El círculo virtuoso de la renta fija

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Pixabay CC0 Public Domain. El círculo virtuoso de la renta fija

Los principales bancos centrales han salido al rescate de la economía con un volumen sin precedentes y están inundando el mercado de liquidez. Los países también están implementando políticas fiscales expansivas que ayuden a mitigar la desaceleración económica que ha producido el COVID-19.

Además, están saliendo algunos datos macroeconómicos que, contagiados por la euforia de la reactivación de la economía, están sorprendiendo positivamente. Es el caso de los datos de empleo en EE.UU., la recuperación de las ventas minoristas en EE.UU. y Reino Unido y los índices de confianza (PMI), tanto los manufactureros como de servicios, que recuperan niveles rápidamente e incluso en algunos países se sitúan por encima de 50, lo que indicaría expansión económica. Otro ejemplo es el índice de condiciones de solvencia financiera que tanto en EE.UU. como en Europa se va alejando de la zona que se considera de tensión.

Vamos a contextualizar algunos datos que, por extraordinarios, nos ayudarán a entender por qué durante el segundo trimestre del año hemos asistido a una recuperación del mercado de renta fija basado en unos tipos de interés bajos y un estrechamiento de los diferenciales de crédito.

La Reserva Federal empezará a comprar bonos individuales, un programa de compra de deuda corporativa con un importe global de 750.000 millones. Pensemos que el volumen del índice iBoxx USD Domestic Non Financials 1-5y, que serían los bonos objetivo del programa, se eleva a 900.000 millones. Basado en los datos que conocemos hasta ahora, se estima que el balance de los bancos centrales del G4 se expandirá hasta el 68% del PIB, casi el doble que el porcentaje que mostraba a 31 de diciembre de 2019.

Hay otros catalizadores como que las empresas emiten más bonos que nunca, diversificando sus fuentes de financiación y con el objetivo de aumentar su tesorería. Tanto en EE.UU. como en Europa se ha llegado ya a la cifra de 1 billón, lo que representa un nuevo récord en la primera mitad de año. En otras palabras, se ha emitido ya más volumen en esta mitad de año que lo que se ha emitido en otros años enteros. La tasa de default debería disminuir sobre las previsiones iniciales del mes de marzo con las ayudas que están recibiendo las corporaciones y la reducción de los spreads.

En cuanto a flujos, vemos fuertes entradas en los fondos de crédito de EE.UU. y Europa, con récords semanales. Y se especula que, coincidiendo con la mitad de año, los principales asset allocators podrían realizar una toma de beneficios de la renta variable y mover ese flujo hacia la renta fija. Wells Fargo estima que el rebalanceo podría ser el mayor en seis años.

Todas estas medidas están dando soporte a la renta fija y mostrando un efecto que se conoce como el círculo virtuoso: la entrada de liquidez posibilita la reducción de los tipos de interés a pesar del mayor aumento de deuda y permite que el coste financiero sea más asumible, la reducción de los spreads hace que disminuya la probabilidad de default, la volatilidad se reduce y produce que la introducción de los activos de renta fija en las carteras de inversión reduzca el riesgo global de esa cartera.

Por supuesto, no todo va a ser direccional y debemos estar alerta a potenciales efectos de segunda ronda que puede provocar esa enorme liquidez que se está incorporando en el mercado. Por ejemplo, que la inflación resurja violentamente y erosione el valor de la inversión, o la aparición de las conocidas como empresas zombies, que, con las políticas fiscales y monetarias expansivas, podrían alargar su ciclo de vida tan solo por el acceso a una financiación fácil pero que, con sus beneficios, no cubrirían ni los costes financieros. La manera de evitarlo, como siempre, conseguir una efectiva diversificación, cubrir eficientemente los riesgos y ser selectivos en la elección de los nombres que adquirimos en nuestra cartera.

Tribuna de Josep Maria Pon, CIIA y director de Renta Fija y AMM Crèdit Andorrà Asset Management

¿Crisis o recuperación? La búsqueda de rentabilidad en la era post COVID-19

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¿Crisis o recuperación? La búsqueda de rentabilidad en la era post-COVID-19
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En febrero de este año el nivel total de deuda en el mundo casi multiplicaba por tres el PIB global. La deuda corporativa equivalía por sí sola al PIB y los bajos tipos de interés permitían un acceso sin límite al apalancamiento que el inversor pudiera necesitar para mantener los retornos esperados. El capital, convertido en un commodity, ya no era un recurso escaso. De esta manera, los niveles extremos de las valoraciones, incluso en empresas poco rentables, trataban de justificarse en un cambio de paradigma tecnológico.

Aunque en febrero ya conocíamos que un virus había obligado a China a implementar un confinamiento estricto, no era la primera vez que esto ocurría en el país y las medidas adoptadas en situaciones anteriores habían sido suficientes para superar los efectos económicos adversos. A finales de 2019, la estabilización de los principales indicadores apuntaba a un consenso de fuerte recuperación del crecimiento económico y, por lo tanto, de los beneficios empresariales en 2020. En 2019, los bancos centrales habían vuelto a demostrar su apuesta por la flexibilización. Su poder para cortar de raíz cualquier atisbo de recesión parecía asegurar una prolongación del ciclo de crecimiento económico más largo de la historia.

En diciembre de 2018, ya hablábamos del carácter procíclico asociado a la tendencia de los inversores a invertir en activos que remuneran mal el riesgo asumido. En aquel momento veíamos ya la falta de disciplina a la hora de recurrir al apalancamiento y otros instrumentos para tratar optimizar los rendimientos con tipos bajos. Parecía que el fin de ciclo estaba cerca, pero estas observaciones no impidieron que 2019 fuera un año de rentabilidad récord de las clases de activos de riesgo, tanto cotizadas como no cotizadas.

La propagación del COVID-19 más allá de las fronteras chinas fue el detonante, pero las condiciones llevaban años acumulándose: niveles de deuda sin precedentes y valoraciones extremas en una economía globalizada, gracias a la cual muchas compañías pudieron optimizar sus costes de producción, su fiscalidad o el nivel de fondos propios para lograr el máximo crecimiento y retorno de capital a corto plazo. El crecimiento era necesario para la sostenibilidad de los niveles de deuda y de valoraciones.

La crisis económica que se avecina probablemente no se parecerá en nada a las anteriores, y está dando lugar a una gran cantidad de teorías y afirmaciones. A principios de 2020, muchos expertos publicaban previsiones optimistas para este año. Dos semanas después de la corrección, esos mismos publicaban informes cada vez más pesimistas. Los expertos también tienen sus propios sesgos. Por eso, consideramos que el modelo de un gestor de activos bien capitalizado que invierte en los fondos que él mismo gestiona junto a sus clientes es el ideal. Seguramente los riesgos de pérdidas aumenten para el gestor de activos si comete errores, pero la motivación de aprender de dichos errores cuando su dinero está en juego probablemente será mayor que cuando su función se limita a gestionar el capital de otros a cambio de comisiones.

Abrir oficinas en cada región en la que se desea invertir en activos no cotizados para formar parte del ecosistema local y mantener un diálogo con los agentes locales puede parecer que incrementa la estructura de costes de una organización. Sin embargo, no solo ayuda a identificar oportunidades locales o mantener un diálogo activo con los agentes regionales; también permite ver el riesgo antes de que sea noticia. Las medidas de confinamiento en nuestras oficinas de Asia desde el mes de febrero nos permitieron anticiparnos en los procedimientos de prevención.

