Resultado de las elecciones estadounidenses: después de la polvareda

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Pixabay CC0 Public DomainGage Skidmore. Gage Skidmore

Ahora que los mercados miran más allá del resultado de las elecciones estadounidenses, el foco a largo plazo está puesto sobre su economía interna, la regionalización del comercio mundial y la capacidad de resistencia de los mercados emergentes y asiáticos.

Varias son las incertidumbres que persisten mientras se disipa la polvareda levantada por las elecciones estadounidenses. El control del Senado no se resolverá hasta que se celebren las segundas vueltas en enero de 2021, por poner un ejemplo, pero los inversores que estén sopesando cuánto ha cambiado la situación también deberían tener en cuenta las tendencias generales en curso. En lo que respecta a los elementos clave en torno a la geopolítica y la estrategia económica, ¿será más un cambio de formas que de fondo? 

EE.UU. en el foco  

En primer lugar, en un contexto marcado por una pandemia descontrolada, tanto la respuesta a corto plazo como las consecuencias a medio plazo colocarán inevitablemente en el foco a la economía interna. Eso implica un uso continuado de la política presupuestaria y monetaria para sostener la demanda interna e inversiones adicionales en infraestructuras para estimular la actividad económica. La posibilidad de un Congreso dividido hace que las cifras de estímulos presupuestarios situadas en la parte alta de las estimaciones, como las previstas en caso de que los Demócratas se hicieran con el control de las dos cámaras, probablemente no se materialicen. De nuevo, se esperará de la Fed que asuma un mayor peso. Sin embargo, durante los próximos trimestres el imperativo para la Casa Blanca y el Congreso será ultimar los objetivos concretos de gasto (aunque en el extremo inferior de la horquilla de estimaciones) y, en este sentido, las infraestructuras y la sanidad podrían salir beneficiadas.  

¿Inmovilismo en lo geopolítico?

En segundo lugar, y descartando de nuevo la cuestión del enfoque bipartito, cuesta pensar que vaya a producirse un cambio significativo a corto plazo en el panorama geopolítico y algunas áreas clave, como las relaciones entre EE.UU. y China, podrían seguir siendo frágiles si nos fijamos en los pronunciamientos realizados en todas las áreas del espectro político estadounidense durante este año. En muchos sentidos, el discurso de la amenaza competitiva y el riesgo de seguridad no hará sino reforzar la necesidad de invertir más cerca de casa.  Aunque durante los últimos meses se ha puesto de relieve que los flujos comerciales internacionales continúan a pesar de los aranceles y otras barreras bilaterales, es probable que estos flujos también se vuelvan más regionales con el paso del tiempo dado que las cadenas de suministro más cortas se están volviendo prioritarias tras la pandemia.

La visión desde Asia

En tercer lugar, espero que la dirección de la estrategia económica de EE.UU. esbozada arriba siga suponiendo un lastre para el dólar en términos relativos. Pese a que probablemente su magnitud sea menor en un escenario de Congreso dividido, las medidas de estímulo en EE.UU. y su impacto en los mercados de divisas deberían, paralelamente, relajar las condiciones en Asia y en los mercados en desarrollo en todo el mundo. Este hecho, sumado a un mayor éxito en los esfuerzos de contención de la pandemia en amplias franjas de Asia, creará las condiciones no solo para que se dé una recuperación más amplia, sino para que esta región se desvincule cada vez más lo que ocurra en el resto del mundo. 

Implicaciones para los mercados

En cuanto a los mercados y cómo deberían posicionarse los inversores de cara a 2021, los puntos expuestos arriba ponen de relieve el atractivo de las inversiones no denominadas en dólares. Ante la perspectiva de aumento de la volatilidad, eso apunta a un buen perfil de riesgo y rentabilidad en los mercados de renta fija de Asia, en particular la deuda pública de China y los bonos high yield asiáticos. En cuanto a las bolsas, nos parecen interesantes la India y algunos mercados del sureste asiático, que se han comportado peor que el resto de la región durante 2020, y también Japón, a tenor del énfasis permanente en la reforma societaria y sus atractivas valoraciones. He aquí algunas de las grandes tendencias a las que estar atentos en el mundo mientras esperamos a que se disipe la polvareda levantada por las elecciones estadounidenses de 2020.

 

Columna de Paras Anand, CIO de la región Asia-Pacífico de Fidelity International

 

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Sobre la “desaparición” de Afores y el “fin de la competencia” al topar comisiones. Precisiones y reiteraciones

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Pixabay CC0 Public Domain. El banco central de México podría recortar las tasas hasta el 3,5%

La tesis central de la nota anterior, puesta como título, “¿En serio, se acabará con la competencia y/o desaparecerán Afores si bajan las comisiones?, apuntaba a esclarecer si desaparecerían gestoras o se acabaría la competencia al reducir las comisiones del promedio de 0,92% al tope de 0,54%. Retomando el planteamiento van aquí las precisiones:

Variables que hacen crecer los ahorros

La crítica es por la magnitud del crecimiento exponencial de la base del ahorro: hasta cuánto aumentaría el monto de recursos administrados de un año a otro y al cabo de cierto plazo. Son tres las variables impulsoras: tasa de aportación, porcentaje de comisiones y rendimientos. El aumento de la contribución puede dividirse, a su vez, en dos fuentes: las aportaciones de los que forman parte del sistema al corte de un período y las de los trabajadores que se incorporan.

Luego vienen los detalles: los resultados difieren según se tome el porcentaje de crecimiento dado en “X” años o se decida estimar el aumento de cada variable bajo otras formas rigurosas. O cargando las comisiones al saldo final de cada período para producir un acumulado neto que sería la nueva base, etcétera. No pretendo dar cifras definitivas o únicas sino cálculos básicos y aproximaciones razonables. Los cálculos pueden afinarse. Parto incluso de datos conservadores, del aumento promedio anual de 12,56%, después de comisiones, que tuvieron los recursos administrados entre septiembre de 2010 y septiembre de 2020.

Es conservador porque el aumento dado por el rendimiento más las aportaciones de los trabajadores que se integran, es el que se produjo con el ahorro obligatorio de 6,5%, y porque el desempeño podría ser superior al 3% implícito. Es la constante del 6,98% de la tabla. Una proyección minuciosa elevaría el aumento anual y reforzaría la tesis.

El ejercicio sirve para ilustrar cómo se agranda la base al elevar la tasa de aportación y al reducir comisiones. Esto último es el objeto de la discordia, el dilema que no debemos perder de vista pues afecta, en una primera etapa, a los ingresos de las administradoras.

Proyección con el esquema de aplicación de la nueva tasa de ahorro

La proyección anterior suponía el crecimiento de la base por aportaciones de 15% y reducción de comisiones a 0,54% a partir de 2021. Ciertamente, el planteamiento de la iniciativa es otro. Al hacerla con el aumento progresivo y las proporciones planteadas en el proyecto de reforma (simplificando, 1.06% anual, en 8 años) y considerando la baja drástica de las comisiones a partir de 2021, las cifras resultantes se modifican, pero ¿Cambia la hipótesis? En absoluto. Con aquella suposición o con esta otra estimación, se concluye lo mismo: no hay argumento para aseverar que desaparecerían gestoras o se acabaría la competencia. Los dos escenarios radicales son:

  1. Partiendo de la base de recursos administrados a septiembre de 2020, si el tope se aplicara a la par del inicio de la tasa de contribución, no solo no habría disminución para las Afores sino ingresos adicionales, pues lo captado en los dos años siguientes compensaría con creces la baja de 2023.
  2. En cambio, si las comisiones se redujeran a 0,54% a partir de 2021, la merma de las Afores se daría en 3,5 años y, a fines del cuarto, estarían ingresando el equivalente de lo que ahora. Eso es lo que muestra la tabla.

