Qualified Foreign Institutional Investor o programa de Inversores Institucionales Extranjeros Calificados). Por otra parte, creemos que estas empresas se beneficiarán enormemente al tener acceso a los inversores minoristas del continente que, hasta ahora, no podían invertir en estas empresas líderes de China.

Al presentar su proyecto de ley al Senado, no es seguro que el Sr. Kennedy y el Sr. Van Hollen tuvieran en mente la bola de nieve que desencadenaría y el impacto negativo que podría tener para los corredores y operadores del mercado estadounidense en términos de pérdida de negocio. Desde la perspectiva de Beijing, no cabe duda de que los dirigentes preferirían que sus empresas más importantes cotizaran en la bolsa de su país, en lugar de quedar a merced de los legisladores estadounidenses, especialmente teniendo en cuenta el actual entorno político que no es más que tóxico. Y desde la perspectiva del mercado de Hong Kong, la Navidad ha llegado antes este año.

Tribuna de Fabrice Jacob, CEO de JK Capital, del grupo La Française.

¿Cuál es la “inflación” que nos espera en los próximos años?

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CC-BY-SA-2.0, FlickrLe Bon Marché (Paris). ,,

Se seguirán inflando los precios más allá de sus niveles “razonables”, sin lugar a dudas, lo que hay que tratar de entender es qué precios lo harán. Dice la ecuación básica monetaria, que los Precios (P) por la Cantidad (Q), debe ser igual a la Masa monetaria (M) por la Velocidad del dinero (V); la cual se ve así:

 P * Q = M * V

Si bien esta es una ecuación que muchos han mandado al baúl del olvido, lo cierto es que ha sido muy útil para explicarlo sucedido en los mercados financieros en los últimos años (y en parte, lo que me lleva a prever lo que podría venir en la próxima década).

Luego de la crisis financiera de 2008, dos de las variables de la ecuación claramente se han incrementado: la masa monetaria (que creció casi en 4 trillones de dólares entre 2009 y 2016) y la velocidad del dinero, no solo porque cada día es más sencillo mover recursos de un lado a otro, sino también porque ha sido en esta última década, donde se han masificado los sistemas de trading de alta frecuencia, los robo-traders, etc, que no han hecho otra cosa que acelerar la manera en que el dinero cambia de manos.

Para que la ecuación mantenga su equilibrio, debe también haberse registrado un crecimiento (importante, por demás) de cualquiera de las dos variables de la parte izquierda, a saber los precios o las cantidades. Pues bien, un análisis objetivo de lo que ha sucedido con estas variables en los últimos años, nos llevará a ver que ninguna de ellas se ha incrementado de manera correspondiente a lo que lo hizo, al menos, la masa monetaria.

La inflación (medida como el cambio en los niveles de precios al consumidor final) ha estado muy controlada alrededor del 2.5% – 3% en el mundo desarrollado (donde se ha dado la fuerte expansión en la masa monetaria); y las cantidades (vistas como incremento del Producto Interno Bruto) tampoco se han incrementado de una forma muy “interesante”.

Si esto es así, la pregunta lógica es a dónde fue a parar todo ese dinero que, aún sigue dando vueltas por el mundo, y que nunca se recogió. Mi respuesta es que en efecto sí hubo un incremento de precios y de cantidades, pero no de las tradicionales en las cuales los economistas siempre nos enfocamos, sino que fueron los precios y las cantidades financieras.

Sobre los precios, no hay mucho que anotar, sencillamente basta con tomar cualquier índice accionario, como el S&P 500, para darnos cuenta de qué precio fue el que se incrementó en los últimos años. Y con las cantidades, pasó algo similar: basta tomar los niveles de endeudamiento sea en el mundo desarrollado o en el mundo emergente, para notar que el endeudamiento del globo, como un todo, tuvo un incremento del 100% para alcanzar los cerca de 250 trillones de dólares que cuesta hoy la deuda global, tanto pública como privada.