Las crisis financieras siempre van acompañadas de niveles elevados de volatilidad, provocando un alto grado de incertidumbre. Durante estos periodos, las situaciones de inversión suelen ser simétricas (es decir, el riesgo de pérdida es tan alto como la probabilidad de ganancia) ya que todo es posible e incluso se pueden dar acontecimientos poco probables en un periodo de tranquilidad. Cuando prevalece la incertidumbre, hay que saber admitir que no se sabe cuál será el resultado de la confrontación entre el miedo y el apetito por el riesgo. Cuando el pánico provoca asimetría (el potencial de obtener beneficios es inferior al riesgo de pérdidas), saber razonar y proyectarse al futuro en lugar de dejarse vencer por el miedo permite aprovechar estas oportunidades. Son situaciones que justifican ir a contracorriente, e identificarlas requiere que el inversor trabaje sobre sus propias debilidades mentales.

Esta crisis inaugura un nuevo ciclo de bajo crecimiento y niveles de deuda elevados, puesto que los gobiernos y los bancos centrales de los países desarrollados no tienen otra opción que proporcionar financiación a las empresas y los bancos, y estos van a tener que dedicar parte de su crecimiento futuro a devolver dicha deuda. El bajo nivel de los tipos de interés podría mantener los múltiplos de valoración en niveles altos; como consecuencia, solo las empresas posicionadas en segmentos de fuerte crecimiento podrán compensar estos múltiplos. De esta manera, la generación de valor en el ámbito financiero podría pasar de la asignación de activos en un contexto de continua caída de los tipos de interés desde hace 30 años a la selección de valor, en la medida en que el ciclo de tipos bajos está llegando a su fin y la dispersión de rentabilidad entre las mejores empresas y las demás obligará al inversor a ser muy selectivo.

Además, hemos aprendido que priorizar el crecimiento inmediato ante el posible riesgo siempre termina saliendo caro. La economía global ha ignorado su vulnerabilidad con el fin de generar la mayor rentabilidad posible. Los gobiernos ya han actuado y la economía mundial va a ganar la batalla al COVID-19, pero debe librarse otra batalla: la economía mundial contra el cambio climático.

Tribuna de Thomas Friedberger, co-director de inversiones y director general de Tikehau Investment Management

Catalizadores del mercado y deuda corporativa con calificación investment grade

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Con frecuencia, las fluctuaciones del mercado se producen a causa de noticias o información que incitan a los inversores a actuar. Los datos o los sucesos que se dan a conocer pueden incidir en la confianza de los inversores y perturbar la demanda de activos financieros. Lo que deberían preguntarse los inversores es si la nueva información justifica un cambio sustancial en la valoración. La reciente flexibilización de las restricciones del confinamiento y la participación directa de la Reserva Federal estadounidense en los mercados de deuda corporativa alentaron una segunda ronda de toma de riesgos.

La progresión procíclica iniciada a mediados de mayo está en consonancia con la fase inicial de una recuperación de los mercados económicos y financieros y se refleja en la contracción de los diferenciales de la deuda corporativa con calificación investment grade tanto en Estados Unidos como en Europa (gráfico 1). Ahora bien, ¿ofrece la deuda con calificación investment grade una prima de riesgo suficiente para los diferentes resultados posibles?

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Aunque cada ciclo económico y cada recesión son diferentes, los inversores se fijan en las recesiones y las crisis del pasado para pronosticar posibles patrones de recuperación en los mercados financieros. Los participantes del mercado y los medios de comunicación financieros suelen comparar nuestra situación actual con la crisis financiera mundial. Pese a ello, las causas y las circunstancias que rodean a las dos situaciones presentan bastantes diferencias. Lo que más preocupaba durante la crisis financiera mundial era la solvencia de los prestamistas. Si bien las instituciones financieras desempeñan un papel social crítico como mecanismo de transmisión del capital, los prestamistas no son la economía. En la crisis actual sucede lo contrario. Se centra en la solvencia de los prestatarios. Analicemos la situación más detenidamente. En un esfuerzo por maximizar el flujo de caja libre en un periodo de crecimiento económico inferior a la media, las empresas limitaron la inversión de sus negocios al tiempo que asumían niveles históricos de deuda (gráfico 2).

Como comentamos recientemente en nuestro artículo «El final de la primacía de los accionistas y su impacto en las valoraciones de la renta variable«, se contrajeron préstamos de capital para financiar distribuciones a los accionistas. Describo la actividad que tuvo lugar de 2010 a 2019 como un pago de transferencia masiva de los tenedores de bonos a los accionistas. Los balances ya se habían visto castigados y presentaban fragilidad antes de la crisis de 2020. La pandemia lo ha puesto al descubierto y, después, la situación ha empeorado considerablemente. Las recesiones suelen corregir los desequilibrios. Sin embargo, el desequilibrio del ciclo que acabamos de cerrar revestía la forma de apalancamiento financiero, y todavía está pendiente de corregirse.

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Durante los peores momentos de la caída provocada por el COVID-19, las fuerzas del mercado exigían que las empresas proporcionaran liquidez y reconstruyeran el capital circulante. Los equipos directivos realizaron despidos y redujeron drásticamente el gasto en investigación y desarrollo, así como los pagos a los proveedores se retrasaron. Cuando los bancos centrales retomaron su función de prestamista de último recurso, las empresas volvieron a disponer de la palanca de emisión de deuda, sobre todo en Estados Unidos, donde la emisión de bonos lleva un ritmo que le permitirá duplicar la cifra de cualquier ejercicio anterior en un momento de desplome de la demanda y escasa visibilidad de los beneficios (gráfico 3). Sin embargo, endeudarse para sustituir ingresos perdidos, en lugar de para financiar proyectos productivos, debilita los balances. En cualquier caso, a pesar del debilitamiento del balance general, las primas de riesgo han disminuido.

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A pesar de la vulnerabilidad de las empresas, ¿el apoyo de los bancos centrales justifica el movimiento de los precios que hemos observado últimamente en los mercados financieros? ¿Los diferenciales de la deuda corporativa con calificación investment grade, que se sitúan en general próximos a sus niveles normales en términos históricos, ofrecen compensación suficiente? Mencionaré una última cosa en la que pensar. Llegados a este punto, los mercados y las agencias de calificación crediticia han otorgado a las empresas un pase gratuito sobre sus malos resultados financieros. De hecho, el porcentaje de empresas con calificación investment grade que se contratan como deuda corporativa de alto rendimiento con calificación BB se ha visto reducido. Actualmente, representan menos del 2% de los índices estadounidense y europeo. Si eliminamos esos bonos y volvemos a calcular los índices, los niveles de los diferenciales en su conjunto son entre tres y cinco puntos más bajos, como se muestra a continuación.

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Una cifra tan pequeña no es importante por ahora, pero me preocupa que se convierta en un problema mucho mayor a medida que pasa el tiempo. Tal como mencionamos hace poco en «El último cliente es el más rentable«, el tamaño importa. Todas las empresas tienen costes fijos que deben absorberse. Si la demanda final no vuelve a los niveles anteriores a la crisis para algunas de ellas, ¿cuántas empresas con calificación BBB conservarán su estatus investment grade? Para que quede claro, me refiero al mercado en conjunto. La realidad es que las empresas con un capital circulante negativo y modelos de negocio muy perjudicados son las más vulnerables y cuyas valoraciones resultan menos apropiadas. Las que ofrecen perfiles de riesgo atractivos son aquellas con altas barreras de entrada, una propiedad intelectual exclusiva o un modelo de «crear una vez y vender muchas veces». Esos son los activos en los que vale la pena invertir.