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¿A qué se debe que el tiempo estimado para que las Afores vuelvan generar el monto de ingresos que potencialmente podrían obtener en septiembre de 2020 se alargue poco, en forma marginal? A que la baja de comisiones influye en dos sentidos. El casi medio punto porcentual que no cobrarían reduciría su ingreso inmediato, sí, pero aumentaría su base de cobro. El aumento del ahorro general tendría un propulsor adicional y tendería a propiciar la recuperación de los ingresos de las gestoras en un plazo llevadero. Además, la diferencia entre aplicar 13% (y cifras ascendentes) en vez de 20% como crecimiento anual de los recursos reduce alrededor de 4% el ingreso total por comisiones de 0,54%. Solo el primer año. A partir del segundo, la reducción aminora. En suma, reitero: es desmesurado decir que alguna Afore perdería viabilidad o desaparecería si se aprobara el tope.

“Topar o no “topar”. El caso de Chile

La otra parte del dilema es la competencia. Quienes temen que se acabe dan por hecho que sí hay. La Consar, que siempre ha autorizado las comisiones, en su crítica a mi nota plantea en cambio que ni siquiera ha habido: “…mientras las Afores cobren lo que Consar autoriza, nunca habrá una competencia genuina en comisiones, rendimientos y mejor atención al cliente…”.

Más allá de pareceres, es discutible si es idóneo o perjudicial fijar tasas máximas desde el gobierno, y bajo ciertas formas. En los mercados maduros, el tope se ha determinado por el mercado, o sea, los propios competidores. En Reino Unido, por ejemplo, es improbable la viabilidad de un gestor de Target Date Funds, TDF, que pretenda cobrar 0,50% o más. Estaría fuera de mercado. En Chile, de donde se tomó el modelo del SAR, las comisiones son dispares, desde 0,69% hasta 1,44%. La base de cobro es el salario, no el saldo acumulado. El porcentaje de ahorro obligatorio va íntegro a la cuenta individual. Dicho de otra forma: las comisiones no influyen en la pensión esperada sino en el salario neto, en el disponible que queda al trabajador para sus gastos. Algunas lecturas del caso chileno nos ilustran (con datos de la Superintendencia de Pensiones a agosto de 2020):

  • ¿Cómo se explica que la AFP más cara, “PROVIDA”, sea la primera en afiliados y la segunda en activos?
  • “MODELO” debe su segundo sitio en afiliados –es quinta de ocho en activos–, a que ganó licitaciones de cuentas (algo así como la asignación que suele hacer Consar) entre 2010 y 2014, con base, sí, en que su comisión en esos tiempos era la más baja. A partir de ahí, su competencia se basa en el desempeño, que es lo que toman en cuenta los trabajadores para traspasarse.
  • “PROVIDA” fue la que recibió más traspasos netos en agosto, pese a ser la más cara, mientras que la barata, “MODELO”, fue la segunda de mayor salida (la de menos comisión es “UNO”, de participación aún testimonial).
  • También en agosto: los fondos “A”, los más riesgosos (80% de renta variable), fueron en general los de más traspasos netos a favor, provenientes de los de menos riesgo (en Chile se puede elegir el fondo sin importar a edad).
  • ¿En qué piensan los que prefieren a “PROVIDA” y al fondo “A”?

La importancia de potenciar el desempeño

Esa tercera variable, los rendimientos, en el SAR, influye en el crecimiento exponencial del ahorro más que la baja de comisiones. A mayor rendimiento del sistema:

  • En Chile: más ahorro en la cuenta individual, mayor pensión esperada (por eso las preferencias) sin incidencia en los ingresos de las AFPs.
  • En México: más ahorro en la cuenta individual, mayor pensión esperada, base de cobro más grande y elevación de ganancias de las Afores.

La naturaleza de los TDF internacionales, como de los fondos de pensiones chilenos, es potenciar rendimientos. Eso explica las proporciones de sus regímenes de inversión. En el SAR, he de reiterarlo, más de la mitad del ahorro se ha invertido en valores gubernamentales y porciones inferiores en renta variable (la clase de activo con más potencial de retorno) que quedan lejos del máximo permitido. Sobre esta variable también hay que hacer reformas.  

Columna de Arturo Rueda

Liquidez y calidad, claves para invertir en deuda emergente

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Foto cedida. mutuactivos

En los últimos años, el rendimiento en deuda emergente se ha visto impulsado por la liquidez y la calidad. Los desequilibrios estructurales se han acentuado por la crisis sanitaria y sus consecuencias para la economía mundial, subrayando la relevancia de estos dos aspectos en nuestras estrategias de inversión en estos mercados.

Ante este “backdrop”, las estrategias que invierten en todas las tipologías de activos de renta fija emergente (bonos, soberanos, moneda local y dólar) cuentan con una ventaja diferencial. Nuestra respuesta al impacto inmediato del COVID-19 y sus repercusiones a largo plazo está relacionada con cuatro aspectos clave: el aumento de la liquidez, la atención a los activos de calidad, los sesgos regionales y una duración superior al punto de referencia.

La liquidez nos permite ser muy ágiles

Antes de tomar cualquier decisión de inversión en relación con la deuda de mercados emergentes, especialmente en este nuevo entorno, hay que valorar la liquidez, ya que determina el enfoque de la inversión y el proceso de selección de activos. El objetivo es lograr la armonía entre la liquidez del vehículo de inversión y la de sus valores subyacentes.

Uno de los principales riesgos para los bonos denominados en dólar y euro, incluso antes de la crisis del COVID-19, son las condiciones de liquidez. Nosotros hemos modificado significativamente nuestro enfoque hacia las áreas con mayor liquidez del universo de inversión, tanto en divisas fuertes (euro y dólar) como en moneda local. Asimismo, nuestra búsqueda de liquidez significa que el 75% de la cartera está posicionada en bonos con un nocional mínimo de 500 millones de dólares (o equivalente) y alrededor de la mitad de estos tienen un nocional de 2.000 millones de dólares o más.

La búsqueda de liquidez también significa que la exposición a la deuda en moneda local es fundamental, ya que este segmento del mercado representa más del 80% de toda la deuda emergente. La exposición en moneda local representa ahora alrededor del 45% del fondo.

Centrados en la calidad

La incertidumbre de los próximos años justifica una mayor exposición a activos de mayor calidad.

Actualmente, el crédito investment grade constituye el 63% de la cartera, con un aumento de la calificación media de BBB, comparado con el 37% de los bonos de high yield. La brecha entre ambos se ha ampliado considerablemente. Por ejemplo, el diferencial medio del crédito soberano de high yield es ahora 4,2 veces mayor que el del investment grade y su alcance podría durar mucho más de lo esperado. En el caso de empresas en mercados emergentes, esta diferencia es solo de 2,5 veces, lo que es indicativo de la calidad media superior subyacente con respecto al soberano.