En la teoría económica tradicional, este incremento de deuda, debería haber llevado a un aumento de tasas de los bonos, efecto que no se vio de ninguna manera. De hecho, hemos vivido con las tasas de interés más bajas de la historia, contradiciendo toda la lógica económica que nos fue enseñada en la universidad.

¿Sucederá lo mismo en los próximos años? De momento, la respuesta parece ser que sí. De ninguna otra manera se entiende que, en una economía que se va a contraer casi el 8% en 2020 (en un escenario moderado), con una pérdida significativa de empleos, una caída dramática de las utilidades empresariales, por citar algunas variables; las bolsas y los activos financieros en su mayoría hayan borrado en menos de dos meses la caída vista en marzo. 

No sé si sea esta la inflación que todos los analistas financieros y económicos estén esperando, pues muchos aún esperan un incremento de los precios tradicionales, incluyendo a los propios gobiernos, pues es esta la única “solución” viable para bajar los altos niveles de deuda como proporción del PIB. Muchos aún no entienden la dinámica, pero basta mirar el caso de Reino Unido, donde luego del fin de la segunda guerra mundial, se vivieron años de alta inflación sostenida lo cual, a medida que se presentaba, iba bajando la relación deuda/PIB.

Hoy Estados Unidos, con una deuda pública que supera el 110% del valor de su economía, y un endeudamiento privado que alcanza el 250% de ese mismo indicador, enfrenta ese dilema: ya no le cabe un Tesoro mas (especialmente, porque la FED tampoco puede convertirse en el mayor tenedor de tesoros en el mundo de esa forma tan voluminosa), y sus precios no suben (de hecho, al escribir esto, llevamos varios meses de precios negativos…y una población que envejece, además, es una posibilidad mayor de que los precios no suban de manera sustancial).

Por ello, la pregunta que me surge hoy, luego de ver los más de 5 trillones de dólares nuevos que se han lanzado a la economía, el 1 trillón que el gobierno federal quiere dar en ayudas adicionales (así sea, haciendo infraestructura), la perspectiva de que la FED terminará con una hoja de balance de casi 11 trillones de dólares (la mitad del valor de la economía norteamericana), es: ¿cuál es la inflación que nos espera en los próximos años?

 

Manuel Felipe García Ospina es Chief Wealth Management de Skandia Colombia

¿Es adecuado el Indicador de Rendimiento Neto (IRN) para decidir el cambio de Afore?

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Foto: TJD Trader. Foto:

Para cambiar de Afore, con miras al futuro, los trabajadores parten de una premisa simple: “Me paso a la que da más”. Su base es el Indicador de Rendimiento Neto (IRN), que obtiene la Consar. Toman lo sustancial, “dar más”, como algo que sigue y seguirá ocurriendo, no como lo que en realidad es: lo que dieron. Tiempo pasado.

¿Qué nos explica la evolución del desempeño anual?

En diez años, la trayectoria de la rentabilidad anual de la mayoría las Siefores Básicas (SB) 90-94, al cierre de cada junio, ha sido extrema. La gráfica es ilustrativa:

  • Sura se distingue en el amontonamiento de líneas por haber llegado al punto máximo, arriba de 16%, en junio de 2014, y por haber caído al mínimo, -0,44%, dos años después
  • Invercap también fue del liderazgo al fondo. Sus declives fueron gradualmente más severos, hasta caer a -0,33%
  • Inbursa se nota con facilidad porque, como sabemos, suele estar separada del grupo: transita en la parte inferior cuando las demás están arriba, y en la zona media cuando las otras caen.
  • Se percibe que las líneas de Coppel, Azteca y Principal tuvieron menos saltos y hundimientos. Es decir, su desempeño fue menos inconsistente. No por eso mejor.