En vista del telón de fondo cada vez más incierto, me preocupan los inversores pasivos en el universo de la deuda corporativa con calificación investment grade. Aunque la inversión pasiva tiene una propuesta de valor y una exposición de mercado rentable y debería formar parte de la construcción de carteras, presenta la contrapartida de que encauza el capital en lugar de invertirlo. Encauzar no es invertir, ya que no tiene en cuenta los fundamentales. En la situación actual, creo que basarse en los fundamentales puede revestir más importancia que nunca. Una célebre cita de Rufus Miles dice «La opinión de uno depende de dónde esté sentado». Sus palabras, conocidas como la Ley de Miles, se han interpretado de diferentes maneras. No obstante, para mí, siempre han hecho referencia a una falta de objetividad. Por tanto, y para ser transparente, debo decir que yo tampoco soy objetivo. Además de mi trabajo como estratega de inversión mundial para MFS, soy el gestor de carteras principal de dos estrategias. La primera es una estrategia de renta variable long-short, y la otra es una cartera de renta fija multisectorial cuya finalidad es generar un rendimiento superior al del mercado de renta variable y, al mismo tiempo, superar al mercado de renta fija. Las dos estrategias están gestionadas activamente y mantienen un posicionamiento defensivo en comparación con sus perfiles históricos. Por tanto, mi opinión también depende de dónde estoy sentado.

 

 

Columna de Robert M. Almeida, Jr., gestor de carteras y estratega de inversión mundial en MFS Investment Management.

 

 

Información importante

El índice S&P 500 ex-Financials mide la rentabilidad de las 500 compañías cotizadas en bolsa de mayor tamaño de Estados Unidos que participan en el mercado estadounidense de renta variable, excluidas las del sector financiero. El índice MSCI Europe ex-Financials mide la rentabilidad de los valores de mediana y gran capitalización de 15 mercados desarrollados de Europa, excluidos los del sector financiero. El índice Bloomberg Barclays US Credit Corporate mide la rentabilidad del mercado de deuda con calificación investment grade de Estados Unidos. El índice Bloomberg Barclays Euro Aggregate Corporate mide la rentabilidad del mercado de deuda con calificación investment grade compuesto de bonos denominados en euros. El índice Bloomberg Barclays US Corporate High Yield mide la rentabilidad del mercado de deuda de alto rendimiento de Estados Unidos. El índice Bloomberg Barclays Pan-European High Yield mide la rentabilidad del mercado de deuda de alto rendimiento compuesto por bonos denominados en euros, libras esterlinas, coronas danesas, coronas noruegas, coronas suecas y francos suizos. Bloomberg Index Services Limited. BLOOMBERG® es una marca comercial y una marca de servicio de Bloomberg Finance L.P. y sus filiales (conjuntamente, «Bloomberg»). BARCLAYS® es una marca comercial y una marca de servicio de Barclays Bank Plc (conjuntamente con sus filiales, «Barclays»), y se usa con licencia. Bloomberg o sus licenciantes, incluida Barclays, son los titulares de todos los derechos de propiedad sobre los índices Bloomberg Barclays. Ni Bloomberg ni Barclays aprueban o avalan este material; no garantizan la precisión ni la integridad de la información que se recoge en él; no ofrecen garantía alguna, ni expresa ni implícita, en relación con los resultados que se obtengan basándose en él, y, hasta donde permita la ley, ninguna de ellas asumirá responsabilidad alguna por daños o perjuicios que surjan en relación con este material. «Standard & Poor’s® » y «S&P® » son marcas registradas de Standard & Poor’s Financial Services LLC («S&P») y Dow Jones es una marca registrada de Dow Jones Trademark Holdings LLC («Dow Jones»); S&P Dow Jones Indices LLC cuenta con la debida licencia para la utilización de estas marcas registradas, y MFS dispone de la adecuada sublicencia para determinados fines. El índice S&P 500® es un producto de S&P Dow Jones Indices LLC, y MFS cuenta con la debida licencia para su utilización. Ni S&P Dow Jones Indices LLC, ni Dow Jones, ni S&P ni sus respectivas entidades afiliadas patrocinan, avalan, venden o promocionan los productos de MFS. S&P Dow Jones Indices LLC, Dow Jones, S&P y sus respectivas entidades afiliadas tampoco ofrecen garantía alguna respecto de la conveniencia de invertir en tales productos. Fuente de los datos de índices: MSCI. MSCI no ofrece garantía o declaración alguna, ni expresa ni implícita, y no asumirá responsabilidad alguna en relación con cualesquiera datos de MSCI incluidos en el presente documento. Los datos de MSCI no pueden redistribuirse ni emplearse como base para otros índices, ni para ningún valor o producto financiero. MSCI no ha aprobado, revisado ni elaborado el presente informe.

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El COVID-19 y su impacto en el mundo laboral

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El COVID-19 y su impacto en el mundo laboral
Pixabay CC0 Public Domain. El COVID-19 y su impacto en el mundo laboral

Las cuestiones laborales deberían ser el centro de atención de las empresas y las sociedades. Sabemos que, si los riesgos sociales no se gestionan de forma eficaz, alimentan el aumento de la desigualdad y obstaculizan el progreso hacia la consecución de un trabajo decente para todos. También hay pruebas de que las empresas con menor rotación de personal, mayor satisfacción de los empleados y mejor diversidad étnica y de género suelen obtener beneficios financieros más favorables.

El COVID-19 ha puesto de relieve las cuestiones sociales. Creemos que las empresas que no las habían gestionado bien tardaron más en adaptarse a la nueva situación, sus trabajadores sufrieron más y las huelgas también fueron más frecuentes.

Las consecuencias para el bienestar de los trabajadores difieren considerablemente según el sector, la jurisdicción y la naturaleza de los empleos y pueden distinguirse en tres categorías:

1. Empresas orientadas al cliente: estas pueden dividirse entre las que prestan servicios esenciales y las que no. Entre los principales riesgos para los trabajadores esenciales figuran el aumento de la exposición al virus y la seguridad general, mientras que los trabajadores no esenciales tienen más probabilidades de perder su empleo, en particular en caso de falta de continuidad en la cadena de suministro una vez que la empresa pueda volver a funcionar.

2. Empresas en las que es posible trabajar desde casa: las preocupaciones de los trabajadores de cuello blanco que trabajan desde casa están principalmente relacionadas con la productividad de la fuerza de trabajo, exacerbadas por las limitadas opciones de cuidado de los niños, ya que los padres hacen malabarismos con el trabajo y la educación en el hogar. En particular, se ha informado de que las mujeres están asumiendo una parte desproporcionada de los cuidados en muchos hogares.

3. Impactos más amplios en la cadena de suministro y consecuencias para los trabajadores: ante una demanda sin precedentes de algunos productos y una caída en picado de la demanda de otros, los efectos negativos en las cadenas de suministro incluyen la cancelación de contratos, la prolongación de los plazos de pago y, por tanto, la pérdida de liquidez para pagar los trabajos ya realizados, la pérdida de millones de empleos, la falta de trabajadores adecuados y la presión de los compradores con ventas en curso para que reabran las fábricas.