Las oportunidades en Asia van en aumento

La pandemia ha puesto de relieve a Asia de manera positiva: creemos que la región está mejor posicionada para capear la desaceleración del crecimiento mundial. Como resultado, nuestra asignación a la región se ha duplicado a alrededor del 30%.

Gran parte de esta inversión se ha centrado en China. El crecimiento del PIB del 4,9% registrado en el país en el tercer trimestre refleja que la pandemia está acelerando el ritmo al que su economía está alcanzando la velocidad de la de Estados Unidos. Creemos que es probable que este aumento de la actividad económica tenga un impacto positivo en toda la región asiática.

Asimismo, el gigante asiático se ha ido beneficiando de su inclusión en una serie de índices mundiales clave; el último de ellos, el FTSE Russell World Government Bond Index. Esto aumentará la demanda de la renta fija de China, que ofrece un rendimiento nominal y real más alto que los equivalentes de EE.UU., así como el potencial de apreciación de la moneda. Durante la pandemia, el Banco Popular de China adoptó medidas de estímulo que implicaron la provisión de liquidez, pero dejó la política monetaria prácticamente intacta, lo que significa que los tipos de interés reales se han mantenido a un nivel más alto.

El riesgo de duración ha cambiado estructuralmente

Las preferencias de los inversores en cuanto a crédito y vencimiento han cambiado por la búsqueda de rendimiento y calidad.  En este entorno de mayor intervención en el mercado y bajos niveles de inflación, se justifica una mayor duración, y actualmente estamos posicionados alrededor de 7 años.

Desde Mirabaud, estamos invirtiendo en bonos de calidad en países con balances sólidos y en empresas con modelos de negocio resistentes que pueden soportar un entorno económico prolongado y débil. Esta estrategia posiciona a nuestro fondo Global Emerging Market Bond para mitigar la volatilidad que pueda surgir en los próximos meses. Además, al estar enfocados en la calidad y la liquidez, tenemos capacidad para reaccionar de forma inmediata ante cualquier cambio en la dinámica del mercado.

En 2021, habrá grandes oportunidades para la deuda de mercados emergentes, que prevemos se verá impulsada por la reducción de los diferenciales de crédito y la debilidad del dólar estadounidense. Creemos que nuestro fondo se encuentra en una posición sólida de cara a este nuevo año.

Tribuna de Daniel Moreno, gestor principal de los fondos de deuda emergente en Mirabaud Asset Management

Perspectivas sobre Europa: lecciones aprendidas tras cinco años

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Pixabay CC0 Public DomainImagen de Prashant Sharma. BMO Global Asset Management

Tras cinco años gestionando nuestras estrategias de renta variable paneuropea y de renta variable europea sin Reino Unido, he querido seleccionar tres lecciones clave de este último lustro.

Todo empieza teniendo una estrategia clara y confianza en el plan a largo plazo. “Estrategia” es una de las palabras de las que más se abusa. Sin embargo, en esencia, se refiere a un conjunto de elecciones que te guían a la hora de gestionar tu negocio. La lección más reveladora que he tenido en este sentido me la dio un profesor de la escuela de negocios en la que estudié. Estaba intentando, de forma poco exitosa, argumentar sobre este tema y él me contestó: “Tienes que recordar una cosa, Ben, todo el mundo tiene una estrategia. Todo el mundo, a menudo, tiene la misma estrategia. Pero la pregunta es: ¿puedes ponerla en práctica? Ahí está la clave”.

Tenía razón. Después de todo, la mayor parte de las personas, en la mayoría de las empresas, tiene acceso a la misma información y es capaz de ver las mismas tendencias y dinámicas sectoriales. Sin embargo, no todo el mundo puede tomar decisiones claras y ejecutar las estrategias en base a datos. Aquellos que lo hacen consiguen diferenciarse del resto. 

La fortaleza del trabajo en equipo

En segundo lugar, la cultura de equipo es vital. A lo largo de los años he aprendido que muchas personas saben más que yo; a menudo, mucho más que yo. Por tanto, es importante que te rodees de personas inteligentes y con talento que aumenten tu propio rendimiento. Realmente disfruto trabajando en pequeños subgrupos de construcción de carteras o “pods” como los hemos llamado. Esto nos da la oportunidad de debatir, discutir y compartir puntos de vista que pueden enriquecer las decisiones de inversión que tomamos. También son muy importantes para compartir la carga mental que trae consigo un trabajo donde, por definición, una muy buena parte está fuera de tu control.

Al mismo tiempo, los “pods” son lo suficientemente reducidos como para asegurar que podemos actuar de forma rápida y decisiva, si es necesario. También aportan una clara atribución de responsabilidad en cuanto a los resultados. La sabiduría de los pequeños grupos y la diversidad de pensamiento mejora la calidad de las decisiones.

Consistentemente a lo largo del tiempo, cuando miramos los datos, vemos que el análisis añade valor. El historial de recomendaciones es sólido. Recuerdo cuando hace cinco años asumí el liderazgo de la gestión del fondo y la rentabilidad no estaba en su mejor momento. Sin embargo, los test retrospectivos mostraban que el resultado del análisis era muy bueno. El problema era que las ideas no se estaban incorporando al fondo o no se estaban incorporando en el tamaño adecuado.

¿La respuesta? Sigue el análisis. A menudo, cuando los gestores de fondos se equivocan es porque han ignorado a los analistas o porque son muy lentos en adoptar sus ideas. Esto no quiere decir que la cultura de confrontación de ideas y de debate no sea importante, que creo que lo es. Pero mi experiencia me ha enseñado que el peso de la prueba debe caer en el gestor. Esto significa explicar por qué no vas a comprar una recomendación muy sólida, en vez de que el analista tenga que hacer toda la venta. ¡Aunque sea psicológicamente complicado!

No te quedes inmóvil

El tercer y último aprendizaje es que tener un compromiso constante con la innovación es fundamental. Nuestra industria es la única que se me ocurre que celebra no cambiar sus procesos. La pregunta más frecuente es «¿pero eso significa que has cambiado tu proceso?” La implicación es que cambiar es algo terrible.

Vivimos en un mundo de innovación a la velocidad del rayo, donde el ritmo del cambio solo se acelera. Sin embargo, en el mundo de las inversiones, muchos ven la adaptación y el cambio como problemas más que como soluciones. En mi opinión, hay una clara diferencia entre la consistencia de la filosofía -que debería permanecer bastante inalterable, siempre que la basemos en la lógica y en evidencias empíricas- y la consistencia del proceso. Siendo el proceso el cómo y no el por qué.

Como resultado, sigo viendo oportunidades significativas para mejorar nuestros procesos, incluyendo cómo abordamos nuestro análisis fundamental, cómo podemos utilizar mejor los datos y cómo podemos poner en práctica herramientas cuantitativas. Además, continuar desarrollando la comprensión de los factores ESG nos ayudará a identificar mejor los riesgos y oportunidades de una inversión. Mientras tanto, obtener una visión más clara de la psicología humana y fijar reglas para gestionar los sesgos de comportamiento innatos nos llevará a una mejor toma de decisiones. Y todo esto se suma a las mejoras experienciales que podemos hacer cada día. Por eso soy optimista sobre nuestras perspectivas a largo plazo.