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Tomemos las cinco SB de mayor IRN a junio de 2020. La gráfica de la evolución de su desempeño anual, en diez años, proyecta sin confusiones las fluctuaciones bruscas de Sura, así como las de PensionISSSTE, y las trayectorias con menos bandazos de Coppel y Azteca. Cierto: Profuturo fue la de mayor variación absoluta acumulada en ese lapso y la puntera en rendimiento neto (el indicador de Consar); la cuestión es que su desempeño fue accidentado, en proporciones similares al de PensionISSSTE (pero contrario al de ésta en 2017); es decir, sus afiliados recibieron sustos aunque no al grado de los de Sura.

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Rendimiento acumulado por bloques: 10, 5 y 3 años

En efecto: al cabo de 10 años, de junio de 2010 a junio de 2020, el precio de la SB 90-94 de Profuturo fue el de mayor alza (tabla de la derecha). Superó por casi 19% a Sura, la segunda, y por 53% a Invercap, la última. Nótese en cuarto lugar a Citibanamex, que ya no figura entre las cinco primeras de IRN, y que Azteca, octava en acumulación directa, se muestra cuarta en IRN.

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Eso significa que en los cinco años recientes Citibanamex perdió aire (se aprecia el desplome de su línea roja en la primera gráfica) y Azteca ganó terreno. La pérdida de fuelle y posiciones de Sura, que cayó hasta el antepenúltimo sitio (tabla que sigue, a la izquierda), no lo refleja el IRN, en el que sigue como tercera. Profuturo, que se mantuvo primera en acumulación, también aflojó el paso y redujo su ventaja (absoluta y en proporción al tiempo) sobre la segunda, Coppel, a 5,55%, y sobre la última (Invercap) a 18,79%. Así, es llamativo que Sura y Citibanamex se ubiquen en la parte baja, a 15,71% y 18,79% del primero. Es la historia: las líderes tarde o temprano fueron rebasadas o relegadas a los sitios bajos. Cuando el IRN refleja eso, los trabajadores ya han sufrido las minusvalías.

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Una mirada al porcentaje acumulado (de punta a punta) por la subida del precio en los tres años recientes revela reubicaciones interesantes (tabla previa, a la derecha):

  • Profuturo seguía líder aunque a menos distancia de sus perseguidores. Ya parecía alcanzable
  • XXI Banorte era tercera
  • Coppel y Azteca perdieron algo de ritmo
  • La reacción de PensionISSSTE no alcanzaba para escalar a las primeras cinco
  • Se ratificaron las caídas de Sura y Citibanamex
  • Cierto: entre la segunda, Inbursa, y la antepenúltima, Sura, la brecha era de 2,66%; poco, para un período de tres años y superable en un entorno como el actual
  • Se confirmaron consistencias a diez, cinco y tres años: la de Principal, que osciló a media tabla casi con la misma distancia proporcional respecto del primero y el colero. La de Invercap, como último lugar (aun con su rebote en los 12 meses recientes).

Desde luego, hay que considerar dos aspectos: 1) dos de estos tres años fueron malos para el SAR –y que de enero a junio de 2020 las cosas fueron a peor–. Más malos para las carteras que suelen tomar riesgos por pretender retornos mayores. Menos desfavorables para las que como Inbursa, suelen asumir riesgos bajos, por eso su segundo lugar.  2) El peso de la acumulación trianual, para todas las SB, se recarga en el último año.

Las limitaciones del IRN

Nada es permanente. El IRN resume lo que hicieron las gestoras, no lo que lograrán. La revisión del desempeño de largo plazo, con un solo indicador, tiene sus limitaciones, deficiencias y carencias. Más cuando el parámetro con que se mide no es el que la teoría de evaluación de la gestión de portafolios recomienda.