Nuestro enfoque de compromiso

En marzo de 2020, BMO Global Asset Management publicó una declaración sobre «Expectativas de prácticas sociales», en la que esbozamos nuestras expectativas básicas en torno a las cuestiones sociales, sobre la base de tres pilares principales: el respeto a los derechos humanos, la defensa de los derechos laborales y la salvaguardia de la salud pública. La declaración también abarca otros aspectos, algunos especialmente relevantes como parte de nuestra respuesta de compromiso ante el COVID-19:

– Provisión de un entorno de trabajo saludable y seguro

– Salarios justos

– Conducta empresarial responsable (incluida la transparencia fiscal)

– Compromiso efectivo de los interesados

– Respeto de la libertad de asociación y de la negociación colectiva

El compromiso en las respuestas ante el COVID-19 forma ahora parte de nuestro diálogo diario con las empresas. Dependiendo de la empresa, la región y el sector, pedimos medidas en áreas como:

– Salud y seguridad en el trabajo, incluyendo el suministro de equipos de protección

– Licencia pagada por enfermedad, especialmente en lugares como EE.UU., donde no hay un mandato gubernamental

– Trabajo en turnos flexibles para los que no pueden trabajar desde casa/a distancia

– Flexibilidad y ajuste de las expectativas para el personal que trabaja desde casa y se ve afectado por el cierre de guarderías

– Pagar las primas de los trabajadores que se consideren esenciales

– Apoyo a la salud mental

El compromiso con la gestión de la cadena de suministro ha sido más difícil, ya que la transparencia es muy limitada. Siguen apareciendo informes especialmente preocupantes en la industria textil: los compradores no se atienen a los contratos existentes; el distanciamiento físico no es una opción en fábricas abarrotadas; los salarios están disminuyendo; y los plazos de pago se prolongan, lo que deja a las empresas sin dinero suficiente para pagar a su personal. Esto significa que una vez que la pandemia esté bajo control será más difícil para los productores recoger los pedidos.

Por otra parte, en los comercios de alimentación, nos ha gustado ver que se han desplegado importantes medidas de seguridad en las tiendas casi universalmente, aunque generalmente con un retraso de dos semanas desde el inicio del confinamiento.

Se ha proporcionado apoyo adicional a los empleados tanto en términos monetarios -aumento de la paga por hora (por ejemplo, Dollar Tree) y bonus únicos (Walmart)- como de bienestar general, a través de licencias por enfermedad (Loblaw) y un mayor apoyo a la salud mental (Tesco).

Algunas de las medidas adoptadas por los comercios minoristas -como los horarios de compra prioritarios para las personas vulnerables (Dollar General) y los trabajadores clave (Costco), la mejora de las opciones de entrega para las personas aisladas (Tesco) y los actos filantrópicos (Walmart)- van más allá del ámbito de las cuestiones laborales y han servido para mejorar la reputación y la confianza de los consumidores de estas marcas en tiempos tan inciertos.

Tribuna de Nina Roth, directora de inversión responsable, y Tim Bonds, analista en BMO Global Asset Management

Más allá del confinamiento: oportunidades y retos para el inversor en infraestructura

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Pixabay CC0 Public DomainFoto: Michael Roach . Foto: Michael Roach

Como eje central de la economía mundial en tiempos de recesión y de prosperidad, la infraestructura es un elemento crucial en el entramado de la sociedad moderna.

Pero el sector, que con frecuencia ha mostrado solidez durante bajones, no ha sido inmune a la preocupación en torno a la pandemia de coronavirus. Algunas acciones de infraestructura, especialmente las relacionadas con el transporte y la energía, se vieron atrapadas en la fuerte oleada de ventas sufrida por los mercados de renta variable en marzo de 2020.

Aunque las cotizaciones se recuperaron en distinta medida a nivel mundial desde los mínimos de marzo a lo largo del segundo trimestre, las políticas implementadas para combatir la propagación del COVID-19 han continuado trastocando a las empresas, afectando también a los inversores (al menos a corto plazo). El panorama económico permanece nublado, y es precisamente aquí donde creo que las compañías de infraestructura pueden mostrar su valor.

De cara al largo plazo, pienso que las oportunidades potenciales que presenta la inversión en infraestructura no solo permanecen intactas, sino que han aumentado. A medida que se acelera la transición hacia una economía digital y de bajas emisiones de carbono, se perfila de forma cada vez más clara la necesidad de invertir en una infraestructura nueva y mejorada.

La presión sobre los dividendos

El daño económico infligido por las medidas adoptadas en todo el mundo para combatir el virus ha puesto en peligro la capacidad de reparto de dividendos para muchos tipos de compañías, incluidas ciertas áreas del sector de la infraestructura.

Las empresas cuya actividad se ha visto gravemente trastocada por el confinamiento, como los aeropuertos, tienen sencillamente menos ingresos que distribuir a sus accionistas. En tales casos, la suspensión temporal de estas distribuciones suele ser en el interés a largo plazo de los inversores.

En otros casos, las compañías han optado por aplazar o recortar sus pagos de dividendo para mantener efectivo en sus balances durante un periodo de extrema incertidumbre. Aunque tomar tal medida podría ser lo más prudente, plantea retos inmediatos para quienes invierten para obtener renta.

La resiliencia de las utilities

En un entorno en que los dividendos se hallan bajo presión en los mercados globales, el valioso papel que pueden jugar las compañías de suministro público en una cartera es evidente. En mi opinión, este sector posee una solidez única entre las áreas generadoras de renta en un momento en que la economía mundial está sufriendo.

Por su naturaleza, el sector de utilities —que engloba a los proveedores de electricidad, agua y gestión de residuos— ha permanecido relativamente inafectado por el bajón económico de este año. Además, estos negocios y sus activos de infraestructura física suelen ser muy difíciles de reproducir y revisten una importancia vital para la economía, con lo que sus flujos de ingresos futuros pueden pronosticarse con mayor confianza que los de la mayoría de los sectores.

De hecho, en un entorno de incertidumbre económica como el actual, es el único sector de la renta variable estadounidense cuyas previsiones de ingresos futuros han sido revisadas al alza por los analistas en plena pandemia.

En el mundo de la inversión nunca hay garantías, pero ello revela cómo las utilities han sido un bastión de fortaleza durante este difícil periodo. Estas acciones no solo han mostrado más solidez que el conjunto del mercado en la primera mitad de 2020, sino que también han visto muy pocos recortes de dividendo.

Oportunidades en una recuperación «verde»

En adelante, las utilities figuran entre los sectores de infraestructura que más van a beneficiarse del aumento previsto del gasto público. Los gobiernos han anunciado enormes paquetes de estímulo fiscal por importe de billones de dólares dirigidos a estimular el crecimiento económico, y la inversión en infraestructura es una de sus prioridades.

En Europa, el tema de la sostenibilidad juega un papel central en el plan de recuperación. La «UE de nueva generación» tiene una política clara de fomento de las energías renovables y del transporte limpio, prestando asimismo atención a la renovación y la eficiencia de edificios e infraestructuras para respaldar una economía más circular.

Los compromisos con una mayor inversión en infraestructura «más verde» deberían suponer un fuerte viento de cola para compañías que poseen y desarrollan activos físicos como parques eólicos, plantas solares y redes eléctricas, todos ellos necesarios para la transición hacia un futuro de bajas emisiones de carbono. Este también es el caso de las empresas con infraestructura digital, un área que requerirá más inversión para mejorar la conectividad en la era digital.

Pese a lo difícil que puede ser mantener una perspectiva largoplacista ante un entorno de mercado tan incierto, creo que las compañías de infraestructura expuestas a estos giros estructurales en la economía y cuyos flujos de ingresos están respaldados por la propiedad de activos de infraestructura físicos están bien situadas para prosperar durante décadas.