En conclusión…

Terminaré citando a Paul Marshall, uno de los fundadores de Marshall Wace. En su reciente libro “10 ½ Lecciones de la experiencia”, decía: «Los mercados y los participantes en ellos evolucionan constantemente. Para batir a los mercados tienes que batir a los otros participantes. Y, a medida que ellos cambian, tú también tienes que evolucionar». Excelentes pensamientos para guiarnos en los próximos cinco años.

Tribuna de Ben Ritchie, responsable de renta variable europea de Aberdeen Standard Investments

El asesor financiero, el mejor prescriptor en el uso de nuevas tecnologías

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Pixabay CC0 Public Domain. El asesor financiero, el mejor prescriptor en el uso de nuevas tecnologías

La innovación ha estado siempre presente en el sector financiero. El diseño de nuevos productos o de nuevas aplicaciones informáticas que den soporte a estos son campos en los que las entidades financieras han desarrollado una alta profesionalización. Capaces de diseñar y lanzar nuevos productos financieros en escasas semanas, la capacidad innovadora de los bancos y cajas quizás ha pasado desapercibida por su carácter intangible, pero es sin duda una de las que más ha evolucionado en el sector empresarial.

El progreso siempre se acelera en los periodos más difíciles de la humanidad; el tejido empresarial en general y el sector bancario en particular han tenido también que progresar y adelantar sus planes, motivados por un periodo que ya constituye por derecho propio un capítulo destacado de la historia de la humanidad.

La evolución tecnológica y la digitalización han supuesto un cambio de hábitos y mayores exigencias por parte de los usuarios de banca y, además, ha permitido al sistema financiero español ser muy eficiente.

Innovar o morir: ¿cómo compatibilizar la digitalización con un modelo de asesoramiento personalizado?

A pesar de los drásticos cambios en nuestra forma de comunicarnos y nuestra relación con la tecnología, nunca hay que menospreciar a la ingeniería social, es decir, a las personas.

En Banco Mediolanum ya fuimos innovadores anticipándonos al futuro construyendo un banco alrededor de nuestros asesores financieros y sin oficinas y hoy en día seguimos creyendo que este es un modelo de presente y de futuro que incorpora lo mejor de la tecnología sin perder su principal esencia: el valor del factor humano. Los clientes necesitan un servicio ágil para gestionar las operaciones del día a día, pero lo primordial es que cuando tengan que decidir qué hacer con sus ahorros cuenten con un profesional de las finanzas de su confianza a su lado. En nuestro caso, nuestros family bankers.

¿Qué papel juega el asesor en toda esta estrategia de desarrollo tecnológico?

Su rol es fundamental. Los asesores financieros (family bankers) agilizan los procesos y son los mejores prescriptores ante los clientes en el uso de las nuevas tecnologías, que se convierten la herramienta para facilitar y hacer más cómoda la relación y la operativa. Desde Banco Mediolanum apostamos por una estrategia high touch – high tech, en otras palabras, la vocación por acompañar al cliente a lo largo del ciclo financiero de su vida combinando lo mejor de la tecnología con la relación humana, el factor clave de la relación.

Es así como los asesores financieros son capaces de cultivar la confianza y mantener un alto nivel de satisfacción por parte de los clientes. Y en este binomio la tecnología proporciona todas las facilidades para que gestionen las operaciones del día a día y, por ejemplo, la formalización de los contratos, las operaciones, etc. De hecho, la automatización ha permitido al sistema financiero español ser muy eficiente.

La digitalización, como concepto, se ha convertido en elemento importante para acercar el banco al cliente y proporcionarle una experiencia más agradable y próxima. Efectivamente, sus expectativas son cada vez son más altas. La tecnología es un medio y no un fin porque, ante todo, la prioridad es el factor humano y la relación con los clientes.

Digitalización

Actualmente Banco Mediolanum, gracias a la óptima combinación de tecnología y relación humana ha logrado un nivel de digitalización del 99%.

En el caso de Banco Mediolanum hemos sido reconocidos como el banco con los clientes más satisfechos con su entidad de la banca española, según el estudio Benchmarking de Satisfacción de Clientes 2019 realizado por la consultora independiente Stiga.

Del total de 17 entidades analizadas, Banco Mediolanum es también el segundo en satisfacción de sus clientes en las categorías de Internet, banca móvil y recomendación.

Tribuna de Salvo La Porta, director comercial de Banco Mediolanum y responsable de la red de asesores financieros

Biden supera los 270 votos electorales, pero ¿qué depara el futuro?

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Pixabay CC0 Public DomainTheDigitalWay. TheDigitalWay

Si bien el recuento de votos no ha terminado, parece que Joe Biden se ha asegurado los 270 votos electorales necesarios para convertirse en el próximo presidente de Estados Unidos. La combinación de un estrecho margen de victoria y la posibilidad de que los republicanos conserven el control del Senado podría repercutir en las futuras políticas de la nueva administración.

Aunque el resultado todavía no es oficial, las agencias de noticias apuntan a Joe Biden como presidente electo. Puede que los medios de comunicación estén en lo cierto, pero el desenlace de la carrera presidencial y de la batalla electoral por el control del Senado sigue siendo incierto debido a los recuentos, los desempates y los desafíos jurídicos pendientes. Esperamos una mayor claridad en los próximos días, pero, en cualquier caso, el resultado no será oficial hasta que el Colegio Electoral se reúna el 14 de diciembre.

La máxima prioridad es la pandemia

Supongamos, pues, que Biden se alza con la presidencia y que los republicanos mantienen el control del Senado, una posibilidad que no sabremos con certeza hasta que se celebre una segunda vuelta (elecciones de desempate) en Georgia a principios de enero. Cabe destacar que si los republicanos solo retienen 50 escaños, entonces el voto de calidad del vicepresidente adquiere aún más importancia.

Mitigar el impacto de la pandemia de la COVID-19 en la economía estadounidense y en los ciudadanos más perjudicados será el principal desafío para Biden y su equipo. Conforme dejamos atrás el dramatismo electoral, resultará crucial que los líderes vuelvan a negociar programas capaces de apoyar a las personas, las compañías y los municipios más afectados por el virus. Dada la mayor posibilidad de un Congreso multipartidista (una Cámara de Representantes demócrata y un Senado republicano), el tamaño del paquete de estímulos probablemente será más reducido, aunque suficiente.

Habida cuenta del retraso en la aprobación de una segunda ronda de ayudas, resulta aún más apremiante la necesidad de actuar rápidamente y centrar el apoyo en los más necesitados. En la primera ronda, la velocidad fue crítica, aunque, visto en retrospectiva, el apoyo se distribuyó para demasiados fines. La sesión del Congreso saliente (conocida como «sesión del pato cojo») ofrece una oportunidad para aprobar ayudas específicas adicionales.

Un gobierno dividido podría limitar la capacidad de Biden para introducir cambios

Los demócratas esperaban una «marea azul» (color del Partido Demócrata), lo que les habría permitido controlar las ramas ejecutiva y legislativa del gobierno, pero ese escenario no parece haberse materializado. La situación de «pato cojo» no significa que nada ocurrirá, sino más bien que resulta poco probable que, salvo las ayudas relacionadas con el coronavirus y la ampliación de una «resolución continua» (CR) para autorizar la financiación del gobierno federal, apenas habrá nuevas iniciativas durante este corto periodo.

