Tras un período marcado por la incertidumbre y la volatilidad, la renta variable ha sorprendido al mercado con una recuperación más sólida de lo que muchos anticipaban. La caída registrada tras el llamado “Día de la Liberación” llevó a prever un escenario complejo, pero la realidad ha sido distinta: las bolsas han repuntado con fuerza, impulsadas por la resiliencia empresarial y el dinamismo del consumo, considera en un pódcast de BNP Paribas Asset Management su directora de renta variable global, Nadia Grant.
Un entorno macroeconómico favorable
Las previsiones para 2026 se presentan, en su opinión, positivas. Tanto empresas como consumidores muestran una posición financiera saludable: las primeras exhiben balances robustos y los segundos mantienen un elevado nivel de empleo. A pesar de ciertos riesgos a la baja en el mercado laboral, la reducción estructural de la oferta de trabajadores —por el avance de la jubilación de los “boomers” y el endurecimiento de las políticas migratorias— podría sostener la fortaleza del empleo durante más tiempo.
Además del consumo, otros componentes del PIB también apuntan al alza. La inversión está recibiendo un impulso extraordinario gracias al desarrollo de la inteligencia artificial (IA), cuyo impacto se extiende ya a toda la economía, subraya Grant.
A diferencia de ciclos anteriores, esta ola inversora es más intensiva y se centra en infraestructura tecnológica esencial. En Estados Unidos se observa, además, un repunte notable de la actividad constructora, un motor adicional para el crecimiento. En paralelo, las políticas fiscales siguen siendo expansivas, aunque los aranceles podrían restar parte del efecto positivo.
Beneficios empresariales en ascenso
Este entorno de mayor crecimiento se refleja, según Grant, en las expectativas de beneficios. El consenso prevé que las empresas estadounidenses aumenten sus ganancias más de un 10% en 2026, apoyadas también por la debilidad del dólar, que favorece a los exportadores. El sector tecnológico ha sido el principal beneficiado de las revisiones al alza en las estimaciones de beneficios por acción.
Sin embargo, se espera un cambio importante: una mayor diversificación en la contribución por sectores. En 2025, el conjunto de tecnología, medios y telecomunicaciones representó el 65% de los beneficios del S&P 500. Para 2026, se prevé un descenso hasta el 44%, dejando espacio para que otros sectores ganen protagonismo. Grant señala que “esta ampliación de la base de crecimiento se interpreta como una señal de mayor salud y equilibrio en el mercado”.
Convicciones de inversión: defensa, relocalización y energía
Grant cree que entre las grandes temáticas que concentran mayor convicción destacan varias: “Seguimos pensando que nos encontramos en un superciclo del sector de defensa, lo que nos lleva a invertir en compañías del sector en todo el mundo, especialmente en Europa. La relocalización es otra de las temáticas que nos sigue resultando interesante. He mencionado antes el repunte de la actividad de construcción en Estados Unidos, pero dicho repunte no se limita al mercado estadounidense; también está el plan alemán de infraestructuras. Nos gustan las empresas europeas que podrían verse favorecidas por dicho plan, como las expuestas al sector de la construcción, entre las que se incluyen las cementeras de la región”.
Asimismo, el sector financiero europeo continúa siendo atractivo, igual que determinadas áreas tecnológicas en China, especialmente las relacionadas con IA. También se mantiene un fuerte interés por la electrificación y la creciente demanda energética, que obliga a modernizar redes de transmisión e integrar una mayor capacidad renovable.
“Una de nuestras convicciones que quizás es más contraria a la opinión de consenso es el sector salud, al que pensamos que merece la pena prestar mayor atención. El sector cotiza a unas valoraciones muy bajas, a niveles que no veíamos desde la crisis financiera mundial, lo que se debe principalmente al contexto de incertidumbre política”, indica la experta.
Muchas compañías exhiben fundamentales sólidos y un perfil de crecimiento atractivo, especialmente las vinculadas al envejecimiento de la población y áreas terapéuticas como la oncología.
¿Riesgo de burbuja? Una comparación con el 2000
Aunque el temor a una recesión ha disminuido, crece la inquietud frente a una posible burbuja, especialmente en torno a la inteligencia artificial. Sin embargo, las comparaciones con el año 2000 parecen prematuras, opina Grant. A diferencia de las empresas de la burbuja puntocom, los grandes actores actuales —las llamadas “Siete Magníficas”— presentan márgenes de flujo de caja muy superiores a la media del S&P 500 (16% frente a 11%). Además, gran parte de sus gigantescos gastos de capital se financian con recursos propios, no con deuda. La nueva política fiscal estadounidense podría incluso reforzar esos flujos de caja.
“Aunque es posible que exista un cierto exceso de optimismo que conviene vigilar, no creo que estemos todavía en los niveles propios de una burbuja”, explica.
Valoraciones: más calidad estructural que exceso
Por otra parte, el análisis de las valoraciones exige distinguir entre distintos enfoques. La prima de riesgo de la renta variable se sitúa en niveles reducidos frente a los años recientes. Grant indica que “si analizamos las medias a largo plazo, y nos fijamos en los niveles que se registraban en las décadas de 1960 o 1970, vemos que seguimos muy por debajo de los niveles históricos. Seguimos estando por debajo del nivel de la década de 1980. Ello refleja una mayor visibilidad de los beneficios y una composición del índice dominada por empresas de mayor calidad. Las compañías son mucho menos cíclicas, y cuentan con factores impulsores de crecimiento estructurales”.
La rentabilidad sobre el patrimonio también muestra que el mercado no se encuentra excesivamente sobrevalorado respecto a su media histórica. En Asia, pese a las fuertes subidas del último año, las valoraciones siguen muy por debajo de los máximos de años anteriores, lo que indica un amplio margen de revalorización a medio plazo.
De este modo, a nivel global en 2026 la inteligencia artificial continuará siendo un motor clave, acompañada de tendencias como defensa, relocalización industrial, electrificación y salud. Aunque existen riesgos —especialmente relacionados con valoraciones y expectativas—, desde la gestora destacan que la clave, como siempre, será mantener una visión selectiva y centrada en sectores con fundamentos sólidos y capacidad real de generar beneficios en un entorno global cambiante.