 

Columna de opinión de Alex Araujo, gestor de fondos en M&G Investments

 

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El de-risking o los riesgos de no asumir riesgos

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CC-BY-SA-2.0, Flickr. riesgo

La Autoridad Bancaria Europea (EBA) ha puesto el foco en el fenómeno de-risking, como uno de los condicionantes para el acceso completo a los servicios financieros proporcionados en el marco de la Unión Europea. Precisamente, la ‘no asunción de riesgos’ supone no solo una discutible política de gestión de riesgos por parte de las entidades financieras, sino también un veto a la inclusión de clientes, sectores e incluso jurisdicciones.

La práctica del de-risking consiste en evitar establecer acuerdos comerciales por el riesgo que podrían conllevar en materia de prevención de blanqueo de capitales y financiación del terrorismo. Una práctica discriminatoria que preocupa a la EBA y que quiere conocer en profundidad para poder realizar mejoras en la legislación vigente.

A pesar de que las leyes sobre prevención de blanqueo de capitales y financiación del terrorismo establecen que un enfoque basado en el riesgo (Risk-Based Approach – RBA) no justificaría el no establecimiento de relaciones comerciales con distintos colectivos, lo cierto es que las entidades bancarias reducen sus relaciones de corresponsalía bancaria debido al perfil de alto riesgo de determinadas jurisdicciones.

Esta situación provoca que organizaciones del Tercer Sector o entidades de pago, por mencionar algunas, no puedan acceder a servicios financieros o que, por ejemplo, se paralicen remesas enviadas a familiares.

Uno de los principales problemas que quiere resaltar la EBA es que la no inclusión financiera de determinados colectivos provoca que estos busquen canales alternativos, no regulados, lo que supone un riesgo para la estabilidad financiera de la Unión Europea.

¿Es lícito que una entidad financiera, en el ejercicio libre de su actividad, rechace determinados clientes o sectores? Además de las sanciones económicas y penales a las que se enfrenta una entidad, o sus directivos, por el incumplimiento de la normativa de prevención de blanqueo de capitales y financiación del terrorismo, no debemos olvidar otros riesgos como los reputacionales.

Si bien, la práctica del de-risking supone cerrar la puerta de entrada, lo que choca con una correcta gestión de riesgos empresariales, una filosofía que se hace aún más necesaria tras la crisis del COVID-19. En materia de prevención de blanqueo de capitales y financiación del terrorismo, contar con un sistema de Know-Your-Client (KYC) competente, basado en este tan necesario enfoque RBA, permitirá a las entidades financieras generar negocio ofreciendo de una manera más justa e inclusiva sus servicios, sin correr riesgos normativos.

De la misma manera, los clientes podrán acceder a los servicios bancarios tradicionales sin ser catalogados como persona non-grata por pertenecer a un país o colectivo, sin ni siquiera haber pasado un proceso de screening eficaz.

Tribuna de Roberto de la Cruz Martínez, director de RiskMS y portavoz de la vertical de RegTech de la Asociación Española de Fintech e Insurtech (AEFI)

Un equipo con las ideas muy claras: “quality growth” e inversión temática

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Un equipo con las ideas muy claras: “quality growth” e inversión temática
Pixabay CC0 Public Domain. Un equipo con las ideas muy claras: “quality growth” e inversión temática

En el último rally hemos visto cómo algunos de los sectores que lideraban las primeras posiciones se han visto lastrados en ese sprint final, situación que se ha visto agravada por el periodo de inestabilidad en el que nos encontramos. La recuperación que experimentaron los mercados en los últimos meses parece estancada y las economías mundiales no consiguen esa velocidad de crucero tan deseada. En este contexto, las compañías continúan por su particular senda de desarrollo impulsándose en las palancas de su propio negocio al margen de los posibles estímulos económicos que puedan acelerar su velocidad.

Una de las grandes lecciones que nos está dejando esta crisis es, sin duda, que las compañías con fundamentales y balances sólidos, un flujo de caja elevado y que operan en los sectores más beneficiados por la pandemia son una inversión acertada. En realidad, siempre lo han sido, como lo vienen demostrando los resultados obtenidos por nuestro equipo de renta variable global de Mirabaud Asset Management a través de su modelo de selección temática. Pero, ahora, este enfoque adquiere una mayor relevancia. 

Al análisis e identificación de las tendencias que se verán beneficiadas en el momento de mercado, se suma la exposición a valores de “quality growth” que permite sumarse a los movimientos al alza y ser previsor para gestionar con eficiencia los mercados en retroceso. Nuestro foco son las posiciones impulsadas por esos vientos de cola que ayudan a mantener una trayectoria de crecimiento sostenido. Esta es la filosofía que guía las inversiones de nuestros dos fondos: Mirabaud Equities Global Focus y Mirabaud Global Equity High Income.

Los resultados avalan lo acertado de este modelo de gestión: Mirabaud Equities Global Focus (I cap. USD) acumula una rentabilidad a 3 años del 45,73%*, situándose por encima del índice de referencia, el MSCI AC World, que obtuvo un 22,12%% en ese mismo periodo. Con 423 millones de dólares bajo gestión, Global Focus se concentra en 25 valores, con un active share del 93%, lo que le ha valido la obtención de las cuatro estrellas Morningstar, cuatro globos Morningstar de sostenibilidad y denominación Citywire +.

Por su parte, Mirabaud Global Equity High Income acumula un 23% en los últimos 3 años*, en línea con su índice de referencia. Actualmente el fondo cuenta con 78 millones de euros bajo gestión y un active share del 92%.

Carteras que lideran el crecimiento mundial

La selección de los valores bottom-up es una de las marcas de la casa, y esta capacidad para identificar aquellas compañías que son líderes en su ámbito no sería posible si no contáramos con total independencia y libertad en la elección de las posiciones de nuestra cartera. Partiendo de una única premisa -que se trate de compañías que cumplen con los criterios ESG-, nuestro equipo gestor cuenta con autonomía para seleccionar las compañías que destacan en sus temáticas.

Así, por ejemplo, en Global Focus destacan dos temáticas, “plataformas” y “explosión de datos”, que son las que han contribuido al rendimiento obtenido en junio. Concretamente, Tencent, enmarcada en la primera de ellas, fue la más sobresaliente en ese periodo gracias a su apalancamiento de una de las tendencias más beneficiadas de la pandemia, “Stay at home”.

El confinamiento se desveló como el gran aliado de PayPal, presente en ambas estrategias de inversión, que, gracias al auge de los pagos digitales, volvió a destacar por su excelente rendimiento. La tecnológica Microsoft y más en concreto su negocio Azure supo aprovechar la tendencia hacia la digitalización y la transformación digital.

Aunque todavía hay compañías que no han presentado los resultados del segundo trimestre, podemos adelantar que hemos constatado revisiones positivas en las ganancias en junio, si bien no son todo lo positivas que se esperaba. Las expectativas de ganancias dependerán, en gran medida, de si las estimaciones son a la baja. De esta manera, las revisiones podrían iniciar un proceso de aceleración. En cualquier caso, la temida volatilidad sigue siendo una amenaza para las inversiones y es previsible que continúe en los próximos meses.  

El COVID-19 sigue generando incertidumbre en los mercados, que miran hacia las entidades financieras mundiales en busca de nuevas noticias de estímulos que sean un soplo de aire fresco en un mercado muy sobrecalentado en el que la temática “Stay at home” parece ser la principal beneficiada. Seguimos siendo positivos respecto a su rendimiento.