Para muchos inversores, un gobierno dividido es el resultado más favorable. En mi opinión, las elecciones y los posteriores cambios de políticas no suelen afectar la dirección a largo plazo de las medias del mercado, puesto que no suelen alterar drásticamente la forma en que la economía general funciona. No obstante, las políticas pueden afectar significativamente a sectores concretos y, a su vez, generar ganadores y perdedores. Por ejemplo, los posibles cambios en las políticas de atención sanitaria podrían influir en las actitudes de los inversores con respecto a los hospitales y los valores farmacéuticos en diferentes direcciones.

Un gobierno dividido podría limitar la capacidad de un presidente o un partido político para adoptar algunas de sus ideas más radicales. Si Biden asume la presidencia con un Senado republicano, sus propuestas de aumentar los impuestos para las empresas y los estadounidenses más acaudalados o hacer mayor hincapié en la regulación afrontarán un camino más tortuoso. Esto no significa que los impuestos no subirán, pero podría llegarse a un compromiso más moderado, es decir, un aumento del 25% en lugar del 28% propuesto. Sospechamos que un gobierno dividido también incidiría en las posibles propuestas de la administración de Biden relativas a los impuestos sobre transacciones financieras, bienes inmuebles y seguridad social. Dado el aparente apoyo de los dos partidos al denominado «impuesto de deslocalización» (offshoring tax), un gobierno dividido no implicaría cambio alguno.

Resumen

La conclusión de las elecciones permitirá a los líderes electos centrarse en la importante tarea de concebir nuevas ayudas para aliviar el daño económico provocado por la pandemia, y podríamos asistir a un periodo de volatilidad hasta que eso ocurra. Si bien Biden se acerca cada vez más a la Casa Blanca, su capacidad para adoptar algunas de sus propuestas políticas podría verse limitada por un gobierno dividido. En cualquier caso, creemos conveniente que los inversores sigan centrándose en sus objetivos a largo plazo.

Anexo: ganadores y perdedores sectoriales

El impacto de los cambios normativos varía de un sector a otro. Los analistas de Columbia Threadneedle han dedicado mucho tiempo a identificar los posibles ganadores y perdedores sectoriales en caso de una victoria de Biden, incluso si gobierna con un Senado controlado por los republicanos. A continuación describimos algunas de las conclusiones principales:

Atención sanitaria

Un gobierno dividido significa que algunas de las propuestas que habrían incidido en la inscripción de Medicare quedarán relegadas a un segundo plano, y también que los interrogantes sobre la ley de atención sanitaria asequible (Affordable Care Act) probablemente seguirán presentes. El control republicano del Senado también debería conllevar una mitigación de los temores sobre los precios de los medicamentos.

Finanzas

El panorama en este sector arroja luces y sombras. La probabilidad de que aumente el impuesto de sociedades es ahora menor, lo que resultaría favorable, pero la perspectiva de nuevas iniciativas reglamentarias más estrictas podría suponer un lastre.

Energía

Un gobierno dividido reduce la probabilidad de que se adopte un Nuevo Pacto Verde radical y podría dificultar la prohibición de nuevos permisos energéticos en tierras federales. La administración de Trump eliminó muchos trámites burocráticos para las compañías de petróleo y gas, de perforación y gasoductos; parte de esta burocracia podría volver a aparecer, incluso con un Senado republicano.

Servicios públicos

El impulso hacia la generación de energías más limpias debería continuar, lo que beneficiaría a los operadores de servicios públicos regulados, aun cuando el Senado esté controlado por los republicanos. Un gobierno dividido supone un camino más complicado para la reforma fiscal, y los operadores de servicios públicos regulados habrían sido un ganador relativo en un escenario de subida del impuesto de sociedades, puesto que dicho impuesto puede trasladarse a los clientes de las empresas de servicios públicos.

 

Columna de Colin Moore, director global de inversiones en Columbia Threadneedle Investments

 

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Problemas gigantes (hijos de descuadres grandes y decisiones pequeñas)

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Algunas veces pequeñas decisiones tomadas pueden llegar a convertirse en una cadena de eventos de consecuencias inesperadas. Por ello, es que los denominados policy makers deben actuar de manera coherente y evitando una afectación tan grande que sus consecuencias sean inconmensurables. En un muy buen artículo del 8 de noviembre (The Rescues Are Ruining Capitalism), Lance Roberts muestra cómo desde la crisis de 2008, los paquetes de ayuda en Estados Unidos, sumados los otorgados por la Fed y por el Gobierno Federal, han costado cerca de 37 trillones de dólares. ¡Sin palabras!

Lo malo de esta cifra es cuando se compara con datos de la economía real: el PIB estadounidense  (sin contar la caída que vaya a tener este año) cuesta unos 21,7 trillones de dólares; desde 2009 (saliendo de la crisis) la economía estadounidense solo ha ganado en términos nominales algo más de 7 trillones de dólares y la deuda del gobierno en Washington, ha pasado de ser algo más del 60% del PIB a ya representar el 138% del mismo. Por donde se le mire, un descuadre total.

Centrémonos en los datos de ayudas y valor agregado a la economía: como se observa, mientras las ayudas han valido 37 trillones de dólares, la economía ha incrementado en 7 trillones de dólares… es decir, de cada 100 dólares que se enviaron en ayuda, la maquinaria norteamericana solo subió en algo cercano a 20 dólares… sí, solo una quinta parte del total gastado. Claramente, hay una ineficiencia en el gasto que es terrible, y parece estarse echando trillones de dólares en un barril sin fondo y creando una maquinaria cada vez más difícil de mover. 

Hay diferencias claras entre la forma en que el dinero se gastó desde 2008 y la manera en que se está haciendo el día de hoy: mientras que luego de la crisis financiera el objetivo fue salvar el sistema financiero, y los dólares no llegaron en masa a la población del común; hoy en día mucho del gasto llega la “la gente de a pie”, teniendo en cuanta que gran parte de la ayuda se ha dado por medio de cheques semanales de 600 dólares que llegaron a gran parte de la población estadounidense.

¿Por qué estamos en el descuadre entre valor de rescate y el crecimiento de la economía? Explicaciones hay muchas, aunque parte de ellas parte de las decisiones tomadas en 2008 y de la ideología de cómo deben tratarse las crisis. Los historiadores económicos y quienes estudian las finanzas, dan cuenta de que luego de los acontecimientos de enero a marzo de 2008 (incluyendo la quiebra de Bear Stearns), quizá la salida más sencilla para el gobierno norteamericano era recapitalizar los bancos en problemas, haciéndose a una proporción accionaria de ellos. Lo malo: en medio de la crisis estaba un gobierno Republicano en USA, partido que ideológicamente es más afín al libre mercado que a la intromisión del gobierno en la vida económica.

En un maravilloso libro (CRASH), Adam Tooze relata cómo Hank Paulson, Secretario del Tesoro en medio de la crisis, parece haber contemplado la posibilidad de recapitalziar los bancos, más sin embargo el peso de “pasar a la historia como el primer secretario del Tesoro que nacionalizó la banca estadounidense”, lo llevó por otro camino. Un camino que, claramente hasta aquí, ha sido más tortuoso de lo que se pensaba antes del 14 de septiembre de 2008, día de la caída definitiva de Lehman Brothers.