A eso se agrega que los mercados no se comportan igual año tras año: una Afore que aplicó estrategias exitosas en ciertas condiciones puede que no consiga el mismo grado de efectividad o que falle ante otras condiciones. Ni eso ni los bandazos, ni las tendencias de variación de desempeño lo refleja el IRN. Además, decidir con base en esta única medida (ya sabemos que el porcentaje de comisiones no es factor) choca con un principio básico de la inversión: comprar lo de precio caro no necesariamente reditúa. A veces, en vez de salirse de una administradora, si se atendiera la tendencia de su desempeño, el historial gráfico a varios plazos, sus grados de riesgo, y factores cualitativos como la renovación de equipos, recursos, cuadros directivos, etc., habría de considerarse afiliarse a ella; o mantenerse en alguna a pesar de que otras suban en la tabla de IRN. Por eso, quienes se pasaron a Citibanamex o Sura, entre 2014 y 2017, con base en el indicador, pudieran haber degustado malos tragos. Ya le pasó hace años a los que se traspasaron a las Afores que entonces eran las líderes.

Columna de Arturo Rueda

Revisión macro: bajar en ascensor y volver a subir por las escaleras

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Pixabay CC0 Public DomainFoto: Hans. Foto: Hans

Desde que publicamos nuestros tres posibles escenarios económicos a principios del mes de mayo, hemos actualizado nuestras cifras para reflejar la fuerte contracción de la actividad mundial en abril, cuando los países decretaron el confinamiento, y los diferentes grados de aceleración de la actividad, que ha rebotado con fuerza en algunas áreas con el inicio de la reapertura de la economía.

Aunque el reparto de probabilidades de los diferentes escenarios no ha cambiado (60% para la hipótesis de referencia, 30% para la hipótesis optimista y 10% para la hipótesis pesimista), hemos revisado a la baja nuestras cifras de crecimiento para 2020 en los tres escenarios, tanto en los mercados desarrollados como en los emergentes. Las cifras para 2021 no han sufrido variaciones en su mayor parte.

Por debajo del consenso

Las intervenciones de las autoridades hasta la fecha han conseguido estabilizar en gran medida las rentas de las familias durante la crisis y posibilitar un funcionamiento fluido en los mercados, limitando con ello, hasta cierto punto, los argumentos bajistas en la fase de reapertura. Sin embargo, las perspectivas para la segunda mitad de este año y más allá vendrán determinadas por las políticas futuras y seguiremos revisando nuestros escenarios dependiendo de las medidas que tomen las autoridades.

Ahora pronosticamos un crecimiento mundial del -2,9% en 2020 y del 3,9% en 2021, ligeramente por debajo del consenso. Seguimos siendo más pesimistas sobre el Reino Unido y la zona euro, aunque las sorpresas positivas en forma de iniciativas de los gobiernos que han surgido en la segunda han sesgado al alza nuestras cifras de crecimiento. Dentro de los mercados emergentes, somos algo más optimistas que el consenso sobre México y Turquía. Las tablas 1 y 2 ilustran las cifras más recientes. 

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Seguimos creyendo que la recuperación llevará tiempo: en la mayoría de las economías, el PIB tiene pocas probabilidades de regresar a los niveles anteriores a la crisis a finales de 2021, como ilustra el gráfico 1. En nuestra hipótesis de referencia, sólo las economías de China, la India e Indonesia podrían registrar una expansión a finales de 2021 con respecto a finales de 2019. En nuestro escenario pesimista, únicamente China podría crecer en este periodo. 

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Rebote de la actividad con la reapertura de las economías

A raíz de la reapertura de las economías a lo largo del mes de mayo se ha producido una importante mejora en los indicadores de alta frecuencia, como la movilidad de las personas según los datos de Google, el tráfico de pasajeros, la demanda de combustible, el uso de la red eléctrica y el gasto mediante tarjeta de crédito, por dar algunos ejemplos. Los indicadores mensuales también depararon varias sorpresas positivas en mayo y junio en las grandes economías. La confianza empresarial ha rebotado de forma generalizada en el sector manufacturero y los servicios, que siguieron mejorando en junio a juzgar por los índices PMI de la zona euro (gráfico 2), del Reino Unido y de EE.UU. Por increíble que parezca, los PMI del sector manufacturero de Francia y el Reino Unido, así como el índice ISM del sector manufacturero de EE.UU., se encuentran por encima de 50, nivel que indica expansión. 