En resumen, la estrategia de inversión temática, con un enfoque de selección bottom-up, sigue siendo una aproximación acertada para, incluso en un contexto complicado, obtener importantes rendimientos.  

Tribuna de Elena Villalba, directora general de Mirabaud Asset Management para la Península Ibérica y Latinoamérica

* Rentabilidades Históricas – Mirabaud Equities Global Focus 2017 +27,67%, 2018 +3,39%, 2019 +28,58% Mirabaud Equities High income 2017 +19,29%, 2018 -7,63%, 2019 +26,63%

Diez recomendaciones de inversión para el segundo semestre de 2020

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Pixabay CC0 Public Domain. Diez recomendaciones de inversión para el segundo semestre de 2020

Hace seis meses, los inversores buscaban signos de recesión, pero una pandemia mundial no estaba en su lista de posibles catalizadores. Ahora, mientras se logra contener las infecciones en muchos países, se está incrementando la capacidad y el equipamiento para manejar los nuevos brotes.

Las respuestas políticas sin precedentes para apoyar a las economías están allanando el camino para la reactivación. Esperamos una recuperación en forma de “raíz cuadrada”, con una renovación pronunciada de la actividad, seguida de una disminución, ya que algunos sectores como el ocio, la hostelería y el turismo requieren más tiempo para ponerse de nuevo en marcha. Hay un largo camino por recorrer, pero se espera que la mayoría de los países desarrollados, con la posible excepción de EE.UU, estén en la senda de la recuperación el tercer trimestre del año. Una vez pasado el impulso inicial, probablemente dichas economías vuelvan a un entorno de crecimiento lento y baja inflación, con una elevada deuda y tipos de interés bajos o negativos.

Para los inversores, el COVID-19 ha acelerado las tendencias económicas y sociales ya existentes. Asimismo, hay algunas tendencias estructurales que están cambiando profundamente el mundo y, como resultado, presentan oportunidades de inversión. En primer lugar, el Covid-19 subrayó nuestra ineludible dependencia de la tecnología y las preferencias de los consumidores, las cuales cambian rápidamente. El aumento del comercio online, el teletrabajo y las herramientas de educación han acelerado la digitalización. Por otra parte, los profundos cambios demográficos implican mayores exigencias en materia de atención sanitaria, y muchos países estaban poco preparados para la pandemia, lo que es muy probable que implique inversiones significativas en este sector. Además, el mundo se enfrenta a la urgente necesidad de descarbonizarse rápidamente. La presión de los consumidores, la regulación y las innovaciones están dando forma al panorama de las inversiones en la transición hacia una economía más sostenible.

Es indudable que la segunda mitad del año estará dominada por las elecciones presidenciales de EE.UU., así como por la evolución de la pandemia del coronavirus. Por ello, la asignación de activos capaces de gestionar una mayor volatilidad será crucial. En este contexto, enumeramos diez recomendaciones de inversión para el segundo semestre de 2020:

  1. Mantener la exposición a los activos de riesgo: la fuerte recuperación posterior a la caída inducida por la pandemia subraya la importancia de seguir invirtiendo en renta variable. Ahora, los inversores deben asegurarse de que mantienen suficientes activos de riesgo en sus carteras. En estas circunstancias, no hay sustituto que permita preparar respuestas tácticas a las inevitables sorpresas que exigirán cambios en los perfiles de riesgo de las carteras.
  2. Añadir asignaciones defensivas: cada cartera necesita un tipo de inversiones diseñadas para ofrecer un escudo contra lo inesperado. Hay varias posibilidades de hacer asignaciones tácticas a los activos defensivos. En Lombard Odier hemos aumentado nuestra exposición a los bonos del Tesoro de EE.UU. en carteras no estadounidenses, aprovechando el menor coste de cobertura a raíz de la crisis del COVID-19. Además, tiene sentido tener cierta exposición al oro y al yen japonés y, siempre que los mercados experimenten un período de baja volatilidad, aprovechar las opciones de venta de los índices.
  3. La apuesta por el investment grade: en este entorno de bajo crecimiento y rendimiento, el crédito investment grade ofrece la oportunidad de generar un rendimiento interesante en la cartera. En términos relativos, sigue siendo atractivo en comparación con la deuda soberana, con un sólido respaldo en forma de compras de activos del banco central. 
  4. Identificar activos high-yield atractivos: en los mercados con rendimientos máximos hay poco potencial alcista, por lo que tiene sentido añadir bonos de alto rendimiento como parte de una estrategia carry. Seguimos evitando el transporte, la venta al por menor, el ocio y el sector energético estadounidense. También somos cautelosos con la deuda mundial emergente fuera de Asia, ya que países como Brasil y México siguen viéndose afectados por los bajos precios del petróleo y la pandemia. En particular, estas mismas economías sufrirán por el descenso del comercio mundial. Nuestra preferencia es el crédito con calificación BB, y algunos nombres con calificación B en sectores de rápida recuperación.
  5. Centrarse en el crecimiento sostenible de la renta variable, la asistencia sanitaria y la tecnología: las expectativas para los mercados de valores en la segunda mitad del año apuntan a rendimientos muy bajos, dado el repunte del segundo trimestre. Las acciones corporativas con perspectivas de crecimiento sostenible y balances resistentes, como la tecnología y la asistencia sanitaria, tienen mucho potencial, así como las empresas de servicios públicos que trabajan en soluciones sostenibles, ofreciendo oportunidades atractivas a medida que el gasto estatal se filtra hacia los proyectos de infraestructura. Después del COVID-19, es probable que el derroche de gasto del gobierno aumente las inversiones en infraestructura y tratamientos médicos. Las acciones de valores relacionados con la tecnología de la información en general tienen excelentes perspectivas de crecimiento post-pandémico, incluso en áreas como la arquitectura y la ciberseguridad.
  6. Favorecer la renta variable asiática de mercados emergentes: las perspectivas para la renta variable de los mercados emergentes en general son cautelosas, ya que el crecimiento del comercio mundial se verá atenuado por la disminución de los precios de los productos básicos, el menor estímulo fiscal de los bancos centrales y la mayor incertidumbre respecto al impacto del COVID-19. Dicho esto, China y Asia ofrecen muchas oportunidades de inversión atractivas. La región pudo volver más rápidamente a la actividad económica y la actividad industrial está de nuevo en marcha gracias a un considerable estímulo fiscal y al gasto en infraestructura de telecomunicaciones, energía, transporte y tecnología de la información. Además, el crecimiento de China parece tener más forma de V que muchas economías, pues la demanda interna impulsa cada vez más el PIB.
  7. La estabilidad de los activos reales en los mercados turbulentos: los activos reales como el private equity, los bienes inmuebles y las infraestructuras ofrecen diversificación. Este año en el sector inmobiliario destacan las propiedades residenciales y logísticas de alta calidad. La demanda de los inversores, impulsada por la búsqueda de rendimiento, no se ha debilitado, lo que sigue apoyando los precios. Las valoraciones no son baratas, pero aun así están lejos de ser una burbuja. Así, las acciones inmobiliarias europeas todavía ofrecen cierto potencial, ya que los mercados fijan el precio de una disminución del valor neto de los activos. En este entorno de crecimiento lento y bajas tasas de interés, la infraestructura debería contar también con el apoyo de las inversiones respaldadas por el gobierno. Los inversores no pueden permitirse pasar por alto el private equity, ya que puede ofrecer exposición a la economía real, una mayor diversificación de cartera y la posibilidad de obtener mayores rendimientos.
  8. La debilidad del dólar: la pandemia y la subsiguiente crisis económica desafiaron la visión bajista del dólar. Con la recuperación de la actividad y las primas de riesgo que han impulsado el precio del dólar, seguimos esperando un dólar más débil y vemos que otras monedas del G10 están en alza. Estas monedas están infravaloradas, expuestas al ciclo comercial de China y/o respaldadas por una balanza de pagos favorable. Esperamos que el euro, el yen japonés y el dólar australiano tengan un rendimiento superior y se aprecien frente al dólar a finales de año.
  9. La montaña rusa para la libra esterlina: el impacto de la pandemia en la economía del Reino Unido, junto con la mala gestión política, recomienda ser muy cautelosos con la libra esterlina. La falta de progreso del Brexit significa que el riesgo de un “no acuerdo” a finales de año ha aumentado, aunque esperamos que un acuerdo “esquemático” tardío con la Unión Europea apoye a la moneda. Mientras tanto, las posturas políticas y los titulares escépticos se traducen en que las cosas empeorarán para la libra esterlina antes de mejorar.
  10. Seleccionar las divisas emergentes frente al dólar americano: los mercados emergentes han sufrido el colapso de los precios de la energía este año y las monedas parecen estar en línea con las valoraciones actuales. Dado que el virus sigue afectando a muchos mercados emergentes y muchos se enfrentan a un empeoramiento de la situación fiscal, los inversores en divisas de mercados emergentes deben ser muy selectivos. Nos gustan las divisas con niveles de deuda más bajos, saldos externos decentes y exposición a la mejora del crecimiento de la zona euro (como la corona checa y el siclo israelí), o a China (rupia indonesia, won coreano, dólar taiwanés y peso chileno). Por otra parte, seguimos siendo cautelosos en lo que respecta a la lira turca, el rand sudafricano, el real brasileño y el peso colombiano, donde las balanzas fiscal y externa son más difíciles.

