Los sectores de infraestructuras desempeñan un papel fundamental en la mitigación del cambio climático, dado su potencial para apoyar la descarbonización de la economía a través de las energías renovables, las soluciones de movilidad ecológica y la economía circular.
Las fuentes de energía renovables, como la hidráulica, la solar y la eólica, son elementos fundamentales de la transición climática, junto con las infraestructuras de apoyo a la movilidad ecológica, como las estaciones de recarga de vehículos eléctricos y las infraestructuras ferroviarias. El sector de los residuos y el agua es clave para apoyar una economía circular, que a su vez impulsa la reducción de emisiones y la mitigación del cambio climático. Otras tecnologías más incipientes también están entrando en juego para los inversores en infraestructuras, como el hidrógeno, los combustibles sostenibles para la aviación o la captura y el almacenamiento de carbono, pero su potencial y escalabilidad aún debe demostrarse, y los modelos de negocio deben ser desprotegidos.
El Acuerdo de París subraya el imperativo de alinear los flujos financieros con los objetivos climáticos mundiales. Para los gestores de activos, esta responsabilidad es doble: mitigar los riesgos de transición, como los activos bloqueados o los riesgos físicos a largo plazo que ponen en peligro la cartera de los inversores institucionales; y desbloquear el valor de transición capitalizando las oportunidades de las inversiones sostenibles.
Por otro lado, como espejo de los riesgos de transición están las oportunidades de transición. Allí donde los Estados y las organizaciones supranacionales quieran organizar la economía para cumplir los objetivos climáticos, habrá incentivos para que los inversores canalicen el capital hacia donde sea necesario para la transición. Estar al tanto de esas estrategias es clave para que los inversores se anticipen y busquen aquellas oportunidades en las que puedan generar rentabilidad financiera al tiempo que contribuyen a crear una economía baja en carbono, desbloqueando así el valor de la transición.
Lograr el objetivo
Para lograrlo, debemos seleccionar los activos adecuados que se alineen con los objetivos climáticos, evitando aquellos que no puedan realizar la transición. Los denominados activos «verdes» o «soluciones climáticas» son una elección directa para una estrategia climática. Dentro de ellos, se pueden encontrar tecnologías y modelos de negocio probados, como la energía solar fotovoltaica, la eólica, la biomasa… así como nuevos tipos de infraestructuras que están surgiendo, como el almacenamiento en baterías, el biogás, la carga de vehículos eléctricos, los combustibles sostenibles para la aviación, entre otros.
Más allá de las soluciones climáticas, la opción más sofisticada es invertir en activos que necesitan descarbonizar sus actividades. Esto requiere más experiencia por parte de los gestores de activos, así como herramientas y metodologías para apoyar el análisis.
Los activos deben evaluarse meticulosamente en función de su plan de negocio, su estrategia climática, su voluntad de asumir el reto (que también depende de la visión de la dirección) y un plan de acción concreto respaldado por un sólido capex. Sólo se debe invertir en los activos que tengan un claro potencial para descarbonizarse al ritmo adecuado, y los gestores de activos deben hacer todo lo posible para apoyarlos en su camino.
Esto también significa que los inversores deben identificar los activos que no sean capaces de llevar a cabo la transición, en particular aquellos que conlleven un bloqueo de las emisiones, y evitarlos.
Así, podemos construir carteras que apoyen un futuro sostenible. También debemos supervisar y comprometernos con las empresas de la cartera durante el periodo de tenencia para garantizar la alineación con las ambiciones de mitigación del cambio climático. Este enfoque no sólo mitiga los riesgos, sino que también desbloquea el valor de la transición, impulsando la descarbonización de la economía y contribuyendo a los objetivos climáticos mundiales al generar un impacto en la vida real.
Los gestores de activos que se embarquen en este viaje deben asumir un compromiso firme, respalda do por metodologías sólidas, marcos integrales y conocimientos especializados.
Tribuna de Jeanne Michon-Savarit, responsable de sostenibilidad de Infranity (parte de Generali Investments)