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El rápido retorno de la demanda de consumo ha sido una de las principales sorpresas de esta reapertura, especialmente en EE.UU., donde las ventas minoristas se dispararon un 17,7% en mayo después de haber caído un 14,7% en abril, a pesar de que la reapertura de la economía ha sido solo parcial. La composición fue diversa y la mejoría más importante se registró en confección, seguida de mobiliario, artículos deportivos, electrónica y automóviles. El levantamiento de las restricciones a la movilidad, combinado con cierta demanda contenida, son los grandes responsables de la reactivación del consumo. Sin embargo, a pesar de este fuerte rebote las ventas minoristas se mantienen un 8% por debajo de los niveles previos a la crisis, como se muestra en el gráfico. 

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Los datos más recientes sugieren que el ciclo mundial tocó fondo en abril, cuando se dejó atrás el “pico de confinamiento” en todo el mundo. Este rebote de la actividad durante la fase de reapertura no debería ser una sorpresa y la transición automática desde el confinamiento hasta la reapertura traerá consigo tasas de crecimiento mensual de dos dígitos durante los próximos dos o tres meses. Aunque eso sugiere que la contracción probablemente no fue tan acusada o tan larga como algunos habían temido, los datos actuales no son necesariamente representativos del ciclo real.
 
Conviene señalar que ya se observan en los indicadores de alta frecuencia las primeras señales de que el acusado rebote del mercado laboral estadounidense en mayo parece estar agotándose. Las peticiones de subsidio de desempleo han sorprendido negativamente al mantenerse en niveles elevados en junio y la encuesta a pequeñas empresas de la Oficina del Censo de EE.UU. sugiere que el aumento del empleo y las horas trabajadas parece estar moderándose. Sin embargo, todavía es demasiado pronto para sacar conclusiones.
 
Conforme la actividad vaya reactivándose, tendremos una idea más clara sobre la verdadera magnitud del daño infligido a las economías y si éste es permanente o temporal. Las perspectivas siguen dependiendo de cómo los países salgan del confinamiento y con qué rapidez, de las intervenciones de las autoridades y las medidas de estímulo que ayuden a la recuperación, y de la capacidad de los países para controlar futuros repuntes de los contagios. 

La fase de recuperación

Mientras recorremos el camino desde la reapertura hasta la fase de recuperación, estaremos atentos a tres áreas: 

  • En el plano de la demanda: la magnitud del daño permanente sufrido por el mercado laboral y las pérdidas de rentas resultantes.
  • En el plano de la oferta: la solvencia del sector empresarial.
  • En el plano de las políticas públicas: nuevas medidas centradas en la recuperación y las posibles alteraciones derivadas de la retirada de las intervenciones sin precedentes de las autoridades desde que comenzó la crisis.

En EE.UU. ya se observan evidencias de que alrededor del 30% del empleo destruido podría ser permanente. Dada la naturaleza de la crisis del coronavirus, probablemente veamos cierta redistribución estructural de los trabajadores entre diferentes sectores a media que el mercado laboral se adapta a la “nueva normalidad”, lo que dificultará el descenso del desempleo. Esperamos que la tasa de paro de EE.UU. se sitúe ligeramente por encima del 10% a finales de 2020 y entre el 6% y el 9% a lo largo de 2021. A pesar del reciente rebote por sorpresa de los datos de empleo, creemos que el mercado laboral tardará años en sanar.
 
En el plano de la oferta, la desaparición de demanda a consecuencia de las pérdidas de renta de los desempleados y las restricciones continuadas relacionadas con el virus impedirán que la actividad se retome plenamente en muchos sectores durante meses, dependiendo de la disponibilidad de una vacuna, lo que se traducirá en una “economía al 90-95%” (el tope de actividad variará de un país y sector a otro).
 