Tribuna de Stéphane Monier, Chief Investment Officer de Lombard Odier.

Con los adelantos de la reforma: ¿faltaría algo al SAR para generar pensiones dignas?

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Foto: Presidencia. Foto:

¿Cuánto recibirán los que llevan mucho tiempo aportando el 6,5%? ¿El monto de pensión será igual para los que pasen largos períodos de desempleo? ¿Habrá mayores rendimientos? ¿Ganarán menos las Afores? Ésas y otras preguntas y diversos comentarios, se han hecho con motivo del avance de la reforma del Sistema de Ahorro para el Retiro, SAR.

El reconocimiento

Será la primera corrección de fondo al sistema desde que fue creado. Y sobre el pilar clave, la tasa de aportación, del que depende el monto de la pensión. Es la primera, también, que se hace en conjunto, desde abajo, con la iniciativa privada y legisladores. En Chile, hay que decirlo, el intento de subir y encuadrar la cuota del 10% al 15% ha sido desgastante y, después de años de esfuerzos y forcejeos, la pugna continúa. Así que, bien por todos.

Lo bueno

El 15% obligatorio se acerca al promedio de los países de la OCDE y sería adecuado para recibir pensiones dignas. La proyección concuerda con los resultados de cálculos de organismos internacionales. A priori y más allá de las cifras gubernamentales, estimo que la tasa de reemplazo (la cantidad de dinero a recibir en la jubilación respecto del último salario) estaría alrededor de 80% a 85% (Véase ¿Qué puede hacer el nuevo gobierno de México para que la pensión alcance?”).

Las comisiones

Según los presentadores, la propuesta considera que el estándar internacional de cargos a los trabajadores es 0,70%. Me parece que el objetivo habría de ser más bajo. Ya expuse que los símiles de los fondos generacionales, los target date funds, TDF, en Estados Unidos y Reino Unido, cobran mucho menos (véase “La baja de comisiones del SAR es irrelevante: no significa ahorro, ni motiva a un cambio de afore).

No será “apretar más a las Afores”, como tituló un diario el pasado día 23 (asume que ya estaban apretadas). El aumento a la contribución hará más alta la base de cobro y compensará la baja de ingresos por aplicar un porcentaje menor. Por ejemplo, si el aumento de 8,50% se hiciera a partes iguales en cada uno de los ocho años y las Afores generaran 4% de rendimiento en doce meses, los activos del SAR crecerían 11%; si sobre ello aplicaran comisiones de 0,80% (se infiere que la baja a 0,70% tampoco sería de golpe), su disminución de ingreso absoluto sería de alrededor de 3%. Solo el primer año; y como tendrán el estímulo de generar mayor retorno para elevar su cobro (hay que ver el esquema), al cabo de los ocho o antes estarían percibiendo ingresos superiores a los actuales. La cuestión sería ésa, generar rentabilidad.

El régimen de inversión

Se anticipa que el dinero adicional irá a instrumentos que suban el rendimiento. Dijeron que a “infraestructura” pero habría que precisar. Ojalá no sean solo Fibras, CKDs o fórmulas rebuscadas, equivalentes o parecidas. Se esperaría se incrementasen, también a estándares internacionales, los porcentajes permitidos en renta variable y valores extranjeros

En los 10 años pasados el SAR no se benefició a plenitud del alza excepcional de las bolsas de EEUU y Europa. Sendas oportunidades se dejaron pasar por el régimen acotado y “tímido”. Aunque también es cierto que las gestoras no lo explotan. Por eso, para potenciar el rendimiento se requieren pisos o mínimos (como en Chile) a las clases de activos riesgosos. Y favorecer la inversión directa, no mecanismos laboriosos y poco provechosos como los “mandatos”. Y no impedir posibilidades de cobertura mediante productos derivados. No hay razón para objeciones. 

Lo eludido

Los trabajadores mexicanos aportan 1,125%, la décima parte de la contribución promedio (10,57%) de los de Sudamérica. Y no hace faltar ir tan lejos para comparar: los burócratas mexicanos aportan 6,125% y hasta 8,125% con el aliciente voluntario. Y vaya que hay empleados del Estado con sueldos bajos. Eso prueba que sí, los de la iniciativa privada pueden y deben aportar más. No todos, pero sí los que pasan de cierto límite. Su cuota obligatoria podría aumentar en 1,1875%, para subirla a 3%, y pensar en incrementos graduales para que llegue a 5%. Y aún así quedaría lejos de los dichosos parámetros internacionales. El congreso no lo someterá a debate. Habría que dejarlo para otra ocasión, ojalá no muy lejana. Lo que sí es factible es incentivar en serio las aportaciones voluntarias.

Lo incierto

A falta de conocer la iniciativa, con sus detalles, hay dudas o pendientes, según se vea, que ojalá se respondan o subsanen:

  • El ahorro obligatorio de 15% se aplicará en adelante. Como no puede ser retroactivo, el beneficio pleno será para los nuevos afiliados ¿Y cómo será la tasa de reemplazo de los que lleven mucho recorrido laboral aportando al 6,5%?
  • A quienes se inscribieron al IMSS en julio de 1997 aplicará la nueva cuota cuando ha pasado entre 50% y 55% de su vida laboral. O sea, su aportación ponderada resultaría de poco más de 10%, menos comisiones. Con eso llegarían a un porcentaje de reemplazo inferior a 50%, que es más o menos lo que reciben los jubilados chilenos que, inconformes, exigieron la revolución del modelo
  • Se requeriría una combinación de no más de siete años con cuota de 6,5% y al menos 35 con ahorro de 15% (nacidos en 1992 con comienzo laboral en 2012) para aspirar a recibir el equivalente a 60% del último sueldo. A menos que la pensión garantizada cubra el faltante, lo que hace sentido para quienes al retirarse ganen cinco salarios mínimos, alrededor de 18.500 pesos, mas no para quienes perciban más de eso y hasta el tope de ley 
  • Y aun quienes ahorren el 15%, tengan largos períodos de desempleo y se jubilen con remuneración medio-alta ¿Significa que tendrán complemento garantizado para recibir el mismo monto de pensión de quienes lleguen con salarios similares y hayan cotizado los 40-45 años? 