Hasta aquí un poco de historia para entrar en materia definitiva: al día de hoy, con los resultados electorales en USA, los expertos vaticinan que el escenario más probable en materia económica sea de deflación. Esto a pesar de que un gobierno demócrata estaría más inclinado a un paquete de ayuda gigante y a seguir manteniendo los estímulos.

Mi reflexión analizando todos los puntos tratados, es que quizá las decisiones de los diferentes actores económicos norteamericanos sean trascendentales en estos próximos meses y de cara al nuevo gobierno. Cómo Biden engrane toda la política económica va a ser fundamental para el futuro de la economía norteamericana: parece obvio, pero no lo es tanto. Si Estados Unidos toma algunas pequeñas decisiones pensadas más con “el estómago” que con la cabeza, los resultados pueden ser muy complicados de largo plazo, como hemos visto hasta acá.

El espacio de mayor deuda, cada vez se limita, y un incremento como en que se ha visto este año (casi del 35% del PIB, es decir, una deuda adicional de más de 7 trillones de dólares en solo 10 meses) es insostenible.  Seguir imprimiendo billetes y monetizando la deuda del gobierno federal, tampoco da para mucho más. Es cierto que la deuda como proporción del PIB puede bajar, pero para ello deben confluir dos elementos clave: crecimiento económico e inflación. Estas dos variables las logrará Estados Unidos con un dólar más débil, que encarezca las importaciones y que le genere, vía devaluación del dólar, una ventaja competitiva exportadora que hoy no tiene.

No quiero profundizar en los elementos arriba descritos para no alargarme (ya lo trataré en otra columna de opinión más adelante), sin embargo, todos los elementos apuntan a que la debilidad del dólar sea una variable clave para recomponer la economía norteamericana. Esto solo refuerza la perspectiva que nos hemos trazado desde finales de abril y principios de mayo de que, de los niveles alcanzados en ese momento, el dólar debería perder cerca del 40% de su valor en los próximos años. Lo sigo creyendo y cada vez mas, pienso en variables que se tienen que ajustar y que refuerzan la perspectiva de un dólar débil (y claro, si las decisiones pequeñas desde enero de 2021 llevan a problemas gigantes, la receta monetaria seguirá, y con mayor razón el dólar será el afectado).

 

Manuel Felipe García Ospina es vicepresidente Wealth Management de Skandia

 

 

 

Los grandes desafíos del sector bancario europeo

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Los grandes desafíos del sector bancario europeo
Pixabay CC0 Public Domain. Los grandes desafíos del sector bancario europeo

A diferencia de las crisis financieras anteriores, en 2020 los bancos no se consideran la causa. En cambio, los responsables de la toma de decisiones han dado rápidamente un apoyo masivo para garantizar que los bancos sean parte de la solución. Los gobiernos centrales han concedido estímulos fiscales a particulares y empresas a través de los sistemas bancarios, en forma de moratorias, garantías de préstamos, apoyos directos a la liquidez y una mayor presión para que se concedan más préstamos a las pymes.

Hay que destacar que el sector bancario es muy sensible a las tensiones económicas y geopolíticas. Por ello, con el fin de salvaguardar su estabilidad y amplificar su papel en esta crisis del COVID-19, el Banco Central Europeo (BCE) ha sido muy solidario, permitiéndole temporalmente liquidez, apoyo al capital y alivio contable y regulatorio.

Por un lado, las moratorias de pago de la deuda y otras medidas favorables a los prestatarios han respaldado la calidad de los activos de los préstamos; y, por otro, han enmascarado la situación subyacente de los prestatarios. Esto implica que la calidad de los activos de los bancos puede resultar mucho más débil en comparación con lo que muestran las cifras actuales. De media, los préstamos de los bancos europeos tienen una exposición de entre el 15% y el 20% a los sectores más afectados por el coronavirus.

Un análisis de la transparencia y la sensibilidad tanto de su balance como de su rentabilidad son cruciales para responder a las preocupaciones de los inversores sobre la sostenibilidad de los negocios bancarios.

Desde el comienzo de la crisis, las calificaciones de los bancos han sufrido más que las del sector empresarial, con una importante migración hacia BBB+/BBB y perspectivas de reducción de la calificación a negativa. En algunos casos, esto se ha visto exacerbado por el riesgo soberano, como ha ocurrido en Italia, Bélgica, Francia y el Reino Unido.

La inevitable consolidación

En estas frágiles circunstancias, la banca europea está claramente destruyendo valor, con una rentabilidad financiera (ROE) inferior al coste del capital. El recorte de costes y las fusiones y adquisiciones son las dos opciones disponibles en este entorno económico de tipos bajos y contracción económica. Gracias al enfoque favorable del BCE, la consolidación nacional y transfronteriza está cobrando impulso.

La brecha de rentabilidad con los bancos estadounidenses está creciendo significativamente: a pesar de haber reservado alrededor de 35.000 millones de dólares para posibles préstamos incobrables, los seis bancos más grandes de Wall Street obtuvieron cerca de 13.000 millones de dólares de beneficios durante el segundo trimestre. La consolidación transfronteriza es, por lo tanto, el principal motor para crear campeones europeos capaces de competir internacionalmente.

En Italia, España y Alemania, el sector bancario continúa demasiado fragmentado, por lo que este sería el momento adecuado para resolver las ineficiencias de los sistemas nacionales. En Italia y España, los bancos medianos y pequeños son débiles, tienen baja rentabilidad, una base de costes relativamente alta y un nivel significativo de NPLs.

En mi opinión, la consolidación es también una forma de contar con bancos resolutivos en Europa, a fin de crear instituciones más fuertes, capaces de atraer el interés de los inversores institucionales y de tener mayores fondos propios y reservas de pasivos. En ese sentido, la consolidación de Intesa y UBI en Italia y de CaixaBank y Bankia en España puede considerarse como un factor desencadenante de una mayor actividad de fusiones y adquisiciones en la región.

Mi expectativa es que los diferenciales de los bonos bancarios estarán bajo presión en los próximos meses, debido a la segunda ola de COVID-19, el panorama económico general y los resultados de las elecciones presidenciales de EE.UU. El nivel de NPLs también dependerá de la extensión de los programas de apoyo fiscal y las moratorias de pago de la deuda.

Por ello, sugeriría un enfoque prudente para la segunda mitad del año: es mejor inclinarse por la parte más segura de la estructura de capital (bonos sénior, aunque la proporción de bonos de rendimiento negativo es significativa) y las entidades con mejor rentabilidad y niveles más bajos de NPLs. Los bancos nórdicos y los minoristas de Europa central (principalmente franceses, suizos y del Benelux) son las opciones preferidas, mientras que los del Reino Unido y los de la periferia son los menos atractivos, dadas las valoraciones actuales.

Tribuna de Barbara Mainieri, analista de crédito buy-side en DPAM

Medidas políticas para un mundo con bajas emisiones de carbono

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Hamish Chambelayne Janus Henderson 3
Hamish Chamberlayne, director de renta variable sostenible global en Janus Henderson Investors. Hamish Chamberlayne, director de renta variable sostenible global en Janus Henderson Investors

Durante el confinamiento, a veces ha sido difícil entender el enorme efecto que el COVID-19 ha tenido en la economía mundial, al quedarnos en casa y recurrir a internet como nunca antes. Aunque la digitalización ha sido una tendencia de inversión importante para nosotros desde hace varios años, indudablemente la pandemia ha acelerado y creemos que la digitalización será uno de los factores dominantes de la rentabilidad de la inversión de la próxima década.