Cuando los programas de ayudas a las empresas finalicen y estas acumulen más deuda, probablemente veamos que los problemas de liquidez se convierten en problemas de solvencia y dan lugar a una oleada de quiebras, recapitalizaciones y rescates. Aunque el consenso sigue siendo relativamente optimista sobre las perspectivas de los impagos, creemos que los riesgos apuntan a tensiones más elevadas en el sector empresarial de lo que se prevé actualmente. 

Abandonar los estímulos podría costar

En el plano de las políticas públicas, el proceso de retirada de los diferentes programas monetarios y fiscales previsiblemente será convulso. Algunas políticas tendrán que prorrogarse, tanto las fiscales (se prevé que las autoridades estadounidenses aprueben otro paquete de ayudas fiscales a finales de julio o comienzos de agosto) como las monetarias (los grandes bancos centrales probablemente tengan que aplicar nuevos estímulos). El desmantelamiento de algunas políticas será acogido con “pataletas” de los mercados similares al taper tantrum de 2013, cuando la Fed anunció su intención de empezar a reducir el ritmo de sus compras de activos. Un aspecto más importante es que los gobiernos tendrán que pasar de las políticas contra la crisis a las políticas de crecimiento, que serán cruciales para dar forma a la recuperación. Los posibles retrasos a la hora de legislarlas y ponerlas en marcha podrían tener un coste muy alto, especialmente en una coyuntura de descontento social en todo el mundo.

En definitiva, aunque lo peor de la crisis de la COVID-19 probablemente haya quedado otras, el retorno a la normalidad —o, de hecho, alguna forma de “nueva normalidad”— no va a ser fácil. A pesar del rebote mayor de lo previsto derivado de la reapertura de la actividad en varias economías, la recuperación será un proceso dilatado en el tiempo, con mucha incertidumbre en torno a la evolución del virus, el comportamiento de los consumidores y las empresas y las decisiones de las autoridades.

Por ahora, los mercados están adoptando una visión más optimista, lo que tal vez no debería sorprendernos a la vista de la ingente liquidez inyectada por los bancos centrales y la idea de la “put de la Fed”. Sin embargo, cuando la marea de liquidez se retire (antes o después), la brecha entre los fundamentales económicos y los mercados podría dejar de ser sostenible. Como declaró recientemente el presidente de la Fed de Richmond Tom Barkin: “La economía bajó en ascensor, pero tendrá que subir por las escaleras”.

 

 

Columna de Anna Stupnytska, economista global en Fidelity International

 

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El último cliente es el más rentable

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Pixabay CC0 Public DomainDollars 401k. Dollars 401k

Es propio de la naturaleza humana intentar prever el futuro basándose esencialmente en el pasado reciente. Los psicólogos podrían decir que estamos sucumbiendo al «sesgo de inmediatez» cuando actuamos de esa manera, es decir, otorgamos demasiada importancia a lo que ha sucedido recientemente cuando intentamos apreciar lo que ocurrirá después. A veces, nuestros cerebros optan por ese atajo mental cuando digieren grandes cantidades de información.

No obstante, el sesgo de inmediatez puede introducir ineficiencias en los mercados financieros, ya que las estadísticas más recientes pero menos relevantes ahogan la información más importante. Como mencionamos en nuestra reciente edición Strategist’s Corner, «Una rápida recuperación parcial dará paso a un largo y arduo camino«, la retirada de las medidas de confinamiento y los primeros indicios de recuperación de la actividad económica han impulsado un repunte en los precios de los activos de riesgo. Ahora bien, puede que algunas personas reanuden sus visitas a los parques temáticos, frecuenten las cafeterías y se alojen en hoteles, pero no todos harán lo mismo. Bastantes personas no se sentirán lo suficientemente cómodas para embarcar en un avión o sentarse en un restaurante lleno de gente hasta que una vacuna segura no se encuentre ampliamente disponible. Así pues, aunque la generación de un 75% de los ingresos de 2019 por parte de una compañía es considerablemente mejor que el nivel del 15% que podría haber generado durante el confinamiento, lo que, obviamente, garantiza una apreciación del valor empresarial, dicho ajuste de precios no irá más allá y, sin duda, no se registrarán los niveles previos a la COVID-19.