Si como dijo el presidente del Senado, esta no es la solución definitiva sino el comienzo de la reforma, esperamos más cambios trascendentales. Queda mucho por mejorar.

Columna de Arturo Rueda

La violencia será parte de la nueva normalidad

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Todas las crisis, para bien o para mal, son disruptivas. La mayoría de ellas se presentan cuando los desbalances económicos, financieros, o de cualquier otra índole, son tan evidentes que se vuelve imperante corregirlos. Esta crisis no es la excepción. Si bien el detonante de esta crisis fue sanitario, una de sus múltiples consecuencias es que vino a exacerbar muchas desigualdades que existían en lo económico, financiero, político, social y sanitario.

Las consecuencias de una crisis siempre son dolorosas, y en el corto plazo, esas desigualdades y desbalances que la detonaron tenderán a incrementarse. La Gráfica 1 nos ayuda a comprobarlo. Vemos cómo se ha comportado el GINI mundial después de las 3 crisis más importantes de los últimos 30 años. Como paréntesis, hay que recordar que el GINI es una medida de desigualdad social, y entre mayor sea, mayor desigualdad existirá en una sociedad en particular.

 

1

Se observa que después de cada crisis, la desigualdad (el GINI) tiende a subir, para después bajar. Es decir, en el corto plazo, la desigualdad social se dispara.

Ahora bien, los cálculos del GINI traen cierto rezago, por lo que va a ser difícil ver el efecto de la desigualdad usando esta medición en el corto plazo. Sin embargo, existen muchos otros indicadores que podrían ayudar a señalar un deterioro en las condiciones económicas y sociales en el mundo. Uno de esos indicadores son los datos de desempleo. En la Gráfica 2 vemos cómo se ha comportado el desempleo global los últimos 10 años.

2

Durante muchos años, el desempleo global se mantuvo alrededor de 200 millones de personas, para después bajar a niveles de 170 millones. Sin embargo, estimaciones de la ONU confirman lo que todo mundo estaba temiendo: el desempleo global se duplicará en 2020. De 173,6 millones de personas desempleadas en 2019, para cierre de 2020 subirá a 369 millones.

Si a esto le sumamos que la mayoría del desempleo se dará en puestos de baja especialización, y consecuentemente mal remunerados, este efecto será catastrófico para la igualdad social. El número de desempleados será mayor que en cualquier otra crisis de las últimas décadas, y esto, sin duda, acrecentará la desigualdad.

Entonces, ¿qué podemos esperar a raíz de esto? La primera razón, y la más natural, sería sin duda conflictos sociales, geopolíticos y violencia. En la Gráfica 3 podemos observar que la tendencia a que esto suceda tiene una correlación importante con eventos como la crisis que estamos viviendo. Es decir, después de cada crisis importante, hay un aumento en los conflictos sociales, medidos como la suma de conflictos internos y entre países.

3

Lo anterior podría tener un impacto significativo en las economías globales. Se ha demostrado (y ahorita me concentraré en revisar las cifras para México), que la violencia en las calles y los conflictos sociales, son costosísimos para el desarrollo económico y que, al menos en el corto plazo, siempre tienden a empeorar la situación económica y social de un país o de una región.

Pero concentrémonos en México. ¿Qué tanto impacto ha tenido la violencia en la economía mexicana? Si esperamos con certeza que la violencia y la desigualdad social repunten, ¿Qué tanto impacto podría tener en los próximos años?

El Instituto para la Economía y la Paz (IEP, por sus siglas en inglés) ha hecho un análisis muy interesante sobre el impacto que ha tenido la violencia en México. El impacto de la violencia se puede dividir en: 1) Directo, es decir, los gastos que tienen que desembolsar las víctimas, los perpetradores y el gobierno debido a la violencia; 2) Indirecto, es decir, los beneficios futuros que dejará de recibir el país a raíz de la violencia, por ejemplo, la falta de inversión; 3) un efecto multiplicador, que representa los beneficios económicos que se hubieran generado si todos estos costos, gastos e inversiones perdidas se hubieran invertido en proyectos productivos. Los números son impresionantes (Gráfica 4).

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En esencia, el impacto de la violencia en 2019 fue de $4,57 billones, es decir, 21% del PIB de 2019. Para poner en contexto esta cifra, esto equivale a 8 veces el gasto de salud de ese año, o bien, 6 veces el gasto en educación, y es equivalente a aproximadamente al 75% del Presupuesto de Ingresos de la Federación. ¡Es una suma enorme!

Sin embargo, hay que tener cuidado con la forma en la que se lee esta cifra. Esto no implica que el PIB de 2019 hubiera sido 21% mayor en caso de no haber existido violencia. Lo que significa esta cifra es que los gastos directos para combatir el crimen, más todos los costos de oportunidad perdidos debido a la violencia (indirectos y efecto multiplicador) representan alrededor de 21% del PIB.

Asimismo, viendo la Gráfica 4 podemos apreciar que los costos indirectos son los más importantes. Es decir, hay un costo “oculto” asociado al crimen y la violencia, y que puede apreciarse como falta de inversión en el país, falta de confianza, o una reducción en la productividad general de las empresas.

Sin embargo, no todo el país sufre la misma cantidad de violencia. Se puede desgajar esta información por Estados (Gráfica 5). Podemos apreciar que, en los Estados más pacíficos, como Yucatán, la violencia solo le cuesta $11.714 a cada habitante en términos de su ingreso anual. Sin embargo, en los Estados más violentos, como Colima, el costo es mucho mayor ($83.926 en el caso de Colima). Es decir, hay un abismo entre los Estados.

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Con esto se puede concluir que no todo el país está tan sumergido en la violencia. Todavía existen reductos de paz que podrían ser un foco de esperanza si vemos a futuro. Sin embargo, como comentaba al inicio de este artículo, es altamente probable que los disturbios y la violencia se disparen en el corto plazo a raíz de la crisis que estamos viviendo.

En ese sentido, podemos plantear un par de escenarios: 1) el escenario base, que es que la violencia general del país repunte a los mismos niveles que los 5 Estados más violentos; 2) el escenario de pacificación, que implica que la violencia en el país se reduzca a niveles similares a los que tienen los 5 Estados más pacíficos. Con esto en la cabeza, se puede construir la Gráfica 6.

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Es decir, el costo que existe entre el escenario base y el escenario de pacificación para los siguientes 4 años es de alrededor de $12,6 billones. Ese dinero se perderá combatiendo el crimen, o bien, se perderá en oportunidades de inversión rechazadas por locales e inversionistas.

Conclusión:

Es altamente probable que la violencia repunte, no solo en México, sino en todo el mundo. Sin embargo, ese repunte será temporal. Es sumamente importante que, una vez que empiece a disminuir, México logre revertir la tendencia alcista que hemos visto en la última década, de lo contrario, el estancamiento económico y social también serán parte de la “nueva normalidad”.

Columna de Franklin Templeton México escrita por Luis Gonzalí, CFA