La transición a la energía con bajas emisiones de carbono está estrechamente ligada a la digitalización. Esta tendencia también se ha visto impulsada este año por el compromiso político de invertir en energías renovables, electrificación del transporte, tecnologías de eficiencia energética e infraestructuras sostenibles. Nos ha animado ver estímulo fiscal de los gobiernos destinado a proyectos verdes conformes a nuestra filosofía de inversión de desarrollo sostenible, innovación y crecimiento compuesto a largo plazo.

Medidas políticas para un mundo con bajas emisiones de carbono

La Unión Europea ha destinado el 30% de los 750.000 millones de euros de su plan de recuperación por la covid-19 a proyectos sostenibles, incluyendo energías renovables y almacenamiento, edificios sostenibles y transporte público. La presidenta de la Comisión Europea dio otro impulso al perfilar los objetivos de reducir las emisiones en al menos un 55% para el año 2030, en lugar del objetivo anterior del 40%. Y las noticias positivas no acaban ahí: China se comprometió a que sus emisiones de carbono toquen techo en 2030, hasta alcanzar la neutralidad en carbono para el año 2060.

En este sentido, China es la segunda mayor economía del mundo y el mayor emisor de CO2, por lo que el anuncio supone un enorme paso hacia una economía global sostenible y esperamos que estos objetivos puedan cumplirse y superarse rápidamente. Por otra parte, más de 20 países han adoptado fechas finales para la venta de motores de combustión interna. Hay una tendencia general a adelantar los objetivos de descarbonización desde un punto impreciso a mediados del siglo hasta una fecha objetivo muy visible, 2030, lo que nos sitúa en una década de innovación.

En el tercer trimestre, la actividad económica en todo el mundo empezó activarse, ya que los gobiernos tuvieron que equilibrar la necesidad de reabrir los países con la pandemia de covid-19. En este contexto, los mercados mundiales de renta variable cerraron el trimestre al alza; el índice MSCI World generó una rentabilidad total del 7,9%, expresada en dólares. Los sectores que mejor se comportaron fueron tecnología de la información, consumo discrecional e industria, mientras que los sectores de energía, finanzas y bienes inmobiliarios se comportaron mal (el sector energético perdió más de un 15%).

La armonización con la transición energética con bajas emisiones de carbono impulsa la rentabilidad superior

Mientras que nuestro posicionamiento sectorial benefició a la rentabilidad ―con una sobreponderación en tecnología de la información y una infraponderación en energía―, nuestra selección de valores fue el factor que más contribuyó a la estrategia durante el trimestre. Cabe destacar especialmente que entre nuestros diez valores más rentables solo hubo uno tecnológico, lo que demuestra la diversidad y amplitud de nuestra cartera. Nuestras inversiones expuestas a la transición energética con bajas emisiones de carbono generaron una rentabilidad excelente, entre ellas los desarrolladores de energías renovables Boralex e Innergex, la compañía de motores eléctricos Nidec, el fabricante de materiales de construcción bajos en carbono Kingspan y la compañía de tecnología e infraestructuras del agua Xylem.

Tesla fue el valor que más contribuyó a la rentabilidad de la estrategia. Este año ha sido la única gran compañía automovilística global que ha registrado un crecimiento de las ventas y en el trimestre alcanzó un hito importante al anunciar su cuarto trimestre consecutivo de beneficios, por lo que cumple los requisitos para su inclusión en el índice S&P 500. Tesla está muy bien posicionada con respecto a la transición energética con bajas emisiones de carbono y tiene una estrategia de crecimiento sumamente ambiciosa para la próxima década. También contribuyó de forma importante a la rentabilidad Salesforce, que notificó un incremento de la adopción de su plataforma en la nube, ya que sus clientes aceleraron sus planes de transformación digital. Nuestro enfoque de inversión nos lleva a buscar empresas con características financieras de crecimiento y resiliencia, y los resultados de Salesforce las demostraron con creces gracias a unos excelentes resultados del segundo trimestre, que provocaron una subida de la cotización de la acción del 25% al día siguiente del anuncio de los resultados.

La rentabilidad también se vio muy favorecida por los valores de nuestro tema de calidad de vida, algunos de los cuales se han beneficiado del paso al comercio electrónico y la distribución digital directa. Nintendo registró un aumento de clientes que compraron directamente de la tienda de Internet de la compañía, mientras que Adidas se recuperó tras los problemas causados por la covid-19 y registró un fuerte crecimiento de las ventas por Internet.

Nuestra rentabilidad relativa se vio lastrada principalmente por valores no incluidos en la cartera, como Apple, Amazon y Nvidia (en ninguno de los cuales invertimos), que se comportaron de forma excelente. En nuestra cartera, nuestras posiciones tecnológicas se comportaron peor. ASML se vio perjudicada por una reintensificación de la guerra comercial entre EE. UU. y China, mientras que algunas de nuestras posiciones en software, como Autodesk y Avalara, se consolidaron tras su excelente comportamiento en la primera mitad del año.

¿Puede la digitalización reducir los daños medioambientales provocados por la actividad económica?

Las dificultades por relajar las medidas de confinamiento en todo el mundo siguen afectando a sectores de la economía que dependen de la cercanía física de las personas. Frente a eso, vemos una aceleración de la digitalización. Aunque alentadas por la covid-19, esperamos que muchas de esas tendencias digitales perduren, porque la gente asimile la facilidad de uso y mayor productividad y eficiencia que ofrece la digitalización.

A pesar de la prometedora adopción de las tendencias digitales, que consideramos complementaria para reducir los efectos medioambientales de la actividad económica, la mayor frecuencia y gravedad de los acontecimientos relacionados con el clima nos recuerdan la urgente necesidad de acelerar la inversión en la transición energética con bajas emisiones de carbono. Afortunadamente, la pandemia no parece haber tenido un impacto muy negativo. Esta transición está cobrando un impulso real gracias a la interesante innovación de las empresas en tecnologías de energías limpias y el fuerte apoyo regulatorio de muchos gobiernos.

Una innovación que se hizo especialmente evidente en el reciente comunicado de Tesla, que trazaba un plan de inversión claro para acelerar la adopción del vehículo eléctrico y las energías limpias. El objetivo de Tesla para 2030 es disponer de una producción de baterías de múltiples teravatios para poder fabricar 20 millones de vehículos eléctricos asequibles al año, así como plantas de almacenamiento a gran escala para apoyar los sistemas de energías renovables. Prevemos que esta visión ambiciosa de Tesla alentará un mayor aumento de la inversión en todos los sectores del automóvil y la energía.

2020 ha sido un año complicado, pero somos optimistas al pensar que la economía mundial saldrá de esta pandemia con una mayor resiliencia y con una senda más sostenible que antes. En lugar de restarle importancia, esperamos que esta crisis sirva para dejar claro el atractivo de la inversión sostenible y cómo produce mejores resultados, no solo para los inversores, sino también para el medioambiente y la sociedad.

Columna de Hamish Chamberlayne, director de renta variable sostenible global y gestor del fondo Global Sustainable Equity en Janus Henderson Investors.