Dado que la inversión consiste en un intercambio de capital por unos flujos de caja futuros, los activos financieros derivan su valor de las estimaciones agregadas del mercado sobre esos flujos de caja prospectivos. Cada compañía tiene unos costes fijos y, por lo tanto, un nivel de ingresos específico para alcanzar el punto de equilibrio. Asumiendo el riesgo de simplificar en exceso, podemos decir que cada nuevo dólar de ingresos por encima de los costes fijos añade un dólar a los márgenes. En otras palabras, los beneficios no describen una trayectoria lineal. El último cliente es el más rentable. La escala importa, y mucho. La recuperación del 25% restante de los ingresos de 2019 es lo que revestirá importancia para los inversores.

Con la reapertura de las empresas, aunque con capacidad reducida, el tráfico se acelerará y las comparaciones de las ventas parecerán sólidas como consecuencia de los efectos de base. En definitiva, lo que cobra cierta relevancia para los mercados financieros es si las compañías recuperan los márgenes previos a la crisis con una capacidad parcial. Exploremos lo que los inversores están señalizando. Desde el máximo registrado el 19 de febrero, el gráfico 1 traza el retroceso del índice S&P 500.

MFS Investment Management

Como se muestra con anterioridad, una parte considerable de la pérdida se recuperó en un periodo de tiempo muy breve. El gráfico 2 ilustra los cuatro últimos episodios en los que el índice cayó en un 20% como mínimo.

MFS Investment Management

El S&P tardó 500 días de negociación en recuperar los máximos precrisis de 1980 y 1987. Las recuperaciones tras el estallido de la burbuja tecnológica y la crisis financiera mundial llevaron mucho más tiempo. Dependiendo de la magnitud del exceso económico o de los mercados financieros que desencadena una crisis, existe por lo general un amplio intervalo entre su comienzo y la plena recuperación. Si bien el tiempo cura todas las heridas, algunas duran más que otras.

¿Será diferente esta recuperación?

Cada empresa tiene un punto de solvencia. Muchas se situaron por debajo de ese punto en los compases previos a la crisis. La respuesta a la pandemia (paralización económica impuesta por los gobiernos) adelantó una recesión que probablemente era inevitable. No sabemos todavía si se ha logrado contener la pandemia, y solo el tiempo revelará la elasticidad de la economía real, de los ingresos y, en última instancia, de los márgenes de flujos de caja libre.

Ante el colapso de la demanda, las empresas han acumulado rápidamente niveles de deuda sin precedentes. Sin embargo, endeudarse para sustituir los ingresos perdidos, en lugar de invertir en el futuro, debilita, en lugar de mejorar, los balances. Hoy en día, las empresas son estructuralmente más débiles que antes de la crisis.

En nuestra opinión, la combinación de solo una recuperación parcial de las ventas y un mayor apalancamiento financiero (pese a los bajos costes de financiación) reduce la probabilidad de que el S&P 500 alcance las proyecciones del consenso sobre los beneficios por acción o los flujos de caja libre. Los mercados financieros son una máquina de votación metafórica. Durante la sesión de negociación, los inversores expresan sus opiniones sobre los futuros márgenes de flujos de caja libre. El flujo de caja libre depende de la escala y la capacidad. Tememos que el sesgo de inmediatez de los inversores haya invalidado este punto indiscutible e indispensable.

 

Columna de Robert M. Almeida, Jr., gestor de carteras y estratega de inversión mundial, y Erik Weisman, Ph.D. gestor de carteras y economista jefe, en MFS Investment Management.

 

Información importante: 

El índice S&P 500 mide el mercado global de renta variable estadounidense. «Standard & Poor’s® » y «S&P® » son marcas registradas de Standard & Poor’s Financial Services LLC («S&P») y Dow Jones es una marca registrada de Dow Jones Trademark Holdings LLC («Dow Jones»); S&P Dow Jones Indices LLC cuenta con la debida licencia para la utilización de estas marcas registradas, y MFS dispone de la adecuada sublicencia para determinados fines. El índice S&P 500® es un producto de S&P Dow Jones Indices LLC, y MFS cuenta con la debida licencia para su utilización. Ni S&P Dow Jones Indices LLC, ni Dow Jones, ni S&P ni sus respectivas entidades afiliadas patrocinan, avalan, venden o promocionan los productos de MFS. S&P Dow Jones Indices LLC, Dow Jones, S&P y sus respectivas entidades afiliadas tampoco ofrecen garantía alguna respecto de la conveniencia de invertir en tales productos.

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El rating de España está sujeto a riesgos a la baja

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Pixabay CC0 Public Domain. El rating de España está sujeto a riesgos a la baja

La calificación A-/Estable que Scope mantiene para España está sujeta a riesgos a la baja, ya que la crisis de COVID-19 está exacerbando los desequilibrios estructurales fiscales y del mercado laboral del país. 

Esperamos una profunda recesión para este año (de alrededor del 12%), un aumento significativo de la relación deuda/PIB hasta alrededor del 120% del PIB y, dado el uso generalizado de contratos temporales y el hecho de que alrededor del 40% de los empleados trabajan en sectores fuertemente afectados por la crisis (incluido el turismo), también un fuerte aumento de la tasa de desempleo por encima del 20%. 

Como resultado, esperamos que el PIB de España tarde al menos cinco años en recuperarse hasta los niveles de 2019, mientras que es muy probable que el stock de deuda pública se mantenga sin cambios en torno al 120% del PIB en los próximos años. 

La principal incertidumbre viene por el lado de la recuperación: si bien el potencial de crecimiento de España está por encima del de la eurozona, lo que refleja positivamente las reformas aplicadas durante la crisis de la zona euro, las medidas de estímulo fiscal adoptadas por el gobierno en respuesta a la crisis del COVID-19 son relativamente modestas en comparación con las de otros miembros de la región. Si bien un estímulo fiscal más modesto puede dar lugar a un menor impacto directo en el déficit, también puede obstaculizar una recuperación más rápida en el futuro. 

Por lo tanto, el acto de equilibrio consiste en proporcionar un amplio estímulo ahora para facilitar una rápida recuperación económica para 2021 y en adelante, al tiempo que se proporciona un plan de consolidación fiscal a medio plazo que revierta los desequilibrios resultantes de esta crisis en los próximos años. Será fundamental para este Gobierno aprobar unos presupuestos generales para 2021 que reflejen este delicado equilibrio.

Por último, la crisis del COVID-19 también pone de relieve el fuerte apoyo institucional europeo de que dispone España. Las acciones del BCE están apuntalando un acceso favorable al mercado para los países de la zona euro, lo que es crucial para evitar una crisis de liquidez a corto plazo, así como para apoyar la sostenibilidad de la deuda a medio plazo. Hasta ahora, las presiones sobre los costes de financiación del gobierno español han sido menores, si se comparan con la crisis de la eurozona en 2012. Teniendo en cuenta los últimos anuncios del BCE, no esperamos que el tesoro español se enfrente a ninguna dificultad a la hora de obtener fondos para hacer frente a sus necesidades de financiación significativamente mayores para 2020 o incluso 2021.

Tribuna de Alvise Lennkh, analista de Scope Rating