 

 

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Este documento recoge las opiniones expresadas por el autor en el momento de su publicación y podrían ser diferentes de las de otras personas y otros equipos de Janus Henderson Investors. Los sectores, los índices, los fondos y los valores que se mencionan en este artículo no constituyen ni forman parte de ninguna oferta o invitación para comprarlos o venderlos. La rentabilidad pasada no es indicativa de rentabilidades futuras. El valor de las inversiones y las rentas derivadas de ellas puede disminuir y aumentar y es posible que los inversores no recuperen la cantidad invertida inicialmente. La información recogida en este artículo no reúne las condiciones para considerarse recomendación de inversión.

Emitido por Janus Henderson Investors. Janus Henderson Investors es la denominación con la que ofrecen productos y servicios de inversión Janus Capital International Limited (número de registro: 3594615), Henderson Global Investors Limited (número de registro: 906355), Henderson Investment Funds Limited (número de registro: 2678531), AlphaGen Capital Limited (número de registro: 962757), Henderson Equity Partners Limited (número de registro: 2606646) (registradas en Inglaterra y Gales, con domicilio social en 201 Bishopsgate, Londres EC2M 3AE y reguladas por la Autoridad de Conducta Financiera) y Henderson Management S.A. (número de registro:  B22848, con domicilio social en 2 Rue de Bitbourg, L-1273, Luxemburgo y regulada por la Commission de Surveillance du Secteur Financier).

Janus Henderson, Janus, Henderson y Knowledge. Shared son marcas comerciales de Janus Henderson Group plc o de una de sus sociedades dependientes. © Janus Henderson Group plc.

 

El growth y el value en Estados Unidos: ¿es momento de reconsiderarlos?

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Pixabay CC0 Public Domain. El growth y el value en Estados Unidos: ¿es momento de reconsiderarlos?

El rendimiento superior de los títulos growth respecto al value ha alcanzado niveles sin precedentes, al igual que la brecha de valoración. El entorno para las acciones de crecimiento ha sido ideal: los tipos de interés se han desplomado y las empresas tecnológicas de Estados Unidos se han vuelto cada vez más dominantes en el país y el extranjero.

Sin embargo, creemos que es poco probable que este contexto ideal perdure. La inflación puede aumentar como resultado de las medidas de estímulo e históricamente el value ha superado el growth durante los períodos inflacionarios. Esperamos que las acciones value de calidad que puedan sobrevivir a lo largo de este período económico complicado logren beneficiarse de la recuperación de EE.UU. y la economía mundial y el regreso de la inflación.

Dada la incertidumbre en torno al momento en el que se producirá la reflación de la economía estadounidense y el correspondiente aumento de los tipos de interés, creemos que sería prudente aumentar la exposición tanto a las acciones value de alta calidad como a las growth, al tiempo que se reduce la exposición a las de hipercrecimiento y las de valor profundo («deep value»).

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Por qué el growth ha registrado mejores rendimientos

Identificamos dos motivos principales por los que las acciones growth se han desempeñado mejor que las value. El primero es el descenso de la inflación y los tipos de interés, una tendencia que ha impactado negativamente en empresas con exposición a las materias primas, la mayoría de las cuales pertenecen al universo value. Además, los tipos de los bonos del Tesoro estadounidense se desplomaron desde el 4,5% de octubre del 2007 hasta el 0,68% del pasado septiembre. Esto ha perjudicado a los títulos financieros, que continúan dominando el universo value y se apoyan en diferenciales de tipos de interés saludables para generar beneficios.

La segunda razón es el dominio de Estados Unidos en los sectores relacionados con la tecnología con un fuerte crecimiento secular: Alphabet, Amazon, Apple, Facebook o Microsoft han surgido como líderes en sus industrias, que han ido creciendo debido a la transformación digital de la economía mundial.

Regresar al value

Creemos que ahora puede ser un buen momento para realizar un giro hacia el value, ya que la diferencia de valoración entre estas acciones y las de crecimiento es amplia: a 30 de septiembre de 2020, el Russell 1000 growth index se negociaba aproximadamente con una prima del 50% sobre la ratio precio-beneficio, lo que constituye la mayor brecha de valoración de la historia reciente.

Amundi Pioneer Value/Growth 2

 

A esto se une que los niveles sin precedentes de estímulo monetario y fiscal pueden dar lugar a una reflación de la economía estadounidense. Los precios de las materias primas han estado muy correlacionados con los índices value frente a los growth, ya que los primeros suelen estar mucho más expuestos a las acciones sensibles a la inflación. Por ejemplo, el sector energético, financiero, industrial y de materiales representaba el 41% del Russell 1000 value index a 30 de septiembre de 2020, en comparación con el 15% del Russell 1000 growth index.

El pasado 30 de junio, los precios de los productos básicos eran más bajos de lo que lo han sido en 200 años. Aunque podrían seguir disminuyendo, creemos que los estímulos y la mejora gradual de la economía los impulsarán al alza, lo que podría hacer que el valor superase al crecimiento.

Aumentar el value conlleva riesgos

El primer riesgo de incrementar la exposición al valor es que la economía de Estados Unidos y la mundial pueden tardar en recuperarse de la pandemia, haciendo que los tipos de interés se mantengan bajos y que los inversores sigan favoreciendo las acciones de crecimiento. El segundo es que una serie de empresas del universo value se vean estructuralmente perjudicadas. Por ejemplo, es probable que algunas aerolíneas sobrevivan solo con la ayuda continua del gobierno.

Por último, la victoria demócrata en las elecciones presidenciales podría dar lugar a una mayor regulación en sectores como el energético y el financiero, que actualmente tienen una mayor ponderación en los índices de valor que en los de crecimiento. Pero las acciones growth también podrían estar en riesgo bajo la administración Biden debido a su propuesta de aumentar los impuestos sobre los ingresos en el extranjero del 10,5% al 21%. Esto podría impactar desproporcionadamente a las compañías tecnológicas estadounidenses, que tienen un peso mayor en los índices de crecimiento.

La clave está en el equilibrio

Dados estos riesgos, vemos fundamental implementar un enfoque activo a la hora de incrementar la exposición al value y lograr un buen equilibrio con el growth. Así, creemos que las oportunidades más atractivas en renta variable estadounidense se hallan en las acciones de crecimiento estable y las de valor de calidad. Las primeras pueden proporcionar una exposición a las tendencias de crecimiento secular que no dependen del crecimiento económico. Las segundas pueden ofrecer una exposición cíclica a empresas que estén en condiciones de superar un contexto complejo en el que la economía estadounidense y la mundial tarden más de lo esperado en recuperarse. Por lo tanto, creemos que es prudente cambiar la exposición de la cartera de las acciones de hipercrecimiento a un crecimiento estable/defensivo y value de calidad, evitando también el “deep value”.

Dado que la pandemia ha incrementado la atención sobre las prácticas laborales y la seguridad, creemos que las estrategias de inversión más exitosas en este entorno pueden ser las que se centran en la sostenibilidad de manera holística; es decir, no solo desde una perspectiva competitiva y financiera, sino también teniendo en cuenta las consideraciones ESG. Así, se hallan empresas que podrían sobrevivir al entorno económico actual y que además saldrían reforzadas de la pandemia.

Tribuna de Marco Pirondini, responsable de renta variable estadounidense; y Alec Murray, gestor de renta variable, en Amundi Asset Management